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A Taehyung nunca le gustó demasiado la Navidad.
No era que la odiara, no era un Grinch, pero simplemente no le encontraba el encanto como otras personas lo hacían. Cuando era pequeño, odiaba cumplir años en diciembre porque sus padres usaban eso como excusa para darle un solo regalo. Ahora, con los diecinueve a cinco días de distancia, Taehyung se ponía más sentimental de lo normal con los villancicos por razones completamente diferentes.
A Taehyung nunca le importó mucho pasar su cumpleaños completamente solo. Había sucedido un par de veces. Solía ser por el trabajo de sus padres. Tenían que viajar de ciudad en ciudad, incluso en días festivos. Pero, ¿pasar la Navidad completamente solo? Eso estaba en otro nivel.
En otras ocasiones, era porque la abuela de Taehyung exigía estrictamente que su nieto se cortara el cabello y se lo tiñera de castaño, o que ni siquiera se molestara en aparecer frente a su puerta. Y Taehyung, como el buen chico rebelde e independiente que era, decidía no ir. Ese año, había considerado seriamente teñirse el cabello (ahora lo tenía de un rosa pastel), porque ya lo tenía lo suficientemente corto para los estándares de la abuela. Ya no le llegaba más abajo de las orejas. Ahora era una maraña de rizos, un nido para aves hecho de algodón de azúcar.
Incluso había salido a comprar el tinte para cabello, cuando un mensaje de Jungkook hizo trinar su celular.
«Mamá quiere que pases la Navidad con nosotros.»
Taehyung palideció, frente a la estantería de productos para el cabello, casi dejando caer el tinte que sostenía en la mano.
«No importa si no puedes. Sé que lo más probable es que la pases con tu familia. Está bien.»
Esperó un momento, con los ojos demasiado abiertos fijos en la pantalla. Jungkook escribía, y luego borraba el mensaje. Una y otra vez.
«Aunque Wonyoung estará feliz si vienes.»
Un momento demasiado largo pasó hasta el siguiente mensaje. El corazón de Taehyung latía como loco.
«Y yo también.»
Jungkook había cambiado de número, así que su primera conversación había desaparecido; pero había sido reemplazada por cientos de conversaciones de los últimos meses.
Taehyung, en un movimiento tan rápido que casi tira al suelo con el brazo un shampoo anti-caspa, dejó el tinte en su lugar y empezó a caminar hacia la salida de la tienda, escribiendo una respuesta mientras tanto. Casi tropieza con una niña que correteaba por los pasillos, pero no pudo borrarse la sonrisa del rostro.
«Seguro :)»
Le divertía pensar que antes, hace solo un par de meses, hubiera sufrido de un ataque cardíaco con esa clase de mensajes. Antes, cuando Jungkook solo era su fantasía de adolescente enamorado, el hermano de su mejor amiga que hacía revolotear mariposillas por todo su cuerpo. Jungkook seguía gustándole, por supuesto. ¿Quién no se enamoraría de Jeon Jungkook? Pero Taehyung, en esos casi cuatro meses, había descubierto una nueva etapa en eso de estar enamorado.
Quizás no todo se trataba de mariposas y sonrojos y fuegos artificiales. A veces, solo tenías que... dejar las cosas fluir. Que todo sea relajado, cómodo. Una brisa serena era mucho mejor que una tormenta de emociones.
Eso era lo que Jungkook le hacía sentir ahora: Serenidad. Se sentía bien cuando estaba con Jungkook (es decir, todo el tiempo. Ahora no solo vivía en la casa Jeon por Wonyoung, sino que también vivía en el apartamento de Jungkook por, bueno, Jungkook). Se sentía cómodo, siendo él mismo y dejándose llevar, sin tener que sobrepensar las cosas o sentirse culpable por haber dicho algo que no debía decir. Si hacía una broma fuera de lugar, sus padres le daban una mirada desaprobatoria y silenciosa, y Wonyoung solía reírse con disimulada incomodidad. Jungkook, en cambio, se reía a carcajada limpia con su humor extraño, y Taehyung nunca se había sentido tan comprendido en toda su vida (ni siquiera con Wonyoung).
Incluso, por sorpresivo que sonase, Jungkook (sí, el asesino de los Chalecos) convenció a Taehyung de que desempolvara los chalecos de su closet y volviera a usarlos. Y así, tras varios años de ausencia, el Chico de los Chalecos hizo su esperado regreso.
Ese mismo día, el 22 de diciembre de 2019, Kim Taehyung usaba orgullosamente un chaleco verde que Jungkook le había regalado unas semanas atrás (era su posesión más preciada con la camiseta de The Doors). Se miró en el reflejo del cristal de una tienda, alborotando un poco su cabello y entrecerrando los ojos. No le vendría mal otro color. Quizás probaría de nuevo con el azul...
Se fijó en el interior de la tienda: Era una tienda de música. Decidió entrar por simple impulso, porque nunca había visto esa tienda y lucía bastante bonita desde afuera. Había estantes repletos de vinilos y CDs y reproductores de música. Habían tazas con los logos de bandas de los 80s y camisetas estampadas. Mezclándose con la voz de clientes ajetreados por las compras de Navidad, Taehyung notó la voz de Brendon Urie de fondo.
Tarareó Roaring 20s mientras caminaba por los pasillos. ¿Debería comprarle algo ahí a Jungkook por Navidad? Estaba seguro de que tenía unos veinte dólares en el bolsillo del chaleco. ¿Quizás un álbum de Tears for Fears? ¿Una taza? Si le daba una camiseta, era seguro que Jungkook se reiría de él...
Se detuvo frente a una vitrina, frente a un álbum forrado en plástico, brillante y tentador. Tragó saliva, ¿quizás ya era el momento de hacer algo respecto a esa situación? Llevaba casi cuatro años babeando por Jeon Jungkook. Por Dios, ¿cuánto tiempo necesitaba? Quizás lo que necesitaba no era tiempo, sino una confirmación. Una señal que le asegurara que no sería cruelmente rechazado (no podía ni imaginar cómo le afectaría. Su mundo había girado alrededor de Jeon Jungkook por años. Sin Jungkook, ¿qué sería de él?).
Love Songs de The Beatles.
Taehyung se sorbió la nariz. Había estado pensando en otro regalo para Jungkook. Un dibujo. Un retrato del chico en el que había trabajando desde septiembre. El problema: Aunque le hubiera gustado muchísimo el resultado (es decir, es Jungkook, obviamente iba a quedar bien), sentía que no era suficiente. Jungkook solía regalarle cosas de vez en cuando (¿eso contaba como señal?). No solo había sido el chaleco, sino que también solía darle ciertas cosas que encontraba por su apartamento. Camisetas, cuadernos que Jungkook nunca había utilizado y eran sketchbooks perfectos, discos de música, audífonos. Se los daba solo porque sí, porque según Jungkook ya no los necesitaba. También solía invitarlo a cenar de vez en cuando en su apartamento (el compañero de piso de Jungkook cocinaba de maravilla), ¿y Taehyung pensaba darle un dibujo por Navidad? ¿En serio?
Había unos auriculares colgados en la pared, al lado de la vitrina. Taehyung se los colocó con cuidado, y Yesterday empezó a sonar. Carraspeó, con una extraña ola de nostalgia llenándole el estómago. Cuatro años. ¿Tan rápido habían pasado cuatro años? Y, mucho más importante, ¿qué es lo que Taehyung había hecho en esos cuatro años? Apenas hace unos cuantos meses había empezado a tener avances reales con Jungkook. Quería arriesgarse, quizás Jungkook entendería el mensaje si le regalaba ese álbum. Pero, ¿y si lo entendía, pero él simplemente no sentía lo mismo?
¿Valía la pena arriesgar la floreciente amistad que estaba formando con Jungkook (Jeon Jungkook, el chico de sus sueños) por un impulso navideño?
Taehyung se mordisqueó el labio inferior, terminando por quitarse los audífonos y sacar el álbum de la vitrina.
Llevó el álbum al mostrador, y la chica que trabajaba ahí se lo envolvió con un elegante papel de regalo dorado. Incluso le pegó un moño rojo encima, y a Taehyung le quedó dinero para comprarse un helado frente a la tienda de música.
En la heladería no paraban de poner canciones navideñas. Canciones románticas de Navidad. Taehyung se encogió sobre el asiento de terciopelo rojo, aferrándose más a la funda plástica en la que llevaba el disco, y devoró el helado de maracuyá a cucharadas enormes, arrepintiéndose más con cada bocado.
Cuatro años, maldición.
Tiró el helado y salió de la heladería con Last Christmas de Wham! resonando en sus oídos. ¿Realmente era una buena idea? ¿Confesarse en Navidad? No era la idea más original, y quizás la canción le quedaría perfecto si Jungkook llegaba a rechazarlo.
Last Christmas I gave you my heart
But the very next day you gave it away
Si le daba su corazón a Jungkook en Navidad, ¿él lo tiraría?
O, quizás y solo quizás... ¿Jungkook aceptaría su corazón, y le entregaría el propio?
Se estaba empezando a hartar de las canciones navideñas, y ni siquiera era 25 aún.
A Taehyung nunca le gustó demasiado la Navidad.
Pero quizás la de 2019 traería consigo un milagro navideño.
Nos pusimos navideños, en pleno mayo :D
¡Nos leemos luego!
[ Noduru, 2023 ]
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