Departamento III
Poner a prueba a Izuku tal ves no había sido la mejor idea de todas, pues la siguiente acción qué el chico tomará le daba miedo. Sabia que el arma ya no tenia balas y por ese motivo se la había dado, de lo contrario ni loco se la hubiera dado pues sabia que Izuku estaba por lo más inestable al igual que él. Ambos se encontraban en un limbo difícil de describir en el qué tardarían en salir.
Katsuki miraba fijamente a Izuku, expectante de la decisión que tomaría y solo escuchaba los gimoteos ajenos en el lúgubre silencio de la habitación.
—No me iré, hazlo frente a mi ¿ya qué más da no? — Respondió acido a sus palabras.
Era obvio que no sería capaz de soportar ver una escena así pero sabia que no había peligro con el arma descargada era la mera acción de accionarla lo que le iba a afectar si eso ocurría. Confiaba en que el chico no tendría el valor para hacerlo, había tratado con suicidas y su determinación era muy distinta.
A lo largo de su carrera había tratado con víctimas qué llevaban cargando severos traumas, Izuku era uno de ellos pero jamás tuvo el tacto dulce de un psicólogo o la amabilidad de un consejero. Al contrario. Katsuki no sabia como ser amable en esas situaciones y al tratarse de Izuku todo lo complicaba pues el cariño que sentía por el le hacía actuar de manera que ni el mismo entendía. Se contradecía y se volvía más blando. No soportaba verlo llorar pero tenia que hacerle entender que lo que hacía no era la mejor solución a sus problemas.
La insistencia a salir de la habitación fue ignorada de su parte y en cambio solo se quedo quiero en silencio en su lugar sintiendo el pulso acelerar al ver la pistola encañonando la sien del menor. Katsuki apretó los labios y bajo la mirada de forma automática cerrando los ojos en espera del sonido del gatillo.
Sin embargo eso no ocurrió y a cambio solo escucho las palabras tortuosas de Izuku indicarle qué si estaba ahí se volvía un cobarde. Alzó la mirada para verlo caer desplomado al suelo en medio de llantos y agonía. El arma quedo sola sobre la cama.
En ese momento Katsuki sintió suspirar de alivio pero seguía sintiéndose entristecido por lo complicado qué se había vuelto la situación entre ambos y la cual no sabia exactamente como solucionar.
Suspiro rendido, quizá era momento de tan solo dejar qué todo pasará, escucho las preguntas de Izuku, cuestionando el por que lo amaba, por que no lo dejaba ir junto a un montón de autodesprecios qué hacían qué el pecho de Katsuki se oprimiera, abrió la boca sin decir nada pues las palabras correctas no llegaron. Mi el mismo sabia exactamente por que lo amaba tanto. Tan simple como algo que ocurrió de forma tan natural qué no tenia una razón o motivo especifico.
—¿y que si cargas con pecados? No me importa lo que hayas hecho, no me importa tu maldito pasado y ya te lo he dicho. Deja de vivir en el pasado Izuku. — Formuló sus palabras con cuidado de no ser demasiado tajante. No esperaba ayudarlo o hacerlo entender a la primera. Muchas veces le había mencionado lo mucho que lo quería y aun así ahí estaba apunto de quitarse la vida y dándose por vencido. Las palabras tal vez no servían en Izuku pero si las acciones.
Las palabras seguían saliendo de la boca ajena expresando lo mucho que le dolía el simple hecho de seguir con vida, Katsuki no era del todo capaz de entenderlo aunque quería hacerlo, había sentido la depresión años atrás, incluso antes de conocer a Izuku así que sabia lo que era sentirse hundido y sin la más mimima intención de levantarse al día siguiente. Pero Izuku estaba a otro nivel qué no podía comprender.
—¿No tener nada en esta vida?... Me tienes a mi. ¿Qué es lo que necesitas para ser feliz? No te entiendo — murmuro negando con la cabeza.
Ambos habían dicho cosas hirientes llevados por las emociones del momento. Se habían lastimado mutuamente. Katsuki quería abrazarlo pero algo lo detenía, la sensación de que sería nuevamente atacado, el miedo de volver a ser rechazado. Apretó sus manos temblando pero finalmente se inclino sobre sus rodillas para estar un poco más acorde a la altura de Izuku, dejando un espacio entre ambos pues era impredecible lo que el menor pudiese hacer si lo tocaba.
—No me iré a ningún lado y menos dejándote así, deja de rechazarme — afirmó con seriedad apretando sus puños sobre sus muslos.
— ¿Crees que me importa lo que la sociedad diga?, eso me importa una mierda, tampoco me interesa tu pasado o lo que hiciste en él, ya planeaba separarme de Camie mucho antes de conocerte. —
Explico aun con seriedad pero sin ser frio, el qué Izuku se hubiese relajado en automático también le hizo bajar la furia qué había sentido dándose cuenta del daño que ambos se habían hecho el uno al otro.
—Soy un puto gruñón y un terco de mierda ya deberías de haberte dado cuenta de eso, te amo por muchos motivos Izuku, amo tu estúpida cara, la forma en que sonríes, la manera en que me besas y me mimas, tu voz, tu cuerpo, tu nobleza y tu maldita actitud tímida e insegura, amo qué me aceptaras sin saber nada de mi, que confiaras en mis promesas, amo todo de ti! ¡No se como dejartelo más claro! Maldita sea... —
Suspiro desviando la mirada al arma y a la habitación, para su fortuna nadie había ido a tocar su puerta por el escándalo además del disparo. Sus vecinos ya sabían que era policía y probablemente por ello no les pareció extraño escuchar una detonación. Esperaba que no fuesen a llamarle la atención por ello después.
Regreso la mirada a Izuku qué no era capaz de verlo y seguía hecho un ovillo en el suelo. Katsuki ya no soportaba más verlo de esa manera y apesar del miedo por ser rechazado lo tomo de los hombros tratando de hacerle incorporar un poco recibiendo forcejeos, Izuku estaba bloqueado.
—¡Basta ya! ¡Solo mírame y escuchame! — le grito entre los forcejeos esquivando los manotazos qué eran mucho más débiles qué los primeros y como pudo logro ponerlo de pie entre sus brazos pese a que el otro quería liberarse.
Si decir nada lo abrazo con mucha fuerza pegandole el rostro a su pecho, aguantando hasta que de a poco los forcejeos terminaron cediendo solo a un leve quejido entre gimoteos y medito bien las palabras que diría.
—No tengo idea de como debes sentirte, jamás he pasado por lo que tu has vivido pero no debes rendirte, se que si te das otra oportunidad saldremos juntos de esto y sabes que soy terco... No voy a dejarte solo de nuevo —
Dijo con calma en una voz rasposa como solía ser siempre.
—Si.. También soy un jodido egoísta por que no pienso dejarte ir, no puedo imaginarme viviendo sin ti así qué no voy a soltarte y me importa un carajo lo que opines de mi ahora— Expreso con desánimo pues realmente ya no sabia si las cosas con el pecoso podrían salir bien, estaba tan mal que temia dejarlo solo incluso por un segundo.
"Si yo no estoy cerca podría ser capaz de hacerse daño de nuevo... O peor aún"
Pensó con tristeza sintiendo como de pronto el menor dejo caer todo su peso encima. Alejo un poco su cabeza para verlo pero parecía que se había desmayado.
—Izuku... Oye.— le llamó preocupado pero no tuvo reacción o respuesta de su parte. Se inclino para tomarlo mejor de los costados y cargarlo serciorandose de que se había desmayado y lo cargo en brazos sintiendo el cuerpo flojo del otro y lo acomodo en la cama para después despejarle la cara de los rulos verdes con una mano.
—Fueron demasiadas emociones para ti ¿no? — murmuro con una leve sonrisa caída y le cobijo con el cobertor.
Tomo el arma a la orilla de la cama y la coloco en su cinturón en la espalda. Se acero al closet en donde tomo la mochila el pecoso y saco la vieja arma de su abuelo, salio de la habitación y entro a su estudio para dejarlas bajo llave en el baul y luego cerrar de nuevo con llave la puerta del estudio. No podía darse el lujo de dejarle a la mano a Izuku algún objeto con el que pudiese dañarse. Bajo a la cocina escondiendo también el juego de cuchillos. Se le había quedado un ligero trauma de no saber que podría pasar si no estaba cerca para vigilarlo.
Sacó su movil y llamo a Camie esperando con impaciencia a que respondiera, cuando escucho si voz Katsuki apretó los labios y gruñó furioso
—No se que mierda le dijiste, te lo advierto dejalo tranquilo y no lo metas en nuestros problemas, si vuelvo a saber que le dices algo que lo lastime, dejaras de recibir mi dinero y tramitare una custodia total a mi favor, he sido paciente pero ya no pienso tolerar tus estupideces —
Escupió cortante y Camie parecía haber captado bien el mensaje al decirle que estaba bien y colgar enseguida. El rubio suspiro esperando que en verdad así fuera.
Subió de nuevo a la habitación y decidió tomar asentó en la silla del escritorio y sentarse a su lado. Definitivamente no podría dejarlo solo en los siguientes días. Incluso pensó en llamar a un terapeuta privado para que viniera a revisarlo.
Se inclino recargando sus brazos en la orilla del colchón y encima su cabeza y fue hasta ese momento qué resintió todo lo ocurrido. Se sentía impotente de no poder hacer nada, de darlo todo y sompelente no ser correspondido, de no poder hacer feliz a alguien que quería por primera vez.
"Joder... ¿Por que es tan difícil hacerlo sonreir?."
Pensó apretando la mandíbula y los ojos sintiendo qué estos ardían. Negó con la cabeza sonriendo y soltando un par de carcajadas suaves.
"¿Cuando me volví tan blando?... Él es la única razón por la qué lloraría o sonreiria. Me enciende y me apaga como un jodido interruptor y nisiqiera se da cuenta de eso"
Pensó alzando la vista mirando el rostro de Izuku qué por fin parecía verse en paz en medio de una profunda inconsciencia.
Tomo su movil y envío un mensaje de texto a su jefe Aizawa.
"Surgio una emergencia personal, no podre asistir mañana al trabajo, pero mantengame informado del caso. Lo veré pasado mañana".
No le importaba faltar a su empleo con tal de quedarse con Izuku, sabia que no podía dejarlo solo en un momento tan difícil como ese. Necesitaba de su compañía y si eso era capaz de apaciguar un poco a sus demonios entonces entonces lo haría, se quedaría con el todo el día incluso.
Suspiro y miró se nuevo al chico.Se había percatado de que solo fuese un desmayo y no otra cosa como un paro cardíaco. Aun así estaba preocupado. Noto que las vendas en sus brazos se habían movido de lugar y la heridas estaban sangrando ligeramente de nuevo y aprovecho para ir al baño y tomar un paquete nuevo de vendas y el antiséptico. Con cuidado retiro el vendaje arruinado dejándolo en el piso y limpio las heridas con el anticeptico para ponerle el nuevo vendaje. Dejandolo como nuevo. Retiro el parche de su ojo y le puso un poco de pomada antiinflamatoria con cuidado al rededor. Dejandolo al aire libre para que secara.
No se movería de ese lugar hasta que despertara y así lo cumplió, se quedó toda la noche en esa silla recargando sus brazos y rostro en aquel colchón justo a la altura del torso de Izuku. Incluso se había quedado dormido también por un momento al no aguabtar el cansancio físico y mental de ese día.
Cuando sus ojos abrieron fue debido al movimiento del colchón qué le hizo saber que Izuku ya estaba despertando. Rápido se incorporó y se puso de pie acercándose con un semblante serio pero preocupado.
—¿Como te sientes? — cuestionó con suavidad intercambiando una mirada con la Esmeralda qué denotaba arrepentimiento en ambos. Katsuki dibujo una sonrisa dolida en silencio y se acercó para juntar sus frente con la ajena.
—Perdoname... No volveré a gritarte, pero porfavor no vuelvas a hacer una locura como la que estabas pensando hacer ayer... Estaba.. Muy preocupado, incluso ahora.. Tengo aun más miedo de perderte— su voz se rompió en lo último, cerrando sus ojos. Ahora que ya podía pensar con la cabeza fría se había dedicado a tratar de tener un poco más de tacto con la situación.
—Busquemos ayuda... Puedo llamar a un terapeuta para qué te atienda. Pero dejame estar contigo — Hablo tomando sus manos
Era difícil de asimilar pero Katsuki pensó que Izuku no lo necesitaba a el si no a alguien más profesional en en ámbito para ayudarlo. La pregunta era si a Izuku le gustaba la idea o no. Pues katsuki supuso qué todos sus esfuerzos por ayudarlo y demostrarle qué lo quería iban a ser en vano.
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Tirando en el suelo encogido en su propia miseria continuaba recargando su rostro al suelo con un dolor el pecho que le hizo apretarse a sí mismo como un refugio de cualquier cosa externa.
Entendía perfectamente lo patético que debía verse, la debilidad e inutilidad que abrumaba su cabeza, ni siquiera tuvo el valor para quitarse la vida como pretendía. El llanto silencioso le permitió escuchar lo que mencionó Katsuki, cuando dijo que no se iría a ningún lado dejándolo así se avergonzó de la dependencia que estaba fomentando hacía él.
Katsuki quería dejar todo en el olvido, cualquier antecedente que hubiera sufrido, era cosa del pasado e insistía que no le tomara relevancia, pues a él no le interesaba lo que fue alguna vez. Izuku abrió despacio sus ojos con cansancio de tanto llorar sin esperar ver nada al estar cohibido en esa posición defensiva.
"¿Por qué yo no puedo hacer algo como eso? Dejar de aferrarme a mis errores y querer avanzar"
La declaración que le daba con decenas de motivos de por qué lo amaba le hicieron respingar, levantó un poco la cabeza mirando de reojo a Katsuki que estaba evitativo de verlo diciendo todo eso, pronto retomó a su sitio seguro bajando de nuevo la cabeza.
Escuchó los ruidos de los pasos de Katsuki acercar consigo y abruptamente fue tomado de los hombros de manera áspera poniéndolo de pie. Izuku tembló por la idea que se formuló en su cabeza de ser tratado con violencia ante la rigidez estoica y bruta que desconocía de Katsuki hasta ahora y podía usar.
Intentó empujarse para liberar del agarre en sus hombros con pánico.
—¡No! ¡No, por favor! —Imploró agobiado de sentir como su fuerza estaba colapsando poco a poco, tenía miedo de volver a terminar fuera de sí por tanto tiempo siendo maltratado y abusado. —¡Déjame ir!
La voz molesta de Katsuki gritando que detuviera de eso le provocó por un segundo pausar sus manotazos y forcejeos, momento oportuno donde fue jalado siendo invadido en un abrazo fuerte contra el pecho ajeno.
Izuku empezó a hiperventilar exhausto y con el estrés encima, sus dedos deformaron en temblores intentando apartarlo una última vez, pero quedaron en el aire hasta descenderlo a sus laterales rendido.
Tragó saliva espeso en su lamento derrotado de querer evadirlo, lo había dicho varias ocasiones, que el sitio seguro que su mente y corazón encontraron fue en los brazos del rubio. El arrepentimiento le abrumó, el solo hecho de que estuvo a punto de escapar por ese arrebato de tristeza, quería abandonar todo y a la vez nada.
Nuevamente escuchó la declaración de Katsuki de que no lo dejaría ir.
—Lo siento... —fue lo último que pudo formular con un timbre de voz imperceptible, sus ojos atibados en lágrimas propinaron cerrar los párpados exhausto aflojando el cuerpo.
Realmente no estaba bien, su cuerpo estaba en recuperación aun por lo anterior en el burdel, así que ese episodio de estrés depresiva lo dejó en un shock para autocontrolarse, su propio cuerpo lo forzó a salir de esa realidad abrumadora quedando inconsciente en los brazos de Katsuki.
El tiempo pasó, abrió sus ojos sintiendo la pesadez en sus pestañas por el remanente de haber llorado tanto. Observó el techo reflexivo empezando a recordar todo lo que había pasado la tarde de ayer.
Le dolía la cabeza y parte de su rostro, incluso sentía la garganta reseca por tantos gritos lamentables que escupió antes de quedar noqueado.
Sintió las sábanas a su lateral moverse un mínimo y un ruido de algún mueble siendo arrastrado. Con la mirada entreabierta giró la cabeza visualizando a su lado a Katsuki de pie dando una imagen inicial de él que recordaba con una sonrisa agradable dándole los buenos días, su vista enfocó adecuadamente dándose cuenta que su semblante era diferente esa ocasión. Se veía serio e incluso podía creer que preocupado.
No respondió la primera pregunta, desvió su mirada hacia el techo y cerró sus ojos.
—Volví a hacer una tontería, ¿verdad? —Dijo resignado con una espesa burla de su acción.
Levantó lento para tomar asiento en la cama y volver abrir los ojos.
—Kacchan, yo... —no terminó su comentario tras el repentino acercamiento sutil de Katsuki pegando su frente contra la de él. Izuku parpadeó con ligera sorpresa y retiró un poco agachando el rostro.
—No, tenías el motivo para tratarme así —susurró afligido con voz ronca. —No voy a mentirte eso me asustó, pero por ello aun sigo convida.
Recordó la forma brusca en que fue tratado arrebatando el arma, levantándolo y arrojándolo a sentarse sin un ápice de gentileza. No tenía idea de lo violento que podía ser aquella persona que todo el tiempo lo trató con suavidad y al ver que nada de eso funcionó tomó la otra alternativa.
—Realmente me lo merecía —recitó inclinando su cuerpo un poco hacia el frente. —Me ayudó a espabilar un poco de todo... perdóname, también te dije cosas muy horribles.
Sus manos fueron arrastradas siendo tomadas dentro del agarre por ambas de Katsuki, sintiendo sus yemas acariciar el dorso de sus manos con precaución. Encogió sus hombros cohibido de la mención.
—Yo lo sé. Sé que necesito ayuda...
"En todos los sentidos..."
—Ayer viste una parte de mí que intenté contener por más tiempo, pero simplemente se liberó —susurró avergonzado, la voz le temblaba. —Por más que lo intento no puedo evitar sentirme agobiado e insignificante por todos los problemas que cargo, todo se ha hecho un efecto de bola de nieve que ya no puedo retener.
Con la cabeza gacha, levantó sus iris verdes visualizando bajo el fleco de su frente la marca en el cuello de Katsuki. Liberó una de sus manos y la encaminó al área tanteando cuidadoso.
—Incluso te había dicho que no quería verte lastimado y yo lo hice, te lastimé en más de un sentido —memorizó el rostro de terror de Katsuki zarandeándolo en el suelo preguntando le que rayos pretendió hacer tras embestirlo y arrebatar el arma.
Apretó sus labios e inclinó su cabeza repegandola al torso del rubio, le costaba mucho decirlo, por lo que en un balbuceo afligido resopló abstraído de la decisión.
—Kacchan... ayúdame, por favor —soltó por fin sintiendo una parte de su ser avanzar del estancamiento que sufría. —Quiero vivir, quiero ser feliz, quiero corresponder toda la bondad que me has dado.
Levantó su cabeza irguiendo su espalda para verlo al rostro.
—Liberame de este tormento, sálvame...
Deseaba encontrar la razón para fortalecerse y volver a empezar desde las ruinas de su mente, eliminando todos esos demonios interno. Nunca había acudido abiertamente a alguien.
Todo el tiempo fue agradecido con Katsuki por lo que hacía, pero ahora directamente le había pedido su apoyo.
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La sinceridad con la que se pedían perdón era clara y llena de arrepentimiento. Katsuki sentía que no quería volver a discutir de nuevo con él o repetir una escena en la qué tuviese qué detenerlo para evitar una tragedia.
Jamás había pasado por also similar con nadie, incluso las peleas con su familia se sentían diferente, tenia mucho que aprender aun, no sabia como cuidar del corazón herido de otra persona, lo único de lo que estaba seguro era de que no lo iba a dejar por eso.
Con la mente más tranquila Izuku le hablo acerca de lo que sentía, al ser más claro con ello, Katsuki pudo entender un poco mejor su situación.
"Un efecto bola de nieve"
Repitió en su mente analizando qué Izuku llevaba cargando más cosas de lo que pensó, desde años atrás por la forma en que se expresaba. Comprendió qué era mucho qué él no podía borrar de una noche a la mañana por mucho que le dijera que lo quería, eran marcas arraigadas qué debía trabajar en conjunto con el con paciencia.
Dejo que Izuku le tocara el araño del cual nisiqiera se acordaba hasta que él hizo mención de ello, ya había un ligero rastro de sangre seca qué ya se endurecia para formar una costra qué no tardaría en caerse. A sus palabras suspiro suavemente y negó con la cabeza.
—Esta bien, no es nada. — Desestimo con seriedad, si bien todo lo ocurrido la noche anterior si le había afectado a cierra manera, no quería demostrarselo. Pensaba que si se mantenía con una imagen fuerte me daría la fuerza también a Izuku para salir de ese hoyo en el qué se había caído.
Le rodeo con un brazo al sentirlo recargar sobre su pecho y a sus siguientes palabras abrió sus ojos con sorpresa y sus ojos se dirigieron a los ajenos conectándose con una calidez qué llego al alma.
Izuku le pedía ayuda, diciendo que quería vivir y ser feliz pero lo que más le estrujo el alma como un huracan fue qué le dijera que lo salvará.
Katsuki no pudo evitar arrugar un poco el entrecejo a esas palabras que Izuku había decidió expresar. Se estaba esforzando y se sintió orgulloso de él por un momento. Dar el primer paso siempre era lo más difícil.
Tomo las manos del pecoso y las elevó para besar el dorso de estas con cuidado.
—Te ayudaré, deja caer tu peso en mis hombros también, dejame demostrar que puedo con ello — Sonrió ladino y más tranquilo para abrazarlo tomándolo de la nuca y a pegándole a su cuerpo.
Frotó su espalda en suaves círculos.
—Saldremos de esto, Izuku — Murmuro cerrando sus ojos, ahora más que nada necesitaba sacar toda la energía qué tenia para ayudarlo, no lo iba a soltar.
—Te traeré algo de comer, descansa un poco más — Le dijo con su típica seriedad qué al mismo tiempo era amable a su manera. Se separó para levantar las vendas sucias del piso y también levantar la bolsa con el pastel arruinado de la noche anterior que seguía en el marco de la puerta.
Tiro todo en el cesto de basura y miró a Izuku antes de salir, pese a sentirse feliz de verlo desear mejorar, seguía teniendo un mal presentimiento, una de esas espinas qué le decían que las cosas serían muy difíciles a partir de ese momento. Sonrió lo mejor que pudo y bajó a la cocina para prepararle un poco de avena y huevos revueltos con tocino, debía darle algo ligero, cuando subió de nuevo a la habitación el pecoso estaba dormido de nuevo, camino despacio dejando la bandeja en la mesa de noche y se sento en la orilla de la cama.
Llevo su mano a acariciar con cuidado el rostro del menor con el dorso de los dedos para después extenderá y tomar su mejilla deslizando hasta el mentón con suavidad. Sintiendo la tibieza de la piel.
Contempló su imagen tranquila, deseando qué así fuese para siempre. Sus largas pestañas verdes, sus pecas y sus labios qué aun seguían un poco lastimados. Después de todo solo había pasado un par de días desde que Tomura le había hecho todo eso.
La hinchazón de su ojo había bajado un poco y el tono ya no era tan oscuro. Se había vuelto a tonalidades verdosas y amarillentas.
"Has pasado por tanto"
Pensó enfriando su rostro.
"Si pudiese viajar en el tiempo y evitar que te lastimaran tanto, odio verte así, tú no merecías nada de eso"
Reflexionó pasando la yema de su dedo pulgar por los labios del menor, delineandolos sin prisa y se inclino despacio para dejar un beso apenas certero qué duro un par de segundos para despertarlo.
Se separó al notar qué se removió ligeramente y abría sus ojos.
—Esta listo, es algo ligero para que no te sienta mal en el estómago — Explico llevando la bandeja a la cama para que el menor comiera.
Sin embargo Izuku apenas dio un par de bocados desistió de continuar. Casi no tenia apetito y lo entendió. Retiró la bandeja con casi toda la comida y suspiró.
Esa tarde mientras Izuku volvía a dormir, Katsuki estaba sentado en la sala buscando en una vieja agenda el número de un terapeuta de confianza qué había tratado a su madre cuando paso por problemas similares al dejar el prostíbulo.
No recordaba bien su rostro pues en aquel entonces aún era un niño y se quedaba afuera del consultorio con su padrastro.
—Es este.— murmuro encontrando el número al fin. Descolgó el teléfono y marcó sorprendiendole qué aun mantuviera el mismo número pues la llamada se habia enlazado sin problema.
Una voz grave atendió del otro lado de la línea.
—Buenas noches, ¿es usted el terapeuta Toshinori Yagi? — preguntó esperando que fuera así y el hombre respondió afirmativo.
Katsuki sonrió aliviado y comenzó a informar de la situación.
—¿Podría venir a mi domicilio para consultarlo? Le pagaré los taxis — ofreció el rubio y el terapeuta aceptó informándole qué estaría allí temprano por la mañana.
Katsuki comenzó a pensar en lo que podía hacer respecto a su empleo, debía presentarse pero no quería dejar solo a Izuku. La idea de irse todo el día y que al regresar se repitiera de nuevo la misma escena del día anterior le llenaba de miedo, temía aun más que Izuku si cumpliera su propósito pese a que dijera qué quería vivir y ser feliz. Sabia que era inestable y sus emociones subían y bajaban como una montaña rusa sin poder asegurar aun lo que realmente quería.
Salir a la tienda de conveniencia por escasos 10 minutos se había vuelto un temor inminente para el rubio llevándolo a optar por pedir servicio a domicilio.
Llamó a Aizawa esa noche antes de irse a dormir, ya tenia en mente una buena excusa para solicitar trabajar desde casa al menos por un par de semanas, usando a su familia como excusa.
Aizawa le había accedido el permiso, después de todo Katsuki jamás se ausentaba y era de los pocos que se quedaban más tiempo para seguir investigando aunque la hora de salida llegara, era de los mejores agentes qué tenían, responsable y entregado.
Esa noche durmió entre lapsos, se levantaba para dar un vistazo a la habitación de Izuku y percatarse qué todo estuviera bien, a consecuencia a la mañana siguiente su rostro tenia un ligero tono oscuro en los párpados.
Toshinori Yagi llegó puntual, al abrir la puerta Katsuki no lo reconoció de inmediato pues la imagen del terapeuta qué el recordaba era la de un hombre alto y corpulento, con una sonrisa de oreja a oreja qué brillaba como un espejo.
Ahora era un hombre delgado y encorvado qué parecía haberse peleado con la vida en un ring de boxeo.
—Cuanto tiempo joven Bakugo, ha crécido mucho — Saludo el hombre haciendo una venía con respeto.
—Hola, pase porfavor — invito Katsuki llevándolo hasta afuera de la habitación de Izuku.
—¿Cuál es el nombre y edad del paciente? — cuestionó Yagi. Katsuki medito un momento, no podía decirle el nombre real de Izuku, no debía arriesgarse.
—Yamikumo, 17 años — Respondió Katsuki con seguridad. El hombre apunto la información en una especie de libreta.
—Las sesiones son privadas señor Bakugo, debe quedarse aquí y si en su momento lo requiero lo llamaré — Explico Yagi con amabilidad, Katsuki asintió acatando la orden y toco la puerta un par de veces antes de abrirla mirando a la cama, Izuku estaba sentado con medio cuerpo cubierto por el cobertor.
—El terapeuta llegó, se amable Yamikumo— le dijo a Izuku recordándole qué no debía decir su nombre real y esperando a que captará su indirecta.
Los dejó a solas sintiéndose un poco nervioso.
"¿Y si la terapia no funciona? ¿y si le cuenta lo de los homicidios?... Quizá no fue una buena idea. ¿Qué haré?"
Comenzó a pensar caminando a lo largo del pasillo con los brazos cruzados y pegó la oreja a la puerta sin lograr escuchar nada más que murmuros inentendibles.
Resignando se fue al estudio para encender el ordenador y reportarse para el trabajo que ahora debía hacer desde allí.
Descargo los archivos del caso de Tomura, el guardia y Chisaki Kai así también como el documento del qué suponía era el padre de Izuku. Aun no olvidaba que debía tratar de dar con los mafiosos para saldar la deuda qué atormentaba a Izuku.
Al cabo de dos largas horas escucho la puerta de la habitación abrirse y rápido se levantó de la silla giratoria y salió al pasillo.
Yagi le miró con una expresión preocupada y lo acompaño a la salida.
—Esta mal, tiene graves secuelas de traumas qué acarrea desde la infancia, se cierra mucho, es muy joven y necesita de un apoyo, es importante que usted esté con él en estos momentos, le he dado un sedante ligero para que duerma y no sobreepiense— Informó el hombre, Katsuki agradeció y escucho qué volvería cada tres días ya qué era mucho lo que se debía trabajar.
—Será difícil, pero podrá superarlo — Yagi sonrió dando ese pequeño hilo de esperanza a Katsuki quien suspiro y se despidió cerrando la puerta en cuanto Yagi salio. Se quedo quieto en silencio unos momentos antes de mirar a las escaleras.
—Todo estará bien — murmuro en un intento de animarse también a si mismo y luego acudió con Izuku. De nuevo la bandeja de comida estaba casi llena. Suspiro sentándose de nuevo a la orilla de la cama.
—Tienes que comer mejor, si sigues así vas a enfermarte aun más — murmuro en voz baja acomodandole los rulos verdes detrás de la oreja.
A partir de ese momento muchas cosas sucedieron, los días pasaron lentamente, la depresión de Izuku comenzó a aumentar pese a las terapias y medicamentos de Yagi.
Katsuki se llevaba las bandejas repletas de comida qué apenas y era tocada, levantaba a Izuku solo para ayudarlo a cambiar sus vendajes y las sábanas de la cama.
Con esfuerzo lograba convencerlo de tomar un baño al menos cada dos días en el cual le ayudaba a tallar su cuerpo con una esponja notando qué los huesos de su columna y costillas se notaban un poco más que antes. Aguantando la fulminante sensación de tristeza por verlo así, Katsuki lo limpiaba con cuidado de todos modos.
Izuku se sentía muy debilitado gracias a la falta de alimento y Katsuki no tuvo remedio más que llamar a un médico para que lo revisara recetandole vitaminas y suplementos qué podían ser inyectados vía intravenosa. Así fue como Katsuki comenzó a tener que cambiar el liquido de la bolsa que alimentaba a Izuku cada 12 horas y también le llevaba la bandeja con comida sin importarle si comía o no.
—Por favor Izuku tienes que alimentarte, dijiste que querías vivir — murmuro en un momento en que Izuku dormía y le cambiaba la bolsa con el suero. El moretón de su ojo ya casi desaparecía por completo al igual que el resto de heridas en su cuerpo de las que solo quedaban leves moretones y cicatrices con costras qué pronto se caerían.
Las noches las pasaba en vela, eran escasos los momentos en que podia dormír y en el día se sentaba en el estudio a seguir con los reportes, nuevos casos aparecían día a día y debía analizarlos, Kirishima le hacía el favor de hacerle videollamadas en la escena del crimen qué el descifraba. Había puesto una sabana colgada detrás de él para que el pelirrojo no reconociera qué era el estudio de su casa.
—No hemos logrado encontrar a Izuku, parece como si la tierra se lo hubiese tragado, entramos a su domicilio con la orden de cateo y no había nadie, incluso la casera nos dijo que ya tenia muchos días qué no lo veían, mientras no lo encontremos el caso no podrá cerrarse — dijo Kirishima en la llamada, se escuchaba molesto y frustrado por esa situación.
Katsuki tecleaba rápidamente analizando las imágenes de la pantalla y escuchando por el manos libres qué tenia conectado al ordenador.
—Estaré de regreso pronto y les ayudaré — Dijo el rubio bostezando.
—Luces muy cansado, ¿tu padre aun sigue muy enfermo? — cuestionó Kirishima y Katsuki asintió sin decir nada más. —Espero que se recupere pronto — expreso el pelirrojo con amabilidad. Katsuki se sentía un tanto culpable por mentirles a todos y fallar a su juramento como policía, pero Izuku era lo más importante en su mundo en ese momento. Protegerlo era su prioridad aunque no parecía hacer un buen trabajo sintiéndose decaído.
La fragilidad de la vida era algo que no estaba en sus manos, imposible de controlar cuando no era la propia.
De pronto un grito se escuchó cerca.
"No de nuevo..."
Pensó Katsuki mirando a la pantalla de la video llamada.
—Te llamó luego — se despidió y Colgó la video llamada dejando con la palabra en la boca al pelirrojo. Se levantó corriendo de la silla y entro a la habitación de Izuku. Él gritaba y se removia entre las sábanas rápido se acerco y lo tomo de los hombros con cuidado.
—¡Izuku, despierta! — le pedía angustiado hasta verlo abrir los ojos llenos de pánico.
—Fue solo otra pesadilla, soy yo, mírame—le dijo llamando su atención para después abrazarlo y mecerlo acariciando su cabeza.
—Tranquilo, aquí estoy — cerro sus ojos con fuerza, las pesadillas recurrentes de Izuku se habían vuelto parte de la rutina, casi siempre atacaban por la noche o tarde.
Durante los últimos días Katsuki había empezado a sentirse más cansado de lo normal, el desvelo continuo, el estrés al qué sometia su cuerpo y mente diariamente para darlo todo le estaba empezando a cobrar factura. Descuido sus horarios de comida por trabajar y estar al pendiente del chico.
Katsuki había llevado al límite su mente, el estrés y de varias cosas como el terapeuta, los médicos, hacer las compras en línea, cambiar las medicinas de Izuku, hacerle la comida y ayudarlo a bañarse, así como también el trabajo, los nuevos casos y el caso aun vigente de a Izuku, pensar que hacer si lo descubrian, el pago de la deuda y por si fuera poco su abogado llamándole para avisarle que ya pronto se haría el juicio de custodia compartida para el bebé.
Todo era un caos, y la mejoría de Izuku era muy lenta. Había empezado a comer un poco más y eso le aliviaba pero el peligro de que recayera seguía vigente.
La rutina era pesada pero aun así el se había hecho la promesa de no rendirse hasta que Izuku estuviera bien.
Sus ojos se cerraban cuando estaba frente al ordenador, tenia que recurrir a darse un par de bofetadas para despertar y seguir trabajando. Visitaba a Izuku cada hora con su mejor cara, besandole la frente y diciéndole qué pronto estaría bien ya nisiquiera sabia si el ánimo era solo para Izuku o para ambos. Jamás le demostraba estar cansado o estresado. Debía mantenerse firme e inspirarle valor.
"¿Esto es lo que hacen las parejas no?, dar el 101% cuando el otro esta en un 0%"
Pensó con una leve sonrisa, las ojeras en sus ojos eran mucho más marcadas. Se veía más pálido. Se sentía extraño, la cabeza le daba vueltas en los últimos días y el cuerpo le dolía. Pese a eso se levantaba siempre dando su mejor esfuerzo.
"No me rendiré... Izuku me necesita"
Pensó esa tarde mientras estaba en frente al ordenador, Esta vez Denki estaba en la video llamada.
—Te vez mal, debes ir a un médico — Dijo Denki con preocupación tanto el como Kirishima habían notado lo demacrado qué lucia Katsuki.
—Estoy bien idiota... No se preocupen — dijo con una sonrisa ladina antes de despedirse y apagar el ordenador, sentía los ojos pasados y mucho calor aunque llevara la camisa semi abierta y las mangas dobladas hasta los codos.
—Mierda... No me siento bien — murmuro llevándose la mano a la frente y respirando con dificultad. Katsuki casi nunca se enfermaba, pero cuando pasaba era terriblemente fuerte.
"No.. No puedo enfermarme ahora.. Tengo que preparar la cena, Izuku ya empezó a comer mejor, no puedo fallar ahora"
Pensó con el ceño fruncido y los ojos apretados con fuerza. Quizo levantarse de la silla pero las fuerzas se le fueron haciéndolo caer se nuevo en la silla. Empezó a temblar, se abrazo a si mismo recargando la cabeza en el escritorio.
—Vamos Katsuki... Levantate —
Murmuro apenas audible con voz ronca, sus ojos parpadearon pesado y su respiración se hizo más lenta y pesada, comenzó a jadear bajito. Intento levantar su cabeza pero esta golpeó el escritorio de nuevo. En su mente solo había una cosa, Izuku y que estuviese bien.
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Las manos de Izuku fueron elevadas con gentileza hacia el rostro de Katsuki, sintiendo el suave tacto de los labios dándole un beso en el dorso de éstas. Prontamente fue jalado para estar repegado completamente hacia él con la noticia de que lo ayudaría a como de lugar. La sensación de alivio lo abarcó con esas palabras, y el "saldremos de esto" lo intensificó.
Cerró sus ojos tomando como apoyo el cuerpo de Katsuki y sintiendo las caricias a su espalda en carantoña.
—Realmente soy un chico problemático, ¿no? —Exhaló dócil desde sus labios —, pero quiero intentar salir adelante otra vez.
Separó un poco siendo recostado de nuevo a la cama y con las sábanas acobijandolo al nivel del pecho, reaccionó incómodo de la mención de comida.
—En realidad no tengo hambre, no te preocupes por eso —indicó sosegado, a pesar de que no había comido nada desde ayer al medio día el apetito no volvía.
Katsuki mencionó que solo comiera algo ligero, pero no quería que tuviera el estomago vacío. Izuku percibió como el rubio agachaba a recoger unas vendas desgastadas dándose cuenta que no solo lo había vigilado toda la noche, también se dedicó a cuidar sus heridas con el recambio de vendajes. Una caja con un postre que no percibió hasta ese momento e inmediato asumió el motivo de porque estaba ahí tras el incidente de ayer.
Reclinó completamente en las almohadas con fatiga, se envolvió fuertemente con las sábanas y encorvó en una posición fetal en medio de la cama. Le acaba de pedir ayuda a Katsuki, pero tampoco sabía de que manera, eran tantas cosas que tenía que solucionar, desde su inestabilidad emocional, los crímenes que cometió, la deuda de su familia encima, eran muchas cosas. Suspiró con deterioro y se quedó dormido de nuevo.
La transición en que se quedaba en sueños era extraña, el tiempo no era relativo, a veces estaba por empezar algún escenario siniestro de sus memorias pero ocasionalmente culminaban a quedar en blanco por la cálida sensación que le invadía. Ninguno de los dos estaba consciente de eso, ni que Izuku estaba por iniciar un tormento y ni que Katsuki frenaba ese malestar por el simple tacto curioso que le otorgaba en caricias.
Apretó un poco sus ojos para posteriormente abrirlos confundido, notando al rubio nuevamente al lado de la cama con una bandeja de comida.
—Tú comida es deliciosa pero en verdad no tengo apetito —masculló en una mirada cansada, ante la insistencia no tuvo más remedio y por cortesía dar unos cuantos bocados.
El sabor de la avena era dulce y su consistencia suave para el paladar le daba un poco de regocijo, pero no pudo terminarla, miró los huevos revueltos con tocino probando una cucharada pero pronto cesó de continuar con otro bocado apretando el cubierto en mano.
—Lo siento Kacchan, en serio no tengo hambre... —dijo afligido de no poder comer como hubiese deseado. Ya tuvo la dicha de probar la cocina de Katsuki, por lo mismo lamentaba no poder hacerlo nuevamente, la recordaba tan deliciosa.
Tomó un tercio del agua en un vaso y la bandeja con comida fue retirada de sus piernas, arrugó el entrecejo entristecido de causar una posible desilusión por la falta de apetito.
El resto del día continuó en cama siendo despertado de vez en cuando a la hora en que Katsuki le preparaba algún alimento, nuevamente solo daba pequeños bocados sin poder continuar comiendo, tenía la sensación de que sí ponía un miligramo más en su garganta lo vomitaría ante la sensación desagradable que sostenían sus entrañas.
La mañana siguiente fue un momento de sorpresa de ver un sujeto desconocido llegar a la alcoba con ropas formales y un maletín en mano. Izuku le miró turbado e incómodo esa nueva presencia, pero Katsuki pronto intervino dando las presentaciones. Al ser mencionado como Yamikumo le provocó alzar una ceja sin respuesta, aunque pronto asintió la cabeza afirmando lo que sea que tramaba Katsuki, después de todo no importaba sus motivos, debía ser para su bien y de forma indirecta ocultar su identidad del resto le beneficiaba, no tenía idea de si la policía seguía acechando su departamento pero no quería indagar en nada de eso.
Las primeras sesiones solían ser las más complicadas, aceptar que había un problema y lograr desenvolverse con un extraño. Era la primera vez que Izuku llegaría a intentar algo así. Observó incómodo al sujeto delgado y decrepito tomar asiento en la silla conjunta a la cama tomando algunos datos que preguntó directamente con él.
Lograr hacer hablar de su pasado, el núcleo familiar con el que creció y el estilo de vida. El como su situación tuvo un cambio radical al haberse quedado solo desde hace casi un año, depender de sí mismo en un ámbito de soledad estresado en poder abarcar todos los gastos mensuales sin ninguna herencia más que pagarés pendientes con muchos intereses. El sueldo como cajero nocturno o mesero ocasional en un restaurante familiar lo tenía sobre la raya, hasta que una noche una mujer le invitó a pertenecer a su negocio, haciendo hincapié que ese negocio era muy próspero para gente joven y atractiva como lo era él.
Yagi pudo entender muchas cosas desde la primera sesión, desde la causa en que el chico reprimía mucho su sufrimiento desde la infancia para no alarmar a su madre, lo cohibido que fue para no meterse en problemas externos, así como la culpa del desgaste que sufrió su madre para sacarlo adelante. Pudo percatarse que existía algo más allá que el joven estuvo ocultando, algo que podía ser siniestro por el modo en que gesticulaba movimientos ansiosos con sus manos y evitaba mirarlo a la cara, más no pediría detalles por ahora, al menos ya conocía a ese paciente mejor.
Los días continuaron con un estilo complejo, Izuku se la pasaba en cama sin ánimos de levantarse, dormía demasiado y comía muy poco. Hubo ocasiones en que su sesión de terapia era fuerte haciendolo un tanto agresivo en querer que Toshinori se retirara, en más de una ocasión tuvo que ser sedado para evitar dañarse o al percibir que esos pensamientos suicidas retomaban.
Las heridas que obtuvo en el acontecimiento del burdel tenían sus remanentes, hubieran sanado más rápido pero Izuku no se estaba alimentando correctamente, a pesar de que los alimentos eran bien presentados con dieta adecuada el chico comía muy poco. El cuerpo no tenía los nutrientes suficientes para llevar a cabo una sanación propicia.
Bajó de peso, sus brazos estaban más delgados al igual que sus muslos donde antes tenía generosas porciones de carne en almohadilla se podían tantear más fácil los extremos óseos, ni se diga su torso, las costillas eran evidentes y la silueta de su espina dorsal estaba presente.
Incontables ocasiones en el día o en la noche, había tramos donde Izuku volvía a despertar llorando y gritando en angustia, los sueños no eran diferentes, siempre trataban de lo mismo, ya sea de aquella estresante situación donde estuvo forcejeando en un auto o cuando estuvo amarrado con una brida a una silla siendo drogado y abusado. Todas esas situaciones rápidamente Katsuki acudía con él, no importaba donde estuviera en la casa, si en la silla conjunta de la cama o en otra habitación, iba inmediato con él para tranquilizarlo, posteriormente se quedaba abrazándolo haciendo compañía hasta que se durmiera otra vez.
Luego de esas horribles transiciones Izuku despertaba horas después, encontrándose a Katsuki a su lado en cama ocupado con algo desde el teléfono, otra veces tomando asiento en la silla desde el balcón con una taza café mirando el horizonte, ahí es cuando se preguntaba Izuku en que estaría pensando el mayor.
Mayoritariamente Katsuki llegaba a contarle nimiedades de lo que ocurría con sus compañeros trabajando desde casa con su poca supervisión presencial, tuvo un enfoque de dos personas que mencionaba seguidamente uno de ellos llamado Kirishima y el otro Kaminari, sobre sus ocurrencias o cosas que lo sacaban de quicio sin dar detalles de que hacían en su trabajo.
Los baños eran complejos de hacer, inicialmente Izuku se levantaba por su cuenta para ducharse, sin embargo, conforme pasaron los días desistía cada vez más de salir de la cama, por ello debía ser ayudado por Katsuki con insistencias y cambiar las sábanas. Si seguía de esa manera podía enfermar aún más.
Se llegó al punto en que los probados de comida no podían continuar, Izuku ya no quería comer nada y se tuvo que acudir por alimentación intravenosa. A causa de cuando despertaba en pánico por sus pesadillas se arrancaba la aguja de la mano lastimándose varias ocasiones en la transición. Se estaba desgastando de todas las maneras posibles y tenía idea de que Katsuki también, logró apreciar algunas marcas de cansancio de su rostro por trasnocharse.
Un mes ocupando un entorno como ese le alarmó, ¿realmente había sido buena idea recurrir a ayuda directamente con Katsuki? Nada estaba mejorando y solo lo arrastraba consigo, el rubio no salía de su casa, de alguna manera pudo convencer de trabajar desde ahí para mantenerlo vigilado continuamente, eso no sería nada saludable.
Izuku despertó por su cuenta esa tarde acostumbrando al periodo en que Katsuki llegaba a hablar un poco de lo cotidiano y hacerle compañía, pero esa vez no llegó. Sintió un dolor en el dorso de su mano derecha levantandola para apreciar el vendaje que le rodeaba de la última vez que se había arrancado la aguja intravenosa, desde hace un par de días había vuelto a comer un poco retomando la alimentación con dieta blanda.
Se arrastró hasta la orilla de la cama para ponerse las pantuflas e ir al baño, una vez que terminó sus necesidades lavó sus manos y se observó al espejo. La inflamación del golpe en su ojo había desaparecido y solo había un remanente de color amarillo difuminado, la herida en su labio ya estaba mucho mejor pero su faceta aún tenía una imagen desgastada y áspera.
Levantó la camisa observando su vientre, la prominencia de los huesos en sus caderas y sus costillas era evidente, había bajado mucho de peso. En las últimas sesiones con Toshinori hubo algo que le dio de tarea para pensar, debía encontrar un motivo adecuado y conciso para poder continuar, una aspiración como tal que le impulsara a poder levantarse. Estaba bien llorar y lamentarse, eso no lo hacía débil, pero tenía que levantarse. Tenía que dejar de pensar en lo que perdió y considerar en lo que preservaba.
Salió del baño arrastrando sus pies dispuesto a volver a refugiarse en la cama, no obstante, quedó parado sin moverse del pasillo pensando en que tenía rato sin ver a Katsuki.
"¿Habrá salido por fin? ¿O le llamaron de alguna emergencia?"
Asomó hacia abajo por el barandal buscando indicios de movimiento, pero la iluminación estaba apagada, por lo que retomó a mirar hacia arriba a la habitación de Katsuki, pero tampoco vio indicios. Un sonido sordo de algo caer le hizo respigar un poco girando su cabeza hacia atrás hacia el fondo del pasillo donde estaba ese cuarto que le habían prohibido entrar.
—¿Kacchan...? —Susurró con voz áspera.
Al no tener respuesta arrugó el entrecejo, si él no estaba ahí, ¿quién se supone que entraría? Aproximó cauteloso notando la puerta entre abierta, se sentía algo culpable de romper las reglas pero tímidamente ladeó su cuerpo husmeando de quien se trataba. Levantó sus cejas con sorpresa de ver que era Katsuki sentado en el escritorio apagando un computador.
Retrocedió unos pasos culpable pretendiendo regresar a su habitación.
—Lo siento, es que como no respondiste pensé que alguien más era y... ¡¿Kacchan?! —disculpó desde el perímetro de entrada, pero al ver como el otro estrelló su frente al teclado lo alarmó. —Oye, ¿estás bien?
Preguntó desde el lugar extendiendo una mano preocupado hacia la entrada pero si animar a entrar. No recibió una respuesta, pero al verle tambalear en el asiento le alarmó, por lo que apretó sus labios y entró de manera frenética en el sitio tomando los hombros de Katsuki para ayudar a que no ladeara y cayera.
—No te ves muy bien... ¡estás ardiendo! —Voceó sorprendido de sentir al tacto la piel caliente, corroborando a tantear su rostro con sus manos frías. —Vamos Kacchan, hay que llevarte a cama y entonces...
Izuku tiró leve de la camisa de Katsuki instruyendo a que pusiera de pie, pero al notar que no lograba ningún cambio le frustró. Apretó sus puños e impulsó a procurar cargarlo, pasó un brazo sobre su cuello y le ayudó a caminar.
"Pesa tanto y estoy tan débil, no tengo nada de condición"
Quejó en sus adentros intentando mantener la marcha, después de todo Katsuki era mucho más grande que él en altura y complexión; y con las últimas semanas toda la fuerza, masa muscular y nutrientes eran escasos. Miró complejo las escaleras a subir al cuarto del rubio e inmediato descartó esa idea, sabía que sería imposible y podría agravar las cosas con ambos cayendo, por lo que mejor lo llevó a la habitación donde él se quedaba en ese mismo pasillo.
Una vez ahí con mucho esfuerzo de no arrojarlo lo dejó caer consigo al colchón, inmediato se agilizó entre los brazos de Katsuki para levantarse y acomodarlo en cama. Volvió a tocar el rostro con su palma corroborando la alta temperatura que tenía.
—Tienes fiebre, has estado trabajando tanto y no te he permitido descansar —recalcó afligido acariciando su rostro preocupado. —Aguarda un momento, no te levantes.
Caminó rápido y entorpecido hacia el baño, se tiró de rodillas al suelo y abrió el mueble de abajo haciendo un desorden en el botiquín en busca de algún termómetro, antipiréticos, y una pequeña bandeja que llenó con agua fresca del lavado, tomó una franela y retomó con Katsuki.
Remojó y exprimió la toallita removiendo el sudor en la frente con los mechones rubios, desabotonó algunos botones de su camisa para extenderla y tender acceso al pliegue de la axila a corroborar su temperatura con el termómetro, aprovechó para limpiar un poco el sudor en su torso con otra pequeña franela.
"Nunca había enfermado desde que lo conozco, él siempre fue una persona muy sana como para que una fiebre lo tenga así..."
Observó preocupado la facie febril y dolorosa que marcaba en sus gestos respirando con torpeza, Izuku apretó su mano contra la de él frustrado.
"¿Qué debería hacer? No conozco algún médico o alguien que venga revisarlo como tal."
Cerró sus ojos pensativo, hasta que escuchó el termómetro pitar así que lo retiró sorprendido del resultado.
—Dios, por eso estás así, tienes 39 grados, ni se te ocurra levantarte —exigió empujando desde los hombros a Katsuki impidiendo que se impulsara a ponerse de pie.
Volvió a remojar la franela y la puso en la frente, abrió la caja con el blíster de antipiréticos tomando la pastilla en su mano, mientras que con la otra tomaba la jarra de cristal con vaso que conservaba agua ahí sirviendo un poco.
—Kacchan esto va ayudarte a bajar la temperatura con los medios fríos, no te los quites tampoco —llamó acercando el vaso y la tableta en sus dedos. —¿Kacchan? Oye...
Recitó una y otra vez insistente, arrugó el entrecejo por no tener respuesta, por lo que metió la pastilla a su propia boca y tomó un sorbo de agua sin deglutir, aproximó removiendo el angulo del mentón de Katsuki con suavidad abriendo sus labios y otorgando el medicamento de boca a boca.
Separó despacio limpiando el residuo de agua que salía de las comisuras con sus yemas y sonrió con un rostro evidentemente preocupado.
—Vamos, descansa y recuperate adecuadamente, me asusta mucho verte así —musitó levantando una de las manos que sostenía sus mejillas para acariciar su cabeza. —No es el Kacchan que acostumbro ver.
Aseguró los fomentos frescos en la piel y salió de la habitación bajando a la cocina con la jarra de agua casi vacía. Iba a llenarla pero también tenía otra idea más.
Dejó la jarra en la mesa y se sostuvo del margen mareado.
—Hice mucho movimiento, yo tampoco estoy bien, pero al menos puedo mantenerme de pie... Kacchan ha estado todo el tiempo luchando por mí y le provocó terminar así.
Apretó sus puños reflexivo de lo que ocasionó ese desgaste crónico en el rubio.
—Me asusta la idea de que no mejore solo con eso...
Observó la alacena detenidamente, por lo que acercó abrirla y checar los ingredientes disponibles.
—Cuando yo me enfermaba... ¿qué era lo que usaba mamá? —Dijo en voz alta con una mueca intentando recordar la receta.
En un modo desesperado de procurar dar con el sazón adecuado hizo uso de muchos ingredientes en diversos fracasos, la cocina quedó hecha un desastre pero logró recrear la receta de la nutritiva sopa de arroz con verduras cocidas y pollo desmenuzado.
Sirvió un tazón que puso en la mesa misma de ahí con una mirada decidida a probar, al corroborar que era el mismo sabor sonrió satisfecho de su logro, pero no era todo, pronto afiló su mirada decidido.
"Debo comer, debo estar bien para poder cuidarlo, sino ¿quién podrá cuidador?"
Soplando cada cucharada para enfriar un poco empezó a comer despacio soportando la nausea inicial que le provocaba cada vez que tragaba, se estaba forzando a tolerarlo pero el sazón nostálgico también le había ayudado. Tomó un vaso de agua posterior a terminar su alimentación y sin poner orden al lugar solo sirvió otro plato hondo con la sopa poniéndolo en la bandeja de comida con la jarra de agua.
Subió con precaución las escaleras procurando no ser torpe con el peso extra encima, empujó la puerta con su hombro adentrando.
—¿Estás despierto? —Llamó indulgente con una voz suave para no molestarlo si estaba dormido.
Dejó la bandeja encima de la mesa y removiendo los fomentos aprovechó para checar nuevamente como estaba su temperatura corporal pegando su frente con la suya.
—Creo que está funcionando —susurró con una suave sonrisa de alivio de ver que ya no estaba tan intensa, buscó el termómetro en la mesa poniendolo nuevamente entre su piel y corroborar. —37.9°C es mucho mejor, pero aun es alta. Mira Kacchan, te traje algo de comer que te pueda ayudar a sentirte mejor, sabe bien te lo aseguro, incluso yo comí un plato antes de subir, debía comprobar que me quedara igual al de mamá —bromeó un poco risueño de la idea, pero también quería comunicarle que se había alimentado, ya que conocía que esa era una de sus preocupaciones principales.
Acercó su mano tomando la de Katsuki en cama sosteniendola con sutileza algo culpable.
—Uhm... hice algo malo, rompí esa regla y entré a tu estudio —disculpó avergonzado bajando la cabeza como signo de disculpa. —Pero no moví nada, de hecho no presté atención en absoluto más que a ti, me dio mucho miedo verte retorcer intentando levantarte y no poder, por eso entré sin dudarlo por ti...
Exhaló pesado levantando la mano ajena entre las suyas para pegarlos a pecho tomando asiento en el margen de la cama.
—Cuando estuve intentando bajarte la fiebre me entró mucho pánico la idea de verte sufrir y no poder hacer nada, supongo que es lo que todo el tiempo has estado sintiendo conmigo —susurró cerrando sus ojos afligido. —El señor Toshinori me ha dicho algo últimamente, insistiendo en que lo busque, el motivo que me haga querer levantar y seguir aquí.
Volvió abrir sus ojos encaminando la mano de Katsuki a su mejilla recargandose hacia él.
—Todo el tiempo estuvo aquí, pero apenas me di cuenta en esta situación —mencionó dócil con una sonrisa temblante. —Kacchan, tú eres mi motivo.
La voz ablandó en esa confesión, aquella escena en como Katsuki se derrumbó le hizo saber que podría llegar un fin absoluto a esa oportunidad que en los últimos días le costaba interceptar.
—Ya lo entiendo, esa palabra no es suficiente —recordó su mención cuando decidió hospedarse con él. —Mi razón de estar aquí debe estar por encima de todo lo demás y lo que más anhelo, así que puedo estar completamente seguro ahora. Puede que sea tarde pero...
Sintió su pecho apretarse fuertemente nervioso, al igual que sus manos tiritaron sosteniendo la mano ajena contra su rostro.
—Te amo. Te amo, Kacchan —conjugó envolviendo su sonrisa tímida de la confesión arrastrando la mano por sus labios para darle dulces besos. —Lamento la demora, pero te advertí que soy un chico que actúa torpe cuando está nervioso...
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Ya lo he recalcado, pero muchas replys son respuestas en momentos ocupados o muy de madrugada, así que ahí nos perdonan los errores que lleguen a notar.
Gracias por sus lecturas y divertidos comentarios :D
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