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Capítulo 46 - Adiós.

Yuanghe intentó detener a Xiang Shen. Era arriesgado acercarse a ese hombre, en un principio, la idea era organizarse al 100% para ir en su búsqueda. Su intención no era que llegara de la nada, estando heridos, agotados y con pocas posibilidades de ganar.

El castaño se liberó del agarre, estaba desesperado: Xin Yuan era su todo, no podía quedarse quieto al ver algo así.

—¡Espera! —advirtió Yuanghe en gritos—. ¡No te acerques! ¡Si te tiene a ti, hemos perdido!

—Ven a mí, Xiang Shen. —Nangong Ju le mostró un rostro malvado y lleno de deseo—. Siempre terminas huyendo de mí, y ahora vienes a las corridas.

El dios demonio arrodilló en el suelo a Xin Yuan. Era como si esa espada lo hubiera dormido, o como si lo hubiese matado con un movimiento. Nangong Ju no lo soltaba, su espada seguía insertada en él, esperaba a que Xiang Shen se acercara.

—¡Suéltalo! —amenazó el otro con su espada.

—No, este tipo es demasiado problemático. Le he dejado ir libre y mira lo que ha hecho. Esa semilla es la última que puedo hacer, ya no te dejaré ir. Yo también estoy luchando por sobrevivir, ¿no te das cuenta?

Xiang Shen sintió que su corazón daba un vuelco, se hundió en lo más profundo de la soledad y desesperación. No quería seguir viviendo si no era junto a él, no podía, no creía que fuera posible soportar más tiempo de sufrimiento. Lo amaba, se habían protegido de cualquier enemigo, del futuro mismo, nunca se rindieron, sin importar el obstáculo, fueron un equipo por demasiado tiempo, a su lado todo era más bello, a su lado se sentía seguro. ¿Cómo podía no arriesgar su vida por él? No le importaba nada más, su mente se volvió una nube de ideas y remembranzas, así que atacó a gran velocidad para que sacara la espada del pecho de Xin Yuan. ¿Por qué no se movía? ¿A caso no podía defenderse? ¿Era algún veneno o maldición que lo paralizaba?

—¡Xin Yuan, despierta, este maestro te ordena que te despiertes!

No esperaba que hubiera respuesta a la primera, y, para su sorpresa, o como si fuera un milagro, los parpados de Xin Yuan se movieron. La cabeza del demonio, que estaba gacha, se elevó para conectar sus ojos. «Es un corte, es un corte, puede salvarse. Por favor, que pueda salvarse... Xin Yuan, por favor, no me dejes». Suplicaba sin parar.

Bao Ming estaba tendido en el suelo, la espada del demonio lo atravesó en un punto vital, pero, ¿no era un dios? ¿No debería soportar el doble que cualquier humano o demonio corriente? Xiang Shen no lo había mirado hasta ese momento, y es que una luz incandescente comenzó a salir de él, como si se estuviera convirtiendo en partículas de luz. Esa era la luz celestial. Xiang Shen al principio dudó de lo que veía, apenas sabía sobre la muerte de un ser superior; solo los rangos, o personas muy instruidas en temas de inmortales, deidades, seres superiores y dioses, sabían con exactitud lo que era eso.

—Destierro permanente, ¿eh? —se burló Nangong Ju luego de una tos bastante fuerte—. Estás acabado, Bao Ming.

Destierro permanente. Así se le conocía a cuando todos los dioses, sin excepción, decidían que un dios ya no pertenecía a la tierra celestial. Eso no hacía que un dios muriera, sino que fuera expulsado de los cielos. Aun así, el desterrado perdería una luz divina muy especial, una que le daba poder extra, más resistencia y velocidad, entre otras cosas. Al estar sin esa protección, con las heridas que acumuló en la batalla con Yuanghe, sumado a la puñalada de Nangong Ju, se estaba desvaneciendo, muriendo al fin.

En el pasado, nadie se hubiera atrevido a meterse con él, mas, al notar que estaba muy débil, todos los dioses acordaron desterrarlo. No era lo más honorable hacerlo de esa manera, pero sí lo más fácil.

—Cobardes... Todos malditos cobardes asquerosos... —Bao Ming gruñía en voz baja, pero lo suficientemente alto como para que lo escucharan.

Eso era una cosa que no solía hacerse, hacía más de mil años que no se desterraba a un dios. No obstante, se dejaba en claro que lo que se hizo una vez, puede volver a hacerse.

En ese instante, Nangong Ju jaló hacia atrás el cabello de Xin Yuan, tirándolo hasta que dio con la pared. Esa acción hizo que Xiang Shen corriera en su dirección y atacara, evitando que el demonio siguiera con los golpes.

—¡Déjalo!

Gracias a eso consiguió que dejara a un lado a su pareja y se centrara en él. Xin Yuan sangraba a grandes cantidades, de reojo pudo notar que Xiang BaiYue y Ying YongSi comenzaban a curar la herida. Fue tanto el alivio que sintió al ver eso que su defensa bajó un poco, lo que hizo que fuera lanzado hacia atrás por una potente patada. Yuanghe se colocó detrás, sostuvo la espalda de Xiang Shen para que no cayera y le sonrió.

—Vamos, Grulla Negra.

Xiang Shen no respondió. De algún modo, ser llamado así fue extraño y alentador, no por el significado que le dio la gente, sino porque ese nombre representaba todo por lo que había pasado.

Primero fue un niño prodigio, luego la grulla dorada que guiaría a la gente a los cielos. Su vida fue arruinada y aplastada, fue poseído por un demonio que hasta ahora lo perseguía, quien lo obligó a convirtirse en la Grulla Negra, una persona llena de errores, fallos en sus actos, con problemas y dificultades, es decir, un humano como todos los demás, pero uno repudiado. Fue juzgado injustamente por todos, y, aun siendo la Grulla Negra, seguía siendo honesto a sus principios, seguía el camino justo, quería salvar a las personas que lo necesitaran y quería seguir amando. No importaba qué, no importaba cuántos fueran contra él, la Grulla Negra se levantaría.

Xiang Shen realizó algunos movimientos más, algunos que no hacía desde hace mucho tiempo, Yuanghe luchó con fervor a su lado. Dos contra uno, y ese uno se estaba debilitando. Nangong Ju se alejó, tosió y tosió hasta que lanzó una gran bocanada de sangre, tanto fue su dolor que cayó al suelo, sujetando su pecho por el dolor.

—No, no voy a morir... Quiero ver... el mundo en el futuro... Quiero ver las hojas de los árboles caer y volver a nacer... —gimió.

En ese momento vio la espada de Xiang Shen acercarse demasiado cerca de su pecho, Yuanghe, por el otro lado, lo atacaba con energía espiritual envuelta en el filo de su espada. Saltó para esquivar el ataque, ocasionando que ambas armas enemigas chocaran entre sí.

Xiang Shen observó a Yuanghe con el ceño fruncido, luego asintieron, saltando casi de inmediato para atrapar a Nangong Ju en el aire. No obstante, el demonio creó una capa de energía demoníaca sobre su espada, se defendió de uno, luego tres y al final de cinco ataques consecutivos. Ni Xiang Shen ni Yuanghe se tomaban un respiro, hasta que, con su mano, dibujó un patrón de color negro violáceo en el aire, obligando así a que tanto como el humano y el demonio se alejaran. El símbolo que había quedado en el aire reventó, de él, una onda de energía espiritual salió despedida, quebrando parte de las paredes. A causa de eso, un fuerte temblor se escuchó y sintió bajo sus pies, el miedo de que todo colapsara y que quedaran bajo los escombros comenzó a acrecentarse.

De hecho, una gran piedra cayó sobre él, Xiang Shen había asumido que Yuanghe la rompería en mil pedazos solo con una mirada, pero vaya sorpresa, Nangong Ju había dibujado un sello de retención, por lo que esa enorme piedra del tamaño de tres hombres cayó sobre el demonio sin ningún contratiempo.

—¡Yuanghe! ¡Mierda! —exclamó Xiang Shen.

Fue justo cuando gritó la última palabra que Nangong Ju aprovechó para abalanzarse sobre él, su intención era obvia, tomarlo por la ropa y llevarlo lejos, en donde nadie pudiera interferir, llevarlo hacia algún lugar donde su preciada semilla pudiera crecer. No obstante, gracias a que los dos más jóvenes que cuidaban a Xin Yuan lanzaron un fuerte hechizo combinado, el sello de Yuanghe se agrietó, dándole la posibilidad a escapar de solo una patada.

Su cabeza sangraba por el impacto, la mano que sostenía fuertemente su espada chorreaba también, pero su agarre en el arma fue todavía más fuerte. Quitó del medio a Nangong Ju justo cuando el portal de escape comenzaba a abrirse.

—¡No vas a llevártelo a ninguna parte!

—¿Eso piensas? —contestó el demonio supremo.

—No puedes ocultarlo ya, Nangong Ju —dijo sin desviar su mirada, empujando al mismo tiempo a Xiang Shen hacia atrás—. Tu salud está deteriorada, ese cuerpo en el que estás está podrido por dentro.

—No voy a morir, no quiero morir. El destino de este mundo es verme en la cima. Las montañas tiemblan por mi presencia, los mares y océanos se agitan por mi voz, las tormentas arrecian y caen truenos cuando mi cultivo se eleva, no quiero dejar de ver lo que puedo hacer en el mundo.

—Lamentablemente, no eres humano —replicó Xiang Shen.

—¿Eso me impide gobernar a los humanos? Mi vida debe ser tan larga como la de los mismos cielos, pero mi destino fue marcado por un dios, ¿por qué debo rendirme a mi destino original? Porque a un dios le pareció divertido imponerme esta maldición inquebrantable, ¿solo por eso mi vida tiene que cambiar de curso? ¡No hay manera en que acepte ese destino!

Ese grito ocasionó que una gran cantidad de sangre cayera desde su boca. Nangong Ju estaba en su peor estado, si no conseguía llevarse al humano y su semilla, no podría seguir de pie por mucho tiempo más.

Por esa razón, la lucha con espadas otra vez comenzó, el dolor en sus huesos, sus órganos, sus meridianos, todo estaba descontrolándose. Sin embargo, su deseo de vivir más, aunque sea un poco más, eran más grandes que cualquier dolor, que cualquier falta o descontrol de qi.

Alejándose de ambos por un breve instante, Nangong Ju dejó escapar la energía que le quedaba. Atacaría con eso, sería su ataque final; podía verse en sus ojos y en su piel, ya no le quedaba nada más que intentar ese último movimiento. De pronto su aspecto se veía más anciano, uno muy desgastado y debilitado. Fue tras Xiang Shen, rompería e ingresaría en ese cascarón vivo, sea como fuera.

El joven se defendió como pudo, su esgrima fue perfecta, sus movimientos eran como los de un inmortal, utilizó energía en la hoja de su espada para que su poder fuera todavía más elevado, pero Nangong Ju no iba a detenerse solo por eso, después de todo, él también tenía un nivel de cultivo como el de un inmortal.

Yuanghe no pudo seguir los pasos, temía que, de entrometerse, pudiera arruinar la batalla. Era la primera vez que se sentía de ese modo, y podía decirse que había luchado más batallas que casi cualquier demonio existente, esto no era poca cosa, al menos no para él.

Xiang Shen giró sobre sus pies para esquivar un ataque, en ese justo momento, algo pareció pasar por su mente, lo que fuera que haya sido, fue el detonante para que un sello fuera creado con sus manos, ninguno en esa sala lo había visto antes, solo uno, y estaba inconsciente.

El sello obligó a que Nangong Ju cayera de rodillas, fue allí que Xiang Shen arremetió con su espada, justo en su corazón.

—No moriré con esto...

Justo cuando dijo estas palabras ya muy debilitadas, un rayo cayó desde el techo, y a este le siguió una lanza con varias puntas, decorada con escamas y materiales repletos de energía espiritual, ella se insertó en el suelo, dejando a todos congelados en sus lugares. El dios demonio no tuvo oportunidad de levantarse otra vez con ese ataque, pues fue atravesado y empalado en el suelo junto a esa lanza y la espada de Xiang Shen en el corazón.

Una tormenta se desató y, al no haber techo, cayó con fuerza sobre todos ellos. Xiang Shen miró estupefacto a Bao Ming, que todavía se desvanecía a la distancia, y, al mismo tiempo, a Nangong Ju, completamente quieto. No supo qué reacción tener, solo dirigió su mirada a dos siluetas muy conocidas, las cuales comenzaron a emerger de entre el polvo, la lluvia y las gotas de sangre, Xiang Shen no podía creer lo que sucedía a su alrededor. Nangong Ju... ¿Estaba muerto?

—Bueno, si todo está mojado, nuestras pieles no se estropearán. —Ze Ming, carialegre, mostró un semblante de victoria.

«¡¿Ze Ming y Fu XiaoBei?!». Al ver que dos amigos se acercaban, Xiang Shen tiró lejos su defensa y corrió hacia el otro lado. Los ignoró por completo, dejó su espada insertada en su enemigo, solo quería centrarse en correr hacia Xin Yuan, verlo bien y que sus ojos negros fueran brillantes. Ansiaba que su sonrisa regresara, era lo que más deseaba ver.

—¡Dejen que lo vea! —exclamó hacia los jóvenes, que todavía lo curaban y mantenían estabilizado. Él mismo entregó energía curativa y lo puso en su regazo—. ¡Xin Yuan! ¿Me escuchas? Mírame...

—Estoy... mirándote... —bromeó, con sus ojos cerrados.

—Idiota... Deja que cure esto, ya no hables, y tampoco te duermas, ¿escuchaste?

Xin Yuan asintió en respuesta, una sonrisa se dibujó en su rostro y por fin abrió sus ojos, muy lentamente.

—¡Oye! —Se escuchó una voz por detrás—. Xiang Shen, ¿me ignoras? ¿no vas a agradecer o algo?

—Ze Ming... —contestó el susodicho—. Gracias. Lo siento, estoy ocupado y necesito concentrarme.

—Ze Ming, mejor recoge tu lanza, no puedes dejarla ahí. —Hizo una mueca con las manos, como queriendo decir "enterrada".

—Sí, sí... Está bien...

El demonio acuático caminó a paso lento hacia Nangong Ju, quien no parecía más que un muerto. En cuanto sacó su lanza, se percató de que se había equivocado: no estaba muerto.

—Nunca cambiaste, tampoco te arrepientes de tus acciones —le susurró el demonio acuático.

—Pez... Solo eres un pez... para ellos... no eres importante, solo un pez.

—¿Qué dices? —le volvió a susurrar Ze Ming—. ¿Un demonio acuático no puede llegar a ser más que un pez en el mundo humano? No digas tonterías, en vez de insultar, ¿por qué no te arrepientes del pasado?

—Muere... Ze Ming, dejaste el mundo demonio por tu supuesta paz mental... —gimió Nangong Ju, muy envejecido y con el cabello blanco por completo—. Y cuando las circunstancias son fáciles... Cuando tu enemigo está débil, regresas y te entrometes, basura. Yo quería ver... el cielo..., los árboles crecer... Nunca entenderás a los demonios terrestres... porque eres muy simple. Yo... Todavía quiero ver las montañas y bosques... el cielo...

Esas palabras fueron las últimas que pudo pronunciar: su cuerpo comenzó a agrietarse más. Era como si le hubiesen succionado toda la sangre, ya no parecía ni siquiera que hubiera carne dentro, solo un esqueleto recubierto con piel, algo muy desagradable a la vista. De inmediato, Nangong Ju se convirtió en polvo, Ze Ming se quedó observando, entristecido; quería decir muchas cosas y ninguna podía salir.

—¿Cuándo fue que cambiaste tanto? ¿Cuándo fue que te arruinaste?

Con melancolía en su mirada, se dio la vuelta, permitiendo que las partículas de Nangong Ju se dispersaran a voluntad, dejándolo atrás, como muchos pensamientos y recuerdos que quería liberar de su corazón.

Decidió dirigirse hacia donde Xiang Shen y, a diferencia de lo que cualquiera pensaría, apuntó su lanza hacia Xin Yuan, colocando su filo en la herida que tenía abierta.

—¡¿Te volviste loco?! —exclamó Xiang Shen, indignado—. ¡Aleja esa cosa!

Xiang Shen estaba demasiado colérico como para escuchar alguna explicación: quería que todo lo que fuera amenazante se esfumara.

—Wu He estuvo por la zona, ¿estás seguro de que este imbécil es Xin Yuan?

El demonio apenas podía abrir los ojos, no tenía energías para debatir ni para levantarse a pelear. Aun así, y como si no le doliera, Xin Yuan rio, levantó su mano y acarició el dorso de la mano que lo curaba.

—Hay una forma de corroborar que soy yo —le susurró a su pareja—. Si hubieras sabido sobre esto la última vez que te engañó con la ilusión, quizás hubieras descubierto que me estabas besando a mí.

Él seguía sujetando la mano de Xiang Shen, sonreía como si no tuviera esa herida en el pecho, como si la espada espiritual de Nangong Ju no fuera nada. Al ver que Xiang Shen no comprendía, dirigió esa mano hacia su corazón. Xiang Shen percibió con claridad el bombeo de la sangre, latía rápido, ¿esa era la manera de darse cuenta de un engaño? Apenas se daba cuenta, Xin Yuan, aparte de explicarle, se estaba burlando. En aquella ocasión, Xiang Shen no tuvo reparos en besar y besar a Xin Yuan, por supuesto que su corazón estaría como un loco, saltando sin parar; haberse dado cuente hubiera sido demasiado sencillo. Le bastó con ver la risita pícara en su cara para saberlo.

—Eres bien idiota, peor que un niño mal criado —refunfuñó el exmaestro, cubriendo su cara con la mano con la que sentía el corazón, como si con eso pudiera ocultar la vergüenza que tenía.

Ze Ming hizo un tic de molestia y se dirigió, jubiloso, hacia Fu XiaoBei, como si no hubiera hecho nada malo o amenazador contra uno de sus compañeros.

—¿Tú querías ayudar a Xiang Shen? —le dijo, abrazándolo por el cuello con su brazo—. ¿Por qué no vas?

—No quiero molestarlos, esperaré.

Ze Ming rio, se acercó y besó sus labios, sin sentir ni una pizca de vergüenza.

—Siempre tan lindo. No actúes tan formal ante los demás, anda, vamos a ayudarlos. Xin Yuan se ha desmayado y necesita curarse. Mira, ¿no tienes lástima?

Eso era muy cierto, Xin Yuan se quedó como un muerto y el rostro preocupado de Xiang Shen era cada vez peor. Por detrás estaban los dos más jóvenes, no sabían si acercarse o no, mas, después de vacilar, decidieron ir a ayudar a Xin Yuan. Fu XiaoBei no dijo demasiado al acercarse, no era necesario, por lo que se dedicó a curar.

—No, ustedes ya han gastado demasiada energía —se negó Xiang Shen hacia su sobrino y al rey de Ying.

—Estamos bien, tío, déjame ayudarlo.

—No, ve allí y descansa con Ying. —Observó al susodicho con una seriedad absoluta, tanto que no importaba si el otro era un rey, con esa mirada lo hizo comprender que no había lugar a replicas.

—Xiang BaiYue, vamos a hacerle caso, no seamos un estorbo.

Xiang BaiYue asintió, decaído, las lágrimas de sus ojos y la sangre de sus manos no habían sido limpiadas. El temblor de sus dedos y la sensación de apuñalar a su padre era algo que le quedaría grabado para toda la vida; no tenía ánimos de nada y menos de insistir. Al menos no tenía que verlo, el cuerpo de su padre estaba bajo los escombros que cayeron en el correr de la batalla, ¿cómo tomar eso? ¿Como algo bueno? No quería ver a su padre así, por más odio que tuviese en su corazón, una muerte era una muerte, y su padre seguía siendo su padre.

—¿En dónde... vieron a Wu He? —cuestionó Xiang Shen a Ze Ming y Fu XiaoBei—. ¿Y a dónde fue Yuanghe?

—¿Qué? ¿Yuanghe? ¿Él estaba aquí? —preguntó Ze Ming, muy sorprendido, quien se acomodaba para también comenzar con la curación.

—De hecho, estaba peleando junto a mí. Antes, mientras peleábamos contra mi hermano y Chao Zhong..., él luchó con Bao Ming. Me ayudó a debilitar a Nangong Ju y..., a decir verdad, creí que sería más difícil de derrotar.

—Yuanghe era el anterior líder de tierra, ese tipo tiene casi la misma edad que Nangong Ju y que yo —declaró Ze Ming—. No me sorprende que se haya ido, ¿sabes por qué?

—No lo sé, ¿por qué?

—Wu He nunca apareció y él lo sabe. Uno de los dos tomará el puesto de Nangong Ju, es así de sencillo. Después de todo, son los más interesados.

—¿El puesto de dios puede tomarse así de fácil? —preguntó Xiang Shen, casi en susurros, como si decir eso pudiera traer a algún enemigo.

—Sí, el demonio más poderoso gana y consigue su puesto. Nangong Ju era invencible, pero su degeneración y maldición lo derrotaron. Solo por eso ha muerto, de lo contrario, él pudo haber vivido unos cuantos miles de años más.

—¿No fuiste tú quien le dio el golpe final?

—¿Y qué? Eso no dice nada. Y para que sepas, no me interesa el título de Nangong Ju, prefiero estar aquí abajo. —Miró a Xin Yuan, quien seguía acurrucado en el regazo de Xiang Shen y añadió—: Xin Yuan es el más fuerte, le ganó a Yuanghe y sé que volvería a hacerlo. Si quisiera, podría tener al mundo demonio a sus pies, pero... —Risueño, susurró para que nadie más escuchara—. Creo que prefiere una vida contigo, y Yuanghe lo sabe.

¿Eso era así? Xiang Shen observó a su discípulo, cansado y herido. Así de duro era, ¿dejaría ese poder supremo para estar a su lado?

—Xin Yuan... —Se le escapó un hilo de voz—. Gracias.

Transcurrido un rato de silencio, la energía del demonio se sentía con más fuerza, por lo que no tardó en abrir sus ojos. Fue poco a poco, como si estuviera despertando de un largo y casi interminable sueño.

Las gotas de la lluvia no dejaban de caer. Nadie se preocupó en cubrirse con algo, apenas ahora, cuando ya había pasado lo más peligroso, fue que se dieron cuenta, a excepción de los demonios de agua.

—¿Xin Yuan? ¿Cómo te sientes? —preguntó Xiang Shen.

—Yo... necesito un abrazo... —susurró—. Con eso será suficiente...

En un entrecortado suspiro de alivio, Xiang Shen largó las lágrimas que tenía retenidas y juntó sus frentes.

—¿Por qué no puedes dejar de preocuparme?

El resto de personas presentes se alejaron como un enjambre aterrorizado por el agua, pues no tenían intenciones de molestar en esa situación tan incómoda, y tampoco era como si pudieran decir algo. Además, podían entender los sentimientos de preocupación, esos que hacen que nada de los alrededores importe en tanto la persona que se ama esté bien.

—No llores, estoy aquí... ¿No puedes verme? —La voz de Xin Yuan apenas se escuchaba, era ronca y suave—. Estoy bien, tranquilo.

Xiang Shen lo abrazó con mucha delicadeza, cosa que Xin Yuan devolvió con algo de dificultad.

—Estoy bien, quizá algo cansado.

—Debemos irnos ya —advirtió Ze Ming—. No podemos arriesgarnos a que los humanos nos vean.

—Sí, tienes razón, en cualquier momento podrían llegar refuerzos de Xiang. No sería bueno que nos vieran —coincidió Xiang Shen, luego añadió—: ¿Me ayudas con esos dos?

Ze Ming observó a los dos jóvenes, que de la nada quedaron inconscientes, tendidos en el suelo como si fueran trapos.

—¿Ellos? ¿Desde cuándo están así? ¿No estaban bien despiertitos cuando vinimos?

—Apenas me doy cuenta. Me alegra haber rechazado que ayudaran a curar a Xin Yuan, de haberlo hecho, estarían muertos.

—Ah, ¿sí? —bromeó el demonio acuático—. Bien, te ayudaremos. Vas a deberme muchos favores.

—Sí, lo que sea. Yo cargaré a Xin Yuan, tú llévalos a ellos.

Fu XiaoBei también ayudó, levantó a Xiang BaiYue y lo cargó sobre sus hombros, dejándole al rey de Ying a su líder.

—Este niño... pesa bastante... —bufó Ze Ming.

—No es el momento de quejarse —respondió Fu XiaoBei en un suspiro—. Maestro Xiang Shen, ¿a dónde deberíamos llevarlos?

—Hacia algún sitio en donde los soldados no nos vean.

—¿Y si los dejamos en donde sí los vean? Ellos no son quienes están en peligro, si los ven, podrán tratarlos, ¿cierto? No son demonios —reflexionó Fu XiaoBei.

—No quiero confiar en nadie aún, no me animo a dejarlos.

—Está bien.

—Por cierto, ¿cómo sabían que estábamos aquí?

—Bueno —intervino Ze Ming luego de una corta risita—. Esta es una zona del palacio de Xiang Feng. Sentimos que la energía amenazante era demasiado peligrosa desde hace un rato, no sabíamos qué clase de pelea se estaba orquestando, vinimos porque queríamos defender la zona. Nunca esperamos que... Nangong Ju estuviera aquí, así de débil y eso... Fue pura suerte, la verdad.

Xiang Shen asintió y analizó el entorno. No sería tan fácil salir, una parte del palacio fue destruida y él debía ser buscado por los soldados sobrevivientes de Xiang y Rong. «¿Cuántos habrán visto mi nuevo cuerpo? Quizás estén todos bajo esos escombros, ¿o quizás...? ¿Podré vivir una vida pacífica sin que nadie sepa de mi existencia? ¿Ya ha terminado todo? No me lo creo, no puedo creer que todos estén muertos en tan solo un shichen, ¿me han ayudado los dioses?».

—Espero que nadie me reconozca... —murmuró.

La gente ordinaria no tendría por qué saber quién era, a no ser que Xiang Feng haya difundido su cara. Nadie debería saberlo, y tampoco quería; prefería ir en un perfil bajo, donde nadie lo odiara ni idolatrara.

En cualquier caso, no podía seguir arriesgando a Ze Ming y a Fu XiaoBei. Ellos eran demonios, y todos sabían que los demonios acuáticos vivían en el mar; no podían arriesgarse a ser vistos por nadie. Si fuera una situación normal, saltaría por los tejados hasta buscar un sitio seguro, mas, con la escasa energía que tenían todos y la cantidad de heridos presentes, eso era imposible.

—Yo los guiaré... Hay un lugar seguro donde nadie nos verá. No está lejos, vengan conmigo.

A diferencia de los demás, Xiang Shen sí sabía hacia dónde ir, ya tenía una meta fijada, aunque no sabía si aún existía. Caminó en dirección a la salida con el hombre cargado en los hombros, pero fue el demonio acuático el que rompió la pared; los escombros ocultaban la entrada y por allí no se podía pasar.

—De esta manera, será más sencillo —se burló Ze Ming.

—Sí, supongo...

Xiang Shen salió de allí y pudo confirmar que estaba en el palacio Xiang. Esa habitación era como un sótano, una habitación anexada a la sala del rey. Por otra de las paredes, por donde Ze Ming se había abierto paso, se hallaba un jardín.

—Bien, vamos.

El camino no era tan largo, mas sí era difícil de ingresar, sobre todo en su situación actual. Nueve años habían pasado y el bosque de bambúes ya no era solo de los antes mencionados, había un montón de otros tipos de hierbas altas y molestas, descuidadas en su totalidad. «Tenemos que llegar rápido, debemos recuperar energías. Tengo tanta hambre que voy a morir. Por favor, debo aguantar», se animó.

Atravesaron un camino sinuoso y tupido y llegaron a una zona bastante abandonada, un lugar que Xiang Shen conocía muy bien. Allí se había entrenado él y su discípulo, era una zona llena de remembranzas, buenas y malas, repleta de emociones; era su antiguo campo de entrenamiento.

—Es aquí —afirmó Xiang Shen, con melancolía en su tono—. Entremos.

Cada madera dispersa, cada espacio, todo parecía haber quedado congelado en el tiempo. Aunque tuvo un significado en su momento, todo fue parte de algo, ya no era más que basura dispersa. Sentía tantos sentimientos indescriptibles que podía largarse a llorar.

Al principio, detestaba la sensibilidad de ese cuerpo, tanto el hambre, el vértigo, las angustias y el deseo eran emociones que controlaba a la perfección antes. Creía que no poder hacerlo igual de bien era despreciable, mas eso ya no era así. Ahora podía ser humano sin miedo a ser juzgado, si quería llorar, lloraría, si quería comer, comería, y si quería amar, amaría. Todo eso lo hizo recordar al artefacto, todavía quedaba esa parte del rompecabezas. «Los llevaremos juntos».

—Después de esto —susurró al oído de su pareja—, prometo recuperar esos tres años que te debo. Y te devolveré los nueve en los que me buscaste sin descanso. Xin Yuan, esos años en los que sufriste por mí, en los que viviste solo para mí, te los regresaré como tú quieras. Lo único que te pido es que resistas, te necesito, ¿me escuchaste? Quiero que quede claro, ¿está bien?

—Te escucho... —le contestó con un hilo de voz.

Fin capítulo 46.

Buenaaaass~

Capítulo largote jsjs, espero no se les haya hecho pesado x'D 💖

Nangong Ju murió QuQ esperemos que ya no hayan desgracias relacionadas con él, y esperemos que los dioses paren con su jueguito de apuestas >:c

¡Muchas gracias por leer hasta aquí! ¡Nos vemos pronto!

PRÓXIMA ACTUALIZACIÓN: VIERNES 15 DE DICIEMBRE DEL 2023 EN HORARIOS DE LA NOCHE/TARDE (recuerda añadir la novela a tu lista de lectura, así te llegará una notificación cada vez que se suba un nuevo capítulo) ;) 💖

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