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Capítulo 30 - Disculpa sincera, sentimientos revelados


Escuchar eso fue como tirarle un balde de agua fría en la cara. Xiang Shen, con la espada en manos y pose de defensa, se volteó para ver qué había a sus espaldas. Al ver quién estaba ante él, el rostro se le volvió tan pálido como el de los fantasmas, un escándalo.

—¡¿Xin Yuan?! —lo llamó, incrédulo de lo que sus ojos veían. ¿Qué hacía él allí? ¿Cómo se dejó capturar? ¿O quizás estaba herido?

Xin Yuan estaba bajo el único árbol con hojas del lugar. A su costado, había una pequeña cueva, no muy profunda, justo como de la que había salido él. Se veía igual o incluso más sorprendido que él, y, por alguna razón no se animaba a acercarse o a hablar. Se limitaba a bajar la cabeza, como si fuera un niño al que estaban castigando.

A pesar de eso, Xiang Shen no apartó la mirada. Después de todo, era a Xin Yuan a quien buscaba desde un principio, donde fuera que estuviera estaba bien, lo buscaría. Aunque, ¿era real? Ya para ese momento, no sabía qué creer y qué no.

—¿No te cansas de utilizar el mismo truco? —le preguntó a Wu He, frunciendo cada vez más el ceño.

—No es una ilusión. Ese Xin Yuan es el real, de hecho, no necesité utilizar nada para traerlo aquí. —Se rio y añadió—: En fin, no me importa lo que haya pasado. Pueden matarse, o hacer lo que les plazca, ya no serán un problema para mí. Quédense y diviértanse. —Culminó con una risotada casi descontrolada, parecía un loco.

—¡Tú, espera! ¡Maldito seas! ¡Mejor ven y pelea, desgraciado!

Gritó tantos insultos como pudo, mas ya no había nada qué hacer: la voz se desvaneció. Lo anterior perdió importancia al remembrar quién estaba detrás de él. Se volteó para observarlo de frente y, aun si no habló, su rostro le transmitió muchísimas cosas. Xin Yuan no apartaba la mirada del suelo, se le veía arrepentido.

—Estás herido, ¿cierto? —preguntó Xiang Shen primero—. ¿Por qué no me miras? Estuve buscándote por largo rato, ¿no merezco una explicación?

El hombre no se atrevió a mirarlo, tembló, dio un paso hacia atrás y asintió con la cabeza.

—¿Quién fue el que te hizo daño? —continuó Xiang Shen—. ¿Por qué no me miras?

Otra vez Xin Yuan no contestó enseguida. Su nuez de adán subió y bajó un par de veces y dio un largo pestañeo, como si necesitara pensar en la respuesta o como si le costara hablar. Xiang Shen jamás lo había visto tan nervioso.

—Fue... Quien me hirió fue el que puso esa semilla dentro de ti.

—Así que esa persona es fuerte, ¿qué cosa te hizo él?

—Algunas heridas internas... Mi energía se está recuperando, no es para preocuparse.

—¿Por qué no me miras? —insistió Xiang Shen, acercándose con cuidado. Se sentía igual que estar cerca de un perrito muerto de miedo, con el cual no se podían realizar movimientos bruscos porque podría salir corriendo.

Al percibir esta acción, la respiración de Xin Yuan se pausó. Era como si no quisiera que esa persona se acercara más, o como si no se lo mereciera.

—Xin Yuan... Yo sé quién eres. Me acuerdo de lo que has hecho por mí, aunque los últimos tres años son una niebla oscura que apenas puedo ver, sé de los años que hemos estado juntos. Recuerdo cuando eras un niño, cuando fuiste un adolescente rebelde en busca de peleas y también recuerdo cuando te convertiste en el mejor hombre que he conocido.

Xin Yuan quedó de piedra, se dio media vuelta y negó con la cabeza.

—No merezco esas palabras.

—¿Qué quieres decir?

—Yo no te dije quién era, ni pregunté si rememorabas. Seguí la corriente de las cosas, poniéndote en peligro al no decirte lo que podría pasar. Creí que podía protegerte sin decir nada, que mientras estuviera a tu lado no pasaría nada, pero... Al final del día no soy tan fuerte. Lo siento.

—Ambos sabemos la verdad, y somos demasiado idiotas como para admitir algunas cosas. —Xiang Shen sonrió, con una expresión entristecida—. Creí que era mejor esconderlo, quería que te fueras lejos de mí para que así vivieras tu vida. Como ves, sigo yendo detrás de ti, es como si mi camino se viera envuelto con el tuyo.

Xin Yuan no contestó, seguía apretando su puño, temía siquiera ver la cara de su exmaestro. Tenía tanta pena, tenía tanta indignación consigo que no podía creerse merecedor de dirigirse hacia Xiang Shen.

—Yo no sabía que eras tú esa vez... en la niebla —confesó Xiang Shen, muerto de vergüenza; sus orejas estaban enrojecidas—. Aun así, cada una de mis palabras y acciones fueron sinceras, desde lo más profundo de mi corazón.

El demonio, con sus hombros temblando, volteó y lo abrazó. Lo hizo tan fuerte que Xiang Shen sintió que se quedaba sin aire. Era agradable ese calor, esa fuerza que lo sostenía tan firme, las grandes manos que lo rodeaban eran tan sinceras. Todo lo demás quedó en un segundo plano.

—Tu maestro es un tonto, Xin Yuan. Espero que puedas perdonarme por hacerte esperar tanto.

Xin Yuan no dijo nada más, sus lágrimas comenzaron a caer y apretó más su abrazo.

—Lo siento —añadió Xiang Shen—. Me gustas mucho, soy un mal maestro. Digas lo que digas, puedo aceptarlo. Por lo de antes... Si lo hiciste por lástima, puedo entenderlo, yo...

Le fue imposible continuar. Sus labios fueron capturados por los de Xin Yuan, quien lo acercó más desde la cintura. Xiang Shen no se resistió, tampoco pensaba hacerlo, pues, desde su interior, algo comenzó a burbujear, una emoción que jamás sintió. Lo quería para él. Nadie más que él podía generar esas sensaciones, sus sentimientos le pertenecían a Xin Yuan, ahora y siempre. Devolvió el beso justo cuando el otro se separó. Tenía muy claro que era malísimo en esas cosas, era algo que nunca hizo, no tenía técnica, pero ese instante en el que Xin Yuan lo hizo sentir bien fueron suficientes como para imitarlo.

Xin Yuan pudo formar una sonrisa mientras Xiang Shen lo besaba. Ese hombre hacía su mejor esfuerzo, lo hizo sentirse la persona más feliz de la tierra. Su roce tímido y besos sonoros eran lo más provocador que había escuchado en la vida, tenerlo así de cerca era como un sueño hecho realidad.

Pasaron unos instantes así, unidos en un abrazo, en besos y jadeos que no podían controlar. Los labios de ambos ya eran un caos, estaban algo hinchados y rojos, las lágrimas que cayeron los hacían ver arruinados; una escena bastante inusual.

—No tienes idea de lo poderoso que me haces cuando me dices tus sentimientos. La última vez creí que ascendía a los cielos, ahora siento que no necesito a ningún dios, porque tengo al mío justo aquí.

Xiang Shen se ruborizó todavía más. Xin Yuan sabía hablar, sabía hacerlo sentir bien y conocía las palabras correctas para atraerlo. No había nada para decir, solo rendirse y enamorarse más y más, su corazón no podía evitarlo. Aunque no dijo nada en respuesta, las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba, luego apoyó su cabeza en el pecho que lo abrazaba.

—No te alejes, vamos juntos.

—No lo haré —prometió Xin Yuan—. A cambio, tú tampoco lo hagas. No puedes dejarme, no pienses que, de ese modo, seré feliz.

Xiang Shen se acurrucó sobre el cuerpo del otro y asintió.

De pronto, una gran ráfaga de viento helado se sintió en todas direcciones. Se acercaba la noche a una velocidad increíble y anormal. Se habían olvidado por completo que estaban en la entrada a una cueva, bajo el único árbol de un desierto desconocido y en las manos del enemigo. Al recordarlo, Xin Yuan se separó despacio, limpió las lágrimas que quedaron aferradas a los ojos del joven y le sonrió.

—Somos un desastre, ¿no? Es mejor así. —Apartó algo de cabello para poder besar su pálida frente—. Vamos, hay que buscar una salida.

El abrazo no quería acabarse, mas no estaban en un sitio seguro ni era el momento indicado de demostrar sus emociones.

De un área creada por las ilusiones de otra persona podían esperar cualquier cosa, y eso sucedió. Justo en el momento en el que se tomaron de las manos, el suelo se desvaneció, más bien, fue como si atravesaran una fina tela de araña. Xiang Shen pudo prever lo sucedido y, al mismo tiempo que se aferraba a Xin Yuan, sacó la espada y la colocó bajo sus pies. Así podrían flotar hasta abajo sin necesidad de gastar energías en suavizar una caída de quién sabe cuánta distancia. Podía haber cualquier cosa bajo tierra, y quizás esperar lo peor no era suficiente. Wu He no los dejaría en una zona fácil de atravesar. Lo que hubiera allí, ya fuera la muerte u otra cosa, lo superarían juntos.

No tardaron en llegar a un lugar oscuro y frio, en el que no se veía más que un pasillo angosto que tenía una única linterna encendida a lo lejos.

—Si esto es su mente —analizó Xiang Shen entre dientes—, estamos caminando entre su ideal de encierro perfecto. Dependemos de lo que haya construido aquí, será difícil salir.

—¿Tienes alguna idea? —preguntó Xin Yuan, sujetando con fuerza la pálida y delgada mano de su maestro.

—Para nada, apenas sé de estos temas, no es algo conocido y la mente puede ser muy poderosa con las habilidades adecuadas. Sigamos el camino, si él no nos quiere sacar, debemos encontrar la base de la ilusión y despertar.

—¿La base? ¿Despertar?

—Este demonio tiene el poder de crear ilusiones —explicó—. No importa si utiliza nuestras mentes o la suya para encerrarnos, aún tiene un punto débil.

Xin Yuan comprendió.

—Te refieres a nuestros cuerpos, ¿no?

—Exacto, él no puede transportarnos en carne y hueso porque esto es un sueño, una ilusión. No puede traer cosas de carne y hueso aquí, solo nuestras mentes —afirmó Xiang Shen, dando pasos acelerados—. Ese maldito ha de tener nuestros cuerpos bien dormidos en alguna parte del exterior, esperando a que colapsemos aquí.

—¿Por qué no asesinarnos? Tiene nuestros cuerpos, ¿no sería más fácil así?

—Eso debe ser porque, si nos hace daño en el mundo real, despertaremos. No sé la respuesta correcta, pero debe haber una razón para que no nos mate él. En mi ilusión fue igual, él envió a ese falso Xin Yuan a matarme, él nunca se acercó a mí.

—Cuando dices que debemos buscar la base de la ilusión y despertar, te refieres a que debemos cruzar su encierro perfecto y, de esa manera, romper su ilusión, ¿es así?

—Exacto, si él tiene un ideal de encierro perfecto, lo que debemos hacer es superarlo. Su mente ya no creerá que esta perfección exista, y eso nos dará chance de despertar y huir. —Xiang Shen sonrió, confiado, como si nada de lo que hubiera a continuación pudiera detenerlo.

—Entonces debemos avanzar y ver qué hay adelante.

Con un par de pasos más, llegaron hasta abajo de la única linterna que iluminaba el pasillo de piedra.

—Ahora. —Lo detuvo Xiang Shen—. Muéstrame esa herida.

Claro que no iba a olvidar que Xin Yuan estaba malherido, temía que fuera más grave de lo normal, y es que este joven solía no darse cuenta de lo severo de las lesiones o las pasaba por alto. Además, si había sido capturado por este demonio, cuando con anterioridad lo había derrotado, significaba que su estado no era nada bueno.

Xin Yuan curvó sus cejas y bajó la cabeza, otra vez parecía un niño al que se le estaba regañando. No dijo más nada y accedió; no quería preocuparlo más de lo que ya estaba.

Xiang Shen pudo observar un corte largo y poco profundo en la cadera del demonio. «Gracias a los cielos no es muy grave», pensó. Puede que no fuera una herida peligrosa, mas, si se descuidaba se y movía como si nada, sería igual a clavarse una espada. Todavía sangraba, por lo que no debían dejar que se abriera más.

—Deja que cure la parte interna. Quitaré la venda, tengo otra justo en mis ropas gracias a Zhi Chen. Esta no está así de sucia. —Analizó las vendas que estaban puestas en el malherido y las retiró.

La sangre de las vendas de Xin Yuan estaba oscurecida y sucia, indicio de que la herida no fue tratada adecuadamente por él; nada más se puso la venda para que no molestara. Xiang Shen lo sentó en el suelo, a la luz de la linterna que los alumbraba, trató con cuidado cada lugar, intentando tocar lo menos posible.

—También pondré algo de esto aquí. —Xiang Shen sacó la tela con la que se ocultó para viajar al mundo demonio, ahí escondía el tarro de medicina que Xin Yuan le regaló en la posada del pueblo pesquero.

Al demonio le alegró que aún tuviera ese objeto.

—Así que lo guardaste, me alegra. —Se enterneció él, acariciando el cabello castaño ante él—. Gracias por cuidarme, me siento amado por ti.

Xiang Shen se ruborizó por el roce, pero no quería que la situación se volviera incómoda y que terminaran abrazados en el suelo, uno escondido en el pecho del otro y atrapados en otro beso. No iba a negar que le hubiera gustado que algo así sucediera, eso era mil veces mejor que estar ahí resistiendo la tentación. No obstante, Xiang Shen se dedicó a desparramar la medicina, enviar energía espiritual y cubrir la herida con la tela.

—Ni siquiera deberías agradecer algo como esto —dijo, atando un nudo—. Lo usaré todo, ¿está bien?

—Está bien.

Xiang Shen siempre fue bueno curando heridas, prueba de ello fue el vendaje, que ya se veía bien. Mientras Xin Yuan no hiciera mucha fuerza, no sangraría ni se infectaría.

—El túnel no se ve muy amigable, debemos ir atentos —observó Xin Yuan—. Si sientes algo, tienes que decírmelo. Si la semilla en tu interior te duele, también debes decirme. Es importante que me digas cualquier cosa que sientas, ¿me lo puedes prometer?

Xiang Shen lo miró a los ojos. Esas peticiones eran para protegerlo, era tan tierno verlo así, tan lindo, sentirse protegido y amado por la persona que más le gustaba que creyó que su corazón podía escucharse. «Este cuerpo... me ha hecho débil a las emociones. Querer llorar por esto o querer abrazarlo por cualquier cosa... Soy idiota».

—¿Xiang Shen? —llamó con voz dulce y tranquila—. No te ves muy bien.

—No, no es nada —contestó tras darse dos golpecitos en las mejillas—. Está bien, si percibo cualquier cosa extraña en mí, te lo haré saber. Tú has lo mismo, si esa herida duele o se abre, debes decírmelo, ¿de acuerdo? —Xiang Shen estiró su mano con la intención de que el otro la agarrara—. Es oscuro, no debemos perdernos, ¿vamos juntos?

Las comisuras de Xin Yuan subieron en una sonrisa pícara, mas no dijo nada de lo que pensaba. Tomó la mano de su exmaestro, y, con la otra, creó una bolita de luz blanca; era casi del tamaño de la palma de su mano, pero muy brillante y animada.

Tomados de las manos, caminaron por el pasillo, produciendo el menor ruido posible. Transcurrió un largo rato de absoluto silencio, hasta que por fin llegaron a una puerta muy diferente al entorno. Tenía pequeños decorados dorados, y, a pesar de su delicadeza, se veía muy liviana, como si estuviera hecha de una delgada madera. Ambos se miraron y asintieron, para luego colocar una mano sobre ella, abriéndola. Sin embargo, no solo se abrió, sino que cayó al suelo desplomada. El sonido sordo que provocó al caer retumbó en todo el sitio, Xiang Shen incluso levantó los hombros y cerró los ojos por el ruido.

Después del estruendo, Xiang Shen logró divisar a la distancia varias antorchas, y Xin Yuan elevó la bola de luz en dirección al techo. Desde ella salieron más luces, las cuales se apresuraron a alumbrar las antorchas como si fueran flamas de fuego. El entorno por fin era visible, cosa que agradecían bastante.

En el centro de la sala había una escalera de tierra muy ancha, aunque no muy alta. Ella dirigía a un piso superior en la misma habitación, solo que sin paredes y se podía ver más o menos lo que allí había. A sus costados, y como dando una no muy cálida bienvenida, posaban dos estatuas de piedra talladas en forma de dragones. Estos eran alargados y, en una de sus patas, sostenían un cristal de color blanco traslucido. Además, en sus ojos tenían dos diamantes rojos, dando la sensación de que los observaban.

Pasando los dragones y las escaleras, el piso se volvía circular. En las paredes, con la misma forma, había dos puertas, una enfrentada a la otra.

Xin Yuan analizó, rascando su barbilla.

—Por si lo dudas, no pienso separarme.

—¿Mmm? ¿En qué pensaste? —Se rio por la expresión ajena—. Jamás pensé en separarnos, ¿no lo habíamos dicho ya? —preguntó, luego señaló hacia las puertas—. ¿Cuál prefieres? Iremos juntos por una de ellas.

—Querrás decir cuál no odio tanto.

—Está bien. Vamos, elige una.

—Iremos por esa. —Señaló una de las puertas, que se veía menos desgastada que la otra.

—Bien, esa será. —Aceptó sin pensarlo—. Confío en tu instinto de supervivencia y de orientación.

Esas palabras fueron dichas con tono de broma, pero era algo muy cierto. La mayoría de las veces en las que se perdieron fue porque Xiang Shen se desorientó o escogió un mal camino. Nunca fue bueno eligiendo entre dos o tres cosas.

Para evitar sorpresas, el más joven abrió la puerta lentamente, no quería ocasionar ruidos innecesarios otra vez. Si la puerta anterior se desplomó, esa podría explotar, caer sobre ellos, o quién sabe cuántas miles de opciones más.

Cautelosos, cruzaron juntos y observaron la nueva sala. Era una muy pequeña y cerrada, apenas cabían ellos dos ahí, ¿se habían equivocado? ¿Era quizás una puerta trampa que no dirigía a ninguna parte?

—¿Vamos por la otra? —preguntó Xiang Shen.

—No parece que haya algo más escondido entre las paredes —afirmó Xin Yuan—. Vamos a ver qué hay del otro lado.

Con dos pasos en sentido contrario, y casi por salir de la sala, alguna clase de interruptor se activó. Fue ahí que se percataron de que la sala no iba hacia adelante, sino hacia abajo.

Fin capítulo 30.

Holii, ¿cómo están?

Perdón capítulo largo, yo solo diré... ¡Que vivan los novioos! *c va

Jsjsjs, espero que les haya gustado el capítulo, se vienen cositas ajio ajio (como Goofy)

¡Muchs gracias por seguir por aquí, les mando un mega abrazooo! 💖💖💖

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