Capítulo XXIV: Resolución
Matthew
Había tomado la costumbre de mirar películas y series al llegar del trabajo, era una forma de disminuir el peso de la soledad, también de distraerme de pensar en Dylan. Aunque no funcionara.
Me sentaba frente al televisor, ponía cualquier cosa y miraba sin ver las imágenes en la pantalla. Lo único que hacía era recordarlo a él, rememorar una y otra vez las noches en ese mismo sofá, las conversaciones, las risas y los besos.
Así que llegada la madrugada, yo la recibía sin haber visto nada y con la mente saturada de él.
También lo buscaba en redes, pero era muy poco lo que hallaba, no había fotografías suyas recientes, ni declaraciones, nada. Apenas alguna noticia sobre la pasada fashion week, las próximas grabaciones de Heaven o la nueva temporada de El amante del príncipe.
Las fotos y los videos de la fashion week en los que él aparecía ya me los sabía de memoria de tanto verlos. Tenía grabada en mi retina la seriedad de su rostro en la pasarela, su cadencia al caminar, su manera de posar, la sonrisa distraída a las cámaras en el backstage. Anhelaba que mi teléfono sonara y ver su nombre en la pantalla o al menos un mensaje suyo de WhatsApp, pero no sucedía, Dylan se había vuelto silencio.
Continuaba sintiéndome mal por mi forma de actuar con él, sin embargo, no me atrevía a buscarlo, si él me estaba olvidando era mi culpa, no tenía derecho a importunarlo.
Ese sábado por la mañana, me desperté y me quedé observando por varios minutos los diferentes tonos de blanco en el techo, eso era más interesante que mi vida. No quería levantarme, no tenía planes y no quería estar solo en mi casa.
No podía recurrir a Sasha, ella tenía una cita con un tipo con el que había empezado a salir.
Respiré profundo y, finalmente, me levanté sin ganas. Fui al baño, me lavé los dientes y la cara. Al mirarme en el espejo odié profundamente el rostro que veía: ojeroso, pálido y sin afeitar. A pesar de lo mal que me veía, no hice nada por remediarlo.
Volví a la cama y me dediqué a revisar el celular, no tenía esperanzas de hallar nada sobre él; sin embargo, me sorprendí porque lo primero que vi era referente a Dylan Ford.
En las noticias de Google me apareció una nota amarillista que decía que él había sufrido una nueva crisis nerviosa. También había una fotografía de él tomada aquel día de la entrevista.
«¿Qué le sucede a Dylan Ford?»
El joven actor de veinte años parece haber sufrido una nueva crisis nerviosa luego de que hace unos meses se supiera que estaba en tratamiento por una depresión crónica, con la que lucha desde hace varios años.
Dylan Ford perdió a toda su familia en una accidente de coche hace seis años, antes de iniciarse en el mundo del modelaje. Este hecho y el estrés al cual ha estado sometido por la filmación de la serie El amante del príncipe y su reciente fama lo han llevado en varias oportunidades a presentar conductas extrañas, como la que tuvo durante la entrevista para M&M, en la que el actor se mostró confundido ante las preguntas de la entrevistadora, terminando bastante alterado.
También hay que recordar que fue visto meses atrás en un hotel de baja categoría, gritándole a sus fans hasta el punto de agredir a varias de ellas.
Lo último que hizo el actor fue subir tuits diciendo cosas extrañas:
«Ellos están entre todos nosotros, quieren beber la sangre de los niños y comer su carne, tenemos que detenerlos».
«Hay un culto maldito que secuestra niños y se los ofrece a Moloch».
«El demonio me persigue, sé que voy a morir».
«En los acueductos de la ciudad, tienen a niños encerrados».
«Mataron a Marguerite».
El señor Timothy Ford, hermano adoptivo y mánager del joven actor y modelo, ofreció declaraciones alegando que su hermano atraviesa momentos de mucho estrés, pero que está siendo atendido y pronto estará muy bien y de regreso».
Mientras leía, el corazón se me estrujó, sentí que me ponía frío. ¿Qué pasaba con Dylan? ¿Era cierto que había recaído? Y esos tuits tan extraños. Sabía de sus temores y de que él estaba convencido de la veracidad de ese culto y de la existencia de los demonios, pero parecía surrealista que se atreviera a tuitear cosas como las que acababa de leer.
Continué buscando noticias sobre él, otras páginas decían más o menos lo mismo. Entré a Twitter, pero los tuits ya no estaban y en su perfil de Instagram no había nuevo contenido.
Llamé a Marc, no me importaba que fuera muy temprano por la mañana.
—Marc —dije en cuanto él atendió la llamada—, ¿qué pasó con Dylan?
—Hum. —Mi hermano seguía adormilado—. ¿Matt? ¿Qué ocurre? Es de madrugada.
—Son las siete de la mañana, Marc. Dime qué le pasó a Dylan.
—¿Cuál Dylan?
—¿Qué sucede, cielo? —La voz de Stephanie, mi cuñada, sonó al fondo.
—¡Dylan Ford, Marc! ¡Dylan! —recalqué perdiendo la paciencia—. Acabo de leer que tuvo una crisis nerviosa. ¿Qué le sucedió?
Mi hermano hizo silencio del otro lado de la línea, temí que se hubiera dormido, sin embargo, me contestó unos segundos después, más despierto.
—Te dije hace días que te olvidaras de él, Matt. ¿Por qué no me puedes hacer caso? Mira, como tu hermano mayor que te ama, te digo que no sigas enredándote con él.
—No te estoy pidiendo consejo, Marc. Dime si está bien o no.
Marc suspiró del otro lado antes de hablar.
—Tuvo una crisis nerviosa. Lo encontraron vagando en un sector peligroso de la ciudad, hablaba incoherencias.
En ese instante sentí que el corazón se me detenía, un nudo me apretaba la garganta, tuve que tragarme las ganas de llorar para continuar hablando.
—Incoherencias. ¿Lo que publicó en Twitter?
—Sí, esas locuras. No está bien de la cabeza, Matt, olvídate de él.
Era más que evidente que no podía olvidarme de Dylan. Los tuits se referían a las cosas que él me había contado. Para cualquier otra persona podrían parecer argumentos absurdos de alguien que había perdido la cordura, pero no para mí, yo le creía. Ya lo había dejado solo una vez y no volvería a hacerlo. Al menos tenía que saber cómo estaba.
—¿Dónde está? Por favor, Marc, es importante para mí. Tú no lo conoces, él no está loco.
—No te involucres más, Matthew. Su hermano Timothy ha iniciado una solicitud de tutela legal. Dylan no está en condiciones de encargarse de sí mismo.
—¿Una tutela? ¿Hablas en serio?
No podía creerlo. Era inadmisible que Timothy se atreviera a tanto. Ya antes había sospechado que había Influencia indebida, pero que solicitara incapacitar a Dylan era el colmo.
—Muy en serio —me contestó Marc—. No viste las fotos porque las retiramos de internet. Yo sí las vi, me las hicieron llegar para que armáramos una estrategia publicitaria que le hiciera frente a este desastroso escándalo. En las fotos, Dylan vestía un elegante Valentino, pero lucía sucio y desorientado. Incluso estaba golpeado, suponen que se peleó con algún indigente.
¿Indigentes? ¿De qué diablos hablaba Marc? Cada vez me sentía peor, tenía náuseas y las manos heladas, no podía creer lo que me contaba. De quien él me hablaba no era Dylan, no podía ser Dylan.
No obstante, recordé la vez que me llamó llorando y fui a buscarlo a ese hotelucho y luego la crisis que tuvo durante la entrevista con M&M; también el tratamiento de la doctora Stone para la depresión y la ansiedad. ¿Sería posible que fuera cierto y realmente él estuviera tan mal como para no poder encargarse de sí mismo y requerir tutelaje? ¿Su cordura finalmente había sucumbido y confundía la realidad con delirios creados por él mismo? Tenía que verlo y constatarlo con mis propios ojos. Hasta no hacerlo no estaría tranquilo.
—¿Al menos lo están atendiendo bien?
—Hasta donde sé, sí.
—Supongo que estará internado. —Quería que mi hermano me dijera donde, pero temía que si le preguntaba frontalmente se negaría a decirme.
—Así es.
—La doctora Stone era su psiquiatra, espero que continúe atendiéndolo.
—En donde está tienen los mejores especialistas y se han comprometido con la confidencialidad.
—Ya. ¿Y está en?
— No te lo voy a decir, Matt, no insistas. Aléjate de Dylan... ese muchacho...
Mi hermano no terminaba de hablar y la desesperación me ganaba.
—¿Ese muchacho qué?
—No está bien de la cabeza, no va a terminar de buena manera y no quisiera que te vieras involucrado.
—Claro, debo pensar en la imagen de la compañía.
Estaba molesto y frustrado, me enojaba que para mi hermano la imagen de Lux Marketing fuera lo más importante.
—No es por la compañía, Matt, es por ti. Crees que no me doy cuenta del estado en el que estás, pareces un zombi. Tienes que superarlo.
Como si fuera muy fácil.
—Disculpa por molestarte, tienes razón, me daré una ducha y me olvidaré de él.
Cerré la llamada, no podía seguir hablando con Marc, él no entendía nada, tampoco iba a ayudarme. Tenía que buscar otra forma de saber de Dylan y si realmente esa tutela era la mejor opción para él.
Decidí poner manos a la obra, en diez minutos ya me había bañado y cambiado. No llamaría a la doctora Stone, ya ella me había contado que no se encargaba más de Dylan. Decidí contactar a la única persona a quien él consideraba un amigo.
—Nils, soy Matthew Preston —dije cuando él atendió la llamada—, ¿me recuerdas?
Nils resopló del otro lado de la línea, luego me habló con la voz teñida de enojo.
—Ojalá no lo hiciera, me gusta olvidar a los imbéciles.
Carraspeó. Decidí ignorar su comentario.
—Acabo de enterarme de que Dylan tuvo una nueva crisis nerviosa. Quería... quería saber cómo estaba.
—¡Já! ¿Es en serio? ¿Ahora te importa?
—Nunca ha dejado de hacerlo.
—¡Oh! —El sarcasmo en su voz era evidente—. Lo disimulaste bastante bien.
—Entiendo que no me creas, sé que me comporté como un patán.
—Patán es poco. ¡Dylan sufrió mucho por tu culpa! No le contestabas las llamadas, no respondías sus mensajes. ¿Cómo puedes decir que te importa? Lo conozco desde hace tiempo, él confiaba en ti, tenía esperanzas de que gracias a ti saldría adelante. En cambio, lo arrojaste de regreso a los brazos de Timothy. ¿Sabes cuánto tiempo estuve tratando de convencerlo de que se alejara de él? Cuando por fin lo logra tú...
—Mira, realmente estoy muy apenado y arrepentido por lo que hice, sé que no puedo justificarme, pero mi hermano me acaba de decir que Dylan está hospitalizado y Timothy quiere solicitar una tutela legal Yo, yo no estoy seguro de que sea lo mejor para él.
—¿Y qué te importa todo esto ahora? ¿De repente tienes responsabilidad afectiva?
Nils me hablaba enojado, estaba consciente de que merecía su odio, sin embargo, necesitaba su ayuda.
—Ya te dije, estoy arrepentido.
—¡Ah! ¡Quieres hacer una buena obra! ¡Ve con las monjitas, entonces!
—Nils, por favor. Eres su amigo, ¿o no? Si Timothy se está aprovechando de esta nueva crisis para apoderarse del dinero de Dylan, tenemos que impedirlo. Por favor.
Por un largo minuto Nils no hizo ningún sonido, empezaba a desesperarme.
—¿Qué es lo que quieres saber? —preguntó por fin.
—¿Dylan está tan mal? ¿No puede encargarse de sí mismo? Los tuits...
—Son verdad.
Me sorprendió la declaración directa de Nils. ¿Él sabía de ese culto?
—Tú... ¿Sabes de eso? —pregunté con algo de reticencia.
—Muchas celebridades asisten. Dylan se asustó, pero no debió tuitear esas cosas. Ellos se encargarán de que no vuelva a hablar y Timothy es el instrumento para lograrlo.
—Dylan está en peligro, ¿verdad?
—Es muy probable.
—¡Voy a sacarlo de ese hospital!
—¡Já! —resopló Nils—. ¡Estás tan loco como Dylan! Nadie se enfrenta a la élite y vive para contarlo.
—¿Eso significa que no me vas a ayudar si te lo pido?
—¿Cómo sé que puedo confiar en ti? ¿Qué no te echarás para atrás y abandonarás a Dylan de nuevo?
— Yo... yo creo que lo amo.
—¿Crees? —Nils se rio con sorna—. Perdóname, pero eso no me convence.
—Mira, soy yo quien te está buscando, quien te está llamando y pidiendo ayuda para rescatar a Dylan, eso debería bastar. Sé que hice mal, que me porté como una mierda, pero ya te dije que estoy arrepentido. No voy a dejar que Timothy continúe dañándolo y voy a sacarlo de ahí con tu ayuda o sin ella.
Nils resopló. Creí que continuaría descargando su enojo, pero en lugar de eso:
—Dylan no está hospitalizado.
—¿Ah, no? —pregunté sorprendido—. Pero mi hermano me dijo que estaba ingresado.
—Timothy no lo permitió, no quiere que la situación se haga más grande, ya la prensa ha publicado muchas cosas que van a perjudicar su carrera.
—¿Está en su casa, entonces? Será más fácil sacarlo de ahí.
—Sí, está en su casa, pero no creo que sea tan fácil como crees. Timothy no permite visitas, ni siquiera yo he podido verlo. Seguramente habrá aumentado la vigilancia para evitar que Dylan vuelva a escapar.
Lo que decía Nils era muy lógico, Timothy no lo dejaría huir de nuevo.
—Te ayudaré.
—Gracias —le respondí esperanzado.
—No lo hago por ti, imbécil. Todavía no te perdono.
Me despedí de Nils y me senté en la cama, lleno de una nueva energía. Si había algo que odiaba era la injusticia y más si la víctima era alguien a quien amaba.
*** Hasta aquí el capítulo. Por fin Matt se decide a actuar, ¿podrá hacer algo por Dylan?
Hay una pregunta que quiero hacerles, cuando empezaron a leer la novela, ¿de que esperaban que tratara?
¿Imaginaban que trataria de depresion y trastornos mentales o imaginaban o una comedia romantica?
Y sinceramente, ¿se sienten decepcionados de la trama?
Bueno, nos leemos el proximo viernes, ya falta poco para el final que será diferente del que está publicado en Inkitt. Besitos.
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