((🌺))' O1O
grown up: peculiar tarde
—Te lo dije Lisa, te dije que no te metieras con esa arpía.
—Lo siento por querer defenderte, entonces. —siseé de vuelta, escribiendo lo que se encontraba en el gran pizarrón. Es que era increíble, había sido suspendida por mi mejor amiga en cierta parte y ella, lo único que había hecho era regañarme como si fuera mi mamá.
—Sabes que ya te agradecí pero, en serio, no me gusta que hayas arruinado tu reputación por mi culpa, ¡estás suspendida! Tú nunca habías ido a detención siquiera. —me susurró, imitando mis acciones, escribiendo también con tal de que la profesora no sospeche.
Volví a suspirar. Definitivamente no podía quedarme ahí sin decirle al menos un poco la verdad.
—¡Lo sé! Pero tengo un plan, bueno, alguien me ofreció un plan para no quedar suspendida... o algo así, sinceramente, ni yo misma lo entiendo. —esta vez Jennie volteó a verme, dejó sus bolígrafos encima del cuaderno y frunció el ceño, interesada.
—¿Y se puede saber quién?
Hice una mueca. Se lo tenía que decir, o no me dejaría en paz en los pocos minutos que quedaba de las clases. Pero, la pregunta real era... ¿cómo?
Carraspeé, moviendo mi mano como para restarle importancia y después, evité su mirada. Se lo diría.
—El profesor Jeon...
Murmuré, tan bajo como me fue posible para que no me escuchara. Pero su rostro me lo dijo todo. Sus felinos y pequeños ojos se abrieron como platos, una enorme sonrisa acaparó todo su rostro lentamente y por un segundo me recordó a ese perezoso de la película zootopia. Su reacción era genuina, qué podía decir, era claro que no se lo esperaba en lo absoluto.
—¿¡Y por qué el profesor de matemáticas querría ayudarte!? Él ni siquiera tiene nada que ver con la detención. —volvió a susurrar, esta vez sin importarle en disimular que no estaba prestando atención a las clases.
Le hice un gesto rápido para que se calmara, aunque era claro que para ella eso era pedirle lo imposible. Esta vez se enderezó en su asiento, observándome atenta a que responda.
—Supongamos que nos conocemos... —de nuevo, otra sonrisa escapó de los labios de Jennie.
—Nunca me dijiste que te conocías con el profesor y debería estar molesta contigo mismo ahora, pero estoy más intrigada así que sigue. —reposó su mentón en la palma de su mano y solté una risa ahogada. Definitivamente Jennie era un caso perdido.
—Nos conocimos antes de que la escuela comience Jennie, ni siquiera tenía idea de que iba a ser mi profesor. En fin, cuando entré al despacho del director lo encontré ahí y escuchó nuestra pelea. Después se me acercó y dijo que podría ayudarme, así que me encontraré con él hoy en salida. —respondí, con calma, obviando la parte donde claramente él era mi vecino. Aún no estaba preparada para eso, y tenía que contárselo a JiMin también, así que preferí tenerlo en secreto por unos días más.
Su reacción de niña emocionada, como si le hubieran dado el regalo que había estado pidiendo por semanas, surcó en todo su rostro. Por poco y soltaba un gritito de no ser porque aún estábamos en plena clase y me parecía un milagro que la señorita Choi aún no nos haya regañado. Tal vez el mundo se estaba compadeciendo de mí.
—¡Por Dios! ¡Eres toda una casanova Lisa! —susurró, empujando levemente mi hombro y no pude evitar sonreír, negando fervientemente.
—¿Dijiste casanova acaso? ¿Cuántos años tienes? ¿Cuarenta? —su sonrisa fue borrándose lentamente de su rostro, fingiendo estar seria y luego agarró lentamente sus bolígrafos, retomando la clase.
—Jaja, muy graciosa Lisa. Ahora copia si no quieres que la maestra nos atrape. —asentí, obedeciéndole cuando, como si hubiera recordado algo importante de pronto, se detuvo y volteó nuevamente hacia mí.— Espera...
—¿Qué? —pregunté, confundida. Ella entrecerró los ojos y me estudió de pies a cabeza.
—¿Qué hay de WonHo? —fruncí el ceño, sin entender a lo que se refería.
—¿Qué pasa con él?
—¿Vas a dejarlo para estar con el profesor? —esta vez fui yo la sorprendida. Observé a mi mejor amiga totalmente horrorizada, como si hubiera cometido alguna clase de asesinato serial, y comencé a negar rápidamente con la cabeza.
—Solo somos amigos, Jennie... Es más, ni siquiera sé si es mi amigo... ¡Apenas lo conozco! —confesé en un susurro. Pero ella asintió, con esa expresión que prácticamente me decía que no se había creído en lo absoluto todo lo que había dicho. No dijo nada, pero dios, en su rostro estaban todas las palabras que prácticamente se resumía en un "sí, claro".
Estaba por decir algo más, cuando el timbre de salida se escuchó, y todos los alumnos comenzaron a alistar cada pertenencia. El corazón me latió a mil por hora de tan solo ser consciente que me encontraría con el profesor Jeon y Jennie, como si leyera mi mente, mientras iba poniéndose de pie para guardar sus cosas, me sonrió.
—Todo va a ir bien, Lisa. Solo no te enamores mucho.
—Créeme que no. —respondí, firme. Y dejando mi asiento a un lado, agarré mi teléfono con tal de dejarle un mensaje a mi novio. No quería preocuparlo.
WonHo ❤️
Woonie, hoy no me esperes en salida,
me quedaré un rato porque estoy castigada
supongo que Jimin ya te contó todo
cuídate mucho<3
Satisfecha con lo que había escrito, guardé el móvil en mi mochila sin esperar respuesta. Me despedí a Jennie, caminé hacia alguna máquina expendedora de café y pedí un americano. Con la bebida en la mano, finalmente me encaminé hacia la famosa azotea.
En realidad nadie usaba ese espacio porque siempre estaba con candado, pero supuse que JungKook habría pedido la llave o algo así con tal de que ambos pudiéramos encontrarnos. El corazón me latía rápido a medida que iba subiendo las escaleras, yendo en dirección contraria a todos los alumnos que bajaban para dirigirse a sus casa.
Y cuando finalmente estuve en el último piso, el olor a pintura y polvo no se me hicieron de esperar. Nadie usaba esa área y realmente no entendía bien el por qué. Yo siempre tuve la idea de que había estado siempre en perfectas condiciones de uso.
Pero dejé el tema de lado, abrí una de las puertas del pasillo y luego me adentré a otro salón más. Hasta que encontré las escaleras para llevarte a la azotea y, antes de subir, respiré hondo.
Como esperaba, la vista plena de algunas calles no se me hicieron de extrañar, el viento azotando en mi rostro con firmeza y los pequeños muebles que se encontraban debajo de una linda carpa de madera me hicieron confirmar que, efectivamente, JungKook aún no había llegado.
Tomé asiento en uno de los muebles, sacudiendo el poco polvo que tenía y le di el primer sorbo a mi café. Sin embargo, justo frente mío noté un espejo mediano y no pude evitar revisarme con tal de ver mi estado. La blusa con la que SooJin había derramado todo su milkshake de chocolate aún seguía ahí, mi pecho estaba manchado prácticamente del color marrón. Y en mi falda habían pequeñas gotas que ya casi ni se notaban. El cabello por suerte estaba intacto, y dejando mi mochila descansar en el suelo, acomodé algunos mechones.
—Veo que eres puntual... —una voz a mis espaldas que supe reconocer bien me hizo voltear casi al instante. Y aquel pulso en mi cuerpo aumentar. JungKook ya no llevaba más la corbata ni tampoco su saco, en cambio, solo mantenía su pulcra camisa blanca y esos pantalones negros siendo justamente adornados con su cinturón de cuero. Fue dando leves zancadas hasta quedarse frente mío, y sin esperar más, me extendió una bolsa de cartón.— Hola, por cierto.
Fruncí el ceño, recibiéndolo con cuidado pero sin abrirlo aún.
—Hola... —murmuré, y con mis ojos señalé la bolsa.— ¿Qué es esto?
—Ábrelo. —JungKook esbozó una pequeña sonrisa. Todavía confundida, le hice caso, y apenas saqué el contenido, mi estómago se revolvió de una manera extraña. Era una camisa blanca, de hombre claramente.— En realidad planeaba comprarte una nueva blusa, pero al parecer no puedo salir de la escuela en horas de trabajo. Así que agarré la camisa que tenía guardada en mi casillero.
Parpadeé.
Era su camisa.
¡Y me la estaba dando!
Aun si trataba de mantener mis gestos neutrales a medida que él iba hablando, realmente se me hacía imposible. Ni siquiera WonHo en todo el tiempo que llevábamos me había dado alguna cosa suya y ahora JungKook con tan solo días de conocernos ya lo hacía. Definitivamente era impredecible.
Y por nada del mundo pensaba aceptarlo. Así que le extendí la camisa de vuelta, sonriendo vagamente.
—Muchas gracias pero creo que no la necesito, estoy bien así. —respondí, tratando de mantener la calma. Pero entonces él sonrió aún más, devolviéndome otra vez la ropa.
—Sabía que dirías eso y sabes bien que yo no lo voy a recibir. —su respuesta fue simple, como si ya tuvieras las palabras mentalizadas y yo volví a negar.
—De nuevo, gracias pero...
— Lisa, no hagas eso. Sabes que tu cuerpo está meloso y mojado por lo que te echaron, solo cámbiate rápido, ¿quieres?
Fruncí el ceño esta vez. Aunque me lo haya dicho con buenas intenciones, yo me puse a la defensiva. Y es que, ¿cómo no hacerlo? ¿acaso él estaba insinuando que me cambiara frente suyo? ¿Que le haga caso la pie de la letra? Mantuve la camisa entre mis manos, pero lo alejé de mi cuerpo.
—Primero, no me digas qué hacer y segundo, si te dije que no lo quiero es porque no lo quiero, deja de insistir. —le respondí, totalmente tajante. JungKook suspiró al escucharme y negó lentamente con la cabeza, como si yo no tuviera remedio alguno. Eso me molestó aún más, ¿qué le pasaba?
—Eres tú la que está exagerando todo. Solo quiero que estés y te sientas cómoda porque esa mancha en tu ropa se ve molestosa.
Respira, Lisa, respira....
No quería discutir con JungKook ni de lejos. Tal vez él tenía razón, estaba exagerando todo pero, el que me lo haya dicho de ese modo sí que hacía doler mi orgullo un poco. Ya no podía negarme, el hecho de que haya mencionado que mi cuerpo se sintiese empalagoso me hizo dar cuenta de que sí y que me había hecho sentir incómoda durante todas las clases. Así que me rendí, y asentí lentamente.
—Pero no creas que te dejaré verme. —advertí, apuntándolo con un dedo. JungKook volvió a sonreír, aliviado porque haya decidido llevar la fiesta en paz y alzó ambas manos, en gesto de inocencia.
—Tampoco pensaba hacerlo. Era obvio que me iba a voltear. —canturreó, dando pasos sobre su eje para darme la espalda.— Pero contaré hasta treinta, ese es mi punto de espera.
—¡Hey! Eso no-
—Uno...
—¿En ser-
—Dos...
—Idiota. —murmuré para mis adentros, desabotonando mi blusa con prisa.
—Tres... y te escuché.
La sangre subió a mis mejillas pero no respondí nada, en cambio, fui quitando la blusa por completo de mi cuerpo y solté un pequeño jadeo cuando el viento azotó mi piel descubierta. No tenía sentido, se suponía que estábamos en verano pero parecía más invierno que cualquier otra cosa.
JungKook seguía contando, así que sin esperar más agarré su camisa, abotonando con cuidado y en el trayecto, aspirando ese aroma de flores que desprendía cada centímetro de ahí. No iba a mentir, olía delicioso.
Y para cuando llegó a treinta yo ya había terminado con mi trabajo. Esperé a que volteara, acomodando su enorme camisa en mi cuerpo que me llegaba hasta los muslos, me quedaba prácticamente como un vestido y por poco tapaba también mi falda. JungKook finalmente volteó, me observó de pies a cabeza y esbozó una pequeña sonrisa. Esa simple sonrisa que podía matar hasta al más inmortal de la faz de la tierra. Evité mirar sus ojos casi por instinto.
—Te ves adorable. —confesó.
Mis mejillas se calentaron al instante pero no dije nada. ¿Me había dicho adorable? ¿¡A mí!? ¿Es que esto era alguna clase de sueño o algo por el estilo? Carraspeé, con tal de evitar su comentario y caminé hasta el pequeño mueble para guardar mi blusa en la mochila.
—Entonces... ¿qué clase de ayuda tienes para mí? —me mantuve de pie, caminando hasta quedar frente a frente con JungKook y sostener mi café. Le di un segundo sorbo, como para restarle importancia al asunto aun si estaba desesperada por saber la respuesta.
—¿Pues tú qué crees? Voy a ayudarte con tal de que no te suspendan. —una sonrisa llena de sorna escapó de sus labios, dejó reposar las manos en su cintura y acomodó algunos mechones de su cabello. El alivio me invadió viva al escuchar lo que yo había intentado deducir en su secuestro al cuarto de limpieza, y no tardé en sonreír, como si él se tratase de alguna clase de ángel.
—Gracias, gracias, gracias... —murmuré tan rápido como mis labios me permitieron y JungKook, encantado por mi reacción, asintió totalmente complacido. Después fruncí el ceño. Seguía sin entender algo del todo.— Pero espera... ¿cómo harás eso?
Y como si él hubiera esperado esa pregunta de mi parte, sonrió ladino antes de cruzar los brazos y adoptar una postura más relajada. De nuevo, acomodó su rebelde flequillo y lo llevó para atrás, viéndose de por sí más atractivo de lo que en realidad ya era. Tragué saliva. ¿Es que acaso no sabía lo que provocaba? Seguramente sí, y era por eso mismo que lo hacía.
—Digamos que el director Seo me debe muchos favores, porque en realidad sí lo hace. —movió su mano izquierda con tal de restarle importancia.— En fin, no me molestaría gastar uno de esos favores para permitir que no te suspendan.
Dios, realmente traté con todas las fuerzas del mundo no correr para abrazarlo de la emoción que sentía.
Pero como dije, traté. Porque en menos de dos segundos envolví mis brazos en sus hombros y reposé mi rostro en su cuello. Definitivamente estaba traspasando la confianza que yo misma me había propuesto mantener con él, pero si era honesta, me importaba una mierda esa confianza cuando él me iba ayudar, y creo que un abrazo era lo menos que podía hacer.
Pude sentir por un momento su cuerpo tensarse de pies a cabeza, seguramente sorprendido por mi acción pero después, sus manos no tardaron en corresponderme el abrazo, descansando en mi espalda. Duramos pocos segundos así cuando finalmente me dije que era mejor separarme, retrocediendo apenas un paso.
—Gracias pero, ¿por qué lo haces? Sé que debo devolverte todos los favores, a este paso, seguramente mis favores superan al mismo director Seo. —intenté bromear, haciendo a JungKook reír tan solo un poco. Pero en verdad iba en serio, era increíble que apenas lo conocía doce días y ya le debía mucho más que a cualquier persona en mi vida.
—¿Estás segura de que quieres devolverme los favores? —asentí sin pensármelo dos veces. ¿Que si estaba segura? Claro que sí, segurísima. Él entonces me regaló una sonrisa cómplice, como si hubiera esperado años para esta respuesta.— Bueno, en realidad todos esos favores pueden reducirse en uno solo si gustas...
—Por supuesto, dímelo. Es lo menos que podría hacer. —respondí totalmente sincera, esperando curiosa por su trato. JungKook me observó con ternura, y después alzó solamente su dedo índice. Quise entender a qué se refería cuando él, respirando hondo, me lo dejó en claro.
—Una cita.
Me quedé en blanco, procesando la información por leves segundos, y después mi reacción fue genuina.
Espera, ¿qué?
¿Había escuchado bien acaso? ¿JungKook me estaba ofreciendo una cita? ¿Es que esto no se trataba de alguna clase de mundo paralelo? La idea de por sí me parecía sorprendente y seguramente mi rostro fue todo un dilema a juzgar por la risita que JungKook soltó al verme. Tragué saliva.
—¿Estás bromeando? —pregunté, aún en mi trance y él negó entretenido.— p-pero yo tengo novio...
Cierto. Yo tenía pareja por dios, por poco había borrado a WonHo de mi mente y me sentí realmente culpable. WonHo nunca había sido celoso, pero vamos, comentarle que tendría una cita con el profesor probablemente lo desencajaría por completo. Yo no podría hacer eso, no me vería capaz.
—No me refería a una cita sentimental Lisa, sino más como una salida... entre amigos. —asentí lentamente. Amigos. JungKook quería salir conmigo como amigos, así como yo a veces salía con JiMin. Eso no tenía nada de romántico ¿cierto?
Y aunque fácilmente tenía la opción de negarle, sinceramente, pedirle eso a mi orgullo se resumía en un rotundo no. Como había estado diciendo en los últimos días, JungKook realmente siempre estaba ahí para salvarme la vida en mis momentos más cruciales y no quería quedarme con el sentimiento de la deuda. Si con una cita le pagaba todo, entonces sí estaba dispuesta a aceptarlo. Además, como él mismo había dicho, solo era algo entre amigos, no era como algo pasara de pronto. Mi mente solo disfrutaba de crear tonterías.
Suspiré.
—Bueno, si lo pones así, no veo por qué tendría que negarme. —ambos sonreímos y seguidamente, JungKook comenzó a caminar hasta el mueble para recoger mi mochila y colgarla en su hombro, dirigiéndose a la puerta. Fruncí el ceño, siguiéndolo lentamente por detrás. —¿Adónde vas?
Pregunté, deteniéndome en la puerta. JungKook volteó a verme como si lo que estuviera haciendo no fuera obvio ya pero yo estaba perdida y él definitivamente era pésimo para explicarse bien.
—A casa.
—¿A casa? —JungKook volteó, acomodando aún más la mochila en su hombro y me dedicó una mirada incrédula. Hasta podría decir que cansada.
—Lisa, técnicamente los dos vivimos juntos así que si piensas que te dejaré ir en bus, créeme que estás muy equivocada. —el tono de su voz se reflejó firme, como si estuviera indispuesto a dar el brazo a torcer. Y estaba dispuesta a defenderme, pero suspiré. Si tenía que ser honesta, me daba mucha flojera ir hasta el paradero y esperar media hora para un bendito bus. Y JungKook ya se veía bastante cansado por mis constantes rechazos que esta vez, me fue imposible no ceder. Tal vez para regalarnos una tregua mutuamente.
De todos modos, saber que JungKook y yo iríamos juntos me ponía ansiosa de cierto modo. Nerviosa más bien.
No dije nada, y mi gesto fue como señal de afirmación para él, porque entonces comenzamos a caminar otra vez. Yo, seguía sus pasos por detrás, y cuando estuvimos a punto de bajar las gradas, lo detuve.
—Espera... —JungKook volteó a verme sobre sus hombros. El miedo me recorrió de pies a cabeza, y respiré hondo, buscando tranquilizarme.— No pueden verme contigo... va a notarse muy extraño, mucho menos si cargas mi mochila y yo... yo tengo tu camisa.
Carraspeé, removiéndome incómoda. Era cierto que el timbre de salida había sonado hace varios minutos ya, pero eso no aseguraba que todos los alumnos se hayan ido. Tal vez algunos podrían estar merodeando por los pasillos y si llegaban a verme con el profesor Jeon, yo moriría de la vergüenza. No quería malentendidos.
Él me sonrío, hasta podría decir que casi con un deje enternecedor. Pero ni siquiera le tomé importancia. Todo esto seguía siendo extraño para mí.
—No te preocupes, estoy seguro de que ya no hay alumnos por la-
—Aun así, es mejor prevenir. —le corté de tajo. JungKook estaba arriesgándose mucho con el tan solo hecho de estar tan cerca a una alumna, mucho más si era un profesor nuevo. Y bueno... aparte de eso, lo último que quería buscar ahora era meterme en más problemas.
Así que no tardé en quitarle mi mochila, la colgué en mi hombro y caminé a pasos rápidos, generando bastante distancia con él.
—Lisa, no hagas eso, te ves...
—¿Ridícula? Bueno, no es como si no me hubieras visto así ya. —intenté bromear, pero su rostro se mantuvo serio. ¿Y ahora qué le pasaba?— Te espero en el estacionamiento, ¿está bien?
Pregunté, sin esperar una respuesta de la cual obedecer, porque de todos modos no tomaría en cuenta su decisión. JungKook se mantuvo inexpresivo, asintiendo lentamente y me dio la espalda, perdiéndose entre los pasillos. Se notaba resentido... ¿pero por qué? era absurdo, yo no había hecho nada malo. Tal vez solo había visto mal.
Caminé tranquilamente hasta llegar al gran estacionamiento de la institución. Normalmente donde todos los profesores dejaban sus autos ahí porque bueno, ningún alumno tenía la edad suficiente para conducir. Me detuve abruptamente una vez estuve ahí, no tenía idea de cuál podía ser su carro y sentí que parecería muy descarada si me ponía a buscarlo. Solo debía esperar a JungKook.
Pasaron apenas dos minutos cuando por fin me alcanzó, con las llaves en su mano. Ahora, me sonreía débilmente, presionó la alarma de su carro y la señal se escuchó justamente en una esquina de todo el recinto. Seguí a JungKook con cautela, cuando se detuvo abruptamente en su vehículo. Yo pasé de ver su espalda al carro, y por poco mi quijada caía hasta el suelo de la impresión.
No, eso no era un carro común.
Era el auto más lujoso que había visto de cerca en toda mi vida. Y no es como si fuera una fanática de los carros pero vamos, no saber reconocer uno bueno y lujoso me parecía absurdo. Su cuerpo rodeó el lindo audi azulino para llegar a la puerta del copiloto y abrirla.
—¿Entras? —me preguntó aunque bastante claro estaba ya que lo iba a hacer. Me senté con el mayor cuidado posible, como si mi mera presencia estorbara al hermoso carro. JungKook me cerró la puerta, rodeándolo, hasta que se metió al asiento de piloto. Tragué saliva, mirando el interior embelesada.— Lisa, si sigues así, estoy bastante seguro de que te entrarán moscas a la boca.
Se burló, travieso y yo me enderecé, intentado permanecer seria.
—Perdón... pero es un auto muy bonito ¿sabes? —admití sin vergüenza. Pero es que intentar negarlo sería una falta de respeto. Él rió bajito, encendiendo el motor que en menos de un segundo rugió con fuerza, estremeciéndome. Su lindo audi deportivo encendió las luces y, antes de que JungKook pusiera el auto en marcha, volteó a observarme.
—¿Te han dicho que a veces eres muy... diferente? —fruncí el ceño. No lo entendí en lo absoluto, y él lo notó, por lo que no tardó en terminar de explicarse.— Es decir, seamos honestos, tu mamá tiene todo un edificio de departamentos y... esta escuela no es conocida por ser económica precisamente. Eso me hace pensar que tienes mucho dinero, ¿o me equivoco?
Hice una mueca involuntaria. Me molestaba siempre tocar ese tema.
—Bueno... tienes razón, pero aun así, quiero creer que ese dinero no me pertenece. Si voy a conseguir algo, creo que lo prefiero bajo mis propios logros y no por prestigios. —de nuevo, JungKook me sonrió, con un ligero destello que me pareció de orgullo pero lo pasé por alto. Imposible.
—Concuerdo totalmente.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro