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Enamorarse era un proceso de varios pasos
Y Jungkook llevaba años estancado en el primero: Ver a una persona y decir "Mierda, no está nada mal", y seguir mirándola desde lejos. Lo que tenía que hacer ahora era acercarse a la persona en cuestión, hablarle, establecer una conversación y decidir si debía echarse hacia atrás o lanzarse hacia adelante sin arrepentimientos. Había un pequeño detalle que le había impedido tomar el riesgo, que lo había retenido por casi cuatro años: Jeon Wonyoung.
La relación entre su hermana y Kim Taehyung seguía siendo un misterio. ¿Eran novios? ¿Eran casi-novios? ¿Eran amigos que se abrazaban y compartían audífonos y tomaban turnos para dormir en la casa del otro? Mierda, Jungkook podía asegurar, incluso viéndolos como un espectador lejano, que al menos uno de los dos sentía que lo que había entre ellos era algo más que una amistad de infancia. Incluso sin tomar en cuenta la alarmante posibilidad de que el sentimiento sea mutuo. Lo único que le reconfortaba era el hecho de que ese par de imbéciles no habían hecho nada oficial aún. No habían anunciado nada, y no los había visto besarse nunca, así que aún tenía esperanzas.
Jungkook aún tenía esperanzas.
Se pasó una mano por todo el rostro y apagó la alarma de su celular. Estaba lloviendo a cántaros afuera, y había estado lloviendo a cántaros durante las últimas dos semanas. Así que Jungkook se había apropiado del clima como una excusa para no salir de la cama en lo que le quedaban de las vacaciones de la universidad.
Esta última (la universidad, no la lluvia) había sido también su excusa magistral del por qué se había empeñado tanto en evitar a Taehyung desde año nuevo (cuando tuvo la ráfaga de valor inesperada y necesaria para enviarle un mensaje por su cumpleaños. El número de Taehyung lo robó del teléfono de su hermana mientras ella se bañaba. Patético). Era verdad que la universidad lo mantenía ocupado y fuera de casa la mayor parte del día, pero también era verdad que estudiaba Gestión Empresarial en una universidad de rango medio, y que lo que más hacía en la facultad era sentarse en la cafetería y reírse como idiota con su, ahora expandido, grupo de amigos universitarios. Así que, si se despedía de ellos un poco temprano y se iba directo a casa, podría encontrarse, por lo menos, con la figura de Taehyung caminando calle abajo. Y eso sería más que suficiente, pero Jungkook no tenía las agallas.
Lo peor de todo: No solo había perdido el valor, sino que también había perdido el número de Taehyung. Su teléfono había muerto oficialmente dos semanas después de que le envió ese único mensaje, como si el universo le estuviera recriminando por enviarle algo tan idiota como «Feliz cumpleaños, Taehyung.». Ahora tenía un nuevo número, había perdido absolutamente todos sus contactos y todo rastro de su única pseudo-conversación con Taehyung, y no había encontrado la oportunidad adecuada para volver a hurtar el celular de su hermana.
Ahora, sin la universidad de por medio por al menos dos semanas más, se había quedado sin excusas para estar fuera de casa. Encontrarse con el causante de su miseria era inevitable. Así que su estrategia había sido mantener la puerta con seguro y refugiarse debajo del edredón desde la mañana hasta la noche. Podía escuchar la voz de Taehyung (la risa de Taehyung, las pisadas de Taehyung, la música que Taehyung escogía y cantaba) al otro lado de la pared.
Ir al baño era una misión imposible, porque el imbécil por el que llevaba perdiendo neuronas desde 2015 se la pasaba todo el día en su casa.
Le echó una ojeada al calendario pegado en la puerta de su closet, soltando un gruñido y cubriéndose con las cobijas. Agosto se estaba volviendo interminable. Todo el 2019 se le estaba volviendo eterno.
Al día siguiente tendría que salir a buscar apartamentos con Wooyoung. Sería la primera vez que saldría de casa desde que empezaron las vacaciones, y eso era bueno. Pero se había acostumbrado a escuchar a Taehyung a través de la pared y a la comodidad de su cama. Y le daba bastante pereza tener que bañarse, aunque ya empezara a apestar un poco.
Su madre había prometido ayudarle con la primera renta y la búsqueda de trabajo, y Jungkook de alguna forma la convenció de que todo sería más barato si se conseguía a alguien para compartir el piso y los gastos. Y todo sería más fácil también si ese alguien era Jung Wooyoung.
Oh, Wooyoung.
Ese maldito lo había abandonado.
¿Quién diría que el adolescente que se dibujaba tatuajes en los brazos durante las clases y empezó a fumar a los trece daría un giro completo para la universidad? El puntaje del CSAT de Jungkook había estado bien, le había alcanzado para la carrera que quería en la Universidad Kirae, pero el puntaje de Wooyoung había sido increíble. Ahora estudiaba derecho en la Universidad Hankuk, se había hecho un mullet y llevaba cinco meses sin fumar.
Y, sorpresivamente, seguía siendo amigo de Jungkook, a pesar de que él llevaba siempre un paquete de cigarrillos sin falta en su bolsillo trasero.
Salió de la cama, tirando el edredón al suelo, y se dio un baño. Debería haber esperado a que el clima mejorara, porque salir de la ducha fue un suplicio, pero ahora al menos no apestaba a mierda. Se puso una camiseta blanca con el logo de The Doors estampado y unos jeans rasgados, y se miró al espejo. No estaba mal, pero (sin incluir la altura y la forma extraña en la que se le empezó a marcar la mandíbula) seguía igual que hace dos años. Incluso su cabello seguía igual, porque cada dos o tres meses lo cortaba de la misma longitud. Le atemorizaba dejárselo demasiado largo o cortárselo demasiado y que simplemente le quedara mal.
Quien sí había cambiado en los últimos años era Taehyung. Y Jungkook no podía negar que extrañaba al Chico de los Chalecos, con sus cejas enormes y ese cabello castaño y partido a la mitad, pero no se quejaba para nada de la aparición del nuevo Taehyung. Le había alcanzado en altura, se había dejado el cabello tan largo como él (incluso un poco más), y ahora lo tenía de un rubio platinado. Había sido azul marino a finales de 2018, y probó con un rojo intenso a mediados de febrero, pero pareció no convencerle y optó por este extraña rama de rubio cenizo hace unas dos semanas.
Jungkook solo lo sabía por las historias de su hermana durante la cena y por revisar compulsivamente el perfil de Taehyung en Instagram cada que podía. No había visto el cabello de Taehyung en persona desde el tinte azul.
Se echó encima un poco de desodorante y salió del cuarto. Taehyung no estaría ahí, no con ese clima y no a las ocho de la mañana, y Jungkook tenía que desayunar. Sus padres seguramente habían salido a trabajar hace poco. Su madre directo a enseñar inglés en una preparatoria cercana y su padre al departamento de marketing de una empresa de fabricación de muebles. Era viernes, por lo que su madre saldría con sus amigas apenas terminara el trabajo y su padre sin duda trabajaría horas extras, así que Wonyoung y Taehyung tendrían la casa para ellos en la tarde.
Ese pensamiento le revolvió en estómago. ¿Wonyoung sabría que él estaba en la casa? Tal vez debería aprovechar la oportunidad y huir, comprar un paraguas en el mercado que estaba a unas cuantas calles y caminar por el centro de la ciudad hasta que se hiciera de noche. No quería tener que escuchar sonidos dudosos y camas rechinando al otro lado de la pared. Su fugaz etapa de hikikomori durante las vacaciones aún no estaba tan avanzada como para que fuera incapaz de salir, y realmente no quería someterse a una tortura de ese nivel.
Wonyoung y Taehyung tenían dieciocho años, Wonyoung incluso cumpliría diecinueve en cinco días: Eran jóvenes adultos disfrutando de su juventud antes de que la cuenta regresiva para la vida adulta los alcanzara. Wonyoung quería estudiar medicina (por Dios), y los estudiantes de medicina no tienen tiempo para nada. Si Wonyoung quería experimentar cosas antes de arruinarse la vida escogiendo una carrera así debía apresurarse. Y Taehyung era el único chico con el que tenía contacto.
Wonyoung y Taehyung eran un chico y una chica, evidente y abrumadoramente heterosexuales, con una casa para ellos solos.
Bajó las escaleras, con el estómago gruñéndole por una tostada con mantequilla y orégano. La casa se veía bastante gris a esas horas de la mañana y estando tan vacía. Lo único que escuchaba era la lluvia resonando contra calles y ventanas. Ni siquiera Wonyoung parecía estar ahí: La ausencia de las mismas quince canciones de The Killers en bucle eran prueba de que su hermana probablemente había abandonado la casa también.
Sonrió, saltando del último escalón. Quizás tendría la casa para él solo ese día.
Quizás...
Si tan solo Taehyung no hubiera aparecido en uno de los sillones de la sala, con los mismos audífonos que llevaba el día en el que le abrió la puerta por primera vez, mirando aburrido su celular mientras movía la cabeza levemente de atrás hacia adelante, haciendo que esas mechas rubias que caían sobre sus hombros ondearan. Jungkook intentó adivinar, en un intento estúpido de calmarse, qué canción estaría escuchando Taehyung.
Por la forma en la que se movía debía ser algo medianamente enérgico. Cuando Taehyung notó su presencia, se puso de pie por la impresión, y Jungkook notó que llevaba una camiseta con el logo de The Cure. Sintió su rostro arder y las piernas temblar, aguantando la necesidad de mirar su propia camiseta. Ambos esa mañana habían decidido usar camisetas con estampados desgastados de bandas tan viejas dignas de un puesto en las playlists de sus padres. Ambas bandas empezando con la palabra The. ¿Eso era una broma de mal gusto por parte del universo para darle falsas esperanzas a Jungkook? Porque estaba funcionando.
Debía dejar de comportarse como un adolescente enamorado. Maldición, ya estaba en la universidad, ya era hora de que su corazón dejara de latir como un puberto con cada pequeña cosa relacionada con Taehyung.
Aventuró que se trataba de Boys Don't Cry justo cuando Taehyung se quitó los audífonos de un jalón, tirándolos sobre el sofá sin dejar de mirar a Jungkook.
Ya era hora de que dejara atrás ese capricho llamado Kim Taehyung.
—Jungkook.
La voz le había cambiado también desde la última vez que lo escuchó hablar tan cerca, sin barreras y sin paredes que los separaran. Ahora era más grave, más profunda, más arrolladora. Era muy diferente ver a Taehyung a través de la pantalla de su celular y escucharlo en la habitación de al lado que verlo en persona y tenerlo frente a él. Era más difícil controlarse cuando todo se sentía tan real.
O, solo quizás, era hora de que se lanzara hacia adelante, sin arrepentimientos. Sin mirar atrás.
Caminó hacia el sillón y puso su mejor sonrisa.
—Taehyung, hola.
Enamorarse era un proceso de varios pasos.
Y Jungkook por fin iba a dejar el primero atrás.
!!!
¡Nos leemos luego! :)
[ Noduru, 2023 ]
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