Capítulo 10 - Pueblo cerrado, investigación para salir
«Esto es un desastre», pensó mientras esperaba a que el guardia cruzara su escondite. En realidad, era un buen sitio, la oscuridad hacía parecer que el callejón se terminaba y que no tenía recovecos, y los barriles de pescado eran del tamaño de una persona, perfectos para ocultarse detrás.
—¿Qué hacías escondido? —preguntó el demonio, todavía sorprendido.
Su capucha se bajó por el tirón del humano, dejando su rostro al descubierto, pero no tenía tiempo de verlo; lo primero era ayudarlo a salir de ese problema.
—No importa. Has silencio, debemos irnos rápido de aquí.
—Es mejor que vayamos a la posada.
—¿Acaso no te vio? Mejor vayámonos del pueblo.
—No, no llegó a verme. Además, como no me han capturado, van a cerrar... —Justo cuando dijo eso, una enorme capa como de cristal cubrió el cielo; todo el pueblo quedó sellado—. Eso mismo, van a aislarnos hasta que se encuentre al culpable.
—Maldición... ¿Qué más puede pasar? —gruñó.
¿Qué significaba esto? ¿Desde cuándo se hacía algo así? Xiang Shen quedó boquiabierto, no deseaba estar encerrado hasta quién sabe cuándo, quería recuperar sus recuerdos y vivir en paz. ¿Por qué era tan complicado? Mesó su cabello y se detuvo en sus pensamientos: no llegaría a nada quejándose de la situación. Ahora, con una barrera enorme obstaculizando su camino, le quedaba sentarse o actuar.
—Encontremos al culpable nosotros, ¿qué dices? No me quiero quedar sentado y esperar, me quiero ir.
Xin Yuan dibujó un semblante complicado hacia estas palabras, era como si le hubiera dado ternura u orgullo, y por eso no podía dejar de mostrar una sonrisa amigable.
—Bien, muy bien. Vamos a la posada y hablemos de eso.
En vez de ayudar a Xiang Shen a ponerse de pie, lo cargó en sus brazos de forma horizontal, un acto demasiado repentino para el susodicho.
—¡No soy una doncella! —exclamó, en voz baja—. Puedo caminar.
Sus manos se apretaron en las arrugas de las solapas del hombre cuando sintió que se elevaban por los aires, y es que Xin Yuan había saltado cerca de treinta chi hacia arriba, cosa que hizo que se apretara más a él. Las alturas nunca le gustaron, si bien lo podía manejar debido al entrenamiento físico de su vida pasada, en este cuerpo nuevo no podía evitar sentir malestar y mareo. Sus manos se apretaron aún más, sus ojos se cerraron con fuerza y se acurrucó en el pecho ajeno.
—¡No subas así de rápido, maldita sea! —se quejó, sintiendo que un vértigo terrible lo invadía.
El demonio se quedó callado debido a su concentración. Buscaba la posada y saltaba por los techos como si fuera un gato, rápido y ágil, silencioso y preciso. Por suerte, no tardó en encontrarla y en llegar a ella. Ingresó por la ventana con el joven en sus brazos, no obstante, las patrullas ya estaban vigilando los alrededores: la revisión en las habitaciones de las posadas no se haría esperar.
—Si no hay nadie, voy a entrar con la llave maestra —dijo una chica, desde el exterior de la puerta, quizá la recepcionista.
Xin Yuan fue más rápido que el movimiento de la manija de entrada, dejó al atónito, y tembloroso, Xiang Shen en la cama y se colocó sobre él. Quedaron a una distancia prudente e incómoda a la vista.
La joven que ingresaba, con miedo de enfadar a quienes dormían, de inmediato notó que algo andaba mal. No solo la posición de los hombres en la cama, sino que la ropa de Xin Yuan estaba desordenada, al igual que su cabello; sus solapas estaban algo bajas y arrugadas por el fuerte agarre de Xiang Shen, sin mencionar la respiración agitada de ambos. Todo se aclaró el doble al bajar su mirada y ver al otro joven en la cama, tenía el cabello y ropas igual o peor de desordenados, sin contar que su rostro estaba rojo y humedecido por las lágrimas.
—¡Dioses! —exclamó ella—. ¡Lamento haber molestado, por favor, disculpen!
—No se preocupe. —Xin Yuan se mostró amable, poniéndose de pie para ya no incomodar más—. No escuchamos la puerta... Lo siento mucho, ¿ha sucedido algo?
—Tenía órdenes de ingresar... Es... Es que han asesinado a una mujer. Fue una muerte terrible, los soldados y guardias nocturnos están revisando el pueblo. De verdad, lamento la molestia, p-pueden seguir, b-bonita noche —tartamudeó.
—Muchas gracias —contestó Xin Yuan, pícaro.
Al cerrarse la puerta, los dos pudieron suspirar y volver a respirar con normalidad. ¿Qué demonios fue eso? Xiang Shen no se tomó las molestias de actuar ignorante sobre el tema anterior, ¡esa mujer malpensó todo por culpa de ese demonio tonto a su lado!
Xin Yuan soltó una carcajada:.
—Increíble, tu cara es increíble ahora. Al menos, hemos superado esta prueba.
—¡Ca-casi me muero! ¡¿Có-Cómo se te ocurre llevar a una persona de esa manera sin preguntar?!
—¿Cómo ibas a morir? Era yo quien te cargaba —respondió, sentándose junto a él—. Estás temblando, ¿tan mala es para ti la altura?
—Cállate —susurró luego de cubrir su cara con una mano—. Nunca me gustaron las alturas, y, por alguna razón, hoy fue peor.
—Lo siento —se disculpó con sinceridad genuina. Xiang Shen lo notó en su tono, por lo que subió su mirada para ver la expresión ajena—. No quería asustarte.
—No... No es para tanto...
Se quedaron en silencio, mirando al suelo. Xiang Shen recordó de nuevo el malentendido con la chica de la posada y el color rojo que se regresó, mas no por miedo, sino por vergüenza.
—¿P-por qué la dejaste pensando mal sobre esto? ¿No se te pudo ocurrir otra maravillosa idea?
—Ah..., es cierto. Lo siento por eso también —dijo con su usual sonrisa—. Pero ya que la situación jugó a nuestro favor, era lo mejor seguir actuando, ¿no?
Lo sabía, Xiang Shen sabía que tuvieron mucha suerte con esto. Pudieron haber sido descubiertos si demoraban solo un instante más, no debía quejarse demasiado. De todos modos, se sentía incómodo, ¿no era molesto para Xin Yuan que opinaran así? ¿Quizás le daba igual? Sabía que el hombre solía ser muy serio en temas de relaciones afectivas o sobre lo que dijeran de ellas. Inclusive, en el pasado, rechazó cualquier solicitud, no importaba la belleza que se le presentara, él estaba dedicado a entrenar y a seguir a su maestro por el camino del cultivo espiritual.
—Maldita sea... Ya da igual —agregó el humano—. Mejor vamos a dormir. Mañana debemos investigar sobre eso, dudo mucho que el asesino sea fácil de encontrar.
—No te preocupes, aunque nadie lo descubra, el tiempo límite de la barrera son treinta días. ¿O prefieres que la rompa por ti?
—No, no quiero problemas. Tampoco quiero estar treinta días esperando aquí, vamos a encontrar al asesino sí o sí.
—Muy bien, trabajemos juntos.
—Si... —Xiang Shen aceptó con un hilo de voz.
Después de asentir, Xin Yuan se recostó en la pared, colocó su espada entre sus brazos y los cruzó. Esa posición era como la de alguien que nunca bajaba la guardia, alguien que esperaba a que el enemigo llegara en cualquier momento. Xiang Shen la conocía muy bien, ¿acaso se acostumbró a esto? Pese a que la cuestión estaba ahí, presentía que no debía preguntar. Aun así, su mirada lo decía todo, y Xin Yuan elevó las comisuras de sus labios.
—Esta posición no es mala para descansar, estoy acostumbrado. Duerme tranquilo.
Claro que se daría cuenta, el rostro del castaño era como un libro abierto: sus expresiones no eran difíciles de identificar. Por supuesto que Xin Yuan se iba a percatar de su preocupación.
—Yo... no pregunté... Si mañana no encontramos al culpable, tú dormirás aquí. Nos iremos turnando.
Xin Yuan no contestó con palabras. Al parecer no estaba muy de acuerdo con eso, pero no quería seguir insistiendo; no le molestaba que alguien se preocupara por él.
Al día siguiente, ambos se levantaron temprano. La mañana calma y fresca, junto con la barrera que los encerraba, daba una sensación de estar dentro de un juego fastidioso de cazadores y supervivientes. Se dirigieron hacia la escena del crimen, donde ya había ancianos rodeando la zona, conversando y rumoreando junto a los guardias.
«A las personas sí que les gusta el morbo y el chisme».
—¿Dejarán que se pudra ahí? —cuestionó Xiang Shen, pues el cadáver de la mujer todavía se encontraba ahí tendido.
—No moverán la escena, todos son invitados para capturar al asesino. Congelan con magia su cuerpo para que no se descomponga tan rápido, de lo contrario, sería insoportable estar aquí y los perros y gatos callejeros no dudarían en venir a comer.
—¿Cualquier persona puede venir a resolver esto? ¿No es un poco arriesgado? No se ve que el responsable se contenga mucho cuando se trata de asesinar, podría ser peligroso.
—Nadie quiere estar encerrado por treinta días y nadie quiere estar atrapado con un asesino. No puedes detener y proteger a todos solo porque es peligroso.
Aquello se sintió más profundo de lo que debería. Xiang Shen lo sabía, siempre intentó salvar a todos quienes lo necesitaran, de ser lo más perfecto posible para que cada uno, sin excepción, pudieran ser ayudados por él. La cosa es que no era viable que una persona lo consiguiera, así que lo mejor que podía hacer ahora era ayudar a los que pudiera.
—Tienes razón —susurró—, pero, ¿es necesario exponer a la víctima así?
—Así es como hacen las cosas aquí, supongo que es lo que funciona.
Xiang Shen comprendió, mas no lo aceptó. A pesar de utilizaron magia para que no se descompusiera, no creía que fuera ético dejar el cuerpo tendido ahí como trapo viejo. Era desagradable, y si lo era para un desconocido como él, no se imaginaba para los familiares, amigos y conocidos de la víctima.
—Encontremos pistas primero —dijo Xiang Shen antes de acercarse para analizar.
—Identifíquense —habló un guardia de semblante serio, alto y de ojos marrones. A juzgar por su edad, era alguien nuevo en el trabajo.
Xiang Shen replicó:
—Somos dos viajeros. Somos cultivadores y venimos a analizar la escena.
El joven guardia los observó fijo, como si por dentro les estuviera juzgando hasta los huesos. Xiang Shen, con sus ropas rotosas, no daba la imagen de lo que se tenía como cultivador espiritual, sino más bien la de alguien sin hogar y con muchos problemas financieros.
—Bien, adelante —asintió, ya que Xin Yuan sí aparentaba ser alguien de alto rango.
Xiang Shen intentó ser agradable al pasar a ver. No necesitó hacer mucho para analizar el cuerpo, le bastó con un hechizo. El truco consistía en revelar la energía de quien la atacó, es decir, si el atacante fue una bestia, el hechizo de Xiang Shen haría que esta se tornara roja; si fue un demonio, se volvería negra. Si había sido alguna especie de cadáver caminante o fantasma de nivel elevado, la energía tomaría un color azul; y si el responsable fuera un humano, no se vería ningún color.
—¿Un demonio? —Sus ojos se desviaron hacia Xin Yuan. ¿Había más demonios cerca?
«¿Acaso no lo percibió? Bueno, pudo haber ocultado sus intenciones, o tal vez supo esconderse...».
—Xin Yuan —llamó, entre susurros—. Cuando utilizaste el escudo anoche, ¿sabías que era un demonio el que atacó?
El hombre negó con la cabeza y se acercó al oído de Xiang Shen, más de lo que alguien normal lo haría.
—No sentí nada en especial más allá de la repentina intención asesina. Es difícil ocultarme algo, por lo que pienso que ha salido desde un sitio al que yo no tengo acceso y por eso no lo noté, puede que un portal especial.
Su oreja cosquilleaba por el roce del demonio, al que apartó con una mano, sin demostrar que era algo fuera de lugar.
—Eso creí —analizó, alejándolo aún más con la mano—. Eso pensé...
—¿Descubriste otra cosa?
—Podría decir que nuestro asesino es alguien con habilidades de camuflaje excepcionales. Sabe ocultar su energía a la perfección y tenía un gran odio y resentimiento contra esta mujer —concluyó en voz alta, luego observó al joven guardia que los miraba con un rostro desconforme—. ¿De dónde es ella? ¿Su familia dónde vive?
—Ella era una trabajadora..., ya sabes de qué tipo. De hecho, era una de las estrellas del burdel. No encontrarás a su familia por aquí, nadie sabe de su procedencia. Las chicas que trabajaban con ella podrían ayudarte.
—¿Cuál es la ubicación del burdel?
—Por adelante de ese callejón, a unas dos cuadras de distancia —señaló—. Es el único que hay en esa zona. No les recomiendo ir por las noches.
—Muy bien, gracias por la información.
El guardia no contestó, hizo un puchero y apartó su mirada con un movimiento, como si quisiera irse al igual que ellos, lo que era comprensible; cuidar un cadáver no debía ser el trabajo más agradable.
La situación era extraña, ¿por qué un demonio asesinaría a una trabajadora sexual? No creía posible que fuera porque su servicio fuera tan malo que merecía la muerte, o que le hubiera humillado a tal punto de que no lo soportó y la asesinó. Era muy tonto que pasara eso, ¿o no? «¿Podría ser un amor prohibido? Algo así como "para mí y nadie más". No, no lo creo». Negó con la cabeza y comenzó a caminar más rápido.
—Hablemos con esas chicas.
—Sí, vamos. —Xin Yuan lo siguió.
El camino no era largo. Los olores y el mal cuidado de esa zona era increíblemente malo, había hasta ratas muertas a los costados de las casas, como si simbolizaran algo o como si dieran a entender que "si entras en mi casa terminarás como ella". Un espacio tan descuidado solo podía llevar a que las personas ahí enfermaran, esto necesitaba una estricta revisión y control. Xiang Shen frenó sobre sus pies cuando vio el cartel que indicaba el lugar que buscaba.
—Está cerrado.
—No es raro —asintió, confirmando Xin Yuan—. Si ella era una estrella, debe de tener amigas aquí, una "familia", o eso supongo.
Eso era cierto, si bien las chicas y chicos con esta línea de trabajo no solían tener familia o un hogar al que regresar, los lazos que formaban eran los más cercanos a los amigos o familia. Obvio, esto no funcionaba así en todos los negocios de esta índole, pero era lo que se escuchaba.
El más joven tocó la puerta tres veces, nadie contestó. Miró a Xin Yuan, como si quisiera trasmitir o preguntarle algo que no se animaba, a lo que Xin Yuan, sin dejar de sonreír, contestó girando su cabeza con dudas en su expresión. «Carita de perrito feliz», pensó Xiang Shen, rodando sus ojos al mismo tiempo que volvía a tocar la puerta. «No puedo preguntarle si ha venido a lugares así. Es improbable que lo haya hecho».
Por fin, una persona abrió la puerta. Era una joven ya algo mayor, muy mantenida y bien maquillada. Sus ojos rojos demostraban que había llorado, intuía el porqué de la visita.
—Vienen por preguntas, es eso, ¿cierto?
—Lamento molestar, y lamento la pérdida. —Se inclinó Xiang Shen en forma de saludo—. Estamos aquí por información. Tenemos que resolver esto para salir de aquí cuanto antes, no diré que no tenemos nuestros propios intereses, mas ayudarla a cerrar este capítulo de su vida y encontrar a un asesino será un honor. Haremos lo posible por capturar al culpable, así que, por favor, sea sincera con nosotros.
—Yo... —La muchacha no se esperaba en lo más mínimo las palabras del joven—. P-pueden pasar.
Al principio, Xiang Shen se sintió nervioso. Era la primera vez que pisaba un burdel y eso lo incomodaba al extremo, incluso en el pasado se hubiera sentido así. «No, en el pasado yo mismo hubiera invitado a esta mujer a charlar en un restaurante o algún sitio más apropiado, todo con tal de no ingresar aquí», reflexionó. Cuando menos, estar junto a Xin Yuan y que nadie lo reconociera le quitaba una carga. Comprender que no ser Xiang Shen no era tan malo desapareció las presiones por completo. ¿Qué importaba si lo veían? Esto lo hizo dar un suspiro de alivio. A todo esto, y después de ver las caras casi imperceptibles de su compañero, Xin Yuan elevó una ceja, como si transmitiera el sentimiento de "no pasa nada, a nadie le importa que entres o salgas de aquí".
La joven les pidió que tomaran asiento, a lo que enseguida accedieron.
—Ella... —comenzó sin necesidad de que los cultivadores le preguntasen—. Ella era una joven muy arrogante, su personalidad era fuerte, una característica que todos amaban de ella. Al menos, sus amigos.
—¿Tenía enemigos? ¿Hay alguien que se haya sentido humillado por ella? ¿O quizás alguien que la odiara? Lo que sea que haya hecho ya es suficiente para investigar.
—Ella, de hecho, tenía más enemigos que amigos. Como dije antes, Liang MeiYin era muy arrogante y de personalidad fuerte. Si algo no le gustaba, no dudaba en decirlo, si alguien no le agradaba, no vacilaba en ignorar o atacar. Aunque detestaba los errores, era nuestra más fiel "guardaespaldas", así le decían muchas chicas, las más jóvenes la tomaban como maestra, pues, aún con su personalidad, era la chica más buscada por los hombres adinerados.
—Entiendo... ¿Algún enemigo en especial que recuerde usted?
—Hay tres. —Sus manos temblaron, y, luego de reflexionar sin decir nada, continuó—. Bueno, en realidad hay cuatro.
Fin capítulo 10.
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