A veces olvido que tengo un hueco en el pecho.
Salgo y hablo con más personas pero cuando llega la hora de confiar, lo recuerdo. Dime, ¿ Qué les doy? ¿Mi corazón?
¿Cuál? ¿El que todavía tienes? En mi pecho sigue ese hueco que no puedo llenar con nada. Mi corazón sigue en tu posesión.

Llevo hueca tanto tiempo que ya no lo noto. Ya no me extraña. No lo recuerdo. Y cuando esas personas se van nos me importa, porque sigo creyendo que hay una posibilidad.

Quien sea que esté a mi lado es por mientras.
Que eventualmente vendrás a reclamar tu lugar; cuando te aburras de la idea de «libertad» que tenías y llegues a la edad en la que ya quieras sentar cabeza.
¿Habré ganado? No.
¿Habré perdido? No lo creo.

Pero por mientras, tendré paciencia, esperanza, fe.
Seguiré en mi lugar seguro, llorando en las madrugadas y
soñándote en la noche, para que después, como siempre, me decepcione en la mañana.