Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

20

Marck 

Mayo

Exactamente había confiado en dos personas para que se encargaran de mis asuntos. Jason y Malena, pero de repente el mundo giro tan rápido que Cecil se convirtió en la número uno sin siquiera intentarlo.

Ella era la única a la que le podía confiar mis miedos y uno de ellos era perderla.

Insisto, el mundo gira tan rápido.

Pero fue el momento de Malena, sabía que estaba con lo de su investigación, aunque también estaba consciente de que ella conocía la empresa tanto como yo. Cuando me fui a Londres no la había dejado desempeñarse como se debía, ya que tenía el suficiente tiempo para poder hacerme cargo desde lejos.

Días antes del lanzamiento del álbum de Cecil, nos fuimos lejos porque ella así me lo había pedido.

—Escapemos de esto Marck—dijo adormilada. Estaba agotada.

Su cabeza se encontraba apoyada en mi pierna mientras yo acariciaba su cabello.

—Pensé que quieras estar aquí para esto.

—Y no estas equivocado—me encaró aún recargada en mi pierna—, pero no quiero escapar de la música, sino del espectáculo en el que ambos vamos a estar involucrados después del lanzamiento.

Nadie sabía que Moon era Cecil. Su estrategia para ese descubrimiento se basó en ir dejando pistas, tanto en sus redes sociales como en sus canciones. Me dio un escalofrió cuando me estaba contando cada detalle.

El fin de esto era que nadie creyera que fuera ella, pero cuando se supiera la verdad, por fin el mundo la conocería.

A pesar de eso, su preocupación era palpable. Entendía a lo que se refería, había pasado por tantas críticas que incluso le daba miedo respirar de más por miedo a ser juzgada. Pero me tenía a mí y nada malo le pasaría estando a mi lado.

—Te amaran— la mire a los ojos esperando que sintiera mi apoyo.

—¿Y si no?

—Obligare al jodido mundo que vea lo que realmente eres, al grado que se arrastren por ti.

Soltó un suspiro sonriendo, y aunque no lo creyera yo haría de todo para que ella estuviera donde tanto deseaba.

Así que después de eso, decidimos escapar a Moorea, un archipiélago dentro de Polinesia Francesa.

Lejos del mundo, lejos de las cámaras y lejos de los miedos.

Esperaba a mi novia dentro del hangar que Jason me ofreció para poder guardar mi jet. Él pudo haber piloteado mi viaje, pero estaba ocupado en una cosa, tenía un nombre de humano, pero dudaba que fuera un nombre, era tan horrible que ni siquiera lo recordaba, parecía a algo como antílope.

—¿Esta vez sí va enserio? —inquirió Malena acomodándose la gafas.

—Si—simplifique. Ni siquiera sabía porque me había acompañado.

Le reste importancia a su presencia. Estaba más ansioso de ver a Cecil, después de la noche que planeamos el viaje, nos dejamos de ver porque a ambos se nos había juntado trabajo y el poder vernos se dificulto.

—¿Hay algo que deba saber?

Las preguntas de Malena eran tan innecesarias como necesarias. Solo lo hacía por mantener un cierto control y no podía quejarme de ello, ella sabe exactamente cuáles son mis movimientos.

—Solo cuidado con ML23.

—¿ML23? —se giró a verme frunciendo el ceño.

Oculte una sonrisa. Había diseñado un sistema que ayudaba mantener todo un orden y si llevaba sus iniciales era porque hacia su misma función.

—Apenas ve algo que se acerca a ella y lo destruye sin siquiera dar una explicación.

—Tus bromas intelectuales cada vez están teniendo menos gracias—Intento ocultar su reclamo.

—Si sucede algo sospechoso ese sistema te avisara—inconscientemente mi voz sonó suave y agradecida con ella.

—Ponte bloqueador y repelente para mosquitos—frunció los labios.

Fue demasiada demostración para lo que éramos en ese tiempo.

—No es para tanto, por dios—rodé los ojos.

—Tienes razón, tu sangre ha de ser tan agria que los mosquitos ni siquiera se te van a querer acercar.

Le arranque las gafas de mala gana y terminaron en suelo hechas pedazos. No mostro ninguna reacción, así como yo tampoco mostré arrepentimiento por arruinarle sus lentes de marca.

—No quiero fallas.

—Te cobrare mis gafas.

La camioneta de Cecil había llegado, no deje que el chofer le abriera la puerta, me encamine rápido antes de que ella lo hiciera.

—¡Marck! —exclamó riendo cuando la tome de la cintura para bajarla.

—Novia mía—le di un beso fugaz.

—Novio mío—se sonrojo devolviéndome el afecto.

Su chofer había bajado todas sus pertenecías, que en total solo era cinco maletas de color azul, más otras bolsas de mano llenas de productos personales.

—Creí que solo eran unas pequeñas vacaciones—entrelacé mi mano con la suya.

—Nunca es suficiente—Estaba tan radiante, llena de felicidad y mi corazón se estrujaba cada vez que la veía sonreír de esa manera—¿Qué pasa?

Perdí la noción del tiempo de cuanto la estaba mirando.

—Es que... no puedo creer que estes conmigo.

—Digo lo mismo—me envolvió en sus brazos.

¡Era novio de Cecil Thalassa!

—El jet está listo.

—Estoy emocionada—su ojos brillaron que el sol no le hacía competencia.

Y con esa misma felicidad llegamos al jet, mientras ella me contaba sobre como habían salido las fotos del álbum y lo que esperaba de el. Sobre el viaje estaba hablando como guacamaya de un lugar con buena energía para la alineación de mi mente y cuerpo, antes de que me pudiera negar a eso se fue a despedir de Malena. Me parecía extraño que Cecil fuera una de las pocas personas que le agradaba, no tenía idea de por qué sucedía ¿quizás porque tenían la misma edad?

—¿Por qué te cae bien mi asistente? —pregunté al momento que le estaba ayudando a abrochar el cinturón de seguridad.

—Me da buenas vibras.

—¿Malena?

Su mirada fue de reproche, pero tampoco es que Malena fuera una persona con buena alineación de mente y cuerpo.

—No puedes juzgar a alguien sabiendo que es igual que tu—contratacó cruzando los brazos—. Por eso marque en el itinerario ir a Raiatea, es un lugar lleno de muy buena energía—alegó observando un folleto.

Llegar a Moorea era un completo caos, porque primero teníamos que llegar a Tahiti para después adentrarnos a todas las islas las cuales Cecil quería conocer. Pero todo era compensado, porque cada minuto estaría a su lado.

—No voy a dejar que me llenen con olor a incienso—intente no caer en sus decisiones. Era algo imposible dado a que había accedido a casi disfrazarme de un pescado.

—No es necesario eso. En ese tipo de lugares podemos hacer yoga o técnicas de respiración que nos van a ayudar a mantener un equilibrio—explicó.

Me acomode a su lado cuando la voces robóticas dieron la indicación de que íbamos a comenzar el vuelo. La sobrecargo nos fue a ofrecer aperitivos.

—Come—le ofrecí un pan con queso.

—No tengo hambre—seguía mirando el folleto.

No había pasado desapercibido su limitación a comer, por un momento creía que era el estrés lo que le generaba su falta de apetito, pero era muy ilógico el tiempo que se la pasaba sin probar bocado.

—No accederé a tus actividades si no comes—Cecil me confronto con su mirada, pero si hablamos de miradas duras yo era el que ganaba.

—Marck—dejo caer su hombros.

—Esta vez no, Cecil—insistí. Tomó de mala gana el pan y se lo comenzó a comer en mordiscos pequeños, cuando me di cuenta de su intención de levantarse y muy probablemente a esconderlo—: te lo vas a comer enfrente de mí.

Soltó un sonido de fastidio y se terminó cada migaja.

—Eso va a ameritar muchas actividades.

—Ya me acostumbré a tus formas de venganza—sonreí.

Ladeo la cabeza riendo. Durante las once horas que duraba el vuelo, me la pase besándola, tocándola cada vez que nos dejaban solos, disfrutando de sus caricias y su calor que me brindaba, descongelándome poco a poco, demostrándome que tenía mil facetas, pero solo para ella.

🌙🌙🌙

Deseaba que Cecil llegara dormida hasta la isla principal en la que nos íbamos a quedar, su cuerpo tenía un sistema de alerta que hizo que se despertara para que le recordara al piloto que teníamos que aterrizar en Raiatea.

Se coloco un vestido verde playero con unas sandalias, su sobrero y unas gafas de sol, antes de bajar me hizo ponerme unas bermudas que ella me había comprado del mismo tono de su vestido y una camisa blanca desbotonada, y por si no fuera poco...

—Mucho bloqueador—embarró toda la crema en mi cara y cuello—, te puedes quemar, cielo. Ahora sí, que guapo te vez—me dio un beso en la mejilla.

Sin decir otra palabra pisamos nuevo territorio con olor a coco y protegidos del sol.

—Hermoso día ¿Verdad?

Un hombre un poco mayor se paró enfrente de nosotros, no me puse a la defensiva porque era uno de los encargados para ser nuestra guía en el viaje, la agencia lo había recomendado.

—Muy veraniego—dijo Cecil con una sonrisa.

El hombre asintió.

—Tomaremos un barco para llegar directo a Moorea ¿están de acuerdo?

—No. Primero queremos pasar por aquí, pero si puedes adelantar el equipaje.

—Excelente.

La agencia tenía cinco estrellas en su personal. Sin cuestionamiento de más y directo al grano. De mi cartera saqué una buena propina y se la ofrecí.

—Es lo más amable que te he escuchado decir con otra persona que no sea yo.

—Es que él lo hizo casi perfecto y tú haces perfecto todo.

El hombre nos ofreció llevarnos hasta la isla en un auto pequeño, conforme íbamos avanzado el clima tropical y la tranquilidad se iban haciendo presentes. Cecil estaba admirando los paisajes dramáticos color verde y a los habitantes que solo llevaban trajes de baño, que cada que la veían se les escapaba una sonrisa.

No me podía molestar, de verdad los entendía.

—¿Nos hospedaremos en una como esas? —averiguó señalándome una cabaña color amarrillo con techo de paja que estaba sobre el mar.

—Una mucho mejor—la atraje hacia mi dándole un beso en la cabeza.

—Hágale caso a su novio—agregó el guía.

Nos hospedaríamos en una cabaña, pero un poco aislada de los turistas y habitantes.

—¿Cuál es tu nombre?

Si llegamos a hacer amigos en nuestros viajes, era gracias a Cecil que siempre trataba de hacer un tema de conversación con toda persona que se nos acercara.

—Vaimiti—contestó, siguiendo manejando.

—Eso... proviene de—Cecil arrugó las cejas intentando descifrar ese nombre.

—Es tahitiano. Vai significa agua y miti; mar y sal—explicó con una sonrisa.

—Los nombres con significado son tan lindos.

Seguimos a nuestro destino a través de caminos empedrados y llenos de flora colorida. El auto se detuvo justo en la isla.

Cecil bajo sorprendida por lo que estábamos viendo. Literalmente era un paraíso; palmeras gigantes, aguas cristalinas en el cual los animales acuáticos se veían sin dificultad, el atardecer combinado con los colores de las frutas que tenían en venta.

Se sentía una tranquilidad mágica.

Estábamos tan embelesados por la vista que no nos dimos cuenta cuando Vaimiti no dejo.

—¿Esto es real?

La observe guardando con máxima seguridad cada una de sus expresiones y sus sonrisas. Cecil era mi secreto más preciado y no dejaría que nadie la viera para que solo la destruyeran.

—Yo tampoco me lo creo.

🌙🌙🌙

Cecil

Julio

Por fin había culminado un año. Y en esos tres meses que sobraban nos quedamos en Moorea. En Raiatea nos quedamos tres días para conocerlo todo, aunque nos quedamos a medias.

Durante la noche, se escuchó el sonido de una concha, la gente que estaba en la zona volteo, y llamas de fuego se venían acercando, para cuando se detuvieron, me di cuenta de que había un corazón sobre la arena hecha de pétalos rojos.

Era una boda tradicional. Los novios iban como comúnmente se hacía; de color blanco, a excepción del traje y vestido larguísimo, sus cabezas sostenían unas coronas hechas de hojas verdes y flores de color rojo y amarillo, así como su collar. Lo que parecía ser el sacerdote; traía una capa negra que cubría su cuerpo, unas hombreras y una corona más grande hecha de plumas de los mismos tonos.

Cuando la pareja ya estaba dentro del corazón, el sacerdote los comenzó a bendecir con una hoja enorme de auti, seguido la corto por la mitad y ato cada parte en una pulsera alrededor de sus muñecas y por último roció agua de mar sobre sus manos.

Sus caras de felicidad iluminaron al noche, sus votos matrimoniales fueron dulces al igual que sus besos. No puede contener mis ganas de llorar.

—¿Te gusto? —susurró en mi oído.

—Me pareció algo romántico.

Lo mire a los ojos, imaginándome una vida con Marck sin ataduras. Porque toda mi vida, me la había pasado sobre pensado cosas y todo se volvió diferente cuando lo conocí.

Los medios decían que nuestra relación no iba a llegar a nada bueno, no estaba segura de sí era cierto o no, lo que, si me constaba, es que no importaba si el mundo se quemaba, yo lo tomaría de la mano, besándolo y balanceándome en sus propias llamas.

—¿Tienes intenciones de casarte? —preguntó. Las lámparas del fuego iluminaban su rostro.

—Si llega el indicado, si—provoqué—. Y tú, ¿tienes intenciones de casarte?

Su mirada crispo y pude haberme desmayado con su sonrisa si no me hubiera sostenido de la cintura.

—Si llega la indicada, si—la diversión en su voz hizo que mis mariposas revoletearan.

—¿Y ya llego?

—Si—apretó los labios, rascándose la nuca—. De hecho, es muy hermosa, inteligente, noble y la tengo enfrente de mi ¿el tuyo ya llego?

—Si. Me está tomando de la cintura y estoy muriendo porque me bese.

Me alce de puntas y plante un beso lleno de amor que el también correspondió.

Días después desempacamos todo, la cabaña era enorme y se encontraba sobre el mar y aislada de todo. Estaba bien equipada; cocina integral, una sala de estar gigante, solo había una habitación de ensueño; paredes blancas, cama con dosel, los muebles rústicos y pinturas marítimas.

Hubiera querido decir que solo habíamos dormido, pero esa habitación nos guardó nuestras noches más intensas.

Marck había ido al mar, yo lo esperaba recargada en una palmera. Las veces que Marck salía, yo me quedaba haciendo las tiaras polinesias, que prácticamente eran coronas hechas de flores.

Como Marck se negó a hacer yoga conmigo, hice que me comprara vestidos playeros, el que más me gusta era le rojo con flores amarillas.

Los rayos del sol le habían dado más brillo a mi piel, me sentía más relajada de todo. Hubo momentos en los que si me metía a mis redes para ejecutar lo que tenía en mente para que se dieran cuenta que era Moon.

El sol me comenzó a calentar de más. Deje de obrar el collar tradicional que estaba haciendo para Marck. Contemple como venía semidesnudo; cabello húmedo, gotas bajado a través de su piel bronceada y bien dividida.

La imagen me hizo recordar...

Me estaba colocando un nuevo bikini azul con flores, me veía en el espejo, hasta que escuche un gruñido proveniente de nuestra habitación. Salí del baño preocupada, pero esa emoción se fue cuando lo vi sentado en la orilla del colchón, con los ojos cerrados y sus manos moviéndose de arriba abajo.

Mi boca se secó al ver ese espectáculo, sus músculos se tensaban y cada vez que lo hacía más rápido apretaba su mandíbula sin abrir los ojos.

—Marck—coloque mis mano atrás de mi para que no fueran notorios mis nervios.

—Cariño—abrió lentamente los ojos—, porque no vienes y acabas con este problema—su suplica fue demandante y varonil, que sentí como mis muslo se resbalaron.

—Me gusta que tú lo hagas—no me moví.

El azul de sus ojos se intensifico más. Me complació y siguió haciéndolo, yo no tenía ni idea de que hacer en ese instante, solo observaba el tamaño de su erección y la mención de mi nombre en cada movimiento me volvía loca.

Me acerque a paso lentos y me arrodille ante él. No comprendí la excitación que sentía sin siquiera ser tocada.

—Levántate—su orden me confundió.

—Pero...—señalé su miembro que claramente necesitaba atención.

Me ayudo a incorporarme y sentí un vacío ante su negación.

—Marck, pero yo quiero—protesté.

—Yo también quiero.

Hizo caso omiso y me recostó en la cama, bajando a mi centro y dándome el placer que me recordaba el significado de vida. Tire de su cabello cuando lamio la parte más sensible de mi núcleo.

Mi corazón se aceleró cuando en un solo agarre me sostuvo y me subió más a la cama quedando encima de mí.

Nuestro ojos se conectaron y el ambiente se combinó.

Mar. Amor. Lujuria.

—Nunca. Óyelo bien, nunca me cansare de ti—dejo besos por todo mi cuello, hasta llegar a mi ombligo.

—Marck, no de nuevo.

Mi necesidad de sentirlo me hacía suplicar.

Una sonrisa burlona apareció y en simples segundos me encontraba sin bikini y abierta para él. Sus ojos se ensombrecieron y los míos brillaron al ver su figura.

—Diría que voy a ser gentil—dejo un beso fugaz en mi boca—, pero a ti no te gusta eso ¿verdad?

Ni siquiera me dio tiempo de contestar, cuando de una manera deliciosa y al mismo tiempo brutal ya estaba dentro de mí. Mis muslos se contraían por la fuerza y excitación que me daba.

Cerré los ojos mientras me estremecía sobre la sábanas blancas. Los gemido, jadeos y el sonido de la cama chocando con el muro lleno la habitación.

Todo mi cuerpo palpitaba, dejándome picos de una descarga eléctrica. Mi abdomen se contrajo para llegar al orgasmo, pase mis manos sobre sus hombro, cuando iba a llegar a su espalda, me detuvo llevando mis muñecas hacia mi cabeza.

—Abre los ojos, Cecil y dime que eres mía—sus embestidas se hicieron lentas.

Sumida en el deseo, no me permitía hacer lo que él me pedía. Sin embargo, también lo hacía a propósito, porque cada vez que no lo obedecía en la cama, el castigo era una tortura, pero el premio me hacía ver estrellas.

—Te di una orden—se detuvo, apretando mi clítoris con su pulgar.

—Marck...—jadee.

Abrí lentamente mis ojos.

Él era mi cielo y mi infierno. Me podía dar todo lo prohibido que anhelaba y todo lo dulce que merecía.

—Soy tuya, Marck.

Su embestida fue salvaje que el dosel salió de su lugar cayendo en nosotros. No le dimos importancia y seguimos hasta llegar juntos al orgasmo...

—Recordando cosas—se agacho en la arena junto conmigo depositado un beso.

Mis mejillas se volvieron a sonrojara.

—Algunos recuerdo son mejor no olvidar—coloqué el collar en su cuello y sonreí al ver su expresión de desgarrado

—Concuerdo contigo—quito la tiara de mi cabeza—. Mejor así—arrancó una flor de la misma corona y me la coloco a un lado de mi cabello.

—¡Oye!

Él se comenzó a reír y me quise contener a no seguirlo, pero por primera vez lo vi demasiado relajado y no quería arruinarlo. Lo mire con recelo fingido y me llevo hacia su cuerpo, depositando un beso. Nuestros movimientos comenzaron a sincronizarse y enrede mis piernas en su cintura.

—Así como van las cosas, nos van a prohibir regresar a esta isla sagrada.

Rei sobre sus labios. Mientras me llevaba hacia la piscina que tenía la cabaña

Una duda permanencia desde nuestro primer encuentro y no deje que la lujuria y el deseo me nublara. Aún tenía la camisa puesta y se me hacía sospechoso, porque tampoco me dejaba acariciarlo de la parte de atrás cuando estaba desnudo.

—Quiero que me contestes algo.

—Lo que sea.

—¿Por qué no me dejas tocarte?

—Cariño... por dios. Desde que llegamos no hay momento en el que...

—No me refiero a eso. Tenemos sexo, tú me tocas, pero yo no puedo llegar a más de tus hombros—dije decepcionada.

Se alejo y llego a la orilla de la piscina, lo seguí y lo tomé de los brazos.

—Dime, por favor—pedí, recargando mi cabeza en su espalda.

Se tenso cuando me dio la seña de que le quitara la camisa. Ahora yo era la que me debatía si hacerlo o no.

Deslice la camisa y deje escapar un jadeo cuando vi las marcas de cicatrices y golpes. Mi cerebro comenzó a procesar todo lo que le pudo haber sucedido y no me lo quería creer.

—¿Quién te hizo esto? —mis ojos se llenaron de lágrimas y enojo.

—Perdón por ocultarlo—No me miraba.

—No tiene por qué disculparte, yo fui una estúpida...

Hey—se giró—, no digas eso.

Era su secreto y mi impertinencia hizo que lo dejara de guardar.

—Mi padre me obligaba a hacer ejercicios demasiado avanzados a mi edad—volvió a darme la espalda—. La mayoría eran sobre ingeniería, matemáticas, planeaciones y si no lo hacía en el tiempo que él decía o si me equivocaba, mandaba a sus ayudantes a golpearme—su voz carecía de emoción.

Trague grueso al sentir como mi corazón se condeso de pura ira. No sabía cómo, pero, así como Marck me ayudo a hacer pagar a cada una de las personas que me hicieron daño, yo también encontraría la forma.

—Por eso me gustaba que mi madre estuviera, porque así no me hacía nada, pero cuando murió, hice una fortaleza enorme para que no me afectara. Cada vez que no me creía suficiente hacia lo mismo—miró a la nada—, entre a la universidad y conocí a Jason, él me seguía en cada cosa que se me ocurría, pero aquellas cosas eran para demostrarle a mi padre que era suficiente y que sus golpes... habían valido la pena—soltó una risa cruda.

Mis lagrimas salieron al imaginarme lo que paso un Marck pequeño y al grande lo entendía.

Intentar dar de más y nunca ser suficiente.

—No quería hacerte recordar nada eso.

Pase mis dedos sobre sus marcas y las bese delicadamente, dándole a entender que yo lo quería con todo lo que era.

—Lo sé—tomó mis manos y las beso—, ahora ya nada puede hacerme daño porque te tengo a ti.

—Y nunca te voy a dejar.

—¿Es una advertencia?

—Una promesa—Tenía la necesidad de abrazarlo, pero después de eso no sabía si era lo correcto—. Para mi eres mucho más que suficiente.

—Porque es lo que mereces.

Mi corazón se hizo chiquito. Me envolvió en sus brazos y sentí como sus latidos se hacían lentos y tranquilos ante mi tacto.

—Te quiero—ese sonido vibro hasta mis huesos.

—Yo te quiero más.

—Tenemos que regresar.

—Ni me lo digas.

—¿Sabes por qué?

—Porque le mostraremos al mundo quienes somos.

—Esa es mi chica—mencionó lleno de orgullo.

Pero cuanto me hubiese gustado no haber tomado esa decisión.

🌙🌙🌙

Aquí entre niñas ¿quien creen que le rompa el corazón a quien?

Solo fue una duda existencial, no es spoiler.

Este es el ultimo capítulo de esta era, en la siguiente va a ver muchas mas sorpresas y mas romance y por ahí les tengo un cap spicy que ojala les guste.

El siguiente no es un capitulo pero les recomiendo no saltárselo, porque leeremos a Moon devorando.

Así que bajen y ¡Lean!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro