Prólogo
-¡Patrañas, Florencia!
-Querida, es obvio que mi Richard le ganaría a tu esposo.
-¡Ya quisieras! ¡Oye esa melodía! ¡Seguro que es mi Julián, ha estado tomando clases de piano.
Las dos mujeres se encaminaron hacia el cuarto de música, para observar asombradas cómo el que tocaba aquella bella melodía no era Julián, sino un pequeño rubio, el hijo de la otra.
-¿Decías sobre tu Julián? -Exclamó burlona la invitada
-Tu hijo debe haber puesto la música automática, no te engañes.
-Lo que habla es la envidia, mi bebé es un chico muy talentoso.
Las dos mujeres procedieron a retirarse a la cocina con el pretexto de ansiar café, dejando al pequeño creando arte con sus dedos. Estaba tan ensimismado, guiado por la melodía que no escuchó las ruidosas pisadas, acercándose a su lugar.
-Es bastante bonito,¿verdad?
El mencionado levantó la mirada, sacado de su trance, para encontrarse con un par de ojos gris devolviéndole la mirada.
-¿Eh? Sí, lo encuentro bastante entretenido.
-Soy Julián, vivo acá, no te había visto antes.
-Vengo de visita con mi mamá.
-¿Y tu nombre?
-Andrés
-Ah
-¡Andrés, ya nos tenemos que ir, despídete de Flora! -exclamó una voz desde el pasillo
El pequeño se encaminó hacia la cocina, para luego pronunciar sus despedidas.
-¡Adiós señora Flora, un gusto conocerla!-articuló antes de correr a la salida, para agarrarse de la mano de su madre y retirarse sonriente.
Nada sabía el de aquellos ojos grises, observándolo con curiosidad.
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