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Capitulo X: Determinación titubeante

Dylan

Ese día tuvimos sexo un par de veces más, pero calmado y suave, como parecía gustarle a Matthew. Realmente no tenía idea de lo que estaba haciendo, era como si me empeñara en caminar sobre vidrio o hielo fino que en cualquier momento se rompería. ¿Qué estaba buscando? ¿Refugio? ¿Poder olvidar?

Sin embargo, durante esa tarde lo que menos hice fue pensar en mis razones o en las consecuencias que más adelante tendrían mis actos. Quizá deseaba fingir que podía tener algo real y normal. O tal vez lo único que deseaba era destruirme de la peor manera posible cuando la burbuja en la cual flotaba se rompiera.

Me engañaba a mí mismo con momentos efímeros de felicidad, porque en el fondo sabía que no tenía escapatoria.

Matthew parecía contento. Se me quedaba mirando por largo rato con una sonrisa en el rostro y yo fingía no darme cuenta, era más fácil así. Sus ojos de miel desencadenaban en mí dos cosas: calidez y culpa. Por supuesto, prefería la primera y por no perderla ignoraba la segunda. Sabía que era egoísta, pero realmente deseaba ser feliz y quien sabe, tal vez también pudiera hacerlo feliz a él, aunque fuera por poco tiempo.

En el descanso de las sesiones de besos y caricias nos dedicábamos a trabajar. Firmé todo lo que debía firmar y Matt le envió un correo a Timothy participándole la rescisión del contrato laboral que tenía conmigo. Me sentí tanto liberado como angustiado por el futuro, era la primera vez en mi vida que estaría sin él desde que murieron mis padres y eso me asustaba.

También llegué a un acuerdo con la productora de Heaven, la película que protagonizaría. El rodaje no era próximo, antes tenía que terminar mis obligaciones con El amante del príncipe, pero ahí estaba, era la mejor propuesta que había tenido hasta entonces. Si tenía que ser objetivo y dejar de lado todos mis miedos, debía aceptar que las cosas se perfilaban muy bien para mí: había logrado alejarme de Timothy y su círculo del mal, tenía varias propuestas de trabajo tanto en un futuro próximo como lejano y por añadidura había conseguido a alguien que parecía quererme de una manera sincera.

Sí, todo iba bien y, sin embargo...

Volví a sentir sobre mí aquellas manos aferrándome con fuerza, también las voces que cantaban y el color rojo apoderándose de todo. En el sueño quería gritar, quería escapar igual que sucedió aquel día. Deseaba que Timothy me rescatara de todo el horror que entrañaba esa sala secreta, pero él simplemente estaba allí junto al resto, mirándome. Sin embargo, a diferencia de ellos, él me conocía; yo era su única familia; él había jurado muchas veces amarme; tenía que saber cómo me sentía, tenía que saber que me estaba destruyendo.

Desperté con la garganta ardiendo como si hubiera gritado toda la noche, tenía el rostro húmedo debido a las lágrimas y el corazón con los latidos desbocados.

—Flaco. —Matt se inclinó sobre mí y acarició mi cabello—, fue solo una pesadilla, tranquilo. Ya pasó.

Me costó darme cuenta de que así era, de que todo había sido un sueño. Tardé en reconocer dónde estaba y a quien tenía a mi lado. Al final me incorporé y lo abracé con fuerza, hundí el rostro en su hombro y algunas lágrimas más brotaron mientras recuperaba el ritmo de mi respiración y de mis latidos.

—Matt.

Me separé un poco de él para alcanzar sus labios y besarlos con urgencia. Matthew me respondió con algo de sorpresa. Empecé a acariciarle la espalda desnuda, quería sentirlo de nuevo, deseaba que el sexo borrara todos mis recuerdos, pero él me detuvo.

—Dylan, calma.

Me miró un instante a los ojos y secó mis mejillas con sus dedos, luego volvió a abrazarme.

Tal vez eso fuera mejor, solo sentir su calor y su corazón palpitando lento, como una delicada melodía que propiciaba sosiego. Cerré los ojos y poco a poco fui tranquilizándome.

—¿Quieres contarme el sueño? —preguntó él con suavidad, todavía con mi cabeza apoyada en su hombro.

—Es un sueño recurrente que tengo desde hace algún tiempo —le contesté separándome de él para mirarlo a los ojos—. Matt, ¿tú crees en Dios?

Él frunció el ceño. En la penumbra, sus ojos eran de un verde muy oscuro, casi marrón, pero mantenían la misma calidez que me fascinaba. Me sonrió con un poco de extrañeza y yo sentí que me ahogaba de ansiedad esperando a que contestara, como si su respuesta fuera tan trascendental que pudiera cambiar algo.

—No lo sé, creo que no soy muy creyente.

—El mal es real —dije derrotado con un hilo de voz, temiendo que los demonios se materializaran en esa habitación en penumbras y nos arrastraran al infierno—. Si el mal existe, entonces también debe hacerlo el bien, ¿verdad? Si hay demonios, también debe existir Dios. Mi madre decía que Dios le había permitido al Diablo existir para que todos pudiéramos creer en él, en Dios; para que repudiáramos el mal y nos volcáramos en la bondad divina.

Busqué sus ojos, necesitaba ver qué pensaba. Hallé incertidumbre, escepticismo, pero no burla y eso me alentó a seguir hablando.

—Es un poco egoísta y perverso por parte de Dios, ¿no crees? —le dije—. Exponernos al mal, arrojarnos al abismo para que entonces lo busquemos a él cuando estemos tan rotos y cansados de sufrir, que solo podamos sentir que es su amor lo único que nos puede reconfortar.

—Me parece que Dios no arroja a nadie a un abismo, Dylan.

—Pero tampoco nos detiene de caer en él.

—Cada quien escoge su camino, flaco. Lo llaman libre albedrío. —Ante sus palabras, yo fruncí el ceño y él sonrió—. Es la capacidad de escoger lo que queremos hacer, si el bien o el mal, arrojarnos o no al abismo.

Yo asentí, alguna vez escuché algo sobre eso.

—¿Y si no podemos distinguir lo que está bien de lo que está mal? —La angustia volvía a escalar, trepaba por mi cuerpo y encontraba un lugar cómodo para anidar en mi garganta.

—Creo que en el fondo siempre sabemos, Dylan. A menudo la gente no hace lo que debe, sino lo que quiere.

—Hay personas que quieren hacer el mal —dije con firmeza—. Sí, tienes razón.

Pero yo no quería hacer el mal. Lo único que había querido era la aprobación de Tim, que su amor fuera incondicional y que no me abandonara nunca. A cambio entregué mi alma. Volvió a faltarme la respiración, temblaba en los brazos de Matt.

—Fue un sueño muy feo, ¿eh? —Sus dedos se deslizaron por mi cabello—. ¿Tú si eres creyente?

—Sé que los demonios existen, creo que también Dios lo hace.

—¿Sueñas con demonios? ¿Es por eso que estás así?

Me separé de nuevo de él, quería observar su rostro mientras le hablaba.

—He hecho cosas, Matt, cosas muy malas.

—Todos hemos hecho cosas malas, flaco.

Me besó la frente y luego me observó con esos ojos que, aunque continuaban cálidos, podía ver en el fondo de su mirada un rastro de miedo.

—Ven, vamos a dormir.

Él me acostó suavemente sobre el colchón, sin embargo, yo no quería dormir, tenía pánico de que nuevamente los recuerdos me visitaran en sueños. Me giré hacia él y comencé a besarlo en la mejilla, luego le succioné el lóbulo de la oreja y deslicé mi mano dentro de su pantalón.

—Quiero hacerlo otra vez —le susurré al oído.

Se estremeció. Pude sentir cómo su piel se erizaba al contacto con mi aliento, cómo su pene empezaba a crecer en mi mano. En poco tiempo estaba duro y Matt sobre mí, hundiéndome en el colchón.

Por la mañana el servicio a la habitación nos trajo el desayuno: huevos benedictinos para él y ensalada de frutas para mí. Matt y yo acordamos volver a Lofhton ese mismo día, él había cerrado el contrato de su empresa y yo tampoco tenía nada más que hacer en la ciudad luego de llegar a un acuerdo con la productora que rodaría Heaven.

—Esto luce delicioso —dijo él cortando un pedazo de la tortilla—. Compraré los boletos, ¿ya decidiste en qué hotel te quedarás mientras arreglo lo de tu nueva casa?

El desayuno de inmediato perdió su atractivo. El día anterior me había sentido optimista con mi nuevo porvenir, pero la inminencia de la soledad no se me hacía grata. De nuevo, la duda de si hacía lo correcto al apartar a Tim de mi lado me asaltaba y lo que era peor, si podía mantenerme alejado. Timothy era una necesidad que corría por mis venas y cada día libraba una batalla en contra de ella. Matt se había convertido en mi lanza en esa batalla, aunque no lo supiera.

—No todavía.

Matthew hizo un ruidito mientras masticaba con entusiasmo, sentí que me miraba. Después de tragar volvió a hablar:

—Tal vez es muy apresurado y no quisiera que malinterpretaras las cosas. —Las palabras salían rápido de su boca, él gesticulaba mientras me miraba con duda—. No tienes que sentirte obligado conmigo, ni nada, pero podrías quedarte en mi departamento mientras conseguimos una casa para ti. Esto porque dijiste que no te gusta estar solo y bueno, antier, en ese hotel, francamente, flaco, tú lucías muy mal.

Tragué un trozo de melón y lo miré con los ojos muy abiertos. Mi psicoterapeuta diría que no era buena idea irme a vivir con alguien con quien me acababa de acostar. Nils argumentaría que Matt era un desconocido del que debía desconfiar, un extraño; pero era mi pecho el que se inundaba de calidez ante sus palabras, tanto que comencé a retener las lágrimas.

—¿Lo dices en serio?

—¡Claro! —Los ojos, que parecían caramelos de miel, me miraban expectantes.

Sonreí, incrédulo y... feliz.

—Tampoco quisiera que te sintieras obligado a nada conmigo, más allá de lo laboral. —Me apresuré a aclarar algo que esperaba, no sucediera.

Realmente Matt me gustaba y quería que nuestra relación prosperara, yo pondría todo de mi parte porque así fuera. Él alargó la mano por encima de la mesa y tocó mis dedos.

—Lo llevaremos con calma, no te preocupes —dijo.

—No quiero que la prensa se entere.

—Está bien. —Una gran sonrisa se formó en sus labios—. Toda la discreción, entonces.

Terminamos el desayuno en medio de una charla que al principio fue tímida y conforme él me hablaba de cosas de su vida se volvía más y más entusiasta. Me mordí el labio emocionado, jamás había vivido algo como eso, ni había compartido la casa con alguien que no fuera Tim, ni siquiera podía decir que en algún momento había tenido algo como un novio. Mi vida siempre estuvo muy orientada a mi carrera: clases de pasarela, actuación, ensayos extenuantes, largas sesiones de fotos, filmaciones, ejercicio y el poco tiempo libre que quedaba se lo dedicaba a Timothy, ni siquiera tenía amigos.

Subí el rostro y miré de nuevo a Matt que comía y hablaba sin pausa. No estaba seguro si podía llamarlo novio. Deseché la idea, era muy pronto, tenía que mantener cierta distancia emocional, era lo mejor. «No te aferres» me dije mentalmente. También en mi mente acordé apartar una cita con mi psicoterapeuta en cuanto llegara a la ciudad.

No hubo problemas con los boletos esta vez. La aerolínea se mostró muy agradecida de que volviéramos a volar con ellos y nos dieron descuentos y atención exclusiva durante el vuelo.

Matthew estaba animado, también yo, aunque suponía que en el fondo, al igual que a mí, lo invadían los nervios. Nuestra relación había comenzado de forma extraña, quizá todo se estaba dando muy rápido y cuando pensaba en ello sentía vértigo, por eso prefería no hacerlo.

Era como tener algo burbujeante en el estómago: raro, novedoso, pero emocionante. Acababa de conocer a Matt y ya él se había convertido en alguien importante para mí. Más allá de la atracción, con él me sentía seguro, me parecía alguien honesto e integro y confiaba en que no me traicionaría. Tenerlo a mi lado, aunque él no lo supiera, era invaluable en el proceso de separación y afirmación de mi independencia que yo llevaba a cabo.

De verdad deseaba poder continuar por mi cuenta, lejos de la influencia Timothy. Estaba consciente de que yo era muy joven, pero tenía desde los quince años moviéndome en el medio artístico, lo único que debía hacer era confiar en mí y en mis capacidades de hacerme cargo de mí mismo.

Al bajar del avión, Matt se encargó de solicitar un taxi, esta vez nadie me reconoció y en poco tiempo llegamos a uno de los barrios más modernos de Lofhton, altos rascacielos nos dieron la bienvenida. De inmediato el corazón se me aceleró y de nuevo, a pesar de todo, me asaltó la duda ¿Y si estaba cometiendo un error? Quizá debía buscar un hotel y enfrentar mi miedo a la soledad, sin embargo, el terror de que la añoranza que sentía por Tim me orillara a buscarlo me hizo decidirme. Me quedaría con Matt y pondría de mi parte, iba a lograr salir de eso.

El taxi se estacionó y ambos bajamos del auto. Cruzamos las puertas acristaladas de un edificio muy elegante. Adentro, el portero saludó con confianza a Matt. Yo me quedé un poco detrás de él mientras el hombre me miraba algo extrañado, seguramente por la gorra y los lentes estilo aviador que ocultaban mis facciones.

—¿Listo? —preguntó Matt con una gran sonrisa.

Yo se la devolví genuinamente emocionado, pero también nervioso.

—Sí.

El ascensor se abrió en un pequeño pasillo donde solo había dos puertas, Matt abrió una. El salón de su casa era bastante grande y lujoso: pisos de mármol, cuadros costosos, decoración minimalista y elegante en tonos tierra, negros y blancos. A la derecha se encontraba la cocina de concepto abierto, con una mesa estilo isla y sillas altas de diseño moderno en acero y piel de color negro. Las paredes del amplio salón estaban sustituidas casi en su totalidad por ventanales, cuyas persianas descorridas permitían apreciar los rascacielos que nos rodeaban. La luz entraba a raudales y hacía parecer el departamento mucho más grande de lo que era.

Dejé mi maleta en el suelo un poco cohibido. En realidad no sabía qué esperaba, ¿que me invitara a entrar?

—Matt, no quisiera ocasionarte molestias. Siento que invado tu vida.

Matthew me sonrió desde la cocina.

—Pues entonces estoy muy feliz de que la invadas —dijo mientras abría el refrigerador—. De cualquier forma, si luego deseas estar solo, buscaremos algún hotel, ¿de acuerdo?

Suspiré porque en realidad no era eso lo que quería.

—Está bien.

—Siéntete en tu casa. —Matt sacó del refrigerador dos botellas—. ¿Soda dietética o cerveza?

—Soda está bien. Es muy bonito y espacioso tu depa. ¿Vives aquí solo?

—Con princesa —respondió luego de darle un trago a la bebida. Lo miré sin comprender—. Es mi puddle.

Un perro, Matt tenía un perro. Siempre quise uno; sin embargo, a mis padres no les gustaban y a Tim tampoco. Giré a mi alrededor buscando al animal, cuando escuché la risa franca de Matt.

—No está aquí, la dejé con una amiga, más tarde iré por ella, puedes acompañarme si quieres o esperar aquí, como gustes. Ven, te mostraré todo el departamento.

Era mucho más grande de lo que había supuesto. Tenía un espacioso despacho que, según Matt me contó, era donde solía trabajar cuando estaba en casa y tres habitaciones, una de las cuales él me ofreció a mí, además de una sala adaptada como gimnasio.

Matt fue hasta su habitación y yo entré en la que él me había ofrecido. Dejé mi equipaje en el suelo sintiéndome cada vez más fuera de lugar. Por un momento me quedé de pie sin saber qué hacer, no tenía muy claro cómo debía comportarme o de qué forma retomaría mi rutina usual.

Saqué mi celular del bolsillo de la cazadora y la ansiedad se apoderó de mí cuando encendí la pantalla. Las notificaciones mostraban más de veinte llamadas, todas de Timothy, realizadas en las últimas veinticuatro horas. Abrí WhatsApp y ahí también el chat con él estaba lleno de mensajes que no había leído. En un impulso lo abrí y comencé a leer sus notas.

En algunas me pedía perdón, en casi todas me suplicaba que volviera y habláramos, que podíamos llegar a un acuerdo. Cerré los ojos y dos lágrimas cayeron desde ellos. Abrí una de las notas de voz.

«Dyl, por favor, esto que estás haciendo es una locura, es algo infantil, ¿no crees? Tenemos que hablar, no puedes alejarte de ese modo, lo sabes.»

«Dylan, me acaba de llegar un correo de ese abogado con el que andas. ¿De verdad quieres hacerme a un lado? ¿Ya no significo nada para ti? Porque tú eres mi mundo.»

¿Realmente era su mundo? Un mundo que no le importó destruir.

«Podemos arreglar esto, sé que podemos. No debí convencerte de que aceptaras, fue una mala idea.»

«¡Maldita sea, Dylan! ¡No te comportes como un chiquillo y contéstame!»

«¡Tienes que regresar! ¡No estaré esperándote toda la vida! Cuando tomes conciencia de la gravedad de lo que estás haciendo, tal vez sea demasiado tarde. »

Los labios me comenzaron a temblar, ya no pude controlarme y toda la ansiedad, la desesperación y el dolor que sentía se desbordó como un río que rompe su dique. Me cubrí la boca para que el sonido de mi llanto no se escuchara afuera. Tal vez sí debía regresar a mi antigua vida y no arrastrar a Matt a mi desastre.

Miré a mi alrededor: era un extraño en una casa extraña. Por más que quisiera y aunque me esforzara yo no encajaba allí

¡Dios! ¿Qué debía hacer? ¿Qué era lo correcto? Tal vez Tim si estaba dispuesto a cambiar, tal vez ya no me obligaría a participar. Me sequé las lágrimas y exhalé varias veces para calmarme, tomé el celular y busqué su número dispuesto a marcarle.

Antes de que pudiera hacerlo, tocaron a la puerta.

—Flaco, ¿puedo pasar?

Dejé el teléfono sobre la cama, me levanté de prisa y fui hasta el baño, desde allí le contesté:

—Sí, adelante.

Abrí el grifo y me lavé la cara, al mirarme al espejo me di cuenta de que sería difícil disimular que había llorado, mis ojos y mi nariz estaban enrojecidos, tomé la toalla y salí frotándome el rostro con ella.

—Quería saber si te gustaría acompañarme por Princesa —Matt lucía una sonrisa dubitativa. Tomé el teléfono que había dejado sobre la cama y la culpa me invadió, realmente quería desaparecer del maldito mundo.

—Sí, claro. —Forcé una sonrisa—, me encantaría.

—¿Te sientes bien? —Matt me miraba con los ojos entrecerrados—. Sé que tal vez te sientes extraño aquí, pero poco a poco nos iremos acoplando.

Me mordí el labio inferior. ¡Maldita sea! Había estado a punto de llamar a Tim, de pedirle perdón y volver con él. Estaba perdiendo toda mi entereza, la determinación de separarme de mi hermanastro se diluía igual que agua entre los dedos. Y lo que era peor, terminaría haciéndole daño a Matt.

—Sí, tienes razón —dije con otra sonrisa absurda—. ¿Vamos por tu perrita, entonces?

Matt asintió con una sonrisa, dejé el equipaje y lo acompañé fuera del departamento.


*** palabras del capitulo: 3072

***Conteo total: 24.251 palabras.


No sé si saben, pero esta novela fue escrita para participar en un concurso aquí en wattpad, hoy dieron los resultados de la segunda etapa y..... CLASIFICAMOS A LA RONDA 3 Ahhhhhh!!!

 Me siento muy feliz, pero también angustiada, porque para continuar en el concurso debo tener la novela finalizada para el 25, lo cual es imposible, jajaja, ya veré como hago, estén atentos a mis anuncios tanto aquí en wattpad como en mis redes.

Ah, casi lo olvidaba, la película que va a rodar Dylan, es un libro que esta aquí en wattpad, se llama Heaven de TriciaRoss2, es boyslove y a mi me encanta, trata de dos jovenes que se enamoran en los años 80 cuando la homosexualidad era super mal vista y para colmo uno de los chicos tiene una familia muy religiosa. La novela es preciosa y vale la pena leerla porque está terminada. Si la leen, nos vemos en comentarios porque yotambien la estoy leyendo. 

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