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grown up: lluvia
Las risas de mis amigos superaban la música que resonaba por toda la fiesta. JiMin, TaeHyung y Jennie bailaban como si disfrutaran los últimos segundos de su vida y las sonrisas de sus rostros parecían inborrables.
Y aunque realmente había intentado todo lo posible por olvidar las cosas que había presenciado hace tan solo unas pocas horas atrás, mi mente se veía totalmente indispuesto a obedecer y me exasperaba. Había tratado de bailar, beber, sonreír y reírme algunas veces pero todo era en vano. Vano porque el tema seguía rondando en mi cabeza y mi corazón aún permanecía adolorido.
Desde el incidente en la cocina, no había vuelto a ver a WonHo por el resto de la fiesta ni siquiera en la pista de baile y era eso lo que más me preocupaba.
Sé que yo fui quien le dijo que me dejara a solas y se aleje de mí hasta mañana, pero mientras más pensaba sobre las cosas que dije sin siquiera pensarlas, más me enojaba conmigo mismo por haber actuado de manera tan imprudente. Y ver a mis amigos divertirse mientras yo lo único que hacía era contagiar las malas vibras, tampoco ayudaba. Quería que se divirtieran sin necesidad de que se preocupasen por mí. Porque no habían dejado de tratar de animarme aunque sus intentos fueran en vano, sobretodo Jennie, quien me decía que me olvidara del tema solo esta noche y bailara. Cuando lo que no sabía era lo mucho que lo estaba intentando, y ni yo misma podía lograrlo.
Quería irme ya y hasta este punto, no me encontraba dispuesta a esperar que NamJoon viniese a recogernos porque sabría que sería dentro de otras horas más. Así que no paraba de darle una ojeada a mi móvil de vez en cuando, con tal de asegurarme de que no fuese demasiado tarde para poder tomar un taxi y desaparecer tranquila de la fiesta.
Pero lo único que me retenía hasta ese momento era mi mejor amiga, porque si no la conociera lo suficiente, estaría casi segura que no me dejaría ir por cuenta propia ni mucho menos sola.
Era por eso mismo que estaba esperando el momento perfecto para que desaparezca con TaeHyung y hagan dios sabe qué. Porque de ese modo no estaría pendiente de mi presencia y podría tomar el taxi lo más pronto posible.
La impaciencia empezaba a comerme viva mientras fingía divertirme y, cuando vi a JiMin regresar del bar con varias copas en mano, no dudé en quitarle uno y tomar todo de un sorbo. Por unos segundos, pude sentir el alcohol quemando mi garganta a medida que descendía y formé una mueca. Amargo. Muy amargo.
Todos me observaron atónitos y JiMin, como era de esperarse, comenzó a reírse escandalosamente mientras daba pequeños aplausos alrededor, emocionado.
—¡Yah! ¡Lisa! Mira qué traviesa eres, solo no te emborraches mucho y vive la vidaa. —las palabras salieron arrastradas de su boca y el olor a alcohol que percibí de su cuerpo me hizo arrugar un poco la nariz antes de asentir, siguiéndole el juego.
La verdad era que en toda la fiesta apenas había tomado tres vasos y podría decirse que me encontraba relativamente sobria y consciente de mi alrededor. Si era sincera, lo último que necesitaba en esos instantes era tomar porque mis ganas de ir aún se mantenía en pie y sabía bien que estando ebria no me ayudaría en lo absoluto.
—Lo sé. Me controlaré. —prácticamente grité en su oído por la música y él asintió, burlón. Observé de reojo como Jennie y TaeHyung comenzaban a besarse y la alarma para poder escaparme se encendió. Pero JiMin me retuvo y volvió a hablar en mi oído.
—¡Exacto! Solo espero que no estés tomando por culpa de WonHo. —sus labios formaron un puchero y no pude evitar reír. Cuando JiMin estaba ebrio siempre eran los momentos perfectos para burlarme de él y hacérselo recordar al día siguiente pero, hoy, sería la excepción. Porque cuando vi a mi mejor amiga y su novio comenzar a desaparecer por la multitud, fui alejándome poco a poco de JiMin hasta sonreírle.
—Nos vemos mañana JiMin, no llegues tarde a la escuela. —sus ojos me observaron y luego a su alrededor confundido. Sin poder burlarme de su reacción fui alejándome lentamente hasta escabullirme entre la multitud para llegar a la puerta de salida. Por fin pude sentir el viento de la noche azotar mi rostro y una lluvia terrible inundar las calles.
Mierda.
Se suponía que era verano pero el clima me estaba dando una mala jugada esta vez. Algunos estudiantes se encontraban fuera comiéndose las bocas u otros fumando, pero todos ellos lucían tan empapados que estaba casi segura que mañana se llevarían un buen resfriado.
Extendí una mano con tal de saber qué tan fuerte estaba, pero solo bastó con tenerla a la superficie tres segundos para que se empape totalmente y volví a suspirar.
¿Debería volver?
Negué. No pensaba volver a estar nuevamente preocupada y, si tenía que ser sincera, lo único que quería era resguardarme entre mis calentitas mantas y dormir las pocas horas que me quedaran. Además, si me quedaba era más probable que me encuentre con WonHo de nuevo y no sabría cómo reaccionar si lo veía con SungHye. Cerré los ojos ante la imagen y devolví mi vista a la lluvia.
Lluvia. Solo era lluvia. Si corría lo más probable era que apenas pueda mojar mi vestido ¿cierto?
Asentí ante la idea. Sí. No era nada del otro mundo.
Así que sin pensarlo más comencé a correr lo más rápido que mis tacones me permitieron hasta la carretera donde, muy para mi mala suerte, carecía de autos. El agua no tardó en empaparme hasta la médula y la ropa comenzaba a amoldarse aún más sobre mi cuerpo. La calle estaba casi desolada pero agradecía que fuera una zona segura, la fiesta se encontraba a tan solo unos pocos metros de mí así que no había nada que temer.
Sin embargo, el universo estaba conspirando en mi contra porque justo cuando pensé que las cosas no podrían ir peor, un trueno me hizo chillar y aferré las manos a mi pequeña cartera.
El cabello comenzaba a pegarse en todo mi rostro y maldecí al imaginar que seguramente mi maquillaje podría estar corriéndose. Hasta que pude visualizar desde lo lejos mi bendición.
Y era ese justamente un taxi que venía y se detuvo apenas alcé la mano.
Me adentré no sin antes memorizar la placa y dictarle mi dirección. Comencé a avisar a mis padres que ya estaba en camino y mordí mis labios al decirles que estaba viniendo por cuenta propia. Definitivamente me matarían apenas llegara pero ya estaba dentro y, en un caso hipotético de que me pudieran secuestrar, tenía en mi teclado marcado ya el 911.
Sí, así de precavida mi madre se había encargado de criarme.
Los minutos transcurrieron tranquilamente, y agradecí de inmediato cuando pude ver desde lo lejos el edificio donde vivía. Fui alistando el dinero y no tardé en dárselo apenas bajé del taxi.
—Gracias. —murmuré al señor de mediana edad hasta verlo desaparecer por la carretera. Estornudé al adentrarme en el lobby y maldije otra vez. Definitivamente mi madre iba a matarme.
Saludé cordialmente al señor de recepción y me dirigí al elevador. Las puertas no tardaron en abrirse y recibirme; entré totalmente tranquila pero, justamente cuando todo se cerró y me observé por los espejos que lo rodeaba, casi ahogo un grito al verme. Y es que ni siquiera me importaba en lo absoluto verme así frente a otros, pero cuando entrara a casa y mi madre me viera, recibiría el sermón de mi vida.
Las puertas del ascensor se abrieron y salí temerosa. Debía poner mi aspecto decente si no quería que mamá me matara con sus propias manos así que me detuve en la pasillo. Revisando en mi bolso si al menos tenía algo con lo que arreglarme. Saqué un pequeño peine que siempre llevaba por las dudas y un pedazo de papel higiénico en un intento de secarme los brazos. Mierda, mierda, mierda, realmente recibiría el sermón de mi vida entera.
La ropa estaba totalmente empapada y ni qué decir de los tacones que hasta ese momento estaban torturándome. Comencé a caminar hasta la ventana del pasillo y acerqué mi cabello en un vago intento de que se secara. Inmediatamente tiré mi bolso al suelo para abrir el labial y comenzar a retocar el maquillaje para al menos lucir decente hasta que escuché una voz a mis espalda, y por un momento juré sentir que el alma salía de mi cuerpo.
—No sabría decir si te estás arreglando para salir o arreglándote para entrar a tu casa. —llevé mi mano al pecho al ver a JungKook observarme de pies a cabeza sonriendo y el corazón casi abandona mi pecho. Ni siquiera noté en qué momento había botado mi espejo del susto hasta que él me lo extendió y parecía burlarse de mi reacción.
—¡Dios! ¡Casi me matas del susto! —chillé en su dirección totalmente pasmada y recibí el espejo. Incluso tenía la piel de gallina. ¿Desde qué tiempo había estado ahí? ¿Cómo era que ni siquiera lo escuché venir? — ¿Qué haces aquí?
Pregunté totalmente confundida y dejando el labial de lado. Con él cerca, ni siquiera sabría decir si podría hacer algo bien de los nervios que sufría.
—La verdadera pregunta es ¿por qué estás empapada y sin entrar a tu casa? Puedes agarrar un resfriado. —regañó como un padre a su hija y arrugué la nariz. JungKook observó disimuladamente las cosas desperdigadas en el suelo y luego detalló mis ojos que se desviaban de los suyos nerviosa. ¿Debería decírselo? ¿Si no lo hacía se lo contaría a mi mamá? Dudaba mucho que JungKook fuera esa clase de persona pero prevenir no me costaba nada.
—Yo... —mordí mi labio avergonzada y suspiré.— Fui a una fiesta y se supone que mi amiga debería regresarme a casa pero vine por mi cuenta y si mi mamá me encuentra así me va a matar.
Mi apuesto vecino comenzó a reírse y me miró adorablemente, como si estuviera tratando con una niña y, solo esta vez, no pude evitar sentirme pequeña a su lado. Lucía terrible y él, a pesar de tan solo llevar una camisa holgaba blanca y unos pantalones de chandal, se veía tan bien que me parecía una injusticia para mí y para el mundo.
—Estos problemas banales de adolescentes me parecen tan tiernos... —admitió, sin quitar la mirada de mis ojos y yo fruncí el ceño, ofendida. Bueno, tampoco era como si él hubiera nacido en los cincuenta como para ser un hombre completamente viejo y sabio.
—Sí, disculpe señor de noventa años porque esta pobre niña esté lidiando con problemas "tontos". —ironicé y su sonrisa incrementó. Por un momento vi el ademán de querer reírse pero lo impidió. Ni siquiera tenía idea de por qué él estaba despierto tan tarde ni cómo era que me había encontrado cuando la ventana estaba al otro lado del pasillo y los apartamentos, pero tampoco le tomé importancia.
—Sabes que no me refería a eso, Lisa. —y aunque quise ignorarlo, la manera y el momento en que dijo mi nombre fue suficiente para soltar una corriente eléctrica por mi cuerpo y estremecerme. Ni siquiera me había percatado de lo ronca y grave que sonaba por primera vez su voz hasta ese momento, y era extraño que me pareciera llamativo.
—No, realmente no sé a qué tratabas de referirte. —me crucé de brazos, pretendiendo estar molesta pero lo cierto era que me divertía llevarle la contraria a él cada vez que tenía la oportunidad.
JungKook me observó divertido y asintió lentamente, siguiéndome el juego.
—Que no me parecen tontos, solo adorables. Me hacen recordar esos años donde yo también era adolescente, nada más. —admitió cabizbajo, y fui asintiendo.
—¿Con que adorables, no? Claro, cuando mi mamá comience a gritar a los cuatro vientos sobre lo irresponsable que fui y no te deje dormir, seguramente te parecerá muy adorable. —JungKook esta vez rió y fue asintiendo levemente. Sus ojos formaron una fina línea que apenas hacía notar las pequeñas arrugas que se le formaban en la esquina de cada una y por un momento pensé que su sonrisa era lo único adorable en ese momento hasta que negué.
¿Qué me pasaba? Seguramente era el alcohol que estaba haciendo efecto.
De pronto, JunngKook comenzó a recoger las cosas que había dejado desparramadas por el suelo y ladeé la cabeza.
—Ven. —con su mano, hizo un gesto para que lo siguiera y confundida, obedecí. Pero me detuve en seco al ver que estaba dirigiéndose a su apartamento y él volteó, regalándome una cálida sonrisa.— Estás empapada y todavía se nota. Voy a darte unas toallas para que te seques y puedas ir a tu casa, Lisa.
Explicó tranquilamente y otra vez, una corriente se apoderó de mi cuerpo al notar lo amable que estaba siendo. No tenía sentido que desconfíe de él cuando la otra vez incluso fui yo quien pidió entrar a su casa y además, solo estaba tratando de ayudarme. Y tenía razón, debía ponerme decente si quería que mi mamá se tranquilice por lo menos un poco.
Así que asentí y apenas lo vi introducir la llave a su apartamento, entré con él por delante. Esta vez, las cosas que había presenciado desparramadas días atrás habían desaparecido. Su sala ya estaba terminada y limpia, las paredes también acabaron de secarse y las cajas eran inexistentes.
—Sí que has estado ocupado estos tres últimos días, ¿no, JungKook? —él entendió mi referencia y rascó su cabeza mientras asentía, tímido.
—Así es y una vez más, lo siento por el desorden de la otra vez. Acomódate en la sala que ya vuelvo con las toallas. —asentí cuando lo vi caminar por su angosto pasillo y desaparecer por ahí. No dudé en caminar rápidamente hacia el mueble y soltar un suspiro cuando mis pies por fin rogaron descanso. Había estado de pie casi toda la noche y esto realmente era un alivio para mi cuerpo, sin embargo, la nariz comenzó a picarme y justo cuando JungKook regresaba con toallas blancas estornudé otra vez.
Él se detuvo en seco al escucharme y de nuevo, esa mirada regañadora me recibió.
—Te lo dije. —canturreó y fruncí los labios.
—Lo sé, pero creo que no necesito otro sermón aparte del que mi mamá seguramente me dará. Sé que fui irresponsable, lo siento, JungKook. —murmuré indefensa. Después de todo siempre debía tener en cuenta que JungKook era mayor que yo y que debía tratarlo como tal. Él no era malo y había estado ayudándome estos últimos días, así que hablarle de mala manera no debía estar en mis planes.
Sin embargo, la mirada que él me regaló al escucharme fue totalmente contraria a lo que esperé. Y es que me sonreía vagamente, en sus ojos pude notar la emoción que al parecer tenía y la sinceridad con la que fácilmente hablaba. No tardó en tomar asiento a un lado mío, manteniendo una ligera distancia y extendiéndome la toalla para que pudiera secarme.
—No tienes por qué disculparte conmigo. Eres consciente de las cosas que haces y si tuviste que escaparte de una fiesta mojándote en el trayecto, debo suponer que nada bueno pasó esa noche ¿cierto? —asentí ante sus palabras y le regalé totalmente la razón. Incluso podía apostar que JungKook deducía mucho mejor que Jennie.
—No puedo negar algo con tanta lógica. —bromeé y lo vi sonreír.— digamos que esta noche no fue la mejor.
—Está bien. —se puso de pie al observarme y le seguí la mirada confundida, hasta que empezó a caminar hasta su cocina y agarras dos tazas.— Necesitas un poco de té para calentarte y no aceptaré un "no" por respuesta.
Sonreí ante su gesto y comencé a secarme. ¿Por qué era tan atento? Incluso me parecía irreal que alguien como JungKook me ofreciera sus cosas con total comodidad. Sus gestos se notaban tan atentos y sinceros que eran inevitables para encender mis mejillas de la vergüenza. Seguro a sus ojos yo solo era una niña muy despistada cuando él para mí era un hombre demasiado amable y encantador.
Volví a negar.
¿Encantador?
Dios... debía tomar el té lo más pronto posible para borrar el alcohol de mi sistema.
Hice una mueca al sentir mi vestido comenzar a humedecer por completo mi cuerpo y me envolví con una de las toallas. Frío. Mi cuerpo estaba muy frío y debía cambiarme pronto si no quería enfermarme.
No tardó más de diez segundos para que JungKook se acercase con dos tazas humeantes en cada una de sus manos y tomar asiento justamente a mi lado. Las dejó reposar en la mesa y volvió a observarme curioso, detallando con atención la manera en que tranquilamente pasaba la toalla por mi cuello.
—Gracias...
Murmuré apenas, tratando de apartar el cabello que se pegaba a mi espalda para así secarme por completo. Pero seguramente debería estar luciendo ridícula por el inmenso fracaso que resultaba.
Hasta que JungKook, al notar mi intención, me observó temeroso.
—¿Te ayudo? —hablo tan bajito y me estremecí por completo. ¿Acaso se estaba refiriendo a esa ayuda? Sus ojos no dejaban de detallar esa parte de mi cuello y, a pesar que mi cabeza comenzaba a repetirme que me niegue amablemente a su propuesta, había otra parte que me pedía a gritos aceptar. Y fue esa última la que ganó. Porque sin siquiera meditarlo, asentí lentamente, evitando mirar su ojos por la vergüenza.
Y pronto sentí sus manos acariciar mi espalda con suavidad para dirigirse mi cabello y alzarlo, la piel se me erizó a cada tacto y tragué saliva. Estaba tan cálido que encajaba perfectamente con lo fría que me piel se encontraba, y aunque había sido apenas un solo roce, se sintió como mucho más y no tardé en bajar la cabeza mientras que, con la toalla, comenzaba a secar mi espalda.
El silencio entre nosotros era apabullador pero no incómodo. Ninguno de los dos decidió que era mejor decir algo y tan pronto como terminé mi trabajo, él retiró su mano de mi cabello. Me dedicó una vaga sonrisa y deseé por que no notara el rubor que aún se incrementaba en mis mejillas.
De inmediato agarré la taza para tomar tan solo un sorbo y alejarlo de inmediato por lo caliente que estaba. Él comenzó a reírse por mi reacción.
—Lo siento, olvidé informarte que estaba hirviendo, por si no era obvio. —comentó burlón y yo me crucé de brazos, dejando la taza de lado. Comenzaba a creer que JungKook disfrutaba de molestarme.
—Sí, es que soy ciega y avisarme no estaba de más. —ambos sonreímos al unísono y el nerviosismo abandonó mi cuerpo. Estaba más cómoda ahora.— Por cierto... me olvidé preguntarlo en su momento pero, ¿qué hacías en la ventana del pasillo? Nadie frecuenta esa parte del piso.
JungKook sonrió al escucharme.
—Tal vez nadie lo frecuentaba porque eras tú la única que vivía en el último piso, Lisa. —bueno, no le podía negar eso. Definitivamente nada de lo que decía tenía sentido.— creo que es un buen lugar para pensar sin necesidad de salir a la calle ¿no crees?
Asentí ante lo último y estaba por responder algo más cuando la notificación de un mensaje proveniente de mi celular me hizo agarrarlo de la mesa dónde estaba. Y mi cara fue todo un dilema al leer que era de mi mamá.
mamá ♥
Lisa, ¿se puede saber dónde estás?
Ha pasado más de media hora desde que me has avisado que estabas en el taxi.
dime que está bien. 1:33 am
Abrí mis ojos como platos al leer por fin la hora y me paro de inmediato. Dios, ¿cómo es que el tiempo pasó tan rápido? Podía jurar que apenas había pasado cinco minutos en la casa de JungKook cuando claramente no era así. Y aunque fácilmente podía mensajearle y decirle que estaba bien, no me convenía preocuparle así que me puse de pie.
JungKook me observó divertido e imitó su acción.
—¿De nuevo te vas? —preguntó al recordar que casi todos mis incidentes con él siempre eran interrumpidos. Definitivamente uno de estos encuentros tenía que devolverle todos los favores que él siempre me daba porque sentía que un simple gracias no bastaba en lo absoluto.
Y sin embargo, esos favores que pronto le devolví serían el comienzo de mi perdición.
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Bueno, a partir de ahora, los capítulos que vienen serán intensos aaaaaaaaaaaaaaa
porque por fin descubriremos en qué trabaja jungkook, si saben a lo que me refiero ;)))))
una vez más, la actualización vendrá pronto y gracias por leerme <3
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