Capítulo XIII: Oscuridad
Matthew
Las cosas con Dylan marchaban bastante bien, nos habíamos acoplado a la perfección y más que nunca volver a casa luego del trabajo era maravilloso. Incluso Princesa se sentía a gusto con él.
Decidí no darle importancia a los consejos esotéricos de Sasha. El día después de que fuimos a su casa, ella se presentó en Lux Marketing y me invitó a almorzar a nuestro lugar favorito: un restaurante de comida italiana que ambos adorábamos por su ambiente agradable y delicioso menú.
—Hay algo que me gustaría decirte —dijo ella, toda misterio, mientras esperábamos la comida.
—Es sobre Dylan, ¿verdad? —adiviné yo.
Sasha bajó los ojos en ese momento, lucía... no sabría como decirlo, ¿avergonzada, apenada? Ella tomó la copa de vino blanco y la llevó a sus labios. Me asustó un poco su actitud tan seria.
—Sí. Cuando lo toqué para tomarnos la foto, sentí algo feo, Matt.
—¿Algo feo como qué? Ya vienes con tus cosas raras.
Le dije eso en un tono jocoso, pero lo cierto era que ella había logrado inquietarme. Sasha y yo nos conocíamos desde secundaria. Ella siempre había presumido de que podía ver y sentir el aura de las personas, se decía de sí misma que era «bruja». Le encantaba todo lo esotérico como leer la mano y hacer limpiezas de aura con péndulos y piedras de colores. No me extrañó que quisiera llamar la atención diciendo algo extravagante sobre Dylan, sin embargo, su actitud tan seria sí lo hizo.
El mesero llegó y puso frente a nosotros los raviolis al pesto que ambos habíamos pedido.
—Sabes que es cierto, puedo sentir cosas —insistió ella—. Te dije antes que nadie que Frank era malo para ti, y ya vez, te puso los cuernos.
—Está bien, de acuerdo, eres bruja. Dime qué viste en Dylan.
—Algo feo, Matt. Algo que nunca antes había sentido. Una oscuridad lo envuelve y quiere llevarse su luz. Es como si estuviera rodeado de espinas.
Cuando le pregunté a qué se refería con eso de la oscuridad, Sasha no supo explicarme, solo me pidió que estuviera atento y me regaló un cuarzo blanco y un frasco con agua bendita. El cuarzo me pidió que se lo diera a Dylan y el agua debía rociarla por toda mi casa. En otras circunstancias me habría reído de ella, pero en esta oportunidad me inquietaba lo que me decía. También yo sentía que con Dylan sucedía algo que iba más allá de lo que él me contaba, aunque no creyera que se tratara de algo paranormal.
Abrí la puerta del departamento y Princesa salió a recibirme meneando la cola, la cargué en los brazos y fui por Dylan. Lo encontré en el sofá de la sala, con un cenicero repleto de colillas a un lado, un cigarrillo en una mano y su teléfono en la otra.
—¿Flaquito, cómo te fue con la entrevista?
Me asusté cuando, al acercarme para besarlo en la boca, vi su rostro bañado en lágrimas.
—Dylan, ¿qué pasó? ¿Timothy te hizo algo?
Me senté a su lado y tomé entre las mías una de sus manos que estaba fría. Dylan, por toda respuesta, me dio su teléfono. Era un correo de la productora que grababa Heaven.
—¿Qué es esto? —le pregunté.
—Me lo reenvió Nils —contestó él con la voz rota—, dicen que ya no me quieren como protagonista de la película.
—¡Diablos, Dylan!
Le apreté más la mano. Era una noticia devastadora para él, que había estado muy entusiasmado con la idea de ese rodaje.
—No te preocupes, estoy seguro de que podré hacerlos recapacitar.
Dylan negó con la cabeza.
—Llegaron otros correos también, me cancelaron todas las casas de moda, ninguna me quiere en la Fashion Week. Son ellos, es culpa de ellos, lo sé.
Él se llevó el cigarrillo a la boca temblando y le dio una profunda calada. Tenía los ojos enrojecidos e hinchados.
Lo único que se me ocurría era llamar a Nils y preguntarle cómo era posible que permitiera que de la noche a la mañana todos los proyectos de Dylan se vinieran abajo. Era su mánager, tenía que esforzarse en conseguirle buenos trabajos y más oportunidades.
Lo cierto era que me dolía verlo así, alterado y deprimido.
—Hablaré con Nils, tiene que explicar qué ha sucedido —dije.
Dylan fumó un poco más y negó con la cabeza mientras exhalaba el humo.
—Nils no tiene la culpa, la culpa es mía. Sospechaba que esto pasaría en lo que abandonara a Tim.
—¿Qué tiene que ver tu hermano en esto? No creo que sea tan influyente como para hacer que te cancelen en todos tus proyectos.
—Él no, pero ellos sí.
—¿Quiénes son ellos? ¿De quiénes hablas, flaco?
Los labios de Dylan comenzaron a temblar y en sus ojos apareció una expresión aterrorizada, como esa que había visto en aquel hotel semanas atrás.
—No puedo verte así, Dylan, en serio. Debes calmarte. Voy a prepararte un té.
Fui a la cocina y puse a hervir agua. Cuando la bebida estuvo lista, regresé con él.
—Ten cuidado, está caliente.
Él llevó la bebida a la boca, después de dos sorbos me miró con una expresión de infinita tristeza mezclada con ansiedad.
—Hay cosas en este mundo muy malas, Matt. Personas que realmente hacen daño para obtener privilegios. Hace algún tiempo yo quise ser parte de ese grupo privilegiado. Me metí en algo de lo cual no sé como escapar.
Dylan volvió a llevarse el cigarrillo a la boca con mano trémula, dio una profunda calada y permaneció mirando el humo con una expresión entre absorta y temerosa. No entendía de qué hablaba, ni por qué estaba tan asustado.
—Flaco, estoy seguro de que sea lo que sea, juntos encontraremos qué hacer. ¿Quieres contarme qué pasa, por favor?
—Tengo miedo de lo que vayas a pensar de mí, te decepcionarás.
—Ya te dije una vez que todos hemos cometido errores.
Dylan se pasó las manos por el rostro con fuerza, me miró a los ojos y empezó a hablar.
—Hace unos pocos meses Tim conoció a unos hombres muy importantes, los socios de una de las productoras más grandes del cine. Ellos me hicieron una invitación a través de él para pertenecer a un grupo selecto de personas. Dijeron que solo las estrellas más grandes o aquellas en vías de serlo eran parte. Entre ellos hay cantantes, actores, modelos, productores, la única condición es no revelar la identidad al resto, solo los líderes conocen a todos los miembros.
»Tim dijo que era una invitación que no se podía rechazar. Pertenecer a un grupo así no se le ofrecía a cualquiera. Estar allí nos traería grandes beneficios, mi carrera crecería como la espuma, sería conocido en todo el mundo, me volvería una de las personas más influyentes del planeta. Yo acepté, pero no para obtener la fama y las riquezas que decía Tim, lo hice por él.
Dylan volvió a estremecerse. Tomó la cajetilla, sacó otro cigarro y lo encendió. Esperé paciente a qué diera la primera calada.
—Decirte todo esto es una de las cosas más difíciles que he hecho en el último año, Matt. —Otra calada entre temblores de su mano. Mi ansiedad crecía igual que lo hacía el humo que él exhalaba—. Luego de la muerte de mis padres me volví dependiente de mi hermano, él es lo único que me queda, no tengo más familia que él. Me aferré de tal forma que mi vida era Tim, yo giraba en torno a él, vivía para complacerlo con la única finalidad de que permaneciera conmigo, que no me abandonara. Si Tim decía que ingresar a ese grupo era bueno, yo le creía.
»Ellos lo controlan todo, Matt, la industria musical, la televisión, el cine, la moda. Fabrican las próximas estrellas y si alguien no les cae bien es solo chasquear los dedos para que desaparezca profesionalmente. Se ha dicho mucho sobre ellos, pero increíblemente la gente cree que es mentira y no es así, están allí, determinando qué consumen las personas que miran redes, que ven la televisión. Cuelan sus ideas, sus ideologías. No me crees, ¿verdad?
Miré los ojos de Dylan que habían perdido el brillo, el gris era igual al de las nubes en un cielo de tormenta. Hablaba cosas difíciles de asimilar.
—¿Viste los Grammy? —El performance de uno de esos artistas es la réplica del culto. No tienen miedo porque saben que nadie creerá que es real. Mira hasta donde llegan.
Me mostró en su teléfono un artículo que hablaba sobre un escándalo del cual algo había escuchado. Una campaña de Molocopi, una casa de moda de lujos que había usado niños mezclándolos con elementos del BDSM. Los medios los acusaban de promover la pedofilia.
—Hay algunos artistas que han querido salirse y han denunciado a ese grupo élite.
—¿Y qué ha pasado con esos artistas?
—A algunos los han desaparecido profesionalmente. —Dylan subió los hombros—. A otros...
—¿Tan grave es? —pregunté.
—Tienen mucha influencia.
—No te preocupes. —Lo abracé y le besé la coronilla—. Trabajo para la empresa de marketing más grande del mundo. Nosotros también sabemos cómo hacer estrellas. Mañana mismo formarás parte de nuestros clientes, hablaré con mi hermano. Pondremos a tu disposición el mejor equipo, ya verás como no podrán hacer nada en tu contra, no van a poder desaparecerte.
—¿Eres una especie de ángel, Matt? Yo no te merezco, no te imaginas las cosas que he hecho.
Él me observaba y sus ojos reflejaban horror y ansiedad. Dylan era una especie de debilidad, una parte de mi cuerpo que dolía, lo único que deseaba en ese instante era apartar de sus ojos esa mirada.
—Tú eres el ángel al que tratan de robarle su luz.
Se abrazó a mí y enterró la cabeza en mi pecho.
—No soy un ángel, Matt. En esas reuniones participé en ritos para pedir cosas: éxito, fama, dinero. Adorábamos a un demonio llamado Moloch.
Fruncí el ceño. La adoración de Moloch no era nueva, era un dios anterior al cristiano. Se me hacía increíble que después de miles de años existieran personas que creyeran en semejantes tonterías y que por sus absurdas creencias estuvieran dispuestas a chantajear a otros. Porque eso era lo que le hacían a Dylan, lo chantajeaban para que continuara participando de sus ritos.
—Lo importante es que ya no deseas hacerlo, flaco, ya no quieres continuar participando.
—Moloch no acepta abandonos. Dicen que aquel que lo deja muere.
—Es una secta, flaco. Los que participan en esas cosas siempre buscan mantener a sus súbditos fieles, primero con promesas y cuando eso no resulta, entonces lanzan sus amenazas.
—¿No crees que Moloch sea real?
Yo negué con la cabeza y Dylan agachó el rostro.
—Yo lo he visto, Matt. Me ha hablado, me ha tocado, me ha... —la voz se le quebró—. ¡Dios no va a perdonarme! ¡Dios no me perdonará nunca! —Las lágrimas descendieron en tropel por su rostro, él se quebró del todo—. ¡Abrázame, mi amor, abrázame, por favor, porque tengo mucho miedo!
De nuevo el corazón se me estrujaba, quería protegerlo, hacerle ver que no tenía por qué temer. Ni dioses ni demonios, ninguno nunca había sido real, eran inventos de personas que necesitaban controlar a otras a quienes llamaban creyentes.
—Escúchame Dylan. —Me separé de su abrazo y tomé su rostro con ambas manos—, no voy a dejar que nada malo te pase, nadie te hará daño, ¿me crees?
Él asintió.
—Sí, sé que contigo estoy a salvo.
Todo era culpa del malnacido de Timothy. Se suponía que era su hermano, tenía que cuidarlo y, en cambio, se aprovechó de la debilidad y la soledad de Dylan para meterlo de cabeza en una secta de desquiciados con el único objeto de aprovecharse de la fama y el dinero que él ganaría a cambio. Prácticamente lo había vendido. Un pensamiento terrible me cruzó la cabeza: ¿desde cuándo Timothy había estado aprovechándose de Dylan? ¿De qué otras maneras lo había utilizado?
—Dylan, ¿crees que Tim tiene que ver en la cancelación de tus proyectos? Si es así, podemos demandarlo.
—No. Él quiere que yo regresé, dice que es la única forma de evitar represalias.
El té hacía rato que se había enfriado, afuera ya había anochecido del todo y el salón se hallaba en penumbra. Dylan se mantenía recostado de mi hombro mientras yo le acariciaba el cabello, ya no lloraba, pero, aunque no lo veía, adivinaba su rostro surcado por la tristeza.
—Timothy es el culpable, se aprovechó de tu confianza. Flaco, ¿él te ha hecho daño de otras formas?
—¿A qué te refieres? —preguntó
—¿Te ha obligado a hacer otras cosas? —le pregunté con toda la delicadeza de la que fui capaz.
—Matt, yo... yo no quiero hablar más de eso.
Suspiré y le dejé un beso en la coronilla, sentía como temblaba en mis brazos. Odié con todo mi ser a Timothy, deseé tenerlo frente a mí y matarlo a golpes. Claro que le había hecho daño de muchas formas. La imagen de Dylan desesperado en el avión acudió a mí y luego la escena con Timothy intentando llevárselo del hotel. Dylan no había hecho otra cosa que huir desesperadamente de su hermanastro y de las atrocidades que lo obligaba a hacer.
*** Hello beibis. Se revelan los misterios.
Como ya habrán notado, tomé ideas de leyendas urbanas y teorías de conspiración que circulan por ahí. Si son ciertas o no, no lo sé, yo solo las modifiqué un poco para crear esta historia. Y sí, el triangulo es el ojo que todo lo ve.
A ver, ¿quien me dice qué significa y en que teoría conspiranoica está involucrado?
Especial agradecimiento a mi lector beta Monjev uno de los mejores escritores de wattpad. Si desean leer algo terrorífico pásense por su perfil, aunque tambien tien una historia de humor y contenido erótico y a mi amiga jakirasaga mi otra lectora beta, ya a ella se las he súper recomendado, no dejen de leerla.
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