Capitulo 14
El viaje había finalizado, Eva había regresado con los gemelos que salían riendo de su compartimiento al verla la abrazaron por los hombros casi como un sándwich.
—Eva, Eva, te habías desaparecido eh.—Fred la zarandeó levemente.
—Lo siento, me quedé dormida.—Tragó saliva con una sonrisa.
—Vamos, Bill vino por nosotros.
—Mamá debe haber enloquecido con la cena.—George rió.
El rostro de Ron empalideció cuando vio a Evangeline junto a sus hermanos, Eva por su parte lo ignoro. Sabía que Ron aún era un tonto inmaduro que a duras penas y se enteraba de cuanto le gustaba a Hermione.
—Ten, abrígate.—George le colocó un gorro de lana.—Hace frío.
—Gracias, George.—Sonrió mientras se acercaban a un pelirrojo de estilo rockero.
—Soy Bill.—El mayor le extendió su mano.—Y tú debes ser la chica de la que tanto escribe George en sus cartas.
—¡Estoy aquí!—El pelirrojo se quejó.
—Evangeline.—Sostuvo su mano sacudiéndola de arriba abajo levemente.
—Es hora de irnos, Harry, Hermione.—Bill saludó a los amigos de su hermano.
Caminaron apartándose un poco del resto de padres y estudiantes que al igual que ellos iban a sus casas para las fiestas. George le ofreció su mano ya que iban a transportarse para acortar el camino, Eva muy pocas veces lo había hecho por lo que aún la incomodaba, Hermione, Ginny, Harry y Ron tendrían que usar alguna red Flu o conformarse con ir a pie.
Eva sintió su cuerpo contraerse contra si mismo, el aire le faltó un momento y en un instante casi como haber parpadeado ya estaba frente a un gran edificio, Bill hizo un movimiento con su varita revelando así una entrada, Greyback apretó la mano de su amigo por inercia y al instante fue calmada con una sonrisa cálida.
—Vamos, te sorprenderás.—Fred le guiñó el ojo encaminándose a un oscuro pero pulcro pasillo.
Una mujer pelirroja y rechoncha abrió la puerta recibiendo a cada uno de sus hijos hasta que finalmente llegó el momento de presentarse con Eva.
—Buenos días.—Evangeline le extendió su mano.—Soy Evangeline.
Molly la miró curiosa, George la había descrito muy bien en sus cartas;—¿La chica Slytherin?—Eva bajó la mano cuando no fue estrechada.
—Oh, si... Lo siento.—Miró a otro lado sintiéndose observado.
—Oh cariño, ven aquí.—Molly la abrazó haciéndola sonreír.
—Mamá, la estás ahogando.—George rió al ver el pálido rostro de Eva.
—Vamos, tu padre quiere verlos a todos.
—¡Canuto!—Remus Lupin salió corriendo tras un perro con una pieza de carne entre sus dientes.
—Esto será muy divertido.—George sonrió y besó la mejilla de Eva.—Nos vemos cuando vuelva a ser humano.
—George, no lo hagas.—Molly regañó a su hijo.
—Es injusto, me tragué la hoja de mandragora y ahora tendré que esperar hasta la próxima luna llena.—Fred se cruzó de brazos.
George sobo sus manos y se transformó en aquel zorro rojo el cual era la mitad de estatura que el perro. Los dos animales comenzaron a gruñirse antes de saltar el uno al otro jugando.
Evangeline rio al verlo y nuevamente regreso su vista a Remus el cual no tardó en abrazarla.
—Lo siento Eva, sabia que si yo mismo te lo decía no querrías venir a pasar las fiestas aquí.
—No te preocupes papá, lo entiendo.—La Greyback adoraba llamarlo así, cosa que a Remus también le hacía sentir bien, finalmente alguien lo entendía y quería a pesar de ser un licántropo.
—¡George!—Ron gritó cuando el zorro comenzó a atacar su pierna con "ferocidad"—¡Mamá, quítamelo!
Ronald comenzó a zarandear su pie sacudiendo así a George quien no había soltado el pantalón de su hermano en ningún momento.
—¡George Weasley, basta!—Molly sostuvo al zorro apartándolo de su hijo menor.
—Ven aquí.—Eva sostuvo al animal acariciando su cabeza.
El perro comenzó a ladrarle a Evangeline para que baje a George, el cual comenzó a gruñirle para que se aleje.
—Vamos Eva, debes estar cansada.—Remus aseguró.—Anda a cambiarte, arriba hay unos cuartos.
El zorro comenzó a cantar de alegría cuando Eva comenzó a subir las escaleras;—Ni lo pienses, te quedas aquí.—Lo echó al suelo donde de mala gana se recostó vigilando que nadie mas suba.
—¿Podemos conservarlo así?—Ginny preguntó a su madre.
—Claro que no, George haste normal.—Molly regañó.—Tu también, Sirius.
Ambos gruñeron antes de tomar nuevamente sus formas humanas.
—Mucho mejor.
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