03 - La falla en la puerta del baño.
A Momo le gusta recordar a todas esas personas. Le pasó lo mismo en su pueblo, ella memorizaba rostros y nombres para recordarlos, así que esta vez no sería la excepción. El maestro Felix la ayudó, y ella hizo un pequeño tablero en su libreta.
Había dos filas de mesas, y en cada mesa había dos personas.
La fila de su derecha era más calmada, mientras en la que estaba ella y Sana era más ruidosa. Era como una clasificación, tranquilos a la derecha, y alborotados en la izquierda.
En su derecha, en el final, estaba Yoo Jeongyeon sentada con Shin Yuna. La mesa frente a esa estaba Choi Beomgyu y Hwang Hyunjin. Frente a ellos estaba Hwang Yeji junto a Lee Minho. Y por último Son Chaeyoung junto a Park Chaeyoung. Momo prefiere decirle Rosé a Park, todos le dicen así.
A en su fila, en la última estaba Bae Joohyun junto a un chico de nombre Kim Seungmin. Frente a esa mesa estaba Chou Tzuyu con Yeh Shuhua. Después le seguía Im Nayeon con Park Jihyo. Y ella junto a Sana daban el frente.
La homosexualidad se respira en el aire.
Habían estado en número impar por todo el año, eso le dijo Sana, pero ahora que llegó ella eran dieciséis alumnos de la Clase Roja.
A Momo le encantaban los apodos que le daban a ese salón.
En la semana había escuchado varios y tenía sus favoritos. La Clase Roja, Sana dijo que así el director Yang los llamaba siempre. El Grupo del Infierno, oh, ese se escuchaba tan poderoso. Pecadores, ese era muy común. El Grupo LGBT, ese era el nombre más el oficial entre ellos. El Aula de los Fenómenos, y ese es el que más usaban entre sí, aunque el de Clase Roja le hace competencia.
Observó de nuevo su carpeta de horario, verificando; yendo hacia el día martes para ver cuáles eran los horarios. Hasta ahora se daba cuenta que todos los horarios de ir al baño eran iguales en todos los días, así que esperó.
Se distrajo un poco con los apuntes de la clase de historia, cruzó las piernas y alistó su falda, no queriendo parecer tan desesperada. Pero el que haya bebido mucho en la hora clandestina de almuerzo, no la ayudaba.
— ¡Bueno! ¡Es el descanso para ir al baño! — y en cuanto el profesor Lee lo avisó, ella salió fingiendo estar tranquila.
Solo Choi Beomgyu y ella habían salido, mientras que los demás parecieron tomar ese horario como relajamiento.
Cuando no tuvo a nadie en la vista, Momo y Beomgyu se vieron fijamente, hasta que Beomgyu salió corriendo y Momo lo copió. Sabían bien que el otro estaba apurado, así que fue un tipo carrera.
— Tramposo, no hubo tiempo de partida — se quejó cuando Beomgyu ya había llegado a los baños de varones antes que ella al de chicas.
— Acepta la derrota como buena lesbiana — este se burló y se adentró al baño.
— Los gays son más tramposos — Momo murmuró para sí misma, abriendo la puerta para entrar.
Su cuerpo reaccionó dando un salto, chocando contra la puerta, y su garganta soltó un chillido agudo, cuando se encontró con una chica en los baños. Sería normal, si no fuera porque los estudiantes de insignia blanca no podían salir en esos horarios, justamente para no toparse con alumnos de la Clase Roja.
Se recompuso avergonzada, aclarando su garganta mientras veía a esa alumna burlarse con risas por su susto.
— En mi defensa, según yo, no deberías estar aquí — Momo dijo, tomando un respiro para calmar a su acelerado corazón.
— Lo sé. Se me ha pasado el horario — la chica se encogió de hombros, poco preocupada. Momo en el silencio pudo verla, notando aquel mechón blanco en su cabello negro. No creía que estuviera permitido pintar el cabello, así que Momo supuso que era de algún lunar en el cuero cabelludo. Piel blanca, sonrisa burlesca, y se lavaba la cara.
Momo dejó de verla cuando recordó la urgencia.
— Bueno... Yo voy a entrar al baño — murmuró y se dirigió a un cubículo. Terminando, cuando se subía la falda y se acomodaba el uniforme, Momo escuchó un forcejeo con una puerta.
— Oye, ¿qué pasó con la puerta? — la otra chica preguntó. Momo frunció el ceño y se apuró, escuchando los forcejeos que se seguían haciendo.
— ¿Qué tiene?
— Pues no abre.
— ¿Cómo que no abre? — a su pregunta, la chica de mechón gris rió casi sarcástica y burlesca.
— ¿Cómo que cómo? Pues literalmente no abre — obvió y siguió forcejeando. Momo fajó su camiseta, alisó su falda, bajó la cadena al inodoro y por fin salió del cubículo. Acercándose a la chica del mechón gris, Momo suspiró.
— A ver — la apartó suavemente de la puerta, para intentar abrirla. Al no poder, hizo más fuerza. La empujaba y la jalaba, para ningún lado abría, y no importaba qué tanta fuerza colocara en sus manos y brazos, seguía sin moverse — Creo que cuando choqué se atoró — llegó a la conclusión, volteando hacia la chica en su espalda que estaba expectante.
— ¿No tienes celular? — la chica le preguntó, recargandose en una pared.
Momo no pudo evitar ponerse nerviosa, pues estaba prohibido tener teléfono celular, no sabía por qué le preguntaba.
— ¿Por qué lo tendría? — se encogió de hombros, luciendo bastante relajada para alguien que tenía nervios.
— Los del Aula de los Fenómenos lo tienen — eso hizo a Momo alzar las cejas, sorprendida.
— ¿Eso es de conocimiento general? — cuestionó un poco preocupada. No creía que lo fuera, pues ya hubieran informado a cualquier docente y podrían quitarles los aparatos electrónicos.
— No. Yo lo sé porque me llevo con algunos, a veces — bueno, eso logró tranquilizar a Momo en bastante cantidad. Los demás le habían dicho sobre algunos que los respetaban como personas, pero no le habían comentado de alguien con quien se relacionaran. Eso era nuevo.
— Bueno, sí lo tengo — afirmó, buscando en la bolsa que traía siempre consigo, aunque luego recordó algo — Se supone que Beomgyu debería estar en el baño de chicos — dijo y se acercó a la puerta — ¡Beomgyu! — intentó una vez... Nada — ¡Choi Beongyu! — otra vez — ¡Beom! — seguía sin nada — ¡Gyu! — se resignó esa última vez, sacando su celular para mandar mensajes al grupo.
<< Me quedé encerrada en el baño con una chica desconocida. ¿Quién me ayuda, y por qué Sana? 🥺
Sana
>> 🖕🏻.
<< ¿Por favor? Se supone que Beomgyu estaba aquí al lado, pero al parecer ya se fue.
Beomgyu
>> Por decirme tramposo, ahí te quedas.
Beomgyu
>> Tu castigo es socializar con los blancos. 😈
<< Pues en realidad está linda.
Nayeon
>> ¿Nombre y apellido? ¿Dónde vive y cuántos años tiene? Habla.
Momo rodó los ojos, mirando a la chica de mechón gris suspirar y dejar caer la cabeza hacia atrás, dejándola descansar contra la pared. Ni siquiera le conocía el nombre.
<< Ella está esperando a que vengan y abran la puerta. ¿Van a venir o no?
Jihyo
>> No. Pero hablanos sobre ella.
<< Ella dijo que a veces se lleva con ustedes, tiene un mechón gris, como de un lunar, y es piel clara.
Sana
>> Aaaa, ya sé quién es. Es la ex de nuestra compañera Yuna Yunita.
Eso realmente sorprendió a Momo, porque no había imaginado a una compañera del grupo saliendo con una que sea de los blancos. Aunque llevaba muy poco tiempo como para conocer aquello, necesitaba conocerlos mejor.
Yuna
>> ¿Podrías dejar de presentarla así? Ya somos buenas amigas.
Sana
>> Bueno. Es Kim Dahyun, nuestra infiltrada en los blancos.
¿Infiltrada? Momo frunció el ceño. La tal Dahyun suspiró y la miró.
— ¿No contesta nadie? — le preguntó, parecía cansada aunque una pizca de burla seguía en ella.
— Contestan todos, pero nadie quiere venir — Momo se burló, regresando su vista al celular para seguir escribiendo mensajes. La otra chica rió divertida.
<< Quiero saber esa historia. ¿Pueden venir?
Sana
>> No. No es contra ti, es contra Dahyun por la última vez que nos vimos. Dile que eso se merece por robarme sándwiches aquella vez. Es una ratera. No se lo perdonaré. 💀
Momo frunció el ceño. No era contra ella pero parecía que sí. Leyó el mensaje de nuevo y se dió cuenta que parecían ser bastante cercanas como para robarse entre sí, porque solo alguien de confianza le robaría sándwiches a Sana, la más resentida que podrían ver.
— Dice Sana que no te perdona el robarle sus sándwiches — le dijo a la de mechón gris, viéndola reír.
— Y luego dice que no es resentida — negó divertida — Bueno, pasaremos un buen rato aquí. Soy Dahyun — extendió su mano, y Momo la tomó en un apretón amistoso.
— Momo, soy nueva desde la semana pasada — comentó, viendo a Dahyun deslizarse por la pared hasta dejarse sentada en el suelo, recargada cómodamente. Momo le siguió para esperar, en algún momento alguien iría al baño.
— Eso se ha dicho, se habla mucho entre ti entre los blancos — Dahyun le dijo despreocupada, viéndola con una sonrisa.
— ¿Sí? — no creyó ser tan popular, de hecho. Momo simplemente entró y fue tratada como una más de la Clase Roja por todos. En clases de educación física se mantenía en el grupo. Pocas veces se topó con los blancos, y las veces que sucedió estos la evitaban, sin importar si ella era amable.
— Eres la única de la Clase Roja que no parecía tener una sentencia de muerte al entrar en su primer día — Dahyun rió. Momo notó su interés y quiso charlar con ella, para no estar aburrida o incómoda en aquel baño perfectamente limpio.
— Me parecía más entretenido.
— ¿Por qué creías que un colegio cristianos sería entretenido? Lo es, muchas veces, pero para alguien siendo obligada, no tanto — Dahyun hizo una mueca, lo que le daba a entender a Momo que también fue obligada.
— Siempre viví en pueblos, así que la cuidad fue nuevo y me emocionaba mudarme — específicamente ella vivió en dos pueblos. Uno es un poco lejano y más pequeño e insignificante. Y el anterior a la cuidad, era donde vivió mas tiempo.
Tenía mucha curiosidad de la cuidad, aunque no podía negar que le inquietaba un poco también. Un nuevo entorno y intimidante, Momo se sentía un poco abrumada pero podía ocultarlo.
— No creo que te emocione tanto conocer a tus vecinos — Dahyun comenta, bufando entre risas que Momo no entendió del todo.
— ¿Por qué lo dices? — ella realmente no se había interesado en sus vecinos. Había salido al parque, a la tienda, a solo caminar, pero le era innecesario socializar con sus vecinos cuando eran, en su mayoría, adultos.
— Porque no te has dado cuenta que vivo a dos casas de tu hogar — eso logró impactar en ella, alzando ambas cejas mientras veía la expresión burlesca de Kim. Bueno, en la minoría de vecinos no adultos, estaba incluida Dahyun.
— ... ¿En serio? — aún así preguntó, formando una sonrisa casi incrédula.
— En serio — Dahyun la aseguró —Supongo que yo tampoco soy alguien que salga mucho como para que me hayas visto — se encogió de hombros.
Momo no habló por unos segundos, pensando si preguntarle de algo sin sonar muy metiche. Tenía curiosidad, pero se la pensó mucho antes de preguntar.
— Tengo una duda — estuvo dudosa, pero Dahyun la miró relajada, esperando — Si tu eres la ex de Yuna, ¿cómo es que estás con los blancos? — por fin preguntó, viendo a Dahyun sonreír despreocupada.
— ¿Ya te contaron la historia? — Dahyun preguntó, pensando un momento si decirle o quedarse como un misterio para la nueva. Para ella Momo era un misterio también, por lo menos por ahora.
— Me comentaron el hecho hace minutos — Momo apuntó a su celular.
— Eso fue un poco antes de entrar aquí, teníamos como catorce y terminamos el mismo año porque nos descubrieron — Dahyun dijo y se quedó pensando. Ella y Yuna se lo tomaron como un juego de adolecentes, pero fue oficial, así que eran ex novias — Luego mi padre mintió sobre las razones de asistir a este colegio, diciendo que aspiro a ser monja — se mofó, burlándose de aquello que nunca pasaría.
— Y por eso te pusieron con los blancos — Momo concluyó rápidamente.
— Exacto, pero no es tan malo. Son demasiado correctos, pero es entretenido — Dahyun confesó, alzando los hombros para luego de nuevo estar en silencio.
Ninguna de las dos habló por algunos minutos, pero fue otro ruido que interrumpió el silencio cómodo en el que estaban.
— ¡Ding, ding! ¡Ya les llegue porque soy buena gente! — la voz fastidiosa de Sana sonaba del otro lado de la puerta, mientras se escuchaba un tintineo.
— Creí que dijiste que no — Momo recordó, levantándose del suelo para ayudar a Dahyun a levantarse, ambas sacudiendo su propio uniforme, aunque era casi imposible que ese piso tuviera alguna partícula de polvo.
— El profesor Felix me obligó a venir con él, no recordábamos que también estaba en el grupo — Sana se quejó. La puerta se abrió de par en par por el maestro, que había abierto con la llave correspondiente — Hola, ladrona — Sana saludó a Dahyun, con el ceño fruncido.
— Estaban buenos tus sándwiches — eso fue el saludo de Dahyun para después salir del baño — Nos vemos después — y se fue apresurada. Momo dedujo que podría haber castigo si no se iba, así que solo hizo un gesto con la mano.
— ¿No estaba atorada? — Momo preguntó, viendo como al maestro Felix quitaba la llave y la guardaba en sus bolsillos del pantalón.
— No. Al parecer, solo se cerró. ¿La golpeaste muy fuerte o algo así? — le preguntó el hombre, viendo con interés la puerta.
— Sí — Momo no tardó en asentir — De hecho, choqué accidentalmente y fue cuando se atoró — Sana soltó una carcajada repentina y Momo solo pudo verla sin entender.
— Esa falla ya pasó una vez antes — el profesor Felix dijo, inevitablemente se le salió una sonrisa divertida al recordarlo. Sana seguía riéndose.
— Pero las que se quedaron atrapadas fueron Jeongyeon, Nayeon y Jihyo — los ojos de Sana brillaban como cuando le iba a contar lo mejor que iba a escuchar, así que Momo puso atención — Jeongyeon había empujado a Nayeon, molestandola, pero Nayeon chocó con la puerta. Hacían tanto alboroto que otros estudiantes pensaron que estaban haciendo un trío — se soltó a reír de nuevo.
— ¿En serio? — Momo sonrió sin creerlo, alzando una ceja y viendo al maestro Felix asentir con una sonrisa.
— ¡Sí! — Sana afirmó emocionada — El director vino con la cara roja del enojo y abrió encontrándose con que estaban peleando y echándose la culpa entre sí; Nayeon en el suelo, Jeongyeon casi estrangulandola, y Jihyo amenazando con golpear a ambas con un bolso — Momo no pudo evitar reírse ante la imagen mental que la atrapó — Toda la Clase Roja estaba sólo viendo junto a muchos de los blancos, fue divertido para todos. Más cuando Nayeon le dijo al director que parecía una manzana, gordito y rojito.
— Me imagino — Momo dijo, con las mejillas sonrrojadas por la risa.
Los tres tomaron camino hacia el aula, pero la campana se hizo sonar y saltaron del susto repentino. Los estudiantes empezaron a salir de sus salones, así que el maestro Lee puso a ambas estudiantes detrás de él, haciéndoles un gesto para que lo sigan.
La atención fue hacia el maestro y dos alumnas, notando mucho las insignias rojas en ambas menores.
Solo que ni dieron cinco pasos para cuando un hombre robusto y alto salió de uno de los salones, mirándolos desconcertado.
— ¿Profesor Lee? ¿Qué hacen dos alumnas fuera del horario aquí? — el director Yang preguntó, frunciendo el ceño ante la escena de sus otros estudiantes viendo hacia el maestro de la Clase Roja y sus alumnas.
— Director Yang — el profesor Lee, antes que nada, hizo una pequeña reverencia. Sana y Momo le siguieron, aguantando las sonrisas y la risa. Ninguna era buena para mantener la compostura en ambiente serios — La señorita Minatozaki vino a acompañarme porque notamos que la señorita Hirai tardaba mucho en el horario de el baño — explicó, haciendo una seña hacia ambas, quienes asintieron.
— ¿Y eso por qué? — el director Yang llevó su mirada hacia Hirai, viéndola detalladamente de arriba a abajo. Momo sonrió cuando se miraron fijamente.
— Sí. Al parecer, la puerta se había cerrado de nuevo, con la señorita Hirai. No es la primera vez que ocurre, ¿lo recuerda? — el director se sonrojó por el recuerdo que lo invadió, y el maestro Lee solo pudo aguantar la sonrisa que se le quería salir — Debe tener alguna falla — comentó.
— Lo mandaré a arreglar — el director aseguró, luego llevando su vista de nuevo hacia la nueva — ¿Cómo ha ido con la nueva alumna? — preguntó, mientras que Momo sonreía aún impecable.
Sana solo seguía aguantando la risa, una risa causada por la nada misma en realidad.
— Es una chica bastante buena y sonriente, se ha acoplado muy bien y mejora de verdad — el maestro Lee volteó a ver a Momo, dando una sonrisa cordial.
— Eso es bueno... — el director Yang asintió, pensativo. Se dió cuenta de las miradas de los demás estudiantes y entonces aclaró su garganta — Hagame el favor de llevarse a ambas, ahora están en horario de clases — le indicó.
— Sí, director — el profesor Lee hizo otra reverencia — Vamos, señoritas — Sana y Momo lo copiaron para luego seguirlo, en una caminata hasta el aula.
Fue un poco incómodo considerando las miradas que les daban, pero tolerable una vez que entraron al aula de sus clases y los demás se burlaron al contarles.
. . . . .
¿Piensan qué habrá final feli o final tristón? Ya todo está escrito, pero I wanna know.
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