Capitulo tres: Cayendo en desgracia
Planeta Tierra.
Meses después de la batalla de Dubleher.
-Fue amable de tu parte invitarme a almorzar, Héctor. Han pasado años – Hal Jordan se recostó en la silla estilo patio del Palm Leaf Café mientras él y su compañero de comedor esperaban que llegaran sus pedidos –
-Lo he hecho, ¿no es así? – Héctor Hammond estuvo de acuerdo, revolviendo su ponche de frutas – ¿Cómo estás, Hal? ¿Cómo está Carol?
-Carol está bien. Yo estoy bien – Hal se encogió de hombros con facilidad – He tenido buena suerte – dio un sorbo a su café helado, saboreando el impulso de energía que le dio la cafeína –
-Veo que has desarrollado un gusto por el café – demostró Héctor. No recordaba que Hal hubiera bebido nunca esa bebida cuando asistieron juntos a la escuela –
Hal rió irónicamente.
-Como que mi cuerpo lo necesita. Mi trabajo me obliga a trabajar en horarios extraños –
En realidad, hasta que el anillo lo eligió a él, Hal no había sido un gran fanático del café. Un piloto de la USAF tenía muchas horas de trabajo, pero Hal solo había comenzado a necesitar la cafeína una vez que se convirtió en Green Lantern.
-¿Cuál? – pregunto Hector –
Hal se sacudió en su asiento y miró a Héctor, quien estaba desconcertado por su reacción.
-¿Que? – preguntó Hal, un poco nervioso –
-¿Qué trabajo? – aclaró Héctor – Sé que te reintegraron a la USAF, pero también tienes algún tipo de trato con Ferris Aircraft, ¿no?
-Vaya – Hal se relajó, aliviado de que Héctor no se hubiera enterado de alguna manera de sus actividades como Green Lantern – No es realmente un trabajo. Carol solo me llama ocasionalmente y no me pagan. Solo lo hago para ayudarla.
-Ah – Héctor asintió a sabiendas de que incluso en la escuela secundaria, los dos (Hal y Carol) habían tenido "algo" – Así que es la USAF quien te mantiene despierto. ¿Estás en vuelos nocturnos?
-Durante el último mes si – afirmó Hal malhumorado –
No le importaban los vuelos nocturnos en sí, solo lo llamaban para volar ciertas noches a la semana, y ahora su doble vida lo había convertido por completo en una verdadera criatura nocturna, pero eso hacía que cumplir con los deberes de la Justice League fuera un dolor de cabeza. Era tan aburrido que Hal había tenido que encontrar un nuevo pasatiempo: mirar imágenes de seguridad de las cámaras del Salón de la Justicia en Metropolis.
Hal esperaba que una vez que Black Canary regresara de su licencia de maternidad (su bebé había nacido en diciembre pasado) y su miembro más nuevo asumiera el estatus completo de la Liga (Víctor Stone aka Cyborg que tomaba clases con su padre por la mañana), sus actividades con ellos se liberaran y pudiera pasar mas tiempo en Oa cumpliendo con sus actividades de Green Lantern.
Héctor solo se encogió de hombros.
-El turno de noche no es tan malo una vez que te acostumbras.
-¿Cómo lo sabe, Sr. Yo-trabajo-para-el-gobierno? – Hal replicó – Sé con certeza que los científicos del gobierno tienen horarios regulares.
-Yo no trabajo para el gobierno – le corrigió Héctor, un poco irritado – Trabajo para una agencia independiente patrocinada por el gobierno. Y se supone que no debo hablar de eso, así que déjalo.
Hal solo levantó una mano, molesto.
-Está bien, lo siento. No quise entrometerme.
-Está bien – Héctor exhaló – Solo estoy un poco inquieto estos días.
-¿Por qué? – preguntó Hal – ¿Qué ocurre?
-Todos los superhumanos y extraterrestres me están poniendo de los nervios.
-Vaya – Hal parpadeó, encogiéndose mentalmente al pensar en el anillo de Green Lantern en su bolsillo – ¿Cómo?
-Hal... – dijo Héctor pacientemente – ¿sabes lo poderosos que son?
-Bueno... sí, hay algunos que son verdaderas potencias.
-Exactamente. No me siento seguro con tantos "metas" alrededor. Podrían causarnos un daño grave a los humanos normales.
-Bueno, para eso está la Justice League, ¿verdad?
-¿Y si la Justice League de repente decide que se ha cansado de protegernos? – preguntó Héctor – ¿Entonces qué?
-Ellos no harían eso – dijo Hal de inmediato. Conocía a sus compañeros de equipo, sabía que ninguno de ellos abusaría jamás de su poder. Desafortunadamente, Héctor no tuvo el beneficio de esa percepción –
-¿Cómo puedes estar seguro? – cuestionó Héctor – No sabemos lo que les pasa por la cabeza. Es demasiado fácil para ellos ceder a la tentación de usar sus poderes para oprimirnos.
¿De dónde viene esto? Suenas como si estuvieras realmente en contra de los superhéroes... – demostró Hal –
-No. Solo desconfío de la amenaza potencial que representan.
Hal empezaba a sentirse muy incómodo por el rumbo que estaba tomando la conversación, así que trató de cambiar de tema.
-Entonces, aparte del trabajo... ¿qué has estado haciendo?
-Bueno, tengo mi propio pequeño proyecto...
En ese momento, Hector fue interrumpido por un agudo pitido procedente del bolsillo de Hal. El rostro de Hal asumió una expresión ligeramente de pánico mientras sacaba su teléfono celular y miraba la pantalla.
-Lo siento Héctor, voy a tener que responder esto – Hal se disculpó ya de pie mientras arrojaba algunos billetes sobre la mesa –
-¿Algo malo? – preguntó Héctor –
-No estoy seguro, pero necesito revisar esto. Fue bueno verte de nuevo. Lo siento, hombre.
Diciendo eso, Hal cruzó la calle rápidamente y dobló la esquina. Hector se molestó, sintiendo que algo sonaba ligeramente falso sobre la salida de Hal. Rápidamente repasó su conversación en su cabeza.
***
Hal se metió en un callejón cercano y dejó escapar un suspiro de alivio. Después de la desconcertante discusión que acababa de tener con Héctor sobre los meta humanos, lo último que quería era que su viejo amigo descubriera que había estado mintiendo.
Porque no era su celular el que había sonado. Por supuesto que no lo fue.
Volvió a meter su teléfono en el bolsillo y sacó su anillo Lantern, mirándolo fijamente. Justo en el momento justo, volvió a emitir un pitido, brillando en verde mientras lo hacía.
-Una convocatoria a Oa. Fantástico – murmuró Hal –
Se puso el anillo. Al instante, la energía verde cambió su camisa y pantalones por su uniforme de Green Lantern. Hal levantó los dedos para asegurarse de que su máscara estaba en su lugar antes de volar.
Un rato después de haber volado por la galaxia y haber cruzado medio universo, Tomar-Re lo saludó en la entrada del Cuartel General del Cuerpo de Linternas en Oa. El rostro del xudariano era mucho más solemne de lo habitual, y eso daba miedo.
-Tomar, ¿qué está pasando? – pregunto Hal –
-Jordan, lo siento – dijo Tomar con gravedad – Se trata de Sinestro.
-¿El está bien? – un escalofrío recorrió la espalda de Hal –
Lo sabía, sabía que algo andaba mal...
-Los Guardianes te lo explicarán. Te buscan en la antecámara – Tomar negó con la cabeza –
-Pero no entiendo – protestó Hal –
-Lo harás. Ahora vete – el rostro de Tomar estaba triste –
Un centenar de escenarios resplandecieron en la cabeza de Hal. Temía lo que los Guardianes tenían que contar. Sinestro resultó herido o muerto en una misión, Sinestro estaba cautivo por una especie hostil, Sinestro se perdió en el espacio...
Lleno de ansiedad, Hal voló lo más rápido que pudo hacia la antecámara anexa al Salón de los Guardianes, donde los Guardianes celebraban un consejo. Lianna, la única Guardiana de Oa, lo estaba esperando allí.
-Jordan – saludó ella – Gracias por venir tan pronto.
-¿Que esta pasando? – preguntó Hal – ¿Qué le pasa a Sinestro?
-Sinestro está siendo juzgado – el rostro de Lianna se oscureció –
-¿Que? – Hal se sorprendió – ¿Por qué?
-Crímenes contra Korugar.
-¡¿QUE?! ¿Por qué Sinestro estaría cometiendo crímenes contra su propio planeta?
-Jordan – dijo Lianna con firmeza – Sinestro ha abusado de sus poderes como miembro del cuerpo para oprimir a Korugar.
-Eso no puede ser cierto, Sinestro nunca...
-Escucha, Green Lantern... – lo reprendió Lianna – Debes descartar todo lo que sabías sobre Thaal Sinestro. Te hemos llamado aquí para que seas testigo de su juicio porque él es tu mentor y, por lo tanto, este asunto también te afecta a ti.
Hal leyó entre líneas lo que la pequeña guardiana le estaba diciendo:
Estamos preocupados por lo que te ha estado enseñando.
-Una vez que ingresemos al Salón, no se le permita interrumpir o interferir con el procedimiento de ninguna manera. Los Guardianes llevarán a cabo el juicio y dictarán su sentencia después de revisar todas las pruebas. Sinestro tendrá la oportunidad de defender sus acciones, y cualquiera que quiera hablar a favor o en contra de él podrá decir su parte.
-Espera, ¿cuántas personas asistirán a este juicio?
-Solo aquellos que están más cerca de Sinestro. No deseamos publicitar este asunto, por lo que queremos la menor audiencia posible. Fuiste el último en llegar.
Hal asimiló todo esto, algo aturdido, preguntándose si esto era un sueño.
- Jordan – La voz sensata de Lianna le aseguró que no era un sueño – Entraremos al Salón ahora. ¿Entiendes lo que está a punto de suceder?
Hal asintió de mala gana.
-Si.
-Entonces procederemos – ella abrió las puertas y entraron en el Salón de los Guardianes –
Hal había estado en esa sala solo dos veces antes: una para el discurso de victoria de los Guardianes ante la derrota de los Manhunters y otra para una discusión sobre la finalización de su entrenamiento como Green Lantern; Sinestro había hecho varios comentarios positivos sobre su desempeño en ese momento. Ahora, sin embargo, Sinestro era el que estaba parado en el centro de la insignia de la Linterna grabada en el suelo, mirando a los Guardianes sentados en sus imponentes sillas.
Sinestro miró rápidamente a Hal mientras Lianna tomaba su lugar entre los Guardianes; pero su rostro estaba en blanco: Hal no podía leer lo que su mentor podría estar sintiendo o pensando. Con una sensación de fatalidad inminente, Hal se dirigió a la galería donde ya estaban sentados algunos otros Green Lanterns, incluidos Salaak y Kilowog.
-El juicio del Green Lantern Thaal Sinestro del Sector 1417 ahora comienza – anunció Ganthet, como guardián principal al comienzo del proceso – Thaal Sinestro, ha sido llevado a juicio por cargos de medidas opresivas injustificadas y no sancionadas contra la gente de Korugar, incluida la esclavitud de la población local, restricciones de las libertades personales y un gobierno dictatorial asumido por usted mismo. Una investigación del Cuerpo ha revelado pruebas sustanciales para apoyar estas acusaciones.
¿Investigación?
La mente de Hal dio vueltas. ¿Cuánto tiempo habían sospechado los Guardianes que Sinestro ya no era un hombre íntegro? Hal mismo todavía no estaba seguro de si lo creía o no.
Cuando Appa Ali Apsa comenzó a enumerar todas las pruebas descubiertas contra Sinestro, Hal dejó que su mente reflexionara sobre los últimos meses. Sinestro no había comenzado a ponerse de mal humor hasta finales del mes terrestre de Agosto del año pasado, y Hal tenía la sensación de que había estado siguiendo así mismo durante ese período. Para Noviembre, el estado de ánimo de Sinestro había mejorado, pero había algo... raro. Hal no había querido pensar demasiado en ello, pero ahora estaba claro que lo que sea que llevó a Sinestro por ese camino comenzó en agosto pasado.
Appa Ali Apsa ya había revisado todas las pruebas. Ganthet preguntó:
-¿Cómo te declaras, Green Lantern?
Hal se inclinó hacia adelante para escuchar la respuesta. Sinestro se mantuvo erguido y alto, y su voz era clara cuando respondió:
-Nada culpable.
Los Guardianes de Oa eran conocidos por su apatía, pero incluso ellos levantaron una ceja colectivamente ante la negación de Sinestro.
-Muy bien – dijo Ganthet – Se le permitirá defenderse una vez que hayamos escuchado el testimonio de los testigos del caso.
Dicho esto, hizo un gesto a los Alpha Lanterns (la rama del Cuerpo que se desempeñaba como oficiales de Asuntos Internos) que llevaron a cabo la investigación de las quejas de Korugar: Arkkis Chummuck, Boodikka y Varix. Uno por uno, cada uno dio su propio relato detallado de lo que habían descubierto. Con cada Linterna que dio su testimonio, el corazón de Hal se hundió más. Al escucharlos describir la situación en Korugar en términos claros y concisos, poco a poco no le quedó más remedio que admitir que Sinestro había cometido un error terrible. Hal conocía bastante bien a Arkkis y Boodikka, y sabía que no se alegraban de tener que condenar al hombre que una vez había sido considerado el más grande de todos los Green Lanterns, pero la integridad y el honor de todo el Cuerpo estaban en juego.
Junto con la sensación de vergüenza por lo que había hecho Sinestro, Hal también se sintió herido. Ahí estaba su mentor, su amigo, a quien había admirado y respetado, la única persona a la que admiraba más que a nadie en el Cuerpo, y Sinestro se había dado la vuelta y demostró que la alta estima que Hal tenía por él estaba fuera de lugar. Era el tipo de dolor que Hal hubiera sentido si alguno de sus compañeros de equipo de la Justice League se hubiera vuelto rebelde, (a excepción de Batman claro, que no le caía nada bien y solo estaba esperando la más mínima excusa para golpearlo).
Y de repente, Hal comenzó a ver lo que Hector Hammond quería decirle en la cafetería.
Mientras tanto, aparentemente Sinestro se había opuesto a algo que se había dicho, porque Ranakar le estaba diciendo:
-El equipo de investigación ha dado en sus testimonios, pleno apoyo de que los cargos presentados contra usted son ciertos. Además, hemos firmado declaraciones de la gente de Korugar relatando la situación allí.
-También tenemos un testigo adicional – agregó Lianna – Una habitante del planeta Korugar, por casualidad. Ella puede proporcionar un testimonio de primera mano para corroborar los ya sustanciales informes proporcionados por el equipo de investigación.
Al principio, Sinestro pareció un poco sorprendido de que alguien de Korugar hubiera venido a Oa para testificar en su contra, luego la ira cruzó por su rostro.
-El Consejo llama a Katma Tui a declarar.
Hal demostró cómo una mujer korugarana bajaba de uno de los asientos más apartados de la galería, donde había estado sentada y observando con tal silencio y sigilo que nadie había notado su presencia excepto los Guardianes y los Lanterns Alfa.
El rostro de Sinestro se contrajo cuando la vio, pero no dijo nada. La expresión de Katma Tui era dura cuando asumió un lugar en el suelo fuera del símbolo grabado de la Batería de Energía Central. Su voz cuando dio su testimonio fue audaz y apasionada. Ella habló de la toma de posesión por la fuerza de Sinestro, de su subyugación de los Korugarianos, de la ley marcial que había implementado y de las atrocidades que había cometido. Ella describió cómo había liderado la rebelión contra él que finalmente atrajo la atención de los Guardianes y los impulsó a enviar a los Alpha Lanterns a investigar.
Al final de su discurso, el rostro de Sinestro estaba negro como una nube de tormenta, y Hal ya ni siquiera pudo intentar fingir que esto no estaba sucediendo.
Appa Ali Apsa juntó los dedos cuando Katma volvió a la galería.
-Bueno, Sinestro, la evidencia parece ser concluyente.
-¿Cómo defiendes tus acciones? – preguntó el guardián Herupa Hando Hu –
Sinestro había estado esperando eso. Se enderezó con orgullo y pronunció su justificación en un tono fuerte y decidido.
-No he hecho nada malo. Ustedes como Guardianes, me confiaron el poder del anillo para proteger y salvaguardar el Sector 1417, para mantener la paz, de acuerdo con lo que consideró necesario. Ustedes mismos me dieron la autoridad para usar mi juicio para hacer cumplir la ley galáctica y la paz, como me pareció adecuado. Eso es lo que he hecho, ni más ni menos.
-Te elegimos porque confiamos en que tu juicio te ayudaría a cumplir con tus deberes como Green Lantern – intervino Basilus, otro guardián al lado de Lianna – Sin embargo, la situación en Korugar... tu propio mundo natal, indica que ese juicio no ha estado a la altura de lo que esperamos de ti.
-No hay reglas establecidas con respecto a cómo un Green Lantern debe regular su sector – argumentó Sinestro –
-No... – acordó Ganthet con calma – Pero se espera que un Green Lantern sea de la más alta posición moral y que lleve un cabo sus deberes con benevolencia e integridad, algo que tú no tienes.
-Pero tengo...
-Tranquilo, Sinestro – Lianna lo silenció – Has dicho tu parte; ahora debemos escuchar a los demás – miró a Ganthet; ante su sentimiento, ella anunció – El Consejo pide a Hal Jordan que se presente.
Hal tragó saliva, sintiendo los ojos de todos en la galería sobre él, y de mala gana flotó hacia abajo para pararse en el tribunal. Tuvo cuidado de mantener cierta distancia entre él y Sinestro, aunque le arrojó una mirada de disculpa a su mentor mientras lo hacía.
-Hal Jordan, dada la circunstancia del juicio de tu mentor, nos parece necesario plantearte ciertas preguntas, ya que tuviste la desgracia de ser su alumno en el momento en que se desvió de lo que debería ser un Green Lantern – dijo Ganthet – Requerimos que respondas a nuestras preguntas con sinceridad, sin engaños ni ocultaciones. ¿Da su palabra como Green Lantern para hacer esto?
-La doy.
Herupa Hando Hu comenzó el interrogatorio.
-¿Tenías alguna idea de lo que Sinestro estaba haciendo en Korugar?
-No – respondió Hal – No tenía ni idea.
-¿Hubieras intervenido si te hubieras enterado?
Hal vaciló, su mirada pasó de los Guardianes a Sinestro y luego de regreso. Sabía que estaba siendo probado: los Guardianes querían asegurarse de que la influencia de Sinestro sobre él como su mentor no lo llevaría a abusar de su poder y autoridad de manera similar al otro Green Lantern.
-Lo hubiera hecho – respondió finalmente, en voz baja. No pudo dejar de notar la mirada enojo y decepción que brilló en el rostro de Sinestro –
-No pareces tan seguro – lo acusó Ranakar –
-Sinestro era... es... – Hal no estaba seguro de si usar el pasado o el presente – Mi mentor y amigo. Lo admiraba y lo respetaba. Pero si hubiera sabido lo que estaba pasando, mi conciencia no lo hubiera permitido – y entonces todo quedo en silencio –
Lianna, Appa Ali Apsa y Basilus asintieron, aparentemente satisfechos con su respuesta. Herupa Hando Hu también pareció aceptarlo. El rostro de Ganthet permaneció neutro. Solo que Ranakar no parecía del todo convencido, pero Basilus ya había pasado a la siguiente pregunta.
-¿Qué puedes decirnos sobre el papel de Sinestro como tu mentor? ¿Lo encontraste como un buen maestro?
-Sí. Fue paciente – Hal asintió – En su mayor parte, fue muy minucioso y se aseguró de que yo supiera todo el protocolo adecuado. Me explicó exactamente lo que se esperaba de mí y me ayudó a comprender mis responsabilidades. Me guió muy bien – estas eran las razones por la cuales Hal no podía comprender cómo Sinestro, al estar tan bien versado en los asuntos del Cuerpo, había pensado que era una buena idea oprimir a Korugar –
-¿Hubo alguna vez algo cuestionable en lo que te enseñó? ¿Algo que sintieras que no estaba del todo bien? – le pregunto Basilius –
-No nunca.
-¿Has notado algún cambio en la personalidad o el comportamiento de Sinestro recientemente? – preguntó Appa Ali Apsa –
-Sí – admitió Hal – Se estaba volviendo distante, un poco más enojado, menos tranquilo. No hablaba y siempre parecía desviar mis preguntas cuando le preguntaba si estaba bien. Sentía que algo lo estaba molestando, pero no podía averiguar que...
-¿Y por qué... – quería saber Ranakar – No reportaste este comportamiento inusual?
-No creo que haya nada que informar – respondió Hal con sinceridad – Todo el mundo tiene derecho a tener días grises.
El rostro de Ranakar parecía oscurecerse.
-Los Green Lanterns no podemos hacerlo – le informó secamente el guardián – Los deberes son de tal magnitud que si sus estándares flaquearan aunque sea un poco, por un corto tiempo, podrían resultar en consecuencias catastróficas.
-Y en este caso... – añadió gravemente Herupa Hando Hu – lo hicieron.
Oh mierda.
Al parecer, había cometido un error. Hal sabía que los Guardianes se tomaron muy en serio a los Green Lantern Corps. Los Guardianes esperaban la perfección por una buena razón, había que admitirlo y ¡pobre de cualquier Lantern que no las cumpliera!
Hal todavía se preguntaba si debería estar preocupado porque los Guardianes lo pusieran en libertad condicional, o peor aún, que le quitaran el anillo por completo, cuando Lianna habló.
-No podemos culpar a Jordan por las acciones de Sinestro.
-Debería haberse dado cuenta de que algo andaba mal e informarnos del cambio de comportamiento de Sinestro – insistió obstinadamente Ranakar –
-Sinestro era su amigo – le recordó Lianna – Estoy segura de que Jordan no imaginó que Sinestro se alejaría tanto de los ideales del Cuerpo.
-Yo... – intervino Sinestro acaloradamente – estoy parado justo aquí.
Los Guardianes apenas le dedicaron una mirada, lo que enfureció aún más al deshonrado Lantern.
Hal sin embargo, se pudo sentir aliviado. No había pensado que ninguno de los Guardianes saldría en su defensa, pero parecía natural que Lianna lo hiciera. Aparte de ser la única Guardiana de Oa, Lianna también fue la más expresiva. Mientras que los otros Guardianes presenciaron un cierto grado de apatía en todo lo que hacían, Lianna nunca había tenido problemas para mostrar sus emociones. Al principio, Hal había asumido que esta diferencia se debía a que Lianna era mujer, pero las conversaciones con Tomar-Re y Kilowog habían revelado que los antecedentes de Lianna eran únicos de los otros Guardianes.
Hace milenios, cuando el mundo natal original de los Guardianes, Maltus, había sido destruido en un evento caótico que alteró el universo, los maltusianos que más tarde se convertirían en los Guardianes se separaron: los machos se trasladaron a Oa, mientras que las hembras emigraron a otro planeta cubiertos de cristales violetas llamado Zamaron. A diferencia de sus contrapartes masculinas, las mujeres maltusianas (ahora las habitantes del planeta Zamaron) optaron por no participar en el gran objetivo de combatir el mal y crear orden en la galaxia. Lianna fue la única excepción, y se unió a los otros Guardianes para establecer el Green Lantern Corps para aprovechar el poder de la voluntad verde. Sin embargo, no estuvo de acuerdo con la idea de descartar toda emoción, como hicieron los demás para convertirse en Guardianes objetivos, y optó por convertirse en el núcleo emocional y la voz de los Guardianes.
En la opinión personal de Hal, el Green Lantern Corps tuvo la suerte de tener a Lianna como una voz entre los Guardianes que entendió la perspectiva emocional. Aún más afortunadamente, Ganthet no era tan apático como los otros Guardianes, y a menudo escuchaba a Lianna incluso si los demás no lo hacían, y como él era el Guardián Principal, esto era un buen augurio para cualquier Linterna que se encontrara en problemas por tomar una decisión basada en un razonamiento emocional más que objetivo.
Lo mismo se aplicaba a la situación actual de Hal.
-Estoy de acuerdo con Lianna – dijo Ganthet – Hal Jordan ha demostrado que es apto para usar el anillo. No creo que Sinestro lo haya corrompido.
-Yo tampoco - estuvo de acuerdo Appa Ali Apsa; Basilus y Herupa Hando Hu asintieron para indicar su acuerdo y Ranakar concedió el punto –
-Muy bien – dijo Ranakar – Jordan, puedes volver a tu asiento.
Hal voló afortunadamente de regreso a la galería. Kilowog le dio una palmada de aliento en el hombro.
-Ha llegado el momento de que el Consejo tome una decisión sobre el veredicto – anunció Ganthet – Guardianes, ¿cómo se encuentran?
Como uno solo, los otros Guardianes contestaron:
"Culpable"
Sinestro puso un rostro de odio. Ganthet asintió y comenzó a hablar.
-Thaal Sinestro, usted ha sido juzgado por el Consejo y declarado culpable de todos los cargos presentados en su contra. Ha fallado en sus responsabilidades como Green Lantern. Escuche ahora su sentencia. Será despojado de su anillo y su rango como un miembro del Green Lantern Corps. Ya no tendrás ninguna autoridad o responsabilidad sobre Korugar o el resto del Sector 1417. Además, será desterrado inmediatamente a Qward para vivir en el exilio.
Los rasgos de Sinestro se torcieron en una expresión de ira que Hal nunca antes había visto en su rostro, era bastante aterrador.
-Les he brindado años de devoto servicio, ¿y así es como me pagan? – Sinestro escupió al suelo – Ustedes dan toda su charla sobre el orden y la legalidad, y sin embargo, cuando se toma una acción directa, las condenan – y entonces se quitó el anillo de poder y lo arrojó brutalmente al suelo, donde rebotó con un estrépito que resonó ruidosamente por todo el salón – Tomen. Su anillo no es más que un instrumento de su hipocresía. Me avergüenzo de haberlo considerado un honor llevarlo puesto.
Más de un Lantern en el salón se sorprendieron al ver a Sinestro reaccionar tan violentamente. A Hal le dolió especialmente presenciar un final tan triste para el legendario Green Lantern. Lianna parecía enfadada y Ganthet junto a Ranakar tenían la mirada triste, pero los otros Guardianes permanecieron tan apáticos como siempre. Mientras Arkkis y Boodikka escoltaron a Sinestro fuera del salón.
Muy pronto, el antiguo Green Lantern sería transportado al planeta desértico Qward para cumplir su sentencia de exilio.
Sin embargo, Sinestro tuvo la última palabra. Mientras se lo llevaban, declaro:
-Regresaré algún día, Guardianes... y me vengaré. Este es un error que no olvidarán.
***
-¿Hal? – Arisia Rrab se acercó tentativamente a la esquina del techo donde Hal se había postrado. Cuando el levantó la vista, Arisia pudo ver la expresión de preocupación que estaba tratando de ocultar en su rostro, y su corazón se llenó de simpatía – Lo siento. Escuché sobre Sinestro.
-Estoy bastante seguro de que todo el Cuerpo ya se ha enterado – Hal se burló –
-¿Estás bien? – Arisia pregunto. Hal la miró y ella retrocedió – Está bien, pregunta estúpida – Ella llego a pararse a su lado, permitiendo que sus dedos rozaran donde la mano de Hal descansaba – ¿Los Guardianes te hicieron pasar un mal rato?
-Me hicieron algunas preguntas, pero no estuvieron tan mal.
-¿Lianna? – adivinó Arisia. Hal asintió –
Arisia puso su mano sobre la de él, haciendo que volviera su rostro hacia ella.
-Va a estar bien, Hal.
-Gracias.
-De nada – Ella le sonrió, y Hal también le devolvió la sonrisa. Después de un momento, Arisia soltó su mano – Mira, aquí vienen más amigos.
Ella asintió hacia el hueco de la escalera; Tomar-Re y Kilowog se dirigían hacia ellos.
-¿Cómo estás, poozer? – preguntó Kilowog mientras él y Tomar se acercaban –
-Supongo que estaré bien – Hal se encogió de hombros –
-Estamos aquí para ti si lo necesitas – ofreció Tomar –
-Gracias – Hal hizo una pausa – ¿Ha sucedido algo así antes?
-Nop – Kilowog negó con la cabeza – Hubo algunos casos de insubordinación, acciones vengativas y uso del anillo por razones completamente equivocadas, pero nada como esto.
-Los Guardianes tienen mucho cuidado al seleccionar a los miembros – agregó Tomar – Su juicio suele ser impecable.
-Entonces, ¿Qué dice eso sobre nosotros como organización? – Arisia resopló suavemente –
Todos la miraron confundidos.
-¿De qué estás hablando? – preguntó Kilowog –
-Vamos – dijo Arisia – Sinestro fue el mejor de nosotros y fracasó espectacularmente – ella notó la mueca de dolor de Hal, y su mano encontró la de él de nuevo, apretándola con comodidad – Si el mayor éxito de los Guardianes en el Cuerpo resultó ser también su peor error, ¿qué dice eso sobre su juicio y los ideales del Cuerpo?
-Arisia – dijo Tomar en advertencia – no juzgues al Green Lantern Corps por los errores de un solo hombre.
-¿No puedes decirme que todo este circo no te ha hecho reconsiderar la forma en que seguimos ciegamente a los Guardianes? – volvió a cuestionar ella –
-Nadie es perfecto, Arisia – razonó Kilowog –
-Entiendo por qué este incidente te cuestionaría si dar tanto poder a los miembros del cuerpo es lo correcto – dijo Tomar – Las dudas son completamente naturales después de un suceso tan feo. Pero debes recordar que el Green Lantern Corps ha existido durante siglos y, a pesar de sus fallas ocasionales, ha hecho un trabajo notable para mantener la paz.
-¿Podríamos dejar de hablar de esto? – Hal dijo con voz tensa, apartando su mano de la de Arisia, quien instantáneamente pareció arrepentida –
-Oh, lo siento, Hal – se disculpó ella – Debería haberme dado cuenta de que no querrías escuchar todo esto.
Hal suspiró.
-Solo... olvídalo.
No podía decirle a ella que no era solo Sinestro lo que lo estaba molestando: las preocupaciones de Héctor Hammond sobre los "metas" rebeldes de repente ya no parecían tan paranoicas, y el golpe emocional de la caída en desgracia de Sinestro había dejado a Hal preguntándose si su inquebrantable confianza en sus compañeros de la Justice League debería verse sacudida. Nada le hizo dudar de sus alianzas como una traición, y aunque Sinestro en realidad no lo había traicionado personalmente, había traicionado los ideales del Green Lantern Corps, que era por lo que le había enseñado a Hal a luchar.
Una mano suave aterrizó en su hombro.
-Sé que es difícil – dijo Tomar con simpatía – Pero trata de no dudar del Cuerpo, o de ti mismo. Las acciones de Sinestro fueron suyas.
-Sí – intervino Kilowog – Escucha, Jordan... sé que te sientes como una mierda en este momento, y es difícil ver más allá de lo que hizo Sinestro, pero no dejes que te devore. Eres un muy buen Lantern, y deberías seguir siendo uno incluso sin Sinestro.
Hal imaginó que las palabras de Kilowog deberían haberlo hecho sentir mejor, ya que se hicieron eco de los ideales y objetivos que habían inspirado tanto a los Siete Originales de la Justice League; pero aunque fueron edificantes, no aliviaron el dolor de la traición de Sinestro ni apaciguaron las nuevas emociones conflictivas de Hal sobre el poder que tenía a su disposición, que se derivó tanto del juicio como de su conversación con Héctor.
Sin embargo, Hal forzó una sonrisa. Se grabó a sí mismo que el Cuerpo y la Liga eran similares en su objetivo principal de proteger a las personas, y que aquellos que realmente creían en ese objetivo lo harían lo mejor que podrían, y no podrían tener calumnias.
Todo esto Hal se lo dijo a sí mismo, pero los acontecimientos del día lo habían sacudido hasta la médula y necesitaba tiempo para ordenar sus emociones. Siendo realistas, probablemente pasarían varios días antes de que pudiera recuperar la tranquilidad. Tenía mucho en qué pensar.
Por ahora, para apaciguar a Kilowog, Hal dijo:
-Tienes razón.
-Por supuesto que sí – dijo Kilowog, complacido de que su discurso aparentemente hubiera tenido el efecto deseado – Soy tu sargento de instrucción, siempre tengo razón.
Arisia puso los ojos en blanco, pero ella también estaba sonriendo.
Hal, sin embargo, se quedó mirando el anillo en su dedo.
Nunca se había sentido más pesado.
***
-Lo sentimos, pero el número que ha marcado está fuera de cobertura.
Carol Ferris volvió a molestarse mientras volvía a marcar el número de teléfono de Hal. Aunque sabía que no habría mucha diferencia (fuera de alcance era fuera de alcance), esperaba que las líneas se hubieran estropeado, porque de ninguna manera Hal no estaba presente cuando lo necesitaba para pilotar el nuevo avión de combate antes de que estuviera listo para presentarlo a la USAF mañana por la mañana.
Ferris Aircraft tenía otros pilotos de prueba por supuesto, pero Hal era de la USAF, y había una gran posibilidad de que le autorizaran uno de los aviones, y Carol (a regañadientes) tuvo que admitir que no confiaría en nadie más que en él para probar este avión.
Pero, por supuesto, como se había vuelto cada vez más frecuentemente, Hal aparentemente había desaparecido de la faz de la Tierra y se había ido al espacio.
-¡Maldita sea, Hal! – Carol maldijo, cerrando brutalmente su teléfono a pesar de que lógicamente sabía que no era culpa del dispositivo que su novio errante no pudiera ser localizado. Al ritmo que iban las cosas, no sabía si Hal podía ser considerado su novio; ciertamente no estaba actuando como tal, desapareciendo constantemente de esta manera – ¿Por qué diablos estás fuera de alcance? – ella maldijo furiosa en su teléfono.
Sabía a ciencia cierta que él estaba en Coast City: había mencionado que tenía una cita para almorzar con Hector Hammond...
Carol volvió a abrir su teléfono y se desplazó a través de sus contactos. Ella y Héctor no habían estado en contacto últimamente, pero habían sido muy buenos amigos en la escuela secundaria y ella todavía tenía su número. Y a diferencia de cierto piloto, Héctor probablemente no estaría fuera de alcance.
Efectivamente, su viejo amigo respondió al cuarto timbre.
-Doctor Hammond...
-Héctor, hola – dijo Carol con genuina calidez –
-¿Carol? – Había sorpresa en su voz –
-Sí, soy yo. Escucha, ¿está Hal contigo?
-No. Acortó nuestro almuerzo; recibió una llamada telefónica y tuvo que irse – Carol resistió el impulso de gritar. Típico – ¿Pasa algo? – preguntó Héctor –
-No, no – le aseguró Carol – Solo Hal siendo un imbécil... otra vez.
-Ooh, no suena bien. ¿Ustedes dos pelearon?
-Lo habríamos hecho... – afirmó Carol – si él estuviera aquí para pelear conmigo.
En el otro extremo, hubo una pausa; Héctor obviamente se había dado cuenta de su angustia.
-Esta no es la primera vez que esto sucede, ¿verdad?
-Maldita sea, no lo es – estuvo de acuerdo Carol. De repente sintió la necesidad de desahogarse con alguien sobre sus frustraciones con respecto a Hal. Ella sabía que el era Green Lantern y tenía una responsabilidad con el sector, pero aun así ya no la frecuentaba como antes – No sé qué pasó... Hal ha estado distante y vago, y parece que ya no tiene tiempo para estar cerca... sigue inventando excusas y yo sigo queriendo creerle, pero... tengo la sensación de que está escondiéndome algo – esta vez no hubo respuesta del otro lado – ¿Héctor?
-¿Cuándo empezó esto?
Carol resopló, pensando.
-No sé, ha estado sucediendo por un tiempo. ¿Tal vez, dos años? – Luego, abruptamente volvió a su situación actual: Hal no estaba por ningún lado y todavía le faltaba un piloto de pruebas – Uf, no importa mi despotricación... lo siento por molestarte, Héctor.
-No hay problema – Héctor respondió suavemente – Hal también es mi amigo.
-Sí, bueno, ahora mismo está ausente sin permiso... y necesito encontrar otro piloto. Me tengo que ir.
-Está bien. Avísame si tienes noticias de él.
-Lo haré – Carol estuvo de acuerdo Carol – Adiós, Héctor.
Terminó la llamada y marcó el número del piloto de pruebas empleado más calificado de su compañía mientras caminaba por la calle. Algo que brillaba en el borde de la acera llamó su atención, distrayéndola del tono de marcación; acababa de agacharse y percibió que era algo pequeño y morado antes de que Ace Morgan respondiera a su llamada.
-Carol, ¿qué pasa?
Carol apartó los ojos del objeto misterioso el tiempo suficiente para decir lo que necesitaba; Ace estuvo de acuerdo con bastante facilidad, y Carol agradeció que no le preguntara por Hal, aunque sabía que él era su piloto preferido en casos como este.
Carol habría continuado su camino en ese momento (después de todo, tenía que supervisar un vuelo de prueba), pero el objeto en la acera captó su interés. Mientras guardaba su teléfono en su bolso, se inclinó más cerca para examinar la cosa púrpura.
***
Héctor se recostó en su silla, pensativo. Después de que Hal se fuera abruptamente a la mitad del almuerzo, Héctor había regresado a su casa para escribir un informe para Amanda Waller. Todo había ido espléndidamente, pero no se había fijado en el extraño comportamiento de Hal hasta que llamó Carol. Su breve conversación fue suficiente para advertirle que lo que sucedió en el almuerzo aparentemente no fue algo de una sola vez.
Héctor grabó con el teléfono cuando Hal había salido del Palm Leaf Café, solo que la pantalla estaba oscura. Y Hal había estado extrañamente a la defensiva en nombre de la Justice League... casi sin querer considerar la posibilidad de que los "metas" se volvieran rebeldes.
La sospecha de Héctor se profundizó. Definitivamente algo estaba pasando.
Dos años...
Reflexionó, su mente inteligente buscó fechas y eventos que coincidieran.
De repente sus ojos se entrecerraron con sospecha. No podía ser... ¿o sí? Héctor repasó una vez más todos los hechos.
-Mmm...
La batalla de Metropolis durante la invasión de Zod, la revelación de Superman y la primera reunión de la Justice League...
Pudiera que no sea cierto, pero tenía el deber de investigarlo. Ciertamente era una posibilidad. Y fue con una expresión pensativa que Héctor Hammond se levantó para irse a realizar su investigación en STAR Labs.
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