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((🌺))' OO3

grown up: secreto


Me quedé en silencio.

JungKook tenía veintiséis años.

 Y aunque algo dentro de mí me dijo que ya se lo veía venir, que era bastante obvio en realidad, aun así, no sabría decir si estaba sorprendida o decepcionada por saberlo. 

Es que, si era sincera, tenía que admitir que de tan solo ver la apariencia masculina y atractiva de JungKook fácilmente podías deducir que era un hombre adulto pero, una parte de mí, no pudo evitar sentir la desilusión. Definitivamente muy mayor. 

Me quedé en silencio, no sabía ni tampoco quería decir algo. JungKook pareció comprenderlo, y aprovechando el momento, me dirigí a la puerta de mi apartamento solamente para cerrar la puerta tras de mí, y volver donde él. Abrió su entrada por completo, regalándome el pase que no dudé en realizar. 

Y solo le bastó con que diera el primer paso hacia su estancia para visualizar las cajas de mudanza repletas por todo el suelo. Algunas vacías y otras sin abrir. Las paredes, tal como las mías, permanecían de color crema y el olor a pintura recién secada era difícil de ignorar. Si daba unos pasos más podría detallar con atención el pequeño sofá ubicado en su improvisada sala de estar y otro pasillo que se perdía en lo que supuse sería el baño y su habitación.

—Perdona el desorden, como verás, mi mudanza ha sido un caos total. —sonreí y negué. No se veía del todo mal como esperaba. Es más, incluso en su cocina las cosas estaban perfectamente organizadas y lucían mejor que la mía misma. Quise creer entonces que mi vecino disfrutaba o se le daba bastante bien la cocina, porque cuando volteé la cabeza para observar las ollas hirviendo, el delicioso aroma me invadió entera. 

—Descuida, he visto peores. —le aseguré, con total sinceridad. JungKook me correspondió la sonrisa, aún apenado y luego dio grandes zancadas hasta llegar a su cocina. Lo seguí por detrás, curiosa. La espátula que había estado colgando de su mano entró de lleno a la sartén para voltear los filetes mientras que agregaba una que otra especia.

Me detuve cuidadosamente a su costado, siempre manteniendo una distancia prudente. Pasaron bastantes minutos así, con la carne cocinándose, él diciéndome que le alcanzara algún que otros vegetal y explicándome, con total calma, lo que se debía poner. 

—Después, agregas la salsa y simplemente lo combinas. —sus ojos se achinaban y mantenía el semblante serio. Se le notaba completamente concentrado en su trabajo y yo dirigí con total atención la manera en que sus manos se movían con la espátula hasta que, sin siquiera darse cuenta, el movimiento ocasionó que la manga de su camiseta de alzara solo un poco. Y entonces sentí un nudo en mi estómago. 

Ahí, un poco más arriba de su muñeca, había tinta negra que contrastaba totalmente con su piel. 

Un tatuaje. O bueno, varios tatuajes que se repartían estatégicamente por todo su brazo de manera ascendente, perdiéndose en toda la manga que sí alcanzaba a cubrir. Lo observé embelesada, curiosa, y sin molestarme en disimular. Mis ojos se clavaron totalmente en sus brazos, tal vez por unos segundos que me parecieron eternos. Hasta que él, en una de sus explicaciones, volteó a verme, atrapándome en el acto. 

Me ruboricé de la vergüenza al darme cuenta que, una vez más, había sido demasiado entrometida.

—Lo siento. —admití, agachando la mirada. Definitivamente JungKook se había dado cuenta hacia dónde miraba tan solo unos segundos atrás y me maldije internamente por meter mis narices donde nadie me llamaba. 

—No pasa nada, Lisa. Tener tatuajes no es nada del otro mundo ¿cierto? —un tono cómplice denotó en sus labios y asentí lentamente. Me hablaba con ternura y total comprensión pero aun así, la timidez fue inevitable de no hacerse notar. 

JungKook tenía razón. A los largo de mi vida, había conocido muchos amigos que tuvieron tatuajes e incluso por un momento consideré la idea de tener alguno, sin embargo, que JungKook lo tuviera a su edad donde más denotaba madurez se sentía un poco... tentador.

Incluso podría decirle que los tatuajes le sentaban totalmente bien y que con ellos  parecía uno de esos fuckboys que solía ver en instagram. Me avergonzaba admitirlo, pero era como si aquello le hiciese el doble de atractivo o simplemente era la manera en que lo mantenía en secreto. Sí, bien, no podía negarlo, JungKook era terriblemente guapo.

—¿Y no te has arrepentido de algunos? Es decir, durante el año pasado consideré seriamente hacerme uno apenas cumpliera la mayoría de edad pero siento que me arrepentiría luego. —Y bueno, porque también WonHo odiaba los tatuajes ya que según él, no eran propios para gente formal. Aunque obvié esa parte porque no quería meter a mi novio en el tema de conversación. No después de que JungKook nos haya visto la noche pasada comiéndonos la boca. 

El castaño me miró enternecido como si mi confesión le hubiera parecido propio de una niña y lo odié por pensarlo. 

—Bueno, sí hay uno del que me arrepiento aunque los demás simplemente han dejado de importarme y los dejo estar. Es decir, solo debo cubrirlos cuando tengo que presentarme a una entrevista de trabajo porque los perjuicios parecen nunca desaparecer. —respondió con pesadez y asentí, comprendiéndole. En ese aspecto le daba la razón a WonHo por pensar de ese modo, sobre todo si los presentabas en lugares visibles. Pero habían algunos argumentos suyos de los cuales no concordaba en lo absoluto. 

Sin embargo, la curiosidad de saber cuál era ese tatuaje que terminó convirtiéndose en error no tardó en aparecer. Y mientras lo veía apagar finalmente la estufa, sonreí ansiosa. 

—¿Y cuál es esa? —JungKook fue despojándose poco a poco del delantal hasta quedar frente a mí y reírse de lo que sea que ocurría en su cabeza. Me miró unos cuántos segundos, estudiándome, y finalmente negó. 

—No querrás saberlo. —su tono me supo más a una advertencia que en su momento no tuve la oportunidad de captar. Pero que debí tomar en cuenta porque, de ser así, hubiera evitado el momento más embarazoso de la tarde.  

—¡Oh, vamos! —exclamé resentida.— ¿Cuál es la necesidad de dejarme en suspenso?

Una larga y sonora risa escapó de los labios de JungKook que no demoró en cubrir y observarme como si fuera un ser de otro planeta. La música era lo único que se filtraba por toda la estancia, dándole más intriga a su profundo silencio. Lo esperé, expectante, y él torció la boca. Prácticamente debatiendo consigo mismo en si mostrarlo o no. 

—Es que... no está cerca a mi brazo o algo y... —comenzó a excusarse, como un niño. Incluso por un momento ese gesto me pareció enternecedor, y olvidándome completamente de nuestra diferencia de edad, le hablé como si de mi amigo se tratase. Insistente. 

—No importa, estoy segura de que-

Y ni siquiera pude terminar cuando, JungKook cogió el dobladillo de su camiseta negra hasta empezar a alzarlo en un milisegundo. Me regaló una vista plena de su torso, y todo ocurrió tan rápido que mi reacción fue inoportuna. Mis ojos se abrieron como platos, cubrí mi boca como si hubiera visto un alma en pena, y la garganta se sintió seca de pronto. 

El abdomen de JungKook se encontraba tan bien trabajado y marcado que, diablos, no tardó en hacerme tragar duro por lo imprevisto. Todo lucía níveo, duro; esbelto, y me tomó una buena cantidad de segundos para finalmente poder darme cuenta de que, en una esquina de su costilla, oscilaba un pequeño nombre que podía ser casi imperceptible. 

Incluso si me hubiera gustado decir que aquel nombre era lo único que veía del resto, sería una vil mentira, porque juraba por todos los dioses del mundo que aquel tatuaje era lo último que mis ojos enfocaban. No pensaba pasar por alto esos abdominales que parecían asimilarse por un arte mismo y los ojitos curiosos que JungKook me regalaba al saber por donde vagaba mi mirada, me hizo reconsiderar la idea  de tirarme de ese piso para liberarme de tanta vergüenza que ya ni podía controlar.

—Lindo tatuaje. —respondí finalmente, con tal de aligerar el ambiente que había estado tornándose pesado. Algo en mi subconsciente me susurró la necesidad de tocar su piel para ver cómo se sentía, pero negué de inmediato, mirando a JungKook casi asustada como si tuviera miedo de que haya leído mis pensamientos. Jamás lo haría. ¿Qué me pasaba? 

—¿Por qué la cara? —preguntó. Sus dedos fueron directo al borde de su camiseta para bajarlo lentamente y decirle adiós a esa obra de arte. Al escucharlo simplemente me sonrojé muchísimo más que antes y él pareció notarlo, porque no tardó en observarme enternecido, pero yo, solo negaba repetidas veces. 

—Nada, nada. —respondí,  con tal de no querer verme más sospechosa de lo que seguramente ya lucía y carraspeé, cambiando el tema.—Bueno... ¿Se puede saber por qué te arrepientes del tatuaje?

Su boca se ensanchó y pronto comenzó a reír, cómplice de las cosas que sucedían en su cabeza. Ladeé la cabeza al no entenderlo y me di cuenta de que la estufa ya había estado hace rato apagada en el momento que JungKook volteó hacia la cocina y sacó dos platos. Dejándome bastante claro lo ignorada que me dejó. 

Fruncí los labios y agarré los cubiertos. Pero mi curiosidad no se fue. Es que, ¿Acaso solo planeaba mostrarme su pecho para luego evadir mi pregunta? No tenía sentido. 

Ambos nos sentamos en una pequeña mesa que parecía perfecta para uno pero que, al mismo tiempo, lograba ser suficiente para los dos. Nos colocamos uno frente al otro y pronto recordé aquel día en el restaurante, donde lo conocí por primera vez. Realmente me pareció gracioso que haya tenido la osadía de pensar que no me llamaría la atención cuando ahora estaba en su casa, curiosa por ese bendito tatuaje y compartiendo una comida juntos

Debía admitirlo, JungKook probablemente podría ser uno de los hombres más lindos que había visto en mi vida y todavía me parecía gracioso su forma de mostrarme amabilidad a pesar de haberme conocido. Aún no confiaba del todo en él, era cierto, sin embargo, podría decirse que me sentía cómoda y menos nerviosa a medida que hablábamos. 

Por primera vez le di el bocado al platillo y abrí mis ojos agradecida. No sabía si era el hambre que había estado aguantando desde la mañana o la manera en que lo vi cocinar, pero podía jurar que era de por lejos la cosa más deliciosa que haya probado alguna vez en mi vida. No tardé en darle otro segundo bocado para saborearlo más profundo y le sonreí suavemente. 

—Está deliciosa. 

JungKook me devolvió el gesto y negó, completamente modesto. 

—Claro que no, sé que hay muchos mejo...

—Ay, por favor JungKook, créeme cuando te digo que está muchísimo más delicioso a la sazón de mi mamá.—lo escuché reírse como una dulce melodía. Me encogí de hombros. En realidad no estaba mintiendo. Siempre había escuchado a las personas decir que sus madres tenían la mejor sazón del mundo entero cuando la mía apenas podía preparar algo sin que algo se le quemase, es decir, no le salía nada mal, pero cocinar claramente no era lo suyo y tal vez de ella lo había heredado. 

—En todo caso, gracias por eso. Tuve que aprender a cocinar para sobrevivir en Seúl.

Me hubiera gustado sorprenderme de saber que JungKook no era de Seúl sino fuera porque,  mi madre ya me había regalado esa información inconscientemente el día que lo conocí. Aunque claro, no pensaba contárselo por nada del mundo. Tal vez me haría ver muy acosadora y era lo último que buscaba. Así que fingí sorpresa, asintiendo poco a poco. 

—¿En serio? ¿Así que no eres de Seúl? 

—No, nací y crecí en Busan. —explicó tranquilamente y lo escuché, atenta. Busan se caracterizaba por ser la ciudad más veraniega de Corea, con una mar cálido y la soleada del atardecer, realmente era un lugar muy bonito para pasear y pronto recordé de mis vacaciones cuando era pequeña por allí. 

Estaba por comentar algo de mi infancia, extendiendo nuestra conversación, cuando escuché pasos resonar por el pasillo y pronto recordé que hoy era martes, día de la semana en donde papá salía más temprano y bastante obvio era ya que no me podía ver saliendo de la casa de mi vecino. Se podría malinterpretar de mil y un formas, y lo último que quería era que alguien se enterara. 

Me paré de inmediato, apenas había dado tres bocados al delicioso plato, pero lo único que debía hacer era correr y llegar a casa sin que nadie sospechara. Comencé a caminar hacia la cocina, con el corazón latiéndome a mil por hora. Pude sentir cómo JungKook me seguía con la mirada a cada paso que daba, pero sus ojos me importaron poco en esos momentos. El miedo comenzaba a invadirme entera. Debía ser rápida. 

—¿Sabes? Creo que fue un lindo almuerzo el que tuve contigo.—dije, más nerviosa aún cuando lo vi levantarse también, confundido. Agarré mi celular puesta en la mesa de la cocina y estuve ya tocando la manija.—Muchas gracias por no dejarme abandonada en el pasillo, prometo recompensártelo de cualquier forma. Gracias, en verdad, pero ya me tengo que ir. 

Le sonreí suavemente y sin esperar más me volteé de inmediato para salir y correr a mi apartamento sin ser vista por mi padre. Corrí con todas mis fuerzas hacia mi habitación y me encubrí con todas las frazadas que encontré, controlando mi respiración. No me había atrapado. No me había atrapado. 

Y como si la adrenalina en mi cuerpo no fuera suficiente ya, pasó tan solo un minuto hasta que mi papá abriera la puerta. Escuché sus pasos acercarse a mi pieza y prendí de inmediato la televisión, fingiendo un aspecto relajado. Me avisó que cocinaría y algo en mi estómago se revolvió al recordar la deliciosa comida de JungKook

Porque algo dentro de mí me dijo que nada se compararía al suyo. 

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uUuuU como que estás cosas ya se están volviendo menos aburridas hehe, poner a jungkook con tatuajes en la historia era algo que obviamente debía hacer porque le quedan preciosas :') sexc

se le aprecia cualquier comentario ah, gracias por votar, xfa no sean lectores fantasmas, no tengan miedo, prometo no hacerles daño unu 

en finnnnnn, mañana seguramente publico el otro capítulo, les pido que se fijen porque mi wattpad anda para el orto y realmente no da las notificaciones, me ha pasado con mis otras historias ya y es muy frustrante :( 

nos vemos <3

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