10 - Los recuerdos del almacén.
Había llegado el día. Sana tenía sus nervios un poco a flote. Sabía bien que no debería estar ocultando la información a los demás, ni siquiera a Momo porque ella fue quein se arriesgó por aquellos archivos privados. Solo les había dicho al resto del grupo que la reunión fue una falsa alarma, que no encontró realmente nada, Tomó un respiro y se preparó para salir del baño.
Los cinco que sabían sobre la situación, estaban tranquilamente en la sala. Charlando entre sí, se dieron cuenta de la presencia de Sana, lo que daba a comenzar el drama al que estaban a punto de protagonizar.
Salieron de la casa de Seungmin, mientras que Sana se distraía un poco con el celular, viendo los mensajes que habían de muchos de sus amigos. Está sorprendentemente callada, como aquella vez que a Momo se le contó lo de la acusación homofóbica del detective Hirai hacia el grupo completo.
Los demás hablaban, la unían a la conversación, pero simplemente ella estaba distante y los demás la entendían.
Sana tenía un gran presentimiento. Ese dolor en el estómago y esos hormigueos por el cuerpo, haciéndola tener escalofríos involuntarios. Más que un gran, era un mal presentimiento.
No había estado durmiendo bien y le apetecía solo desaparecer de allí, para tal vez irse con Jihyo y recibir cariño por parte de ella.
Eran esos días donde solo quería sentirse cómoda, aunque en realidad no esté incómoda.
Era extraño, ella no lo entendía, pero quería entenderlo para solucionarlo. Quería entender el sentimiento para evitarlo. No le gustaba la sensación de sentirse fuera de sí, de no encajar en ese mundo.
No era por ser lesbiana, no era por no tener ganas de hablar, no era por sus ojeras. Era por solo una extraña y desconocida razón de su desastrosa e inexistente estabilidad mental.
Tal vez solo era eso, un desestabilizado estado mental.
En menos de un parpadeo estaban justo frente al edificio abandonado, viendo como se alzaba de una manera tétrica.
Se suponía que ese estaba en casi las afueras de la cuidad. Sana no sabe en qué momento tomaron el taxi y este los bajó justo en la dirección que Minho mostró. Simplemente la mente de Minatozaki no puede recordar cómo es que llegaron ahí tan rápido, solo puede pensar en los temblores de sus manos y en que no debería estar ahí.
No podía hacerse para atrás, guió a los demás por el edificio aún si ella no conocía aquel mismo. Podían escuchar los pasos de los demás mientras se adentraba con la linterna de sus celulares. Las ventanas apenas daban luz, y aparte de que eran como las seis de la tarde, ya estaba un atardecer.
— Me da miedo todo esto porque parece película de terror, y siempre el gay, la bonita o la zorra mueren primero, y yo soy las tres — por lo menos Yeji la divertía un poco con sus comentarios de broma, pero no era suficiente para quitar los nervios de Sana.
Se acercaron por un pasillo oscuro, iluminando con las linternas y viendo con curiosidad todo.
En realidad, si el asesino serial quisiera matarlos a ellos también, casi que podría hacerlo con facilidad. Ellos no pensaron mucho, siendo llevados por el impulso y la curiosidad.
Rosé los detuvo a todos, con un dedo en la altura de sus labios para hacerlos guardar silencio. En el ambiente silencioso, pudieron escuchar algunos ruidos un poco a lo lejos, como de unos constantes golpes repetidos.
— ¿Escuchan eso? — Rosé les preguntó para verificar que no sea solo su imaginación, y los demás asintieron después de unos segundos de escuchar esos golpeteos.
— ¿Deberíamos llamar a autoridades ya o mañana? — Yeji cuestionó, frunciendo el ceño mientras hacía una mueca al verlos tan calmados. Estaban en una posible escena del crimen, ¿en serio recorrerían más al escuchar esos ruidos?
— Puede ser cualquier cosa — Minho le restó importancia, avanzando por el pasillo — Vayamos a ver — les hizo una seña. Le siguieron aún si algunos no estaban muy conformes con todo.
Sus pasos se escuchaban y quitaban las telarañas que podían pegarse a sus cuerpos. Una vez los golpes se escucharon cada vez más cerca, pudieron ver a una puerta.
— Parace ser un sótano — Yuna comentó, mirando a Minho acercarse hasta la puerta misteriosa.
— ¿Y por qué vienen esos ruidos del sótano? Yo digo que llamemos a autoridades — Yeji volvió a insistir, siendo ignorada por los demás.
Era era bromista, pero realmente ahora no estaba bromeando. Aún así, los siguió, abriendo la puerta para entrar a lo que parecía un sótano muy polvoriento.
Rosé seguía pensando que todo era muy fácil como para ser verdad, así que daba pasos dudosos y buscaba cualquier indicio de ataque hacia ellos aún si no eran visitantes esperados.
Los golpes eran fuertes, se escuchaban así, y también eran constantes, como si una máquina los hiciese en un ritmo controlado.
Sana caminó por las grandes cajas de madera que parecían poco a poco destruirse. Al parecer, era un tipo de almacén del edificio y no se molestaron en limpiarlo totalmente.
Minatozaki llegó al final del pasillo de cajas, deteniendo su caminar para ver la escena que le regalaba una esquina del almacén. Sus ojos se agradaron y solo eso, no pudo tener más expresión porque el shock la invadió tanto.
— ¿Sana? — Seungmin se dió cuenta de su estado, de su vista viendo algo del otro lado de las cajas, así que se acercó, quedando casi del mismo modo.
Los demás le siguieron, podían esperar de todo. Una escena sangrienta, una escena del crimen, cuerpos, personas siendo asesinadas. Eso se podría esperar y estaban concientes, pero... ¿ahora qué hacían con esa escena?
Un grande cuchillo penetró el mentón de un hombre, atravesando su mandíbula, su boca, su cabeza entera hasta salir por la parte trasera de su cabeza. Sus ojos estaban casi saliéndose de sus órbitas, mientras su boca también estaba muy abierta, y de esta escurría líquido rojo y espeso. Sus extremidades amarradas lo hacían estar de rodillas, pero cuando la persona culpable recuperó bruscamente su cuchillo, él hombre cayó de lado hacia el suelo; un cadáver más.
Uno más, porque había otros dos cerca de él.
Eran otros dos hombres, estaban en las mismas condiciones pero con apuñalada diferentes. Uno tenía una en el pecho y el otro tenía múltiples hoyos en su abdomen.
Claramente no tuvieron una muerte indolora; las heridas grandes, sangrantes y abiertas lo decían en toda su expresión.
¿Qué fue lo que más impacto?
¿Los tres cadáveres?... ¿O que Momo se diera la vuelta para ver al grupo, con una dulce sonrisa y su manos sosteniendo delicadamente el cuchillo sangrante?
No sé sabe que los hizo entrar aún más en shock, solo saben que deberían estar huyendo de ahí y sus piernas no colaboraban en el plan.
La chica, aparentemente Momo, fingió estar grandemente sorprendida, poniendo una mano en su boca al abrirla, luego pasando el cuchillo por sus labios, manchando sus belfos rosados de rojo.
Su vestimenta era completamente negra. Pantalones chándal, suéter con estampado de calavera, botas militares, y una cicatriz del lado derecho que daba desde una esquina de su frente hasta la esquina de su ojo.
¿Esa era Momo?
— ¡Boo! — les dijo burlonamente, soltando unas risas tan alocadas después de aquello. Su anatomía se echó ligeramente hacia atrás para soltar risas desquiciadas que resonaron en el almacén.
Momo dió un paso hacia ellos, sonriendo y balanceando su cuchillo, el cual soltaba gotas de líquido rojo y espeso.
Fue entonces que Sana reaccionó, moviendo a los demás para que echaran a correr lo antes posible del lugar. En su huida, pudieron escuchar las risas sin cordura que Momo seguía soltando, y parecía que cada vez las escuchaban más cerca.
Eso solo los hacía acelerar.
Y fue suerte de ellos, porque al poder huir del edificio, pudieron escuchar sirenas de policía. Suerte que salieron antes de que rodearán la zona y entraran, porque si no, estarían arrestados por asesinato sin realmente haberlo cometido.
Las autoridades entraron rápidamente, buscando lo que debería ser un asesino serial cometiendo su crimen. El edificio completo fue revisado, y solo fue en el almacén que encontraron tres cuerpos, con la conocida firma de unas manos rezando dibujas en la pared.
Después de que el detective Hirai haya sido destituido del caso, y puesto a alguien completamente capaz de resolver el caso, este nuevo detective pudo encontrar ambos patrones en solo minutos, así que rápidamente había mandado a patrullas al lugar.
Lastima que fuera muy tarde, porque el asesino huyó burlonamente de las consecuencias, y no había pista alguna que diera contra alguna persona culpable de los asesinatos de tres asistentes de la Iglesia evangélica.
Lastima por todos.
[ . . . ]
Las burlas, las risas, la diversión, los comentarios.
Todo eso era ajeno a seis personas de aquel salón de clases. Los demás estaban haciendo de todo de una manera normal, como cualquier día más en el Grupo LGBT. Sonreían, se burlaban, platicaban, contaban, y volvían a sonreír.
Sana, Minho, Seungmin, Rosé, Yuna y Yeji.
Seis estudiantes se encontraban perdidos, como si se hubieran ido a un mundo y no podían volver a la realidad por más que querían. No habían hablado, ni entre ellos, ni con los demás. Todos notaban el ánimo bajo de ellos, y lo dejaron pasar creyendo que fue una mala noche.
Tan equivocados.
Lo único que pudo hacerlos reaccionar de manera casi exagerada (opinión de los demás), fue la llegada de Momo junto a Dahyun. Ambas reían y charlaban juntas, caminando hasta sus asientos correspondientes para sentarse y seguir en su plática.
— ¿Cómo es que se hizo esa ventana rota? — Dahyun curiosa, preguntó apuntando hacia la esquina, detrás de Yoo Jeongyeon donde los vidrios se veían partidos.
— No lo sé — Momo se encogió de hombros — Yo también me lo he preguntado — ella volteó hacia un lado, llevando su vista hacia la chica que la miraba con ojos muy abiertos, como si fuera un fantasma — Sana — el llamado sobresaltó a la mencionada, aún si fue suave y dulce — ¿Qué ocasionó la ventana rota? — Momo le preguntó, viendo con una sonrisa.
— ... ¿Eh? — Sana soltó después de unos segundos, analizando la mano de Momo posada en su brazo.
— ¿Qué ocasionó la ventana rota? — Momo repitió, esta vez mostrando preocupación por su estado — ¿No has dormido hoy tampoco, verdad? Estos días tienes unas ojeras, se notan — Momo llevó sus manos hacia las mejillas de Sana, tentando suavemente las bolsa debajo de sus ojos, mientras Sana solo podía quedarse quieta sin saber a qué proceder con todo.
¿Esa en realidad era Momo? ¿Quién es Momo?
¿Quién mierda es realmente Hirai Momo?
— Y-Yo-... — fue interrumpida, después de que su voz sonara tan temblorosa y débil.
— Un día Beomgyu y Hyunjin discutían de cómo hacer una tarea, pero terminaron dando empujones por no llegar a un acuerdo — Minho respondió con una voz tensa, yendo a lo robótica — Por eso se llevan medio mal. Hyunjin empujó a Beomgyu, y Beomgyu chocó contra la ventana, quebrando el vidrio — terminó, llevando su vista hacia la mesa de forma inmediata.
Había tomado la palabra al ver a Sana en una complicada situación, pero en realidad estaba muy afectado. Los seis estaban muy afectados por lo que presenciaron tan solo hace algunos días.
— ¡Todavía tengo cicatriz! — Beomgyu se quejó en alto, acusando con el dedo al chico sentado a su lado.
— Pasado pisado — Hwang Hyunjin hizo rápidamente una seña despreocupada — Superalo — dijo y empezaron una pequeña discusión entre ambos.
— No se ha arreglado porque no dejamos que nadie se entere — Nayeon le explicó a la pareja, riendo por como Beomgyu y Hyunjin peleaban sin sentido — Nos castigarán si se llegan a enterar — agregó, alzando los hombros.
— En mi primer día, es algo que noté — Momo dijo, mirando con el ceño fruncido a la ventana — ¿Cómo no lo han notado? — preguntó, estando bastante incrédula.
— La inservible de Yoo no es tan inservible, ella lo tapa — Nayeon aprovechó para insultar, viendo a la mencionada sacarle el dedo medio desde su lugar. Ahora fueron ellas dos peleando sin sentido.
Sana observó a Momo, charlando y riendo como si nada. Dahyun hacía chistes con ella y coloreaban libros de dibujos animados, ambas siendo tan dulces como la pareja que eran. ¿Eso era falso?
— Mh, Momo — Sana llamó después de unos segundos, estando dudosa y realmente asustada por todo.
— ¿Eh? — Momo dejó de hablar con su novia para ponerle atención a su amiga, también dejando de colorear a la princesa Bella.
— ¿Qué hiciste el viernes por la tarde? — trató de sonar casual, con su confianza y ánimo habitual, pero no podía imitarlo muy bien. Estaba sospechando que, o era alguien parecido a quien vieron, o Momo estaba actuando. No sabía, y le atacaba la inquietud.
— ¿Ah? Creo que salí del colegio, dibujé un poco y luego fui a mi trabajo — Momo recordó un momento, sonriendo y asintiendo de manera casi instantánea. Tenía su rutina, no era demasiado difícil de recordar lo que hacía todos los días.
— ¿Trabajas? — Sana frunció el ceño, preguntando y no recordando haber sabido aquello en algún momento.
— Sí — Momo asintió felizmente, luego frunció el ceño en confusión — ¿No les había dicho? — con esa pregunta, Sana se dió cuenta que también se dirigía a los demás. Sana se dió cuenta que los demás también ponían atención a su platica — Trabajo en el pequeño restaurante que se encuentra camino a mi casa, de mesera — Dahyun asintió vagamente a aquello.
— ¿A qué hora trabajas? — probablemente no era disimulada, y los ojos alterados de Minho se lo confirmaban, pero quería respuestas para su revoltijo de emociones.
Momo miró al techo un momento, pensando y recordando las horas en que hacía todo.
— Bueno, es desde las siete hasta las diez, pero el viernes la otra mesera enfermó y me pidieron trabajar desde las cinco — Sana pensó que eso era muy conveniente, pero aún así, el asesinato ocurrió a las seis. Si Momo decía la verdad, no podía haber hecho aquel acto despiadado. Pero Sana no tenía nada asegurado — Aunque me pagaron bastante y me dieron un pequeño pan con glaseado gratis — sonrió muy emocionada por lo último.
— Ese pan estaba muy bueno — Dahyun suspiró en placer, recordando haberse complacido hasta con el olor del pan que Momo compartió con ella.
— ¿Tú estabas con ella, Dahyun? — Sana preguntó rápidamente. Ella conocía a Dahyun antes que a Momo, así que esperaba confirmar sus teorías con ella.
— No exactamente — Dahyun negó con un pequeño mohin en los labios — Nos vimos a las once de la noche en el parque, me guardó un poco de pan — a eso le sonrió a Momo, quien correspondió y siguió coloreando en el libro.
— Oh — Sana solo soltó eso, poniéndose recta en su silla para luego mirar la mesa de forma fija. Momo puso su vista en ella, curiosa.
— ¿Ocurrió algo? — Momo se inclinó, preguntando y dejando ver su preocupación a la vista perdida de Sana.
De pronto Sana recordó algo. Una imagen corrió por su cabeza, dejándola ver que aquella asesina tenía una cicatriz en el rostro, en el lado derecho del rostro. Las cicatrices son tapadas por las personas con maquillaje, y a Momo le gustaba el maquillaje. Sana lo recuerda.
— ¿Usas maquillaje? — Sana preguntó aún así, viendo atentamente el lado derecho del rostro de Momo, analizando si por ahí debajo de una capa está aquella cicatriz.
— ¿Mh? Sí, me gusta usarlo. Solo que ahora me lo aplico más ligeramente para que no se note mucho — sonrío un poco. Sintió una presión al lado de su rostro, cerca de su ceja. Era Sana tocando y frotando un poco ahí, pareciendo muy concentrada — ¿Mh? — soltó con el ceño fruncido, mostrando desconcierto. Sana se dió cuenta de lo que hacía y de que todos la veían, así que se alejó.
— L-Lo siento. Creí que tenías algo, no era nada — no pudo evitar el tartamudeo, quedándose recta en su silla. Momo sólo se encogió de hombros y volvió su atención a su dulce novia, riendo junto a ella y olvidando el pequeño suceso extraño.
Sana tenía claro una cosa; la persona que vieron asesinar no era Momo. Podría ser alguien muy parecido, pero realmente no era la chica que a su lado coloreaba y sonreía dulcemente a su novia.
Momo tenía una pequeña zona del rostro sin maquillaje, donde Sana había frotado hasta hacer notar alguna cicatriz.
No había ninguna. Limpio y lindo. Bien. Perfecto. Genial.
[ . . . ]
— Es ella, Sana — Minho afirmó una vez Momo se fue al aula de nuevo y se quedaron el grupo de seis. Había estado en un ambiente pesado, ellos con la mente llena de recuerdos de una Momo sádica, y Momo sonriente hablándoles como todos los días.
Ir al baño nunca se había sentido tan sofocante, y ellos pudieron hacer que sus pulmones se llenaran de aire una vez que Momo se fue.
Por obvias razones de género no podían entrar los seis a un baño, así que estaban a las afueras, en el pasillo donde se veían ambas puertas para los baños. Ninguno de los blancos saldría, pues estaban en horario, así que podían hablar sin preocupación de que alguien los escuche.
Sana observó a Minho, tragando saliva y luego bajando la mirada sin saber muy bien qué decirle.
— No lo es — negó, sacudiendo la cabeza y buscando en su mente algunas palabras que pudieran hacer coherente lo que decía.
— Que haya dicho algunas cosas no significa que diga la verdad — Yeji estaba del lado de Minho. Habían visto en clase como Sana le hacía preguntas a Momo, la miraba mucho y parecía analizar todo de ella. Ellos también intentaron ver detrás de sus ojos dulces, pero no pudieron encontrar nada.
— No podemos confiar en ella — Yuna también estaba de su lado. Tenían miedo. Fue una mala idea ir a aquel edificio, una muy mala idea. Los recuerdos los carcome.
— No es por eso — Sana sacudió de nuevo la cabeza — No tiene ninguna cicatriz, sí fue cierto lo del pan de Dahyun, y Momo no parecía para nada afectada — comentó, ella también estuvo buscando en el pasado, en el tiempo desde que Momo se inscribió en ese colegio. Nada estuvo mal, Momo era una chica dulce, era buena amiga, buena compañía, bonita.
Nada estuvo mal, pero...
— Algo está mal — Rosé no estaba de ninguno de los dos bandos, ni el de Sana, ni el de los otros cuatro. Ella simplemente estaba distante y parecía más en su mente, pensando profundamente en todo.
— Vamos a espiar un poco — Sana propuso, era su única idea para saber qué ocurría, para dejar de tener el recuerdo de una cabeza siendo violentamente perforada por un alargado cuchillo filoso.
— ¿Te recuerdo que es lo que vimos cuando espiamos un edificio abandonado? — Yeji cuestionó sarcástica, soltando una sonrisa sin gracia.
— Espiar a Momo — Sana aclaró, viendo a cuatro de sus amigos estando muy dudosos — Dahyun comentó que quería pedirle una cita a Momo, pero estaba pensando en cuándo, porque Momo tiene una rutina — Dahyun le había comentado tan alegremente eso, que Sana solo pudo forzar una sonrisa y animarla con que, en cualquier hora Momo estaría con ella si se lo pide.
— Ya, ¿y eso qué? — Minho estaba un poco defensivo, como si en cualquier momento lo fueran a atacar por la espalda.
— Si tiene una rutina de todos los días, debería estar haciendo lo mismo hoy — Sana afirmó, aunque no podía decirlo con mucha seguridad. Debía intentarlo. Debían intentarlo.
— Puede que no — Rosé murmuró para sí misma, pero Sana solo le dió un vistazo e ignoró.
— Y iremos al restaurante a preguntar si ella estuvo allí el viernes a la hora del asesinato — eso sería mejor. Eso podría confirmarle que Momo era inocente. Eso podría hacerla dejar de desconfiar en su amiga.
— Sana, he tenido pesadillas. Quiero solo olvidarme de eso — Seungmin restregó su rostro, dando algunos pasos en vueltas. Se le notaba estresado, cansado. Todos tenían ojeras, algunos como Yeji, Minho y Rose las taparon con maquillaje, pero seguían teniéndolas bajo de esas capas.
— Entonces no vengas, sigue teniendo pesadillas — Sana frunció el ceño, colocando una voz más firme, no la débil y temblorosa que tenía antes — Yo quiero respuestas, quiero ver si esa era Momo, quiero dejar de temer a la misma chica que se sienta a mi lado — lo último lo dijo tan rota que los demás no pudieron refutar a sus palabras.
Todos eran cercanos a Momo, hablaban, bromeaban, se burlaban, contaban cosas de sus vidas.
Pero Sana.
Sana era la misma que se sentaba a su lado, quien entre clases susurraban entre ellas, se reían de cosas que los demás no podían escuchar, se tenían mucha más confianza.
Sana al entrar al salón primero buscaba con la mirada a su amor Jihyo y a su amiga Momo.
Momo al entrar al salón primero buscaba con la mirada a su amor Dahyun y a su amiga Sana.
Eran como mejores amigas sin serlo realmente. Sana debía estar más afectada que ellos y es que realmente lo estaba. Sana no ha dormido, probablemente una hora durmió en la noche y solo soñó con la escena de Momo burlándose entre la sangre. Estuvo paranoica en su habitación, creyendo escuchar ruidos que no existían, creyendo ver sombras que no estaban, creyendo incluso oler terriblemente aquella sangre que observó en el almacén.
Creyó que se iba a volver loca.
— Yo voy. Quiero saber también — Rosé se unió, entonces Sana asintió suavemente a aquello, buscando que el nudo en su garganta se aparte.
— Nosotras tenemos un pendiente qué hacer — Yuna informó, apuntando a Yeji, quien estaba a su lado — Nos dicen lo que descubran, por favor — pidió, mientras Seungmin también decía que tenía que recibir a sus padres después de que estos vuelvan de un largo viaje.
— Les diremos, sea bueno o malo — Sana afirmó rápidamente, mientras Rosé asentía de acuerdo.
No tenían más de qué hablar, así que empezaron a entrar al baño para hacer sus necesidades, en un silencio ensordecedor pero que no podían ni querían romper ahora. El aire del baño, por más que debería ser malo, siempre tubo aromatizante a frutas, pero eso solo lo hacía más sofocante. No podían tomar aire con tranquilidad.
Sana, al volver al aula, se detuvo en la puerta para ver a Momo reír de algo que Dahyun le contaba. Observó un momento, luego restregó sus ojos para quitar su expresión consternada. Cuando abrió los ojos, Momo le hacía señas para que se sentara.
Sana escuchó a Momo hablar, contándole sobre algo, pero no pudo concentrarse en lo que decía. La miraba mover sus labios, hacer caras, reír, hacer mohines, sonreír, pero no pudo saber que era lo que le decía.
Sus ojos y su mente estaban desconectados.
. . . . .
¿Piensan que es Momo o neh? ¿Esperaban lo del almacén o neh? ¿Tienen calor o neh?
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