Un fatídico recuerdo de navidad
Light caminó con parsimonia por el amplio jardín verdoso, luego de haber saludado apático a todos los invitados. Todas las reuniones familiares se llevaban a cabo en la ostentosa casa de su tía Haruko y ese día no había sido la excepción. Con manos en los bolsillos continuó con su recorrido, fingiendo interés en la simetría perfecta dadas a los arbustos, en la fuente de rocas ubicadas en una esquina simulando una cascada, o en lo despejado que estaba el cielo esa noche buena; cualquier excusa era válida para no tener que iniciar una conversación con sus molestos primos o entrometidos tíos.
Sin embargo, desde que llegó supo que no iba a poder evitarlos toda la velada. Cuando uno de los mayordomos se asomó al jardín, llamó la atención de todos tras tocar una campanilla, deteniendo las charlas y risas discretas. Era la señal de que debían dirigirse al comedor, la cena de navidad estaba lista. Todos entraron con ánimo, retomando las chácharas que habían sido interrumpidas segundos atrás; todos, a excepción de Light. De forma inconsciente él se quedó rezagado, tomándose unos minutos adicionales para asegurarse que su cabello siguiera peinado, que el nudo de la corbata estuviera en el centro y por último se alisó el saco con las manos. Sabía que su traje no desentonaba con la refinada vestimenta del resto, pero en una familia como la suya no podía descuidar ningún detalle.
Entró tras dar un suspiro, además de lucir presentable necesitaba valentía para dirigirse a su asiento asignado.
Las cosas en su casa habían estado tensas desde hace dos años, cuando decidió empezar una licenciatura en lengua y literatura pese a que sus padres se opusieron. Todo era más fácil cuando estaba en el colegio, ser un alumno ejemplar y llevar excelentes calificaciones era suficiente, pero desde hacía un tiempo la sensación de llenar expectativas se había vuelto más aplastante y los "inofensivos" comentarios que sus familiares hacían en cada reunión no ayudaban.
Procuró no levantar mucho la mirada durante la cena, no quería cruzarla con ninguno de sus tíos y mucho menos con sus abuelos, ellos tenían una mentalidad más cerrada que cualquier otro de los presentes.
Para su alivio la plática de noche buena se centró en sus demás primos, ¿cómo iba Ren en la carrera de medicina?, ¿cuándo iniciaba Hana su maestría en neuropsicología?; a las nueras y yernos presentes también los cuestionaban acerca de los planes a futuro, preguntas que supieron responder con elegancia y distinción, porque para ser aceptados por la familia Yagami tenían que estar a la altura, y ellos siempre lo habían estado.
En un punto levantó la mirada para buscar el reloj de pared, soltando un suspiro sutil al percatarse que pronto serían las diez de la noche. Solo faltaba que su tía Haruko hiciera el brindis y él junto a sus padres podrían marchar; tenían un recorrido de cuarenta y cinco minutos por delante y a su progenitor no le gustaba manejar luego de la medianoche en esas fechas, por lo que siempre eran los primeros en irse.
Creyó que iba a salir ileso, hasta que de la nada por la mesa viajó la pregunta que tantas veces había escuchado los últimos años: «¿y ya tienes novia, Light?»
Todos se quedaron callados y voltearon hacia el castaño. Soichiro se limpió la comisura de los labios y de forma inconsciente desvió la mirada, él también había deseado que esa pregunta no saliera esa noche, le habían llegado rumores que esperaba no fueran ciertos.
—No, tía. Prefiero seguir enfocado solo en mis estudios. —Respondió con una sonrisa amable.
—Oh, ¿pero tú no estabas estudiando algo relacionado a leer? —Añadió la misma mujer, arrugando la nariz en el proceso, un gesto que no tuvo reparos en hacer. Porque claro, esa pregunta no se la hacían a ningún otro, porque ante los ojos de ellos los demás sí estaban llevando una carrera "de verdad".
—Lengua y literatura —corrigió con parsimonia tras unos segundos—. Y aunque no lo crean, las asignaturas también tienen su grado de dificultad como cualquier otra carrera.
—¿Dificultad? —Interrumpió Ren en tono burlón— Y eso que nunca te has asomado por la facultad de medicina.
Light volteó a verlo sin esbozar ni una mínima sonrisa, reclamándole con la mirada lo innecesario que había sido su comentario.
—Pues deberías considerar buscarte una chica linda —retomó la conversación uno de los hombres presentes—. Ya tienes veinte años y jamás nos has presentado una novia.
—Si hay una chica —interrumpió Soichiro justo cuando su hijo estaba a punto de decir algo—. Se llama Misa, ha estado enamorada de Light desde la secundaría.
La chica nunca les había agradado a los padres Yagami, a su parecer tenía una forma de vestir vulgar y una personalidad muy ruidosa, pero en este punto hasta ella podría ser considerada como candidata.
—¡Entonces, tráela contigo a la próxima reunión! —Farfulló emocionada la anfitriona.
—Misa solo era una compañera de clases, y sí, yo siempre le gusté pero ella nunca me gustó. —Light dejó los cubiertos a un lado e intentó ver a cada uno directo a los ojos, esperando dejar claro ese tema de una vez por todas.
Silencio. Un silencio sepulcral que fue interrumpido por una voz senil y carrasposa proviniendo de un extremo del comedor.
—¿No nos saldrás con esas cosas de moda....? —El patriarca habló, sus labios temblando en cada palabra— ¿Cómo les llaman? ¿Gay...? Vaya palabras rebuscadas que usan...
Las miradas se pasearon entre uno y el otro, guardando silencio entre expectantes y por respeto, nadie se atrevía a decir nada, a excepción de Soichiro.
—Por supuesto que no, papá —respondió Yagami padre con una risita nerviosa—. Light no es parte de esa gente rara, ¿verdad, hijo?
Soichiro volteó hacia el castaño, su mirada luciendo amenazante mientras que Sachiko parecía suplicarle con ella. Sin embargo, Light empuñó las manos por debajo de la mesa. Estaba harto de que sin importar cuánto lo intentara, él jamás iba a ser tan genial y respetado como sus otros primos, por el simple hecho de haber escogido una carrera que para ellos era tonta; estaba harto de esa idea de que lo único bueno que podían esperar de él a este punto es que al menos llevara una chica bonita para ganarse el respeto de ellos; y por sobre todo, estaba harto de sentirse encerrado.
—¿Y qué si lo fuera? —Respondió entre dientes tras unos segundos.
—Light, por favor... —Masculló Soichiro, inclinándose un poco hacia su primogénito y deseando que no hubiera nadie más en ese momento.
—¿¡Por favor qué, papá!? ¡Por favor ustedes! —Se puso de pie irritado, lanzando la servilleta contra la mesa. Soichiro lo tomó del brazo para regresarlo a su asiento pero el castaño se apartó— ¡Sí, abuelo, soy gay! —vociferó con seguridad en un arranque, viendo directamente al veterano sentado en la silla principal. Los jadeos y murmullos no se hicieron esperar— ¡Sí, me gustan los hombres y sé que todos en esta mesa ya lo sabían! ¿¡Así que podemos dejar el tema en paz de una vez!?
Light salió del comedor y el silencio reinó hasta que él estuvo en la habitación contigua, desde ahí pudo escuchar los murmullos abriéndose paso y el chirrido de un par de sillas arrastrándose, seguido de la voz cargada de vergüenza de su padre diciendo un suave «tenemos que irnos. De verdad discúlpennos. No saben la vergüenza que mi esposa y yo sentimos». Sachiko también dio unas palabras, especialmente a la anfitriona, con quien se disculpó como si hubiera ocurrido una tragedia.
De regreso a casa, Light recargó la cabeza contra el vidrio e intentó fijar su atención en el panorama nocturno, pero las constantes palabras de sus progenitores lo atormentaron durante todo el trayecto. Sabía que había decepcionado a sus padres de nuevo, aun así supo mantener una apariencia serena porque no era nada que no hubiera experimentado antes.
A pesar que escupió lo que con tanto recelo había querido ocultar, su pecho ahora se sentía más cargado que antes. Tan solo quería gritar, gritar hasta quedarse sin aire, gritar hasta que no doliera más, pero no creía ser capaz de hacerlo.
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