—Que tengas buena noche hija

—me dijo mi madre mientras se marchaba de mi habitación haciendo un gesto de despedida con su rostro.

Me dirigí a mi habitación, tomé una ducha corta, cepille mi cabello y me lancé a la cama.

«El amor, como ciego que es, impide  a los amantes ver las divertidas tonterías que cometen » —dije en voz alta sabiendo que alguien podría escucharme...

— Shakespeare... ¿verdad? Qué grosero, mucho gusto, Tayler —dijo mientras acercaba su mano y se unía con la mía

—Sí, sí Shakespeare y mi nombre es Greychell —dije sin soltar su mano,

¡Oh, mi Dios...! Sus ojos... Eran... Como...negros pero no un negro ordinario eran... ¡Divinos!, absolutamente fuera de lo común. ¡Si! Sé que no hay escalas del color negro pero eran los ojos más hermosos que había visto.

—¿Estás.... bien, Greychell?

—Sí... Son hermo... Mmm... disculpa estaba... Eh... pensando —dije por fin  mientras suspiraba.

Note que sonrió por mi falta de concentración, pero lo que ocasionó con esa sonrisa fue parecido al efecto mariposa... Confuso pero inevitable.

—Sé que soy irresistible —dijo mientras levantaba su ceja, cosa que me ponía peor, no pude evitar morirme de la risa por su comentario y por lo visto el tampoco. Por unos cuantos segundos reímos como dos locos sin futuro.

—Tienes una hermosa sonrisa —dijo mientras que un calor invadía mi rostro dejando a la vista lo tímida que era.

—Gracias, es un buen cumplido —dije entre dientes.

Un silencio incómodo aguardó durante unos segundos así que él decidió cortar con tal incomodidad.

—Te gusta este árbol —dijo mientras señalaba hacia arriba.

—Es hermoso, se ve que es antiguo por su grosor y su altura —dije con sosiego.

—¿Qué piensas del cielo...? —pregunto sin dudarlo ni un solo segundo.

—¿Cómo? —dije desconcertada

—Es decir, ¿cómo piensas que sería el cielo?, espera... ¿Crees en que existe un cielo y un infierno?

—Sí... Pero creo que no tengo claras mis ideas en este tema, aún así... ¿Por qué la pregunta?

—Porque para mí este sería el cielo; un hermoso jardín acompañado de un árbol lleno de vida, las felices aves en la infinidad del espacio y el césped tan vivo como nunca, además uno no encuentra en cualquier parte a una hermosa chica citando a Shakespeare... ¿No crees? ¿Este sería el cielo?

—Supongo que sí —dije tímidamente.

—Es hora de irme —dijo con tranquilidad.

—¡Espera, no te vayas! Aún tengo muchas preguntas sobre el espacio —dije con un tono sarcástico.

—De verdad lo siento, Greychell, pero tienes que despertar... Nos veremos pronto.

...

— Cariño tienes que despertar — oigo a mi madre entre sueños, despierto, abro mis ojos, mi madre espera que me acostumbre a la luz, me incorporo y la saludo, entonces ella habla:
— Mmmmm... Cariño tengo malas noticias, no podrás ir a la escuela, antes tendrás que...