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La navidad de Wonyoung estaba siendo extraña.
Wonyoung no entendía lo que estaba sucediendo. Es decir, superficialmente, nada parecía fuera de lugar. Sus padres no lo habían notado. Beomgyu tampoco, pero ella lo podía sentir. Pasar cuatro años al lado de Kim Taehyung quizás no lograba que él se enamorara de ti (lastimosamente) pero sí te daba cierta información.
Lo conocías, sabías lo que pasaba y notabas al instante si algo andaba mal.
La noche de Navidad definitivamente algo andaba mal.
—¿No crees que Taehyung actúa extraño? —preguntó, metiéndose una cucharada de puré de papa en la boca y limpiándose con una servilleta. Beomgyu apuñaló el pavo unas cuantas veces con el tenedor para cortarlo, encogiéndose de hombros.
—No lo sé. Tú lo conoces mejor que yo.
—Tú también lo conoces. Taehyung no paraba de hablar en las fiestas, pero míralo —señaló con el tenedor a la mesa que estaba a unos metros—. No ha dicho una palabra en toda la noche, y parece a punto de salir corriendo para saltar del balcón.
Beomgyu lo observó por un momento, entrecerrando los ojos, pero terminó por alzar los hombros una vez más.
—Luce algo decaído, ¿hablaste con él? —levantó la mirada de su plato para mirar a Wonyoung. Sonrió un poco al no recibir respuesta— ¿Nuestra pequeña Wonnie está preocupada?
—Dios, ew. No me llames así —respondió, sacando la lengua y fingiendo vomitar. Sacudió los hombros y Beomgyu rió—. Pero sí, supongo que me preocupa.
—Debe ser deprimente pasar la Navidad sin tu familia —enarcó una ceja, mirando a Taehyung. El chico claramente lucía mal. Demasiado pálido, con la mirada clavada en su plato de pavo. Comía con manos temblorosas y parecía que dentro de poco se echaría a llorar—. Habla con él después de la cena.
—Puede ser eso, pero Taehyung nunca se ha puesto así por sus padres —miró a Taehyung un poco más, apretando los labios en un gesto de evidente rendición. No le serviría de nada sacar conclusiones apresuradas. Se volteó para mirar a Beomgyu con las cejas alzadas y lo golpeó con suavidad en el hombro—. Tú también estás pasando la Navidad sin tu familia y no te veo deprimido.
—Oh, no, no. No —Beomgyu tomó un sorbo de sidra para tragar el pavo y apartó la mano de Wonyoung de un golpe (bastante suave, a decir verdad)—. Pasaré la Navidad con mi mamá. Pasaremos la Navidad con mi mamá. Nos vamos a las diez, ¿lo olvidaste?
—No lo olvidé —Wonyoung se aclaró la garganta, bajando un poco la mirada, y sonrió sutilmente—. Solo era una broma.
Beomgyu asintió, dándole otro sorbo silencioso a la sidra, y terminaron de comer sin decir otra palabra. Se limitaban a cruzar miradas de vez en cuando y reírse como bobos.
La mesa del apartamento de Jungkook era bastante grande para dos personas, pero no lo suficiente para los siete que estaban en la cena navideña. Beomgyu y Wonyoung habían terminado comiendo en la cocina, usando la encimera de mármol como mesa y dos bancos de madera. Wooyoung (la señora Jeon se había pasado toda la noche molestándolos a él y a su hija por la similitud de los nombres) había desaparecido dentro de su habitación hace una media hora para hacer una videollamada con sus padres (vivían en otra ciudad), pero eso significada un solo asiento libre, y Beomgyu no quería dejar sola a Wonyoung, ni viceversa. Así que el asiento que había estado ocupando Wooyoung, justo entre Jungkook y Taehyung, ahora estaba vacío.
Wonyoung podía sentir la tensión incluso a esa distancia.
Cuando terminó de comer, vio de reojo a Beomgyu. Él se había negado a atarse el cabello y le caía sobre las orejas rozando sus hombros. No habían encontrado ropa muy formal en la habitación del chico, pero hicieron lo que pudieron. Llevaba pantalones negros que le quedaban un poco más arriba de los tobillos y dejaban a relucir sus calcetines (un par navideño a juego con el de Wonyoung; ella tenía los de reno y él los de Santa Claus), y una camisa verde que se había arremangado para comer. Beomgyu se terminó su sidra de un bocado y Wonyoung tragó saliva.
Era, en definitiva, un chico atractivo.
Wonyoung llevaba un vestido de lana rojo y se había atado el cabello con una cinta del mismo color. Su madre les tomó cientos de fotos cuando llegaron, y Beomgyu la había abrazado por la cintura para la cámara. Wonyoung se había sentido bien con eso. Si Taehyung lo hubiera hecho, probablemente hubiera sentido una montaña rusa en el estómado, pero no con Beomgyu. Beomgyu era calma, era tranquilidad.
Era comodidad, y Wonyoung prefería mil veces eso al ciclón de emociones que era Taehyung.
Quizás, quizás, ya había dejado a Taehyung atrás. Quería a Beomgyu, y él la quería también. No sabía muy bien cómo pasó, pero de un día a otro empezó a formular excusas tontas para cancelar sus planes con Taehyung y escapar a la gasolinera. La señora Choi siempre la quiso, de todos modos, así que estaba encantada con la noticia.
—¡Sabía que algo pasaba entre ustedes dos, jovencitos! —había exclamado, abrazando con fuerza a Wonyoung— Era muy raro que pasaran tardes enteras encerrados en ese cuarto, si saben a lo que me refiero —añadió, levantando las cejas y riendo. Wonyoung y Beomgyu habían intercambiado una mirada de cómplices para empezar a carcajearse con la señora Choi.
No pasaban ese tipo de cosas en la pequeña oficina de la gasolinera, para decepción de la imaginativa señora Choi. En realidad, Wonyoung y Beomgyu se la pasaban tardes enteras jugando al Mario Kart y quejándose de las personas mientras se terminaban la reserva de sándwiches en forma de triángulo de la gasolinera.
Beomgyu se quejaba de compañeros de clase, de los tarados de las fiestas, de su familia, de su padre (en especial de su padre, que solo se aparecía de vez en cuando para darle dinero por su cumpleaños), pero Wonyoung solo se quejaba de Taehyung. Taehyung, Taehyung, Taehyung. ¿Cómo es que Beomgyu no estaba harto?
¿Cómo es que, aún con toda la charla y los pucheros y la ocasional lágrima por Taehyung, tuvo el valor para besarla hace exactamente un mes, en el umbral de la casa de los Jeon, cuando la acompañaba de vuelta a casa?
—¿Te sirvo el postre? —dijo Wonyoung, levantándose del banquito de madera y recogiendo su plato y el de Beomgyu. Él asintió con una sonrisa apretada.
—Te ayudaré.
Wonyoung sacó el bizcocho de pera que había hecho con su padre por la tarde y empezó a cortarlo en rodajas que Beomgyu acomodaba elegantemente en los platos de porcelana que su madre les había prestado. Wonyoung le echó una que otra mirada a la mesa. A pesar de haber terminado de comer hace mucho, sus padres seguían sentados, charlando entre ellos y metiendo de vez en cuando a Jungkook o a Taehyung en la conversación. Jungkook parecía demasiado enérgico, hablando de más y sonriendo tanto que a Wonyoung le dieron náuseas solo de verlo. Taehyung, por otro lado, parecía rogar que la noche acabara para esconderse en la esquina de su cuarto y llorar toda la noche.
Wonyoung se mordió el labio, apuntando mal con el cuchillo y casi cortándose un dedo. Beomgyu se lo arrebató justo a tiempo, y el pequeño roce entre sus manos logró que Wonyoung se calmara un poco.
—¿Qué te parece si —dijo él, alejando el cuchillo y sonriéndole con tanta suavidad que a Wonyoung no le faltaron ganas de lanzarse sobre él y abrazarlo— cambiamos de lugares?
Ella asintió, cambiando con Beomgyu y empezando a poner los bizcochos sobre los platos. Empezaron a servirlos intentando no interrumpir la conversación. Hablaban de qué tal le estaba yendo a Jungkook con la universidad, cuánto faltaba para que Taehyung y Wonyoung se graduaran, o de por qué diablos el roomie de Jungkook estudiaba derecho y no gastronomía cuando su cena había sido deliciosa. Al dejar el plato frente a Taehyung, Wonyoung se inclinó disimuladamente.
—¿Estás bien? ¿Quieres hablar? —le susurró, agradeciendo que el bullicio de sus padres evitó que alguien más la escuchara.
Taehyung no la miró, pero se volteó un poco para susurrar a su vez:
—Solo quiero salir de aquí.
Eso era lo único que necesitaba saber. No importaba si ya se olvidó de sus sentimientos de Taehyung, él seguía siendo su mejor amigo y siempre lo sería.
—Mamá —dijo, en voz alta y lejos de la oreja de Taehyung—. Parece que nos quedamos sin sidra, así que iré a comprar refresco con Taehyung —lo agarró del brazo, obligándolo a que se levantara—. Volveremos enseguida.
—Ah, está bien. Aguarda, te daré dinero —dijo su madre, rebuscando en su bolso y dándole un codazo a su esposo para que buscara también.
Wonyoung y Taehyung se quedaron parados en silencio, esperando nerviosamente hasta que el hombre les entregó un billete de cinco dólares. Se dirigieron a la velocidad de un rayo hasta la puerta. Solo para que, justo cuando estaban por cerrarla, una mano se levantara en el aire.
—¡Yo también iré!
Jungkook había levantado la mano, como si necesitara permiso para acompañarlos. Miró a su madre de reojo, quien solo se rió y agitó su mano, indicando que podía ir.
—Supongo que puedes ser el adulto responsable, hijo. Vete, vete.
Wonyoung maldijo internamente. ¿Jungkook? ¿En serio? Probablemente estaban escapando de él, y ahora los acompañaría. Si de verdad había pasado algo entre ellos dos (tal vez se habían peleado. Sabía que ahora él y Taehyung eran amigos cercanos), no quería estar en el medio de una disputa. Le rogó a Beomgyu con la mirada, y él asintió, entendiendo al instante y tomando su abrigo del sofá. Hizo una rápida reverencia para los padres de Wonyoung.
—Yo también iré con ellos. El bizcocho estaba delicioso, señor Jeon. Con permiso —dijo, con una voz automatizada similar a la de un militar, y salió por la puerta detrás de Jungkook.
La señora Jeon volvió a reír, y su esposo solamente bufó con diversión. Ya con todos los chicos fuera del apartamento, comentó con dulzura:
—Creo que Wonyoung por fin encontró a un buen chico.
Por otro lado,Wonyoung no podía dejar de pensar en una cosa: la navidad este año estaba siendo extraña. Y, mientras bajaba las escaleras de la mano de su novio, con Taehyung caminando varios pasos adelante y Jungkook siguiendo el ritmo uno o dos metros atrás, supo que la noche no haría más que empeorar.
¡Nos leemos luego! :)
[ Noduru, 2023 ]
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