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Kim Taehyung era un chico con suerte (a veces)

Tenía ese sentimiento cada cierto tiempo, que existían ocasiones en las que el mundo se apiadaba un poco de él y le sucedían cosas medianamente buenas. Habían días, en cambio, en los que sentía que el universo le guardaba un rencor inimaginable y simplemente tenía momentos (días, semanas, meses) de mierda. Ahí, sentado en el mismo sillón que Jeon Jungkook y separado de él por unos peligrosos pero decentes diez centímetros, no sabía cómo catalogar ese momento.

¿Era bueno, o era una completa basura?

¿Era una señal?

Taehyung tragó su propia saliva. Jungkook carraspeó.

¿O era una advertencia?

El silencio era su tercer acompañante en la pequeña sala de la casa Jeon. Taehyung había estado tantas veces en ese lugar, pero nunca se había sentido tan diminuto como en ese preciso instante. Tan asfixiante, como una estrecha caja de cartón en la que había terminado encerrado con Jungkook. Con Jeon Jungkook, de todas las personas posibles.

Wonyoung había salido hace unos veinte minutos. Sus padres no estarían en casi todo el día, por lo que ambos iban a aprovechar la soledad y ver todas las películas de Paranormal Activity atestados de latas de cerveza (a las que, a pesar del incidente de año nuevo, les agarraron cariño) y comida chatarra. Ese era el plan, sí, y el primer paso en la lista era salir a comprar la comida en la gasolinera que habían inaugurado hace poco a las afueras del vecindario. Y debía ser esa gasolinera, porque la mujer que trabajaba en la tienda preparaba las mejores hamburguesas de la ciudad y le hacía un descuento especial sin falta a Wonyoung cada vez que compraba ahí.

Pero, tras algunas visitas, ambos habían descubierto que solo hacía el descuento cuando Wonyoung iba sola, y que la mujer le echaba miradas con algo de desprecio a Taehyung cuando él caminaba por los pasillos de la tienda. (¿Era por su cabello? ¿Por las perforaciones? ¿Porque siempre usaba ropa negra y holgada?). Así que la mujer odiaba a Taehyung, entendido, por lo que Wonyoung tenía que comprar las cosas sola, y Taehyung esperaría pacientemente sentado en la sala hasta que regresara. Y todo saldría como lo habían planeado.

Porque planearon todo sin tener en cuenta que una tormenta infernal arrasaría con la ciudad esa mañana, y que no tendrían la casa para ellos solos. El plan estaba hecho sobre la base de que Jungkook tampoco estaría en la casa, o que al menos no saldría de su habitación.

En defensa de Wonyoung, ella creía (y había creído por las últimas semanas) que su hermano realmente no estaba en la casa. Creía que Jungkook había pasado todas sus vacaciones en la casa de uno de sus amigos, o afuera en general. O que estaba encerrado en su habitación durmiendo todo el día, y eso lo hacía invisible.

No lo sé, fiestas de universitarios, bares, algo que un estudiante de la Universidad Kirae en su primer año haría. La presencia de Jungkook era tan silenciosa que su propia hermana no la había notado, sí, pero eso era también porque Wonyoung nunca le ponía demasiada atención a su hermano de todas maneras. Taehyung, por otro lado, sí lo hacía.

Entonces él sí que había notado que Jungkook estaba en la casa (y que había estado todos esos días). Eran pequeños detalles los que lo delataban: El envase de la mantequilla abierto en la mesa de la cocina (el que tenía una cinta pegada con el nombre de Jungkook), el delineador negro a medio usar en el baño (Taehyung había descubierto, para su sorpresa y decepción, que la mirada afilada de Jungkook era artificial. Pero vaya que tenía talento con el delineado) y una copia, abierta en la página veinte y llena de resaltador, de El capital de Karl Marx.

Y Taehyung había estado deseando e intentando tener un encuentro casual con Jungkook todos los días que había estado en la casa Jeon desde inicios de agosto. Pero el imbécil nunca salía de su habitación. Nunca, ni siquiera para ir al baño. Y Taehyung lo sabía porque tenía la puerta de la habitación de Jungkook en su vista periférica todo el tiempo.

Aún así, aunque no lo había visto ni una sola vez, el saber que estaba en la misma casa que Jungkook le enviaba una curiosa calidez por toda la espina dorsal. Lo hacía sonreír más de lo que debería mientras cantaba Mr. Brightside con Wonyoung a todo pulmón, cuando se preguntaba si Jungkook lo estaría escuchando del otro lado de la pared.

Ese era el momento que había estado esperando desde hace tanto tiempo (semanas, meses, años y vidas, tal vez), con el que había soñado y fantaseado más de una vez. Ese escenario que se había materializado miles de veces en su cabeza, mientras comía su desayuno con la mirada perdida en algún punto de la cocina. Desde que tenía dieciséis practicaba mentalmente qué le diría a Jungkook cuando estuvieran a solas: El tema de conversación que surgiría, cómo ambos se darían cuenta entre diálogo y diálogo todo lo que tenían en común. Pero ahora, que estaba viviéndolo y tenía a Jungkook a menos de un metro, Taehyung se había quedado sin voz.

Abría la boca, y volvía a cerrarla. Tenía la garganta seca y le sudaban las palmas de las manos. Carraspeó, lo más disimulado posible, y se giró con la intención de finalmente decir una palabra (no era para tanto). Pero entonces, fue Jungkook quien habló primero.

—Y —Jungkook I rió un poco. Taehyung se dio cuenta de que Jungkook no lo estaba mirando, sino que más bien se concentraba en la textura del sillón, y se sorprendió al notar que Jungkook lucía casi tan nervioso como él. Tenía sentido: Ellos eran casi desconocidos. ¿Habían mantenido siquiera una conversación (una conversación de verdad) desde ese primer encuentro hace años? —, ¿qué tal tu último año? ¿Listo para la graduación?

—Es... raro —respondió, después de darse dos segundos para cuestionarse dentro de su cabeza, y sonrió para esconder sus nervios—. Ya sabes —pasó las manos sobre sus muslos y se concentró en las aberturas de su pantalón. Porque, aunque Jungkook no lo estaba mirando, seguía sintiéndose demasiado pequeño como para mirarlo a él por demasiado tiempo (Jeon Jungkook era el Sol. No lo puedes ver directamente, no sin quemarte)—, pensar en la universidad y todo eso. Supongo que me asusta un poco.

—Sí, es aterrador —Jungkook volvió a reír por lo bajo y se sorbió la nariz. Taehyung se aclaró la garganta. La conversación bailaba al borde de un acantilado de incomodidad que prefería evitar. Prefería hacer preguntas tontas para llenar los silencios en lugar de no decir nada.

—¿Cómo es la universidad?

Jungkook lo pensó un poco. Echó la cabeza de lado a lado y miró al techo, sonriendo de repente como si recordara algo. Una bombilla se le encendió en la cabeza, con una luz leve, pero presente.

—Es divertido —dijo Jungkook, mirando a Taehyung a los ojos por primera vez. Jungkook tenía ojeras y estaba con la cara limpia, recién lavada. No había rastros de maquillaje, no había delineador, y su mirada se había suavizado desde la última vez que Taehyung recordaba haberlo tenido así de cerca. Los ojos de Jungkook tenían forma de almendra y las iris brillaban—, mientras no escojas una carrera de mierda.

—Me gustaría que definas carrera de mierda.

—Medicina, por ejemplo —Jungkook empezó a numerar usando sus dedos—. Wonyoung es una psicópata por querer estudiar medicina. O derecho. Mi mejor amigo estudia derecho, y déjame advertirte: Es una completa pesadilla.

Taehyung decidió hacerse el tonto. Hablar de más dejaría en claro que él sabía más de Jungkook de lo que Jungkook creía, y Taehyung no quería eso. La cosa empezaba a fluir y no quería arruinarlo.

—¿Qué estás estudiando tú?

—Gestión Empresarial —lo dijo en tono un poco bajo y más parecido a una risa avergonzada que otra cosa. Antes de que Taehyung pudiera preguntar más (¿qué tal es la carrera? ¿Te gusta? ¿Te dedicarás a eso en el futuro? Tenía toda la lista en su cabeza) Jungkook lo cortó de golpe—. ¿Qué quieres estudiar tú?

Taehyung respondió tan rápido, como si le hubieran preguntado su propio nombre.

—Bellas Artes. 

Jungkook quedó sorprendido por la respuesta, ojos enormes y labios entreabiertos sin decir nada. Taehyung se sonrojó, encogiéndose un poco. ¿Era realmente tan sorprendente? Es decir, le costó mucho convencerse a sí mismo de que esa era la carrera adecuada, mucho más convencer a su madre. Y, aunque su madre empezó con el discurso de que tendría que pedir limosnas en la calle, su padre intervino y terminaron por concluir que Taehyung (los cuadernos de matemática llenos de dibujos, las esculturas de arcilla que se empolvaban en el ático, los sobresaliente de las clases de arte) era, de hecho, un chico de Bellas Artes.

Jungkook aún no decía nada, ¿es que Taehyung no parecía un chico de Bellas Artes?

Entonces, justo cuando Taehyung estuvo a punto de hiperventilar, Jungkook sonrió.

—No sabía que te gustaba el arte.

—Sí, es decir —Taehyung se frotó la nuca y empezó a reírse sin razón alguna, sintiendo su rostro arder—, creo que es la única cosa que hago bien. Los números no son lo mío, ni las ciencias ni las palabras. Solo me gusta... crear cosas. Me hace sentir... algo, ¿sabes? —se quedó callado, dándose cuenta demasiado tarde de que había empezado a balbucear. Se giró con suavidad hacia Jungkook, con las orejas ardiendo, solo para encontrar la sonrisa más dulce que había visto en toda su vida.

Taehyung sintió su corazón latiendo. Ba-dum. Ba-dum. Ba-dum.

Tenía cierto pensamiento de vez en cuando, una especie de miedo latente. Si llegaba a hacerse cercano con Jungkook, a hablar con él y conocer su verdadera personalidad, ¿Taehyung se desenamoraría? Quizás se diera cuenta de que llevaba años babeando por el hermano de su hermana simplemente porque era un chico bonito. ¿Y si Jungkook no era lo que parecía? ¿Y si se trataba de un enamoramiento adolescente sin fundamentos que se había extendido por -quizás- demasiado tiempo?

Ba-dum. Ba-dum. Ba-dum.

Taehyung nunca tomó en cuenta la posibilidad de que, una vez hubiera hablado correctamente con Jungkook (estar en la misma habitación, cara a cara, sin Wonyoung o los señores Jeon de por medio), se enamoraría más.

Su corazón explotaría. Jungkook rió por lo bajo, levantándose del sillón.

—¿No tienes hambre? —preguntó, estirándose. Taehyung se limitó a observar, abriendo y cerrando la boca sin decir nada. ¿Y si el corazón se le salía por la boca por latir tanto?

—Un poco. Wonyoung salió a comprar comida, pero creo que no volverá por la lluvia.

—Podríamos preparar algo... Creo que había pan, ¿y si hacemos una pizza con pan? Wooyoung me enseñó a hacer una hace poco —Jungkook se pasó la mano por el cabello—. Y, mientras tanto, podemos hablar sobre... No sé, cosas artísticas de chicos artísticos.

Taehyung sonrió, sintiendo que una explosión de calor arrasaba con su pecho. Seguía con el corazón en la garganta, pero por alguna razón también se sentía como un río fluyendo, ansioso por hablar y hablar y hablar. ¿Tenía sentido sentir fuegos artificiales y estar cómodo al mismo tiempo? Jeon Jungkook lo llenaba de emociones contradictorias, y eso a Taehyung le encantaba.

—Y, ¿podemos hablar de cosas financieras de chicos financieros?

Jungkook se sonrojó más, apartando la mirada y riendo.

—Es aburrido, pero es lo único de lo que sé hablar —respondió, riendo y cubriéndose el rostro con la mano. Jungkook tomó aire y señaló la camiseta de Taehyung con el mentón—. Podemos escuchar a The Cure, si quieres. Tengo un disco de ellos arriba.

El rostro de Taehyung se iluminó. Se levantó de un salto.

—¿Y a The Doors también? —preguntó, señalando la camiseta de Jungkook con el dedo índice.

—Tengo toda su discografía en mi habitación.

Taehyung se quedó en blanco, con los ojos tan abiertos que dolía.

—Estás mintiendo.

—¿No me crees? ¿Quieres verlo?

Ambos sonrieron, y Jungkook tomó la mano de Taehyung y corrió escaleras arriba, riendo tan fuerte que los vecinos los escucharían.

Taehyung descubrió unas cuantas cosas esa tarde: Le gustaba más la voz de Jim Morrison que la de Robert Smith (intercambió camisetas con Jungkook. La de The Doors olía como él, y Taehyung la usó como funda de almohada por meses), la pizza hecha con pan era mil veces mejor que la pizza normal, y definitivamente estaba enamorado de Jeon Jungkook.

Tan enamorado que no había vuelta atrás.

¡Nos leemos luego! :)

[ Noduru, 2023 ]

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