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Capítulo 01 - Caída de la grulla - parte I


Su vida era fácil, como la de cualquier noble, rey, o un alto cargo. En su caso, era el hijo primogénito de reyes, heredero de la montaña Xiang, un buen hermano y maestro, respetado y anhelado por cualquiera. Su maestro murió en paz, sabiendo que dejó a un joven futuro inmortal en ascenso.

A pesar de que las familias de alto rango no solían ser bien aceptadas por los "comunes", su reputación no era mala, de hecho, era muy apreciado por su gente. En muestra de paz y amistad, recorrió casi todas las tierras de la región, no tenía enemigos, ni siquiera los reinos con los que en siglos pasados hubiera tenido guerras. Protegía a la gente de las bestias y demonios sin reclamar alguna recompensa, eso lo hacía alguien querido y respetado. Su única meta era convertirse en un verdadero inmortal junto con su discípulo.

Pero aún para el corazón más noble y bondadoso llegaría la desgracia. Fue un día especial para su vida, un día en el que todo, absolutamente todo, cambió. Estaba de visita en una ciudad vecina a su reino, iba tranquilo, sin problemas, lo usual. Sin embargo, esta vez, no fue llamado "mi señor benevolente". Si no que su nombre, de ese día en adelante, pasaría a ser: "Demente", "el Loco", "el Enfermo", "Asesino".

Al parecer, un hombre en situación deplorable se le acercó. Se supone que era un indigente que no tenía nada que destacar, mas, a diferencia de lo que todos esperaban, el príncipe Xiang Shen no solo no le permitió acercarse, sino que comenzó a quemar la zona en la que los más necesitados vivían. Luego continuó con las viviendas más pudientes, destrozando todo el lugar, sin mirar en absoluto a quien lastimaba. Por culpa de este incidente, la ciudad quedó devastada.

Apenas terminó con la masacre, el joven se volvía más y más inestable, y nada podían hacer para capturarlo. Los soldados que llegaron con ayuda lo vieron abrazar su cabeza, como si sintiera dolor, como si quisiera quitarse algo de su interior; incluso sus ojos estaban rojos, como si estuviera poseído. Aunque lo intentaron capturar, huyó junto a otra persona, que era, de hecho, su "perro guardián", o más bien, su discípulo, el único que tenía a su cargo, y la persona más fiel a él.

Posterior a este incidente, fue imposible localizarlo. Por más que buscaron al príncipe asesino, daba la impresión de haberse esfumado de la faz de la tierra. De alguna manera, la creencia de que el joven hizo un pacto con un demonio se acrecentaba. No lo consideraban posesión debido a que consiguió escapar con uso de razón, y es que no estaba del todo descontrolado, era muy sospechoso. Explicaban que, de haber sido poseído, se hubiera quedado hasta la muerte, es decir, habría destruido y destruido hasta que su cuerpo ya no soportara más la invasión, y claro que eso no fue lo que pasó. ¿Qué más podían pensar?

Muchos asumían que el Loco escapó lejos para nunca regresar, que seguro no tenía el valor para mostrar su cara después de semejante acto. ¿Qué dirían sus padres? ¿Cómo le iba a dar la cara a su familia y gente ahora? El castigo por esto no sería poco, debía disculparse de semejante masacre ante el rey de la ciudad afectada, claro que no regresaría.

Obvio, ni el rey ni la ciudad en donde ocurrió la desgracia se olvidarían de esto. El suceso tuvo lugar en Huang, tierras vecinas a las del príncipe, por lo que la familia con su nombre solicitó una reunión urgente con los padres del joven, es decir, los reyes de Xiang.

De esa reunión salió un acuerdo pacífico, ambos buscarían al joven, sin asesinarlo, para ser castigado y juzgado por los Huang. Debían darle el derecho a la duda, y es que no sería la primera posesión en la historia, aunque si lo era, la magnitud de la antes mencionada sería enorme. Quizá era probable que su cuerpo ya estuviera muerto por ahí. Cuando una posesión ocurría, el demonio que poseía el cuerpo humano lograba manejarlo a tal punto que obligar a cometer terribles actos sin su consentimiento no sería difícil.

Pero, ¿de verdad había sido poseído? ¿Por qué seguía escapando? ¿Podían darlo por muerto? ¿No habría regresado su discípulo a informar de ser el caso? Además, él era una persona tan poderosa que todos sabían que, en unos años, llegaría a ser un inmortal, ¿cómo podría ser poseído alguien así de fuerte? Había demasiadas interrogantes.

Como no sabían qué fue lo que ocurrió, se dedicaron a rastrillar cada li de sus reinos; en algún momento, la respuesta saldría a flote. Nadie jamás hubiera pensado que este hombre, un joven respetado y admirado por todos los reinos, ahora fuera un asesino fugitivo o un cadáver abandonado por culpa de una posesión.

Fue buscado por un mes completo, sin ser visto por nadie. No fue hasta que se cumplió el mes y medio que fue vuelto a ver. No fue para nada un encuentro agradable, el príncipe entró por el paifang de la ciudad principal del reino Xiang y, en ese lugar, utilizó su magia para lanzar un enorme rayo sobre el palacio. Las nubes se oscurecieron, se despedían corrientes eléctricas desde los cielos, era como una peligrosa tormenta, pero sin que cayera una sola gota de agua.

El terror se escuchaba, las personas que veían el panorama solo podían correr y salvar sus propias vidas. Cada rayo que caía tomaba tres o cuatro vidas con el simple contacto; se convirtió en un caos total. El fuego provocado por los incesantes rayos comenzó a consumir la ciudad y el palacio.

Xiang Shen, el Príncipe Loco, se acercó al palacio con tranquilidad. Muchos contaron haber visto sus ojos, no eran los de un poseído, denotaban una rabia inmensa, como si su odio y rencor lo hubieran consumido. ¿Por qué? No era alguien que tuviera problemas familiares o heridas de guerras que lo atormentaran, incluso su discípulo era considerado uno de los mejores cultivadores de todos los reinos. No podían encontrarle explicación a esta destrucción, su rabia era injustificada.

Xiang Shen caminaba por el fuego sin ser dañado, como si las llamas fueran suaves retazos de seda rodeándolo. Levantaba sus manos hacia quien se le cruzara en el camino y de ellas salían despedidos hechizos oscuros jamás vistos con anterioridad.

Los Reyes Xiang corrieron con la misma suerte que los demás, fueron asesinados en el palacio, y no por el fuego. Xiang Shen, su hijo, el ahora llamado Loco, se molestó en asesinarlos con sus propias manos. No utilizó hechizos, sino una larga y hermosa espada, arma que ellos le regalaron junto a su maestro.

Para suerte de muchos, una vida llena de esperanzas, definida como un ser cargado de luz, logró escapar junto a algunos de sus guardianes y seguidores más fieles. No era nadie más que el hermano menor del Príncipe Loco: Xiang Feng. Ese joven consiguió salvar a unos cuantos, pero no quedó nada más que escombros y un palacio semidestruido en la montaña Xiang.

Por otro lado, Xiang Shen escapó gracias a su discípulo, nadie sabía qué hacía ese hombre, el cual siempre llegaba para llevarse a su maestro justo al final de los desastres. Algunos decían que él era el que controlaba al príncipe, como si fuera una marioneta. Otros decían que en realidad el príncipe cedió a la locura, y que Xin Yuan, el discípulo, lo mantenía escondido en algún lugar. Nada era cierto. La mayoría pensaba que quería tomar venganza por algo que solo él sabía.

El amor que todos le tenían fue olvidado en un abrir y cerrar de ojos. Nadie le dio el derecho a la duda, nadie lo dejaría explicarse. El heredero de un reino de gran prestigio y sucesor de sus bienes, prodigio de la magia, gran consejero, conocido a donde fuera, fue odiado y perseguido. Gracias a sus habilidades, pasó los siguientes tres años escapando de la muerte, luchando para no ser capturado por ninguno de los reinos.

Antes, sus padres y familiares solían decir que él era la luz que los dioses enviaron a la tierra, la blanca grulla que guiará las almas hacia los cielos. Ahora no era más que una grulla negra, maldita y llena de desgracia en su interior. Cada palabra amable que se le dirigió antes fue retirada, lanzada al suelo, pisoteada y repudiada.

Tiempo después del desastre de la montaña Xiang, durante el lapso de tres años antes mencionado, ocurrieron varias desgracias en diferentes ciudades, aldeas y pueblos, todas en diferentes reinos. Fueron cosas extrañas en extremo: sequías, muertes, epidemias, hambruna... Estas fueron adjudicadas al malvado príncipe asesino, pues, al no tener respuestas, lo más sencillo fue culpar a alguien que no podía defenderse. Ya ni se preguntaban si era posible que fuera él, ansiaban ver la cabeza de Xiang Shen colgando sobre un poste, donde pudieran verlo y escupirle.

Se crearon reuniones entre los reinos, todos sufrían de las desgracias repentinas, y algo debían hacer. Sabían que, si trabajaban juntos, sin dudas llegarían a más. Nadie quería quedarse sin hacer nada, fue una época de unión y amistad entre reinos.

Se debía buscar al Loco Asesino sin descanso, pero no como habían hecho hasta ese momento, sino que a niveles inexplicables de seguridad. Cada guerrero, maestro, cultivador espiritual, quien tuviera lo necesario para actuar, estaría fijando su mirada en quien pasara e investigando los lugares más recónditos. Así inició la cacería de la Grulla Negra, cuyo único fin era el de encontrar al príncipe y a su discípulo, que seguían atemorizando, envenenando y quemando lo que pasara por su vista.

Al poco tiempo de comenzar esa búsqueda masiva, por fin tuvieron un golpe de suerte. Xiang Shen se hallaba en un pésimo estado de salud, parecía haberse desmayado al caer por una montaña. Fueron varios soldados los que lo vieron, y de inmediato sonó la alarma del encuentro. La Grulla Negra fue llevada al palacio, que todavía estaba en reconstrucción. Ahí, Xiang Feng, su hermano, cobró venganza de la manera más cruel posible. Separó sus brazos y piernas, le quitó los ojos, y, solo así, lo asesinó.

Todos los reinos fueron comunicados. Para asegurarse de que Xiang Shen jamás regresara a la vida, decidieron dejar su cuerpo allí, pudriéndose, sin que nadie lo llorara, sin que nadie lo enterrara. "Sin que una grulla que viniera a buscar su alma para guiarla al cielo", repetían, a modo de metáfora.

Sin embargo, la noche de su muerte, por un descuido de los guardias, el cuerpo desapareció, o, mejor dicho, fue robado. Algunos asumieron que el mismo infierno se lo tragó, otros dijeron que se convirtió en un fantasma que atacaba por las noches. Ninguna de estas teorías resultó ser verdadera. Lo que todos sí sabían era que Xin Yuan, el discípulo, había ido en su búsqueda.

En el reino celestial, donde habitaban los dioses y los seres divinos, el cielo siempre fue imaginado como un lugar lleno de luz, paz y prosperidad. En realidad, en el cielo, al igual que en el mundo mortal, también existían ciudades, pueblos y jerarquías. Sí, la diferencia en cantidad de habitantes era exorbitante, es decir, en los cielos, no habría más de cuarenta seres celestiales a la vez, esto incluía dioses, inmortales y ayudantes. Los dioses eran el escalón superior, así que sus asuntos no podían ser tocados por nadie, ni siquiera por otros dioses, aunque eso a veces pasaba.

Una mujer alta de ojos oscuros observaba por una ventana flotante. Su entorno era extraño, el suelo era circular, se podía ver a través de él, como si en realidad no estuviera sobre nada. Había unas escaleras que llevaban a ese piso final, pero por los costados no había paredes, sino un cielo estrellado, como si fuera una galaxia enorme. Esa mujer miraba por su ventana un trozo del alma destrozada del príncipe, se había perdido de su otra mitad, por lo que era una bola de luz sin consciencia. Era imposible que fuera al inframundo.

Negó con la cabeza, pues a ella le gustaba apostar cuando Xiang Shen estaba con vida. Ahora era una pequeña bola de luz que no podía ver, iba y venía sin rumbo, como si se moviera por inercia, como si el viento la guiara hacia alguna parte para esperar el fin de su existencia. ¿Cómo iba a apostar por un humano cuya alma estaba destrozada?

Esta observadora era una de las diosas más respetadas de los cielos: Bing Yao, diosa del frio y el invierno.

—Grandes tramposos, esto no se quedará así —expresó, entristecida.

Luego de esas palabras, al no conseguir una respuesta, dirigió su mirada en dirección contraria. Su esposo la observaba con frialdad, no se veía con muchas ganas de contestarle.

—Sabes quién fue, ¿y no dices nada? —añadió la mujer—. Al igual que yo, votaste por él, nos han engañado de forma tan descarada. No, nos han jugado una broma, ¿ves lo que le hicieron? —Tras no conseguir respuestas, ella exhaló aire, desconcertada—. Nuestro favorito está muerto, nos hará salir perjudicados, perderemos muchas riquezas por un montón de tramposos que no saben jugar, ¿qué piensas hacer? No vas a dejarlo así, ¿cierto?

El hombre observó hacia un costado, frunciendo sus cejas. De verdad no quería hablar, se sentía avergonzado por no haberse dado cuenta de lo que sucedería.

Bing Yao peinó su plateado cabello, sus ropajes turquesas hondearon por el movimiento rápido. Volvió a mirar hacia la ventana.

—Si han hecho trampa y tú no dices nada, lo traeré yo. Incluso podría traerlo como un sirviente más... O borrar sus recuerdos y criarlo como nuestro hijo... No —reflexionó—. Creo que mejor le daré un cuerpo nuevo. Seguir votando por alguien como él, con su poder espiritual tan poderoso de forma natural, podemos seguir consiguiendo riquezas.

Guang Zhi, el dios del día y el sol, con quien llevaba un matrimonio de extensos años, de ojos negros y piel un tanto oscura, ojeó por una de esas ventanas flotantes. Esta vez, sí debía contestar, acomodó su voz ronca antes de hacerlo.

—Quienes hicieron trampa son los creadores del juego, ¿qué ganas tú con torturarte mirando más de esto? No gastaré más energía, la maldición y posesión impuesta fue más poderosa, por un ser que no tenía que ver con el juego. Ellos lo sabían y lo utilizaron a su favor, ¿qué vas a decirles? ¿Que fue culpa de ellos? Perderías la discusión al instante. Ni nosotros sabemos qué es lo que ocurrió. Por lo tanto, daremos la recompensa, fue un error entrar en ese estúpido juego.

—¿Un error? Gracias a ese humano hemos ganado el puesto que tenemos, tuvimos suerte de ser los primeros en confiar en él. Siempre atravesó las adversidades de manera honesta y determinada, es gracias a ese humano que estamos en esta posición. Quiero darle una oportunidad más.

—Hay algo en lo que te equivocas —suspiró el dios—. Él no ha luchado por nosotros, él no sabe de nuestra existencia. Si supiera que fue parte de un juego de apuestas, ¿qué crees que pensará?


Fin parte I capítulo 01.


Holiiis, por aquí reportándome desde el momento 01 sjsj XD (para los que ya me conocen, saben que siempre escribo notas de autor, perdón, así soy A TuT)

¡Muchas gracias por darle una oportunidad a mi historia, los quiero mucho! 🤧💖


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