Capítulo 18 - Sentimiento de abandono, la otra parte comienza sus movimientos
A pesar de que lo intentó, rodó y rodó sobre sí para conciliar el sueño otra vez, no consiguió descansar, su mente no le dejó.
—¿A dónde te fuiste?
Se puso de pie para comenzar a dar repetidas vueltas por la habitación, pensando, con una mano en su mentón, diferentes hipótesis de lo que podía haber ocurrido. Entonces, se percató de que, en la mesa ratonera, bajo un libro, había una pequeña hoja, una carta.
—¿Una nota? —Corrió hasta ella. Casi se cae por el impulso que dieron sus pies en el suelo—. ¿Por qué mejor no me despertaste? Niño tonto.
No quería sacar conclusiones antes de tiempo y leyó. "Ve a la montaña. Usa esto como quieras en el camino, es un regalo. Nos volveremos a ver pronto". Xiang Shen chistó con la lengua. ¿Qué significaba eso? ¿Por qué no le dijo nada? La angustia, así como la frustración subió por su pecho.
—De todos modos, nadie te obliga a estar junto a mí, imbécil.
Negó sus sentimientos de preocupación, ¿había pasado algo tan grave como para irse sin comunicárselo? O quizás era algo tan secreto que no podía confiárselo. No lo sabía, pero, con esto, su idea de que la comunicación entre ambos fuera sincera y completa se fue volando. Ambos tenían secretos que no dirían así como así. «Estoy maximizando el asunto», dijo para sus adentros.
Juntó la carta y el libro para guardarlos en sus ropas. Al retirarlos, notó que debajo también había una bolsita de color verde musgo, de la que, nada más tocarla, pudo oír el claro sonido de las monedas en su interior.
—¿Qué se piensa? —se dijo, armando un puchero—. Si deja esto, lo voy a usar como quiera...
Xin Yuan siempre fue atento, más que nada con él. No importaba lo bromista que fuera o lo mucho que le gustara molestarlo, al final del día, demostraba cuánto le importaba con acciones como esta.
—Necesito una espada... —murmuró—. ¿Habrá suficiente como para comprar una?
Enseguida, negó con la cabeza. No creía que el buen Xin Yuan hubiera dejado tanto dinero como para comprar un arma de calidad, así que grande fue la sorpresa al desparramar el dinero por la mesa. ¡Eran demasiadas monedas de oro, demasiado dinero para una persona!
—Qué mierda, ¿qué quieres que compre con esto?
De inmediato, recordó que todavía faltaba pagarle al sastre y que le prometieron un pago triple. Aun así, le alcanzaría como para una espada, o al menos algo que fuera útil para defenderse.
Pronto llegó el amanecer. No había nada que hacer allí más que dejar que el tiempo pasara. Se tomó un corto baño, desayunó con tranquilidad, como si quisiera demostrar que no estaba para nada ansioso de reunirse con el demonio, y salió de la posada aparentando suma confianza y paz mental. Xin Yuan ya había pagado esa noche, no tuvo que gastar el oro que se proponía utilizar para su nueva espada.
Con ganas de alejarse de ese sitio lo más pronto posible, se dirigió a donde el sastre, que ya tenía preparado su hanfu. Como era de esperar, el traje era perfecto para él, era de un tradicional color turquesa, un tono diferente al del palacio real, pues sus solapas eran más oscuras y su bata era blanca. La calidad era increíble; el corte, un lujo total; la tela, muy suave y cómoda al tacto. Todo era espectacular. Verse al fin en ropas sanas y decentes fue la primera cosa que lo hizo sonreír en lo que iba del día. No obstante, no creyó que fuera justo lo que cobraba ese hombre, quizás por eso Xin Yuan le había triplicado el pago. «Cobrando esta miseria por el buen trabajo que hace, la vida no es justa para los artistas».
Cuando intentó pagar el resto que quedó pendiente el día anterior, el anciano negó con las manos y no aceptó el dinero. Resultaba que Xin Yuan pasó por la madrugada a pagar lo que restaba, es decir que solo debía irse con sus ropas terminadas y sin pagar un centavo. Aunque era vergonzoso que alguien a quien solía cuidar ahora le comprara hasta la ropa, sintió que era algo bueno. Si tenía suerte, podría comprar una espada espiritual muy buena.
Terminada la conversación con el sastre, se retiró del pueblo. No esperó a que los pescadores lo vieran, y tampoco quería arruinar sus nuevas ropas con el barro de las calles de la costa. Ingresó en el bosque, siguiendo el sendero que lo guiaría al puente de Huang.
Mientras tanto, el rey Xiang Feng estaba sentado en su lujosa silla de rey. Tenía un invitado que aún no se iba del palacio, por lo que, de cierta manera, se veía incómodo y ansioso. Se abanicó con el espléndido abanico unas cuatro veces con impaciencia, como si no soportara la presencia de alguien a su lado.
—¿Por cuánto piensas quedarte en la montaña Xiang? —preguntó él.
El hombre a quien le hablaba sonrió. Estaba sentado muy cerca de él, tomando vino de alta calidad en una copa que parecía ser de oro.
—Somos compañeros de "trabajo", ¿no? ¿Qué importa cuánto me quede? No me mires así, es que no me has hablado de lo que nos concierne. Ni me explicaste lo de esa espada negra que tienes escondida, ¿cómo voy a irme sin nada nuevo?
Xiang Feng rodó sus ojos y se abanicó otras cuantas veces más. Observó la espada ennegrecida por el aura maligna y formuló las palabras que diría, como si cualquier cosa errónea que dijera pudiera malinterpretarse.
—Hace nueve años, la espada se selló en ese altar que fue destruido. Quise usarla, y ella se negó a aceptarme. Solía ser una espada normal, algo hizo que despertara este tipo de energía a su alrededor. No puedo explicar por qué, mas es importante que la mantenga bien oculta.
—Pero... —El invitado de ropas rojas razonó, rascando su barba—. Esta energía es demoníaca, por donde la mires, es una amenaza. Si no recuerdo mal, tu hermano era un humano de pies a cabeza, ¿por qué su espada tomó esta forma? ¿Algún demonio quiso apoderarse de ella?
—Él era un humano, no hay dudas de ello. Pensé que quizás la respuesta estaba en quien lo poseyó, pues fue un demonio muy poderoso. Sin embargo, es extraño que apenas la espada reaccione así. Es ridículo, ¿por qué no vino a buscarla? No consiguió el cuerpo de mi hermano, y esta cosa siempre estuvo aquí, en Xiang.
—¿Aún no sabes quién fue el que quebró el altar? ¿Qué supones hacer al respecto?
—No pudimos encontrar al culpable, nadie cumple con las características. La espada ha rechazado a quien sea que la toque, tengo varios cadáveres por su culpa, y otros tantos ni me molesté en matarlos, sucias porquerías difíciles de matar. Pero lo que te dije antes es cierto y está confirmado. Mi hermano, en algún lugar del mundo, ha vuelto a la vida, tendrás tu momento deseado, así que quédate quieto y no estorbes.
—Bueno, si es así me quedaré un tiempo más para ayudarte. No quiero que esa espada genere problemas, y si lo llegas a localizar, quiero ser el primero en saberlo.
—Haz lo que quieras, lo único que quiero es que no estorbes. ¡Y ya deja de tomar de mi vino!
—Bien, bien, lo siento. Está de verdad muy bueno, es adictivo, no me culpes —dijo luego de una carcajada—. Iré a mi habitación. Xiang Feng, ten cuidado.
Dicho eso, el tipo de barba corta se levantó y se retiró. Xiang Feng no se veía para nada feliz, su rostro se mostraba pensativo. Al ver que la molestia se retiró, se dirigió a una habitación trasera, un cuarto con una cama y varios adornos. Más adelante había un escritorio con una delicada vela, la cual era parte de una lujosa colección de muebles. Sobre ella había una pequeña daga, la daga que su hermano Xiang Shen solía llevar encima, y, a su lado, un hermoso colgante de esmeraldas. Eran objetos que guardaba como trofeos, como si le dieran poder.
—¿Puede que ese demonio...? Hermano estúpido... ¿Cómo mierda has hecho para regresar?
Prendió tres varas de incienso y colocó sus dedos en una posición especial. Parecía rezar uniendo sus dedos índice y pulgar, balbuceó con los dientes apretados y, casi al mismo tiempo, un rayo se manifestó sin hacer demasiado ruido. Era como si se hubiese desatado una tormenta silenciosa en el cuarto.
—Viniste rápido, dios Bao Ming.
Tras deshacerse la niebla que se formó por el rayo, un hombre elegante, sacado de una leyenda de héroes inmortales, se acercó a él. Su cabello era largo y blanco, tenía una media cola alta sujetada con una corona dorada. Sus ojos eran celestes, iguales a un cielo despejado de verano, sus ropas, largas y blancas, por completo inmaculadas, y traía adornos de jade por todas partes. Este sujeto se acercó con gracia y contestó:
—Xiang Feng, tenemos un problema que resolver. Me llamaste en el momento indicado.
Resultaba que ambos coincidieron, el hechizo de Xiang Feng no había terminado cuando el dios hizo acto de presencia, por lo que su expresión todavía se veía estupefacta
—Q-Quería llamarte justo por algo que está ocurriendo, debo suponer que has venido por lo mismo.
—Dime tú primero —ordenó el Dios.
—Bao Ming, la espada de mi hermano cada vez está más enloquecida. Temo que ese demonio venga a buscarla, ¿acaso despertó también? ¿No se suponía que estaba débil y se esfumaría si no conseguía el cuerpo de mi hermano?
—Hoy nuestras mentes se han conectado. —Inhaló aire y acomodó su voz—. El dios demonio, es decir, Nangong Ju, ha conseguido más tiempo para su vida. La espada probablemente esté reaccionado a eso. Después de todo, ella estuvo por un tiempo bajo su poder.
—¿Y por qué no puedo dispersar la energía demoníaca de ella? No quiero que Nangong Ju venga a buscarla, me matará. Fui yo quien destruyó el cuerpo de mi hermano, lo que significa que fui yo quien destrozó su oportunidad de vivir más tiempo, a su deseado nuevo cuerpo, ¿entiendes? ¡No quiero esa cosa en mi palacio!
—Tienes que esconderla. Es un arma espiritual muy potente, no debe caer en sus manos.
Xiang Feng dejó escapar una carcajada y abrió el abanico que llevaba encima.
—Bao Ming, tengo otra pregunta. ¿Cómo es que mi hermano pudo regresar? Si él fragmentó su espíritu, debió haber sido casi imposible que renaciera.
—Casi. No es imposible. Conseguir un nuevo cuerpo y unir cada trozo de alma es la única alternativa —contestó el dios—. Xin Yuan consiguió ascender en un líder demonio, y como sabes, él es el único imbécil capaz de reunir toda esa basura, por lo menos la mayor parte. No hay dudas de que Xiang Shen, aunque no tengo idea de dónde o cómo, ha regresado. Es un peligro que Nangong Ju vuelva a intentar poseerlo. Si eso sucede, no solo vivirá muchos años más, sino que tú estarás muerto y yo perderé mi apuesta.
—Hay que matarlo y evitar que eso ocurra. Dime, ¿qué hay de su perro? ¿Sabes en dónde está Xin Yuan?
—No tengo idea, pero encontrarlo a él nos guiará a Xiang Shen.
—¿Guang Zhi lo sabe? Él votaba por mi hermano en el pasado.
—Fue él quien me lo dijo. Bueno, lo obligué a hacerlo... un poco. —Sonrió con maldad—. No te preocupes, ya no le interesa el juego.
—¿Saben lo que hicimos?
—Lo han sabido desde nuestro primer movimiento. No se atreverían a ir en contra de mí, soy uno de los creadores. No hablarán de más, me deben favores.
—Está bien, siempre y cuando no se metan conmigo —contesto el rey.
—Xiang Feng, el medio que utilices no me importa, mas, si esto continúa, me temo que no seguiré votando por ti, ni por tu amigo Rong Rui, ni por tu hijo. No quiero problemas con ese demonio, ¿entendido?
—¿Eso es una amenaza? ¿No habíamos hecho un trato?
—Recuerda que eres un humano, mi palabra es superior. Ni siquiera has aumentado tú energía espiritual en estos años, usas la fuerza de tu posición para hacer lo que quieres. Creí que serías tan bueno como él, eras más joven y astuto... Mírate, eres casi una basura que se quedó estancada en el tiempo.
Xiang Feng cerró el abanico y se cruzó de brazos, con disconformidad evidente en su expresión.
—Bien, entiendo —chasqueó la lengua—, he entendido. Es tu maldito juego, será como tú digas. Lo buscaré y romperé su cuerpo de nuevo. En esta ocasión, me aseguraré de que su alma se evapore junto a la de su estúpido perro.
—Me parece bien.
—¿Sabes dónde puedo comenzar a buscar?
—No tengo más que aconsejarte, busca por ti mismo. Vendré en caso de saber algo más. Como última opción, llámame. Recuerda que no puedo entrar en el mundo humano cuando quiera, podrían descontar mi puntaje —dijo Bao Ming, frio y sereno.
Al ver que el dios se evaporaba como humo y se desvanecía, Xiang Feng golpeó la pared con tanta rabia que su mano sangró.
—¡Maldita sea! ¡Malditos sean todos! —insultó antes de golpear dos veces más la pared.
«Xiang Shen, voy a encontrarte... No importa a donde vayas. Mataré frente a ti a ese perro demonio tuyo, te haré no querer renacer nunca más».
—Los encontraré, solo espera. Pondré tu cabeza de trofeo, no me quitarás mi parte en el cielo.
Fin capítulo 18.
¡Holiiis! 💖
Los enemigos comienzan a moverse y saben del regreso de nuestro protagonista 😱 ¡Xiang Shen escóndete bien!
Ya veremos que sucede en el futuro, pero las cosas se ponen feas de a poco 👀
¡Muchas gracias por estar por aquí y seguir la novela, nos vemos el viernes que vienee~! 💞
¡Recuerda seguirme por mis otras redes!
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