((🌺))' OO9
grown up: castigo
Eran apenas las once de la mañana cuando comenzaba a caminar por los pasillos de la escuela, dirigiéndome al campus de deportes para esperar a JiMin. Jennie daba pasos al compás de mi andar y, en cuanto vimos las enormes gradas, no dudamos en correr y sentarnos tranquilamente.
El día se trataba de un jueves cualquiera, exactamente habían pasado tres días desde aquel mensaje de JungKoook, y yo, como la correcta alumna que pretendía ser, había tratado de evitarlo como si fuera mi único propósito en la vida. Incluso, a estas alturas ya ni siquiera me dignaba a mencionar su nombre. Aunque claro, era bastante obvio que me estaba engañando a mí misma. Porque si tenía que ser completamente sincera, querer hablarle y exigirle explicaciones era lo único que mi mente se encargaba de priorizar si era posible a cada hora, aun si mi parte racional me pedía a gritos que lo ignorara.
—¡Vamos JiMin! —vociferó Jennie. Estaba observando todo el campus con una adorable sonrisa en su rostro, gritando a todo pulmón el nombre de nuestro querido amigo. Y aunque solo se tratase de un entrenamiento, ambas sabíamos que, hacerle pasar vergüenza a JiMin, era nuestro pasatiempo favorito. Así que dejando por fin el tema flotar lo más lejos de mi cabeza, no tardé en unirme y gritarle cosas bastante absurdas.
—¡Miren qué trasero!
—¡Hazme tuyaaaaa!
Y estábamos por gritar un par de cosas más, de no ser porque nuestras voces fueran suficientes para poder reconocernos, porque entonces JiMin volteó la cabeza y nos observó desde lo lejos, casi como si quisiera asesinarnos con esos ojos y al instante, ambas soltamos carcajadas en alto.
Definitivamente, nunca podría cansarme de estos dos.
Las hamburguesas que ambas habíamos comprado reposaban en las gradas al lado de las gaseosas, estaba por agarrar el mío y darle una buena mordida, hasta que observé cómo SooJin y sus amigas pasaban por ahí. Solo le bastó con notar que estaba al lado de Jennie para que empuje su bebida y quedara embarrada en toda su espalda. Mi mejor amiga soltó un chillido casi de inmediato porque claramente estaba fría y se volteó a ver al culpable, totalmente molesta, sin embargo, al notar que se trataba de SooJin, se quedó muda y sus expresiones se relajaron, como si se tratase de un cachorrito asustado.
Esta vez yo fruncí el ceño. Jennie nunca había actuado de esta manera, y ni mucho menos cuando alguien le había hecho algo. Pero ahora, ¿solo le bastaba ver a SooJin para acobardarse? Nada de esto tenía sentido, o era que a Jennie se le había olvidado contarme algo.
Pero yo no me iba a quedar con los brazos cruzados, ni mucho menos cuando fui espectadora de que ni siquiera era algo que habría hecho de casualidad. Y solo me bastó con ver cómo SooJin se mofaba en silencio de la reacción de Jennie para ponerme de pie, cruzando mis brazos.
—Espero que tengas una buena excusa para hacer lo que hiciste. —mi voz salió calmada. Estaba controlándome todo lo posible para mantener calma.
SooJin me sonrió, como si yo fuera alguna clase de niña.
—No hace falta... Jennie sabe por qué lo hice ¿no es así, tontita? —arrugó con falsa ternura su nariz en dirección de a mi mejor amiga, y ella, completamente sumisa, fue asintiendo. ¿Qué? Era como si el carácter de Jennie hubiera desaparecido y ahora otra alma estuviera apoderándose de su cuerpo. Y sé que no era mi asunto, pero decir que me iba a quedar sin hacer nada al respecto, sería una estupidez.
—¿Por qué no dejas de comportarte como una niña y piensas de una vez lo idiota que te estás viendo ahora mismo? ¿Molestarla? ¿Cuántos años tienes? ¿Diez? —su sonrisa desapareció en cuanto dije aquellas palabras, y la sangre de Jennie acaparó todo su rostro mientras me observaba, asustada.
—No te estoy hablando a ti, métete en tus propios asuntos, ¿quieres? —el tono de su voz gritaba advertencia en todos los sentidos. Pero claramente ella no me conocía, y era obvio que me metería en lo que quiera si se me antojaba. Además debía dar cara por mi mejor amiga, que a estas alturas, ya ni siquiera podía reconocer quién era.
—¿Crees que haciendo esta payasada todos te van a mirar con respeto? No me hagas reír, por favor. —esta vez me tocó a mí sonreír. Ella fue dando pasos hasta quedar lo suficientemente cerca en mí, y hasta ese momento ni siquiera me había dado cuenta del milkshake que traía, cuando derramó todo el contenido en mi blusa y ladeó su cabeza, sonriendo. Dios, ¿pero qué tenía esta mujer con derramar cosas?
—Te dije que no te estaba hablando, y yo no repito las cosas dos veces.
De nuevo esa maldita sonrisa. Esa sonrisa que prácticamente dejó todo mi autocontrol a un lado. Y justo cuando la vi irse con su séquito de amigas, comencé dar pasos apresurados hasta alcanzarle y agarré su hombro con tal de hacerle voltear. Y aunque realmente me hubiera gustado decir que no me iba a rebajar a su nivel, el hecho de que me haya manchado a mí y a mi mejor amiga como si fuéramos cualquier cosa, de verdad que hacía mi sangre hervir de la rabia.
Así que no lo pensé mucho, y solo bastó con ver su estúpida cara de nuevo para alzar mi mano y darle una bofetada.
—Perra. —fue lo último que dije cuando sentí a Jennie correr hacia mí desesperada para cogerme los hombros y hacerme retroceder apenas un paso. Tal vez mi amiga actuaba como una sumisa, pero yo no iba a actuar ni de lejos de ese modo cuando había tratado de estar lo más calmada posible en un principio.
El rostro de SooJin fue todo un dilema, todo su mejilla como si no se lo creyera en lo absoluto y comenzó a dar grandes zancadas hasta mi cuerpo para, en menos de un segundo, jalar mi cabello e intentar arañarme con esa costosa manicura.
Dios, ella peleaba como una gallina. Y no es como si yo fuera alguna clase de luchadora profesional, pero agradecía que mi mamá, en alguno de sus momentos paranoicos, decidiera ponerme en un curso de defensa personal por seis meses.
Así que no tardé en meterle cabe para que cayera de bruces contra la grada y comenzara a chillar, lo suficientemente alto como para que el profesor de gimnasia pudiera escucharnos y soplara su silbato a todo pulmón. Deteniendo el entrenamiento para voltear y observarme, como si supiera que yo era la culpable. De inmediato, comenzó a caminar en mi dirección, aunque sabía que se demoraría en alcanzarme por lo lejos que se encontraba.
—¡Lisa! ¡Vas a ir a detención! ¡Espabila! —Jennie intentaba jalarme de la mano con tal de llevarme a quién sabe dónde. Como si yo fuera alguna clase de criminal fugitiva y negué con la cabeza.
—Si voy a ir a detención, que me den un buen castigo. —ignoré todos los chillidos de mi amiga y caminé hasta coger mi gaseosa, regresé a SooJin quien a ese momento por fin se puso de pie y me gritaba incoherencias.
Ignoré sus palabras, me acerqué a ella y lancé la bebida en su blusa.
—¿Estamos a mano, no? —dije, calmada, y de no ser porque esta vez su séquito de amigas por fin reaccionaron y le agarraron del cuerpo, estaba bastante segura que no tardaría en intentar golpearme otra vez.
—¡Lo vas a lamentar, maldita zorra! ¿¡Es que acaso no sabes quién soy!? ¡El nuevo director es mi padre! —sonrió, alzándome el dedo medio y esta vez fue mi momento de quedarme pasmada.
Mierda.
Tal vez sí debí hacerle caso a Jennie.
Mierda. Mierda. Mierda.
Pero justo cuando por fin salía de mi fase peleadora justiciera, y volví a ser la Lisa de siempre, el profesor me agarró bruscamente del brazo, para después agarrar delicadamente el brazo de SooJin, y llevarnos a ambas por todo el pasillo.
Yo, con toda la blusa manchada de chocolate y ella, con el pelo despeinado y la gaseosa pegada en todo su cuerpo de manera melosa, era suficiente para atraer la mirada de absolutamente todos los estudiantes que se encontraban en el pasillo y comenzaran a sonreír. Mientras que en mi mente el único problema que surcaba era que, definitivamente mis papás me iban a descuartizar. Solo le rezaba a todos los dioses posibles que no me expulsaran, o ese sería mi fin.
Nos detuvimos en la puerta del despacho, y como si ese tiempo fuera suficiente, SooJin comenzó a despeinar aún más su cabello, preparar su rostro para su mejor mirada de cachorrito y pinchar sus mejillas repetidas veces para acentuar el color rojo que de por sí ya tenía.
Perra. Ah, SooJin definitivamente era una perra en todo el sentido de la palabra.
El profesor por fin tocó tres veces la puerta del despacho, él parecía incluso más nervioso que nosotras y fruncí el ceño.
—Adelante. —sentenció la voz del director y la puerta por fin se abrió.
Pero cuando entré, por poco el alma abandonaba mi cuerpo. Esto no me lo esperaba en lo absoluto.
Es que, ¿Quién en su sano juicio pensaría que el director no estaba del todo solo, y que a su enfrente, se encontraba nada más ni nada menos que JungKook?
Solo bastó con que él me observara, detallándome de pies a cabeza para fruncir el ceño, tal vez con un pequeño destello de preocupación pero eso era lo de menos. El profesor Jeon definitivamente sería expectante de mi infantil explicación con la pelea de SooJin, y no es como si me importara lo que pensara él de mí, pero juraba que si en su mirada veía algún tipo de ternura, me moriría. Si antes pensaba que era una niña, seguramente ahora creería que era algún tipo de mocosa inmadura.
¿Por qué la tierra no se animaba a tragarme de una buena vez?
SooJin, apenas observó a su padre, corrió hacia su escritorio despavorida, intentando llorar a pesar de que absolutamente ninguna lágrima corría por su rostro y me señaló.
—¡Mira papá! ¡Mira lo que me hizo tu alumna! —se señaló de pies a cabeza, estaba a punto de comenzar su numerito de no ser porque su propio padre le pidió detenerse y con su mirada, se dirigió al profesor de gimnasia. Quien estaba nervioso, juraba que solo le faltaba sudar para que se asemeje a esos niños nerds que veía en las películas americanas y escondí una pequeña sonrisa.
—D-director Seo, las encontré en el campus escolar peleándose, la señorita Lisa derramó gaseosa en el uniforme de la señorita SooJin y la última, después, le señaló el dedo medio. Eso es todo lo que alcancé a ver. —informó de manera robótica. El director Seo, fue asintiendo lentamente, hasta que le dedicó una mirada asesina.
—Se supone que el campus escolar es su área, y estando ahí, eso fue lo único que pudo informar de estas dos, ¿qué estuvo haciendo en medio de esa pelea? ¿cómo es que ni siquiera se dio cuenta?
El profesor tragó saliva, respondiendo palabras nerviosas que dejé de tomar importancia cuando desvié los ojos y me encontré con los de JungKook. Un nudo se formó en mi estómago, y aunque solo se tratara de un simple gesto, podía jurar que en su mirada podía descifrar absolutamente todo lo que trataba de decirme, y fruncí el ceño cuando sonrió, travieso, sin dejar de observarme de pies a cabeza.
—Muy bien puede retirarse. —fue lo último que escuché del director cuando el profesor de gimnasia, dando una leve reverencia, fue dirigiéndose hasta la puerta y cerrarla consigo. Después, sus ojos autoritarios se detuvieron en JungKook y le regaló una suave sonrisa, acomodándose en su asiento.— Profesor Jeon, ¿prefiere esperar en secretaría o quedarse aquí? Tengo mucho que hablar con estas alumna, no me gustaría incomodarlo.
Otra vez quise sonreír, es que en serio, ¿Qué tenía JungKook para cautivar la amabilidad de toda persona que lo rodeara? Juraba que un poco más, y el director se le acercaba para besarle los pies.
—Prefiero quedarme aquí, Seo. —él le devolvió la sonrisa, desviando ligeramente la mirada para observarme.— creo que será interesante lo que tenemos para escuchar de estos dos alumnas.
El director de pronto soltó una sonrisa cantarina y fue asintiendo.
—Hija, comienza tú.
[...]
Media hora. SooJin y yo habíamos tardado medio hora en explicar cada una de nuestras versiones al director, y realmente no me guardé ningún detalle. Incluso le comenté sin escrúpulos que su hija había molestado primero a mi mejor amiga y que él mismo lo podía comprobar porque ella también estaba manchada.
Y realmente era un alivio que el director Seo no fuera de esos hombres que estuvieran cegados por engreír a sus hijas y les creyera al pie de la letra, o al menos no del todo, porque por sus reacciones sé que pude discernir que habían algunos detalle que había contado los que le parecían difíciles de creer. Aun así, quería confiar que por lo menos conocía un poco lo fastidiosa que su hija podía ser y dejar una tregua para ambas.
Además, con todas esas miraditas que JungKook me regalaba cuando comenzaba a hablar, realmente me ponía ansiosa y nerviosa. Pero agradecí que mi parte racional y firme fuera mayor para mantenerme seria y explicar con el mejor respeto del mundo al director.
Finalmente, ambas estábamos de pie frente al director, esperando su sentencia. Cuando él acomodó su corbata, pensando seriamente lo que iba a decir.
—No las voy a expulsar. —explicó, observando más a mi persona que a la de su hija porque era bastante obvio que por nada del mundo trataría de expulsar a SooJin. Suspiré de alivio.— Pero la señorita SooJin se quedará hoy hasta las cinco de la tarde en detención y la señorita Lisa tendrá las clases suspendidas por dos días.
Espera, ¿qué?
Abrí los ojos como platos.
¡¿Acaso había dicho dos días?!
Le observé aterrorizada y no tardé en intervenir.
—Director Seo, con todo el respeto, ¿por qué el castigo no puede ser equitativo? Es decir, SooJin fue quien empezó todo, no entiendo por...
—Señorita Lisa, son dos días o una semana entera, usted decida. —me dedicó la sonrisa más falsa del mundo, acomodando los papeles de su escritorio.— Debería incluso darle vergüenza el dirigirme la palabra después de todo lo que hizo en mi recinto escolar, y además, no es mi culpa, el profesor Lee le vio a usted realizar gran parte de las cosas. Eso también tiene influencia.
Mentira.
Claro que él tenía la culpa, había sido demasiado estúpida, era bastante obvio que le daría preferencia a su hija. Miré el suelo, asintiendo lentamente porque sabía que si observaba sus ojos las ganas de asesinarlo con la mirada no me faltarían.
—Pueden retirarse.
Dictaminó, y me di media vuelta de inmediato, casi emanando furia por donde caminaba y SooJin me siguió por detrás. Jennie tenía razón, obviamente iba a terminar perdiendo, ese director solo se dejaba influenciar por su terrible hija y la creía el pie de la letra.
—Te lo dije... —ella canturreó a mis espaldas, soltando una risita cómplice y me obligué a mí misma a seguir caminando con más prisa por el pasillo. Perra. Perra. Perra.
Ah, ¡Es que incluso la palabra le quedaba corta!
¿Y ahora que se supone que debía hacer? ¿Fingir estar enferma con tal que mis papás no se diesen cuenta de que estaba suspendida? Sonaba patético. La última vez que había recibido un castigo escolar fue cuando tenía ocho años, ¡ocho años! cuando pegué un chicle en el cabello de mi archienemiga en ese entonces. Ahora, estaba en detención por pelearme con la hija del director.
Es que era asombrosa la forma en que mis niveles de querer creerme justiciera habían avanzado hasta este punto, apenas en el cuarto día de clases. Tal vez el director sí tenía razón, debería darme vergüenza mis acciones.
Iba a dirigirme a mi casillero, el pasillo estaba desolado ya porque las clases habían empezado. Estaba a punto de llegar cuando, de pronto sentí una mano agarrar mi brazo, y me hizo retroceder unos pasos hasta llegar a una habitación de limpieza. Quise zafarme, pero todo ocurrió tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos estábamos dentro ya.
—¡Hey! ¿¡Qué estás...
—Shhhhh.
Puso sus dedos en mis labios y un segundo después prendió las luces. El rostro de JungKook estaba tan cerca mío que me alejé de inmediato, chocando mi espalda con una estantería llena de jabón y papel higiénico.
—¿¡Qué estás haciendo!? —cuestioné, en un tono que se acercaba más al susurro. Él me sonrió, tranquilo, y se acomodó en la pared del pequeño cuarto.
—Salvándote la vida. —respondió, simple. Ladeé la cabeza sin comprenderlo del todo.— tú y yo tenemos que hablar.
—Estamos hablando... —otra mirada incrédula acaparó sus ojos y me observó.
—Después de salida, te espero en la azotea del recinto escolar, si no quieres que te suspendan las clases, claro. —informó, mirando a través de la ventana de la puerta solo para asegurar que no había nadie cerca, después, ajustó la corbata de su cuello. Yo seguía sin entender absolutamente nada de lo que estaba ocurriendo.— ¿aceptas?
—¿P-pero por qué no me lo dices ahora? Estamos solos y será una charla confidencial. —las palabras salieron atropelladas de mi boca y un ligero rubor se acentuó en mis mejillas al decir que, efectivamente, estábamos solos. A pesar de que me había dicho a mí misma que iba a mantener distancias, JungKook estaba hablando de evitar mi castigo, y claramente eso era algo que no planeaba ignorar. Él sonrió al ver mi reacción.
—Porque tengo clases, boba. —me quedé callada. ¿Realmente este ser tenía veintiséis años? Juraba que a veces actuaba como un adolescente más.— ¿O es que ya se te olvidó que soy profesor?
La sangre aumentó en mi rostro y negué lentamente.
—Aun así, tú y yo n-no tenemos mucho de qué hablar... —comencé a murmurar, jugando con mis manos, totalmente perdida.
—Oh, créeme que sí. —otra sonrisa cómplice apareció en sus gestos.— En fin, ¿aceptas?
Me quedé en silencio.
JungKook en otras palabras había dicho que me iba a ayudar, ¿cómo negarme a eso? Era imposible.
Pero de todos modos, fingí pensármelo para que no creyera que aceptaría tan fácil.
—Está bien... —y como si eso fuera luz verde para él, con prisa agarró la manija de la puerta para abrirla.
—Nos vemos entonces, Lisa.
Y sin decir más, desapareció del pasillo, dejándome en el cuarto de limpieza, aún en mi limbo, totalmente sumida en todo lo que había ocurrido este día.
No entendía nada, ayuda.
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yessss, aquí comienzo lo bueno chicas ;)))
¿Qué tal les pareció el capítulo? espero que les haya gustado uwu ya después veremos qué es lo que tiene para decirle sajaklasjkasj gracias por el apoyo todo ahre los amo
nos vemos <3
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