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Capitulo 27

Gellert Grindelwald

A lo largo de mi vida había pasado por muchas situaciones complicadas que me habían convertido en el hombre que soy ahora. Mis padres fallecieron cuando tenía 5 años y pase a estar a cargo de mi propia vida. Por que claro, los Grindelwald jamás dependeremos de nadie que no sea nosotros mismos. Después sufrí la perdida de amistad con quien creí que era mi mejor amigo, Albus Dumbledore, y quien solo buscaba encamarme. Por ultimo, la guerra contra Voldemort, donde a pesar de haber salvado a todos y recibir el respeto de la gente, su temor hacía mi por mi amor a las artes oscuras hizo que aun hoy en día consideraran que en cualquier momento me convertiré en el próximo señor oscuro.

La gente es estúpida, no se han dado cuenta de que ya lo soy. Soy el señor de la muerte, poseedor de las tres reliquias sagradas de la muerte, pero no por eso soy un ser malvado.

Rencoroso y vengativo, sí, pero nadie es perfecto.

Después de la guerra, me creí perdido en un sendero distorsionado. No sabía que hacer con mi vida o cual sería mi siguiente movimiento. Me había resignado a morir rodeado de mis seguidores, sin nadie a quien heredar mis conocimiento, mis riquezas, mi legado. 

Y en ese momento la encontré.

Una hermosa niña físicamente idéntica a mí y con un enorme poder en su interior.

Mi hermosa princesa.

Mi querida Hydra Elizabeth Grindelwald.

Había escuchado antes que cuando una hija nace, se convierte en lo más importante para el padre. Elizabeth no es mi hija de nacimiento, pero desde el momento en que la tuve, ella se volvió el centro de mi universo, 

Mi princesa...o mejor dicho una guerrera, por que eso es, por todas las guerras que ha ganado y sigue sonriendo como si nada. 

Mi hermosa Lizzie...yo siempre seré el único hombre que jamás le fallara y quien más la amara.

La llegada de Elizabeth a mi vida represento por mucho la mejor etapa de mi vida, educarla, enseñarle, jugar con ella, entrenarla. Nada se le comparara. 

Por eso mismo, la situación actual me duele demasiado, creo que nunca había detestado tanto mi poder de clarividencia como ahora. 

Pero lo que más me duele son las decisiones que debo tomar y en los cuales se ve incluida mi querida princesa.

–Mi señor–Llamo Narcissa, su más recién guardiana, ingresando al despacho con Bellatrix detrás.

–Narcissa, Bellatrix.–Salude con un inclinamiento de cabeza.–¿Y los demás?–Cuestione

–Aquí, mi señor. Disculpe el retraso.–Dijo Theodore Nott Sr, ingresando junto a los hermanos Lestrange, Blaise Zabini y Regulus Black. 

–Bien, bien...siéntense, por favor.–Pedí caminando por mi despacho. 

Sus guardianes obedecieron, pasados unos minutos, Regulus hablo.

–Disculpe mi impertinencia, mi señor, pero...¿Por qué nos ha mandado a llamar con tanta urgencia?–Cuestiono

Guarde silencio durante unos segundos –Voldemort ha regresado más fuerte que nunca– Comencé a hablar

–Pero usted es mucho más poderoso, mi señor–Interrumpió Bellatrix

–Ciertamente, Bella. Sin embargo, las situaciones pueden ir quizá en nuestra contra.–Manifesté y mis guardianes se tensaron.

Para ellos no era ningún secreto mi poder sobre ver el futuro de vez en cuando.

–Esta diciendo que...¿perderemos?–Hablo Blaise.

–Todo lo contrarió. Ganaremos.

–¡Eso es fabuloso!–Exclamo Narcissa.

–Pero eso no es todo–Intuyo Theodore

–Tan inteligente como siempre.–Alague sentándome frente a ellos.– Mi princesa tiene una misión que incluye a sus dos guardianes, Theodore y Alessandro. Ambos la cumplirán con magnificencia, sin embargo...necesito que después de eso, ustedes reiteren su lealtad a mi hija. 

–Nosotros le somos tan fieles a su hija como a usted–Dijo Rodolphus y todos asintieron de acuerdo con el.

–Se que sí, por eso mismo deberán informar a mis demás seguidores sobre esa decisión. 

–¿Qué decisión precisamente, mi señor?–Pregunto Rabastan

–Elizabeth desaparecerá un tiempo del ojo publico, ella y sus guardianes. Todos mis seguidores deben saber eso y no decir nada al respecto, ellos estarán bien pero no debemos hacer comentario alguno al respecto y por sobre todas las cosas...Elizabeth es mi única heredera y mi futura sucesora, ella nos guiara a una gloria superior a la cual yo nunca llegue, por lo tanto...guarden fidelidad.

–Si, mi señor.–Asintieron todos.

Narrador.

Gellert Grindelwald no lo dijo y sus seguidores tampoco, pero aquellas palabras sonaban a pura preocupación y tristeza.

Después de unas ultimas indicaciones, Grindelwald despacho a sus guardianes, a todos menos a los Lestrange.

–Ustedes saben que son mis principales guardianes y confidentes.

–Por supuesto, mi señor. Y agradecemos su preferencia–Dijo Rodolphus

–Por eso mismo...ustedes tres serán los encargados de confirmar la lealtad de mis seguidores y por sobre todo, que no duden de mi princesa, ¿Quedo entendido?–Los miro fríamente.

–Si, mi señor.

En cuanto los Lestrange partieron, Grindelwald hizo lo que había estado esperando. Se sentó en su escritorio a escribir una carta para su princesa.

(...)

Elizabeth soltó un grito lleno de frustración. 

A pesar de ser tan temprano por la mañana, ella ya estaba de tan mal humor.

Camino como león enjaulado dentro de su habitación en Hogwarts mientras pensaba en los sucesos recientes. Recién habían pasado dos meses la segunda prueba del torneo, de hecho, la tercera prueba era el día de mañana.  

Sin embargo, ella estaba de todo menos emocionada. 

Para empezar, el periódico El Profeta llevaba esos dos meses intentando inculpar a su padre de ser un fuerte colaborador de el estúpido de Lord Voldemort. 

Y por si eso no fuera poco, cada día veía menos a Lysander y Lily, por motivos que ella aun no comprendía. 

Las presiones del torneo, la furia por las calumnias a su padre y el estrés de no saber de su novio y mejor amiga la tenían en un punto culminante. Ella confiaba en ambos, demasiado, lo suficiente para cegarse durante dos meses y es por eso que había decidido mandar a investigar.

Dos toques en la puerta la sacaron de su ensoñación y pronto la abrió, dando paso a sus mejores amigos y guardianes.

–¿Qué me tienen?–Pregunto sentándose en la cama

–La verdad es que nada. No hay mucho que podamos hacer ya que ambos son Gryffindor y nosotros Slytherin, hemos logrado infiltrarnos levemente cuando están solos pero la realidad es que siempre terminan descubriéndonos. –Respondió Alessandro con un suspiro–Y la cosa empeora con Theodore que cada que ve a Lily quiere solicitarle nueva oportunidad.

–¡Puta madre, Theo!–Exclamo Elizabeth

–Perdón–Murmuro cabizbajo.

La puerta volvió a sonar, esta vez Alessandro abrió la puerta y por ella ingresaron Nikiforov Krum, Cygnus Lestrange y Antoinette Yaxley.

–Mi señora–Saludaron los tres con una marcada reverencia.

–No me hagan faramalla y díganme rápido si han descubierto algo o no, que estoy de mal humor.–Mascullo irritada

–A nosotros no nos fue posible conseguir nada, mi señora. Desgraciadamente los Gryffindor tienen en la mira a los de Durmstrang por lo que no pudimos pasar desapercibido por sus áreas sociales.–Informo Cygnus y Nikiforov asintió.

–¡¿Acaso no tienen imaginación, imbéciles?! ¡¿Por qué no hicieron una poción multijugos o algo así?! ¡Hasta un imperio hubiera sido bueno!

–¡Lizzie!–Exclamo Theodore

–¡No me mires así! ¡Ni que fuéramos santos!–Grito molesta 

Alessandro se levanto con el ceño fruncido y rápidamente abrazo por detrás a Elizabeth, quien se removió violentamente. Viktor y Nikiforov quisieron acercarse a atacar al moreno pero fueron detenidos por Theodore, pasados unos segundos, Elizabeth cayo de rodillas al suelo siendo abrazada aun por Alessandro, quien la apretó más contra el, reconfortándola.

–Estoy harta...paranoica mejor dicho–Dijo con voz cansada.

–Mi señora...–Llamo Antoinette.

Aun entre los brazos de Alessandro quien acariciaba sus cabellos con ternura, miro a la pelinegra con una ceja alzada, incitándola a continuar.

–Yo soy de Beauxbatons, para mi fue más fácil infiltrarme en la sala común de Gryffindor. Yo...si se que ocurre.–Todos la miraron expectantes y ella trago grueso.

Elizabeth escucho la verdad a través de los labios de una de sus mas fieles seguidoras y su corazón se estrujo, Alessandro la abrazo con mas fuerza y ella oculto su rostro en el pecho de este.

En ese momento, Lord Grindelwald apareció en la habitación.



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