8
Me acorde de que un tal Marck Baldwin hoy cumple años y pensé en darles un capítulo solo por eso.
***
Cecil
Diciembre
Los tres meses se podían tomar como una gran aventura, en donde no disfrute ningún momento, simplemente estaba sobreviviendo. Marck ayudaba en gran parte a olvidar ciertas cosas, pero él no podía entrar a mi mente y quitar los escenarios ficticios que creaba en mi mente.
La ruptura fingida con Marck me iba a traer graves problemas que nadie pensó en ellos. Si de por si era una burla para todo el mundo, como se supone que me iban a tomar enserio después de eso.
Sin embargo, un pedazo de mi estaba muy tranquila de saber que la vida de Marck no iba a dar un giro de trescientos sesenta grados, los medios lo amaban, claro que no es para menos. Nunca tuvimos el suficiente tiempo para poder conocernos de verdad, honestamente pienso que solo mostrábamos máscaras, porque él ni siquiera se tomaría el tiempo de mirarme.
Todo lo que me decía solo era parte del... espectáculo.
Solo fuimos espectros creados por seres invisibles llamados miedos. Al menos de mi parte creía que eso era lo que me estaba haciendo actuar como una Cecil inexistente.
—Creo que debes pensar con la cabeza—dije.
Estaba con Marck en su oficina, él había visto lo que habían escrito en esa revista de cuando ese tal Jhon Musak me acoso. Creía que entre tantas cosas lo había olvidado.
—Es lo que hago.
—Señor Baldwin una simple llamada y ya está—mencionó Malena mirando el teléfono.
Si se había tomado enserio lo de arruinarle la carrera, al menos ya no lo quería matar o eso es lo que pensaba.
—Pues hazla— ordenó Marck, mientras se acomodaba la corbata.
Me quede emboba al ver como trago grueso y sus facciones se volvieron duras y peligrosas, y su cuerpo se tensó casi rompiendo el traje.
—No lo hagas—Ambos me miraron. Yo estaba sentada en uno de sus sillones como si estuviera regañada—. A ti no te está afectando, después de todo esto—hice un ademan señalándolo a él y a mi— yo seguiré en la mira y hagas lo que hagas siempre va a ver revistas y programas que van a buscar algo para poder ganar dinero.
Yo ya estaba resignada a que así iba ser mi vida.
Una crítica, un cambio que haría mi madre.
Un rumor, Georgina se encargaría de que ya no fuera rumor sino una verdad.
—Creo que estoy de acuerdo con la señorita Cecil— miro a Marck esperando aprobación— si hace lo que usted quiere hacer, la revista puede tomar represalias y no para usted, si no para ella y mucho peores—siseó.
—Gracias— le susurré a Malena y solo asintió.
—Entonces ¿solo lo dejo así?
—Señor lo que ellos quieren es espectáculo—dijo obviando—eso jamás se va a extinguir.
Por mis adentros grite un gran si al ver que Marck ya se estaba dando por vencido, pero tarde que temprano haría otra cosa; probablemente negaría entrevistas o si algún trabajador de esa revista llegara a pedirle un favor sin duda sería un rotundo no.
Al ver que no hubo respuesta por parte de él, Malena y yo no preocupamos.
—Pensar con la cabeza—dije en voz bajita y con una expresión criptica para esperar cualquier respuesta.
—Cada mañana menciónatelo a ti misma.
Sonreí.
Ya habíamos regresado al mismo plano astral.
—Bueno, dado a que ya salvamos la situación—Malena agarro fuerte y firme su iPad—me voy, tengo trabajo—y salió de la oficina, derecha como si le hubieran puesto un palo desde pequeña.
Me levante del sillón y fui hacia una de las sillas movibles que estaban más cerca del escritorio de Marck, tome asiento removiéndome nerviosa y lo miraba de la misma manera. Él me sostuvo la mirada, posiblemente sin expresión alguna, pero había algo en esa oficina; quizás los libros que estaban en los estantes en las cuatro paredes nos estaban gritando de que se trataban o el ligero viento que sentí en mis piernas descubiertas.
Lo que haya sido fue un momento fugaz, eléctrico y de nosotros.
—¿Has leído todos? —pregunté, aclarándome la garganta y apartando mi vista.
—La mayoría.
—Me citaste—golpe la mesa de cristal con mis uñas— tú... aquí.
—Ya lo sé—se sentó quedando enfrente de mí y con separación aproximadamente de un metro.
—Me puedes decir para que.
—Pues para planear la ruptura—simplifico.
—Pensaba que tenías otras cosas por las cuales preocuparte.
—Y las tengo, pero tengo tiempo para esto.
La platica se empezó a tornar tediosa y sin sentido, los momentos habían desaparecido y mejor decidimos a dar ideas sobre lo que íbamos a hacer. Una infidelidad quedaba tachada, polos opuestos probablemente hubiera quedado, pero eso significaba darles la razón a las revistas. Y además según él tenía que ser algo serio, ya que lo tenían que creer por la cuestión de que yo estaría en su próximo lanzamiento de su auto casi con el mismo cerebro que él, y que clase de novia seria para terminarlo después de algo tan importante.
—Sigo pensando que es mala idea que me lleves a ese evento—Mi poca cordura rogaba porque alguien le hiciera caso.
Esos eventos me daban pavor y en especial porque la gente que se iba a presentar ahí iba a ser gente tan preparada que te intimidaban con su sola presencia. Si Marck era quien es, fue porque su grupo social era de ese tipo de personas que se podían considerar robots, porque siempre estaban pensando en trabajo y en ser mejores.
—Necesitas ir, mi padre ira y no quiero que haga preguntas.
—¿Por qué no les dijiste la verdad?
Se encogió de hombros y se levantó directo a la botella de wiski, se sirvió un vaso y regreso a su asiento. Mi mirada le mostraba compresión ante lo que dijera. Porque era extraño que algo tan simple se le hiciera difícil de decir.
—Entonces yo me echare toda la culpa—No era una opinión, era una orden que se tenía que acatar tal y como él lo diría— diré que tengo una gran carga de trabajo y no puedo sostener una relación.
—Creía que tus padres eran más compresivos—murmuré. Deseando que no me echara de su oficina por mi impertinencia.
Se removió en su asiento y cruzo ambas manos recargándolas en la superficies de la mesa.
—Mi madre lo era, pero ella murió y mi padre, bueno... no hay nada de malo en esforzarte más de lo que puedes.
Por primera vez lo había escuchado de una manera tan sincera, y pareciera que el hombre de hielo por fin había dejado caer un pedazo de este para respirar más tranquilo.
—Pero lo haces con libertad porque ellos no te lo piden—acerté.
—Si—me miro con sorpresa— cuéntame más de ti Cecil.
Me levante de golpe y camine a zancadas grandes en su oficina contemplando todo, sus estantes de libros, su escritorio bien ordenado y una placa en donde venia su nombre y su puesto, y en el centro otra mesa pequeña con sillones a lado. Me deje caer en uno de ellos, desamarrando mis pensamientos para que dé mi boca no saliera una estupidez.
Mi visión fue opacada por sus ojos azules vibrantes y su cara muy bien esculpida.
—¿Enserio has leído todos esos libros? — señale al azar un estante.
—No me has contestado lo que te dije.
Se arrodillo y quedo a la altura de mi cara y probablemente podía ver todas la imperfecciones que tenía. Tome mi compostura normal, de solo pensarlo me avergonzaba estar cerca de él.
—Es que realmente no hay mucho que decir.
—Claro que lo hay—se sentó a un lado mío, su tamaño ensombrecía al pequeño sillón—solo que tienes miedo de decirlo.
Si. Si tenía miedo de enfrentar a mi madre o hablar a sus espaldas porque al final de cuentas era mi mamá, la persona que me crio y tal vez si me quería, pero muy a su manera. Solo que nunca pude ser la hija que alguna vez soñó.
Me quede en trance ante ese pensamiento y las palabras de Marck me sacaron de inmediato.
—Ya me vas a decir de trata la canción que ibas escribiendo y tarareando la vez pasada.
—¿Cómo sabes? — lo mire perpleja.
—Yo lo se casi todo— Un toque de ego se escuchó en su voz.
Pero si se lo enseñaba y no le gustaba. Era tan insegura que me daba terror enseñarle algo tan privado a alguien, mi canción trataba de cómo me había sentido todo ese año, obviamente con muchas metáforas, pero el ser que tenía a unos centímetros de mi era muy inteligente para entenderlas todas.
¿Y si me juzgaba?
¿Si se reía de mí?
¿Si le parecía la cosa más inservible e insuficiente para la industria?
—Me parece increíble que en estos meses no me hayas tenido la suficiente confianza—me dijo en ese tono serio que lo caracteriza.
No era desconfianza, era miedo, pero ¿Cuál es la diferencia?
Con la poca dignidad que ya me quedaba, saque el celular y enseguida le día play a un audio guardado, mi voz rugió y una extraña sensación llego a mí al saber que por primeras vez mis letras estaban siendo escuchadas por alguien. La desconfianza y el miedo desaparecieron cuando Marck regreso el audio desde un principio a pesar de que no estaba completa; duraba aproximadamente un minuto que por los constante regresos que hacía Marck fueron más de diez.
—No te burles—pedí volviendo a proteger mi celular.
—Cecil, realmente tienes una voz muy bonita y... y —hizo un ademan con su manos como si estuviera sosteniendo algo grande—la manera en la que te expresa es única...—me observó con admiración—se necesita tener una mente muy brillante para poder plasmar tus emociones de esa manera.
Me sonroje, ese había sido el primer cumplido que me había hecho un hombre que no se tratara de mi apariencia. Marck estaba eufórico y se quedó otro rato escuchando los mismos versos, yo solo lo miraba con una sonrisa el ver como se emocionaba como si las palabras que estaban grabadas cambiaran de significado cada vez que las volvía a reproducir.
—Te tengo otro trato—provocó
—¿Otro? Esta loco— negué.
—¿Y si le enseñáramos a la gente lo que realmente eres?
Su insinuación fue tan perfecta que casi digo que sí. Pero aún estaba muy cuerda.
—¡No! —exclamé—. Mas criticas ya no soportaría
—¿Cómo sabes que eso va a pasar?
Me aterraba dar un paso en falso de nuevo y volver al mismo ciclo.
—Pues solo mírame. Soy un desastre.
—Desde el primer instante que te vi sabía lo que eras—mencionó con calma y con un toque sedoso en su voz—pero tome el riego de no alejarme de ti, porque has sido el desastre que más me a intrigado en toda mi vida y me aterra que yo sea el único que este apostando por ti.
—Marck...
—Que necesitas para que cantes en mi evento.
—Marck...
—Va a ser un lugar privado, te aseguro que nadie sabrá quién eres—prometió.
—¿Y si sale mal?
—Al menos lo intentaste ¿no?
Así que con duda y manifestando que todo saliera bien, estaba a punto de dar la respuesta de una decisión que me iba a cambiar por completo mi vida.
—Necesito una guitarra.
***
Marck
La ansiedad me estaba matando, Malena ya me había tranquilizado diciéndome que si vendría Cecil a dar su presentación. Ya estaba todo arreglado la guitarra que pidió, el escenario que no pidió pero que hice que lo trajeran e hice de todo para que en mi lanzamiento no hubiera cámaras ni ningún otro aparato electrónico y el lugar fue lo más lejos de LA.
Algo por lo cual era muy estúpido que me pusiera paranoico sabiendo que mi chofer traería Cecil hasta acá y de no ser así, yo mismo iría por ella. Su voz resonaba en mis oídos como si fuera un canto de una hermosa sirena la diferencia es que ella no era un monstruo marino si no una mujer con demasiado talento, pero insegura gracias a las manipulaciones de su círculo familiar.
Sabía que había un trasfondo oscuro en la portada de su primer álbum, ella era obligada a hacer cosas que no quería y solo lo hacía para mantener contenta a su gente. La relación falsa terminaba hoy, pero si podía darle la seguridad que le faltaba en esas pocas horas lo intentaría. Cecil merece ser escuchada y no juzgada, su sonrisa debía iluminar a todos y no debería estar apagada y sus ojos debían ser descubiertos y conquistados si es posible.
No sabía si de verdad ese color le pertenecía a ella, pero después me lleve una gran sorpresa.
—Marck— me giré y vi mi viva imagen solo que unos años más encima.
Ojos azules bajo piel que aparentemente se veía cansada, y el cabello negro se estaba convirtiendo en gris, pero lo único que no se perdía era la esencia de suficiencia y seriedad que lo ayudaron a llegar a donde ahora se encontraba.
—Padre— me aclaré la garganta y fui directo a darle un abrazo.
Después de cinco meses lo había vuelto a ver, mi único contacto con él fue cuando tuve mi presentimiento....
Tenía que alejar mis instintos de protección y venganza en ese momento.
—Está muy bien todo, te esforzaste—apretó uno de mis hombros y le devolví un fruncimiento de labios—. Por cierto, has estado mucho en el ojo público ¿tengo que preocuparme?
—No—respondí cortante. El me conocía, no sabía exactamente porque estaba haciendo tanto drama.
—Bien, no quiero que tu excelencia se vea opacada por cosas... insignificantes.
—Las cosas insignificante las desecho para que no se interpongan en mi camino.
Un extraño nudo en mi estomago se formó y sentía que con cada palabra que decía, Cecil se alejaba y temía a que no la viera por última vez.
—Me alegro— separo sus manos en un ademan—. porque has estado perdiendo mucho el tiempo, tu propuesta aun no la tiene mi asistente.
Me observó con aquella mirada que hacía que me intimidara de pequeño para mostrarle que era fuerte, que podía con sus pruebas, pero la verdad le agradezco, porque desde ese momento no supe lo que era mediocridad y no me interesaba conocer esa palabra.
—Con lo del lanzamiento y la próxima empresa, no he tenido tiempo.
—Bueno con lo que perdiste con esa muchachita, hubieras hecho mucho— hablo en ese tono de voz que solo a mí me pertenecía.
—Ella vendrá—aseveré—prometió cantar en este evento.
—Sabes que eso no me interesa Marck— frunció el ceño—. Solo no quiero que nubles tu criterio.
—Eso no pasara.
—Confió en que tú vas a seguir siendo el ejemplo del siguiente paso de la excelencia.
Y lo era. Pocas personas a sus veintisiete años eran dueños de sus propias empresas y con ese deseo de querer más. El mundo era conformista, por eso yo cree el mío en donde no existía esa palabra. Mi padre es un hombre fuerte que me enseñó a no ser de ese "montón" como él lo llamaba.
A mis 7 años ya era considerado un niño genio y gracias a los recursos de niño privilegiado que tenía pudieron sacar el máximo provecho de mí.
—Así será.
Un mesero paso a lado de nosotros y mi padre lo detuvo para poder tomar una copa de champaña. Me observo mientras daba un sorbo; me estaba analizando, pero la única persona que llego a poder saber cosas de mi con ese simple acto era mi madre.
Así que mis emociones estaban encerradas y nadie más las podía ver, ni siquiera el con su mirada filosa.
—La verdad quisiera que tu madre estuviera aquí— mantuvo la copa a una distancia cerca de él— ella sabría porque estás haciendo todo esto.
—Es lo que tú me enseñaste.
—No me refiero al trabajo Marck—volteo hacia el escenario en donde se iba a presentar Cecil—. A ti nunca te ha gustado la música y las personas como ella las detestabas porque su vida la sabia todo el mundo, cosa que a ti desde pequeño te hacia enojar.
—Tiene potencial.
Con esas dos palabras le explique todo lo que quería saber, no me gustaba dar explicaciones y menos de ella, al final de cuentas se volvió algo privado que solo me pertenecía a mí y no se lo iba a mostrar a nadie más.
Ese fue el final de nuestra platica, mi padre me felicito de nuevo y se fue a saludar a mis socios y a gente que él conocía de años. A él se le era más fácil socializar, en ese aspecto siempre me pareceré a mi madre, a ella le gustaba estar sola, hasta que conoció al ser que ayudo a darme la vida.
Mientras que los nervios me seguían carcomiendo por su ausencia, fui a empezar a hacer tratos, porque una cosa era hacer amistad y otra dinero. Encontré a un empresario que se dedicaba a la aviación, sus propuesta eran muy interesante para mí; lo automotriz era difícil pero la aviación era otro mundo.
Mundo que pronto igual conquistaría.
El evento del todo iba bien, no me sentía nervioso por el lanzamiento eso iba a ser perfecto, pero lo que me tenía alterado era Cecil Thalassa.
—Es un gusto que todos ustedes estén aquí— mi padre levanto la copa al aire—es un orgullo que mi heredero se convirtió en lo que realmente necesita el mundo, es por eso por lo que los cito esta noche aquí, para presenciar su nuevo lanzamiento.
Todos los invitados voltearon a verme, levante igual mi copa con una sonrisa forzada y mirando a través de los ventanales a ver si aparecía una cabellera rubia, pero no, no apareció.
—Marck, algunas palabras— me llamo mi padre con una sonrisa llena de orgullo.
—Si, claro—me aclare la garganta— quiero agradecer a mi padre por haberme ayudado en gran parte a mi formación para ser lo que ahora soy. Una vez me centre en lo que quería y trabaje para lograrlo sin mirar atrás y sin ver mis errores, mi padre una vez me dijo que no somos nuestro errores...
Y entonces entro, con su cabello lacio y una diadema amarrilla igual que su vestido acompañada de unas balerinas color piel. Cuando nuestros ojos se toparon mi rostro se contrajo, ella me regalo una mirada con miedo y a pesar de eso en su sonrisa había de todo menos esa emoción.
Brillaba, brillaba como la primera vez que la vi, en sus parpados llevaba sombra plateada simulando un delineado y en esos labio solo llevaba un labial que hacían que se vieran más jugosos.
Mierda.
—Marck—llamo mi padre.
Tome las riendas de mis pensamientos de nuevo.
—Y ahora se lo repito...—pensé en lo que iba a decir por que la iba a cagar de forma impresionante—... brillante novia. Cecil, no somos nuestro errores —. La audiencia había hecho un sonido de ternura, no le di importancia solo observé como Cecil abrió sus ojos de más mientras que mi asistente le decía cosas y se la llevaba para ponerla en su posición—. Ella no ha tenido un buen momento musical, así que les pido todo el respeto posible hacia ella. De lo contrario me vere obligado a quitar socios—Todos se rieron. Pero yo no estaba bromeando.
Me retiré del escenario y me fui con todos los invitados esperando el espectáculo, se estaba tardando más de lo normal, no la quise ir a presionar, ella ya estaba aquí porque realmente anhelaba esto. Justo cuando los murmullos empezaban a flotar al aire, Cecil salió con nervios y miedos, pero ella lo iba a hacer.
—¿Qué fue todo eso Marck? — reprimió mi padre.
Me percaté de que su vestido no era para nada elegante más bien algo casual, sonreí en mis adentros porque no se lo dije, pero ese acto significaba que trataba de no darle importancia a lo que los demás dirían de ella, apostaba que por primera vez ella estaba confiando en sí misma.
Sus palabras de Cecil hicieron que olvidara la pregunta de mi padre.
—Después de mucho tiempo vuelvo a estar ante mucha gente—hablo frente el micrófono, aunque el maldito no ayudo porque soltó un ruido insoportable. Cecil se mostró más tensa pero después se esfumo como una estrella fugaz.
Se colgó la guitarra por encima de cuello, la tomo fuerte y agarro la plumilla color negro y dio el primer acorde.
—No...no estaba segura si de verdad hacer esto, pero... como sabre que pasa después de esto ¿no? — su mirada se dirigió hacia mí y asentí.
Con mucha más seguridad empezó las notas de su guitarra, era realmente buena ya que el ritmo lo estaba creando en medio de un evento sin ayuda de nadie y lo mejor de todo es que le estaba saliendo perfecto y no parecía que era improvisado. Cuando comenzó a cantar, los invitados le aplaudieron incluyéndome y a ella no le importaban los aplausos, ella realmente estaba sintiendo lo que estaba cantando. En algunas partes su voz se hacía más aguada y otras veces más suaves, su tono era perfecto.
And the camera flashes make it look like a dream.
You had it figured out since you were in school.
Sus ojos se cristalizaron, pero a pesar de eso parecía que lo estaba disfrutando, estaba tratando de sacar toda su frustración cantando y no se lo podía impedir, ni siquiera ella misma se lo permitía. No hacía notas altas pero cada vez que su voz sonaba fuerte era una gran desahogo para ella, y nadie lo notaba salvo yo.
¿Tal vez solo quería que yo lo viera?
Yeah they'll tell you now, you're the lucky one.
Yeah they'll tell you now, you're the lucky one.
Y así había concluido su canción, todos le aplaudieron, ella sonrió haciendo una reverencia y salió del escenario. La fui a buscar en seguida.
—¿Cómo lo hice? —estaba eufórica.
—Eso fue más que bien.
—¿Tú crees? — se quitó la diadema que le adornaba su cabeza. —bonito lugar, digno para una gran innovación ¿Qué se siente?
Observe lo roja que estaban sus mejillas y como sobresalían puntitos color café.
—Me siento más ejecutivo.
Soltó una carcajada, no la seguí porque no me salió, pero había elevado levemente mis labios.
—Prométeme que no te vas a volver presumido— me hizo un gesto que sentí como si un balde de agua fría me hubiera caído.
—Prométeme que tú vas a hacer más seguido lo que acabaste de hacer en el escenario.
Tenía que controlarme, era necesario cambiar de personalidad para no echar todo al carajo, Cecil no dijo nada, ella ya se había acostumbrada a estos cambios.
—Tratare.
—¿Quieres algo de tomar?
—No— su voz sonó reseca era obvio que no quería, pero lo necesitaba—. Me tengo que ir ya, me fugue de mi madre—susurro su pequeño y sucio secreto.
—Cada vez me sorprendes más, zodiaca.
—Ya no me digas así— su semblante se tornó con nostalgia— este es nuestro último día y no quiero extrañar... el apodo.
—Si, yo sé que el apodo— solté en un tono más frio del que yo quería.
—Gracias por todo, Marck y siento haberte causado problemas—repitió lo mismo de antes.
—No tienes que agradecer, sabes que todo lo hice por ayudarte—le recordé— ¿estas consiente de que todo esto no fue más que espectáculo?
Su mirada se apagó y pestañeo levemente frunciendo sus labios. Ella volvería a encenderse, pero no enfrente de mí.
—Si, me queda más que claro eso—musitó, quitándose la guitarra de encima dejándola en una esquina del salón.
Se quedo de espalda unos cuantos segundos y cuando la tuve de nuevo enfrente de mí, me sentí como un idiota diciéndole eso, pero hasta aquí tenía que llegar.
Cecil era una figura pública lo que significaba una de las cosas que menos me gustaba en la vida. Ella necesitaba espectáculo para beneficiarse y fue lo que hice.
Le prometí tres meses y ya habían terminado.
—Entonces dado a tu rebeldía no te podrás quedar ¿cierto?
—Si.
—Yo te lle...
—No— su timbre fue fuerte— mi chofer vendrá por mí, le daré una gran cantidad de dinero para que no diga nada.
—Entonces— Me estaba comportando como un imbécil total.
—Me dio gusto conocerlo, señor Baldwin.
Y el momento no solo le quito la luz a ella, también arraso conmigo
—A mi igual, piensa en lo que te dije.
Asintió.
—Lo hare.
Giro hacia la salida y la iba siguiendo, hasta que detuvo su paso y yo hice lo mismo, pero ella siguió y yo me quedé ahí.
—Adiós, zo...—volvió a detenerse girando su cabeza hacia mí, la suplica yacía en sus orbes y entonces la entendí—. Cuídate, Cecil.
Después de esa despedida, nada volvió a ser normal como yo tenía en mente.
***
Espero les haya gustado este cap, ya que será el ultimo de la Era Thalassa.
Tratare de apurarme en escribir el próximo capítulo de la siguiente era. Estoy muy ansiosa, porque ya quiero que la lean.
Recuerden dejarme su voto y comentario si les esta gustando la historia.
En todas mis redes me encuentro como smgzal, por si gustan seguirme. Ahí estaré subiendo contenido del libro.
Nos leemos pronto <3
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