—Y aunque la memoria se me llenaría

Lo que es contigo no lo borraría.

Hace días que no sé nada de ti, hace días que desapareciste, como si una versión nueva de ti hubiera surgido, una versión que ya no está enamorada, una versión que me hace daño. Miro el WhatsApp esperando un mensaje, reviso Instagram, Facebook, Telegram, incluso los mensajes de texto, pero no hay nada. La bandeja está vacía, no queda rastro de ti, ni de tu amor. Solo quedan migajas, fragmentos de lo que alguna vez fue. Sigo mirando nuestras fotos, nuestros recuerdos, pero ya no queda nada de ti, nada de lo que solíamos ser.

Aun con todo el daño que he recibido, no borraría nada de ti. Me quedaría con todo, con cada momento, cada palabra, cada risa, aunque me haya roto por dentro. Los guardaría, profundamente, en mi corazón, en mi alma, como si fueran parte de mí. Porque, a pesar de todo el dolor, te llevas un rincón dentro de mí, un rincón que nunca dejará de recordar lo que fuimos, aunque ya no estés.

—Me dejaste sola e ilusionada
Como presidente nunca hiciste nada.

Me dejaste sola, sola e ilusionada, con todas nuestras promesas flotando en el aire. ¿Y nuestro cuento de hadas? ¿Y el "felices para siempre" que creímos tener? ¿Dónde quedaron todas esas palabras que nos unieron, ese amor que juramos eterno, y el candado que pusimos en aquel puente como símbolo de lo que éramos? ¿Se quedará allí, olvidado, sin amor, sin renovarse, mientras todo se desvanece?

La gente pensará que seguimos juntos, cuando en realidad ya no hay nada, ya no queda nada de lo que éramos. Estamos rotos, yo estoy rota, y tú... tú estás enamorado. Enamorado, sí, de ella, de esa chica de la que siempre supe que caerías. Nunca pudiste alejarte de ella, y ahora, ya no hay salvación para lo nuestro. Ya no hay vuelta atrás, ya no queda nada que salvar.

—La rosa más bella siempre tiene una espina.

Es cierto lo que dicen, las rosas son preciosas, lindas y huelen fenomenal, pero también tienen espinas. Son hermosas a la vista, pero su dolor está oculto, esperando a quien las toque. Ten cuidado, porque como las rosas, las palabras también tienen filo. Aunque se pronuncien con suavidad, pueden cortar profundo, dejando cicatrices invisibles que duelen mucho más de lo que se imagina.

Una palabra mal dicha puede dejar una cicatriz mucho más duradera que una espina.

—Si me ves en línea es porque
Estoy esperando un mensaje tuyo, donde diga que me quieres ver.

Aún así, escríbeme. Si me ves en línea, estoy esperando un mensaje, una llamada tuya, una señal, una muestra de cariño. Estaré aquí, esperando, aunque el tiempo pase y las dudas me recorran. Porque aunque lo diga en silencio, sigo deseando escuchar de ti, saber que aún me piensas, que aún hay algo, por pequeño que sea. Aunque el mundo se mueva, aunque las cosas cambien, estaré aquí, esperando lo que nunca llega, pero que sigo esperando con todo el alma.

—Escríbeme.