((🌺))' O13
grown up: duda
—Lisa, te lo voy a preguntar una vez más. —me encontraba sentada en la cafetería junto a JiMin y Jennie. Comíamos tranquilamente, o bueno, yo ya no.
Porque desde que le había comentado a Jennie y JiMin lo que pasó con JungKook, aprovechando el momento donde solo éramos los tres, sus reacciones habían sido más de las que esperaba. Ambos me miraban, casi como si ya se lo hubieran visto venir y realmente no entendía el porqué. No sabía si era bueno o malo.
JiMin entonces apartó la bandeja de su alimento, reposó los codos sobre la mesa y frunció el ceño, respirando hondo en el acto.
—Por favor, dime que no hiciste lo que creo que hiciste. —replicó él, observándome con terror. Pero solamente pude cruzarme de brazos, les había contado absolutamente todo, creí que mi punto de vista quedaría bastante claro ya.
Jennie entonces se le unió, con la mirada regañadora que siempre me regalaba cuando hacía algo mal. Sin embargo, esta vez no entendí a qué venía ese gesto.
¿Acaso había hecho algo mal? Estaba segura de que no. Y con la voz totalmente segura, los miré desorientada.
—Les acabo de contar con detalle lo que hice el domingo. No entiendo a qué te refieres. —dije esta vez, de verdad, porque sinceramente no lo entendía. JiMin me observó con desesperación y después suspiró. A estas alturas, rendido.
—Dime que no rechazaste al profesor JungKook. —esta vez dijo Jennie, aterrorizada. Hice una mueca involuntaria, me avergonzaba que lo dijeran de ese modo.
—Bueno, técnicamen-
—¡No puedo creer que rechazaste al hombre esculpido por los dioses! —explotó mi mejor amigo. Llevó las palmas a su frente, añadiéndole más drama a la escena.— Ah, es que de verdad no te creo esta, ¿¡qué pasó por tu cabeza al hacerlo!?
Me quedé callada. No sabía si sentirme ofendida o molesta con ambos. ¿Acaso yo tenía la culpa? ¿¡Acaso yo era la mala aquí!? ¡No tenía sentido! JiMin definitivamente solo dejaba llevarse por los aspectos.
Saqué la mejor mirada asesina que tenía para regalársela y que entendiera mi mal humor. Pero al parecer poco le importó, porque seguía igual de dramático, como si el dolido fuera él.
—Lisa, sé que somos mejores amigas y que te apoyo en todo pero... —sus manos comenzaron a moverse de manera nerviosa, observándome con un temor que ciertamente no entendí.— ¿estás segura de tu decisión? ¿No crees que fue un poco... apresurado?
Sí. Ahora sí estaba muy ofendida. Aparté mi bandeja también de un manotazo y puse mi mejor cara de seriedad. Aunque todo fracasó a los dos segundos, porque me veía más desesperada que molesta.
—¿¡Apresurada!? ¿¡Vas a decir que yo fui la apresurada!? ¿Es en serio? —espeté de mala gana. Que ellos me dijeran si mi decisión había sido correcta me molestaba demasiado, porque, a decir verdad, ni siquiera yo misma sabía con certeza si realmente lo fue. Y me asustaba.— Además, no hace falta recordarles que apenas conozco a Jung... al profesor Jeon, y que además tengo novio. No puede ir y decirle a sus alumnas que quiere intentar algo con ellas tan directamente a los pocos días. Se supone que deberían estar de mi lado.
La última frase salió casi que dolida de mis labios. Porque bueno, yo era pésima para disimular y ellos me conocían bien. Miré a Jennie, que comenzaba a entrar en pánico por verme ligeramente triste y después a JiMin, que ahora en sus ojos destellaba la culpabilidad.
—Pero tú no eres cualquier alumna, Lisa. ¿Es que ya te olvidaste? El profesor Jeon te dijo que quería invitarte a salir incluso antes de saber que eras su alumna. —la pequeña sonrisa de mi amiga se elevaba ligeramente, como si quisiera explicármelo con tranquilidad.
Me quedé pensando. Bueno, en eso tenía razón, pero mis temores seguían intactos.
—Y por si fuera poco, tú dices desconfiar de él por no conocerlo cuando el profesor Jeon te ha reiterado que quiere que se conozcan, ¿o me equivoco? —fue esta vez el turno de JiMin para hablar. Y otra vez, la sola idea de que tuvieran razón, hacía de mis nervios revolverse de una forma inexplicable.
—Lisa, no me digas que tienes miedo. Porque de tan solo ver tu rostro de cachorro perdido debo asumir que sí. —mi respiración se aceleró y dejé la vista en el suelo.
—Él... él es muy mayor para mí ¿de acuerdo? —y aunque estaba segura de que prácticamente lucía patética con mi barata excusa, Jennie ya sabía de antemano mi real respuesta. Sí. Tenía miedo.
—Salir con el profesor Jeon no te hace mala persona, que sea mayor ni siquiera es relevante hoy en día, y por tu rostro, sé que tú también quieres.
Mi rostro se incendió del peor rojo jamás existente en mi vida. Sentía como si hubieran descubierto mi secreto más oscuro, expuesta, totalmente avergonzada y con las ganas de correr ya mismo. Ni siquiera pude ser capaz de ocultarlo, JiMin y Jennie sonrieron al unísono, aclarando las dudas. Pero yo, yo solo podía sentirme culpable.
—¿P-por qué me dicen esto? —pregunté, sin encontrar la razón aún.— WonHo puede venir en cualquier momento y-
Entonces, como si bastara con mencionar su nombre, mis dos amigos me observaron preocupados, alarmados y... culpables.
Fruncí el ceño de inmediato, sin entenderlo del todo. Sus reacciones instantáneas solo me confirmaron lo que ya sabía de antemano, que algo no andaba bien desde el primer momento, cuando Jennie pidió que me reuniera solo con ellos dos en la cafetería. Porque verlos así, reaccionando con esos gestos, me causaban una preocupación que esperaba fuera innecesaria.
Hoy más que nunca no iba a tratar de ser paranoica, debía llevar las cosas con calma y evitar hacerme ideas erróneas. Suficiente había tenido ya con lo ridícula que me vi aquella noche en la fiesta.
Sin embargo, a pesar de que tratara de mantenerme serena, sus rostro no me ayudaban en lo absoluto a decir verdad. Era como si mi corazón de antemano supiera que no vendría algo bueno de aquí y actuara en forma defensiva. Estaba por decir algo, el silencio me estaba desesperando hasta que, Jennie, atemorizada, tragó saliva y sonrió débilmente.
—Hablando de eso... h-hay algo que debemos decirte, Lisa. —de pronto, su sonrisa tambaleaba e iba desvaneciéndose. La esperé, expectante, con una mala sensación acumulándose ya en mi estómago. Jennie nunca estaba nerviosa de no ser porque algo grave ocurría.
—¿Y bien? ¿Qué deben contarme?
—¿Recuerdas la noche donde encontraste a WonHo y SungHye? —comenzó a preguntar, como si buscara llevar la cosas con calma, una calma que a estas alturas iba desapareciendo en mí. Asentí lentamente, sin entender a qué venía esto.— B-bueno... JiMin te dirá el resto.
El mencionado observó a la castaña como si quisiera asesinarla con la mirada y estaría riéndome, de no ser porque sabía que su tema de conversación no era buena. Mucho menos si se relacionaba a mi novio.
—Está bien, seré directo, Lisa. Tú eres nuestra mejor amiga, y sabes que no haríamos ni inventaríamos nada para hacerte daño ¿cierto? —sus palabras oscilaban un pequeño destello de inseguridad y no se me pasó por alto. Asentí lentamente, asustada ya. Entonces JiMin suspiró, clavando sus ojos en los míos.— Esa noche, cuando te fuiste y me dejaste solo en la pista de baile, yo estaba un poco ebrio y quería tomar un poco de agua para relajarme. Así que sí, la mejor idea que se me pudo ocurrir fue ir al baño. Y cuando abrí la puerta, entonces a tu novio y SungHye... besándose.
Me quedé en silencio.
Parpadeé tres veces, asimilando la información.
Y luego exploté.
Pude sentir mi corazón contraerse rápidamente, mis ojos comenzar a escocer y el estómago revolverse de una forma instantánea. Mi respiración era agitada, y probablemente debería echarme a llorar pero, lo que más me sorprendía, era que de algún modo lo veía venir. Y dios, cuánto odiaba saberlo.
Aunque si lo pensaba bien, odié más no estar tan afectada como se supone que debería estarlo. Estaba afligida, sorprendida, triste, melancólica. Pero no estaba dolida. Quería estarlo, quería echarme a llorar como una loca dramática porque me daba más miedo no reaccionar así. Los ojos apenas me escocían, era tan leve que parecía patético. Mi corazón mantenía sus latidos normales, algo afligido, pero no me dolía como mil infiernos. Y yo, yo simplemente mantenía el rostro inexpresivo, preocupándome más por el hecho no de haber reaccionado a asimilar que el novio que creía más tierno y perfecto era el que terminó engañándome.
La cabeza comenzaba a marearme, porque las miles de preguntas que se resumían en un ¿realmente lo querías? orbitaban por mi cerebro. Y quería creer que sí, es decir, antes de ser novios WonHo había sido un gran amigo para mí.
¿Sería que tal vez siempre lo viste como un amigo?
Negué frenéticamente. Eso no podía ser posible... ¿cierto?
Sin embargo, lo peor de todo fue cuando JiMin y Jennie lo notaron. Me notaron, y ellos sabían mejor que nadie cómo reaccionaba a momentos como esos. Me había sucedido ya con HoSeok. Y comenzaba a preguntarme realmente si tenía alguna clase de maldición con que mis novios sean infieles.
—¿Estás seguro? —le pregunté, con una calma que me disgustó en todo el sentido de la palabra. Mi mejor amigo asintió, sonriendo levemente al saber lo que me ocurría. Ahora no lucía preocupado, era como si un peso hubiera sido arrastrado de su hombro.
—Habré estado ebrio, pero no ciego —afirmó. Y como si eso bastara para darle fin a nuestra conversación, el timbre de fin del receso se escuchó y me levanté de inmediato. Completamente aturdida.
Jennie se me acercó por detrás, reposando sus manos en mis hombros, en un abrazo de espalda.
—Lo sentimos tanto, Lisa. Perdón por no decirlo antes, es que teníam-
—No. Está bien. Mejor tarde que nunca ¿cierto? —le respondí, interrumpiéndola porque simplemente no quería que notaran mi reacción. Tenía que irme de ahí lo más rápido posible, encerrarme en el baño y tener una crisis existencial conmigo misma o quién sabe. No me sentía yo, estaba desorientada, confundida y asustada.
Me sentía mal por WonHo, y no porque me hubiera engañado, sino porque, si lo pensaba bien, tal vez, mi subconsciente siempre tuvo razón. Tal vez... siempre vi a WonHo como un amigo. Lo cual no tenía mucho sentido a decir verdad, porque hace tan solo dos semanas atrás, realmente me gustaba muchísimo.
Comencé a caminar por el pasillo, sin rumbo alguno a pesar de ser consciente que debía ir a clases. Hasta que, cuando me detuve y dejé que mis pierna dejaran de guiarme, me di cuenta que estaba en el último piso de la escuela. A tan solo unos metros de la azotea.
Los recuerdos del pasado jueves vinieron a mi cabeza entonces, y me exasperé por siquiera estar pensando en el profesor Jeon. Bajé de las escaleras rápidamente, si algún conserje me veía rondando por aquí, lo más probable era que vaya un detención. Y bastante tenía ya con haber sido casi suspendida de la escuela.
Los alumnos habían desaparecido por los pasillos, porque cada uno ya estaba en sus respectivos salones y estaba dispuesta a esconderme en el baño hasta que sea salida. De no ser porque, yendo en dirección contraria a mí, se encontraba la rectora de la escuela, y solo bastó con que sus ojos dieran con los míos para prácticamente regañarme con la mirada. Con su vestido bajo de las rodillas, su camisa lisa y perfectamente acomodada, el cabello puesto en un moño y los lentes que le daban el aspecto hosco, me hacían querer esconderme. Porque si de alguien todos temían, era de ella. Tenía la reputación de expulsarte de la escuela si se le antojaba, porque, por así decirlo, tenía casi el mismo poder que el director. Y la señorita Kim realmente no tenía compasión.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, en el tono frío que tanto le caracterizaba. Acomodó sus lentes, afilando sus rasgados ojos para estudiarme. Y sin pensarlo, hice una reverencia total de noventa grados.
—Lo siento, señorita Kim. Buscaba los servicios. —respondí sin hesitar, aunque claro, fue totalmente en vano.
—Debiste ir ahí cuando todavía era receso, ¿qué curso tienes ahora?
—Matemáticas. —respondí como puro reflejo. Entonces recordé que era con el profesor Jeon y me sentí totalmente idiota. ¿Cómo pude haberlo olvidado? Lo último que deseaba a estas alturas era verlo.
—¿Y qué estás esperando entonces? —su voz oscilaba un total regaño que me hizo sentir minúscula por un segundo. Parpadeé, asintiendo rápidamente, y pensé que se iría, de no ser porque entonces hizo señas con su dedo índice y empezó a caminar.— Ven, yo te acompañaré hasta que llegues.
Maldije por lo bajo. Había querido que se vaya para correr a los servicios pero era como si supiera mis intenciones de antemano. O bueno, tal vez no había sido la única alumna que le metía la misma excusa.
Después de lo sucedido ayer, anoche, cuando le dije a JungKook que era mejor llevar las cosas como una relación impersonal estudiante-profesor, no habíamos vuelto a hablar durante el camino a casa, y hasta podría a decir que ese retorno a casa se llevó el premio al más incómodo del mundo.
Ahora, ni siquiera me vería capaz de verle la cara cuando, lo más probable era que JungKook debería estar odiándome. Tal vez sí debí pensarme las cosas dos veces, porque mi arrepentimiento era muchísimo más grande que el sentimiento de saber que hice lo correcto.
Caminaba por detrás de la señorita Kim como un cachorrito perdido, ella no me dijo nada durante el trayecto ni yo tampoco vi la necesidad de hablar. Pasaron apenas leves segundos hasta que llegamos al aula y, como era de esperarse, la puerta estaba cerrada.
Los delgados y pálidos dedos de la profesora tocaron lentamente la puerta, pude observar a través de la ventana la silueta de JungKook, y la vergüenza me invadió entera. Era extraño pensar que tan solo ayer él y yo fuimos a una especie de cita y ahora estábamos en la escuela, con dos rangos completamente diferentes.
Mi cuerpo comenzó a estremecerse de los nervios cuando vi que se acercaba. Como acto reflejo, acomodé un mechón del cabello que estorbaba en mi rostro y esperé atenta.
Hasta que finalmente el profesor Jeon abrió la puerta, y como esperaba, lucía como una obre de arte. Esta vez tenía puesto lentes, un suéter negro que se ceñía sutilmente a su cuerpo y encima, un blazer del mismo color, como siempre, su usual cinturón acompañado de esos benditos pantalones que dibujaban a la perfección lo ejercitado que mantenía sus piernas.
Tragué saliva al ser consciente que le había dado toda una ojeada completa de pies a cabeza y decidí por mirar mis zapatillas en cambio. La señorita Kim enderezó su posición e hizo un ademán de señalarme.
—Encontré a su alumna rondando por los pasillos cuando su clase había empezado. —empezó a decir, sonriendo de manera fingida a JungKook.— Y usted sabe que como docente debe tener cuidado con sus alumnos y controlar su asistencia. A menos que quiera, claro, tener problemas.
Por primera vez, pude notar a mi profesor nervioso ante las palabras de la rectora y se me hizo ciertamente extraño. Después me observó, y sus ojos no destilaron el mismo brillo con el que siempre me recibía. Me extrañó, incluso podría decir que ese simple acto me puso triste, pero era completamente absurdo considerando que en otras palabras yo le había pedido eso la noche pasada, ¿entonces por qué no estaba satisfecha? ¿por qué quería que me volviera a observar como antes?
Era patética.
—Claro que no volverá a suceder, Kim. La alumna Manoban no faltará a mis clases nunca más, y me aseguraré de eso. —y al decirlo, su rostro se mantuvo inexpresivo mirándome de reojo. Me encogí en mi posición, esperando que la rectora se vaya cuando, finalmente ella satisfecha por la respuesta, dio media vuelta y me dejó allí sola.
JungKook y yo apenas cruzamos miradas por unos pocos segundos, el estómago se revolvía en mi interior y realmente quise sabe qué era lo que podría estar pensando de mí. Quise decirle algo, pero entonces, como si él supiera mis intenciones, se hizo a un lado de la puerta para que pueda ingresar, sin decirme absolutamente nada.
Encontré con la mirada a JiMin, que había reservado el asiento para mí a su costado y fui directo a su lugar. En su rostro podía notar la emoción al verme con el profesor, pero yo en cambio, me encontraba afligida y odiaba saber el porqué.
[...]
JungKook tomó asiento en su enrome y elegante escritorio de madera, quitándose lentamente las gafas y totalmente ajeno a aquellos documentos que revisaba a detalle encima de su mesa.
—Pueden retirarse. —dictaminó, con la voz un poco más ronca y demandante al que estaba acostumbrada a escuchar, y de inmediato, todos los alumnos comenzaron a guardar sus pertenencias.
Yo en cambio, me quedé observándolo disimuladamente unos pocos segundos más. Esta clase, no fue ni de lejos a las anteriores. Era como si frente a mí el JungKook que había conocido haya cambiado en lo absoluto. Como si se tratara de una persona completamente diferente. Y es que, en esa hora y media que teníamos con él, podía jurar que en ningún momento se había dignado a observarme, incluso cuando respondía los ejercicios, sus gestos siempre se mantuvieron inexpresivos y el hecho ni siquiera me importaría si se tratara de otro profesor. Pero JungKook, en las tres clases pasadas que tuve con él, en ningún momento había actuado de esta forma y tenía que admitirlo, no me gustaba. No me gustaba en lo absoluto.
—Lisa, no seas tan obvia al menos. —me susurró al costado JiMin, sonriéndome con sorna, adivinando perfectamente lo hacía. De inmediato me enderecé, agarré los libros encima de mi carpeta de una forma torpe y llevé todo a la mochila.
—N-no estaba siendo obvia... —traté de defenderme, pero me vi patética, porque mi voz salió totalmente vacilante. JiMin volvió a sonreír, como si pudiera comprenderme en lo absoluto y, con sus cosas ya listas, esperó a que yo terminara.
No tardé mucho en ponerme de pie. Ambos comenzamos a caminar, confundiéndonos con el resto de alumnos que también salían del aula. Hasta que crucé por el escritorio, y como si fuera esa alguna clase de señal para JungKook, levantó su vista y la clavó en mí de inmediato. Mi corazón dio un ligero salto y traté de ignorarle, hasta que me detuvo, hablando esta vez.
—Señorita Manoban, usted se queda. —tragué saliva. Mis manos dieron un ligero temblor y mi respiración se aceleró tan solo un poco. Observé a JiMin en busca de ayuda, pero él me guiñó un ojo y me dejó ahí sola.
Este no era ni de lejos el JungKook que yo había conocido estos últimos días, y enfrentarlo después de todo lo que había ocurrido ayer sí me daba bastante miedo. Porque pensé que para eso tenía que haberme llamado. Sin embargo, mi ingenuidad fue bastante grande, porque entonces, cuando me volteé a enfrentarlo todos los alumnos ya se habían retirado.
Me mantuve de pie frente suyo, con su enorme escritorio separándonos y acomodé el tirante de la mochila en mis espaldas. JungKook jamás me había llamado por el apellido, y tenía que admitirlo, era extraño.
—¿Si?
—Está castigada. —sus pequeños y finos ojos afilaron la mirada al verme, y por un segundo me sentí minúscula a su lado. Tragué saliva, buscando la valentía suficiente para no sentirme intimidada.
—¿P-pero por qué? —pregunté, sin entender del todo sus razones. ¿Acaso este era algún intento suyo para querer hablar conmigo? ¿No se había rendido del todo? La sola idea me daba más curiosidad de la que hubiera deseado.— No hice nada malo.
Pero entonces JungKook comenzó a sonreír. Una bella y burlona sonrisa que era dedicada para mí.
—¿No hiciste nada malo? Llegaste tarde.
Parpadeé, confundida.
—Eso no es nada grave, profesor. —respondí firme, porque al fin y al cabo lo que decía era completamente cierto. Suspiré un segundo, y después me crucé de brazos— Profesor, si esta es alguna excusa para intentar ha-
—¿Excusa? —me cortó él de tajo, frunciendo el ceño. Se puso de pie, agarrando su saco y maletín.— Solo estoy cumpliendo con mi trabajo de profesor y sí, no sería nada grave de no ser porque la señorita Kim le observó. Así que limpie todo este salón para que finalmente pueda retirarse.
La incomodidad en mí era palpable, me quedé aturdida como si no pudiera procesar lo que había escuchado. Y cuando lo vi caminar hacia la puerta, ni siquiera lo pensé dos veces, di cortos pasos hasta alcanzarlo e intentar aclarar su nueva faceta.
—P-ero... ¿voy a estar aquí sola?
—¿Qué esperaba, Manoban? Creí que usted había sido clara ayer. —y cuando pasó por el umbral de la puerta, me dio una última mirada, modesto— ¿No era esto lo que quería?
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cadena de f para nuestra pobre lisa ahre
btw hola, buenos días, buenas tardes, buenas noches y de todo un poco, ¿qué tal su día? yo paso por aquí a darles mi humilde spam de mi colaboración con behalfmyheart para los curiosos, un libro peculiar que es lizkook y pueden encontrarlo en nuestra cuenta BeHalfSomi ;) en fin, los amo uwu
que ya voy a actualizar dice
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