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12

Cecil

Septiembre 

—Aumenta la velocidad, Cecil— indicó mi instructora.

Bad girl, pronto saldría a la venta, ese iba a ser el nombre de mi nuevo álbum, por ende, me tenía que comenzar a ejercitar ya que con una nueva discografía tenía que hacer una gira y necesitaba tener una buena condición; aunque de nada servía, estaba más delgada que de costumbre, pero saltándome las comidas, o los atracones que me daba y aumentando el ejercicio excesivo, no podía esperar mucho.

Estaba consciente de que estaba mal, pero no podía pedir ayuda, mi madre sabía lo que me pasaba, sin embargo, seguía insistiendo que era una forma de llamar su atención. Mientras mi cuerpo se mantuviera atractivo, ella pensaba que todo estaba bien.

Tampoco quería decirle algo, mi carrera tenía que ya ser un éxito y ya no tanto por el deseo de pequeña, sino por una necesidad que me hacía sentir estancada. Porque los deseos son bonitos, aquellos propósitos que los pintábamos de colores son una gran motivación para seguir adelante, pero en un instante esos deseos se convirtieron en una pesadilla.

Tenía que lograrlo.

Y para eso estaba Marck, tal vez esta vez no importaría si las letras de mis canciones eran malas, mientras estuviera con él, probablemente la gente me respetaría y así tendría éxito.

Quería todo una vida, pero como siempre me tocaba conformarme un tiempo a corto plazo.

—Vamos linda, otro más— volvió a decir.

Ni siquiera me di cuenta del momento en el que cambie de ejercicio, estaba haciendo sentadillas con unas pequeñas mancuernas moradas en mis manos. En ese momento no sentía los vestigios del ejercicio eso vendría después.

—Listo—jadeé.

La rutina había terminado, pero no me permitía descansar, tenía que ir al estudio de grabación, ya que esta iba a ser la última. Sali del gimnasio y la camioneta ya estaba esperando por mí. Llegamos a uno de los estudios más grandes de LA "Real sound studio"

El productor era uno de los mejores dentro de la música, producía a artistas grandes, por ende, no entendía porque seguía con nosotros, a pesar del dinero que le daba Georgina, sabía bien que las ganancias por mis álbumes no eran buenas y nadie en su sano juicio aceptaría eso.

Los guardaespaldas me ayudaron a bajar, los fotógrafos cada vez estaban más salvajes.

Estaba cansada de ellos.

Cuando me adentré, fui feliz de ver las paredes grises iluminadas con patrones de colores, la mesa en donde se encontraban los botones para el sonido, y mis ojos brillaron cuando vi la cabina cubierta del cristal, con un micrófono y audífonos esperando por mí.

Este siempre será mi lugar feliz.

No cantaba lo que quería, pero sin duda disfrutaba hacerlo.

—Llegas tarde—reprimió Andrew.

Observé mi reloj, y rodé mis ojos, habían sido apenas cinco minutos de retraso; pero las noches en Los Ángeles especialmente los sábados son caóticos.

—Solo son cinco minutos—pase por su lado restándole importancia.

—Vamos hermano, tenemos tiempo—agregó Martin, mi productor.

Su sonrisa radiante hizo que le imitara el gesto, él es una persona muy relajada que le gusta ver fluir la vida. Se levanto de su asiento y abrió sus brazos caminado hacia mí.

—Lista para la acción, CT—me saludó con un beso en la mejilla.

Le tenía suficiente cariño y las muestras de afecto no eran más que por amistad; él fue unos de los primeros en ver mi talento para cantar; la primera vez que lo hice fue en un bar, había ido con mi padre cuando cumplí 18. Martin me vio cantar y me dio una de sus tarjetas, la cual se la había enseñado a mi madre, pero se opuso hasta que cumplí 20 y fue cuando le llamamos y me acepto. Martin era demasiado accesible, aunque también fue una de las personas que Georgina mando al diablo por meterse en sus asuntos. Él le había dado buenas ideas para que mi carrera tuviera un buen futuro, pero como siempre mi madre se aferraba a lo que no era.

—Sabes que si—respondí contenta.

—Chicos, escucharemos de nuevo a la reina—levantó los brazos dirigiéndose a sus asistentes que se encargaban del sonido.

Ladeé la cabeza sonriendo.

—En que estima la tienes—se burló Andrew.

—Es buena ¿no escuchas o qué? —ironizó Martin.

Andrew puso mala cara y se sentó en uno de los sillones grises.

—Como sea, yo solo estoy aquí para que no haga estupideces como siempre—me señaló.

—Y también para traernos café—y no fue ironía fue una orden hacia él.

Sin duda, si pusiera a Marck y a Martin juntos, no sabría a quien darle el premio de honor. Ambos lo odiaban.

Mi mánager se fue sin rechistar y fue ahí cuando pude soltar una pequeña risa.

—Me seguirá odiando—dije siguiéndolo con mi vista.

—No importa, él aquí no tiene poder—me guiño el ojo.

Me introduje en la cabina, me coloque los audífonos y me acerque al micrófono, un sonido me aturdido, pero ya estaba acostumbrada.

—Muy bien, CT, hoy te pediré algo—su voz sonaba en toda la cabina.

Los observe confundida a través del cristal.

—¿A qué te refieres?

—Me has demostrado que eres buena improvisando, muéstrame que es lo que tienes.

Y si, si era buena, pero me había agarrada desprevenida y mi cerebro instantáneamente se bloqueó.

—¿Y la última canción? —averigüe preocupada.

—Ya no existirá.

—Pero...

—Lo que cantes ahora, tampoco saldrá—aseguró. —Pero seguramente sería un éxito.

Aun recordaba el miedo sobre la canción filtrada.

—No se—balbuceé, algo dentro de mi si quería hacerlo, pero otra también le aterraba.

—Vamos, Cecil, te mueres de las ganas por hacerlo—su sonrisa me incito a poner a trabajar a mi cerebro.

—Bien.

Coloqué mis manos en ambos lados del auricular, cerré los ojos tratando de céntrame en lo que quería plasmar. La improvisación si es buena, pero sin duda cuando algo está planeado, es mejor, especialmente con la música.

Había decidido que lo que iba a decir era lo primero que se me viniera a la mente... Marck.

Eso sería fácil.

Piscis y cáncer, dos signos que sin duda tienen un compatibilidad excelente, recordé algo y me reí. Los planetas que hacían contraste entre estos dos eran Júpiter y Neptuno y por alguna razón el día que nos conocimos, se alinearon.

Once upon a time, the planets and the fates—abri los ojos y vi a Martin sonriendo, él iba jugando con los sonidos— and all the stars aligned.

—Me gusta, muy astrológico.

You and me ended...at the same time.

Su vista puesta en mí y sin hacerle caso a mis advertencias.

Aceptar fingir conmigo sin importar mi reputación.

Y sus palabras que por más que quería pensar que era mi imaginación distorsionándolas, simplemente no podía.

Porque... me había enamorado de Marck Baldwin.

Pero lo que más me llenaba de frustración era que no se lo podía decir y lo más melancólico era que probablemente él no lo estaba de mí.

—Nunca dejas de sorprender, CT.

Sali de la cabina, con mis ganas desvanecidas. Martin me enseño lo que había creado con ese pequeño verso, el sonido se escuchaba tan calculador, pero a la vez con ese sentimiento de armar todo un plan para que esa persona se enamorara de ti.

Me despedí de él, sabía que ese trabajo iba a estar seguro en sus manos.

Ande mi paso hacia el carro y por desgracia iba conmigo Andrew, no topamos palabra, tampoco era como que quería hacerlo. Mi chofer lo paso a dejar a su departamento, sin tener alguna interacción.

Es que no había hecho algo malo, por eso no tenía nada que decir.

—¿La llevo a algún lado en específico, señorita Thalassa?

—Me puedes llevar al muelle de Santa Mónica.

El chofer asintió.

🌙🌙🌙

La entrada brillaba con luces moradas, mi chofer me había dejado cerca de esta, así que tuve que caminar hasta llegar a las tarimas. Ya había poca gente, iban a dar casi las doce, y ni siquiera yo entendida por qué estaba afuera a esas horas.

El aire se sintió más fresco por estar cerca del mar, mis pasos hacían rechinar a la madera, observe como iluminaba aun la gran rueda.

Abrace mi cuerpo cuando el viento soplo, pero cuando una sombra apareció, mis métodos de termorregulación dejaron de funcionar.

—Es tarde—El frio se intensifico y las oscuridad se encendió más—no debes estar aquí.

No había girado aún, pero podía sentir su cuerpo cerca del mío. Juraba que llevaba puesto uno de sus trajes negros que lo hacían ver como el rey de lo oscuro.

Mis pies se volvieron torpes al momento de girar, mis pupilas se dilataron al ver dicha imagen; sus ojos, su pelo revoloteando a causa del viento, sus facciones cada vez más maduras, pero con ese toque de delicadeza.

—Marck...—Las palabras desaparecieron.

Estar cerca de él, solo afirmaba más lo que había dicho.

Y no me odiaba por estar sintiendo amor por una persona que no me correspondía, porque creo que el enamorarse es lo más intenso y maravilloso que puede sentir el ser humano; la piel se eriza, el ritmo cardiaco se vuelve frenético, las pupilas se dilatan, las mejillas se tiñen rojas. Diría que hay dos cosas más que lo caracterizan; el primero, es como si solo quisieras respirar el mismo aire que esa persona y el segundo; es como sentirte la persona más plena.

Enamorarse es hermoso, pero es mucho más si la persona te corresponde.

—Es tarde, Cecil.

—Quería tomar aire—di un gran bocado de este para tranquilizarme. —¿Tú que hace aquí?

—Me gusta el silencio.

—Oh, entonces dejo de hablar.

—Nunca he dicho que no me gustan las cosas astrológicas que salen de tu boca.

Me removí nerviosa.

—Estaba recordando nuestro primer encuentro—me miró directamente, desvíe la mirada para poder hablar—, nuestro dos signos tienes una conexión karmica, nadie la puede destruir porque el universo los protege.

—Así que nuestra conexión nadie la puede destruir.

Asentí sonriendo.

No sé qué estaba esperando con eso.

—La noche es bonita.

—No tienes porque siempre salvar los momentos, zodiaca.

Es que ese era nuestro momento y quería salvarlo a como dé lugar.

—Lo sé, pero...

—¿Qué la está alterando? —señaló mi cabeza.

Mi madre, mi carrera.

Tú, Tú, Tú, Tú ¡TÚ!

—No sabía que también hackeabas mentes—sonreí en una línea fina y él solo lo intento.

—Aunque pudiera jamás se lo haría a la tuya.

Mordí mi labio conteniendo el nerviosismo. Porque sabía lo que se venía; el hombre de hielo me diría las cosa más calidad que había escuchado en mi vida, pero mientras su corazón siguiera como si nada, el mío crepitaría con más intensidad.

—¿Por qué?

—Tus pensamientos son puros, nadie en este mundo es merecedor de saberlos y yo jamás utilizaría esa arma tan impura para meterme en ellos.

Sus ojos brillaron y a pesar de que tuviera un mar y miles de desastres en ellos, yo me sentía viva cada vez que los miraba.

El silencio nos inundó, atrapándonos en un momento mágico, fugaz y solo para mí. Ambos miramos al cielo, y mi vista se distorsiono por los lentes de contacto, pero pude alcanzar a captar una estrella fugaz.

Que mi álbum sea bien recibido.

Pero una estrella no podía hacer algo imposible.

Marck seguía mirando el cielo, pero era algo inimaginable pensar que él haya visto algo así.

—¿Qué deseaste?

Entorne mis ojos, no creí que el fuera de los que creyera en eso, aunque era algo obvio, tuvo niñez y a esa edad todo el mundo vive de la magia.

Esa noche estaba sintiendo que eso mágico se estaba esfumando poco apoco.

—Marck—lo tomé de la muñeca, ese gesto hizo que se tensara, pero no lo solté—la propuesta que me dijiste cuando regresaste ¿sigue en pie?

Agacho su cabeza y soltó un suspiro con algo misterioso en el. Me tomo de los hombros y ambos quedamos de frente.

En sus orbes había preocupación y en los míos miedo.

—Tenemos que hablar de eso.

La respuesta ya estaba y cuanto dolía saberlo. Pero sabía que no pasaría y aún así me aferre, tal vez fue la mera idealización que hice de él, aunque no podía cambiar esa idea, como hacerlo, si Marck fue la única persona que estuvo conmigo en cada momento de angustia, el que me libero de una de las tantas cadenas que tenía.

—No podrá ser toda una vida ¿verdad? —mi garganta dolía por tratar de esconder un sollozo.

Al escuchar mis palabras Marck se hizo hacia atrás y paso su mano por su cabello.

—No me hagas esto, Cecil—dio otro paso atrás.

—Está bien Marck, no te los estoy pidiendo—Trate de mantener mi compostura, aunque mi corazón dijera lo contrario.

Su garganta se flexiono en trago duro, en su rostro había incertidumbre.

—Cecil, no te dejare sola—estiro sus brazos hacia mi—de eso quería hablar, tu álbum saldrá y seguiremos con esto, pero después de eso te ayudare a que tú puedas cantar lo que quieras—mis ojos se estaban cristalizando y miles de golpes estaban atacando mi estomago—y por eso necesito que busques tu propio nombre.

—No empieces con tus acertijos.

—No es ningún acertijo, necesito que te busques otro nombre artístico para lo que quiero hacer.

—¿Y que se supone que es?

—Confía en mí, Cecil—me tomo de ambos lados de mi cara y el oxígeno se escaseo—no te puedo dar lo que tú quieres de mí, pero si te puedo dar tu sueño.

¿Que tenía que escoger? si ambas cosas las anhelaba.

—¿Por qué no Marck? ¿Por mi reputación?

En su rostro atravesó la culpa.

Doblemente tonta. Literalmente mis notas de mis canciones hablaban sobre él, porque pensaba que era el único que no me juzgaba.

—No es eso, te juro que si yo estuviera en otras condiciones todo sería diferente—me soltó—pero, así como tu necesitas tener éxito en tu carrera, yo necesito tener la presidencia de la empresa de mis padres.

Mis lagrimas salieron y las palpitaciones de mi cabeza se estaban sincronizado con los latidos de mi corazón. Claro, él lo estaba tomando cómo si lo estuviera utilizando, cuando realmente la utilizada fui yo.

Siempre lo soy.

—Está bien, yo no soy nadie para quitarte tus decisiones.

—Cecil, por favor, antes de irme te quiero ayudar.

—No Marck, no me voy a interponer en lo que quieres, así que dejemos de perpetuar esto y ve a conseguir tu presidencia, mi madre sabrá que hacer conmigo.

Georgina en algún punto pensó en casarme por conveniencia si no lograba tener éxito, si me enamore de la persona equivocada, seguro que lo hacía con otro de igual manera.

—Y que se supone que va a hacer ¿buscarte otra relación falsa? —sus músculos se tensaron y sus ojos oscurecieron.

—Puede, pero la más viable para ella es casarme—Y no lo dije para retenerlo.

Pero si no lograba nada... de nuevo lo que no quería se volvería en mi única salida y estaba segura de que no pasaría lo mismo, no me enamoraría de esa persona.

—No, Cecil.

Levante mi mano para detenerlo, no necesitaba más acercamiento, porque si lo hacía le suplicaría que se quedara.

—Solo te pido que hables de la ruptura después de que salga mi álbum—pedí—esa es mi última petición.

—Cecil.

—Te deseo suerte, Marck.

Como podría desearle otra cosa, porque a pesar de sus palabras, mis sentimientos hacia él seguían intactos.

Camine hacia el carro donde me esperaba mi chofer. Sintiendo su mirada intensa sobre mí, pero no al grado de poderle gustar. Lograría que ese álbum sea un éxito, si me apreciaba lo suficiente me concedería mi último favor.

Pero no tu amor.

🌙🌙🌙

MOOD:

Bueno espero les haya gustado, recuerden votar y comentar, si fue así.

Nos leemos pronto<3

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