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Visita II

Mirar ambas manos con los respectivos anillos le llenaba de una genuina emoción difícil de describir.

Katsuki sentía su pecho bombeando con alegría a la par que en su rostro se dibujaba una amplia sonrisa ladina mientras Izuku le colocaba el anillo y se proponía a hablar. Así que al comenzar a oírlo se sorprendió y le miró con atencion. Pudo nota que el menor estaba nervioso y avergonzado, sus rostro no dejaba de empaparse en lágrimas coloreando sus párpados y nariz de un lindo color rojo, las palabras que le dijo le hicieron sentir una gran calidez en el pecho que nunca antes había sentido.

— Hasta la muerte, seré tuyo también mi Izuku —

Respondió al final de oírlo hablar y se acercó para corresponder al beso que el menor le dio. Sintiendo una sensación extraña en todo su ser. ¿Eso era a lo que llamaban felicidad?. Ya se había sentido feliz muchas veces junto a Izuku, esa era otra cosa. Era una sensación que lo llenaba de paz, se sentía al fin realizado en la vida aunque muchos dirían que estaba en su peor momento al haber salido de la cárcel hacia poco y no tener un trabajo aún. Pero para Katsuki era lo contrario.

Sonrió mientras disfrutaba del suave contacto y gruñó bajo al sentir la lengua y el aliento del pecoso. Izuku era su deleite y perdición, de no ser por qué estaban en público probablemente hubiese subido la intensidad de aquel dulce contacto.

Así que con suavidad correspondió acariciando los labios ajenos y llevando ambas manos a la cadera del pecoso, dándole suaves caricias a palma abierta, entre lapsos se separó para ladearse al lado contrario y seguir besándolo hasta que después de un rato se separó por completo sintiendo sus labios calientes y ligeramente rojos al igual que los del menor.

Le tomó de las mejillas y pego ambas frentes sonriendo como tonto moviendo suave su rostro para acariciar la punta de la nariz del otro también.

—Feliz año nuevo conejito... Me haces tan feliz, gracias por estar conmigo —

Le dijo para entonces regresar a besar sus labios una vez más mientras todos explotaron en aplausos y alaridos de alegría por los futuros novios y al mismo tiempo por recibir el año nuevo entre abrazos y felicitaciones.

Katsuki separó para recibir el abrazo de Kirishima, Shoto, Denki y Mina, luego el saludo formal de los amigos de Izuku.

La chica de cabello castaño le dejo muy en claro que cuidara bien del menor a lo que Katsuki simplemente rio y asintió.

Regreso con su prometido abrazándolo por la cintura para ver el resto de los fuegos artificiales que explotaban kilómetros en el cielo expandiendo brillantes y llamativos colores.

Después de que el show terminó todos regresaron adentro para continuar con la fiesta, se sirvió la cena que constó de carne y una buena cerveza para después dar paso a bailar, charlar y seguir bebiendo.

Katsuki por su parte decidió quedarse sentado conversando con sus amigos con Izuku a su lado. Sus manos estaban tomadas con suavidad compartiendo el calor del otro y entre lapsos recibía pequeños mimos de parte del pecoso.

Ahora que prácticamente ya eran una pareja formal y oficial ante todos se sentían libres de demostrar afecto en público. Aunque eso ya lo hacían de todas formas. Por alguna razón ahora más significativo.

Unas cuantas horas más tarde la celebración se volvió una completa borrachera. Muchos estaban pasados de copas y otros más estaban ya dormidos en los sofas con botellas en mano.

La música sonaba más suave al estar ya despiertos algunos nadamas. Entre ellos él y el menor. Katsuki no había bebido tanto considerando que debía estar sobrio para conducir, en cambio a Izuku le permitió beber todo lo que el quisiera.

Al paso de un rato más el rubio noto que ya era muy tarde estaban a prácticamente a un par de horas del amanecer, con la mayoría dormidos o ebrios ellos tuvieron toda la comodidad de la sala vacía.

En el estereo se reproducía una suave melodía de esas que el rubio consideraba empalagosas. Para Izuku parecía haber sido la oportunidad perfecta para pararse a bailar. Sin poder decirle que no le tomo de la mano y caminaron al centro para acercarse y moverse al suave y lento ritmo de la canción.

Katsuki tomo de la cintura al menor apegandolo a su pecho mientras sus pies se deslizaban con las sandalias por el brillante piso de madera. Al ser una pieza lenta era sencillo seguir el paso que solo constaba de un tambaleó de izquierda a derecha cordinandose con el pecoso.

—Es más simple, pero me gusta —

Murmuró cuando Izuku le dijo que era más fácil que patinar. Sonriendo ladino al recibir el adorable beso sobre el mentón. Sin embargo la siguiente mención respecto a recibir el año con un "conejito saltando" encima suyo le hizo borrar la sonrisa.

Recibir los húmedos besos en el cuello que claramente fueron con la intención de provocarlo le hicieron sentir un escalofrío que lo recorrió de pies a cabeza, obligándolo a cerrar los ojos y soltar un suave suspiro.

Sus dedos se aferraron con más fuerza a la cintura ajena y al separar miro a Izuku con complicidad y ese siempre misterioso brillo en su mirada carmín.

— Entonces preparate porque este lobo está muy hambriento —

Murmuró sonriendo travieso acercando a morderle el lóbulo de la oreja para después separarse y tomarlo de la muñeca disponiéndose a marchar con rapidez.

Apenas y se despidió de algunos de los que quedaban despiertos. Tomaron sus cosas con prisa, Katsuki aún llévaba puesto el conjunto con el que propuso matrimonio. No se preocupo en cambiarse pues sabía que de todos modos terminaría sin él.

Katsuki era quien usualmente iniciaba con las incitaciones pero cuando lo hacía Izuku era mágico. No dejaba pasar la oportunidad por nada del mundo pues cuando sabia que era Izuku quien tomaba la iniciativa, el encuentro era mucho más atrevido y candente y tratándose del rubio, siempre tenía ganas.

Al llegar a casa, apenas la puerta cerró, Katsuki dejo de contenerse y se abalanzó sobre Izuku besándolo con profundidad, respirando agitado y comenzando a quitarse la ropa mientras caminaban entre besos derrumbando algunas cosas en el camino hasta llegar a la habitación donde la paciencia del rubio culminó prácticamente arrancando la ropa del otro con desespero.

Esa madrugada terminaron entregándose de la manera más apasionada posible. Entre besos, caricias y arrebatos donde el rubio apretaba la mano ajena con la suya mirando sus respectivos anillos y sonriendo con alegría entre jadeos, gemidos y llantos de parte de su pareja.

Para cuando terminaron, la claridad del amanecer ya estaba presente en esa helada mañana de invierno.

Katsuki estaba en la cama, acomodado de su lado derecho con Izuku entre sus brazos bien apegado a su pecho, ambos estaban desnudos pero el calor mutuo de sus pieles juntas y el mullido cobertor, les brindaba todo el calor que necesitaban.

La alarma en el teléfono de Katsuki les hizo abrir los ojos con pesadez, apenas habían dormido una hora o tal vez menos. Katsuki estiró el brazo a tantear la mesa de noche con el ceño fruncido y los ojos cerrados.

Tocó el móvil para silenciarlo y luego lo arrojó del otro lado de la cama. Gruño en reproche, no quería levantarse pero debía ir por Katsuma. Intentó moverse pero Izuku se aferró a su torso en una clara reprimenda de no dejarlo ir. Katsuki río negando con la cabeza y acaricio su cabello removiendole con suavidad los esponjados y despeinados risos.

—Vamos cariño, tengo que ir por Katsuma, tú duerme un poco más. Cubrete bien, hace frío —

Indicó levantándose y separando del agarre ajeno dándole un beso sobre la nuca para después cubrirlo con el cobertor. El cambio de temperatura fue drástico. Tembló sintiendo su piel erizar mientras buscaba en el armario algo que ponerse.

Miró hacia el balcón y alzo las cejas en sorpresa al notar que todo era blanco. Se acercó mientras se colocaba un suéter y los pantalones sonriendo al ver cómo estaba nevando.

—Izuku, no vas a creerlo... está nevando —

Indicó subiendo el cierre de la chamarra que se estaba poniendo. Eso explicaba por qué la temperatura estaba más fría que otros dias.

— Cuando regrese saldremos a ver la nieve juntos. ¿Te agrada la idea? —

Le pregunto con una sonrisa suave acercando a darle un beso en la mejilla y otro en los labios en despedida. Acaricio las pecas que amaba con cariño antes de salir y dirigirse a casa de Mirio.

El pequeño Katsuma estaba más que bien, se veía feliz e incluso parecía no querer irse así como también Mirio dibujo una mueca entristecida al despedirse de su pequeño hijo.

—Tratare de buscar la oportunidad de hablar con Camie —

Indico el ojiazul pues ahora quería estar presente en la vida de su hijo. Katsuki suspiro y alzo una ceja recordando que ese último encuentro con la chica había sido bastante distinto a otros. Parecía haber un cambio de actitud en la mujer por lo que no descarto que tal vez podria llegar a hablar con Mirio de forma relajada. después de todo ese niño era un asunto entre ellos en el cuál él ya no tenía nada que ver.

— Te deseo suerte Mirio —

Le dijo con franqueza antes de retirarse con el pequeño en medio de leves gimoteos al no querer irse. El camino de regresó fue más tranquilo. El pequeño hablaba cosas que Katsuki no entendió bien y otras si pero intentaba ser paciente. Todo había salido bien con Camie. No sospecho absolutamente nada y el niño fue entregado sano y salvo. Camie le entrego a Katsuki una caja de galletas de mantequilla, eran de alguna tienda especializada pues estaban selladas y etiquetadas con la marca del lugar.

— Dale esto a tu novio de mi parte... Dile que lamento lo que pasó en el pasado. No tenía idea de todo lo que sufrió, ni tú tampoco. Les deseo lo mejor. Disculpame por todo lo que te hice. En especial mentirte con el asunto de la paternidad —

Confeso la rubia con vergüenza, mirando el anillo de matrimonio en la mano del rubio quien tomo la caja con sorpresa.

— Gracias, también te deseo lo mejor Camie, sin resentimientos. —

Dijo Katsuki dándole la mano a la chica quien regreso el gesto con una suave sonrisa sin soltar al niño en su otro brazo.

— ¿Has pensado en buscar al verdadero padre?... Tal vez, te sorprenda lo que pueda ocurrir —

Cuestionó con curiosidad y la chica negó.

— No. Seguramente me odia al haber desaparecido de pronto. No tendría el valor de buscarlo y decirle que tuvo un hijo oculto durante cuatro años. Aunque se que Katsuma necesita un padre —

Katsuki sonrió con calma.

— Hazlo... Verás que todo saldrá bien. Búscalo —

Indicó haciendo una reverencia para retirarse dejando a la chica con una sonrisa, Katsuka despidió ondeando su manita.

Cuando Katsuki regresó al departamento pudo notar a Izuku vestido y listo para salir a ver la nieve. Estaba abrigado hasta los pies lo que le causó gracia haciéndole reir.

Lo tomo de la mano para salir y se dirigieron a la parte trasera del edificio en donde había un amplio jardín cuidado por los mismos vecinos. Incluso tenía algunos juegos infantiles. Todo estaba cubierto con la blanca nieve que crujía en sus pies al caminar.

Izuku corría de un lado a otro como un niño pequeño. Katsuki solo suspiro mirándolo con las manos en los bolsillos de la chamarra.

"Parece ser que nunca había visto la nieve"

Pensó sonriendo a sus adentros antes de notar como el menor estaba de cuclillas formando una bola de nieve con sus manos protegidas con los guantes de tela.

"No piensa tirarme eso ¿o si?."

Ladeó la cabeza notando que el pecoso estiró el brazo con la bola lista para ser proyectada hacia el.

—Mierda Izuku no vayas a... —

No pudo terminar de hablar pues la nieve impactó en su cara de llenó, deshaciéndose y cayendo entre su ropa.

Con las manos retiro los restos de su rostro sintiendo un ardor y frío al mismo tiempo.

—Lo hiciste... Condenado conejo desgraciado ¡ven acá! —

Gruñó corriendo hacia el menor con una sonrisa y falsa molestia para derrumbarlo sobre la nieve dándole un ataque de cosquillas y besos.

Entre risas y jugueteos en la nieve el rubio logro escuchar una especie de chillido que le hizo frenar se golpe.

— ¿Que fue eso? —

Murmuró enfriando el rostro y quedandose quieto. Silencio a Izuku con su mano para que no hablara y poder afinar su oído volviendo a escuchar aquel lamento.

—¿Lo escuchaste?... creo que es... —

Se incorporó y caminó guiándose por el sonido hasta dar con una caja de cartón mullida y maltratada entre los arbustos nevados. Se puso de cuclillas alcanzando la caja y sacándola del escondite, al abrirla mejor solo hizo una mueca sería al ver cómo en su interior había una gata con dos crías. Izuku se acercó a su lado mirando con tristeza.

Era fácil notar que de las tres criaturas en la caja solo una tenía vida. Las otras dos lamentablemente habían muerto por el frío.

Izuku tomó al pequeño gatito que cabía en la palma de su mano. Era un dulce ejemplar de color blanco como la misma nieve que les cubria.

Katsuki pudo notar el permiso sordo de Izuku por llevarlo a casa. Al rubio no le gustaban los animales, no por algo jamás tuvo mascotas pero el ruego del pecoso le estaba convenciendo. No podía decirle que no a aquel rostro deformado en una mueca entristecida y a sus grandes ojos de cachorro que casi pudo jurar hizo complicidad con el animal para verse igual de adorables.

Katsuki soltó un suspiro resignado.

—Esta bien... esta bien. Pero solo hasta que termine el invierno, después le buscaremos un hogar ¿Entendido? —

Condicionó con firmeza, regreso la mirada a la caja y pensó en que debían enterrar a los otros por lo que hicieron un hoyo en la tierra cerca de los mismos arbustos en donde los encontraron y allí los enterraron.

Después regresaron al apartamento con el pequeño gato en manos del menor.

—¿Ah? ¿Cómo que cuál nombre deberíamos ponerle?. No se va a quedar así que no te encariñes tanto. —

Murmuró en reproche pese a la sonrisa de Izuku ilusionada por llevarse a ese pequeño ser a casa.

Cómo fue de esperar un par de meses pasaron y cuando el invierno terminó, el gato no se fue de casa.

Yuki fue el nombre que le dieron al haber sido encontrado en la nieve y ser de color blanco. Le venía bien. A Katsuki le terminó de convencer adoptarlo cuando supo que le hacía compañía a Izuku cuando el no estaba y de esa forma no se sentia tan solo.

Por su parte Katsuki había comenzado a salir muy seguido en busca de un empleo. Ya había acudido a decenas de lugares para distintos puestos pero al ver qué tenía antecedentes penales le rechazaban en automático.

Comenzó a sentirse presionado, las opciones se le terminaban y no quería cargarle demasiada presión a Izuku quien apenas y podia mantener el empleo de medio tiempo a causa del estudio.

Sin embargo cuando pensó que ya no habría más puertas para probar suerte, Izuku llegó una noche con la noticia de que había logrado conseguir una entrevista para él en el establecimiento en el que trabajaba.

Para su sorpresa fue aceptado como cocinero tras el proceso de selección. Todo gracias a la recomendación de Izuku y su estudio en alta cocina.

Los primeros meses fueron difíciles. Había sido acomodado en el primer turno mientras que Izuku estaba en el Segundo.

Había poco tiempo para verse pero aún así solian darse unos minutos al día antes de dormir o cuando se encontraban en el restaurante y al cruce de la salida de uno y la entrada del otro.

Katsuki tenía la iniciativa de tomar a Izuku y llevarlo al armario de limpieza cuando los ojos de los demás estaban ocupados en sus asuntos. Tras una breve sesión de besos y arrumacos salían del armario con cuidado de no ser descubiertos.

Para Katsuki era divertido agregar ese toque de adrenalina en cada sesión dentro de ese lugar. En sus días de descanso eran meramente dedicados a ellos también.

La suerte les sonrió un día cuando fue recomendado por el dueño del estacionamiento a un popular y caro restaurante pues el hombre había visto en gran potencial que el rubio tenía para la cocina. Lo había demostrado con la rapidez y calidad de sus platillos.

Al poco tiempo ya se encontraba laborando en aquel elegante restaurante de cinco estrellas en donde debía usar una refinada y bonita filipina de tono azul turquesa que contrastaba con el rojo de sus ojos y la mejor parte era que su horario se habia acomodado de forma que solo trabajaba durante las mañanas. Al salir de su turno pasaba por lzuku a la escuela y regresaban juntos a casa para más noche dejarlo y recogerlo del trabajo. Todo se estaba acomodando como era debido y el orden y la estabilidad llegaron a sus vidas como tanto habían necesitado.

Sus amigos y conocidos también siguieron con sus rutinas en donde de vez en cuando salían a beber o recibían sus visitas en casa. Los únicos a quienes no había visto habían sido a sus padres. Lo último que supo fue que se habían mudado de forma permanente a Tokio por cuestiones laborales de Masaru.

Masaru y Mitsuki habían perdido el contacto con ellos desde aquella noche del año nuevo en la que discutieron. A Katsuki parecía no afectarle pero muy en el fondo sentía una ligera sensacion amarga. Sabía que lzuku había sido el más afectado así que solía evitar tocar el tema de sus padres a toda costa.

Por su parte, los Bakugo discutían muy seguido. Masaru insistía a Mitsuki en que dejará a un lado su orgullo y fuera a hablar con Katsuki para arreglar sus diferencias. Después de todo era su único hijo pero la rubia negaba alegando que no deseaba encontrarse también con Izuku asegurando que no lo soportaba ni ver.

Tras varios intentos logró convencerla una noche mientras la encontró mirando el viejo libro de fotografías familiares mientras una lágrima bajaba por su piel bien cuidada.

A la mañana siguiente la mujer se preparó y fue llevada por Masaru quien la dejo de paso a su trabajo. La mujer bajo del auto y tomo su bolso mirando hacia el edificio del departamento de su hijo.

— Suerte cariño. Porfavor ya no discutan más. Solo quiero que se lleven bien —

Indicó con un gesto preocupado mientras la mujer se alejaba del auto. Mitsuki llevaba en sus manos el álbum de fotos. Tenía la esperanza de encontrar a Katsuki en casa aunque no estaba segura de que le diría.

Le había dejado en claro que no dejaría a ese supuesto "novio" que tenía y que estaba segura era solo un capricho para molestarla. Tenía la esperanza de "hacerlo entrar en razón" y que se alejara de él.

Se paró frente a la puerta del departamento y comenzó a tocar de forma insistente hasta que le abrieron.

La mujer apretó los labios y no pudo evitar hacer una mueca desagradable al ver qué fue Izuku quien le abrió. Sin decirle nada lo hizo a un lado y entro a la casa mirando de un lado a otro de forma analítica como buscando hasta el más mínimo detalle para juzgar.

— ¿Katsuki?, ¿Katsuki en donde estas? —

Llamo en voz alta sin recibir respuesta. Se freno en la sala dejando el álbum en la mesa y poniéndo las manos en las caderas. Se giro notando a Izuku desde el otro lado de la sala. La mujer noto el anillo en la mano de Izuku y alzó una ceja.

— ¿ Y mi hijo? Quiero hablar con él —

Cuestionó altiva, la respuesta del pecoso le hizo bufar de fastidio rodando los ojos y se dio media vuelta para ir a la cocina.

— Entonces ya consiguió empleo. Supongo que fue difícil con los antecedentes que ahora tiene que cargar por tu culpa. —

Dijo de manera ácida mientras abría el refrigerador para observar lo que había. Arrugó el entrecejo al notar que había mucha comida pero en su mayoría eran ingredientes para preparar. Lo que le hizo saber que solían cocinar solo lo del momento. No dejaban sobras ni cocinaban de más.

—Realmente no se por que te defiende tanto, ¿Al menos sabes cocinar y lo atiendes como es debido? O... ¿solo le sirves en la cama? —

Cuestionó con una fría mirada hacia el pecoso. Juzgandolo con nulo tacto. Sus palabras eran filosas como cuchillos. No le importaba lastimar al menor pues a sus ojos, Izuku no era más que un inútil criminal que nunca debió pisar el mismo lugar que Katsuki.

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Salieron de la fiesta de forma cómplice y apresurados subieron al auto, tómando lúdicas jugarretas tentativas que de no ser porque el frío y que el transporte era ajeno ahí mismo hubieran efectuado.

Volvieron a casa arrastrando los pies mientras caminaban adentrándose. Izuku colgaba del cuello de Katsuki al son que era empujado desde las caderas.

Rió con torpeza y dio un quejido por el golpe en la oscuridad de la zona ante alguna mesita. Llevó las manos a desabotonar el chaleco de Katsuki apresurado.

―No perdamos el tiempo en dar la primera del año, si desde que te vi vistiendo así estuve tentativo en arrastrarte a alguna habitación de la casa de Kirishima, pero por respeto de a nuestro amigos desistí ―confesó con un tenue rubor, estaba algo alzado por alcohol pero bastante presente de lo que hacía.

Dando quejas falsas por la forma en que Katsuki le retiraba la ropa desenfrenadamente y sin cuidado a diferencia de él, llegaron a la cama donde efectuaron un par de horas con pasión. En besos hambrientos, caricias voraces y alusión del amor tan tangible que manifestaban en gemidos y jadeos.

Izuku terminó bastante cansado, muchas emociones transcurrieron en tan poco tiempo para culminar en un acto como ese que lo dejaron en un sueño pesado. El cuerpo amoratado por besos y mordidas, sin embargo se sentía en su mejor lugar, acurrucado en cama salvarguandando del frío por un esponjoso cobertor y los brazos de Katsuki.

La gélida sensación por la ausencia de esos brazos y el torso en quien recargaba lo alertó minutos después, encogió de hombros y miró desorientado hacia la silueta que estaba vistiendose y asomando a la ventana.

―Vuelve a la cama, bebé... ―susurró somnoliento en bostezos palmeando el colchón y alzando sus brazos.

Cerró los ojos frunciendo un poco el ceño con un pucheron de recordar que tenía que recoger a Katsuma para llevarlo con su madre.

―Es cierto, hay que ser puntuales con eso ―dijo resignado mientras se acurrucaba acercando a la almohada de Katsuki imbuyendose de su aroma.

Escuchar la misteriosa mención de que nevó en el amanecer le hizo respingar con sorpresa tomando asiento en la cama, al tiempo en que su cuerpo desnudo asomaba de la parte superior tomó un escalofrío del frío.

―¿De verdad está nevando? ―Parpadeó con emoción, desapareció todo rastro de sueño de antes. ―¡Me encantaría, Kacchan vuelve pronto!

Afirmó espóradico de la invitación a salir a ver la nieve juntos. Katsuki acercó a la cama para darle un beso de despedida pero en ese momento Izuku lo atrapó con un abrazo jalandolo por breves segundos a descender a la cama y besarlo.

―Ve con cuidado ―siseó dando un último beso encima de los labios.

Al quedar solo en la habitación permaneció en la cama mirando a través de la cortina el manto de nieve que cubría el barandal y suelo del balcón. Echó la cabeza hacia las almohadas con una tenue queja del movimiento abrupto.

Hacía más frío con evidencia, era dolorosa la idea de salir a tomar un baño pero solo sería unos segundos, así que tras meditarlo unos minutos salió de la cama tanteando el frío piso con sus pies hacia el baño para tomar una ducha con agua caliente. Debía estar listo para cuando Katsuki volviera.

Salió con el vapor y cambio de temperatura del baño al pasillo envuelto de una bata hacia la habitación, buscó la ropa más abrigadora en el armario y cajones. Dos mudas de ropa encima y un grueso abrigo con peluche de la zona del cuello.

Buscó en los cajones un gorro para el grío y los guantes, en medio de su ajetreo percibió el anillo que se conservaba en su mano izquierda. Detuvo su busqueda instantaneo abstraído en el accesorio. Ladeó la mano de un angulo a otro sin parpadeo, apreciando el grabado en la parte de abajo y la bonita piedra roja.

"Estamos comprometidos, vamos a casarnos... Me casaré con Katsuki"

Dibujó una tibia sonrisa en la cara retrocediendo unos pasos a tomar asiento de el pequeño sofá del cuarto. Acarició con la yema el anillo recordando lo que ocurrió en la medianoche.

―No puedo creer lo afortunado que soy.

Su sonrisa ensanchó a los lados, ser amado de esa manera era algo que años atrás jamás le cruzaría por la cabeza. Trabajó dando falso amor condescendiente hacia sus clientes y llenarlos en placer que se volvió una absurda monotonía para poder sobrevivir. Hoy en día lo que practicaba solo le era transmitido hacia Katsuki Bakugo, la persona que añora.

Casi una hora después volvió el rubio a la casa, siendo bien recibido por Izuku quien lo esperaba en la sala ansioso.

―¡Vamos, vamos! ―Exigió con entusiasmo tomando su mano para salir del margen de la puerta que apenas había puesto un pie el rubio.

Como acordaron lo estuvo esperando, pero dando esos vistazos por las ventanas estaba emocionado de salir pronto, tuvo la fuerza de voluntad para esperar a Katsuki.

Lo llevó tirando del brazo hacia la parte posterior de los edificios donde estaba el patio de los vecinos en general. Los pequeños copos de nieve vigentes descendiendo en una danza en el aire le provocó una agitación excitada de ver el lindo panorama blanco.

La punta de su nariz estaba rojiza de frío y un vaho gelido salía de sus jadeos con entusiasmo mirando la altura de los edificios caer la nevada.

―¿No te emociona esto? Ver la nieve o la lluvia siempre es grandioso ―reflejó alegre, tal vez para Katsuki podría ser insignificante pero a Izuku le encantaba verlo merodear a libertad por fin.

Inclinó en el patio extendiendo las manos al aire y después las bajó al suelo a moldear con la nieve un circulo, el escozor de frío era bajo por los guantes con los que se protegía.

―Hagamos una escultura, o tal vez... ―sonrió con malicia.

Entretenido arrojó la bola por la advertencia que quedó a medias de Katsuki, lo golpeó de lleno en el rostro. Izuku quedó estático con sorpresa, pensó que lo llegaría a esquivar con los reflejos que se cargaba pero tal parece que el rubio incluso dudo de que lo arrojara.

Estuvo a punto de disculparse de no ser porque la nieve resbaló por el rostro y Katsuki limpió los restos con su mano en una burda queja. Izuku ahogó su risa apretando los labios y retrocedió un poco por las advertencias de venganza, intentó huir pero el rubio lo sujetó tumbandolo al suelo comenzando con una mortiferas cosquillas y besos recorriendo el rostro.

―¡Basta! ¡Ya basta, lo sientoo! ―Balbuceó entre risas retorciendose debajo.

Katsuki fue indulgente en dejarlo, pero no por la petición misma. Izuku jadeó cansado y agradecido de que las cosquillas frenaran, percibió el semblante de su amado cambiar más serio.

―¿Escuchar, qué-...? ―Fue silenciado con una mano a sus labios y parpadeó desconcertado.

Segundos después percibió un agudo lamento tintineante. Katsuki se reincorporo de pie en direcció del sonido e Izuku le siguió unos metros atras. Percibió al rubio hacer una mueca y mirarlo por el rabillo del ojo al observar entre los arbustos nevados.

―¿Qué es? ―Dijo con curiosidad ladeando la cabeza para ver por encima de hombro de Katsuki.

Bajó las cejas compungido de ese panorama, era una gata cubierta con nieve y bajo ella lo que eran dos crías, estaban tiesas.

―¿Están... muertos...?

Susurró afligido poniendose de cuclillas, al escuchar el llanto de uno de los gatitos bebé acercó las manos para tomarlo y brindarle mayor calor. Sentía la pequeña criatura tiritar sin dejar de maullar.

Dirigió la mirada hacia Katsuki en espera de que dijera algo al respecto, pero continuaba con un suspensivo silencio que era interrumpido por los llantos. Izuku miró al mínino en mano y luego a Katsuki respectivamente.

―Vamos... Hace unos años dijiste que podríamos tener una mascota en Hokkaido, ¿por qué aquí no? ―Imploró con una tierna mirada. ―No podemos dejarlo a su suerte en la nieve, es un gatito bebé... sin mamá ahora ―susurró afligido mirando la caja.

La triste mirada con cierto chantaje espabiló con ilusión de escuchar a Katsuki ceder, dio un par de saltitos en su lugar dando un beso en la mejilla nada más al tener las manos ocupadas.

Tras darle una sepultura entre los arbustos al resto que no sobrevivió al frío volvieron al departamento para darle refugio a la cría.

―¿Cómo deberíamos llamarte? ―Pensó en voz alta con el cachorro en brazos, sin embargo, fue interrumpido con Katsuki negando a que le pusiera un nombre. Izuku dio un fingido jadeo indignado. ―No podemos solamente decirle "gato", pobrecito.

Adentrando en la sala acarició al gato y lo elevó frente a él analizándolo.

―¿Cómo la nieve? ¿Yuki? ¿Te gusta ese para él, Kacchan? ―Recitó con una tibia sonrisa mirando en complicidad hacia donde estaba el rubio.

Notó la rabieta de Katsuki de que no se encariñara con él, puesto que no se quedaría más allá del invierno, luego de eso buscarían a quien darlo en adopción. Izuku sonrió afirmando superficialmente que eso pasaría.

Se dedicó a darle seguimiento los primeros días con un veterinario, que le indicara como alimentarlo o que cuidados brindarles, ya que ni Katsuki o él tendrían idea, nunca manejaron un animal tan pequeño o tenido una mascota.

El pequeño Yuki fue creciendo y desarrollando en el entorno, un mimoso pero caprichoso gato que podría estar lloriqueando por atención como bajando de la compañía por hartarse.

Conforme pasaron las semanas Katsuki ya no hizo mención de buscarle un hogar al animal, simplemente era como si hubiera adaptado a éste.

Izuku era quien en su mayoría invertía tiempo y disposición con el gato, se entretenía con esa compañía cuando llegaba a quedarse solo, ya que Katsuki estuvo mucho buscando un buen empleo.

El gato era hasta cierto punto mojigato, Izuku era muy cariñoso con él, quizás eso le hartaba y no le gustaba su atención, en cambio, con Katsuki era otro asunto. Yuki llegaba a invadir el espacio para acurrucarse con el rubio, dormir pegado a él cuando estaba en el sofá, o acostarse encima de los muslos, hasta llegaba a treparse encima de él desde las piernas hasta los hombros cuando estaba en la cocina. A Izuku le parecía ridículo, pero a veces sentía celos del gato.

El hábito de trabajar y estudiar pudo llevarlo bien el año que vivió solo, sin embargo ahora le parecía más complicado, por el hecho de que debía tener tiempo para disponer con Katsuki.

Podía notar el semblante frustrado que en ocasiones transmitía el rubio en silencio por no encontrar un sitio para trabajar aún. Tenía tantas buenas virtudes donde laborar, pero existía esa traba de los antecedentes penales, a nadie le gustaba recibir a un exconvicto sin importar el motivo.

Habló con su jefe en el restaurante, insistió mucho para que abrieran esa vacante de la cocina, presumía de los dotes culinarios que tenía su prometido y que le dieran una oportunidad. Accedieron por el motivo de confianza que tenían con Izuku, lo veían como alguien disciplinado y honesto luego del tiempo trabajando ahí.

―¡Kacchan te tengo noticias! ―Exclamó emocionado en la noche cuando fue recogido del restaurante, se abalanzó abrazándolo y dándole un beso. ―Hablé con mi jefe, mañana tendrás una entrevista para un puesto en la cocina.

No era algo estrafalario o diferente a lo de antes, Katsuki estuvo más de un año trabajando como chef en un restaurante en Kioto.

Fue una noticia beneficiosa saber que había sido aceptado, a pesar de que sus horarios iban a estar más irregulares, apenas y había un fragmento donde cruzaban en los cambios de turnos y en la noche. Lamentablemente hubo veces en que no chocaron palabra por la escasez de tiempo o cuando Izuku estaba en finales.

Aun así, estaban soportando todo, de poco a poco todo podría ajustarse para ellos. Y así fue, tiempo después Katsuki logró ser recomendado para un restaurante de prestigio, con un horario más estable. A Izuku le encantaba verlo con ese galante uniforme de cocina profesional.

La mañana se trataba de Izuku siendo dejado en la escuela por Katsuki quien después acudía a su trabajo, ya en la tarde podían tener un tiempo libre entre ellos, generalmente el menor llegaba primero. En la noche Izuku iba de mesero al mismo local donde se conservó. Hubo un par de ocasiones en que una de las compañeras más allegada le hacía burla y mención que debía a extrañar a Katsuki ahí, después de todo la bodega de escobas volvía a estar ausente, un secreto vergonzoso de solo ella logró enterarse por error una vez que los vio salir, ya no podía verla a los ojos.

Un día en la tarde, como usualmente sucedía cuando se quedaba esperando su pareja, Izuku estaba recostado en el sofá con un cuaderno y otro libro en sus rodillas adelantando proyectos escolares, le gustaba tener la noche a disposición para Katsuki.

El gato yacía cerca de sus pies dormido hecho rosca cómodamente, pese a los primeros días donde el rubio le dijo que no lo quería arriba a los muebles todo eso quedó en el pasado, Yuki merodeaba donde sea.

Izuku estaba concentrado escribiendo con el suave silencio y comodidad de la zona con unos ronroneos del gato que de forma traicionera le mordió uno de sus pies provocándole un gesto de dolor pero no cesó en su escritura, ya era una tediosa costumbre recibir alguna mordida o zarpazo abrupto por él.

―Creo que hoy salgo un poco más tarde... ―pensó en voz alta recordando el recorte de personal que había esa semana en el restaurante. ―Debo apurarme para continuar con la cocina.

En la estufa estaba cociendo a fuego lento una olla con estofado de oden, sabía que Katsuki volvería pronto y quería tener todo listo para comer juntos pronto. Recibió otra diligente mordida que le sobresaltó.

―¿También tienes hambre, verdad? Ya voy ―suspiró resignado llevando el cuaderno y libro a la mesa del medio de la sala. Yuki maullaba insistente bajando del sofá y siguiendo a su dueño.

Izuku se dirigía a la cocina, pero detuvo ante el golpeteo de la puerta insistiendo.

"¿Quién es a esta hora? ¿Kacchan olvidó las llaves?"

Furtivamente miró el teléfono en busca de algún mensaje de él, pero no había nada, fue a la entrada de manera despreocupada, se asomó por la mirilla notando una cabellera rubia que rápido asumió que era su pareja, abrió la puerta con descuido.

Izuku quedó paralizado de haberse equivocado, esa persona no era Katsuki, si no su madre.

"Kacchan no me dijo nada de esto."

Percibió la mirada con descontento y rechazo de la mujer, pero no le dijo nada. Izuku pasó saliva de manera pesada y dolorosa por la garganta, pretendía saludarla, pero rápidamente fue empujado de un hombro para hacerlo ladear y que Mitsuki entrara.

―Ah... hola ―susurró cohibido. ―Kac-Katsuki no está porque está trabajando, pero ya no debe tardar ―susurró evadiendo la mirada intimidado de las contundentes preguntas, esto se sentía igual o peor que el interrogatorio que sufrió con Eijiro en la fiscalía cuando fue arrestado la primera vez.

Le citó lo del empleo, que sí, evidentemente fue difícil conseguir por los antecedentes que sufría.

―Bueno, Kac-Katsuki parece disfrutar lo que hace ―se corregía en automático de ese mote infantil que le resultaba vergonzoso y hasta imposible frente a la madre que le repudiaba.

Notó como la mujer analizaba la casa de arriba abajo con las manos a la cintura, todo debía estar en orden, ayer tuvieron el día libre y aprovecharon para eso temprano.

Siguió a la mujer a la sala con unos metros de diferencia nervioso, le daba miedo preguntar porque buscaba a su hijo, vio el aparente álbum familiar que dejó en la mesa haciendo que elevara sus cejas con asombro.

"¿Viene a hablar con él para aclarar las cosas entre ellos?"

Relajó un mínimo en sus adentros al darse esa idea, después de todo Katsuki no volvió a tocar tema de su familia tras lo que pasó en víspera de año nuevo.

―¿Gusta agua o té en lo que espera a Katsuki? Ya no debe tardar ―insistió con cortesía y rápidamente fue acomodar los cojines con el desastre que tenía de haber estado momentos atrás ahí estudiando.

Parecía que Izuku no podía dar ni un buen acierto con esa mujer, siempre chasqueaba la lengua o rodaba los ojos con desagrado dándole la vuelta y dejando al pecoso con la mano extendida.

―Ah... ¿O quiere jugo de frutas? ¿Licor? ―dijo nervioso viendo a la rubia entrar a la cocina merodeando a revisa el refrigerador. ―¿M-música... volumen...?

Sus ojos estaban en espirales confundido de no saber que hacer, todo parecía nulo contra ella. Tomó un vaso de cristal de la alacena y por un momento todo eso le dio un amargo recuerdo de sus primeras sesiones en el Green Rabbit, atendiendo extraños que no sabía manejar. Balbuceando y con el cuerpo trémulo encogido de hombros. ¿Qué podía hacer para lograr ser aceptado por ella?

Volvió a centrarse en el presente por la deliberada cuestión de porque Katsuki lo defendía si parecía un completo inútil.

Anteriormente había sido juzgado así por otras personas, tuvo su momento con Camie o Eijirou, pero esa había sido la más pesada a recibir al tratarse de la sangre de la persona que ama.

―Katsuki es quien suele cocinar, tiene más experiencia en eso, después de todo a eso de dedica ahora... ―susurró bajito en culpa. ―Yo me dedico...

"¿Qué se supone que debería responderle?"

Afligido miró el suelo entre ellos y dejó el vaso en la mesa, tanteando una mano a la otra encima del anillo en su anular.

―Trabajo en la noche... ¡En un restaurante! ¡De mesero! ―Mencionó atropellado de ver como Mitsuki enarcaba una ceja considerando el trabajo previo como bailarín de burdeles. ―Y en las mañanas estudio, así que cuando podemos encontrarnos es en la tarde.

Escuchó los maullidos insistentes del gato en el suelo, percibió la mirada cuestionando porque estaba ese animal en la casa y sobre todo en un sitio que debía mantenerse pulcro como una cocina.

―Está bien, es Yuki, un gato que Katsuki y yo rescatamos de la calle pero hoy en día está sano ―esbozó con una cálida sonrisa inclinando a levantar al gato, pero éste retrocedió con desagrado y salió de la cocina con rechazo, Izuku suspiró.

La mención de la rubia de que tal parece su hijo había adquirido un gusto por recoger a cualquiera de la calle provocó en Izuku apretar sus labios más que incómodo y sus ojos ardieron en frustración por las lágrimas que asomaron por escapar.

―¡¿Por qué tiene que tratarme así?! ¿Qué puedo hacer para cambie su perspectiva de mí? Crió a un hijo maravilloso que amo con mi vida, ¡Créame que si tuviera oportunidad de emendar y corregir mis errores del pasado lo haría!

Sus dientes crujieron con un gimoteo en sus ojos cristalizados.

―Cuando hablo con mi madre le cuento lo genial que es Kacchan ―dijo olvidando toda la supuesta formalidad que consolidó al inicio, ya no importaba. ―Todo lo que hace por mí yo lo valoro y quiero estar en su nivel para corresponder. ¡Sé que aun me falta bastante, pero lo intento y lo intento una y otra vez sin renunciar!

Apretó sus puños en frustración y después tomó un amplio respiro queriendo controlar los estribos, relajó el semblando mirando la reacción de la mujer

―Kacchan me contó su pasado, todas las adversidades que tuvo, el como veía el mundo antes de conocerme. Estoy completamente seguro que no solo le he traído lamentable desgracia... Y precisamente porque conozco su dolor es que puedo acompañarlo.

Extendió un brazo hacia ella avanzando unos pasos en su dirección.

―Cuando comenzamos a conocernos, él visitó donde vivía, un pequeño cuarto de renta que me dijo que era incluso más acogedor que donde residía, al inicio creí que solo lo decía para empatizar con mi lástima, pero estaba equivocado, Kacchan buscaba relajar de todos los problemas que pasaba, ya sea de la carga laboral rastreando un asesino prófugo, el compromiso con Camie y ese supuesto hijo que venía en camino, incluso el haber discutido con sus padres. ¡Él se sentía cómodo en ese miserable lugar porque estaba conmigo!

Izuku negó la cabeza del comentario que Mitsuki escupió, respecto a que seguramente era para entretenerse con sexo. Vagó la mirada fuera de ella con cierta vergüenza.

―Si-siendo franco... sí llegué a quererlo encaminar en algo así, pero él se negó, no quiso algo como eso desde el primer momento en que fue conmigo a ese burdel... no llegamos tan lejos ―susurró con un rubor en las mejillas. ―Siempre me dijo que estaba más interesado en Izuku, que... Deku...

Recordó con vergüenza las decenas de veces que intentó seducirlo cuando era menor de edad, ¿cómo se supone que estaba dando detalles de eso con su suegra?

―También en mi cuarto me contó con nostalgia como es que vivía antes de conocer a quien es su esposo, usted tuvo incluso que recurrir a algo similar para cuidar a su hijo-...

No terminó el comentario al recibir una fuerte bofetada que le ladeó la cabeza con el alarido de lo descarado que era haciendo mención de eso. Izuku solo levantó la mano tantear su mejilla irritada con la palma marcada encima.

Ya había cruzado la línea y no había vuelta atrás, los ojos con odio que implantaban de la mujer encima de él fue suficiente para no mencionar nada.

Iba a disculparse por sus palabras, pero escuchó un grito grave de la entrada de la cocina, giró de reojo mirando bajo los mechones de cabello, se llevó una gran sorpresa de ver a Katsuki llegar.

No estaba con la mejor imagen para recibirlo, con la mejilla roja oculta en su mano y la mirada cristalizada se plasmó en él percibiendo su gesto deformando con molestia.

―Kacchan está bien, no es nada ―exclamó queriendo evitar extender esa discusión, sabía perfectamente bien que su madre acudió arreglar las cosas y todo iba en picada sin siquiera empezar.

Izuku escuchó ambos rubios gritar, uno queriendo echarla de ahí y la otra soltando veneno en contra del pecoso. La discusión subió de tono cada vez más con unos forcejeos peligrosos.

Entre todos esos alaridos y movimientos rudos aquella olla en la estufa fue golpeada volcando parte de su contenido al suelo. La discusión pausó con el líquido esparciendo con los ingredientes hirviendo.

Mitsuki hizo un quejido ahogado que procuró contenerse de gritar al haberse quemado con el líquido con vapor, mirando con dolor el dorso de la mano.

Izuku abrió sus ojos con sorpresa y sin ningún aviso sujetó del brazo a la mujer llevándola al fregadero a poner su quemadura en el grifo de agua fría.

―No saque la mano del agua, iré por el botiquín al baño. ¡Kacchan busca hielo en el congelador!

Dijo rodeando el contenido en el suelo para salir de la cocina, tomó al gato evitando que entrara a ese desastre y acudió hacia arriba a por el botiquín. Bajó con la caja en manos volviendo a la cocina.

―¿Kacchan? ―Preguntó confundido de no verlo ahí con la respuesta de que salió a por hielo ya que el congelador estaba vacío de ello.

Acudió a ver la mano de Mitsuki en el agua fría, desapareció todo el nerviosismo y miedo que ella le daba con ese tema, solo quería ayudarla y que no complicara.

Estuvo unos minutos bajo el chorro de agua hasta que la sacó de ahí, mirando el dorso irritado pero lucía como una quemadura de primer nivel.

―Parece que no alcanzó más profundo, fue oportuno el agua ―sonrió con alivio dirigiéndola a la mesa para poner un ungüento de quemaduras con suavidad.

En lo que revistió el área afectada y comenzó a vendar escuchó la pregunta de como es que sabía manejar algo como eso luciendo como un niño incompetente.

Izuku hizo una mueca apacible y resignada del comentario despectivo.

―Mamá trabajaba mucho, tuve que aprender muchas cosas para ayudarla cuando se lastimaba haciendo quehaceres domésticos, cuando ella se fue tuve que aprender a manejar a mis clientes en el burdel... ―recordó no muy orgulloso de eso último por tener que saber manejar ebrios y riñas por peleas en turnos del VIP.

La pregunta de a donde se fue su madre hizo que bajara las cejas todavía concentrado en vendar.

―Ella murió cuando yo tenía 16 años, trabajaba mucho y enfermó. No pude hacer mucho... ―susurró con calma, no era tan doloroso expresarlo como antes. ―Cuando la visito con Kacchan es cuando hablo con ella ―refirió al cementerio.

Terminó de poner un nudo en la venda apretándola con cuidado.

―Es por eso que me alegró ver su iniciativa de buscar a su hijo, tiene dicha de poder hablar con él, traten de aclarar las cosas... si quiere saldré, me encerraré en la habitación cuando venga, sé que no quiere verme, pero si intenta que me separe de Kacchan es algo que deliberadamente negaré.

Pasó una mano recorriendo su cabello para relajarse, miró el ungüento que puso en Mitsuki y rio entre dientes irónico negando la cabeza.

―Cuando supe que Kacchan era policía le rogaba volver ileso, sé que era imposible, así que quise instruirme a manejar alguna herida abierta ―recordó la vez que recibió una bala superficial en el brazo―, ahora como chef me da pánico que llegue a quemarse, compré esas cremas en caso que le sucediera algún accidente...Pero, ¿sabe? Tiene un hijo prodigio, nunca le ha pasado algo como eso, que innecesario de mi parte.

Mencionó con una tibia sonrisa guardando las cosas en el botiquín, se disponía a recoger el desastre de la cocina antes de que ocurriera otro accidente como resbalarse o que el propio Yuki bajara a comer los residuos.

―Lamento que mi oden la haya quemado.

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Los intentos de Izuku por ser cortés le parecían patéticos, Mitsuki simplemente no podía empatizar con el menor y su insistencia por agradarle le molestaba.

Tenía varios motivos, el principal era que para ella aún era difícil digerir y aceptar que su único hijo resultará tener preferencias por hombres y segundo que por culpa de ese chico la vida de su hijo se había ido al carajo, perdiendo un buen empleo con tan buenas prestaciones, arruinando su reputación y buen historial, al grado de que ahora le era difícil encontrar empleo por los malditos antecedentes penales.

Para la rubia, Izuku era un bicho que debía ser aplastado y sacado de sus vidas. Estaba cerrada a aceptar al pecoso en la familia y tenía la esperanza de que su hijo "abriera los ojos" y lo dejará. Tenía miedo de que alguien que había matado ya a tres personas de pronto le hiciera daño a su hijo o a alguien más arrastrando con sus problemas a Katsuki también.

Mitzuki era muy prejuiciosa con Izuku. Conocía los ambientes de los burdeles y sabía que incluso podría llegar a tener alguna enfermedad y contagiar a su hijo. Aún recordaba como algunas de sus compañeras terminaron muriendo infectadas por sus propios clientes. Sabía que alguien que provenía de un lugar así no podría ser bueno. Ella había tenido la suerte de ser rescatada por Masaru pero no por eso tenía confianza con la gente de esos lares.

Suspiró al escuchar la respuesta dándole a saber que era Katsuki quien se encargaba de cocinar aún pese a pasar parte del día trabajando en eso mismo.

— ¿No crees que le dejas mucha carga encima? No sirves de nada en esta casa entonces —

Alzó una ceja con la frase a medias respecto a lo que Izuku se dedicaba. Pensó que diría que aún era un hombre de compañía en un burdel pero afilo la mirada al saber que era un simple mesero que seguramente no ganaba ni el sueldo mínimo pero el escuchar que estudiaba de día le hizo mirarle de manera analítica.

¿Con que dinero estaba sustentando el estudio? Sabia que pagar una carrera era carísimo. Aún recordaba como Masaru trabajaba tiempo extra junto a Katsuki para pagar las cuotas universitarias y después el título.

"Katsuki se debe estar partiendo la espalda en ese trabajo para poder pagar los gastos de la casa y aparte la escuela de este mocoso mantenido"

Negó con la cabeza frustrada de tener que aceptar eso. Sabía bien que no importaba lo que dijera su hijo no la escucharia. Katsuki era igual de obstinado y terco que ella así como orgulloso. Habia sacado parte de su carácter.

Miro en la estufa una olla con algo cocinandose. Supuso que lo había hecho ese chico y se acercó a mirar de reojo. Hizo una mueca desagradable y se iba a proponer a sacar cosas del refrigerador para hacer ella misma un poco de arroz y un guiso para dejarlo listo para su hijo.

— Katsuki necesita comer algo decente —

Murmuró sacando la bolsa de arroz cuando noto la presencia de un gato rondando por sus pies. Respingo moviéndolo con poco cuidado con el pie para alejarlo de ella.

— ¿Que demonios hace este animal aquí?, A Katsuki no le gustan los animales y mucho menos debe estar en la cocina dios mío —

Bramó molesta queriendo alejar al animal a patadas hasta que Izuku lo quiso tomar observando que se fue por su cuenta. Al escuchar que era un gato callejero que habían metido simplemente bufo hastiada de todo lo que veía y escuchaba.

— Parece que Katsuki ha tomado gusto por recoger a cualquiera de la calle... Que lamentable —

Dijo molesta empezando a cortar una cebolleta cuando de pronto escuchó a Izuku alzar la voz quejándose de la manera en que le trataba, mencionando que amaba a Katsuki y que deseaba poder enmendar sus errores. Mitsuki abrió los ojos sorprendida por el arrebato ajeno.

Dejó el cuchillo de lado y se cruzó de brazos frunciendo el entrecejo ante el atrevimiento de Izuku para gritarle de esa manera.

— Arrastraste a mi hijo en tus problemas, el no tenía por qué deshacer su relación con Camie, hubiéramos estado muy bien de no ser por ti, el seguiría en ese buen empleo, pero tuviste que engaruzarlo en tus cosas. No puedo cambiar mi perspectiva de ti —

Gruño molesta clavándole la mirada intimidante al joven que luchaba por no llorar. Pudo detectarlo con facilidad en esas cuencas ligeramente enrojecidas.

Izuku tembló indicándole que siempre hablaba bien de su hijo con su madre, deseando poder devolver un poco de lo que Katsuki hacia por el en algún momento.

Mitzuki enarco una ceja.

" No me extraña que hables así de Katsuki. Pero tú... ¿qué puedes llegar a hacer? No eres más que un mocoso inútil "

Pensó mordiendose la mejilla interna mientras el pecoso seguía hablando, asegurando y presumiendo de que entendía a Katsuki mejor que nadie, revelándole detalles de como es que su hijo lo buscaba por qué según él, se sentía comprendido solo por Izuku.

— ¿Tratas de decirme que no conozco a mi propio hijo?. Lo más probable es que solo te busco por sexo, a eso te dedicabas —

Le escupió con cierta sensación de celos y rechazo. Izuku confesó haber sido así de su parte en un inicio más también supo cómo fue que Katsuki rechazó aquello desde un inicio. La mujer desvió la mirada recordando el día del juicio y como fue que el abogado defendió a su hijo indicando que no había tenido intimidad con Izuku hasta que fuera mayor de edad liberandolo de un cargo más en la sentencia.

Le costaba creer lo que Izuku le confesaba, no quería aceptar la verdad de que su hijo si se había enamorado plenamente de él. Pues la rubia aseguraba que debía haber un motivo extra para eso pues su hijo jamás le había dado señales de ser homosexual.

Su semblante relajo un poco reflexionando en qué Katsuki siempre era cerrado respecto a esos temas incluso con ella. Tal vez no lo conocía tanto como ella pensaba.

Incluso se sorprendió de notar ese raro mote con el que hizo referencia a Katsuki.

Fue entonces que la mención de su esposo Masaru y su pasado como prostituta le hicieron abrir los ojos con sorpresa y arrugar las cejas clavando la mirada totalmente ofendida hacia el pecoso.

¿Se estaba atreviendo a juzgarla?.

Alzo la mano dirigiendo una fuerte bofetada hacia el rostro del pecoso. El sonido del golpe y el ardor en sus dedos le hicieron respirar agitada.

— ¡Eres un descarado! esos son asuntos que no tienen nada que ver contigo. ¡No te conciernen! —

Le gritó exasperada totalmente molesta pues si había algo que odiaba era recordar su pasado y lo mucho que había sufrido para salir de ese mundo tan oscuro en el que estaba. Recordar a su hijo pequeño, con dos días sin comer, vestido con ropa sucia y rota y los ojos rojos sin brillo le hacían temblar de dolor.

— Lo hice por Katsuki.. tenía que hacerlo pero tú no tenías razón para arrastrar a mi hijo en tu miserable vida —

Gruño molesta apretando la mano que aún ardia por el golpe, Izuku ya no dijo nada más. La mirada de odio de la mujer recorrió al pecoso de pies a cabeza hasta que escucho la voz de su hijo.

Katsuki había llegado del trabajo hacia un momento y había logrado ver desde lejos como su madre había golpeado al menor.

— ¡¿Que mierda está pasando? ¿Madre que carajo haces?! —

Gritó Katsuki acercando de inmediato al menor para revisar el área del golpe.

— ¿Por qué te golpeó? ¿estás bien? —

Cuestionó notando los ojos irritados de Izuku al borde del llanto. Katsuki gruño mirando ahora a su madre y acercandose a ella de forma altiva sin escuchar al menor que le indicaba que no pasaba nada. Claro que pasaba.

— ¡ No vuelvas a tocarlo. Retirate de mi casa ahora mismo! —

Alzó la voz hacia su madre poniéndose en medio de ambos para evitar algun otro arrebato físico de parte de la mujer que de inmediato se puso a la defensiva.

— ¿Disculpa?... ¡Fue él quien me provocó!, deja de defenderlo a ciegas siempre Katsuki por el amor de Dios. —

Grito la mujer y el rubio negó con la cabeza.

— ¿Crees que no se lo impulsiva que eres?, Vete de aquí madre, ya hiciste suficiente. —

Katsuki se acercó para tomar de los hombros a la mujer y empujarla entre forcejeos pero ella se resistía.

—¡¿Me estás corriendo? Soy tu madre! ¡¿Prefieres a ese mocoso inútil, a ese criminal en ves de tu propia familia?! Despierta Katsuki —

Grito Mitzuki con frustración.

— ¡Él no te ha traído nada bueno! ¿Que no te das cuenta? Solo ha arruinado tu vida —

Aseguro la rubia pero Katsuki gruño apretando los dientes.

— ¡Guarda silencio! No lo conoces no hables así de él —

El forcejeo aumento de fuerza. Esta vez Katsuki tomó de las muñecas a Mitzuki tratado de jalarla, ella trató de resistirse jalandose a la contraria.

— ¡Lo odio! odio a ese delincuente —

Grito por último la mujer logrando safarce de un brazo.

—¡Que te calles! —

Grito Katsuki frustrado pero Mitsuki golpeo con su mano libre al rubio logrando safarce del otro agarre. El empujón hizo que la mujer impactará hacia atrás contra la estufa. En consecuencia la olla que se encontraba al fuego ladeó callendo al suelo no sin antes derramar el líquido por todo el suelo y parte de la mano de la rubia que uso para detenerse del mueble.

Katsuki se quedó estático en su lugar mirando el desastre pero al mismo tiempo que iris observaron sorprendidos como la mujer quejo haciendo muecas de dolor al haberse quemado la mano.

— Joder... —

Murmuro notando como la mujer quejaba mientras era arrastrada al fregadero por Izuku para mojarle la zona con agua fria. A su orden de buscar hielo el rubio acato de inmediato y corrió al refrigerador abriendo el congelador pero para su mala suerte no había hielo. Se había terminado el día anterior.

— Carajo. Voy rápido a la tienda por hielo —

Dijo mientras salía de la cocina a toda prisa maldiciendo al aire. La mujer se quedó sola en la cocina con la mano bajo el chorro de agua mientras sentía como el ardor le llegaba hasta el antebrazo, la peor parte se la había llevado el dorso de la mano en donde pudo notar como tenía ya la piel en un tono rojizo.

—Maldicion... Va a dejar una marca de seguro —

Siseo frustrada dejando correr el agua. Sabía lo básico sobre tratar quemaduras pero hacia años que no ocurría. Usualmente cuidaba mucho de su piel y su cuerpo. A los pocos minutos Izuku regreso con ella. Mitsuki rodó los ojos.

— Fue por hielo... —

Respondió tajante a la pregunta de dónde estaba Katsuki o "Kacchan" con él lo llamaba. Le sorprendia que Katsuki accediera a se llamado así.

—No me toques vas a empeorarlo —

Advirtió cuando el pecoso le tomó del brazo para revisarla y llevarla a la mesa pero él menor no hizo caso a su advertencia si no al contrario. Se veía muy seguro de lo que hacía, tomó asiento no muy segura de dejarlo actuar sobre ella pero el chico por algun motivo comenzó a colocar ungüento en la herida con extremo cuidado, después vendo como era debido. Mitsuki alzó una ceja sorprendida de ello.

— ¿Cómo es que un mocoso incompetente como tú sabe hacer este tipo de curaciónes? —

Cuestionó mirando lo bien que había quedado su mano y como es que el dolor empezó a calmarse por el ungüento. El menor explico que debido al trabajo de su madre como sirvienta y sus recurrentes heridas tuvo que aprender a hacer ese tipo de cosas. Mitsuki ladeó el rostro confusa al oírle decir que después de que ella se había ido fue cuando empezó en el burdel.

— ¿Y en donde está tu madre ahora? —

Cuestionó con algo de tozudez, imaginando que tal vez no era más que alguna mujer drogadicta e irresponsable en algún lugar. Pero la mención de estar muerta le hizo cerrar los labios antes de asumir alguna otra cosa.

Saber que ese chico se había quedado desamparado a los 16 años fue difícil de imaginar por un momento. Recordó la mención en el juicio de la abogada del menor respecto a una deuda familiar con la mafia. Mitzuki no tardó en imaginar que la pobre mujer había trabajado hasta la muerte literalmente para intentar pagar.

—Lamento lo de tu madre —

Murmuró muy a secas. Ese chico tenía un pasado muy oscuro. Podia notarlo en la forma melancólica que sus grandes ojos verdes tenían al recordar. Mitzuki pudo sentir que por primera vez empatizo un poco con él. Después de todo cuando tan solo era una niña, ella había terminado en la red de prostitución debido a que no tenía hogar ni familia.

Katsuki había sido meramente un "accidente" varios años después, dentro de su labor. Ni siquiera sabía quién era el padre, aquella noche fueron demasiados los que había tenido que atender en aquel húmedo y oscuro cuarto.

Miró a Izuku con cierto sentimiento amargo por recordar su pasado y percibir el mismo sentimiento en Izuku. Luego desvío la mirada a ver su mano bien vendada y tratada. Definitivamente el chico tenía experiencia en tratar heridas y lo había hecho bien, casi no había sentido dolor. Tal vez lo había subestimado.

La rubia se quedó en silencio escuchando como el pecoso le comentó estar alegre por ella al intentar arreglar las cosas con su hijo pero afilo la mirada con una mueca reprobatoria cuando le fue asegurado que no iba a alejarse de Katsuki si esa era su intención.

La mujer únicamente suspiró pesado y aún con un semblante serio miro al menor mientras hablaba, sorprendiendose de oír que se había instruido en primeros auxilios para curar a Katsuki cuando llegaba herido por su labor como un hombre de la ley, Mitzuki no tenía ni idea de que el rubio llegará en mal estado. Después de todo se había independizado a los diecinueve años y no tenían mucho contacto debido al tiempo y el humor de su hijo que no era recíproco a visitarlos.

Además de eso Izuku menciono que la crema para quemaduras había sido comprada con la intención de curar a Katsuki de cualquier accidente en su nuevo empleo en la alta cocina en donde las quemaduras podrían ser algo común.

Mitsuki se quedó en silencio, meditabunda de conocer la forma en que Izuku se preocupaba y se prevenía ante cualquier situación que pudiera pasarle a Katsuki. Realmente lo estaba cuidando bien en ese sentido, no era tan incompetente e inútil como imagino, quizá lo había juzgado mal.

Suspiró resignada, recordando algo importante de su pasado y negó con la cabeza a la disculpa de Izuku sobre su comida y el accidente.

"¿Por qué se disculpa así? No es como que me haya tirado el mismo la olla encima"

Pensó frunciendo el entrecejo mientras lo veía traer un trapeador y empezar a limpiar el desastre en el piso. Analizó con la mirada como se movía, se notaba que sabía hacer las labores de limpieza como era debido. Miró la olla ladeada encima de la estufa, el aroma era bueno y por la última mención supo que había sido preparado por el menor.

Sabía cocinar un poco, podía limpiar correctamente y sabía tratar heridas, además de que pudo detectar como el chico había mantenido la calma en medio del caos. Definitivamente empezó a sentir vergüenza de como lo había tratado, siempre había sido muy prejuiciosa sobretodo cuando se trataba de personas involucradas con su familia.

Con Camie fue lo mismo, pero la buena reputación de su familia y lo hermosa que era físicamente le había hecho verla adecuada para su hijo. Era joven, bonita,con una carrera y además heredera de una buena fortuna. Cuando supo que Katsuki no la quería no pudo evitar molestarse, estaba perdiendo una mina de oro. Después todo lo del asunto del bebé le ilusionó demasiado.

Estuvo muy decepcionada cuando la boda se cancelo y en ese entonces solo pudo echarle la culpa de eso a Izuku.

Después cuando el bebé no resultó ser de su hijo, comprendió que Camie no era honesta y dejo de confiar en ella y verla como el mejor partido. Sin embargo jamás creyó que su hijo terminaría con otro hombre, el modelo tradicional de la familia siempre fue algo que Mitsuki inculcó en su hijo desde pequeño. Por ello solo pudo volver a culpar a Izuku de arrastrar a Katsuki a tener la mente confusa y desviarse a tener una relación así.

Sin embargo sus teorías no cuadraron cuando supo que Katsuki no lo busco por sexo, confirmandolo con lo que el menor le había contado momentos atrás donde informo que el rubio acudía con el para desahogarse de sus problemas del día a día. Tal vez tampoco conocía tan bien a su hijo como pensaba.

Todo era tan confuso y tan abrupto que se sintió mareada. Se levantó y decidió salir de la cocina dejando a Izuku terminar de limpiar en paz. Se acercó a la sala y tomó asiento en el sofá alcanzando el álbum de fotos. No había muchas pero las que tenía eran valiosas para ella.

Lo abrió mirando la primera página en donde había una foto grande de Katsuki cuando tenía cinco años. Llevaba puesto el uniforme del preescolar y tenía una amplia sonrisa altiva. La mujer sonrió con nostalgia. A un lado había una foto de ella con el rubio pero cuando era un bebé de apenas un par de años. Su sonrisa se borró al recordar que fue en esa epoca cuando más lo paso mal, aún no conocía a Masaru en ese entonces.

La foto había sido tomada por una de sus compañeras en la casa donde las mantenían encerradas como animales para satisfacer a todos esos malditos.

A su mente llegaron recuerdos turbios de cómo fue que tuvo que romper un florero en la nuca de un cliente pesado cuando esté quiso tomar al bebé Katsuki para sus asquerosas filias.

"Defensa propia"

La frase acudió a su mente regresando al día del juicio de su hijo y el menor. Recordó como fue que habían explicado que Izuku había matado a esos tres sujetos en defensa propia liberandolo del cargo de homicidio calificado. No era muy distinto a lo que ella hizo en aquel entonces a excepción de que ella nunca pudo atreverse a matar a sus agresores, aún recordaba la fuerte paliza que recibio solo por el florero roto y el mes obligada a trabajar sin recibir ni un centavo. Mes en el que no pudo darle de comer a su bebé y que casi lo perdío.

Mitsuki había pasado por mucho ella sola. Su hijo fue su único pilar y razón de mantenerse con vida en aquel ambiente hostil. Nadie le enseño como ser una madre ni mucho menos a ser dulce y comprensiva. Solo sabía sobrevivir, juzgar y desconfiar. Crio a su hijo con la ferviente promesa de que le daría siempre lo mejor y lo protegería. Por ello, cuando supo que estaba saliendo con un chico de burdel, sus demonios revivieron, ¿Que tan bueno podía ser alguien que provenía de esos lugares que ella misma conoció?. Mucho peor cuando supo que era un asesino.

Temió por su hijo y le dolió ver cómo todo por lo que ella lucho, se fue el carajo por una sola persona. Había trabajado tanto en darle una buena educación a su hijo, en qué tuviera un buen empleo y una excelente reputación, lo presionó hasta el cansancio para ser siempre bueno en todo lo que se propusiera. Aún recordaba al pequeño Katsuki llorar y hacer berrinche al no querer hacer su tarea y salir a jugar en su lugar, Mitsuki no lo dejaba salir hasta terminar sus tareas. Todo eso se veía reflejado en el adulto responsable, funcional y perfeccionista que era su hijo ahora.

Suspiro sintiendo una lágrima bajar por su mejilla la cual limpio con rapidez con el dorso de la mano sana. Izuku apareció en el marco de la puerta despidiendo para irse a la habitación y dejarla a solas para cuándo Katsuki llegará. La mujer giro un poco su cabeza para verlo por el rabillo del ojo.

— ¿Se sintió bien? Fue defensa propia ¿No? —

Cuestionó dejando ingenuo al menor. La mujer se giro hacia el por completo con sus ojos irritados y un semblante entristecido.

— ¿Valió la pena haber matado a esos hombres?, ¿Se sintió bien vengarte de lo que te hicieron? —

Cuestiono mirándolo fijo, el rostro de Izuku le dio a entender que no se sentía orgulloso de eso y ella negó levemente con la cabeza, sentía envidia de que el menor hubiese podido saldar cuentas por el mismo a diferencia de ella que aún dormía por las noches sabiendo que sus agresores seguían vivos en algun lado y que jamás podría hacerlos pagar.

— Katsuki es mi único hijo, fue mi soporte para mantenerme viva, derrame sangre sudor y lágrimas para darle la vida y educación que yo nunca tuve... y lo había logrado —

Se giro dándole la espalda de nuevo al menor para fijar su atención en el álbum en sus manos.

— Pero cuando apareciste tú, todo se vino en picada, el trabajo por el que tanto se esforzó en conseguir le fue quitado, su reputación se fue a la mierda al ser encarcelado y romper su juramento como oficial de policía y por si fuera poco revelar que era homosexual, nos avergonzó y no pudimos darle la cara a nuestros conocidos durante un tiempo —

La voz de la mujer se quebró en ese momento y tomo aire tratando de relajarse.

—Todos me felicitaban por tener a un hijo ejemplar, ahora solo se burlan de nosotros, me llaman mala madre, al no haber inculcado a mi hijo los "buenos valores". A veces pienso que si Katsuki no te hubiera conocido, todo estaría bien —

Menciono con acidez negando con la cabeza.

— Pero por otra parte, jamás había visto a Katsuki tan feliz desde que era muy pequeño... —

Confesó de pronto apretando los puños por encima del libro de fotos.

— Esa tarde en el juicio, pude notar como te sonreía incluso aún después de recibir la sentencia, no comprendi por qué estaba tan feliz, incluso ahora aún me es difícil imaginarlo —

La mujer se puso de pie aún sin ver a Izuku dejando el álbum abierto en la mesa.

— Pero tras ver estás fotografías puedo notar que en ninguna se ve ese brillo que ahora tiene Katsuki en su mirada, ni tampoco esa sonrisa que solo te dedica a ti —

Murmuró dandose la vuelta para verlo finalmente de frente.

— Seré sincera, aún no puedo confiar en ti, pero me has demostrado que te preocupas por mi hijo y que lo cuidas bien. Dime ¿que tan lejos estás dispuesto a llegar?, ¿Arriesgarías tu vida por él? —

Cuestionó con una ceja en alto, al oír la respuesta no pudo evitar bajar la mirada suavizando el semblante. Habían sido las mismas palabras que Masaru le dedico a ella cuando le propuso sacarla de aquel lugar.

"Haría por ti lo que fuera necesario, incluso si muero"

La mujer no pudo evitar hacer un puchero aguantando por no llorar.

— Si eres capaz de morir por él, supongo que está en buenas manos. —

Se dejó caer en el sofá de nuevo, resignada y sollozando.

— Solo quiero que mi hijo sea feliz. No quiero que sufra como yo, solo quiero lo mejor para él, pero si Katsuki te ama y es feliz asi... —

La mujer limpio su rostro con el antebrazo.

— Entonces... Esta bien, solo te pido que no lo lastimes, no puedo confiar en ti del todo aun, pero al menos prometeme eso, no soportaría verlo sufrir —

Pidió sin mirar al pecoso aferrando la mano sana al álbum de fotos de nuevo. Ella lo había llevado allí con la intención de recordarle a Katsuki lo importante que era la familia y mantener ese modelo tradicional y convencerlo de algún modo de dejar a Izuku. Por qué si, Mitzuki queria ser abuela algún día, deseaba poder tener un largo legado, pero sabía que sería imposible con Izuku allí. Sin embargo entendió que no se trataba de su felicidad si no la de Katsuki.

— Izuku... No me decepciones, te daré solo una oportunidad, ¿Esta claro? —

Indicó recuperando la compostura y le hizo una señal al menor para que se acercara a tomar asiento a su lado.

— Mira... Siempre quise ver este álbum con mi futura Yerna, jamás imaginé que pasaría esto de esta forma pero... En fin. —

Abrió el álbum de nuevo retomando en donde se quedó.

—Aqui está Katsuki cuando tenía seis años, lo lleve a ver la película de su super héroe favorito, incluso se disfrazó —

Indico mostrando al menor la foto en cuestión y luego giro la página.

—Esta es de cuando se le cayó su primer diente de leche, hizo una rabieta porque pensó que no volvería a crecer otro de nuevo ¿puedes ver cómo está molesto y frustrado?, Fue gracioso —

Giro la página mostrando otra donde el rubio estaba vestido todo de color verde. Desde los pies a la cabeza.

—Esta fue de un festival escolar, debían vestirse de su color favorito para formar un arcoiris —

Confeso dando vuelta mostrando por último una donde el rubio era un poco más grande.

—Mi esposo tiene un familiar con una granja, ese día fuimos de visita y Katsuki no se separó de la jaula de los conejos en ningún momento, dijo que cuando fuera grande tendría uno, aunque casi no le gustan los animales —

Murmuró sonriendo a la fotografia del rubio con un par de conejitos en brazos y una sonrisa traviesa tal cual para un niño de aquella edad. Suspiro de nuevo dándole el álbum al pecoso y volvió a notar la mano del chico con el anillo puesto. Momentos atrás también lo había visto cuando la estaba curando.

— Ese anillo... —

Murmuró la mujer siendo interrumpida por el estrepitoso ruido de la puerta principal abriendose y seguido a Katsuki corriendo con la bolsa de hielo en manos.

Pudo ver a su madre e Izuku en la sala por lo que se acercó cansado y agitado.

—¡Ya llegué!, no había hielo en la tienda cercana y tuve que ir hasta... —

Katsuki se quedó congelado en su lugar con una ceja en alto al cer a su madre mucho mejor pero sobretodo notando que estaba sentada junto a Izuku con lo que parecía ser un semblante tranquilo. Reconoció al instante el libro en las manos de Izuku y soltó la bolsa de hielo en la mesa de centro. ¿Era el álbum familiar? ¿Por qué estaban viendo eso juntos?. Sintió vergüenza haciéndole colorar un poco las orejas.

— ¿Que está pasando aquí? ¿Tu herida está bien ya? —

Cuestionó confuso y preocupado al mismo tiempo de que algo malo hubiese pasado en su ausencia pues logro detectar los remanentes de lágrimas en su madre y el semblante serio de Izuku. Le preocupo imaginar que Izuku hubiese podido ser golpeado de nuevo pero había una extraña sensación en el aire. La vibra que desprendían era distinta.

La mujer asintió y se puso de pie, miró la mano de su hijo notando el otro anillo a juego con el de Izuku. No tardó nada en saber de qué se trataba.

— ¿Planean casarse? —

Cuestionó la mujer de pronto haciendo que Katsuki alzara ambas cejas por la repentina pregunta. Miró su anillo y se armó de valor para enfrentar a su madre. Katsuki se acercó a Izuku para tomarlo del hombro con una mano.

— Asi es... Le propuse matrimonio hace un par de meses, él es muy importante para mí madre... Lo amo. —

Indico Katsuki con firmeza. La mujer afilo la mirada y luego suspiró resignandose y acerco a ambos con los brazos cruzados.

— Entonces habrá que hacer una celebración en grande. No permitiré que nos avergüences con una boda pequeña y aburrida. —

Dijo la rubia pasando de largo y dándole una última mirada a Izuku. Katsuki se quedó estático en su lugar sorprendido de la respuesta pues para nada es lo que él esperaba. Estaba listo para recibir los gritos de su madre y la respuesta negativa a su matrimonio. Pero la mujer había dicho aquello dando a entender que lo aceptaba de alguna manera. Katsuki parpadeo un par de veces sin perder la vista de su madre que se acercó a tomar su bolso y parecía dispuesta a irse.

— Espera, ¿Entonces de verdad estás de acuerdo? ¿Aceptas a Izuku? —

Cuestionó el rubio acercando rápidamente a la entrada antes de que la mujer se fuera. Ella simplemente se detuvo con calma y miró a su hijo dándole una leve sonrisa caída.

— Katsuki, está no es para nada la vida que yo esperaba que tuvieras, pero veo que ese chico te hace feliz, dame tiempo, aún estoy asimilando todo esto. Pero te aseguro que ya no me opondré a esta relación entre ustedes —

Fue lo que dijo antes de salir por la puerta pero Katsuki se acercó a detenerla.

— Gracias madre, sabía que lo entenderías en algún momento, Te llevaré al hospital —

Indico Katsuki con sinceridad pero la mujer se negó.

— No hace falta, no fue grave y tú prometido me curó muy bien, parece que es un chico inteligente, vendre otro día. —

Indicó soltandose del agarre de su hijo y con una leve sonrisa siguió su camino.

—¡Si, vuelve cuando quieras! Cuidado al regresar salida a papá —

Indico en alto y la mujer ya no dijo ni hizo nada solo siguió su camino hasta doblar por el pasillo. Katsuki suspiro aún algo incrédulo y regreso adentro notando a Izuku en la puerta observando también.

Katsuki sonrió tomándolo de los hombros para meterlo en la casa y luego cerro la puerta tirando un fuerte suspiro de alivio.

— Joder... eso fue raro... ¿Que rayos paso?, Me fui con ustedes peleando y mi madre odiandote y regresó y están como si nada viendo el álbum familiar en la sala ¿Que fue lo que le dijiste para que cambiará de opinión? —

Cuestionó con curiosidad tomando de la mano al menor y llendo a la sala de nuevo.

Conocía a su madre y sabía lo terrorífica que podría ser. Orgullosa y aferrada a tener la razón. Era difícil tratar con ella por eso le había sorprendido que en un rato cambiará tan drásticamente de opinión.

— No te obligó a humillarte o hacer algo degradante ¿cierto? —

Se freno de golpe observando a Izuku meticuloso para descartar algún otro golpe o señal de abuso pero parecía que todo estaba bien. Tomó asiento en la sala agarrando el álbum y notando las fotos de su infancia.

— Hace años que no veía está cosa... Es muy vergonzoso —

Murmuró cerrandolo y dejándolo de lado, hecho la cabeza hacia atrás cerrando los ojos y tirando otro suspiro profundo.

— Mierda estuve tenso... Pero creo que al fin dejara de rechazarte —

Dijo relajado mirando a su amado extendiendo la mano para rodearle la espalda y acercarlo a su torso. Recargo su cabeza con la ajena y cerro los ojos. Se sentía más calmado, ahora sí todo iba tomando su lugar, poco a poco sus vidas mejoraban y el rubio sentia como un gran peso se le iba de encima. El asunto familiar era algo que lo tenía tenso muy en el fondo pero ya no más.

Yuki llegó trepando al sofá también y acurrucandose al lado izquierdo de Katsuki pues tenía a Izuku a su derecha.

—Tengo un buen empleo de nuevo, estoy viviendo con la persona que amo y tenemos un jodido gato, creo que ya no puedo pedir más, estoy completo —

Murmuró con calma ladeando a dar un beso sobre la nuca del menor mientras que con la otra mano acaricio el dorso del felino.

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Al culminar de vendar la mano lesionada de Mitsuki, se propuso a guardar el resto de las cosas en el botiquín que dejó en la mesa.

―Debería estar un poco mejor ahora, aunque si es muy molesto podríamos llevarla al hospital...

Miró a la rubia checando su mano de un lado a otro evaluando el vendaje, Izuku meneaba la yema de sus dedos ansioso hacia la madera de la mesa esperando una respuesta que no recibió, así que se puso de pie yendo hacia el lavadero por utensillos de limpieza.

Adentró a la cocina de nuevo jalando un pequeño cesto con una bolsa negra, Mitsuki se quedó ahí muda. O era muy buena para reprimir las quejas de esa dolorosa quemadura o simplemente ya no quería cruzar palabras con él, tal vez ambas.

Izuku arrodilló en el suelo levantando los ingredientes esparcidos para llevar uno por uno a la bolsa negra de basura con un gesto afligido.

No solo era un desperdicio de comida, estaba triste de asumir que nunca iba lograr agradarle a los padres de Katsuki. Era tangible el resentimiento que se tenía, podían considerar que Izuku no solo le bajó el estatus que con tanto esfuerzo lograron encaminar a su hijo, sino que se los arrebató, después de todo, Katsuki no había acudido a visitarlos desde esa última vez que lo llevó para presentarlo y no fueron bien recibidos.

No importa cuantas opciones pensara para una solución en ambos lados, no encontraba nada prudente.

"Mi única opción es apartarme para darles su espacio cuando venga"

Suspiró resignado terminando de recoger todo los materiales esparcidos, ahora solo quedaba limpiar el líquido. Se levantó acudiendo por el trapeador y cuando iba empezar a fregar el piso la rubia se retiró de la cocina.

Izuku continuó con su tarea de poner orden en el lugar, pensando en que Katsuki ya había tardado a por hielo a una tienda.

"¿Es tan malo que esté saliendo con otro hombre? ¿O es por qué no tengo la gran posición económica?"

Hizo una mueca moviendo el trapeador en el suelo sobrepensando esas cosas como era costumbre.

"Creo que es lo menos relevante, se nota que lo más molesto para ella es que sea un criminal"

Cerró los ojos pesadamente, ese era un antecedente que no podía deshacerse.

"¿Y si le da miedo que lo lastime? Por eso probablemente..."

Abrió los ojos abruptamente sorprendido de percatarse de eso, tal vez ese era el problema principal. Katsuki convivía con un tipo que fue responsable de tres muertes con arma de fuego.

"No, no, no. ¡Jamás le haría daño!"

Recordó las ocasiones en que así fue por su causa, ya sea los rasguños que poseía, el par de bofetadas que alguna vez le dio, o cuando el propio Katsuki estuvo a punto de dispararse por su culpa en un momento demente.

Izuku se llevó las manos a la cabeza culpable de esas cosas, una más radical que la anterior. Miró el anillo en su mano recordando la promesa de que le mencionó al encajarlo en su dedo, que siempre iba a protegerlo, él también quería acatar lo mismo con felicidad, sabía que él era la felicidad de Katsuki también.

Terminó de limpiar el piso, lavó el trapeador y lo dejó destilando en la pequeña bodega del lavadero. Caminó de forma sigilosa a la salida de la cocina y asomó timidamente hacia afuera buscando a Mitsuki, la cual percibió su cabellera rubia en el sofá.

―Yo... estaré arriba, así para cuando llegue su hijo podrán hablar sin problemas, me retiro, con permiso.

Despidió en cortesía con un hilo de voz nervioso, caminó apresurado hacia las escaleras sin esperar una respuesta, no obstante una pregunta que recibió desde la espalda le hizo quedar rígido de la sorpresa y deformó a confusión de no entender a que se refería.

―¿Qué...?

Refirió confundido dando media vuelta sosteniendo una mano del barandal. Levantó sus cejas incrédulo de ver a la mujer con un semblante diferente, lucía compungida y con una amarga melancolía.

¿Acaso había escuchado bien? ¿Mitsuki le preguntó que si le gustó desahogarse matando a esas personas? Izuku inevitablemente arrugó el entrecejo deslucido.

―Intenté tanto dialogar, pero nunca escucharon. No me enogulleció ser arrinconado a algo así ―respondió apretando sus puños hasta abrirlos suave. ―La primera vez fue un tonto forcejeo, fue accidental esa detonación. Las otras sí lo hice apropósito.

Ladeó la vista incómodo de volver a tocar ese tema, en el juicio fue tan horrible decir precisamente lo que pasó frente a tantas personas y estaba seguro que Mitsuki había oído su versión.

A pesar de todo el martirio que le hizo, nunca odió a Chisaki Kai, solo era un hombre haciendo su trabajo perfeccionista y no toleraba los retrasos. El portero de mató, Rikido Sato, otra persona que hacía nada más su trabajo, en cambio Shigaraki Tomura era diferente. De solo venir su imagen a la cabeza le provocaba morder su labio frustrado.

Tomura le hizo cosas despiadadas meramente por entretenimiento, un hombre que adquirió el Green Rabbit y se convirtió en un tirano encaprichado con él. Lo confinó por días en la oficina, torturándolo, abusando de él e incluso lastimando a Katsuki con una idea errónea mandando fotos y vídeos sexuales. Fue tan doloroso y humillante que no podía simplemente pensar en ser víctima, le agradó poder arrancarse las cadenas con él.

―Se sintió bien... ―susurró eso último para sí con una sombría sonrisa.

Escuchó a Mitsuki hablar como habían dado un gran camino a su hijo, con un buen puesto de trabajo como oficial de la ley, el respeto y el engrandecimiento que adquirió por la calidad de su trabajo. Todo eso desapareció cuando surgió el interés en un simple bailarín de burdel. Izuku meramente apretó el agarre al barandal sin palabras apropiadas para defenderse.

"¿En serio es tan malo que esté enamorado de mí, como hombre? No estamos lastimando a nadie"

Entrecerró los ojos decaído de saber como algunas personas tachaban a la rubia como una mala madre que no supo educar a su hijo adecuadamente. A Izuku le estaba generando nauseas no saber como responder con prudencia, no quería otra bofetada o insulto despectivo a pesar de que ambos estaban tan lejos uno del otro.

La mayor sorpresa vino cuando escuchó que hacía tanto tiempo que no veía a Katsuki sonreír como lo hace con él. Izuku quedó anonadado en su lugar de la mención de juicio, cuando Katsuki fue declarado culpable oyendo la sentencia pero con una sonrisa hacia la dirección donde estaba su amado.

Ese momento fue horrible, se sintió como una oscura garra atravesara su pecho arrebatando una parte de su alma cuando se llevaron los oficiales a Katsuki sin darle chance de darle unas palabras de despedida.

Percibió a Mitsuki señalando el album de fotografías por lo que levantó la mirada curioso pero al margen, no podía visualizar mucho desde su lugar pero se moría de ganas por ver imágenes de Katsuki de niño. En el departamento no había nada más allá que un par de fotografías de sus padres guardadas en un cajón, Katsuki no poseía ningún recuerdo de su infancia o algo así, todo eso debería estar en casa de sus padres.

El siguiente comentario le atrajo nuevamente la atención a la rubia, tal parece había percibido que Izuku no estaba más allá de interés engatuzando a Katsuki. La pregunta de que estaría dispuesto a hacer por mantenerlo a salvo le desencajó la mandíbula tomandolo desprevenido, aunque él tenía la respuesta bastante obvia.

―Desde un inicio siempre intenté darle lo mejor, primero alejarlo de mí y mis demonios porque pensaba exactamente igual que todos, asumía que Kacchan merecía alguien mucho mejor.

Mencionó recordando las primeras salidas que tenían con el remanente inicial del asesinato de Chisaki y la deuda vigente.

―Después intenté acatar la promesa de si las cosas no funcionaban debía rehacer mi vida sin él, tampoco funcionó.

La ocasión en que Katsuki fue gravemente herido por balas al protegerlo, porque sí, Katsuki dijo una y otra vez que estaría dispuesto a morir por él. No tuvo más remedio que salir de su vida dejando una vil carta de despedida con buenas intenciones, fue su mayor error, Katsuki se negó volver a la monotonía que había antes sin tener a Izuku y dejó todo pretendiendo empezar de cero en otra ciudad.

―Cualquier solución que buscaba evitandolo empeoraba todo con él. No sé si soy una bendición o una maldición misma para Kacchan, tampoco me interesan las circunstancias ya, haré hasta lo impensable para protegerlo. Ya sea dando mi vida o incluso matando.

Acentuó con tozudez recordando la ocasión en que lastimó a Eijiro en una oreja por una bala cuando agredió a Katsuki al saber la verdad, de no haber estado apenas despertando de esas pastillas que lo dejaron medio muerto probablemente hubiera acertado esa bala al centro de la cabeza.

Su semblante relajó escuchando que Mitsuki deseaba que su hijo no tuviera que pasar por un mal trato como ella tiempo atrás. Izuku no estaba al tanto de detalles, pero asumiendo que fue una trabajadora sexual similar como él en burdeles, se daba una idea. Había ocasiones en que las personas llegaban a ser viles y crueles en acatar sus más oscuras parafilias, era testigo de eso por las veces que fue maltratado.

―Kacchan es sumamente feliz, le aseguro que cultivaré esa felicidad a ser más y más grande. Esa sonrisa que le vio en el juicio todos los días la esboza cuando llega a casa.

Decretó con firmeza permaneciendo al margen al darse cuenta que Mitsuki estaba un poco sensible al oír esos sollozos y limpiandose el rostro de cualquier signo de lágrimas. Izuku sonrió apacible de notar ese rasgo similar en su prometido, no les gustaba mostrar debilidad con otros.

Asintió con algo de sorpresa de escuchar lo que pareció una amenaza de que solo le daría una oportunidad de estar con su hijo. Notó como la mujer hizo un gesto de venía con la mano sana y acercó con cautela tomando asiento en la parte del sofá a su aldo donde le señaló con unas palmaditas.

Podía asumirlo como el primer paso, ella misma le acentuó que aún no confiaba en él, pero tenía esa mínima brecha de oportunidad para lograr demostrarle que era adecuado para Katsuki.

Permaneció demasiado recto en su asiento con las manos a sus rodillas esperando cualquier otra mención, pero su atención pasó al album de fotografias que la rubia señalaba con nostalgia.

La mirada dilató con brillo de ver la tierna imagen de Katsuki disfrazado de un superhéroe, tan pequeño y tan lindo que daban ganas de estrujarlo en un dulce abrazo. Por un momento consideró en pedirle prestado el album para sacarle unas cuantas copias para tenerlas en posesión, como si fueran un grandioso tesoro que acabara de desenterrar.

Escuchó con atención las indicaciones de Mitsuki de lo que ocurría en cada situación, tenía una fantástica memoria que daba el mínimo detalle, Izuku la miró de reojo por un momento con una tibia sonrisa, se notaba por esas explicaciones lo atenta que era con Katsuki, corroborando lo mucho que ama a su hijo.

―Imagino la especie de rabieta que pudo dar por perder su diente ―rio bajito por la imagen del niño con un puchero quejumbroso. ―Siempre ha sido muy competitivo, ¿no?

La siguiente fotografía al darle la vuelta al álbum le pausó la risa entretenida, notó al rubio con un atuendo completamente verde y escuchó que ese color siempre ha sido su favorito.

La sonrisa de Izuku desvaneció y pensativo alzó una mano a sujetar un par de mechones de su cabello encima de la oreja. El momento en que ambos estaban en el área VIP del burdel coqueteando llegó a su mente, la mención del distintivo bonito color que tenía su cabello que le daban ganas de comerlo. Tenía bastante claro que Katsuki no fanfarroneó desde el inicio, pero la confesión de Mitsuki lo corroboraba todavía más.

Dieron vuelta a la siguiente fotografía, esta hizo que la mirada de Izuku encogiera con asombro. Ver a Katsuki sentado en el suelo con varios conejos a su alrededor mientras tenía en brazos a un par le noqueó, era demasiado lindo.

No podía sonreír tan ameno como en las fotos anteriores, a diferencia de Mitsuki quien yacía con un gesto tranquilo en felicidad de memorar esos momentos, Izuku agachó el rostro colorando más y más sus mejillas en ese tono carmín que ocupó bajo las pecas.

Imploraba en sus adentros que su suegra no le preguntara que le pasaba, puesto que parecía que sacaba humo de la cabeza. ¿Cómo iba a responderle que su hijo le decía conejito en cada oportunidad melosa, haciendo el amor o simplemente que en más de una ocasión vestía con orejas y una pomposa cola para consentirlo?

"Terminó adquiriendo otro tipo de conejo..."

Pensó con vergüenza, soltó un suspiro y centró su atención al album que le cedía a sus manos la rubia.

―¿Puedo terminar de verlo?

Cuestionó con ilusión de poder tomarse el tiempo en deleitarse con tan bonitas imagenes, ya que si las veía consecutivamente podría detonar de tanta ternura.

Percibió a Mitsuki centrar la vista en su mano y la sutil mención del anillo pensativa, pero antes de poder responder algo ambos escucharon el estruendo de la puerta principal ser abierta y con ella Katsuki entrando con prisa.

Izuku quedó en su lugar con silencio de saber la razón por la que había demorado, pero tal parece que Katsuki era el más perplejo por esa situación que encontró tan diferente con la que salió.

Se encogió de hombros por la abrupta pregunta de Mitsuki de si planeaban casarse una vez que percibió el mismo anillo en Katsuki a diferencia de que tenía una gema esmeralda. Izuku pretendió ponerse de pie pero sintió el peso de la mano de Katsuki apoyar en su hombro escuchando su respuesta con certeza.

Sintió la filosa mirada de Mitsuki, por lo que irremediablemente apretó los dedos contra el album. Le había dado una única oportunidad, no sabía que tan lejos iba aceptarlo hasta que escuchó lo de hacer una gran boda.

Exhaló aire de sus labios con un gran cumulo de agonía disperarse por fin, ya no había gritos ni reclamos de por medio, se levantó permaneciendo al margen de la puerta, viendo como la madre salía siendo seguida por Katsuki insistiendo que la llevaría al hospital, pero le negó la idea elogiando de forma indirecta el buen trabajo que hizo su prometido.

Prometido...

Izuku parpadeó un par de veces asombrado de ser mencionado así por ella, ya que desde siempre le dijo criminal. Una diluida sonrisa esbozó en los labios, por fin había dado el paso más dificil con ella.

Percibió a Mitsuki mirar por encima del hombro a su espalda por lo que despidió silencioso, meneando su mano al aire de forma discreta y asomando desde el margen de entrada.

Observó a Katsuki volver con un gesto estupefacto, fue tomado de los hombros para entrar de nuevo y cerrar la puerta.

―Realmente no pasó nada más allá de hablar de su hijo y mi prometido ―respondió con una tenue risita aferrando el album a su pecho con un brazo.

Se dirigió al sofá percibiendo a Katsuki revisandolo de pies a cabeza buscando alguna lesión.

―¡No hizo nada de eso! Ella fue la única que se lastimó ―interrumpió la pregunta de si lo había hecho humillarse de alguna manera. ―No tengo aún su bendición, pero le dejé en claro que lucharía por eso.

Sonrió vagamente mirando de reojo a Katsuki que acentuó la atención al album que dejó de lado con algo de pena.

Un brazo le rodeó desde la espalda para jalarlo a recostar en el torso del rubio, entrecerró los ojos relajado de sentir el bombeo ansioso de los latidos del corazón de Katsuki, si que había estado nervioso por esa inesperada visita.

―Voy asumir que tengo la paciencia suficiente para enfrentar a mi suegra ―bufó entre risas― pero no la culpo, ella solo quiere lo mejor para ti.

Observó a Yuki merodear por la sala hasta posicionarse conjunto a Katsuki en el sofá con parsimonia, provocando a Izuku resoplar resignado elevando el flequillo de su frente, era evidente la preferencia del gato a pesar de todos los esfuerzos que daba por tener algo de ese cariño también.

"Yuki y la señora Mitsuki tienen cierta similitud..."

Pensó con ironía, escuchó a Katsuki decir que por fin se sentía completo y tranquilo. Frotó su mejilla al pecho donde apoyaba con cinismo e inmediato le llegó a la mente lo que recién se enteró con su suegra en ese album de fotos.

―No lo dudo, por fin tienes a ese conejito verde contigo ―gesticuló con una risita juguetona alzando la mirada para percibir la reacción confusa en el rubio, que pronto captó se refería a esas vergonzosas fotos.

Antes de tener cualquier reproche se levantó un poco para estar a la altura de su rostro y darle un enternecido beso a los labios, separó un par de centimetros para volver a hablar.

―Y yo también por fin tengo mi felicidad, te tengo a ti, mi Kacchan.

Sentenció rodeandole el cuello con los brazos para acurrucarse con él dando súbitos besos recorriendo la mejilla.

...

Fin.

.

.

.


Terminó esta historia, fue un rol muy entretenido que nos sacó muchas risas y lágrimas hacer. 

Una disculpa por los errores de redacción, ortografía o muletillas, como siempre digo muchas respuestas las haciamos muy noche o en el trabajo jaja.

Ya estamos empezando otro rol KtDk con temática omegaverse, tal vez nos animemos a publicarlo.

Hasta luego :)

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