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5

Cecil 

Octubre

Mi existencia era un problema para el mundo. Nada de lo que yo hacía les parecía bien.

Si respiraba, que mal porque seguía viva.

Si lloraba, que débil es.

Si era delgada, necesitaba comer más.

Si comía más, que pasada de peso esta.

De todas las cosas que hacía siempre volteaban a ver las que más me afectaban, aunque realmente estando a lado de mi madre siempre hacia cosas que no me favorecían, ella siempre decía que era para que yo tuviera un mejor futuro. Pero la realidad era que me sentía usada por mi propia madre.

Y como era de esperarse ella, sacaba el mayor provecho de mí. Yo había vuelto a rogar en no ir a esos premios, no había nada que ganar, solo íbamos a hacer el ridículo. Además, sentía un presentimiento de que eso no iba a salir bien.

Observaba el cómo me habían vestido, más bien el cómo me había disfrazado; llevaba un vestido negro, con un escote algo atrevido que solo era un burla para mi cuerpo, si hablamos de los tirantes gruesos, los tuvieron que volver a descoser para acomodarlos en mi cuerpo que era delgado, aunque mi dismorfia me decía lo contario, los tacones eran negros casi iguales a los de cuando conocí a Marck y deseaba que volviera a estar ahí para que me volviera a sostener como aquel día.

Lo que me ponía más sensible era ver la corona sobre mi cabello, me sentía humillada. Ese apodo absurdo y tonto no significaba para mi otra cosa más que el hoyo en donde me habían metido. Mi mánager había decidido que debía utilizar un vestuario conforme a lo que estaba sucediendo; era un pésima idea que debí haber rogado más para que no se hiciera realidad.

Green queen... la reina de nada.

Seguía frente al espejo buscando más cosas para cambiar, porque mi alma no me pertenecía a mí misma, sino a la sociedad.

—Cecil, lista o no nos tenemos que ir ya—interrumpió Andrew mis pensamientos.

Primera y última vez que lo había visto con algo decente después de dos años de haber trabajado con él.

—No te preocupes—dije aun mirando mi reflejo—estoy lista.

—Me alegro, porque tienes otra oportunidad de arruinarte—se burló mostrándome su horrible sonrisa.

—No te apures, si me arruino más de lo que debo me acordaré de ti y te arrastrare conmigo.

La sonrisa desapareció, mientras que yo salía de mi habitación con una seriedad que solo me pudo haber recordado a él.

—Amiga que bonita te vez— me aludió Nalla, mientras caminaba hacia las escaleras.

—Gracias— sonreí débil. Yo no pensaba lo mismo.

Ella no iba a ir con nosotros ya que cómo era un evento exclusivo solo nos habían dado tres invitación y por ende los lugares ya estaban reservados. Su amistad no la sentía del todo pura pero no decía nada porque era mi única amiga. La única que alguna vez pensé que no me juzgaba.

—Como te vez bellísima tu outfit debe ser enseñado en las redes.

—¿Qué? No...

Era tarde ella ya había sacado su teléfono y comenzó a grabar.

—Miren con quien estamos—tenía una sonrisa radiante y yo estaba agachada—con la gran Green queen.

De nuevo todo se vino abajo.

—Saluda, Cecil— pidió.

Negué y bajé las escaleras que me faltaban.

—¿Qué sucede? —preguntó con un tono evidentemente molesto.

—Fuera de que llamaste como más odio en la vida, no traigo mis lentes de contacto—mencione en el mismo tono.

—Lo hice porque es tu nombre profesional—se burló— y sobre tus ojos no me di cuenta, más bien lo olvidé—dijo con indiferencia.

—Que no vuelva a suceder—supliqué.

—Te lo prometo—me abrazo y seguido deposito un beso en mi mejilla. Tenía tanta facilidad de manipular, era casi una maestra.

—Hola Nalla—saludo mi madre.

—Gio, que guapa.

Mi madre y Nalla se llevaban muy bien. Las observé y por ese momento en donde intercambiaban ideas de diseñadores y el gran costo que tuvieron nuestros vestidos, me escabullí de ellas. Cuando existían ellas dos, yo solo era polvo.

—Cecil—llamó—tus lentes de contacto—me tendió el frasco donde se encontraba mi otra mascara.

Sin dificultad me los pude colocar en seguida. Amaba mucho el color de mis ojos, pero a nadie se los podía mostrar, ni siquiera a mí misma.

La primera portada de mi álbum era la misma foto que la segunda, solo que, mostrando el verdadero color de mis ojos, pero no fue bien recibida por los medios.

Eran demasiado aburridos para lo que aspiraba. Fue lo que me dijeron.

Claramente lo que querían era aceptación así que optaron por cambiarla y la felicidad que había sentido por primera vez por ese álbum se la llevaron con miles de archivos. La segunda la odiaba porque, como todo, era un invento creado por dos personas.

La limusina había llegado nos subimos primero Andrew y yo, después mi madre para que su única palabra de aliento fuera:

—No lo arruines.

Después de eso, el chofer arranco y no hubo más palabras. Solo flashes acorralándome cuando íbamos llegando a donde iba a ser el evento.

El guardaespaldas nos ayudó a bajar y mi nombre estaba en todas las bocas que podían existir en ese lugar, las preguntas personales me arribaron y un ligero mareo había aparecido. Nadie se daba cuenta de eso.

—Cecil ¿Qué piensas de tu nombre artístico?

Los voltea ver y se trataban de dos paparazzi hombres. No me debió sorprender.

—La señorita Cecil no contestara ninguna pregunta—dijo el guardaespaldas, que después se lo agradecí, porque las preguntas cesaron.

En la alfombra roja de n nuevo las cámaras estaban sobre mí, traba de pasar de una manera correcta para que no vieran mis malos ángulos y después lo usaran en mi contra. Habíamos llegado al gran salón y los encargados nos llevaron a nuestra mesa nos dieron de beber y aperitivos. Cuando la ceremonia comenzó, primero pusieron a los artista nominados y su categoría; deseaba estar en una de ella y también ganarlas.

Mi cerebro no estaba entrenado para este tipo de pensamientos así que comenzamos a autosabotearnos.

Los premios arrancaron de una manera rápida que perdí la noción del tiempo, aunque no perdía la cuenta de las veces que la genta me volteaba a ver, sin embargo, trataba de no hacerles caso y disfrutar de las presentaciones de los cantantes y de las personas que iban subiendo por sus premios; aplaudiéndoles como si yo fuera la que estuviera en el escenario.

—Necesito ir la tocador—avisé.

—No hagas estupideces—me advirtieron los dos.

El presentimiento que había sentido antes de salir de la mansión se incrementó más y pensé en no separarme de ellos, pero era necesario.

Los pasillos hacia los baños eran bastante amplios y luces que los hacían ver elegantes, alfombras rojas y demás cosas lujosas.

—Hola, Thalassa—saludaron atrás de mí.

Mire sobre mi hombro, era un hombre más o menos de la edad de Marck.

—Hola—salude girando sobre mi eje—¿te conozco?

—La verdad, no—sonrió de lado—pero yo sí.

Debía de admitir que era bastante atractivo, cabello castaño bien peinado hacia atrás, sus facciones no eran tan esculpidas, pero aun así tenía ciertos rasgos atractivos, sus ojos color verde tenían un toque de diversión y perversión.

Me quería alejar, pero no podía.

—¿Quién eres?

—¿Importa?

—Si.

Al notar mi seguridad en mi pero mi desconfianza en él se acercó y yo me aleje.

—Creí que eras diferente. —dio una vuelta alrededor de mi cuerpo. Su mirada me causaba escalofríos y eso que no estaba viendo cómo me estaba mirando—. Soy el hijo de uno de los jueces y patrocinadores de estos premios—dijo arrogante.

—Bueno, pues ya te conozco. Me tengo que ir.

—¿Por qué la prisa? —inquirió mordiéndose el labio—¿tienes miedo a que destruya?

—No tienes cara de hacer ese tipo de cosas.

—¿Me crees bueno?

—No. Pero he estado cerca de una persona que si me pude destruir y te aseguro que no te pareces en nada.

—Qué bueno que pienses eso. Porque lo que quiero es ayudarte.

—¿Por qué lo harías?

—Porque a diferencia de ti yo también he estado con chicas como tu—me señalo con descaro—y se exactamente cómo puedo ayudarlas.

—Explícate.

—Te daré una dirección y vas a ir—saco una tarjeta de su saco—y yo mismo sabre si te doy una oportunidad.

Mi mente tonta creyó en ese imbécil y me sentí tan estúpida por esa charla.

—Llevo mi trabajo—dude—es decir mis letras y lo que quiero hacer.

Una carcajada broto de él. Fruncí el ceño odiando ese momento, como no lo pude haber pensado.

—Por dios ¿Quién te crees? —agarro mi mentón y lo apretó fuerte—mejor trata de llevar ropa interior sexy y ya vemos o mejor no lleves nada puesto.

Me zafé de agarre y enseguida le solté un golpe en su mejilla.

—Eres un imbécil—refuté—jamás, óyelo bien, jamás vuelvas a hacer ese tipo de insinuaciones conmigo.

Claro como había una madre que me creía y me defendía.

—Pues ya veremos—sentencio—vendrás como una puta a rogarme para que no te hunda.

—Ya estoy hundida, lo que hagas no me intimida.

Con sorprendimiento en sus orbes, a causa de que sus palabras no tuvieren efecto en mi lo único que grito fue:

—¡Te vas a arrepentir!

Acelere mi paso al baño y mis latidos estaba de esa misma forma.

No había mostrado miedo, pero puedo jurar que, al estar sentada y recargada sobre la pared del baño, mi cuerpo estaba bañado de esa emoción y a punto de desvanecerme, pero cuando eso paso él no estaba conmigo.

******

Marck

Siempre he tratado de hacer bien mi trabajo en todos los aspectos, ya fuera lo más sencillo hasta lo más difícil incluso lo que se creía inhumano lo lograba. Y fingir una relación era tan fácil, todas mis acciones con Cecil iban más para ayudarla que por mis propios sentimientos...

Cuando los tres meses terminen me encargaría de que todo rastro de reputación machada se desvanecería un poco, había leído casi todo sobre su vida y todo lo que había pasado era imposible realizarlo en tres meses, pero como yo siempre podía me encargaría de eso lo más rápido posible. Lo único que anhelaba con todas mis fuerzas era que el lanzamiento de mi auto fuera perfecto y la empresa Questum motors fuera la más influyente e innovadora del mundo y ganar la batalla con el otro socio, para la empresa de mi padre. Era lo que me mantenía despierto desde siempre.

Lo logre... pero hubo nuevas sensaciones.

Sin embargo, aquella noche algo me decía que algo estaba fuera de mi control, me removía en mi cama y lo único que sentía era unas inmensas ganas de salir de mi cama y buscar aquel problema. Cecil había cancelado la cita, ya que iba a asistir a unos premios, no le di importancia tenía otras cosas más relevante que hacer.

Mi control se estaba alterando tanto como yo, eran las tres de la mañana, la verdad fue lo suficiente pronto, me había dormido más tarde. Llame a Malena ella seguía en la empresa, no me sorprendió, era idéntica a mí, podría considerarla una hermana, pero jamás se lo diría.

Marck Baldwin jamás iba admitir que había alguien mejor él, a pesar de que no sea el mismo ámbito. Mi ego me lo impedía.

Spoiler: mi ego una noche se rompió.

Cuando llegué a mi empresa, me encontré a Malena sentada en mi sillón de mi oficina, con su cabello desordenado y una iPad en mano.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó con la mirada puesta en la pantalla.

—Es mi empresa— me senté enfrente de mi escritorio y encendí la Mac para mantener fuera de mi mente ese... presentimiento.

—Me queda claro—respondió—pero no se supone que ibas a salir con la señorita Cecil, la vez pasada ya no regresaste al trabajo.

—Hoy no pudo—simplifiqué, mientras acomodaba unos documentos.

—Ya—una sonrisa burlona se plasmó en su cara.

—¿De qué te ríes? —inquirí perdiendo la paciencia. Y juro que pude a ver hecho una cosa de la que me podía arrepentir ahorra, por lo que mi cuerpo irradiaba.

—De nada—se levantó del sillón—solo son suposiciones mías que voy a desechar porque se jamás pasaran.

—Explícate.

—No lo entenderías Marck—dijo en el tono que había aprendido de mi— mejor te explico lo que fácilmente entenderías.

—Mejor.

—He escuchado ciertos rumores de próximos premios hacia lo automotriz, tu como CEO de esta empresa y próxima—hizo énfasis en esa última palabra—muchas personas creen que ya lo tienes ganado.

Una noticia que no me sorprendió, pero que si me tenía que emocionar, se fue al carajo por ese maldito control que no podía pararlo, mis piernas las movía con una velocidad que hacía que el mismo escritorio temblara ante mis movimientos.

—¿Estas bien? —frunció el ceño.

—No—rogué para que ella me pudiera decir lo que me pasaba.

—La última vez que te pusiste así, fue cuando te enteraste de la muerte de tu madre...

—Eso— le di la razón.

Tome el teléfono y llame a mi padre, adormilado contesto al primer tono, al escuchar su voz no me tranquilizo ni un poco así que le colgué antes de que me diera un sermón.

Mierda ¿Qué me pasa?

Ese era el único pensamiento que me acorralaba esa madrugada.

—Te vez mal Marck, llamare al médico.

—No, se me pasara.

—¿Quieres que haga otra cosa antes de irme?

—Puedes encender la pantalla.

Hizo lo que le indique y salió, ella me conocía lo suficiente para ya no hacer otra cosa. Tampoco me gustaba que se quedaran conmigo a cuidarme como si fuera un niño chiquito a quien le tenían que dar su medicamento.

En la pantalla estaban los comerciales hasta que apareció el programa de los premios en los que Cecil había asistido. Tome mi botella de wiski y perdí la cuenta de la cantidad que tome, pero cuando mi sistema estaba punto de desvanecerse, pude observar como una cámara se posó en ella, su semblante serio y vulnerable fue la última imagen que tuve antes de quedar dormido.


*******


Holi, espero les guste este capítulo, hoy les traje un poco de drama y espero lo disfruten.

Recuerden que si votan y cometan me ayudarían mucho, en saber que si están disfrutando la historia.

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