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Kyoto

Lo último que pudo recordar fue esa imagen de Izuku tras el cristal de la patrulla, llorando a mares asintiendo con frustración y una palpable tristeza. Después de eso su mente nublo por completo perdiendo el conocimiento sin saber por cuánto tiempo hasta que el sonido agudo y frecuente de un monitor de signos vitales se escuchó lejano como un eco, poco a poco se volvió más fuerte junto al ruido de voces hablando a la distancia. Eran voces de diferentes tipos de personas, mujeres, hombres, niños.

Despacio su conciencia regresó, arrugó el entrecejo y abrió sus ojos despacio, todo se veía ligeramente borroso, no eran más que luces y sombras difusas, parpadeo un par de veces tratando de aclarar su vista. Se sentia aturdido y confuso.

"¿Que paso? ¿No estoy muerto?"

Movió sus manos con torpeza sintiendo una intravenosa en la mano derecha y una máscara de oxígeno en su rostro que palpó suavemente. Sus ojos se movieron reconociendo su entorno, pudo notar que estaba rodeado de unas cortinas color azul claro, estaba recostado sobre una cama no muy cómoda y lo rodeaban varios aparatos que controlaban la cantidad de medicamentos en la intravenosa y otros monitoreando sus signos.

"Estoy vivo... estoy en el hospital"

Miró a todas direcciones estaba solo, la puerta de la habitación estaba entre abierta.

De inmediato los recuerdos de las ultimas acciones volvieron a su cabeza haciéndolo abrir los ojos con amplitud. El arresto y a Izuku siendo llevado por Kirishima.

Rápidamente se incorporo sacándose la máscara de oxígeno. Respirando agitado miro a todas partes.

—¿Izuku? —

Llamó con la voz ronca. Con cuidado se levantó sintiendo un dolor punzante en las zonas dónde recordó haber sido impactado por Kirishima, concentrándose en el pecho obligándose a llevarse una mano por encima del vendaje como reflejo.

Se percató que no tenía nada puesto más que un short de hospital. Sus heridas estaban vendadas así que imagino que ya le había sacado las balas y suturado los orificios por donde habían entrado las mismas.

Con cuidado se removió sacándose la aguja de la vena en la mano y se arrancó electrodos que estaban conectados en distintas zonas de su torso.

Se levantó de la cama tambaleándose un poco, sentía las piernas languidas como espaguetis, se apoyo de la pared para guiarse hasta la puerta, se asomó despacio notando al personal médico ir de un lado a otro así como personas y pacientes.

Dirigió la vista al frente, del otro lado del pasillo estaba un escritorio que parecía ser de una recepcionista y pudo notar de espaldas al pelirrojo. Arrugó el entrecejo y tomo aire.

—¡Kirishima!—

Le gritó llamando la atención de todos los que pasaban por ahí y obviamente del pelirrojo quien se giro y de inmediato se aproximó hacia él.

— ¿Qué haces? Vuelve a la cama Bakugo estás delicado.—

Le ordenó tomándolo del hombro y empujandolo hacia adentro de nuevo, Katsuki trató de forcejear pero estaba muy adolorido, su hombro, costado y pecho le dolían y ardían, no tuvo más que obedecer por lo que se sentó en la cama un poco agitado y miró fijamente al pelirrojo.

Katsuki no entendía que ocurría, recordaba que Kirishima lo había arrestado pero en ese momento no había ninguna persona custodiando su habitación como en los protocolos de un delincuente hospitalizado.

—¡¿Qué está pasando?! ¡¿Dónde está Izuku?!—

Preguntó angustiado sin rodeos estando ya perfectamente despierto. Kirishima le analizo de pies a cabeza para serciorar que no se hubiese lastimado al salir así de repente de la cama. suspiro y tomó asiento en una silla frente a el rubio.

—Cuando llegaste te sometieron a cirugia para salvarte y extirpar las balas, habías perdido mucha sangre, estuviste inconsciente por 3 días enteros, empezaba a preocuparme. Lamento haberte disparado... Me deje llevar por todo lo que paso —

Le explico el pelirrojo disculpándose al final con vergüenza haciendo una venia mientras la mirada de Katsuki le observo incrédulo de lo que escuchaba. suspiro y negó.

"¡¿Estuve dormido dos dias...?! Quiero ver a Izuku necesito saber que paso con él"

Pensó apretando las manos.

—¿Cuando será mi juicio?. ¿En dónde esta Izuku? —

Pregunto evidentemente preocupado y Kirishima sonrió suavemente volviendo su mirada hacia el rubio.

— Tranquilo, decidí dejarlos libres a ambos. No le he dicho nada a nadie, Aizawa preguntó que había pasado contigo y mentí diciéndole que unos maleantes intentaron robar tu auto a mitad de la carretera y te dispararon. Lo creyó —

Le dijo con calma y Katsuki descolocó el rostro con sorpresa de oir aquello pues sabía bien que su amigo era firme en sus decisiones, era la primera vez que lo veía arrepentirse de algo.

—El caso de Izuku cerró hace un día —

Informo Kirishima y Katsuki bajó la mirada meditabundo, sonrió soltando un leve suspiro. No sabía que pensar de Kirishima en ese momento, se había portado como un completo hijo de perra pero de pronto se volvió de su lado inesperadamente. Quizá después de todo su amistad era más fuerte que el juramento de policía así como lo fue su amor por Izuku.

—¿Entonces me disparaste tres veces por nada?. Me las vas a pagar maldito bastardo. —

Gruñó sonriendo, sentía un gran peso menos sobre los hombros, pero aún no sabía que había pasado con Izuku.

Parecía como si Kirishima hubiese ignorado la pregunta respecto a él.

Para Katsuki no había otra cosa en el mundo más que desear ver al menor y saber si estaba bien.

—¿Qué hay de Izuku? ¿Que hiciste con él? — Le preguntó y Kirishima desvío la mirada.

— Sabes que no puede estar aquí, al menos en Tokio su rostro saldrá en las noticias por un tiempo, no se filtro a nivel nacional por suerte —

Le dijo dándole un periódico pequeño que sacó de su bolsillo trasero. En el estaba la foto que se había filtrado del rostro de Izuku el día que tomaron sus huellas y la frase "Asesino se suicida tras ser buscado por la policía durante meses".

Katsuki tomo el periódico entre sus manos y miró la foto el menor unos momentos pasando sus dedos por encima de el.

—¿Que pasó con el?, dímelo de una maldita vez. Si no nos delataste entonces ¿que ocurrió? —

Cuestionó comenzando a molestarse. Kirishima tomo el periódico de vuelta y suspiro profundo.

— Esa tarde le di dinero para un boleto de avion, lo lleve a tu casa, le di tus llaves y es todo. Le adverti que por su seguridad y la tuya, debía irse y que no podía estar aquí. No se si realmente se fue o sigue en tu casa. No he querido ir a revisar —

Confeso y Katsuki desvío la mirada al suelo. Entendía que el pelirrojo solo se preocupaba por ambos. Por lo que solamente asintió.

""Espera por mi".. fue la promesa que te pedí cuando puse la pulsera esa mañana, ¿Estás en casa esperándome, verdad?"

Pensó preocupado, sintiendo la incertidumbre de saber si el menor estaba bien. Su corazón no estaba en calma al imaginar el montón de cosas horribles que seguro pasaron por su mente despues de esa terrible noche.

—Tengo que irme, debo verlo. Me necesita en este momento... Lo se — indicó firme pero Kirishima nego.

—No puedes salir del hospital hoy. Tal vez mañana pero primero deben revisarte los médicos, ten paciencia —

Katsuki apretó las manos por encima de sus muslos. Incluso una noche más allí se sentía a demasiado tiempo perdido. Tenia que ver a Izuku ya, no podía quedarse acostado en esa cama sin hacer nada.

Se levantó y camino hacia la salida.

—Que testarudo... — murmuró Kirishima caminando hacia él, deteniendolo del brazo sano, un fuerte forcejeo inicio en el pasillo en donde tuvieron que intervenir un par de guardias y enfermeras. Katsuki tenía un rostro perdido y nadie entendía como era posible que tuviera tanta fuerza de pronto aún estando recién operado.

Más tarde en la noche el rubio no podía dormir, la necesidad de saber de Izuku lo carcomia ferozmente, nisiquiera tenía su teléfono para llamarlo o una moneda para llamar a casa usando el teléfono de monedas del hospital. Termino saliendo a la terraza con ayuda del pelirrojo en donde le fue concedido un cigarrillo para bajar el nivel de estrés que estaba acumulando al sentirse como un maldito león enjaulado sin poder salir.

Al día siguiente por la mañana fue dado de alta y Kitishima lo llevó a casa en la misma patrulla que llevó a Izuku, el auto del rubio había sido confiscado por ser la evidencia de la escena del crimen de aquellos "asaltantes" que había dicho el pelirrojo.

Debido a sus heridas había sido suspendido temporalmente con goce de sueldo hasta recuperarse por lo que no se preocupo por tener que asistir a trabajar. Lo único que Katsuki quería era ir a casa y volver a ver a su amado.

Cuando estuvo afuera de la puerta de su apartamento sintió que el corazón le latió fuerte. Busco la llave de repuesto con el dueño del edificio y abrió la puerta. Se adentro escuchando el sonido electrónico del seguro tras de si.

—¡Izuku eh llegado! —

Llamó con una leve sonrisa ladina, recorrió la sala y la cocina llamando a su amado pecoso entre lapsos buscándolo con la mirada. Entre más se prolongaba el frío silencio más rápido latia su pecho con ansiedad.

Su rostro deformo angustiado al no recibir respuesta alguna. Comenzó a correr por todo el piso de abajo buscándolo, subió las escaleras tan rápido que casi tropezó, abrió la puerta del baño de golpe buscándolo.

Corrió a la habitacion de invitados mirando con horror que no había rastro alguno de las cosas del menor todo estaba limpio ordenado y vacio tal como solía estar cuando vivía solo.

—¡¡IZUKU!! —

El alarido salió desesperado llevándose ambas manos a la frente jalando su cabello hacia atrás. Corrió a su habitación rncontrandola vacía y ordenada también. Definitivamente no había nadie en casa y era evidente que el pecoso se habia ido.

Camino adentro recordando que esa habitación había quedado hecha un desastre pero estaba ordenada . Izuku la había limpiado. Realmente había estado ali.

— Prometiste que esperarias por mi... Que no ibas a seguir adelante sin mi. ¿A dónde fuiste? —

Llamo de nuevo saliendo al pasillo y mirando hacia las escaleras, esperando ver al pecoso subir con esa bonita sonrisa y abrazarlo como solía hacer siempre pero nada de eso paso.

— No te fuiste ¿o si?... Por favor no serías capaz de irte así sin más. —

Murmuró en voz baja y preocupado abriendo la puerta de la habitación del menor de nuevo como imaginando que lo encontraría pero ya no había duda sus ojos se sintieron arder ligeramente a la par que fruncia aún más los cejas.

— En serio. ¿Te has ido sin despedirte? —

Tomó asiento en la cama y llevó sus manos al rostro tirando suspiros ahogados, aguantando las ganas de romperse. Tenía que buscarlo. Debía tratar de encontrarlo pero no sabía en donde buscar, no podía pensar con claridad.

Aunque desde muy joven había estado solo en ese lugar nunca le había calado tanto el silencio y la sensación de la soledad como en ese momento.

Había perdido su celular en todo el transcurso del escape así que no lo tenía pero sabía el número del pecoso de memoria por lo que estiró su brazo para tomar el teléfono de línea inalambrico y marcó los dígitos del número con la esperanza de que pudiera al menos oír su voz, necesitaba escucharlo,su mente y alma le pedían a gritos tener alguna señal de él. El amor era lindo pero también una tortura insoportable.

Cerro los ojos, esperando tras el inquietante sonido de marcación. Con los nervios de punta, y la sensación de que su corazón estallaria. Deseando que la llamada fuera atendida.

Varios segundos pasaron y cuando pensó que el menor no respondería pudo escuchar que finalmente habían tomado la llamada. En ese momento se quedo helado, el sonido seco del silencio al otro lado de la bocina le hizo sentir terrible por lo que al notar que nadie hablaba aclaro su garganta.

— ¿Hola?... Izuku... —

Dijo nervioso y al oír la voz del menor suspiro de alivio, pero de inmediato un sentimiento de angustia lo lleno y apretó el puño.

—¡¿En donde estas?! ¿Estas bien? Estoy muy preocupado —

Le dijo con la voz alta pero al oír su respuesta no evitó fruncir el entrecejo y apretár los labios.

Sabía que todo era complicado ahora, que Kirishima le había dicho que se fuera pero escuchar el "sigue con tu vida" que se dedicará al bebé y el simple "lo siento" del menor fueron un intenso y mortal veneno que deseo no haber tragado.

Negó con la cabeza y resoplo.

— ¡No, escucha, Iré por ti ahora mismo solo dime en donde estas. Por favor podemos salir adelante si estamos juntos —

Suplico exasperado antes de escuchar como la llamada fue cortada tras un seco "Adiós Katsuki".

Aquella acción fue como un balde de agua fría que lo dejo estático y mudo en su lugar. El pecho se le oprimio y no evitó apretár los dientes con impotencia.

—¡Hey no... ¡No cuelgues Izuku! —

Le grito a un tono fijo que indicaba no haber más comunicación.

Agitado volvió a marcar una y otra vez siendo desviado al buzón de voz tras los primeros tonos de marcación. Al notar que Izuku no quería responderle no evitó quedarse quieto y una sensación desesperante y dolorosa le lleno el pecho.

—Responde... Responde —

Pedía al aire marcando hasta que noto que la llamada fue direccionada directo a buzón ya no entraba.

Se sentía ansioso y dolido por la forma tan cortante en que el pecoso simplemente le había pedido que no le volviera a hablar. No podía creer lo que había escuchado no quería aceptar esa dura realidad.

Cerro los ojos maldiciendo y arrojó el teléfono al piso, se dejó caer al suelo y llevo ambas manos a su frente y respirando agitado tratando de calmarse para no perder el control.

— ¡¿Por qué me haces esto?!—

Grito apretando los ojos, era consciente de que no podían verse pero que el menor le pidiera cortar toda comunicación le había roto por completo.

Se quedó así un buen rato, en silencio siendo atormentado por los recuerdos hasta que una risa suave y apagada salió de sus labios.

—¿Por qué me molesta?. Fui yo quien le dijo que siguiera sin mi en primer lugar. Ahora que lo cumplió, ¿Por qué me duele tanto? —

Murmuró sonriendo perdido con un par de lágrimas bajando por las mejillas. Se puso de pie y bajo por las escaleras hasta llegar a la cocina donde tomo una botella de ron.

— Si eso es lo que quieres entonces no sabrás de mi, conejito... Maldito conejo —

Murmuró con una mirada un tanto perdida y una voz fría mientras se servía un vaso con el líquido y lo tomó de golpe para después llenarlo de vuelta, una y otra vez y así el resto de la tarde. Por ese día ya no quiso saber nada aunque de forma inconsciente seguiría preocupándose por el chico, preguntándose si estaba bien, en donde estaba, si había comido, todas esas preguntas le torturaban con fuerza. Quería darse un tiro en la cabeza para dejar de pensar.

Se recostó en el mismo sofá, llevándose el dorso del brazo a la frente, estaba muy ebrio, extendió su mano hacia arriba imaginando a Izuku, cerro sus ojos sonriendo dolido.

—Te amo... A pesar de todo te amo —

Murmuró recordando su aroma, su rostro, su tacto. El dolor de sus heridas no se comparaba con la de su pecho pero simplemente ya no supo más por ese dia.

______________

Después de aquel día, Katsuki intentó llamar al menor por lo menos una vez al día por varias semanas, terminó por rendirse al haber pasado ya dos meses sin recibir una respuesta. Su fase de duelo era difícil y no lo estaba sobrellevando para nada bien.

Llamo a la mujer de la casa que iban a rentar en Hokkaido recibiendo la respuesta de que nadie había ido a ocupar el lugar. Después todo el rubio lo sabía no le había dado la dirección completa a Izuku por qué se suponía se la daría aquella noche de la tragedia junto al boleto de avión.

Trato de contactar a las chicas del burdel con las direcciones aún guardadas en el archivo del caso. No obtuvo información de nadie. Todos le decían que no sabían nada del menor aunque el rubio sabía que mentían. La ligera esperanza que fue desvaneciendo conforme el tiempo avanzo.

Había vuelto a ser aquel hombre cerrado, frío y estoico que era antes. Kirishima, Denki, Mina e incluso Camie habían notado el notorio cambio de semblante del rubio, inexpresivo y directo además de que ahora siempre estaba de muy mal humor.

Varias veces Kirishima había tenido que sacarlo del bar más cercano pues solía ponerse ebrio todos los fines de semana desde que Izuku ya no estaba en su vida.

Todo se había vuelto un desastre para el rubio, al grado de que incluso varias cosas le salían mal en el trabajo, olvidaba enviar los expedientes, combinaba archivos por error, había dejado de investigar sus casos por uno o dos días.

Kirishima sabía que era por causa de Izuku y pensó que quizá había hecho lo peor al haberlos separado pero no había otra opción en ese momento que fuese mejor, era eso o la cárcel para ambos.

Dentro de su vida personal, Katsuki no había querido ver al bebé de nuevo, tan solo enviaba el dinero como antes. No tenía el humor ni la paciencia de cuidar del pequeño regresando a su mente esa última vez que estuvo con Izuku diciéndole que lo cuidarían juntos.

Todos a su alrededor se habían preocupado por la salud mental del rubio.

Kirishima había intentado hablar con el, pero cada vez que tocaba el tema de Izuku o mencionaba su nombre el rubio terminaba por gritar y evadir el tema se había vuelto una roca incapaz de abrirse a los demás.

Cada vez lo veían mas cansado y con más ojeras. Había comenzado a descuidar su alimentación y su sueño y fue entonces que Kirishima ya no pudo soportar ver cómo su amigo se hundía cada vez más temiendo lo peor por lo que sólo tenía una idea en mente, tratar de hacer que la propia causa de la depresión del rubio lo salvará, debía encontrar a Izuku para pedirle ayuda. Solo el tendría el poder de traer de vuelta a Katsuki de las garras de la miseria en la que estaba hundido.

Un día cuando era el día de descanso de Katsuki, Kirishima entró a la oficina de este para buscar en los expedientes, buscando el del caso de Izuku y logrando extraer la dirección y teléfonos de las testigos involucradas. Sabía que Izuku no respondía al número registrado al haberlo escuchado del mismo rubio los primeros días después de que salió del hospital.

Esa noche al salir del trabajo sacó el papelito donde había escrito la dirección de la que recordaba era amiga del pecoso y esperaba que aún viviera en el mismo lugar o de nada iba a servir su esfuerzo. Estaba desesperado.

Acudió a la dirección y tocó la puerta varias veces de forma insistente. Una chica abrió recordándola de la vez del interrogatorio.

Explico la situación a detalle, rogando por su ayuda que al principio fue dificil de obtener.

—Porfavor... Eres amiga de Izuku, solo tu puedes evitar que una tragedia ocurra, debo contactarlo, te lo ruego —

Pidió el pelirrojo casi de rodillas, la chica accedió a regañadientes entregandole un papelito con el nuevo número del pecoso.

Los ojos de Kirishima abrieron brillantes agradeciendo de forma exagerada.

Cuando regreso a casa tomó su celular y comenzó a teclear un mensaje de texto pues ya se Imaginaba que si le llamaba seguramente no le contestaría.

"Hey soy Kirishima, por favor llamame en cuanto veas este mensaje. Es sobre Katsuki, es muy urgente."

Presiono la tecla de enviar, esperaba que el menor realmente pudiera contactarlo, debía hacer que esos dos se vieran al menos por un día. Solo un día para que todo se tranquilizara. El había causado esa separación y ahora debía solucionarlo de alguna forma.

Mientras tanto, Katsuki se encontraba en casa guardando sus pertenencias en un par de maletas grandes sin expresión alguna en el rostro.

Descolgaba sus camisas sin ánimo doblando solo las que más le gustaban para ponerlas en la maleta.

Ya no podía seguir con su ritmo de vida en ese lugar en donde todo le recordaba a Izuku. Dormir en la cama en donde lo tomo decenas de veces, bañarse en la misma tina donde solía tallarle la espalda. Comer en la barra donde muchas veces rieron contándose su día cuando llegaba del trabajo. Incluso el llegar a casa era una tortura, cada vez que pasaba el recibidor y miraba al frente su mente le hacía recordar el sonido de los pies del menor corriendo por el piso de madera hasta llegar a su torso abrazandolo con su radiante sonrisa.

El sabor de sus labios y la calidez de los mismos, todo era un amargo y hermoso recuerdo.

Habia tomado la decisión de irse de allí sin decirle nada a nadie. No le importaba ya lo que los demás sintieran y sabía que si se iba no cambiaría mucho. Todos podrían seguir adelante sin el tal como Izuku había hecho varios meses atrás. Llegando a la conclusión de que el también debía comenzar desde cero.

Movió sus trajes logrando ver al fondo del clóset aquel saco roto y estropeado de aquel día fatídico, después de la noche en que llegó del hospital lo había guardado sin prestarle atención. Lo contemplo unos momentos tomándolo y observando los orificios de las balas y las manchas de sangre seca que aún mantenia.

Una débil sonrisa se le dibujo mientras contorneaba los orificios con sus yemas. Las heridas ahora eran unas cicatrices rojizas sobre su piel. Recordaba que ahí había dejado su vieja placa pues después del accidente le habían brindando una nueva ya que todo lo demás se perdió junto con el auto.

Abrió el saco buscando en su interior la antigua placa pero solo pudo ver un papel doblado que cayó al suelo.

—¿Que es eso? —

Alzo una ceja y se inclino para tomarlo, lo desdobló notando lo que parecía ser una carta escrita a mano. Al comenzar a leerla pudo reconocer la letra y de quién venía.

Dejo caer el saco al suelo fijando ambas manos al papel con tensión mientras deslizaba sus ojos leyendo las palabras que habían sido escritas con fuerza.

"Nunca pasó por mi cabeza que una persona podría salvar a otra de tantas maneras. Llegaste a purificar mi alma de todos los miedos que reprimí desde niño, me brindaste un amor tan benevolente y desinteresado que no esperé volver a sentir desde que mamá tuvo que dejarme, ayudaste a hacerme más seguro de mí mismo y lograr convertirme un poco más en la persona que deseo ser."

Katsuki formó una tremula sonrisa, la voz de Izuku acudió a su mente mencionando cada palabra escrita como un lejano eco.

"No creí desear tan egoístamente a una persona como fue contigo, pero ese fue mi mayor error. Me deformé tanto, cegado en mi propio beneficio que no consideré toda la carga que llegué a ponerte encima. Inicialmente me daba miedo una relación con todos estos demonios que arrastro conmigo, estaba preocupado de que esto colgara en ti también y todo empeoró cuando te pedí que me salvaras, no imagino el nivel de responsabilidad que sentiste en esa simple plegaria."

El rubio apretó el agarre en el papel negando con la cabeza.

—No... Yo te quise salvar desde mucho antes de que me pidieras hacerlo. ¿Nunca te diste cuenta? — Murmuró arrugando ligeramente el entrecejo.

"Tengo muchas cosas por las que disculparme, a pesar de que sé lo mucho que te disgusta cuando lo hago. Anoche entendí porque querías que cediera a esa promesa antes de que se efectuara el intento de nuestro plan, siento haber tardado en entenderlo, soy un completo inmaduro. No pude decirlo adecuadamente en esa ocasión, así que lo escribo aquí, voy a cumplirlo, te prometo que avanzaré por mi cuenta, forjaré mi propia vida... es imposible en el momento que escribo esto, pero intentaré enamorarme de alguien más."

Katsuki no evito resoplar sintiendo sus ojos humedecer. Sus manos temblaron arrugando el papel un poco. Lo último respecto a enamorarse de alguien más le calo haciéndole sentir una fuerte punzada. Sabia que era lo mejor pero aún así dolía demasiado saber que esa era su nueva realidad tal como había pedido a Izuku hacer.

—Al final... si lo prometiste ¿eh? —

"Así que, por favor, tú también forja el camino adecuado para una vida próspera sin mí."

—Si tan solo supieras que estoy tratando pero no puedo.Todo aquí me recuerda a ti no puedo olvidarte es muy difícil...—

"Hice muchas cosas horribles de las que debería estar principalmente arrepentido, pero ahora el único arrepentimiento que tengo encima es no haberte dicho más veces lo mucho que te amo. Cada vez que despertaba a tu lado, cada vez que despedía de ti cuando te ibas a trabajar, cuando volvías a la cena, cuando nos bañábamos, cuando te acostabas conmigo a dormir, cuando me hacías el amor, cuando me mimabas... perdí muchos oportunidades"

Katsuki cerro sus ojos un momento dejando caer una gota que derramó de sus ojos.

"Gracias por tanto amor.

-Tu conejito, Izuku"

Con la carta leída en su totalidad Katsuki pudo entender varias cosas, al final la promesa que le pidio de seguir adelante aunque ya no estuvieran juntos cobro más fuerza y aunque ahora se había arrepentido de pedirle aquello no tenía más opción que sentirse feliz por Izuku.

—Que tu estés bien es lo único que importaba. Lograste avanzar sin mi y espero que seas feliz en tu nueva vida... cumple tus sueños y encuentra a alguien que te haga feliz—

Sollozo con voz rota rompiendo la carta en varios pedazos pequeños.

— Ahora es mi turno de despedirme Izuku, lo siento. No creo poder cumplir la promesa como tú no soy tan fuerte como pensaba—

Se acercó al balcón deslizando la puerta corrediza y salió afuera siendo golpeado por el viento que movió su ropa y cabello con violencia. Extendio su brazo hacia el vacio cerro sus ojos con calma.

— Nunca voy a olvidarte... Te amare por siempre, fuiste y serás mi único verdadero amor... Gracias por existir y dejarme ser parte de tu mundo al menos por esos meses que estuvimos juntos. Adiós ..Izuku mi conejito... —

Murmuró abriendo los ojos y abrió la palma dejando caer los trozos de aquella carta de despedida, su mirada observo como los trozos de papel volaron por el viento dispersandose a lo lejos en distintas direcciones.

Tras verlas desaparecer a lo lejos regreso adentro y cerro la puerta retomando a terminar de empacar con un semblante decaído.

Recorrió la casa por última vez, deslizando su mano por las paredes recordando las risas, las palabras dulces y los fuertes gemidos que alguna ves se oyeron por toda la casa.

Desconectó el teléfono de linea. Se paró en la entrada apagando todas las luces y tras una última mirada salió de su hogar. Ya no volvería después.

______________

Habían pasado un par de días y Kirishima no dejaba de ver el teléfono esperando encontrar alguna notificación de Izuku, pero nada ocurrió.

Cansado y rendido pensó en que el chico no le contactaría o que quizá ya nisiquiera tenía el teléfono o el número activo por lo que sin más siguió con sus cosas con normalidad, al menos lo había intentado.

Katsuki no se había presentado a trabajar, todos en la oficina estaban preocupados, ya que tampoco contestaba las llamadas telefónicas y habían notado que había desconectado el teléfono de casa y desviaba las llamadas del móvil, había quitado la ubicación para no ser localizado por gps o tal vez estaba apagado, otro día más sin acudir al trabajo y sería despedido. Por lo que el jefe había pedido a Kirishima y a Denki tratar de saber algo de él y justificar sus ausencias.

Esa tarde kirishima y Denki quién ya se había enterado también de los hechos sobre Izuku y la falsa muerte, se dirigieron a la casa del rubio para tratar de verlo. Sabían que algo no andaba bien.

Habían hablado con Camie primero y ella solo les había explicado que Katsuki le había otorgado la custodia total del bebé y que habían arreglado otros asuntos al respecto mencionando que ya no era responsabilidad del rubio. Ella parecía avergonzada y no dio mayor detalle.

Resignados acudieron al domicilio del rubio y tocaron la puerta pero no recibieron respuesta. Justo en ese momento el pelirrojo sintió su teléfono vibrar y sacó el móvil mirando a la pantalla.

Sus ojos brillaron de alivio al notar que la llamada venía del contacto de Izuku, entonces miró a Denki y le pidió que esperara y siguiera insistiendo mientras el atendía "una llamada urgente".

Camino hacia las escaleras del edificio y entonces tomó aire contestando la llamada.

— Izuku, gracias al cielo... Pensé que había perdido toda esperanza de contactarte —

Le dijo en un principio un poco nervioso y mirando que nadie le escuchara.

— Escucha... Katsuki está muy mal, su salud y su empleo corren riesgo, se ha vuelto frío e indiferente, no nos deja ayudarlo, no permite que nadie se acerque. Creo que solo tu puedes ayudarlo. Incluso Camie tiene la custodia total del bebé ahora y tiene un par de días que no se aparece en el trabajo, no sabemos que hacer. —

Le explicó casi con voz temblorosa, apretando el teléfono.

— Porfavor... Acepta hablar con él, te necesita más que a nadie en el mundo, estoy seguro de que si ustedes hablan, el estará mejor. —

Le rogó desesperado cuando de pronto escucho la voz de Denki gritarle desde arriba.

—Hey bro tenemos un problema, ¡Ven rápido! —

Le grito el rubíesillo y Kirishima trago saliva, el tono con el que le había hablado su compañero no sonaba para nada bien.

— Aguarda un momento.. Te llamaré en unos minutos —

Le dijo al pecoso antes de colgarle y subir corriendo. La puerta de la casa ya estaba abierta y sin dudarlo entró encontrándose a Denki en medio de la sala con la llave del apartamento en mano, había sido abandonada detrás de la maceta de decoración afuera.

— Se fue... Él se fue, no hay nada ni siquiera sus cosas, desconectó el teléfono por eso las llamadas no entraban y su celular está allí a un lado con la batería aparte lo apagó a propósito —

Le dijo Denki asustado y nervioso al mismo tiempo.

— Ah... Mierda esto no puede ser —

Murmuró Kirishima llevándose una mano a la frente tensandose, las cosas se habían salido de control y todo era peor de lo que pensaba.

—¿Que vamos a decirle al jefe? Sin duda va a despedirlo. Esta cometiendo un error, todo esto es un capricho —

Dijo Denki molesto y preocupado a la vez, kirishima solo suspiro sobandose la cien.

— Esto es muy malo. Mierda... Tú ve a la estación de autobuses yo iré al aeropuerto. Tal vez obtengamos información — le dijo a Denki quien asintió y rápido salieron de aquella casa.

En el camino, el pelirrojo llamó a Izuku tal como había prometido.

— Cambio de planes, Katsuki desapareció. No sabemos donde está, ni a dónde fue o desde cuando. Dejo su teléfono, pero Denki y yo iremos a buscarlo al aeropuerto y a las estaciones del tren y autobuses. Izuku si es que puedes buscalo también, ¡Esta cometiendo una locura! —

Le dijo al menor una vez que tomó la llamada.

— Si sabes algo por favor informame. Si lo encontramos te lo haré saber también —

Le dijo para luego colgar la llamada.

El tiempo ahora estaba en su contra.

Cuándo llegó a la estación más cercana, corrió por todos lados mirando alrededor pero no veía al rubio, corrió a los baños pero estaban vacíos así que se acercó a la recepcionista.

— Soy policía, necesito que me ayude a buscar el nombre de una persona en su base de datos —

Dijo a la chica mostrándole su placa y ella asintió algo sorprendida.

— Bakugo katsuki —

Le dijo y la chica tecleo nerviosa obteniendo una larga lista de personas con el nombre parecido así que entre ambos buscaron hasta dar con el nombre del rubio.

— ¡Ahí esta! ¿Que vuelo es ese? —

Pregunto kirishima y la chica le miró algo confusa.

— Ese fue el vuelo 407 a Kyoto pero fue hace dos días señor —

Balbuceó la chica y el pelirrojo le miró incrédulo sintiéndo que se le paraba el corazón y sólo cerró los ojos con fuerza apuñando las manos y maldiciendo al aire.

Ya no había nada más que hacer, el rubio se había ido, al menos ya sabía a dónde pero ir por el hasta el sería difícil. Kyoto era la segunda ciudad más grande del país. Buscarlo tomaría dias. Su jefe ya no les permitiría esperar más y seguramente lo despedirá al día siguiente, tomo su teléfono y no quiso llamar al menor tan solo escribió un mensaje de texto.

"Llegue muy tarde, su vuelo salió hace dos días, al parecer fue a Kyoto, Lo siento Izuku, gracias por tu ayuda de todos modos espero que no haga otra locura estando solo en ese lugar"

Le escribió y envió el mensaje, resignado regreso a casa, sintiéndose culpable, pues hasta cierto punto el había causado que se separaran, pero no había otra opción con la imagen del menor circulando por la TV y el periódico en aquellos días. Incluso aún después de todos esos meses, de vez en cuando la gente hablaba del famoso chico asesino que se había suicidado.

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El día que fue recibido en las intrigantes calles de Kyoto estaba perdido, era la primera vez que pisaba ese sitio, observaba con un gran mapa de las líneas confusas en la estación de trenes comparando con una hoja que tenía anotada la dirección que Iida le había dado.

Se dejó llevar con ayuda de transeúntes que le miraban confundido y algo tímido de pedir corroborar el área, hasta que tras unas cuantas vueltas consiguió llegar al punto acordado. Miraba las ventanas del tren deslizar por la amplia ciudad por inercia, debería estar curioso de ese nuevo lugar o incluso a la defensiva, pero con esa faceta tan degradada y sombría solo pensaba en algo.

"Debe seguir en el hospital... ¿ya habrá despertado?"

Cerró los ojos abrazando la maleta encima de los muslos.

"Espero esté bien"

Tras unos 40 minutos en los vagones bajó en la línea que le dieron instrucciones, cruzando entre el resto de las personas y mirando de un lado a otro buscó a quien se supone lo recibiría. Cerca de la salida de la estación yacía un joven alto, corpulento, de cabello oscuro-azulino y unas gafas cuadradas afilando la mirada. Levantó la mano haciendo una señal que Izuku prestó atención al reconocerlo.

—Iida, ha pasado un tiempo —restregó con una diluida sonrisa. En realidad fueron tantos meses y la última vez que lo vio fue en la escuela.

—Lo mismo digo, desapareciste tan repentino, no respondías las llamadas... ¿qué te ha pasado? —Exclamó estrechando su mano con emoción y rigidez en ese informal saludo, pronto ayudó a levantar una de las maletas que Izuku llevaba.

El menor evadió la mirada incómodo ante la pregunta.

—Pues... me han pasado muchas cosas, no estoy seguro de decir que bien o mal... pero me urgía un cambio, gracias por brindarme atención.

Iida asintió, aunque pronto la atención fue hacia la frente de Izuku señalando su propia sien con extrañeza, el otro tanteó la suya recordando el par de puntos que traía.

—¿Te peleaste, Midoriya? —Examinó la lesión entre cerrando las miradas.

—¿Eh? No, no, para nada... —agitó sus manos en negación. —Tropecé y me golpeé la cabeza con la mesa...

Rio nervioso, ya que en parte eso era verdad, Tenya suspiró haciendo énfasis en la torpeza que recordaba en él.

—¿Cómo te has estado valiendo por ti mismo? —Mencionó Iida subiendo escaleras para salir de la estación.

—Realmente no fue así, estuve con alguien, pero ya era hora de que dejara de depender tanto de él, supongo... —Masculló siguiendo a Tenya. —Por eso quisiera tomar rienda en Kyoto, buscaré un sitio nuevo rápido, te lo aseguro.

Tras algunas caminar algunas calles en los suburbios, cruzando unos departamentos hacia unas casas más hogareñas quedaron frente a una. Izuku observó curioso como su compañero incrustaba la llave, pensaba que se trataba de un cuarto de departamento al escuchar que vivía solo, pero se llevó la sorpresa de ser una de las casas de su familia, recientemente su hermano mayor se había mudado a otra prefectura y quedó perfectamente disponible para él.

Era un sitio espacioso, bien ordenado y muy hogareño, le parecía increíble que Tenya viviera ahí solo. Fue guiado hacia una de las puertas del fondo.

—Mi cuarto es del frente, puedes quedarte en este otro —señaló abriendo la puerta—, hasta ayer era una bodega por lo que solo tengo un futon para ti.

—Es más que suficiente, descuida —alteró Izuku nervioso. —Me iré lo más rápido que sea posible-...

—Si no tienes un plan vigente o que hacer, ¿por qué no te quedas aquí? No me molestaría tener compañía si es alguien de confianza como tú.

Izuku parpadeó sorprendido y resopló.

—Entonces dime cuanto debería pagar cada mes o reglas... —mencionó dejando la maleta en el suelo. Iida se llevó una mano al mentón pensativo.

—Veré eso después con Tensei, es su casa después de todo, por ahora deberías intentar terminar la escuela.

—En realidad necesito dinero —bufó nervioso rascando su nuca recordando la plata ajustada que llevaba.

—¿Eh? ¿Entonces que hubieras hecho si no te hubiera aceptado aquí? —Reclamó inconforme de escuchar como Izuku se dejaba llevar por la improvisación tan descuidado.

—Ya me las hubiera arreglado de alguna manera, siempre ha sido así. Ciertamente has sido de ayuda, pero llegué a esta ciudad por la ubicación de un promotor a un empleo que llamé, lo veré mañana al mediodía.

—¿En serio? ¿De qué va?

Izuku apretó la sonrisa, no le parecía prudente decirle a Iida todos sus antecedentes o a que se dedicó en los últimos meses, por lo que le dejó la respuesta para después si era aceptado.

Al dejarlo solo en esa habitación, con un par de cajas encimadas en una esquina, una mesita con cajoneras y el futón se dio la oportunidad de suspirar. Se sentó en sus piernas comenzando a desempacar y poner orden en sus pertenencias.

Hurgó en la maleta de mano sacando el retrato de su mamá sonriendo con alivio de ver que estaba en buenas condiciones, posteriormente sacó la placa dorada de policia de Katsuki con un gesto pensativo y serio.

—Perdón... se supone que iba a borrar cualquier rastro de nosotros, pero debía conservar algo tuyo —sonrió inconforme de haber decidido llevarse la placa policial con el grabado del nombre de su amado.

Extendió la manga de su saco para ver la muñeca y apreciar la pulsera plateada. Sonrió de manera diluida, tanteando el símbolo incrustado en ella. Pronto negó la cabeza queriendo evacuar todos esos pensamientos que le rememoraban a Katsuki, con la idea de desechar todo y volver con él, era tarde para algo así.

Siguió sacando algunas prendas hasta percibir en el fondo de la maleta su teléfono, levantó sus cejas sorprendido, no tenía idea de que estuviera ahí. La última vez que lo vio fue cuando lo dejó en el auto de Katsuki hace dos días.

Lo encendió apreciando el 24% de batería y con un vuelco en el pecho de ver el fondo de pantalla que compartía de una selfie abrazado a Katsuki, retiró de inmediato por alguna estándar que venía en el teléfono.

"Idiota, deja de pensar en él. Te impusiste esto, cúmplelo"

Se regañó a sí mismo negando la cabeza, se supone que esto era el trato que aceptó de Eijiro para encubrir a Katsuki y no terminara encerrado.

Al día siguiente se preparó para acudir al sitio que acordó con ese promotor que Ochaco le pasó el contacto, la vez que fue al Green Rabbit revisando a los empleados Izuku lo pasó por alto ignorando sus referencias y los supuestos términos para negociar en ir a sus sucursales.

Estaba en la terraza de una cafetería hablando con ese sujeto de aspecto usurero y una jovial actitud que pasaba desapercibido para cualquiera que no lo conociera. El nombre de ese contacto era Rody Soul.

—Fue una pena la clausura del Green Rabbit, pero me sorprende que hubieras tardado en buscar opciones, te localicé con una de tus compañeras y ella me dijo que tú ya no querías estar en estos negocios. Que niña tan mentirosa —restregó indiferente jugando con la espuma del capuchino de la taza deformando el dibujo de encima.

—No lo hizo, de hecho no quiero volver a pisar otro burdel, pero no tengo más alternativas accesibles por ahora.

—¿En serio? Pues no necesito personas sin iniciativa propia-...

—Entiendo, bueno me retiro y perdón por la pérdida de tiempo —dijo Izuku desistiendo de la idea por la negación, sin embargo, el otro levantó frenandolo del brazo para que volviera a sentar.

—¡Estoy bromeando! No me importan tus motivos, pero si debes trabajar eres bienvenido —carraspeó molesto por la falta de libertinaje del otro. —Noté como te desempeñabas con Mirko, por eso te puse los ojos encima, puedo volverte a hacer una estrella por estos lares, Deku.

—No me digas Deku, ya no quiero ser conocido así —resopló frunciendo el ceño y recordando las últimas noches desagradable del burdel.

—Pues te daré otro nombre... —intervino pellizcando tenue una de las mejillas de Izuku tomando su atención. —¿Yami está bien? Suena tan exótico y siniestro, como tu linda mirada sombría.

Izuku dio un ligero manotazo para apartar el agarre a su rostro.

—Como prefieras.

—Entonces ven esta noche para presentarte el local, hace poco fue abierto y estamos cortos de personal. Es perfecto para tu debut y con tu experiencia estoy seguro que los clientes llegarán como espuma.

Sacó una tarjeta de presentación de su gabardina maltrecha entregando a las manos ajenas, Izuku alzó una ceja con algo de indiferencia leyendo el nombre del burdel.

—Demasiado lúgubre para ser un sitio de adulterio —masculló extrañado.

—No lo veas de esa manera, "Darkness and Spicy" deja volar la imaginación de lo que puede ocurrir en una habitación oscura —sacó su lengua con broma. —El cautivar con la dulzura de un conejito hoy en día está desgastado, los clientes van a experimentar las picantes puertas del infierno con nosotros.

Izuku resopló con una risa entre dientes de la ironía, pretendía deshacerse de todo rastro de Deku, pero también de esos recuerdos con Katsuki y entre ellos era ese mote que le había dicho con ternura de Conejito.

Su teléfono sonó por lo que sacó del pantalón, su mirada desorbitó consternado de reconocer el número de procedencia. Dejó el teléfono en la mesa con una evidente ansiedad.

"Es de la casa de Kacchan, ¿por qué?"

Rody arqueó una ceja cruzando los brazos.

—Contesta, puedo esperarte —dijo abiertamente despreocupado.

—No, no es importante responder ahora, devolveré la llamada después —mintió con una gota de sudor caer por el rostro.

"¿Será Kirishima? Dejé todo sin rastro alguno... ¿Kacchan? Si fuera así me hubiera llamado desde su teléfono o dado un mensaje..."

Comenzó a pensar más precipitado en las posibilidades, pronto un remanente amargo golpeó de imaginar la peor opción.

"Alguien de la mafia allanó su casa e intentó contactarme por un teléfono que podría responder más abiertamente, si Kacchan vuelve con esas heridas y esa gente ahí..."

Sus ojos se pusieron en blanco ante la paranoia, por lo que recogió el teléfono que no dejaba de sonar y moverse sobre la mesa.

—Lo siento, vuelvo en un momento —se puso de pie apartando de la mesa donde estaba Rody avanzando al barandal de la terraza.

Si eran esos sujetos tenía que dar explicaciones de donde estaba y que dejaran en paz esa zona que él ya no tenía nada que ver. Aceptó la llamada, tragó saliva espesa y se llevó el teléfono a la oreja sin mencionar nada esperando iniciativa del otro lado.

"¿Por qué tampoco dice nada? ¿Quién es?"

Tras varios segundos sin nada, pretendió empezar el mismo por saber quien era, pero el aire se escapó de su boca quedando paralizado de reconocer la voz. Se sostuvo con la mano libre al barandal al sentir como sus piernas flaquearon.

Era Katsuki, era su voz en la llamada, se escuchaba preocupado pero le dio un enorme respiro en alivio saber que estaba despierto tras el último vistazo lamentable que tuvo de él siendo levantado inconsciente en una camilla por paramédicos.

—...Kacchan... —mencionó temblandole la voz y percibiendo su vista nublar en lágrimas. Estaba tan feliz de la vigorosidad del rubio para haber despertado luego de esas heridas.

Lo siguiente que escuchó fueron las preguntas de como estaba y dónde, por lo que esa turbada sonrisa desapareció mordiendo el labio inferior.

—Es suficiente Kacchan, no tienes que buscarme, estoy bien y tú lo estás... lo correcto es seguir con nuestras vidas separados de ahora en adelante —respondió apretando el agarre al barandal. —Ocúpate de tu trabajo, tu vida personal y tu hijo... —susurró procurando sonar áspero pero le era imposible, todo era más fácil escrito que hablado, era tan complicado mantener su postura firme.

Tenía tantas cosas más que decirle, desearle lo mejor, lo mucho que lo ama y porque aceptó la condición de separarse por su bien, pero la voz se le estaba quebrando con ese nudo en la garganta escuchando a Katsuki exasperado.

—No volverás a saber de mi. Lo siento, Kacchan —dijo completamente destrozado desplomando en sus rodillas al suelo y cortó la llamada.

Rody respingó de ver como el otro había caído por lo que fue hacia él intentando levantarlo.

—Oye, ¿qué te pasó? ¿Estás bien? —Exclamó cauteloso tomandolo de los hombros desde la espalda.

Izuku por su parte no respondió y solo agilizó el teléfono torpemente en las manos, abriendo la funda para sacarle el chip del número de forma apresurada antes de recibir otra llamada y los arrojó lo más lejos que su lanzada pudo darle desde la terraza, el pequeño cuadrito desapareció de la vista.

—Vamos, levántate Izuku —insistió preocupado Rody de ver el aspecto entristecido del peliverde.

—Perdón, dame un momento... —solicitó ahogado en lágrimas y cabizbajo.

"Es por su bien, es por su bien. Es lo que acordé con Kirishima y es la última promesa que me pidió Kacchan..."

Las primeros días en Kyoto fueron horribles, cambió de número e intentó compensar ese vacío que sentía con cualquier otra cosa, pero nada lograba hacerle olvidar.

El nuevo burdel lo recibió con las brazos abiertos, al querer que Izuku se conservara ahí largo tiempo le aceptaron muchos términos, desde los horarios, las sesiones e incluso los clientes, aceptando por capricho unicamente personas de cabello rubio en la zona VIP. Eso lo hacía incluso más exclusivo y hasta arrogante. Rody le insistió mucho que quitara esa traba para más disponibilidad, tenía muchas quejas de sujetos que querían conocerlo pero estaba deliberadamente prohibido por ser castaños, azabaches u otro color, Izuku como un niño mimado solo se negaba a trabajar con frialdad.

En casa con Iida era muy extraño cuando cruzaban a congeniar, generalmente Iida se la vivía en la universidad o encerrado devorando proyectos y trabajos en la apretada agenda de estudios, Izuku lograba compadecer de eso por lo que ayudaba lo más posible en las tareas de casa dedicándose en las mañanas a limpiar y hacer comida, era lo menos que podía hacer por la módica tarifa de renta que le dejaron.

Manifestaba seguridad y alegría cuando lograba congeniar sanamente con Tenya cuando comían juntos, le había dicho algo de su verdad, como que trabajaba en las noches en un burdel y de una deuda familiar pendiente en Tokyo, por lo que cual debía invertir mucho tiempo en ganar el dinero para erradicarla de una buena vez. Por supuesto que no dio detalles de quien era al que debía entregarle ese dinero.

Debajo de su fleco había quedado una línea de cicatriz por los puntos que fueron retirados, aunque fácilmente la cubría con el cabello y era de apenas 1 cm, no era perceptible.

Izuku había dejado guardado en una pequeña caja oculta en los cajoneras la placa dorada de policía y la pulsera de plata, quería erradicar cualquier signo de extrañarlo por lo que intentaba no verlas, aun así había días que por inercia revisaba la caja ahogándose en recuerdos de cuando fue entregada ese regalo de cumpleaños, pero luego pasaba a la placa recordando la imagen de Katsuki acribillado en balas y sangre. Por lo mismo se trajo consigo esa placa con remanentes de sangre, quería erradicar cualquier idea de volver tras recordar el aspecto deplorable que dejó en él.

Una tarde recibió un mensaje de un número desconocido, por un momento creyó que la mafia había dado con él otra vez, sin embargo, fue algo igual de malo, sus iris temblaron al leer que se trataba del oficial Kirishima.

"¿Por qué? He hecho todo lo que me pidió, ¿qué pasó con Kacchan?"

Sudó estresado leyendo una y otra vez el mensaje.

Dudó varios días en llamar, le daba miedo la noticia que podría recibir, cualquier circunstancia mala en Katsuki lo estaba mortificando, esa huida y las últimas frías palabras que le restregó en la llamada no servirían de nada.

Llegó a pensar que sus heridas complicaron y estaba muy grave en el hospital, también la idea de la mafia rastreandolo con él, la idea de que el propio Katsuki se haya quitado la vida no le parecía descabellado, una vez lo vio llevarse el cañón de la pistola a la cabeza.

Encerrado en su habitación estaba sentando y recargado a la pared, se llevó el teléfono al oído temblando pero dispuesto a saber que ocurriría desde la perspectiva del otro.

Escuchó la voz de alivio del pelirrojo por saber de él.

—He hecho todo lo que me dijiste estos dos meses, ¿qué le pasó a Kacchan? —Exclamó preocupado y frotando ansioso la tela de su pantalón entre sus yemas.

La respuesta que tuvo no fue la mejor, saber lo mal que había estado en ese tiempo el rubio le hizo arrugar el entrecejo y apretar los dientes.

—Se supone que hice esto para que él estuviera a salvo y bien... ¿por qué-...? No, espera, no cuelgues —imploró frustrado de tener información a medias.

Se llevó las manos a la cabeza negandola, podía imaginarse el modo en que podría estar el otro, asumió esa posibilidad pero quiso ser optimista que todo saldría bien con la condición de que se retirara de su vida.

—Kacchan...

A pesar de no tener el número registrado de Katsuki recordaba cual era, por lo que llamó esperando saber más pero solo recibió buzón de voz.

Permaneció impaciente en su lugar mirando el teléfono esperando de nueva cuenta la llamada de Eijiro, minutos después la puerta de la habitación fue tocada.

—Midoriya, hice la cena —mencionó Iida con un volumen orgulloso de ser quien tuvo chance ahora. —Vamos.

—¡Lo siento adelantate, yo te alcanzo después! —intervino Izuku mirando la puerta y el teléfono una y otra vez estresado.

Varios minutos después sintió el teléfono vibrando por lo que fugazmente lo dirigió a su oreja sin esperar leer el número de procedencia de la llamada, sabía que era Eijiro.

—¿Desapareció...? —Repitió con una reacción inexpresiva. —¿Desde cuándo? ¿Se fue de casa? ¿O alguien se lo llevó?

Preguntó angustiado, pero la respuesta de que no había ropa de él le hizo darse cuenta que fue por cuenta propia.

"¿A dónde pudo haber ido?"

Empezó a susurrar para sí en las posibilidades, tal vez a Hokkaido o Kyushu que fueron sus opciones del plan de huída, pero no sabía precisamente los domicilios.

Minutos después recibió un mensaje dejándolo helado.

"Kyoto... ¡¿Está aquí?!"

Tragó saliva con un vuelco de esperanza, gateó apresurado hacia la cajonera sacando todo para abrir la caja del fondo y tomar la pulsera, levantó recogiendo la chamarra encima del futón y bajó apresurado. Iida quien estaba en la mesa comiendo un plato de soba lo miró alzando una ceja.

—¿A dónde vas? —conjugó sorbiendo los fideos fríos. —¿No era tu día de descanso hoy?

—¡Iré al aeropuerto a buscar-...! —Balbuceó poniendose los zapatos en la entrada aunque pronto detuvo pensativo.

"Lleva dos días, es imposible que siga ahí, ¿dónde...?"

—¡Voy a un bar! —Corrigió recibiendo una mirada reprobable del otro. —¡No voy a beber, veré si encuentro a alguien!

A conocer que Katsuki fuma y toma, tal vez podría estar manejando esa situación desalineada con esos vicios, por lo que dedicó gran parte del tiempo revisando muchos bares de la gran Kyoto.

Cada vez que acudía con un tabernero a preguntar por Katsuki enseñando su fotografía desde el teléfono, éstos negaban. Izuku deslizaba su mano por el cabello angustiado.

"Acepté esta promesa por el hecho de que tu estarías bien... estoy seguro que no lo estás..."

Luego de tantas vueltas esa primera noche de búsqueda, desistió a la una de la mañana sentándose en un columpio de algún parque.

"No recuerdo que haya mencionado algo de aquí, ¿se mudó? Tal vez Camie o sus padres saben algo. No, es imposible, si Kirishima tomó su último recurso hablándome a mí deben tener ceros pistas también."

Estar ahí meciéndose débilmente en el columpio bajo una farola de luz le hizo recordar el parque Fujitaro.

"Me rechazas asegurándome qué no eres apropiado y que no debo acercarme a ti, déjame a mí decidir eso"

Su mente citó lo que Katsuki le reclamó, el que no tenía que decidir lo que era correcto para él. Izuku cerró su mirada con una gran frustración encima y apretó los dientes.

"¿Qué no era lo que querías que hiciera con esa promesa? No salió para nada bien el plan de huida, ¡esto fue lo que me pediste!"

—¡¿Entonces por qué?! —Carraspeó poniéndose de pie y pateando la tierra suelta para la suela de los zapatos.

Maldijo en voz alta apretando su mano a la muñeca que llevaba la pulsera.

Desde que llegó a Kyoto fue con una faceta lúgubre y decaída, ahora oscilaba indiferencia también. Las noches trabajando en el burdel con el nombre de Yami eran monótonas, satisfaciendo clientes y de paso tal vez preguntar por si conocía algún Bakugo por ahí.

Así fue el primer año, intentando recopilar información por sus métodos, no tocó la estación de policia de Kyoto, sabía perfectamente que Katsuki no se trasladó por los informes que Eijiro le dio que no sabían nada en el trabajo tampoco. En las tardes iba a zonas de comida y entretenimiento, no para él, sino para buscarlo, parques, librerías, cualquier cosa que conocía que le gustaba a Katsuki tenía esperanza de ver algún indicio.

El día de su cumpleaños tuvo la osadía de volver a Tokyo un fin de semana, cumplió 19 años y acudió a ese lugar retirado de la ciudad que vagamente recordaba el camino. Aquel bosque con el limpio río colindando a su lado, nada había cambiado ahí, tuvo la fantasiosa idea de tener algún indicio por ahí o simplemente rememorar la entretenida velada que fue teniendo su primera vez con él. Estuvo ahí cerca de media hora, sentado y tirando un par de piedras al río por inercia, desistiendo de la idea se puso de pie yendo con el conductor que fue muy indulgente en llevarlo por capricho a ese lugar, luego de la buena compensación monetaria que le dio Izuku.

Posteriormente ese 15 de Julio le pidió al chófer llevarlo a otro sitio de Tokyo, una dirección imparcial a su destino ya que no quería entrometerlo mucho en ese delicado tema. Bajó del auto con la mochila a su espalda y avanzó por unas viejas bodegas adentrando a un sitio descuidado, rapidamente muchas presencias asomaron rodeandolo con armas como bates o varillas, Izuku permaneció sereno a pesar de estar rodeado.

—¿Te perdiste? ¿Tienes idea de dónde estas, chiquillo?

—Lo sé —respondió de manera seca sin inmutarse y llevando sus manos a los bolsillos de la chamarra sin apartar la mirada del frente donde pretendía avanzar.

—Hey espera... —uno de los sujetos entrecerró los ojos observando con cautela mientras le frenaba el paso con el bate en su torso. —Tu ya habías estado aquí antes más pequeño, ¿no?

—Es Deku, el homicida suicida —bromeó uno de los maleantes.

Izuku giró de reojo al lugar donde mencionaron ese sobrenombre.

—¿Qué droga usaste para que la policía se tragara esa versión? ¿Quién fue tu distribuidor?

—Nah, debió tener ayuda de adentro si no fue incinerado, ¿por qué no nos dices?

Las personas de bajo rango que estaban ahí como porteros empezaron a hablar entre ellos imaginando como pudo haber logrado algo así, Izuku cerró sus ojos meditabundo intentando buscar el momento apropiado para silenciarlos, pero solo soltó su deseo.

—Quiero hablar con Oboro Shirakumo.

Eso tensó al resto y molestó por la insolencia.

—¿Por qué piensas que eres tan especial como para ver directamente al jefe? —Reclamó una voz atrás de él señalandolo con su arma a la nuca.

—Es solo que no envió a nadie a hostigarme todo este tiempo, así que vine por mi cuenta a entregar una parte.

—¿Hah? —Enarcó una ceja confundido de lo dicho. —¡¿Qué mierdas dices?! ¡¿Por qué haría eso?!

Izuku giró un poco el cuello para ver al sujeto, con la mirada cansada solo negó levemente la cabeza, motivo suficiente para irritar al otro por ver ese gesto arrogante e indiferente por lo que acercó pateandolo desde la mochila para hacerlo caer boca abajo.

El peliverde quedó en el suelo considerando otra opción al alcance, pero era lo único que estaba disponible.

—Trae al señor Oboro, por favor.

—¡No te creas tan especial, estás muerto, que más da lo que te pase! —Reprochó levantando la varilla para golpearlo.

Sin embargo, el sonido de una ráfaga intervino, Izuku tensó por eso, contrayendo un poco sus manos temblorosas al suelo. El agujero humeante de un balazo estaba cerca de sus pies y la persona que iba a golpearlo.

—Estúpido, yo mantengo mi palabra, no deben hostigarlo —escupió una voz grave acercándose de las sombras. —Ese fue el acuerdo.

El hombre retrocedió levantando las manos con arrepentimiento, acababa de salir Oboro ante la notificación extraña que recibió. Al ver a Izuku en el suelo acercó a él poniendose de cuclillas para visualizarlo mejor.

—¿Qué no estabas muerto? Fuiste noticia local por varias semanas —levantó curioso un poco la cabeza del otro desde el cabello para inspeccionarle y cerciorarse que era Midoriya Izuku. —Si estás aquí solo se me ocurre que quieras otro préstamo, ¿o quieres reclutarte?

Siseó disminuyendo su mano para acariciarle el rostro.

—No, nada eso. Lamento la demora, pero traigo una gran parte por fin —respondió desde su lugar sin dar ningún movimiento ademas de su boca para responder.

Oboro parpadeó ligeramente extrañado mientras deslizaba la yema de su pulgar encima de las pecas.

—No entiendo que mierda hablas, detesto las cosas a medias así que se claro —reprochó guardando el arma en el pantalón.

Izuku enarcó una ceja confundido.

—La... la deuda de Hizashi Midoriya de hace 20 años... —tembló su respuesta por el extraño patrón que recibió, usualmente cuando llegó a ser arrastrado ahí fue amenazado y golpeado por demorar un solo día en los pagos.

Oboro miró de un lado a otro con sus lacayos y suspiró pesado.

—Tu deuda fue saldada hace un año con todo lo que faltaba, no tienes intereses —notificó palmeando los rizos de Izuku.

El menor quedó pasmado sin saber a que se refería.

—Pero yo no vine desde que Overhaul...

—Ah, sí, fue una perdida triste —dijo con sarcasmo—, era un sujeto muy responsable, no debiste hacer eso —regañó. —Pero eso ya quedó saldado con el tipo que trajo el dinero, ya sabes... era... ¿cómo se llamaba? —Preguntó al aire disperso.

—No dijo su nombre, era un sujeto de mirada roja y fría.

—Y tenía el cabello rubio.

La conmoción de Izuku fue evidente en su mirada perpleja ante Shirakumo.

—Debo creer con esa tonta mirada que sabes de quien hablamos, pues el vino el año pasado a entregar el dinero restante con instrucciones de dejar de hostigarte. Aquí tenemos nuestro propio código, así que le di mi palabra, sin embargo eso no exoneró que me desquitara un poco por lo de Overhaul.

—¿Le hizo algo...? —Balbuceó temeroso.

—Un suave disparo de despedida en el hombro —respondió con una sonrisa agradable del siniestro comentario.

—Fue tan divertido, ese idiota vino tan rudo y se fue como un perro entre las patas —declaró uno de los porteros, el resto soltó una carcajada ruidosa.

Izuku mordió sus labios, recordó el día en que cuidó al niño y Katsuki volvió con una herida suturada en el brazo por una bala.

"No tenía por qué meterse... ¡Kacchan idiota!"

Tiró el rostro a la acera molesto de recordar la excusa que le dio de supuestamente descuidarse en un arresto, todo era mucho peor que eso.

—Entonces, ¿quieres unirte, homicida suicida? —bufó Shirakumo.

—Ustedes... ¿han sabido de él? De ese rubio —reclamó Izuku boca abajo.

—Para nada, fue muy obediente en no volver a pisar mis territorios, así como nosotros en dejar de hostigarte.

Ahora entendía Izuku porque desde ese día habían dejado de acosarlo con llamadas y mensajes de amenaza de muerte.

"Que estúpido..."

Se dijo a sí mismo arrodillándose.

—Si es así, entonces no tengo nada más que hacer aquí. Le agradezco el considerarme, pero declino de su agradable oferta señor Shirakumo.

Respondió con cortesía, el líder solo resopló resignado.

—Entonces lárgate.

Ordenó poniéndose de pie, Izuku retrocedió y se levantó entendiendo donde estaba, así que fue cauteloso, hizo una reverencia y retrocedió sin apartar la mirada de Oboro, una vez en la salida por fin tuvo la dicha de dar media vuelta para irse apresurado.

Una vez que se sintió fuera de peligro consideró llamar un taxi, se sentía tan perplejo de esa noticia aún que no había procesado lo fácil que lo dejaron irse ileso.

—Kacchan vino por su cuenta aquí a mí nombre y pagó mi maldición... —gimoteó con la nauseabunda sensación de impotencia y estrechó una mano al rostro. —Otra vez... me salvó.

Nada le costaba ir a cerciorar su casa, por lo que acudió hacia el departamento de Katsuki, tocó una y otra vez la puerta pero no hubo indicios de nadie. Tomó una pequeña libreta con apuntes de la mochila y empezó a escribir con el bolígrafo que le acompañaba.

"Me acabo de enterar de lo que hiciste con mi deuda, por favor, llámame"

Escribió de forma anónima su nuevo número de teléfono abajo del papel, solo Katsuki sabría que se trataba de él si llegaba a leerlo. Separó la hoja de la libreta y se agachó para empujarla bajo la puerta. Una vez más se retiró.

Esa noche acudió a la estación de comida a donde una vez su amado lo llevó a cenar con una vestimenta incógnita, no muy diferente a la que llevaba ahora, sentó en el mismo asiento de ese KATSUDON PORK, retiró el cubrebocas y pidió dos platos medianos tradicionales.

—Debes traer demasiada hambre, te daré una ración extra de chuletas —dijo amable dejando un vaso de agua en lo que esperaba. Izuku solo restregó una suave sonrisa tímida.

Miró hacia sus lados notando otras personas acompañadas, él simplemente estaba ahí en la barra solo sin nadie en los asientos continuos. Al llegar los platos humeantes con delicioso aspecto y aroma que humedecía la boca Izuku enderezó en su lugar.

—Buen provecho joven —mencionó el cocinero rechoncho dejando un plato frente al comensal y el otro continuo.

—Gracias —respondió plácidamente, aunque una vez que el chef dio media vuelta a continuar con su trabajo la sonrisa en Izuku desapareció.

Hurgó en el bolsillo de su chaqueta sacando un trozo de tela, era aquella servilleta un poco arrugada que una vez recibió en ese lugar, la extendió debajo del plato frente a él leyendo lo que decía.

—Feliz cumpleaños... —se dijo a sí mismo con una sonrisa afligida antes de sujetar los palillos de madera, giró su cabeza a ver el otro platillo en ese asiento vacío que una vez Katsuki ocupó.

Al terminar esa celebración de cumpleaños sin compañía, la mañana siguiente volvió a Kyoto.

Con el dinero que llevaba consigo que no fue dado para la deuda tomó oportunidad de retomar otras cosas, por lo que en los siguientes meses aprovechó para terminar la secundaria superior de manera abierta y con algo del dinero podría contratar ayuda extra de algún investigador privado para ayudarle a localizar al rubio.

Encontrar a Bakugo Katsuki era su principal objetivo, lo demás no le interesaba, tenía que saber que estaba bien, si no estaba tan agobiado buscándolo también.

Ya habían sido dos años desde que dejó el apartamento de Katsuki y se mudó a Kyoto, actualmente Izuku tenía veinte años, había crecido 4 centímetros su altura teniendo aún una estatura mediana aún, su cuerpo estaba más ensanchado pero conservaba el mismo encanto de una silueta curvilínea para ese trabajo como bailarín.

Su mirada era más fría y madura, pero era por la simple situación exhaustiva de estar gran parte del día buscando un rastro de Katsuki.

La habitación ya la tenía amueblada a su gusto, encima de un escritorio tenía varios tomos de cuadernos acumulados con dibujos, imágenes, croquis y folletos pegados de locales que había visitado buscando indicios del rubio. Hoy en día conocía gran parte de la ciudad como la palma de su mano de tanto que había dado vueltas en ella.

Estaba centrado escribiendo su bitácora de búsqueda hasta que una pesada mano recargó en su hombro llamando su atención, al levantar la cabeza y girar percibió a Tenya.

—¿Eh? ¿Me tocaba la cena? —Preguntó Izuku confundido checando el calendario con horario que tenía de algunos debes con Iida en la casa.

—¡No! Pero has estado sentado todo el día aquí, tu espalda te va matar, ¿qué no vas a trabajar hoy?

—Hasta las 10, es temprano todavía —quejó mirando el reloj que marcaban las 6 pm.

—¡Entonces vamos a cenar afuera! Debes estirarte un poco —reclamó forzando al otro a ponerse de pie y arrastrarlo hacia afuera.

—¡Espera! ¡Espera Iida! —Balbuceó con sorpresa. —¿Por qué?

—¿Por qué? —Repitió —, ¿qué tiene de malo preocuparme por la condición de mi amigo? Solo trabajas, sales a las calles a buscar todo el día a ese Kacchan y te encierras a escribir tus registros de la ciudad, ¡necesitas respirar!

Tras esos dos años Iida conoció parte de la historia de Izuku y su situación actual, para ser un chico tan recto al inicio reprobó muchas cosas en el pecoso, pero luego empezó a aceptar las circunstancias apoyándolo en lo que consideraba correcto. Sabía que no había tenido una vida fácil.

Conocía la terquedad de Izuku, y como todos esos meses no se dio por vencido en buscar a Bakugo como una aguja en un pajar, simplemente no podía avanzar en la vida si no sabía cómo estaba ese sujeto.

—¿A dónde vamos...? —Preguntó confundido dejandose manipular a la salida siendo arrastrado todavía.

Iida tomó la chamarra de Izuku y la suya, posicionó a su acompañante para que se pusiera los zapatos.

—Al mejor katsudon de la ciudad, una compañera de la universidad estuvo hablando de la buena sazón que tiene, eso te animará, estoy seguro —dijo con una sonrisa confiada abrochando las agujetas de sus tenis.

—Pero no estoy desanimado —susurró Izuku extrañado. —¡Aunque la idea de cenar katsudon me gusta!

El mayor ajustó sus gafas al rostro rodando los ojos, tal vez Izuku no lo había percibido, pero ese estilo de vida enfocado en buscar lo habían vuelto bastante indiferente de lo demás, no se dedicó a hacer amistades o intentar alguna relación todo ese tiempo, estaba estancado en querer encontrar a Katsuki.

Al ajustar sus zapatos rojos Izuku levantó y ladeó a tomar la mochila que colgaba en el perchero de la entrada, en uno de los cordones de ésta colgaba como llavero aquella pulsera plateada que siempre paseaba consigo a todas partes como un amuleto de buena suerte.

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Era una tarde lluviosa cuando Katsuki bajo del avión que le había llevado a la deslumbrante ciudad de Kyoto.

Sus pies caminaron arrastrándo su maleta por las húmedas calles, era un hambiente distinto a Tokio, incluso el aroma era diferente. No llevaba paraguas pero no le importaba mojarse, camino sin rumbo por las calles céntricas de la ciudad, pensándo hacia donde ir o que hacer a partir de ese momento.

No tenía un plan consolidado, tan solo había llegado al aeropuerto y pedido un boleto para el vuelo que estuviese más próximo a salir. No era normal en el no tener un plan o pensar bien antes de hacer algo sin embargo ya no le importaba lo que pudiese ocurrir con su vida. Katsuki pensaba que tras todo lo que había vivido en los últimos meses ya no habría forma de que pudiera tocar aún más abajo.

Suspiro deteniéndose afuera de lo que parecía ser un restaurante de ramen, su estómago rugio. No había comido nada desde la mañana y la comida de avión no era buena.

Entró con calma ocupando una de las mesas del fondo, el lugar tenía una decoración tradicional y conservadora, una chica de cabello blanco con pequeños mechones rojos llegó para atenderlo y entregarle la carta.

—Bienvenido a Todoroki's Spicy, la especialidad de la casa es el ramen picante servido con carne de cerdo y una ración de hongo y alga —

Katsuki alzo una ceja al oír el nombre del lugar, le sonaba familiar de alguna parte.

Dirigió la mirada a la carta leyendo que efectivamente la mayoría de las cosas en el menú eran ramens de distintos sabores e ingredientes, solo había un pequeño apartado donde indicaba un plato distinto, soba y taiyakis salados.

—Pedire la especialidad de la casa, gracias — indico y la chica asintió con una sonrisa tomando de regreso la carta.

—En un momento le traigo su orden —

Dijo la chica para retirarse.

Katsuki suspiro recargado su rostro contra la mano y observo por la ventana, la lluvia seguía cayendo con suavidad y armonía a diferencia de la lluvia áspera y pesada de Tokio. Sin poder evitarlo recordó aquella tarde en qué peleó bajo la lluvia con Izuku en aquel lote baldío. Una sonrisa caída se le dibujo en el rostro.

—Me pregunto... Si estarás bien —

Murmuró a la nada cuando el sonido de la puerta se hizo presente con la campanita que golpeaba en lo alto al abrirse. Desvió la mirada notando a un joven que le parecía familiar. Afilo la mirada tratando de recordar.

El joven camino directo hacia la caja entrando hacia donde estaba la chica, lo que quería decir que trabajaba ahí también.

Katsuki se llevó la mano al mentón tratando de recordar hasta que de pronto su memoria hizo click.

—Mitad y mitad... — murmuró volteando hacia el joven, no había duda era su viejo compañero de la preparatoria. El joven le volteo a ver también al sentir la intensa mirada roja clavada sobre el y entonces alzo las cejas dibujando una sonrisa suave al reconocerlo también.

El chico se acercó hasta el rubio y saludo con una venia.

—¡Bakugo! Casi no te reconozco, creciste mucho, no te veía desde la graduación —

Saludos el chico recogiendo su cabello detrás de su oreja, un curioso tono rojo de un lado y plata del otro. Katsuki asintió devolviéndole la venia.

—Es bueno verte Shoto, tu estas igual, sigues teniendo esa estúpida cara de idiota que me dan ganas de golpear —

Bromeo encogiéndose de hombros. Shoto río y negó con la cabeza,notando la maleta del rubio colocada en el asiento doble al lado de el. Alzo una ceja curioso.

—¿Que haces aquí en Kyoto?, ¿Estás de vacaciones? — cuestiono sentandose a la mesa con él.

Katsuki suspiro y negó.

—Me mudare aqui, ¿Hay algún buen hotel que recomiendes? — respondió desestimando como si no fuera algo importante pero el bicolor alzo una ceja.

—¿Que no eras policía en Tokio? Tenías un puesto muy bueno ¿que ocurrió? Mi padre me contaba que te veía incluso en las noticias cuando habían arrestos importantes —

Contó el chico y Katsuki dibujo una sonrisa ladina sin mostrar los dientes. Desvió la mirada hacia la ventana.

—Decidi dejarlo. El motivo no es de tu incumbencia — respondió un poco tajante Shoto parpadeo un par de veces y cruzó de brazos. Sabía que Katsuki no era muy abierto a hablar de su vida o sus problemas. Lo recordaba siempre serio, gruñón e indiferente en la preparatoria. Algunas cosas parecían no cambiar con el tiempo.

— Bueno... El hotel UA está cerca de aquí, he leído buenas reseñas. También si no tienes algún lado a dónde ir podrías quedarte conmigo mientras encuentras un buen lugar — índigo el chico con su mirada clavada en el rubio. Tenía un heterocromia volviéndolo atractivo a la vista de las chicas.

—¡¿AH?! Vivir contigo, ni loco. — Gruño negando con la cabeza y Shoto solo suspiro.

—¿Estás seguro? Vivo en una casa compartida con otro amigo, hay una habitación extra, estoy seguro que estaría de acuerdo —

Ofreció con amabilidad y Katsuki se mordió la mejilla interna, era una oferta tentadora más por el hecho de que al menos estaría con alguien conocido que podría orientarlo si necesitaba alguna indicación en la ciudad. Chasqueo la lengua y suspiro algo avergonzado. Debía dejar su orgullo de lado al menos por ese momento, no podía darse el lujo de rechazar una ayuda como esa.

— Bien... Entonces iré, voy a conseguir empleo rápido para no ser una maldita carga — índico regañadientes con un leve puchero. Shoto río suavemente por la rabieta del rubio. Definitivamente había cosas que no cambiaban.

—Entonces, espérame, haré el recorte de caja y nos vamos — indico el bicolor y Katsuki abrió sus ojos con amplitud.

"Eso era... El restaurante se llama Todoroki's por eso me sonaba familiar"

—¿El restaurante es tuyo? — cuestionó sorprendido pero el chico negó.

—Es de mi padre pero el está en Tokio, yo estoy a cargo de la administración y mi hermana es quien atiende, mi hermano mayor es el cocinero —

Indico el chico mientras su hermana llegaba con el gran plato de ramen picante.

Katsuki asintió a las indicaciones del bicolor que le indico comiera con calma Mientras el hacia el recorte de caja.

Después de ello viajaron en el auto del bicolor hacia la que sería su nueva casa por el momento. Al llegar se dio cuenta que era una casa al estilo tradicional, bastante grande que pertenecía a la familia del bicolor. Eran una familia bien acomodada.

Su otro compañero de casa era un chico alto incluso más que él, corpulento, rubio con ojos azul oscuro, de nombre Mirio.

Era muy positivo y alegre todo el tiempo, mucho para su gusto y paciencia provocándole brotar una vena de su frente a cada rato.

Shoto le había brindado un empleo temporal en el restaurante de su padre como lavaplatos y ayudante de mesero.

No tenía experiencia en otros empleos más que en el de policía y para nada quería volver a ese ámbito pues sabía que sería aún más difícil dejar atras todo si a diario recordaba su vida como policia.

Con el tiempo empezó a acoplarse a esa nueva vida, a sus nuevos compañeros que al principio fue difícil pues estaba tan acostumbrado a vivir solo y tener una privacidad total. La única persona con la que pudo vivir sin problemas fue con Izuku.

Habían pasado 5 meses desde que el rubio había llegado a Kyoto, tratando de dejar atrás su antigua vida con la nueva meta de intentar olvidar al pecoso y que no lograba hacerlo de forma adecuada. Pasaban algunos días en que no lo pensaba pero habían otros en que era lo único que tenía en la mente. Por más que quería le era imposible. Había marcado tanto su vida y su corazón que no era capaz de borrarlo por completo de su vida y aunque no había conservado nada de él, los recuerdos estaban bien arraigados en lo profundo de su alma.

En casa el ambiente era relajado,todos tenían sus propios horarios y espacios.

Katsuki no solía hablarles mucho pese a que Mirio solía hablarle todo el tiempo sin importarle si Katsuki le hablaba o no.

Una tarde mientras Shoto le platicaba a Mirio sobre una linda chica que se negaba a salir con él, el ojiazul comenzó a darle palmadas en la espalda al joven despechado.

— Tranquilo, al menos no te ha pasado como a mi, hace casi un año cuando gane el viaje pagado a Tokio en mi trabajo por ser el mejor vendedor, un viejo amigo me invitó a una fiesta, estuvo de locos. Conocí a una hermosa chica, era perfecta —

Comenzo a contar Mirio sonriendo con nostalgia, Todoroki le miró con sus ojos algo llorosos preguntándole que más había ocurrido. Katsuki solo estaba sentado fumando un cigarro en una mano y con la otra sostenía una cerveza.

— Bueno... Me enamore de ella en tan solo minutos y esa noche lo hicimos como animales —

Explicó el ojiazul y Katsuki solo resoplo, inconscientemente esas palabras le hicieron recordar a Izuku y todos esos momentos en que lo acariciaba y lo hacía suyo en la cama, sin querer una sonrisa se le escapó.

—¿Por qué no te quedaste con ella? —

Pregunto Todoroki y Mirio negó con un rostro entristecido apretando su lata de cerveza.

— Ella me dijo que su familia no toleraba a los "fracasados" y que sería imposible que estuviéramos juntos, no tuvimos protección estábamos muy ebrios y al día siguiente la busque pero me mandó al diablo — hizo una pausa para beber un trago de su cerveza.

— Me dijo que ya había hecho un plan, que habia drogado a un chico que le gustaba en otra fiesta para hacerle creer que se habían acostado y que si tenía un bebé hacer creer que sería suyo.. Nunca supe su nombre, después de eso, no quise saber mas de ella —

Katsuki escucho todo con detalle y no evitó pensar en Camie, todo parecía sonarle muy familiar, la fiesta, el embarazo y el hecho de que el jamás tuvo un recuerdo de haberse acostado con ella, además de que el pequeño Katsuma tenía ojos azules muy parecidos a los de Mirio, entonces la duda le invadió, pero fue Shoto quien le ganó la palabra y le preguntó el nombre de la chica, cuando Mirio respondió, Katsuki abrió sus ojos amplios, desvío la mirada y sonrió de lado.

 "Lo sabía... Esa maldita... Mintió desde un principio"

Pensó el rubio, aunque ciertamente ya no le importaba, ni había nada que pudiera hacer tras haber sido demandado por ella por quedarse con la custodia total del bebé al considerarse inestable mentalmente para cuidar del pequeño y aunque el quiso seguirle dando dinero para el niño ella se había negado, parecía ser que había encontrado a otro idiota millonario que fácilmente le daría una buena vida a ella y al bebé.

Ambos chicos miraron a Katsuki notando su reacción y le preguntaron si el tambien había tenido alguna experiencia con el amor y el rubio sólo desvío la mirada.

—No les importa y si lo tuve jamás les contaría a ustedes dos idiotas. —

Les respondió tajantemente y Mirio hizo un puchero, Shoto solo se encogió de hombros. Ya estaban acostumbrados al mal carácter del rubio y su poca tolerancia para hablar de si mismo.

Katsuki miro a la nada con un rostro inexpresivo, rememorando sus momentos con Izuku una ves más mientras los otros seguían platicando, ya ni siquiera había prestado atención al resto de la conversación.

En muchas ocaciones quizo contactarlo pero se arrepentía cuando recordaba aquella frase que le dijo esa tarde por el teléfono. "Haz tu vida, no me busques mas, no volveras a saber de mi".

Esa frase que tanto le calaba y le dolía, pero debía respetarla al final de cuentas entendió que esa era la voluntad de Izuku y aunque aún mantenía los remanentes de su fase de negación e ira poco a poco comenzaba a aceptar esa dura realidad en la que debía hacerse a la idea de que Izuku había salido de su vida quedando solo como un bonito y doloroso recuerdo. Ahora era su turno de tratar de sanar mentalmente y era por ello que se había alejado de todos y de todo. Ni siquiera había contactado a Kirishima o Denki, no estaba listo para enfrentarlos tampoco.

El tiempo paso lentamente, Katsuki se volvió más inexpresivo aún. Su rutina era la de levantarse ir al restaurante y trabajar hasta el atardecer cuando el reloj marcaba las 7 llegaba su hora de salida y Shoto quien acudía a hacer el recorte media hora antes siempre lo esperaba afuera para ir a casa juntos y evitarle a Katsuki tener que gastar en algún transporte.

Cuando paso un año, Katsuki subió de puesto a ayudante de cocina pues tanto Shoto como su hermano notaron sus habilidades culinarias una tarde en que estaban saturados y las órdenes tardaban en salir al ser solo un cocinero. Katsuki se había ofrecido a ayudar a preparar las órdenes sorprendiendoles la velocidad y gran sazón que tenía.

Después de ese día el restaurante tuvo mucha más fama comenzando a agregar algunos platillos mas al menu como el Katsudon y soba picante.

Al poco tiempo se corrió la voz de ser uno de los mejores restaurantes de la zona.

Cocinar lo distraía, en ocaciones se agachaba un poco para mirar por la división de la cocina y la caja registradora. Espacio diseñado para que los clientes pudieran ver parte de la preparacion de los alimentos.

Varias chicas ya habían tomado un vicio por ir a ese lugar solo para verlo cocinar, pues siempre usaba una camisa de botones con las mangas subidas hasta arriba del bicep, y el delantal negro con el logo del restaurante así como una red negra en la cabeza.

Todas le llamaban "el cocinero más guapo de Kyoto" aunque Katsuki ciertamente no le importaba, incluso había recibido cartas y muchas de ellas le pedían una cita pero el rubio simplemente se negaba. Incluso a veces ni siquiera leía las dichosas cartas.

Nadie sabía nada de Katsuki pues él jamás hablaba de su vida o su pasado. Así que para todos era un gran misterio.

Cuando llegó el mes de julio Katsuki pidió con anticipación tener libre el día 15, había planeado con anticipación hacer un viaje a Tokio con la intensión de visitar aquel bosque en el que paso el cumpleaños de Izuku en su compañía.

¿Cuál era el motivo?. Ni el mismo sabía, se sentía tan desolado,sin rumbo y sin algo claro. Pese a haber pasado ya un año no había logrado olvidar en lo absoluto a ese muchacho. Mucho menos sacarlo de su corazón. Pensaba que si quizá acudia a ese lugar en busca de resiliencia podría obtener una respuesta a su incógnita.

Un monstruo silencioso había crecido dentro de el. Una bomba de tiempo que retrocedía con rapidez. Katsuki no encontraba el sentido de su nueva vida, se sentía robotizado, vacío e incompleto.

Si continuaba así, iba a tocar fondo, el orgullo y la vergüenza de que lo considerarán débil e inferior lo atormentaba impidiendo buscar ayuda.

Acudio ese día a la zona boscosa a dónde había llevado al pecoso. Todo estaba tal cual como recordaba, nada había cambiado. Los árboles, las rocas, el agua.

Camino haciendo crujir las suelas de sus botas contra las ramas y la arena. Inhaló el fresco aroma y cerro los ojos. Se acercó a la orilla del río y se quedó parado un buen rato observando el entorno.

Las voz de Izuku llego a su mente como ecos que taladraron su cabeza.

"Gracias por existir, por estar para mi, por tu obstinación, por tu orgullo , por ese modo en que eres, por todo Kacchan, te amo "

Abrió sus ojos recordando esas palabras, miro hacia atras y río alto al recordar como aquel malvavisco había sido quemado alarmando al menor. Luego su sonrisa borro al recordar la apasionada noche bajo las estrellas en la tienda de campaña.

Bajo la mirada suspirando, ese lugar era la única cosa que tenía al alcancé para recordarlo así de palpable. Ni siquiera tenía una foto de él.

No duró mucho tiempo en ese lugar, cuando miro un auto acercar cerca decidió retirarse para no molestar y regreso al auto rentado que había pedido para ese día.

Dos años pasaron desde que llegó a Kyoto, su mente cada vez decaia más en aquella muerte silenciosa que cobraba más fuerza conforme los días pasaban. Sufriendo un dolor invisible que pedía gritando en silencio darle fin a esa sensación de vacio.

Se miraba al espejo y no se reconocía. Ya no le creía a nadie, ya estaba cansado, el dolor que sentía se había hecho insoportable.

"La paz nunca llega... Solo es un mito"

Pensaba ese día mientras se levantaba con esfuerzo de la cama sin ganas ni motivos. Se despertaba y solo quería regresar al pasado. Estaba hundido pero sabía que nadie era capaz de ayudarlo en ese punto.

Nada lo ilusionaba. Sin sueños ni aliento.

¿Que había sido de aquel hombre insaciable y valiente?. La gente lo había roto pretendiendo arreglarlo con un simple lo siento.

Esa tarde en el restaurante había ligeramente más personas de lo usual, por lo que las comandas no dejaban de llegar por la ventanilla, supuso que se debía por el tan afamado día de San Valentín, muchas parejas y amigos habían acudido ese día a comer ahí y eso explicaba el por qué tantas cartas molestas enviadas a él de parte de las chicas que le admiraban, ya era casi su hora de salida, faltaba un par de horas, cuando la mesera llegó con una nueva comanda

— Nuevo pedido, un Katsudon con hongo extra y un ramen de pollo tempura —

Dijo la chica y Katsuki suspiro tomando el papel con la orden, cansado se acercó a la mesa para comenzar a cocinar. Era inusual que se pidiera Katsudon a diferencia de Tokio donde se consumia más.

—¿Qué clase de idiota pide hongo extra? —

Murmuró gruñendo acercándose al refrigerador para sacar las verduras y comenzar a cortarlas. Recordó de pronto que cuando cocinaba katsudon en casa con Izuku este siempre le pedía hongo extra.

Una leve sonrisa se le escapó e imagino que preparaba ese platillo para Izuku. Siempre que le pedían Katsudon lo preparaba con esa intención replicando el mismo sazon que usaba en casa.

Era una pequeña manera de escapar a su realidad.

Lo coloco sobre la charola junto al vaso de agua con algunos hielos y luego tocó la campanilla, la chica rápido llegó y tomó la orden para llevarla al cliente.

Por un momento el rubio quiso asomarse por la ventana para ver quién era la persona que había pedido tal cosa, pero justo cuando estuvo apuntó se inclinarse su compañero de cocina le llamó, haciendo que volviera nuevamente.

—¿ Que quieres?—

Pregunto frio, su compañero necesitaba ayuda para limpiar los platos así que comenzó a ayudarle resignado.

Pasaron las dos largas horas y el momento de cerrar llegó había sido un día muy ocupado y estaba exhausto. Lo único que quería era ir a casa y tomar un baño caliente.

La mesera estaba limpiando las mesas y el suelo cuando gritó emocionada.

El restaurante estaba ya cerrado y vacío a excepción de el y la hermana de shoto.

—Que lindo... ¿Se le habrá caído a algun cliente? La pondré en la recepción por si vuelven por ella parece valiosa. —

Índico la chica y el rubio salió de la cocina quitándose el delantal dejándolo colgado en su lugar. Se acercó con una ceja en alto notando que la chica tenía en mano un brazalete idéntico al que le había regalado a Izuku.

Su pecho pálpito con rapidez y clavo la mirada en ella rememorando todo en su cabeza. Negó levemente y aparto a la chica. Quizá solo era una coincidencia, después de todo la mujer que se la había vendido tenía muchas más iguales.

Era imposible que fuera de Izuku. Simplemente no era posible.

Con ese pensamiento tomó su chaqueta luego de dejar el delantal en su lugar junto a la red para el cabello y se puso la chaqueta subiéndose la capucha.

—Como sea yo me largo... Nos vemos mañana. —

Dijo el rubio mientras salía de la cocina, la chica se quedo ingenua por la actitud del rubio pero no les sorprendió del todo, el solía ser así, dejar sus cosas terminadas e irse sin decir nada.

Al día siguiente fue la misma rutina, afortunadamente hubo menos clientes

Cuando la hora de cerrar llegó. El restaurante estaba casi vacío a excepción de una persona.

— Es extraño hace rato que terminó su comida pero no se va, ya le pregunté si desea algo más pero no quiere nada, parece como si estuviera esperando a alguien, el era el dueño de la pulsera bonita de anoche —

Decía la mesera recargada por la ventana y Katsuki y su compañero solo suspiraron.

— Tendrás que decirle que se vaya... Ya es hora se cerrar. Nosotros también tenemos una vida —

Dijo el otro cocinero y la chica solo apretó los labios mirando en dirección al jovencito a solas en una de las mesas.

— Es tan lindo.. Su carita es hermosa y no puedo solo correrlo. ¿Que hago? —

Decía la chica y el otro chico solo le insistia en que fuera y le dijera que debía irse ya.

Katsuki mientras tanto terminó de limpiar su área y como siempre dejo su delantal tomando está vez una chaqueta larga y un gorro de tela que acomodo sobre su cabello rubio.

—Yo me voy... Nos vemos mañana. Encarguense de ese idiota que no quiere irse —

Dijo el rubio mientras salía de la cocina colocándose los audífonos que solía usar cuando terminaba el turno.

—¡Espera! Dale este regalo a shoto porfavor, lo envío papá está mañana —

Le índigo la chica y el rubio regreso a tomar de mala gana la cajita con un llamativo moño rojo.

—¿Tengo cara de mensajero o que ? Maldición —

Gruño caminando a zancqdas. La chica suspiro y entonces se fue hacia donde el peliverde.

— Disculpa...Ya vamos a cerrar, así que agradecería que fueras tan amable de salir —

Le dijo al pecoso, justo en ese momento Katsuki salió de la cocina caminando rumbo a la puerta de entrada por un par de pasillos a distancia de la chica y el pecoso.

Katsuki tenía la mirada fija al frente, no volteo en ningún momento hacía otro lugar que no fuera hacia adelante y giró la manija de la puerta para salir por ella con toda tranquilidad.

Al salir pudo notar como estaba lloviendo, Shoto estaba esperándole como siempre a unos metros de la entrada con un paraguas.

—Escogiste el mejor día para dejar el auto a unas cuadras idiota, al menos será el último día que vendrás por mi. Mañana tendré mi maldita motocicleta —

Murmuró negando con la cabeza y con el ceño fruncido para enronces solo meter la mano a los bolsillos de la chaqueta. Shoto río bajito y se apego a el para cubrirlo con el paraguas.

—Si que eres un gruñón — le dijo picándole la mejilla con su dedo índice para molestarlo. El rubio le apartó la mano de un manotazo y suspiro entregándole el regalo en el pecho.

—Lo manda tu padre ahora vamonos —

Le dijo al bicolor que sonrió y asintió para luego comenzar a caminar Juntos.

Justo en ese momento la playlist reprodujo una pista bastante conocida para el y que de inmediato le hizo sentir un ligero golpeteo doloroso en su pecho.

"pain & pleasure"

La canción que el pecoso le había bailado por primera vez a solas.

Suspiro negando levemente, no había día o noche que no pensará en ese niño.

Shoto de pronto se aferró a su brazo haciendo que el rubio alzara una ceja .

—¿Que mierda haces? Aléjate —

Advirtió molesto pero el bicolor nego aferrando con más fuerza .

—Aguabta... Mis zapatos son nuevos y el suelo está resbaladizo me da miedo caerme te soltaré en cuanto lleguemos al auto —

Explico el bicolor y el rubio puso los ojos en blanco tirando un suspiro profundo tratándo de alejarlo sin mucho éxito.

— Eres muy molesto encargate de ti solo—

Le respondió y el chico hizo un puchero más no soltó al mayor si no que siguieron caminando bajo el paraguas transparente.

Katsuki solo rodo los ojos y negó

—Enserio que eres molesto.—

Le dijo más no lo obligó a dejarlo pues hasta cierto punto en ese momento le convenía.

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