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Jeon Wonyoung y la lluvia eran (casi) archienemigos.

Lo supo desde las innumerables ocasiones en las que caminó bajo el mismo paraguas que Kim Taehyung y no sucedió nada. Desde que el momento en el que se dio cuenta de que amaba a su mejor amigo fue aquella vez en la que se quedaron atrapados en la escuela por una tormenta y Taehyung se durmió en su hombro y Wonyoung sintió como las mariposas le comían las entrañas.

Exhaló sobre el cristal de la puerta corrediza, llenándola de vaho, y dibujó una carita triste con los dedos. Suspiró, dejando caer el paraguas empapado a un lado y sentándose en el suelo. Se había quedado atrapada en la gasolinera a la que frecuentaba con Taehyung por las malditamente deliciosas hamburguesas que había en ese lugar. Taehyung no la acompañó porque estaba convencido de que la mujer de las hamburguesas lo odiaba, pero Wonyoung creía que era una excusa tonta para no ir con ella. Eran las nueve de la mañana, así que Taehyung seguramente estaría durmiendo en el sofá de la sala. O quizás en la cama de Wonyoung.

En su cama.

Wonyoung abrazó su propio cuerpo, estremeciéndose ante ese pensamiento.

La dueña de la tienda estaba apoyada sobre el mostrador, mirando las noticias en la televisión que colgaba desde el techo. Suspiró, bajando el volumen.

—Dicen que la tormenta durará todo el día, y que empezará a calmarse en unas dos horas —dijo la mujer. Wonyoung le había preguntado su nombre alguna vez. Era una señora de unos cuarenta años, y sus hijos eran compañeros de ella y Taehyung en el colegio. Era una buena persona, pero Wonyoung no recordaba su nombre. Solo su apellido: Señora Choi—. ¿Estás segura de que estás bien quedándote aquí, hija? Podríamos encontrar una forma de llevarte a casa.

—No, no. No se preocupe —sonrió, levantándose y limpiándose el polvo del pantalón—. Estoy bien. Gracias por... dejar que me quede aquí.

La señora Choi también sonrió. Se agachó, desapareciendo tras el mostrador, y volvió a aparecer con una toalla en las manos. Wonyoung la tomó, inclinando la cabeza en una reverencia fugaz.

—Muchísimas gracias.

—No hay de qué.

El silencio de la tienda era sofocante. El repiqueteo de la lluvia ahuecaba sus tímpanos, mezclándose con el sonido lejano de las noticias de la televisión. Wonyoung se sacudió un poco el cabello (seguía mojado por la lluvia) y sacó su celular. Llamó a Taehyung. Una y otra vez. Nunca contestó.

Llamó a Jungkook. Quizás podría ir a buscarla en el auto de sus padres. O, por lo menos, podría hacerle compañía por el teléfono mientras esperaba a que la tormenta se calmara. Jungkook seguramente seguía en casa, en su habitación. No había salido de ahí en todas sus vacaciones de la universidad. No tendría nada mejor que hacer.

Pero tampoco contestó.

Ni siquiera se molestó en llamar a sus padres.

Wonyoung nunca tuvo más amigos además de Taehyung. Es decir, ambos tenían muchos más amigos. Habían empezado a ir a fiestas, y ya no eran invisibles en la escuela. Pero ninguno de esos chicos era su amigo amigo. Amigos de verdad. Eran superficiales, amigos que saludaban en la calle y acompañaban a fiestas. El único al que podía considerar su amigo amigo era Taehyung.

Esa era una de las razones por las que Wonyoung tenía tanto miedo de que Taehyung se enterara de sus sentimientos por él. Si no era recíproco (obviamente no era recíproco), Taehyung se alejaría. Si perdía a Taehyung, ¿qué le quedaba a Wonyoung?

El incidente de Año Nuevo debió ser suficiente para que le dejara de gustar. A Taehyung le gustaba alguien más (¿quién mierda podría ser? Ellos no hablaban con nadie más. ¿Alguna chica de una fiesta?) (No, no podía ser de una fiesta, porque Taehyung claramente había dicho cinco años, lo que significaba que esa persona le gustaba desde... ¿2014?) (Wonyoung y Taehyung se conocían desde 2014... ) (No, no había forma. Seguramente Taehyung confundió las fechas por el alcohol. Seguramente quería decir, no lo sé, cinco meses en lugar de años. O quizás no eran cinco) (Pero, ¿y si... ?).

Wonyoung esperaba que todo el alcohol que bebieron fuera suficiente como para borrar de su memoria aquel fatídico momento, pero todas las latas de cerveza no le ayudaron a olvidar las palabras de Taehyung, la mirada en su rostro, la canción que sonaba en el fondo.

Ahora Wonyoung lloraba cada vez que cualquier canción ABBA sonaba. Era una verdadera mierda.

—¿Jeon Wonyoung?

Una puerta se abrió detrás del mostrador. Wonyoung miró sobre el hombro de la señora Choi. Había una puerta ahí que llevaba a una pequeña oficina. Solo había una ventana, un baño, un escritorio y una vieja computadora. A Wonyoung también le pareció ver de reojo un colchón desmontable una vez. Tal vez era para los empleados que hacían el turno de la noche.

Era Choi Beomgyu.

Ese chico era quizás lo más cercano que Taehyung y Wonyoung tenían a un amigo. Normalmente se lo encontraban en fiestas, y Beomgyu era el único otro inadaptado que se negaba a beber o a jugar a 7 segundos en el paraíso, aunque él ya fuera mayor de edad desde hace bastante tiempo. Así que solía sentarse con ellos en uno de los sofás a esperar que los tarados terminaran con sus juegos de beber. A veces los tres hablaban un poco, reían un poco, pero la mayor parte del tiempo cada quien estaba en su celular en un silencio que, sorprendentemente, era bastante cómodo.

Dejaron de tener esas pequeñas reuniones cuando Wonyoung y Taehyung cumplieron dieciocho y se unieron a los juegos de beber de los tarados. Así que el único que quedaba en el sofá para los inadaptados en las fiestas era Beomgyu.

Quizás ese había el problema: Taehyung y Wonyoung no bebían porque no podían. Legalmente no podían. Eran menores de edad.

Beomgyu no bebía porque simplemente no quería hacerlo. Él sí tenía autocontrol.

Wonyoung y Taehyung no tenían ni una pizca de autocontrol. Cuando a Wonyoung le ofrecían un vaso de plástico rojo, la escena de la bañera en Año Nuevo aparecía como un flash en su memoria, y simplemente no podía detenerse. Un vaso, otro más. Hacer eso le ayudaba a distraerse, aunque fuera por un momento.

Ella bebía para olvidar.

¿Por qué bebía Taehyung? ¿La chica (o chico) que tenía que recibir el audio en la bañera lo había rechazado?

¿Esa persona siquiera lo había escuchado? Seguramente ese audio seguía en la app de Notas de voz de Taehyung, completamente olvidado. (Quizás eso era algo bueno: Que Taehyung nunca hubiera enviado el audio. Porque si lo hubiera hecho, lo más probable era que ya tuviera pareja, y Wonyoung no podría soportarlo) (Aunque, ¿de verdad Taehyung había sido tan tonto como para grabar una maldita nota de voz? ¿El alcohol lo afectó tanto en Año Nuevo?).

Wonyoung no quería pensar en eso.

Levantó una mano en forma de saludo y sonrió.

—Hey.

Beomgyu también alzó una mano.

—Hola, ¿qué... —Beomgyu se aclaró la garganta, apartando la mirada— estás haciendo aquí?

Wonyoung levantó la funda de plástico en la que llevaba un par de cervezas y dos hamburguesas, para ella y para Taehyung. Frunció el ceño. Taehyung, Taehyung, Taehyung. ¿Por qué no podía sacárselo de la cabeza, por lo menos un segundo?

La señora Choi miró a ambos, con los brazos apoyados sobre el mostrador, y sonrió en grande dejando a relucir un dulce hoyuelo en su mejilla derecha. Soltó una risa por lo bajo y movió su mano en el aire.

—Ve con Beom, hija. Después de todo, aún queda un largo rato por esperar.

Beomgyu se giró, con la intención de volver a entrar a la pequeña oficina, pero se quedó inmóvil por un momento, esperando a Wonyoung. Ella parpadeo, incrédula, colgándose la toalla alrededor del cuello y corriendo hacia el mostrador. La señora Choi le abrió la pequeña puerta que separaba a la tienda de lo que había detrás del mostrador, y le dio unas palmaditas en la espalda, animándola a entrar.

Beomgyu cerró la puerta detrás de ambos. En la oficina, se escuchaba aún menos el sonido de la lluvia. No era tan pequeña como aparentaba. Había una vieja consola de videojuegos en el suelo, un colchón de una plaza, una refrigeradora en miniatura y el escritorio con la computadora. Beomgyu se arrodilló y abrió la refrigeradora, sacando dos sándwiches congelados en forma de triángulo, de esos que solo había en las gasolineras y que ella solía compartir con Jungkook cuando la familia Jeon hacía viajes demasiado largos en auto.

Wonyoung aceptó el sándwich con una sonrisa. El olor de la lluvia y la gasolina y el sándwich frío le daban a todo una especie de aire nostálgico. Sintió ganas de llorar sin razón. Pero era un llanto del bueno, como cuando recuerdas algo que sucedió hace muchos años y simplemente deseas, por un momento, regresar en el tiempo.

Se sentó con las piernas cruzadas al lado de Beomgyu, dándole un cabezazo amistoso en el hombro. Él se giró, alzando una ceja y sonriendo.

—¿A qué vino eso?

—Gracias —dijo, quitándole el plástico al sándwich. Al notar que Beomgyu seguía mirándola y que había usado un tono demasiado sentimental para decirlo, Wonyoung carraspeó y levantó el sándwich—. Me refiero a esto. Gracias por esto. Eh, ¿quieres una cerveza?

Beomgyu sonrió con diversión, frunciendo un poco el ceño.

—Claro.

Wonyoung sacó una lata de la funda de plástico y se la ofreció, con la misma sonrisa divertida en el rostro. Es la cerveza de Taehyung, pensó. Le estaba dando la cerveza de Taehyung a otro chico. Y no se sentía culpable (¿por qué tendría que sentirse culpable? Ella pagó por las cervezas). Esto era un avance.

—Creí que no bebías.

—No me gusta beber en casas de desconocidos hasta perder la razón, es diferente —Beomgyu se encogió de hombros y le dio un sorbo, limpiándose con el dorso de la mano—. Una cerveza de vez en cuando no está mal... ¿Sabes jugar al Donkey Kong?

Jeon Wonyoung y la lluvia eran (casi) archienemigos.

Pero, por primera vez, Wonyoung le agradeció a la lluvia.

Había sido la responsable de unirla a Taehyung, y tal vez también sería lo que necesitaba para separarse de él.

¡Nos leemos luego!

[ Noduru, 2023 ]

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