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La vida no quería sonreírle a Jeon Wonyoung
Ni una sola vez. No desde que conoció a Kim Taehyung, al menos.
Le había enviado mil mensajes. Sin recibir ni una sola respuesta. Wonyoung giró unas cuantas veces su muñeca y miró su reloj: Eran las dos de la tarde del último día del año. 2018 no había sido su año. Pero no podía quejarse, porque ninguno había sido su año desde 2015.
Esperaba que 2019 sea (un poco, solo un poco) mejor.
Estaba sentada en la acera, con las rodillas pegadas al pecho, afuera de una tienda de conveniencia cerca de su vecindario. Esa mañana, pensó en pedirle ayuda a Jungkook en su pequeña misión, pero descartó esa idea al instante. Jungkook no le ayudaría a comprar alcohol. Ella ya era una adulta, de todas maneras: Podía hacer las cosas por sí sola (a veces, si se esforzaba lo suficiente).
Sacó un par de latas de la funda plástica que tenía a su lado y empezó a leer la envoltura. ¿Cuántas de esas aguantaría Taehyung antes de empezar a balbucear incoherencias? ¿Cuántas de esas aguantaría ella? Nunca creyó tener una buena tolerancia al alcohol, y se había abstenido de comprobarlo hasta que Taehyung fuera mayor de edad. Si iba a emborracharse por primera vez, tenía que ser con él. Si iban a morir, que sea estando juntos.
Wonyoung tragó saliva.
¿Cuántas latas necesitaría para confesarse a su mejor amigo? ¿Dos? ¿Una?
Le dio otra ojeada al celular y se puso de pie. No había respuesta de Taehyung, pero sí había unas cinco invitaciones para fiestas en balcones de hoteles y discotecas de mala muerte. Wonyoung ni siquiera se iba a molestar en responder. Ella ya tenía planes para año nuevo. De hecho, ella y Taehyung habían planeado esto desde hace años.
Entonces, ¿por qué el imbécil no daba señales de vida?
Tonteó un poco por la ciudad un rato. Miró los mostradores de algunas tiendas (desde afuera, porque no le dejarían entrar con alcohol), le compró pan en forma de pez a un vendedor ambulante y escuchó todo el álbum de Three cheers for sweet revenge, tres veces. Al verla caminando por la calle, con una camiseta blanca enorme que le llegaba hasta las rodillas y que tenía a Hello Kitty estampada en toda la parte frontal, dando saltos y haciendo tintinear la bolsa con las cervezas, pocos imaginarían que Wonyoung tenía a Gerard Way gritándole por los audífonos.
Solo una persona podría adivinar lo que Wonyoung escuchaba. Alguien que la conociera lo suficiente y que supiera que ella estaba pasando tardíamente por su fase emo a los dieciocho.
Divisó a Taehyung a unos veinte metros, con esa ropa holgada y ese cabello suelto dignos de un modelo independiente de Instagram. Ese cabello azul era imposible de ignorar. Se detuvo, sacó una cerveza, abriéndola con una chasquido metálico, y le dio un sorbo rápido, limpiándose con el dorso de la mano antes de empezar a correr hacia él.
Love it, or leave it, you can't understand...
Taehyung también dio con ella entre la multitud, sonriéndole y agitando su mano sobre su cabeza. Pero él no se movió. Por supuesto. Taehyung nunca era el que iba hacia Wonyoung. Él era del tipo que esperaban, que aguardaba pacientemente hasta que la chica llegara junto a él.
Y ella, como un perro obediente, lo haría.
A pretty face, but you do so carry on...
Correría lo que fuera necesario para llegar hasta Taehyung.
And on, and on...
Se detuvo frente a él, sacándose un audífono.
—El destino nos ha unido —soltó Taehyung, sonriendo con tanta diversión como culpa. Soltó una risilla al ver que a Wonyoung no parecía causarle ninguna gracia. Sus ojos fueron a parar en la funda tintineante que ella cargaba, y se encendieron—. Lo compraste.
—Lo compré, efectivamente, así que págame —le extendió su mano. La funda se deslizó por su brazo hasta quedar colgando sobre el codo. Taehyung sacó la billetera del bolsillo.
—¿Cuánto es?
—Con uno de ₩10000 me sobra y me basta.
Los dedos de Taehyung, que rebuscaban entre los bolsillos de su billetera, se detuvieron. Le dio una mirada de ojos entrecerrados a Wonyoung, escéptico.
—Así que era alcohol costoso, ¿eh? Espero que sepa bien, por lo menos —dijo, echándole un vistazo a la lata que Wonyoung sostenía en su otra mano. Ella le sonrió, alzando la lata como para hacer un brindis y dándole otro sorbo—. Te estrenaste sin mí.
—Es tu culpa por ignorar campalmente mis mensajes —otro sorbo. La cerveza sabía horrible, así que estaba usando toda su fuerza de voluntad para no hacer una mueca— Además, te estoy cobrando el envío.
Eso hizo reír a Taehyung. Y también a Wonyoung. Y ambos continuaron caminando calle abajo, en dirección a la casa de los Kim. Los padres de Taehyung habían viajado a Daegu a visitar a sus abuelos por año nuevo, y habían decidido no llevar a su hijo porque la abuela Kim aborrecía con todo su ser el nuevo aspecto de su nieto y se querían ahorrar una escena. Así que tenían la casa para ellos, para emborracharse toda la noche escuchando música vieja y, si tenían suerte rebuscando por la casa, fumando un poco.
Tras avanzar algunas calles, Taehyung le arrebató el audífono suelto que colgaba de su hombro y se lo puso. Wonyoung se enrojeció desde la nariz hasta las orejas, y lo escondió dándole otro trago a la cerveza. Sacó otra lata de la funda y la abrió.
—Oh, ¿seguirás deprimiéndote con Gerard Way hasta año nuevo? Creo que sería mejor—se calló de golpe cuando sintió la lata fría sobre su mejilla. Wonyoung sacudió la lata frente a su rostro. Taehyung la tomó con un resoplido y le dio un largo sorbo, empezando a toser— ¡Mierda! Esto es... Dios, es horrible.
—Acostúmbrate —Wonyoung alzó la funda, las latas chocando entre sí. Sonrió con malicia—. Porque tenemos que acabarnos todo esto antes de media noche.
Cuando Wonyoung volvió a estar (parcialmente) consciente de sus acciones, cuando volvió a sentir los dedos de los pies y fue capaz de levantarse sin tambalearse y caer al suelo, faltaban diez minutos para que el año terminara. Se habían sentado en el suelo con Taehyung, y habían jugado algunos drinking-games para entrar en ambiente antes de simplemente repartirse las latas y empezar a beber sin control. Taehyung, al ser el chico del cumpleaños (o algo así) había escogido la música. Entonces se la habían pasado escuchando baladas románticas de los 80s toda la noche.
Apenas notó el momento en el que todo empezó a dar vueltas y ambos empezaron a reírse sin razón. Le pareció escuchar China girl en el altavoz de la sala, aunque la voz de David Bowie sonaba tan distorsionada en su cabeza. Wonyoung ya no podía confiar en sus propios sentidos. Taehyung no estaba. Wonyoung empezó a gritar su nombre mientras daba vueltas por la casa en busca de un chico de cabello azul bastante ebrio, agarrándose de los muebles y las paredes para no caer al piso. ¿Dónde mierda estaba Taehyung?
—¡Taehyung! ¡Tae... hyung! —gritaba con una voz llena de alcohol, cada sílaba saliendo de una forma casi incomprensible de sus labios. Se los relamió: El sabor de la cerveza seguía latente— ¡¿Dónde... estás?!
Se arrastró por las escaleras y, milagrosamente, logró llegar a la habitación de Taehyung. Se guió por las risas ebrias que parecían originarse en el baño. Tropezó con un chaleco con estampado de jirafas en su camino hasta el baño. Abrió la puerta empujándola con todo el peso de su cuerpo, encontrándose con Taehyung, echado boca arriba en la bañera, con el celular en la mano derecha, muy cerca de los labios, y una botella de whisky (seguramente robada del despacho de su padre) en la mano izquierda. Tenía el dedo pulgar sobre la pantalla del teléfono. Wonyoung se le quedó mirando con el entrecejo fruncido.
—Me gustas... ¡Ja! ¡Me gustas tanto! —exclamó Taehyung, con el whisky chorreándole hasta la barbilla mientras soltaba risas adormiladas— Y no entiendo por qué me gustas tanto, porque eres un poco imbécil, si soy sincero... Aunque no podría decirlo con exactitud... Porque apenas nos hablamos... Pero me gustas tanto. Tanto, tanto, tanto. Y desde hace tanto tiempo... Me gustas desde hace, ¿qué? ¿cinco años? ¿Eran cinco... ? —empezó a hacer cuentas con sus dedos, para rendirse al instante y empezar a reír como idiota— Y en cinco años no te has dado cuenta de lo mucho que me gustas, imbécil... —hipó, acercándose más al teléfono. Wonyoung dio un paso hacia la bañera para ver mejor el celular: Taehyung estaba grabando una nota de voz. No un mensaje, una nota. En la app de Notas de Voz ¿Para quién iba dirigido entonces? Wonyoung sintió una punzada en el pecho, ¿eso importaba de todos modos? ¿Cambiaba algo el saber quién era el destinatario?— Dios, te detesto. Y te detesto más por hacer que me enamore de ti y por ser tan malditamente perfecto y por ignorarme por cinco años. Mierda, te odio.
Y ahí la grabación terminó, con Taehyung presionando el botón para guardar. Y los fuegos artificiales empezaron a resonar por todo el vecindario. Y el mundo de Wonyoung se detuvo.
En la casa del lado habían puesto Happy New Year de ABBA, y Wonyoung sintió unas inmensas en incontrolables ganas de llorar. Taehyung había dicho todo en un balbuceo, pero, a diferencia de con David Bowie, Wonyoung pudo entender a la perfección todo lo que dijo.
—¡Ah, Wonyoung! —dijo Taehyung, sonriéndole a través del whisky y notando su presencia demasiado tarde. Wonyoung ya estaba llorando— ¡Feliz año nuevo! —salió de la bañera de un salto y se abalanzó sobre ella. Wonyoung empezó a sollozar contra su hombro con tanta fuerza que ni los fuegos artificiales pudieron callarla, pero Taehyung estaba tan ebrio que ni siquiera se dio cuenta. Mierda, ¿en serio puedes confesarte por teléfono pero no consolarme? Y ni siquiera te confesaste bien, tarado, pensó Wonyoung. Se tragó las ganas de darle una bofetada a Taehyung y, en su lugar, lo abrazó— Este... Este año va a ser nuestro año, ¡te lo aseguro!
La vida no quería sonreírle a Jeon Wonyoung
:(
¡Nos leemos luego!
[ Noduru, 2023 ]
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