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Capítulo diez: Marrón chamuscado

Hal esquivó un golpe letal de la espada amarilla de Sinestro, antes de intentar y fallar una vez más en tocar a su antiguo mentor con su propia espada de energía verde. Como en sus tres intentos anteriores, la hoja verde simplemente se desintegró antes de llegar a medio metro del aura de Sinestro. Hal dio un grito de frustración y salió volando del camino del próximo golpe de Sinestro.

-¿Incluso tú puedes ver que no tiene sentido seguir luchando contra mí? – Sinestro se burló – Tu anillo es inútil contra el poder del miedo. Ríndete Jordan, y tu castigo será menos doloroso.

En lugar de responder, Hal usó su anillo para recoger un pedazo de escombros y se lo arrojó a Sinestro, sintiendo una sombría satisfacción cuando chocó con el escudo que Sinestro erigió apresuradamente. Era posible que sus construcciones de energía no pudieran atacar al Yellow Lantern, pero seguramente podría usarlas para impulsar otros objetos que sí podrían lastimarlo.

Ejerciendo su voluntad una vez más, Hal levantó varios pedazos más grandes de escombros y usó la energía del anillo para convertirlos en una prisión improvisada para Sinestro, encerrando al Yellow Lantern dentro de los fragmentos que los Qwardianos habían roto de los edificios de Oa en su ataque. Con una barrera sólida entre Sinestro y la energía del anillo, Hal se sintió complacido al descubrir que podía mantener la voluntad verde manteniendo los escombros en su lugar.

Hal estaba averiguando cómo neutralizar a Sinestro cuando este último se liberó de su unidad de contención con un estallido amarillo. La energía verde de Hal se anuló instantáneamente cuando el poder de Sinestro hizo contacto con ella y los escombros cayeron al suelo.

-Estoy cansado de esto, Jordan – tronó Sinestro. Creó un arma amarilla y le disparó a Hal. El humano fue demasiado lento para evitarlo por completo, pues siseó de dolor cuando la bala le rozó el muslo. Sinestro hizo una pausa para contemplar su nueva arma que parecía una lanzadera de misiles Tomohawk – Tu arma terrestre es rudimentaria, pero efectiva.

Hal sabía lo que vendría a continuación. Consciente de que no sería capaz de protegerse a sí mismo, hizo un buen uso de su entrenamiento en la USAF y confió en sus reflejos para esquivar la lluvia de misiles del arma de Sinestro. Sin embargo a pesar de sus mejores esfuerzos, dos balas más lo alcanzaron; una en el hombro y otra en el costado. Ahora sangrando (aunque superficialmente) Hal abrió un agujero a través de una torre que todavía estaba medio intacta y buscó refugio en el edificio.

Eso demasiado fuerte.

Pensó Hal con desesperación mientras extinguía su aura verde para evitar que Sinestro lo localizara. No por primera vez, se preguntó cómo un Green Lantern tan grande como Sinestro había caído a ese nivel.

-Nunca te vi como un cobarde, Jordan – llegó la voz de Sinestro desde algún lugar más allá de la habitación – Temerario e impaciente, sí... pero ahora puedo sentir tu miedo... miedo que nunca antes había sentido en ti. ¿Qué te pasó? – Sinestro sonaba levemente curioso, pero lo que siempre había sido franqueza ahora era malicia clara en su tono –

Y se estaba acercando.

Necesito un plan diferente.

Asegurándose de estar bien escondido, Hal esperó hasta que pudo ver el brillo amarillo del reflector de Sinestro, luego se lanzó hacia adelante y se estrelló contra el Korugariano. La fuerza y ​​la rapidez de su ataque sorprendieron a Sinestro lo suficiente como para que Hal pudiera tirarlo al suelo.

Sin embargo, Sinestro se recuperó rápidamente: empujo su mano izquierda con el anillo contra la pared con energía amarilla para poner cierta distancia entre él y su antiguo protegido. Al mismo tiempo, cerró su mano derecha en un puño y golpeó a Hal.

El dolor explotó en la cabeza de Hal, pero se negó a soltarlo y la propulsión de energía de Sinestro los envió a ambos deslizándose por el suelo, atravesando una ventana de vidrio reforzado y cayendo en picada al suelo.

Sinestro maldijo y se retorció violentamente en el agarre de Hal. El humano se vio obligado a soltarlo para reactivar su anillo de poder, y ambos Lanterns salieron de su inmersión combinados en rayas de color verde y amarillo. Hal flotaba en el aire, goteando sangre de sus heridas de bala, plenamente consciente en esa fracción de segundo de lo grave que era su situación. En tierra firme tenía alguna oportunidad contra Sinestro sin su anillo (siempre había sido mejor en el combate cuerpo a cuerpo), pero en el aire... no tenía más remedio que usar el poder de su anillo, que era inútil contra Sinestro.

Sin embargo, Hal no era más que terco: daría todo lo que tenía, independientemente de lo ineficaz que pudiera resultar. Con un rugido cargó contra Sinestro, quien desvió fácilmente sus intentos de lanzar proyectiles y lo atrapó con un estrangulador de energía.

-Adiós, Jordan – dijo Sinestro mientras Hal jadeaba por aire –

De la nada, apareció Arisia acercándose por detrás de Sinestro y sorprendiéndolo a tal punto que pudo arrebatarle el anillo de poder amarillo de su mano extendida. Ella tampoco fue demasiado gentil al respecto; Sinestro rugió de dolor cuando su brusca maniobra rompió dos de sus dedos.

Sin el anillo la gravedad atrajo a Sinestro y tocando la fuente de energía amarilla anuló el propio anillo de poder de Arisia, y ella tampoco pudo estabilizar un flote. Hal no dudó; se arrojó para atrapar a Arisia eligiendo dejar a Sinestro a su suerte.

Sin embargo, se había olvidado de los Thunderers de Qward que parecían ser aliados de Sinestro. Uno de ellos atrapó al Yellow Lantern que caía y Sinestro (siempre rápido) agarró un rifle de plasma qwa-bolt del carcaj en la espalda del Thunderer. Con rencor, le disparo a Hal y Arisia.

No hubo tiempo de reaccionar antes de que el rayo se estrellara contra ellos, enviándolos tambaleándose al suelo.

***

Cuando Hal volvió en sí, se sorprendió al descubrir que no estaba muerto. Las armas Qwa-bolts eran letales en la mayoría de los casos, y un golpe directo como el que había recibido siempre era fatal. Aunque en teoría, los Green Lanterns podrían hacer cualquier cosa con su anillo, hasta ahora ninguno había demostrado tener suficiente fuerza de voluntad para resistir un ataque de antimateria de tal escala. Hal tuvo un breve momento de autocomplacencia cuando se dio cuenta de que su supervivencia significó que tenía esa asombrosa fuerza de voluntad. Parecía que su periodo de debilidad había terminado.

Entonces su mente se unió a sus pensamientos y recordó que Arisia también había sido golpeada, y con su aura neutralizada no habría tenido defensa contra el rayo qwa, incluso si su voluntad hubiera sido lo suficientemente fuerte.

Fue en ese momento exacto que Hal noto el cuerpo aún caliente encima de él.

-No...

Su voz suplicaba, suplicando a cualquier Dios que existiera que no se llevara a otra persona que le importaba, pero en su corazón ya sabía que no tenía sentido.

Suavemente apartó a Arisia de él y revisó su pulso, sintiendo que algo se rompía en él cuando no había ninguno a la vista.

-No, por favor...

Escarbó frenéticamente para cambiar la posición de sus dedos, pensando que tal vez encontraría el lugar adecuado para sentir el latido adecuado, (si su mano dejaba de temblar, claro).

-Arisia, quédate conmigo – suplicó Hal, negándose a reconocer su muerte; aunque las lágrimas que llenaban sus ojos significaban que su cuerpo sabía lo que su mente no aceptaría –

Renunció a buscar un pulso inexistente y acunó su rostro entre sus manos; apartó su cabello, acarició sus mejillas con sus pulgares, cualquier cosa para provocar alguna reacción.

-Quédate conmigo, no te vayas... tienes razón, necesito encontrarme de nuevo, pero necesito que me ayudes, no puedo hacerlo solo. Arisia, por favor... – el se atragantó, no pudo continuar con lo que sabía que era una súplica desesperada, y hundió la cara en su hombro – Lo siento – sollozó para sus oídos sordos – Lo siento, lo siento mucho, lo siento mucho...

Pasaron varios minutos antes de que Kilowog los encontrara. Las líneas normalmente ásperas en la cara del gran bolovaxiano se suavizaron con dolor y simpatía al ver a Hal llorando por Arisia. Kilowog no podría haber sabido el alcance de su relación, pero estaba claro que el único Green Lantern humano se había preocupado profundamente por la mujer muerta en sus brazos.

-Jordan, ¿estás herido? – Kilowog se aclaró la garganta. Había visto la alarmante cantidad de sangre que cubría al humano –

Hal negó con la cabeza.

-No es nada.

-Todavía estás sangrando. Eso no es "nada". Toma – Kilowog sacó unas vendas autoadaptativas del pequeño botiquín de primeros auxilios que tenía consigo y las coloco sobre las tres heridas de bala de Hal y un corte en la frente. Hal todavía necesitaría la atención médica adecuada, pero los vendajes servirían bastante bien como una solución rápida –

-Gracias – dijo Hal aturdido. Todavía tenía que mirar a Kilowog –

Satisfecho de que Hal no se desmayara por la pérdida de sangre, Kilowog se levantó.

-Vamos, poozer... tenemos que reagruparnos.

-¿Para qué hay que reagruparse? – preguntó Hal amargamente –¿Cuál es el punto? Sinestro tomará el control, y no hay nada que podamos hacer para detenerlo.

-Sinestro se escapó – le informó Kilowog sin rodeos –

-¿Que?

-Katma lo vio irse. No sé qué pasó, pero se separó y los Thunderers se fueron con él.

Un recuerdo de lo que parecía una vida pasada se abrió paso a través de la bruma de su dolor, y Hal recordó lo que Arisia había hecho justo antes de morir.

-Arisia...

-No hay nada que podamos hacer por ella – dijo Kilowog con tristeza –

-No, ella lo hizo – explicó Hal – Ella detuvo a Sinestro. Le arrebató el anillo del dedo.

Su mano alcanzó los dedos apretados de Arisia. Suavemente, casi con reverencia, le quitó el anillo amarillo de las manos y lo sostuvo en alto.

-Ella lo hizo bien – Kilowog silbó, impresionado –

-Si... – Hal se sorprendió de que su voz no se rompiera –

Observó el tenue anillo amarillo y sintió un impulso irracional de convertirlo en polvo. Sin embargo, Hal sintió una fuerte atracción hacia el. Algo en esa gema amarilla llamaba su nombre y quería que la poseyera. Hal tuvo que hacer fuerza para no ponerse en anillo amarillo entre sus dedos y si no hubiera sido por su compañero que lo llamo, lo hubiera tomado ahí mismo.

Hal Jordan... ponte el anillo...

-Vamos – dijo Kilowog, interrumpiendo la voz en la mente de Hal –Los Guardianes han ordenado a todos los Green Lantern restantes que vayan a la ciudadela. Anillo o no anillo, sabes que Sinestro volverá.

-No voy a dejar a Arisia aquí – insistió obstinadamente Hal mientras la tomaba entre sus brazos para cargar su cuerpo –

-Entonces tráela contigo.

***

-Hemos sufrido una terrible tragedia...

Hal pensó con resentimiento que eso era una mentira de proporciones épicamente masivas. De los casi cuatro mil seres del Green Lantern Corps, todos los cuales habían volado a Oa para participar en la batalla, poco más de la mitad había sobrevivido al día sangriento. La mayoría había muerto valientemente, luchando contra los Thunderers hasta el final, pero algunos ni alguna vez habían tenido la oportunidad de defenderse, por no hablar de los cientos de civiles de Oa que también habían perecido.

De los miembros del cuerpo que habían sobrevivido, ninguno había escapado sin heridas. Un tercio completo de la ciudad había sufrido daños irreparables y otro tercio requería una reconstrucción profunda. Fue nada menos que un milagro que los seis Guardianes hubieran sobrevivido ilesos; esto se debió principalmente a los heroicos esfuerzos de los Lanterns que los habían protegido, a un gran costo para ellos mismos. Hannu y Galius Zed comenzaron a hablar hacia los Lanterns, parándose junto a Ganthet que era el que estaba a la delantera.

-Ha sido un día y una noche horribles – continuó Ganthet. El guardián principal normalmente no parecía joven, pero ahora parecía más anciano que nunca – Felicito a todos y cada uno de ustedes por su coraje y fuerza en la lucha contra este ataque. Sepan que compartimos su dolor por los que han caído.

El conjunto de Green Lanterns magullados y maltratados inclinó la cabeza en reconocimiento, pero en ese momento Hal odiaba a los Guardianes más que a nadie en su existencia. Ranakar respondió a Ganthet.

-A pesar de todo lo que ha sucedido, todavía tenemos un deber: con el Cuerpo, con la galaxia, con los seres que protegemos – los ojos normalmente apáticos del Guardián brillaron con fuego y furia –Estamos derrotados, pero no rotos. Nos levantaremos de las cenizas de este día, reconstruiremos y llevaremos a Thaal Sinestro ante la justicia.

-Tenemos el anillo que usó para causar tantos estragos – Lianna dijo – Sin él, Sinestro se retrasará por un tiempo. Usaremos este respiro para encontrar una manera de evitar el miedo amarillo, y cuando regrese, estaremos listos. No cederemos ante el miedo.

-Ustedes son los Green Lantern Corps – continuó Ganthet – Han dado mucho este día, pero ahora les pido más. Les pido su compromiso, su heroísmo, su valentía, su poder, su voluntad... y juntos superaremos esto.

Hal tuvo que admitir que fue un discurso bonito, y parecía estar funcionando, reforzando los espíritus desgastados de los Green Lanterns e inyectándoles una nueva determinación. Hal, sin embargo, estaba completamente insensible a los efectos estimulantes de las palabras cuidadosamente elegidas por los Guardianes. Odiaba a Ganthet por haberlos mal guiado en su cruzada por proteger al universo, y odiaba más que nada a Sinestro por haberle arrebatado a Arisia. Quería que ellos tuvieran miedo, tal como él lo había tenido.

Todo lo que había pasado en los últimos meses lo había cambiado; fue como si se le hubiera levantado un velo. Podía ver cómo los propios Guardianes apenas estaban unidos, incluso si eran demasiado orgullosos para admitirlo; vio lo completamente despistados que estaban sobre cómo progresar desde ahí, lo impotentes que los hacían sentir y lo mucho que le molestaba eso. Vio cuántos de sus compañeros Linternas no pudieron creer de todo corazón en la idea de un mañana mejor después de los horrores de esta batalla, y cómo se aferraban a cada palabra que decían los Guardianes como un salvavidas.

Los Guardianes se recuperarían más temprano que tarde: recuperarían la compostura, su superioridad y elaborarían un plan. Encontrarían nuevos Green Lanterns para reemplazar a los que habían muerto, y los propios Lanterns eventualmente se recuperarían, superando esta tragedia una vez que hubiera pasado suficiente tiempo y hubieran encontrado su propósito nuevamente. Lo harían, porque los Green Lanterns tienen fuerza de mente, corazón y voluntad.

Hal, sin embargo, sabía que había terminado. No era la misma persona que Abin Sur había hecho su sucesor y sabía que ya no estaba en condiciones de ser un Green Lantern.

Hal Jordan estaba destrozado.

Y tenía odio... y miedo.

Tanto miedo...

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