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9

Cecil

Julio

Me encontraba recargada en la pared del baño; mareada, con los ojos llorosos y la garganta irritada. Pero por más que lo intentaba no podía detenerme y juro que lo intentaba.

Siempre lo hacía.

En cada arqueada, me miraba en el espejo y mi reflejo me daba asco, rabia...

¡Maldita sea! habían pasado seis meses y en mi vida nada podía mejorar, cada vez el fracaso me inundaba y las exigencias de Georgina se hacían más fuertes y conforme a eso, parecía que yo me hacía más débil.

Sali del baño y lo limpie como si no hubiera pasado un infierno durante los últimos meses ahí adentro.

Saqué una báscula de la cómoda que tenía a un lado de mi cama, la encendí y me subí en ella; los números se iban acomodando conforme a mi peso, y poco a poco las lágrimas resbalaron hasta que el sabor salado había llegado a mi boca. Doscientos gramos había subido, la suficiente cantidad para pensar que incluso eso lo estaba haciendo mal.

Mi peso estaba por debajo a lo que tenía que ser, pero las agencias de publicidad con las que estaba trabajando me pedían estética y tenía que centrarme en ser "bonita" para el público.

Cada vez me sentía menos persona y más como un objeto.

Había cumplido veintidós años y la frustración que sentía al todavía no ser lo que en algún momento había planeado, me estaba dejando sin salida. Se suponía que a esa edad yo ya debía ser una cantante famosa, reconocida por sus éxitos y no por sus errores. Pero por más que lo intentaba siempre volvía a lo mismo.

Quería volar, pero mi madre me había encadenado a ella.

Ella controlaba mi trabajo.

Ella controlaba mi cuerpo.

Ella controlaba mis sentimientos.

Yo solo era su títere y a pesar de eso siempre la trate de entender.

Durante todo ese tiempo, Andrew y Georgina me habían conseguido diez campañas publicitarias, para marcas muy reconocidas, las cuales el público no lo había tomado bien, pero tampoco mal, es decir había gente que por una extraña razón me seguía y decían querer ser yo.

Ni siquiera yo tenía bien claro quién era.

¿Cecil Thalassa? La hija de una exmodelo muy reconocida en los años noventa y teniendo en cuenta que tenia de padrastro a William Thalassa el mejor actor de cine de todos los tiempos.

¿Green queen? Una estrella musical que se hizo famosa gracias a las influencias de sus padres, tal y como lo decían sus canciones, la que estaba pintada de verde por todo lo malo que emanaba.

O ¿simplemente Cecil? La que cambio su cuerpo a causa de una dismorfia corporal, que había creado cuando salieron las primeras fotos de la campaña publicitaria.

Tenía bien claro que las personas que me odiaban se tomaban el tiempo de hacer Photoshop en mi cuerpo para que me viera más subida de peso o con deformaciones en el; la redes sociales se inundaban de esas fotos.

—Cecil—llamo a la puerta mi madre y la abrió sin importarle que no le haya contestado—¿Qué estás haciendo? —inquirió mientras le daba la vuelta a mi cama para encontrarme hincada.

Su mirada obtuvo un desprecio al ver como guardaba la báscula.

—Solo me estaba pesando—murmuré—. Cuidándome, como tú siempre me dices— me corregí, retomando mi postura.

—Eso espero, Cecil. No quiero fallas—advirtió señalándome con un dedo.

—Creo que si voy bien.

—Siempre crees— dijo tajante—¿Cuándo dejaras de ser tan mediocre y comenzaras a actuar? —me dio dos golpes en el lateral de mi cabeza con el mismo dedo que me había señalado.

Me encogí más y mis ojos se cristalizaron.

Quería cambiar tantas cosas de mí solo para que mi madre me aceptara.

—Pero mamá, es que tu...

—¡Cállate! —exclamó—. Yo lo único que he hecho es hacer todo lo necesario para que tu carrera tenga éxito, pero solamente no lo logras.

—Mamá, es que si tu...

—¿Si yo que, Cecil? — sus orbes ardían en enojo.

Me dejaras intentar hacer algo por mí misma.

—Lo estoy intentando, mami.

—Ese es el problema—escupió—solo lo intentas. No sé en qué momento pensé que sería bueno tenerte.

Me rompí.

Creo que todas las cosas que creí que me habían lastimado, esas palabras fueron las que me hicieron caer.

—Perdóname—pedí sin obtener respuesta.

—Tienes una entrevista hoy, Andrew te dará las preguntas y eso es lo que vas a contestar—sus tacones resonaron en toda mi habitación—. Mandare a alguien para que venga a limpiar tu habitación y tu báñate y cámbiate que das asco— su mirada se endureció y salió azotando la puerta.

—Si... mamá...—cerré mis ojos con fuerza y el líquido salió a consecuencia de esta.

¿Ya no valía la pena esforzarme?

Daba igual las preguntas que me hiciera, siempre caía en lo mismo.

Hice lo que me exigió. De nuevo mi imagen estaba en manos de lo que el público pensara de mí.

Me arreglaron con un vestido de tipo tela de mezclilla, junto con unas plataformas demasiado altas para que me viera más estilizada, y una coleta alta acompañada de un cerquillo que me habían hecho ese mismo día. Observaba a través del espejo como las diseñadoras moldeaban más el vestido con fuerza para que pudiera acoplarse a mi silueta.

Mi cuerpo cada vez se veía más deteriorado.

Baje las escalera y mi madre estaba hablando con Andrew y demás personas de mi equipo de publicidad.

Ambos me observaron con desdén y yo no dije nada.

—Esto es lo que tienes que decir—Andrew me dio las tarjetas blancas con las respuestas de las preguntas que me iban a hacer— no es algo difícil lo que te estoy pidiendo.

—Está bien— recibí mis diálogos.

—Por favor, Cecil, esta vez no lo arruines—casi fue una súplica.

—No lo hare.

—Eso espero, porque de verdad ya se me están acabando las ideas de cómo ayudarte—agregó mi mánager.

—¿Y si me preguntan algo de Marck? —susurré.

No sabía absolutamente nada de él después de su lanzamiento y tampoco daba señales de vida; y lo que se tenía que decir sobre la relación aun no salía en las revistas y me angustiaba lo que estuviera pasando, porque yo tampoco tenía el control de esto.

Aun me encontraba dudando, si él fue la persona que filtro la grabación de mi voz, porque todo indicaba hacia él y de no ser así, estaba segura de que Marck ya hubiera hecho algo y se hubiera puesto en contacto conmigo, pero simplemente nada.

Después de que se filtró el pequeño verso de la canción, muchas personas fanáticos de la música les había gustado y habían hecho que ese simple pedazo se volviera y un boom en el ámbito musical. Pero si hubiesen tenido la idea de quien era la persona detrás del radio, todo hubiera sido tan diferente.

—Ni me menciones a ese arrogante—dijo con despecho mi madre—, tarde que temprano la prensa se dará cuenta de que ya no están juntos y ya vere como lo arreglo, mientras tanto tu no digas nada.

—De todos modos, de eso no se va a tratar la entrevista—aseguró Andrew.

—A nuestro favor entonces—se dio la vuelta y empezó a hacer una llamada dejándome a solas con Andrew.

Soltó una risa burlona, lo observe y me miro con un toque de malicia.

—¿Qué miras? —fruncí el ceño.

—No te hagas ilusiones—mencionó con ego— yo no soy el idiota ese que te soporto por tres meses.

—¿Idiota? Creo que esa palabra le viene perteneciendo a otra persona.

Pasará lo que pasara, siempre lo defendería, porque él fue un gran cambio antes y después.

Chaqueo la lengua. — ¿no me digas que te enamoraste?

Mi corazón latió más de prisa al escuchar esa probable verdad.

—No.

Quizás sí. Pero tenía que sacar de mi mente al océano con huracán incluido.

Él desapareció y seguramente estaba haciendo su vida en ese tiempo, y lo entendía, porque él no merecía a alguien como yo, él me había hecho el favor de estar conmigo tres meses.

—Ay Cecil—, ambos detuvimos nuestros pasos— me encanta verte hundida, te hace ver más vulnerable—. tomo mi mentón con fuerza y quise deshacerme de su agarre, pero no lo logre—. ojalá en la entrevista te pregunten algo de él y hagas el ridículo, cuando se enteren que la única manera de que alguien este contigo es fingiendo.

Y tal vez así era, porque en esta vida solo me toco amar y no ser amada. Solo anhelaba que me recordara con la mejor mascara que le pude haber dado.

Aprete mis puños con fuerza y camine a zancadas grandes hacia mi madre. Ya no quería escucharlo.

Los guardaespaldas me ayudaron a subir a una de las camionetas blindadas y enseguida comenzó el camino hacia mi siguiente caos.

Cuando llegamos al estudio, personas desconocidas me maquillaron un poco más para que saliera bien en las tomas, ya que era un programa en vivo.

—Solo no seas tu y veras que toda va a salir bien— Georgina acaricio mi mejilla con cariño fingido.

En una esquina estaba mirando el set de grabación, y una persona que tenía accesorios en la cabeza hizo una señal con el número dos, lo que quería decir que pronto saldría.

—No hagas estupideces— repitió mi mánager.

La misma persona de antes volvió a hacer una señal, pero ahora indicándome que tenía que salir. Tomé un gran bocanada de aire y salí con la espalda recta y con una sonrisa fingida, mientras saludaba al público.

Nora, que era la presentadora, estaba dando su introducción y justo cuando dijo mi nombre yo ya estaba a un lado de ella. La pelirroja mostro una sonrisa radiante que no fue necesario devolvérsela.

—Cecil Thalassa— me ofreció su mano y la acepte— un gusto tenerte aquí.

—El gusto es mío, por estar en este prestigioso programa— me ofreció asiento y ambas nos sentamos.

—No creas Cecil, el productor se lo pensó si era lo correcto— ella y el público rieron, y yo me removí incomoda en mi asiento.

—Si yo fuera el productor también lo haría—volví a ensanchar mi sonrisa y los oyentes se rieron más fuerte.

—Que graciosa eres, Cecil—se inclinó hacia mi espacio, pegándome un golpecito en mi dorso—pero este no es un programa de chistes, estamos aquí para que nos hables de tu carrera y el futuro que podría tener.

—Este ha sido un nuevo año y aunque hubo malos momentos en el año pasado, mis representantes y yo estamos trabajando duro en lo nuevos proyectos—repetí cada palabra que memoricé.

—¿Nos quieres hablar un poco de ello?

—Las campañas publicitarias han sido de gran ayuda al aumento de mi fama y claro que no dejo de lado la música, ya que también estoy trabajando en mi siguiente álbum.

Lo estaba haciendo bien.

—¿Nos volverás a sorprender, Green queen?

—Eso es lo que siempre hago ¿no? —fingí humor en mi voz

—¿Qué piensas de ese sobrenombre?

—Pues ese es el precio de la fama— mentí.

—¿Nos estas dando a entender que eres feliz con ello?

No.

—Si.

—Vaya que si pones en alto ese nombre—cruzo sus piernas y giro para observar a la gente que estaba en producción—. Has aprendido bastante de los hombres con los que has salido.

Fruncí el ceño, no recordaba algo así en la tarjetas.

—¿A qué te refieres? —apenas fue un hilo de voz.

—¡No sabe a lo que nos referimos! —la presentadora se levantó de su asiento dirigiéndose al público— Marck Baldwin y Jhon Musak ¿te suenan los nombres?

Me quede estática y mi cabeza daba vueltas, parecía que la paredes me encerraban y un timbre que me aturdía apareció.

—Lo recuerdo, pero no entiendo.

—Marck Baldwin era tu novio cuando te le insinuaste a Jhon ¿no es así?

—No— respondí con cordura inexistente— Jhon fue el que me acoso y yo nunca tuve nada que ver con él.

El sonido de sorpresa tanto de Nora como del público y el mío había hecho eco en todo el set, lo que había dicho fue transmitido sin piedad a mí.

—Pero que infeliz ¿Cómo te atreves a decir eso de Musak?

—¡Es la verdad! —Había perdió la cabeza.

—Claro y le vamos a creer al ser más mentiroso y enfermo, Green queen se queda corto a lo que realmente eres.

Había sido humillada y lo peor es que lo habían transmitido, no me podía imaginar la cantidad de fotógrafos que iba a ver afuera del estudio.

Mi madre y Andrew entraron al set y me levantaron del asiento. Todo se había vuelto gris, silencioso y distorsionado.

Con ayuda de los guardaespaldas, nos ayudaron a salir del estudio sin que ninguna luz plateada nos tocara la cara. Me dejaron sola en una de las cinco camionetas.

Lo había vuelto a arruinar.

Baje de la camioneta cuando llegamos a la mansión, el sonido de la lluvia con las pisadas de mis tacones era una sinfonía desgarradora después de lo que había pasado. Entre y las luces estaban apagadas, hacían contraste con la situación.

Estaba segura de que esta vez nadie me podía salvar.

Cuando iba a subir el primer escalón, me percate que la luz del estudio de mi padre estaba encendida, y la chispa de felicidad se encendió, pero cuando escuche la voz de mi madre, me congele.

—Ya no sé qué hacer con ella, Andrew.

—Gio, tranquilízate.

—¿Has entrado a su habitación? Huele a vomito, es una maldita bulímica.

—¿Quieres que la internemos?

—Eso sería perfecto, pero lo único que hace es llamar la atención.

—Tal vez si necesita ayuda.

—Probablemente, pero sabes, a ti te puedo confesar que daría lo que fuera porque ella no fuera mi hija.

En ese momento me había vuelto de papel humedecido con la tormenta y ya no quedaba nada. Dolida y resignada me fue a mi habitación, no sin antes tomar una botella de licor. Con dificultad subi los escalones y cuando estuve adentro me tiré, ya no tenía fuerzas, tampoco ganas.

Le di un gran trago a la botella que me quemo, pero no dolió como lo que había escuchado. Estuve trago tras trago para sentir el solo ardor del licor, pero no sirvió de nada. Quede acostada en la alfombra de mi habitación, mi mano alcanzó un piando eléctrico que estaba arrumbado, toque una tecla y funciono... un ritmo se formó con mi dolor y mi soledad.

Me quise incorporar, pero el alcohol ya había hecho efecto, así que me arrastré por mi celular, para meterme a mis redes sociales las cuales estaban fallando. Quería ver fotos de Marck, si con suerte encontraba.

Mi mente, corazón y alma, se encontraban enjaulados, quería sentirme viva pero no gracias al alcohol, sino al cantar algo como cuando estaba con Marck. Sus huracanes no los sentía tan pesados como los míos.

Volví a entrar a mis redes, pero seguían fallando, de repente mi teléfono se apagó y lo avente, hasta que el sonido de vibración llamo mi atención y volví a arrastrarme hacia el, pero solo se encontraba la pantalla negra y poco a poco iban apareciendo letras.

"SI EL MUNDO TE JODE YO JODERE AL MUNDO"

—Pero que...—volvió a apagarse y enseguida vibro.

"AHORA DIME ¿DE QUIEN FUE EL ERROR DE NO ALEJARSE?"

🌙🌙🌙

Marck

Señor Baldwin, aún no termina la junta— alegaron cuando yo ya estaba afuera y casi llegando a la salida.

—Carajo Marck, no debí enseñarte— dijo entre dientes Malena.

—Al contrario, si no me lo hubieras mostrado iba a olvidar que eres mi favorita—Mi auto ya estaba parqueado fuera de mi corporativo.

—No hagas idioteces, Marck.

Entendí lo contrario, porque justo cuando hablo yo ya me encontraba manejando a la velocidad de la luz para llegar a mi sitio.

Cuando vi a Cecil tan vulnerable, quería ir a ese maldito estudio y acabar con todos los que estuvieron involucrados. Ella me tenía enjaulado en su propia nube. Me veía en ella, y esa era la razón por la cual me molestaba que le hicieran cosas que la dañaban.

Jamás había visto mi vida como un juego, pero parecía que con cada recuerdo que tenia de ella, mi vida se iba a niveles que nadie quería llegar a ellos por lo peligrosos que pueden llegar a ser y cuando la deje de ver, me quede estancado en el nivel más intenso del juego, y aquello me estaba haciendo perder la cabeza, cosa que no me importaba, porque gracias a eso, ella me recordaba el porque era uno de los hombres más respetados y poderosos del mundo.

Y si, quería volver a ella.

Quería volver a ver sus ojos.

Quería que ella llevara las riendas de mi vida.

Quería volver a su juego, con sus reglas cada vez más difíciles de acatar.

Todas las cosas malas tenían consecuencia, excepto las mías, una de las peores cosas que puede haber hecho fue aceptar fingir una relación con ella, porque para mí no iban a ser los efectos adverso, si no para ella, por haber hecho más fuerte lo que ya era.

Pero a pesar de eso, todo estaría bien mientras yo estuviera encerrado en donde me tenía encapsulado Cecil. Fui tierno con ella porque lo merecía, y porque yo estaba para ella, pero con escorias saciaría todo mi enojo acumulado.

Y hackear toda una ciudad entera era lo menos enfermo que se me ocurrió para salvarla. Porque pude ir por ella y encerrarla en un universo nuevo... en mi propio universo. Sin embargo, ella no debia estar enjaulada y yo tomaría ese riesgo de estar encadenado a ella por los dos.

—Señor—el de seguridad abrió la puerta.

—Puedes irte—ordené

—¿Esta seguro?

—Si—baje del auto.

—¿Qué lo trae por aquí? —inquirió saliendo de la caseta.

—Alteraron mis pensamientos—contesté observando el sitio, tardo mucho tiempo en que no me parara por ahí.

—Espero que aquí pueda encontrar la calma.

Pero claro que lo haría.

Ande mi paso en la zona industrial descuidada, hasta llegar adentro y sumergirme en mi mundo de la tecnología, encendí todo, las computadoras y las pantallas iluminaron; los sistemas que tenía instalados, los había creado yo, y nadie más los tenía.

No era dios, pero estaba cerca de serlo con estos programas. Comencé a teclear y a meter códigos, letras y números verdes iban apareciendo a través de las pantallas, hasta que aprecio a lo que había venido, con un simple código ya tenía en mis manos a LA, cada rincón estaba a mi poder y si quería toda la jodida población también, y con un simple clic, estaba haciendo el más grande delito de todos los tiempos.

La carrera de ese idiota se destruyó, de la misma forma que aplastar una mora. Sabía que Cecil no era igual que yo, ella no disfrutaría destruir a la gente, pero esta vez se tenía que tomar el privilegio.

La escoria esa, estaría de rodillas ante ella suplicando su perdón, pero eso significaría que no valoraría tanto su vida si se llegara acercar a ella. Porque Cecil si merecía ser adorada, pero no por cualquiera y yo no era la mejor persona, pero durante un buen tiempo desee ser mejor para ganarme ese privilegio.

Del estudio de grabación lo único que quedaría serian cenizas.

Mientras que el nombre de ella iba a estar liberado.

Satisfecho con lo que había hecho me acerque a una de las ventanas viejas y sin cristal, saque mi teléfono e ingrese el código de mi red móvil encriptada, y tuve acceso a su teléfono, sonreía mientras mis dedos escribían los mensajes, juro que podía oler su confusión hasta mi sitio.

Sus ojos se plasmaban en las estrellas en el cielo, que gracias a mi plaga se vieron más brillantes.

Y me podían llamar loco y enfermo, pero después de eso seguiría cada uno de su pasos y quien me lo impida, le recordare que mi respeto no me lo gane exactamente por el trabajo bien hecho de ser CEO.

🌙🌙🌙

Ahora si...

Nos leemos pronto<3

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