13
Cecil
Septiembre
Paredes blancas, cuadros de viajes enmarcados con material caro, telas de diferentes colores por todos lados y cuatro maniquíes de confección invadiendo todo mi entorno. La modista me estaba tomando cada una de mis medidas, la producción de mi álbum fue muy rápida; a finales de septiembre iba a salir a la venta.
Eso quería decir que su recuerdo cada día se alejaba más.
Después de lo del muelle, no esperaba que me buscara, eso sería demasiado ingenuo de mi parte. Yo no era precisamente el prototipo que de mujer que Marck necesitaba, y no me refería a lo misógino, sino a lo admirable.
Seguramente ellas no tenían una imagen machada que les impedía tener éxito, ellas solo necesitaban tenerse a ellas mismas para poder lograr sus metas, y yo tenía que recurrir a métodos como la farsa para que me pudieran ayudar y al menos intentar... quererme.
Y Marck era el prototipo de hombre que toda mujer deseaba.
Nunca me juzgo, siempre me creyó a pesar de que mi palabra fuera dudosa, apostaba por mi cuando seguramente podría perder y por un instante pensé que también él se pudo enamorar de mí; pero solamente era su perfecta manera de hablar y tener las palabras correctas para cada momento en el que me sentía que no valía nada.
Las dudas sobre sus sentimientos hacia mí seguían flotando en mi mente, pero tenía que ahogarlas para no dañarme.
—Necesitaremos repuestos de cada uno—ordenó mi madre a la diseñadora.
Alcance a ver los bocetos que la diseñadora le había enseñado solo a Georgina; eran conjuntos negros, con patrones de color rojo y morado. Hasta el momento todo iba bien, ninguna revista estaba hablando de mí.
—Los tendrá la semana que viene—dijo la modista, mientas seguía con la cinta métrica en mis caderas. —Qué bonito cuerpo tiene señorita Cecil, es muy moldeable—me sonrió.
En aquellos momentos eso no lo tomaba como un alago, sin embargo, le devolví el gesto.
Mi madre estaba tomando una llamada, mientras que yo seguía sobre la superficie acolchonada, moviendo cada una de mis extremidades conforme me lo dijera la modista.
—Tienes una cita—indicó mi madre con indiferencia.
—¿Cita? —fruncí mi ceño.
Mis únicas citas eran con él y se habían acabado. Aunque no deberían llamarse así.
—Me llego un correo de su asistente.
—¿Malena?
Mi madre me observo con sorpresa, dado que a ella aun no le decía que ya no íbamos a fingir más. Sabía que si le contaba iba a ir directo con Andrew y sus tontas burlas sin sentido me atacarían y fuera de eso ella ya estuviera pensando en otra salida.
—No tengo tiempo para tus estupideces—levanto su mano haciendo un ademan y con su vista puesta en su teléfono—. El chofer vendrá por ti y el engreído ese te recogerá después.
La confusión aun habitaba en mí, pero trate de no darle importancia, podría ser un error.
—Está bien.
—Nos vemos después.
Dicho eso me dejo sola con la diseñadora. Varias medidas después me dejo ir.
Cuando salí, el chofer y mi guardaespaldas se encontraban esperando por mí, enseguida el escolta me cubrió con su gran cuerpo, porque a simple vista no se veía ningún fotógrafo, pero se sabían esconder bien.
Camine hasta llegar a la puerta del auto y el chofer la abrió para mí, fue hasta que un azotón de puerta llamo mi atención, desvíe mi mirada hacia el sitio y tuve que cerrar mis puños para evadir lo que sentí.
—No me voy a ir hasta que me escuches—declaró, caminando hacia mí en movimientos elegantes y agiles.
El guardaespaldas no se interpuso, dado que cuando salíamos no necesitaba seguridad.
—No debes estar aquí—simplifiqué y alcé mi pierna para subir a la camioneta.
Pero su toque hizo que me quedara paralizada. Fue tan rápido que no me dejaba procesar nada.
—Necesitas decirme las cosas antes de que las realice.
Retome mi postura para que me dejara de tocar y sentirme solo un poco más normal.
—Te lo estoy diciendo ahora.
—Y ya te dije que no me voy a ir hasta que me escuches.
—Sube a tu auto y vete Marck—aseveré decidida a subirme al mío y resignarme a no volver a verlo.
Le di la indicación a mi escolta de que siguiera, pero de verdad Marck no se iba a rendir.
—Si subes a esa camioneta, te juro que te bajare y te subiré a la fuerza al mío—mencionó autoritario.
—Y yo te juro que, si no te subes al tuyo, el poco respeto que siento por ti se acaba—me pare de la misma forma que él lo hacía cuando estaba en su versión de autoridad.
Mis palabras parecieron sorprenderle, en sus facciones se ilumino una tenue luz de diversión y puede que orgullo.
—Bien, tú ganas—levanto ambas manos en son de paz dirigiéndose hacia su auto.
¡Perfecto!
Cecil, 1.
Marck, 0.
Volví a retomar mi postura para entrar al vehículo, el guardaespaldas seguía menos preocupado que a principio, pero sus ojos seguían en nosotros.
Me dolía dejarlo, pero me iba a doler más si seguía haciéndome falsas ilusiones.
—Vámonos—ordené.
—A donde tu vayas, yo voy.
Volví hacia él, sus antebrazos estaban recargados en la puerta de su auto. Y esa posición era tan atractiva; su traje se pegó más a su cuerpo, esas costuras luchaban por no romperse ante tanta tensión.
Ahogue un gruñido.
Marck solía ser tan, terco, exasperante, frio y tan... bonito.
Mis emociones estaban al mil, ellas estaban conscientes de que yo estaba enamorada de él y con esa simple cosa me estaba haciendo sentir mucho, pero al verlo de esa manera mis pensamientos hormonales eran los que se llevaban el control.
Me di por vencida, sabía bien de lo que es capaz y yo quería seguir un juego en el que perdería.
—Vamos a subir al auto—dije de forma calculadora, él hizo una mueca de que había triunfado.
No iba a ser fácil.
—Perfecto—llego hasta el extremo del copiloto y lo abrió para que yo subiera.
Sonreí, porque era a lo que exactamente quería llegar.
—Pero vamos a subirnos a ese—señale mi medio de transporte.
—¿Es broma?
Me encogí de hombros. Se podría negar, pero si quería hablar conmigo iba a ser a mi manera.
Eludí su pregunta, siguiendo mi camino y en menos de simples segundos ya sentía su presencia detrás de mí.
—En tan pocos meses ya me has robado la personalidad—sus labios los puso rígidos—me gusta—sonrió de lado, ayudándome a subir.
🌙🌙🌙
Termino de hacer una llamada, suponía que le estaba ordenando su gente que fuera por su auto y si nos basábamos en sus expresiones seguramente los estaba amenazado si le llegaba a pasar algo.
Observe el edificio color azul mientras él terminaba de dar sus órdenes.
No había nada de gente, el lugar se miraba solitario y me dio algo de pánico el estar otra vez a solas con él en un lugar así. A pesar de eso nunca le di la orden a mi escolta de que nos siguiera, porque me seguía sintiendo segura a su lado.
—Vamos—me tomo de la mano.
La alegría fluyo por mis venas, pero solo iba a ser un rato. Me solté de su agarre y el giro a verme con sus ojos llenos de incertidumbre.
—No somos nada, Marck.
Él trago grueso y asintió levemente con expresión neutra.
Llegamos hasta la puerta y él saco una llaves, las metió a la cerradura y la oscuridad con un toque azul vislumbro mi vista. Entramos y me sobresalte cuando escuche el golpe de la puerta. Gire mi cuerpo y quede impactada por la figura masculina que se encontraba enfrente de mí, la oscuridad le pertenece.
Camine sobre un pasillo aún sin iluminación mirando por todos lados, me sentía ansiosa de saber que era eso azul. Casi llegábamos al inicio de esa luz azulada.
Sus manos tocaron mis hombros y en un susurro leve me dijo:
—Espero te guste, zodiaca.
Mis pasos se aceleraron, perdí el equilibrio cuando vi el acuario más hermoso de todo el mundo; en los laterales y arriba había cristal, lleno de todo tipo de animales acuáticos. Alce mi mirada y contemple como las mantarrayas nadaban con facilidad, dejándose fluir, los peces iban en conjuntos y dos caballitos de mar estaban uniendo sus cabezas.
Una sensación de felicidad y nostalgia me lleno, tenía ganas de llorar y reír a la vez, fue un sentimiento que no podría describir el haber estado en ese lugar. Quería tocar la parte de arriba y seguir con mi dedo el camino de las mantarrayas; y como si hubiera escuchado mis pensamientos, Marck se acercó, me tomo de la cintura y me alzo con facilidad, levante mi mano y llegue al cristal.
Baje la mirada y él estaba mirando a todos lados excepto a mí, con un movimiento de pierna indique que me bajara.
—¿Lo hiciste vaciar? —inquirí con los vestigios de felicidad.
—No, lo compre—mencionó observando su reloj.
Mis ojos se entornaron al imaginarme la cantidad que gasto en esto.
—Debió ser caro—balbuceé.
—Lo normal.
Él es un CEO ¿cuánto se supone que era lo normal para él?
—¿Por qué me trajiste aquí?
—Una vez mencionaste a unos peces y quería que me hablaras de ellos.
Lo recordaba.
—Los peces koi.
—Esos—sonrió observándome.
—Pudiste haber buscado en internet.
Comencé a caminar por todo el lugar, mirando cada animalito.
—No hubiera tenido la experiencia completa.
—¿Soy una experiencia?
—La mejor que he tenido en vida—dijo detrás de mí.
Mi caminar se bloqueó un instante, pero pude seguir.
Su aroma lo sentía cada vez más cerca, sus pasos se estaban sincronizado con los míos y su mirada intensa y poderosa la percibía en mi nuca, tanto que esa parte sin vida se erizo y un cosquilleo la atravesó.
—Tienen una historia particular—dije mientras buscaba un grupo de ellos—, a simple vista pueden parecer peces cualquiera, pero sus colores son lo más fascinante—sonreí al encontrar el grupo de peces, con diferentes patrones de colores; unos naranja con blanco, otros rojos con negro, había uno que sobresalía; era azul, con rojo y blanco. Los señale y Marck se acercó a mirarlos—. Dos peces koi simulan el yin-yang, y aunque son pequeños su historia los hace demasiado poderosos.
—Cuéntamela—pidió lleno de satisfacción y tranquilidad.
—Según la leyenda, los peces koi que lograban nadar rio arriba y remontar las cascadas se convertían en dragones—Me quede pensando en esa simple oración.
¿Podría lograr ser un pez koi?
¿Superare todo y me convertiré en la estrella que quiero?
—Lo lograrás, Cecil.
Mi trasparecía con él de repente me asustaba, pero me encantaba la conexión que sin intentarlo habíamos creado.
—Lo lograremos—esboce un sonrisa.
Él ya tenía el éxito que merecía, pero estaba consciente de que su sueño era la empresa de sus padres, no sabía el contexto de ese anhelo, pero lo entendía completamente.
—Mírame, Cecil—casi fue una súplica—, y vuélveme a decir que lo vamos a lograr.
Mi corazón se aceleró y mi pecho se apretó, y lo que estuve evitando lo hice con cada espiral de emoción al mil.
—Un día vamos a brillar tan fuerte que seremos estrellas en el cielo.
Su semblante se suavizo y me dio una mirada extraña que entro a los más profundo de mi corazón, haciéndome sentir acorralada y con un mal presentimiento. Pero algo me decía que cualquier cosa que sucediera desde este momento iba a ser por algo.
—¿Una última cita?
El momento se apagó y todo volvió a la normalidad.
🌙🌙🌙
Se iba a ir.
Y yo estaba tratando de asimilarlo. No lo lograba.
¿Cómo se pierde el enamoramiento?
Acostada en mi cama estaba reprimiendo mis sentimientos.
¿Acepte una cita porque eso es lo que me convenia?
Verme con él un día antes de que saliera mi álbum, sería buena promoción.
O ¿acepte una cita porque seguía aferrada a lo que no iba a ser?
Estaba perdiendo mi propia guerra, dije que el enamorarse es algo maravilloso, pero era mucho mejor cuando esa persona te correspondía, pero me falto decir que jugar al amor era también como estar en un campo de guerra; él era el dragón y yo quien tenía que acabar con él, pero era todo lo contrario.
Pague el precio de sentir demasiado.
Tocaron la puerta y su recuerdo se esfumo.
—Llegaron por usted—indicó una mujer del servicio.
Asentí sonriendo.
Cuando cerró la puerta me levanté y me di una última ojeada; me había vestido con una falda negra al igual que la blusa, acompañada de unas medias del mismo tono y un abrigo largo color café.
Salí de la mansión sin dar explicaciones, mi padre ya se había ido de nuevo a grabar, a él era al único que le preocupaba.
Marck me estaba esperando recargado en su Aston Martin.
Mis piernas flaquearon.
—Hoy si estoy vestida para una cita—Baje los escalones para llegar al auto.
—La vez pasada yo me hubiera cambiado para que tu no lo hicieras—abrió la puerta de su auto y me ayudo a subirme tomándome de la cintura.
Ese era el problema, teníamos que cambiar para que estuviéramos juntos.
—¿A dónde vamos a ir?
—Es algo simple, pero pedí la mejor mesa—me sonrió.
Le respondí con el mismo gesto, pero más tímido, enseguida me volví a centrar y miré hacia enfrente.
—¿Y cuando te vas? —inquirí con un nudo en la garganta.
Hubo un silencio, no lo volteé a ver, hubiera sido más caótico.
—Pasado mañana, cuando tu álbum salga—sus nudillos los apretó en el volante, hasta volverse blancos—. Si pasa algo de nuevo, voy a estar para ti.
—Gracias.
—Eso es lo mínimo, Cecil—se frenó en el semáforo rojo—. ¿Haz pensando en lo que te dije?
Si mi único pensamiento había sido él.
—Sea cual sea mi nombre no cambiara nada.
—Pero si algo sale mal, te darás cuenta de tus errores y sabrás como mejorarlos—aseveró volviendo a conducir.
—No se me ocurre nada—hice una mueca intentando pensar en algo—. Supongo que debe ser algo grande y que me represente.
Juro que mi cabeza me dolió en ese instante, estaba tan perdida sobre mi vida, y no solo por Marck, había lazos sueltos que aún no podía desenredar.
—Zodiaca podría ser, eres muy astrológica—su intento de broma si me hizo reír—, o mente maestra, las metáforas en tus canciones son buenas.
Ladeé la cabeza, él solo había escuchado una de mis canciones y ya me consideraba buena. Me preguntaba que habría pensado si esa noche le hubiera enseñado todas las letras que había escrito hacia él.
Probablemente me hubiera llamado loca, pero nunca mente maestra.
—El zodiaca solo es tuyo y mío.
—Tienes razón—su mirada intensa hizo que forzosamente lo volteara a ver.
Llegamos al restaurante y cuando bajamos los fotógrafos nos atacaron de frente. Él me acerco a su pecho y estando en sus brazos me ayudo a pasar de todas esas luces plateadas.
—Esto lo hacen por el próximo álbum—aseguré—, están observando si hago algo mal.
—Tranquila, no lo harás.
Pasamos por todas la miradas y habladurías de nuevo, me debería haber sentido mal, me imaginaba la clase de cosas que dirían de mí, pero tratándose de él, todo... absolutamente todo, valía la pena.
Me ofreció el asiento y me senté.
—¿Qué crees que digan de nosotros? —me quite el abrigo y lo coloque en el perchero que estaba a lado mío.
—Seguramente que somos una pareja muy atractiva—tomo asiento enfrente de mí, recargando su codos en la mesa.
El mesero llego y nos dio las cartas.
Mientras escogíamos, Marck me observaba, pero trataba de no ceder a su intensidad.
—Entonces—su voz hizo que le prestara atención—, él nombre puede esperar, me interesa más saber si vas a aceptar mi ayuda.
—Nunca me la has planteado bien—protesté.
—Quiero que saques un álbum independiente a lo que te hacen hacer tu mánager idiota y tu intento de madre.
Entorne los ojos y mire a todos lados asegurándome que su voz y declaración no haya tenido la atención de toda la gente que estaba cenando.
—Marck—susurré.
—Es la verdad.
—Se que es la verdad, pero...
No tenía pretextos.
—¿Vas a aceptar mi propuesta?
—Es muy precipitado.
La tentación era muy grande, de tan solo pensar en lo que Marck me proponía, la felicidad me invadía, mis ojos brillaban al imaginarme de lo que podría ser capaz.
—La organización hace que eso precipitado, se vuelva un plan como si lo hubieras planeado hace meses.
—La idea es buena, pero ¿sino sale bien?
—Lo intentaste al menos.
—Dolería más.
—Dolería mas no intentarlo.
Esas palabras se volvieron como nuestro himno propio, porque eran reales. Probablemente no sabemos nuestro futuro, tampoco lo podemos moldear nuestra manera, pero cada experiencia que hay en los intentos son tan maravillosas, así como caóticas.
Y lo maravilloso y lo caótico no se llevan, pero esas simples palabras hacen que la vida comience a fluir.
—Es mucho proceso.
—Eso ya lo se.
—Es mucho dinero.
—Y aquí donde falta—su semblante se volvió a pura diversión.
Ladee la cabeza, de verdad que, si era un arrogante pero que "arrogante"
—Lo necesito pensar.
—Hay tiempo.
—Necesito ir al tocador—me levante del asiento sonriendo, sin saber que ese momento iba a desaparecer igual que los otros.
Marck asintió leve, podía sentir su mirada detrás de mí.
Cuando llegué al baño, hice lo que tenía que hacer, salí y en el espejo se mostró mi reflejo con una sonrisa gigante. Sin duda esa noche fue tan hermosa como fugaz.
Me acerque a la puerta a tomar el pomo, pero alguien me había ganado, me hice hacia atrás por la agilidad en que la mujer entro; alta, con un vestido negro perfecto para su cuerpo, me quede atontada cuando vi cómo se acomodaba la cabellera pelirroja.
Reaccioné y volví hacia la puerta, pero...
—Tú eres Cecil Thalassa—dijo, ella seguía mirándose al espejo.
Dado a que no fue una pregunta, mi curiosidad aumento.
—Si ¿te conozco?
—No.
—De acuerdo—dije no muy convencida ante su respuesta.
—Creí que lo de Marck contigo era una simple... farsa—la última palabra la dijo de golpe.
Mi cuerpo tembló al pensar que ella podría saber la verdad.
—No es así, él está aquí conmigo—puntualicé cada palabra.
—Si, me di cuenta de ello—me miro con desdén.
Sus ojos azules eran bonitos, lo único que cambiaría de ella era su actitud.
—¿Entonces por qué tu suposición?
—Pues porque he leído lo que dicen de ustedes, tú y él no congenian. Marck es atractivo y exitoso, y tú solo eres... me recuerdas tu nombre.
—No te conozco, y no voy a permitir que me hables de esa manera.
—Linda, todos hablan así de ti—su sonrisa fue hipócrita.
Mis buenos modales y mis inseguridades me detuvieron a no darle su merecido.
—Él no lo hace.
—Claro que no lo va a hacer, Michelle Polak se fue de su lado y solo está buscando con quien pasar el rato, yo hubiera podido ocupar tu lugar, pero te adelantaste.
Mis ojos querían derramar lágrimas y mi corazón dolía. Marck me había mentido, él sí tuvo algo serio con Michelle.
—Como sea, ahora él está conmigo—mantuve mi postura.
—Haber cuánto te dura, él no se va a enamorar de ti.
Y tenía razón, si él estaba conmigo era por un favor, no porque me quisiera.
Regrese a la mesa, él ya había pedido por mí. Con las ganas desvanecidas me volví a sentar.
—Te tengo otra opción—dijo contento.
—Cenemos Marck, tengo poco tiempo.
Su silencio fue suficiente para pensar que estaba confundido.
—¿Estas bien?
—Si—No lo mire.
La cena termino, no hubo interacción y mis problemas seguían.
—Apenas probaste bocado.
—No tenía hambre.
—¿Quieres ir a otro lado? —me abrió de nuevo la puerta.
—No, quiero ir a mi casa.
Todo el camino lo sentía extraño, porque siempre era todo lo contario, yo no quería llegar a mi casa porque con él me sentía bien y en ese instante solo quería encerarme en ese lugar oscuro y frio.
—Cecil...
—Marck, llévame a mi casa—supliqué con los ojos cristalizados.
Siguió el camino hasta que llego a la entrada principal, el de seguridad le abrió. Todos ya estaban dormidos, la fuente que se encontraba en medio de todo ya había dejado de funcionar y así mismo me sentía yo.
—Gracias por todo, Marck—baje de su auto.
—¿Qué es lo que paso en el baño del restaurante? —su pregunta fue autoritaria.
Me detuve, y las preguntas me inundaron, y el miedo a saber las respuestas me estaban volviendo loca.
—Marck—gire a verlo—yo solo quiero saber una cosa—el nudo en la garganta se estaba desenredando.
—Dímelo, Cecil.
Todos los momentos en mi mente fueron una tormenta, y la duda llego. Porque no sabía si quedarme con la fantasía que yo idealice o saber la verdad y dejar de idealizar
—¿En algún momento te pudiste haber enamorado de mí? —sollocé
Marck se apagó y por su comportamiento creí que subiría a su auto y me dejaría con la duda. Acorto la distancia, pero de inmediato la volvió a distanciar.
—Cecil...
—No ve vas a contestar ¿verdad?
Sus manos llegaron a mi cara tan rápido que no me dio tiempo procesar que lo tenía enfrente de mí. Quería explicarme como su presencia hacía que me ahogara, pero al mismo tiempo me hacía sentir viva.
—¿Por qué haces esto, Cecil? —su tono cambio.
—Tú sabes porque Marck.
—No te puedes enamorar de mí y yo tampoco de ti.
La lagrimas salieron esta vez, él me abrazo y eso solo empeoro la situación.
—¿Por qué, Marck? ¿es más fácil hackear una ciudad y tener deseo de matar gente, que quererme? ¿así de complicada soy?
—Cecil... entiéndeme. —terminó el abrazo—. Tú eres excelente por naturaleza y yo...
—Debería odiarte por todo lo falso que me dijiste y me hiciste sentir, sin embargo, no lo hago porque el sentimiento de amor que siento por ti es más fuerte.
—Por tu bien mata ese sentimiento.
—Lo voy a hacer—sorbí por la nariz—, pero ya no te quiero cerca de mí, ve a buscar tu sueño y yo seguiré luchando por el mío.
—Cecil...
—Adiós, Marck.
🌙🌙🌙
Holaaa, espero les haya gustado el cap, probablemente la siguiente semana no actualicé dado que voy a estar en temporada de exámenes, pero cuando termine de nuevo estarán los capítulo semanales.
Recuerden votar y comentar si les gusto.
El siguiente cap, a lo mejor estará un poco largo y me gustaría saber como lo quisieran ustedes, un solo capítulo o el mismo cap, pero en dividido en dos.
Sin mas que decir...
Nos leemos pronto<3
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