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Capítulo 22 - La confianza en ti es la clave, tu lealtad es mi seguridad



Como balde de agua fría lanzado en su cara, Xin Yuan apareció desde la absoluta nada. No dijo ni una palabra en ese rato, se limitaba a mirar a Xiang Shen, sus ojos rebosaban de odio, su aura, de ganas de matar. Quien lo viera en ese estado caería al suelo por el miedo o por la presión; su energía espiritual era muy elevada y amenazante. No se percibía como siempre, había algo extraño en él, cosa que detuvo a Xiang Shen en su lugar, sin sentir la necesidad de correr del peligro.

—Muy bien, pueden comenzar el espectáculo —expresó Wu He, quien observaba detrás de la niebla.

El asombro se dibujó en su semblante. Xiang Shen escuchó que los pies de Xin Yuan avanzaban como si siguiera la orden de Wu He, ¿por qué él seguiría las órdenes de alguien más?

—No eres Xin Yuan, él nunca seguiría la orden de un idiota que encierra a la gente en su territorio para atacarla.

—Soy yo.

Esa voz era la de su discípulo, con la única diferencia en su tono: se escuchaba ahogada, sin emociones. Xiang Shen reflexionó sobre la niebla, ¿crearía alucinaciones o quizás podía controlar a las personas? La niebla, aparte de envolver su alrededor, trataba de hacer que se convenciera de que ese era Xin Yuan. «Causa alucinaciones y quiere hacerme creer que él es el verdadero... ¿Por qué haría algo así?».

—Soy yo —repitió Xin Yuan.

—No... No lo eres.

—Soy yo.

Xiang Shen sujetó su cabeza con ambas manos. Sentía muchísimo dolor, era como si dos manos gigantes la quisieran hacer estallar.

—No... Tú... —dijo, confundido, intentando mantener su vista fija y la mente clara, lo que fue imposible. Muchas cosas pasaron ese día, era tanta la incertidumbre de lo que fuera que estaba sucediendo a sus espaldas que no sabía que creer y qué no—. ¿Por qué dejaste la espada? —preguntó, cediendo a creer el espejismo que veía—. ¿Quién puso esta semilla en mí? ¿Estabas en peligro o me dejaste allí porque me odias?

—Yo no la necesito, nunca más. Sé muy bien quién eres, me mentiste por tanto tiempo sin siquiera un poco de culpa. Dijiste que no me conocías, incluso después de haber pasado por tantas cosas, de morir por ti, de buscarte en mi otra vida. ¿En serio lo mejor que podías hacer era inventarte una historia? ¿Una nueva vida en la que me dejabas atrás? No me hagas reír.

Xiang Shen perdió el equilibrio, se tambaleó en el sitio, muy incómodo y adolorido. La tristeza que invadía su corazón era como mil agujas clavadas en su cuerpo, ¿acaso Xin Yuan se equivocaba? ¿No había sido egoísta? Querer dejar todo atrás y pretender que nada ocurrió, ¿no era injusto? Estaba casi sin fuerzas por la jaqueca y la falta de aire, pero consiguió contestar.

—Quería... protegerte. No quiero que regreses conmigo, quiero que vivas una vida en libertad, una vida llena de esperanzas, en donde puedas seguir el camino que te hará feliz —se lamentó—. Lo único que logró este maestro tuyo fue atarte. Te até tan fuerte a mí que no te permites ver lo que hay más allá, até tu vida a mí. No quiero que eso vuelva a suceder, Xin Yuan, déjame solo y te dejaré.

—¿Y por qué no me alejaste en el momento que me viste? Me hubieras dicho todo esto.

—¡Yo también quería verte! Es difícil para mí, ¿sabes? No tienes idea de lo que batallé conmigo para... No, ya no eres mi discípulo, ya no. No quiero que te acerques, vive tu vida, Xin Yuan.

—Abandonarme no es una opción para ti, no lo es. En el pasado o ahora, nunca lo será. Pasé años recolectando tu alma, años buscándote, aunque escapaste de mí con esa forma deplorable. No voy a dejarte, no dejaré que me abandones, ¿sabes lo doloroso que es? ¿Sabes lo doloroso que fue y seguirá siendo?

Eso perforó todo su cuerpo y corazón, era tan triste y doloroso que las cejas de Xiang Shen se curvaron más y más hacia abajo; se sentía derrotado.

—Lo siento... Xin Yuan, déjalo, no quiero atacarte.

—Ya es muy tarde, si me quieres abandonar. Es mejor que vuelvas a ser un alma, una que yo pueda cuidar.

Xin Yuan se impulsó para atacar, tenía en sus manos una espada formada por niebla de energía demoníaca. Por lo visto, no le pertenecía, la energía espiritual que despedía no era propia de él ni se asemejaba, fue creada por alguien más, el más probable era Wu He. Por otra parte, Xiang Shen ya no podía darse cuenta de lo que sucedía. No podía advertir si esa era una espada real o no, o si era producida por Xin Yuan, o siquiera si era real o un espejismo.

—¡No quiero hacerte daño, no quiero pelear! —gritó el humano, con las manos temblorosas por defenderse del ataque.

Sus palabras no afectaron al demonio, quien volvió a impulsarse hacia él. Esta vez, Xiang Shen se defendió con la espada envuelta en energía espiritual.

—¡Basta, no te acerques! ¡Te lo ruego, Xin Yuan!

En cambio, el hombre volvió a atacar haciendo caso omiso a las súplicas del otro. En esta ocasión, algo extraño ocurrió y Xiang Shen consiguió centrarse en la situación. Conocía los movimientos base de Xin Yuan, él le enseñó a pelear, ¿por qué su forma de luchar era tan diferente? Se impulsaba y atacaba, cometía errores que dejaban su defensa abierta, no miraba a su oponente: estaba ensimismado en cortarlo, no importaba en dónde. Deseaba atacar, atacar y atacar. Era similar a entrenar con un muchacho que nunca tomó una espada en sus manos, y gracias a eso, recordó que esto era una ilusión. Ese no podía ser el verdadero Xin Yuan, era un engaño.

—¿Xin Yuan? ¿Por qué no peleas en serio? —preguntó con sarcasmo.

—Estoy... Yo estoy peleando en serio.

¿Tanto había empeorado? No lo creyó eso en absoluto.

«Imposible», pensó, apretando los dientes, al mismo tiempo que se defendía de otro ataque poderoso y pesado. Ya habían peleado juntos en algunas ocasiones, y lo analizó en cada una de ellas: corregir sus movimientos y analizar sus ataques era algo que tenía grabado en sus huesos. Cuando peleó contra Ze Ming y Song Yu sus movimientos no cambiaron en lo absoluto, incluso eran mejores, ¿por qué todo cambió de golpe? Solo había una respuesta y eso lo hacía muy feliz.

—No eres él, nunca serás como él. —Su alegría era auténtica—. No eres él.

—¡Mátalo, rápido, rápido, está despejando la niebla de su alrededor!

Wu He se desesperó con el reconocimiento de Xiang Shen, estaba perdiendo el manejo de la ilusión en su cabeza; si eso sucedía, el poder del falso Xin Yuan disminuiría. Así fue que Xiang Shen adivinó cómo funcionaba todo. Esa niebla podía crear ilusiones así de reales, debilitaba la mente y corazón del individuo que estuviera dentro para luego aprovecharse y asesinarlo. Hacía sufrir hasta el final, una técnica terrible. «Si está así de desesperado es porque sabe que puedo contra él. Lo siento, espejismo, nunca llegarás al nivel de mi discípulo, no dejaré que tomes su forma, no mereces ni que tu voz se parezca a la de él».

Xiang Shen elevó la espada negra sin una pizca de dudas, esquivó un ataque que venía y contraatacó. «Sus ataques son tan torpes, ¿cómo no me di cuenta?». Con todas sus fuerzas, y como si esa fuera su única oportunidad para derrotarlo, apuñaló el pecho del espejismo. Casi le dio en el corazón, erró por apenas dos dedos de distancia.

Aunque creyó que todo había terminado, algo no salió bien. La sangre empezó a caer por el suelo, como era de esperarse, un enorme charco se formó en sus pies. Pestañeó un par de veces y dirigió sus ojos hacia el suelo a causa del sonido y del chapoteo. Fue ahí que se dio cuenta de que cometió un grave error. La sangre no provenía del falso Xin Yuan, sino desde su propio pecho: la letal puñalada que dirigió hacia ese hombre se abrió en su propio cuerpo.

Mientras veía su sangre caer al suelo, la ilusión sonreía con malicia, satisfecha de sí. Las comisuras de sus labios estaban tan elevadas que lograban verse sus dientes, dejando en evidencia que todo estuvo planeado desde un principio. Era un truco espejo. Esta habilidad era normal entre los cultivadores que se especializaban en alucinaciones, consistía en hacer luchar a su enemigo contra algo, lo que fuera estaba bien. De a poco, la víctima caería en un hechizo alucinógeno, y si atacaba, el golpe iría directo a su propio cuerpo.

Xiang Shen se rio de sí. Esto era una ilusión, todo estaba en su mente, por lo tanto, quien lo manipulaba podía crear este tipo de situaciones. «Sádico, desquiciado... Sanguinario». Eran las palabras adecuadas para describirlo. El demonio no solo quería verlo sufrir mientras atacaba a su discípulo, sino que lo provocó para que el ataque que atinara fuera letal; la pelea no sería tan larga de esa manera. Estaba seguro de que ese era el plan desde un principio. «Lo he subestimado», reflexionó, apretando los dientes. Sus piernas se debilitaron de inmediato y cayó de rodillas. Su sonrisa sarcástica nunca desapareció.

—Al final, siempre caigo en estas estupideces. Cuanto más sencillo es el truco, más fácil caigo. —Volvió a reír con sarcasmo.

Su mente comenzó a nublarse, su cuerpo se quedó sin fuerzas y los mareos no se hicieron esperar. Escuchó la risa ganadora a lo lejos, la única meta de Wu He era matarlo, no sabía por qué. Era su único objetivo, no fue a robarle nada, o a intentar ver la semilla de su interior.

Fin capítulo 22.


Holiiis, ¿cómo están? :3

Capítulo cortito (comparado con el resto jeje xD)

Al final Yi He sí que consiguió lo que quería, o eso cree... 👀 Ya veremos lo que sucede jsjs.

Espero que les haya gustado el capi (aunque no pasaron demasiadas cosas, las que pasaron son importantes sisi uwú)

En fin, les agradezco de corazón que sigan por aquí, les mando a todos un abrazo gigante lleno de cariño 🤗💞💞 ¡Nos vemoooos! 💖💖💖

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