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Capítulo 3

Oa (Sector 0)

Sinestro dio pasos muy cuidadosos y pacientes en las escaleras que giraban alrededor de la montaña más alta de todo Oa. Sabía que podía volar hasta la cima, pero con el planeta en asedio por los Manhunters, sintió la necesidad de tomarse su tiempo y ordenar sus pensamientos antes de presentarse frente a los Guardianes del Universo para hablar sobre su crisis actual. La muerte de Abin Sur solo se sumó al problema que ya tenía entre manos. Se tomó un momento para mirar hacia la ciudad de los Lanterns en la distancia.

Fue en esa ciudad donde muchos Green Lanterns se quedaron mientras entrenaban. Algunos regresaron para ayudar a proteger el mundo natal de los Green Lantern Corps. Era un planeta muy antiguo, Sinestro no estaba seguro de cuantos años tenia pero sabia que era antiguo. Sin embargo, no lo parecía. El mundo se transformó, evolucionó y se adaptó. Sobrevivió durante millones de años, y sobreviviría millones más. Era un hermoso planeta lleno de vida, profundos bosques con criaturas inimaginables. Para algunos, este planeta sería considerado un paraíso. La mayoría sabia que simplemente era el Cuartel General del Cuerpo. Sólo había una ciudad.

Luego miro hacia los cielos desde donde los Manhunters descendían. Los robots más avanzados que una antigua Guardiana había creado ahora atacaban a los Green Lanterns a los que supuestamente prestaban sus servicios. Una batalla inmensa se desataba en la atmosfera y los Green Lantern Corps llevaban las de perder.

Sinestro recordó que unos días antes, Abin Sur se le acerco. Deseaba contarle su miedo a la Profecía, alegando que ya se acercaba. Siempre se repetía una palabra cada vez que Abin hablaba de la Profecía y esa palabra era "Apokolips". No tenía ningún significado para Sinestro además de que ese planeta estaba en el sector prohibido. No importa muchas veces Abin le habló de la Profecía, todavía había una cosa que siempre lo detenía. No había evidencia concreta de que esta Profecía sea siquiera real.

-Es una historia que he escuchado muchas veces, mi viejo amigo – Sinestro le dijo con un suspiro cansado – Y mis puntos de vista siguen siendo los mismos.

-¿Crees que soy paranoico? – Abin preguntó bruscamente –

Sinestro miró profundamente a los ojos de su amigo más confiable y mentor.

La paranoia es evidente en ti, quiso decirle Sinestro.

Desde que Abin-Sur encontró la Profecía, las cosas habían cambiado. Ya no era el hombre que Sinestro alguna vez admiraba. Recordó el día en que Abin-Sur lo tomó bajo su protección. Abin vio algo en Sinestro que nadie más había visto y ese algo, fue simplemente maravilloso. Sinestro tenía habilidad natural para controlar su Fuerza de Voluntad. Abin vio cómo su protegido ascendía en las filas del Cuerpo para convertirse en uno de los Green Lantern más respetados de la historia.

Pronto también se convirtieron en hermanos. No por la sangre, sino por las leyes maritales. Sinestro se enamoró de la hermana de Abin, Arin Sur. Pasaron muchas noches juntos bajo las estrellas hasta que se casaron con la bendición de Abin. La enfermedad, sin embargo, pronto le robó la vida a Arin. Y fue entonces cuando Sinestro empezó a ver un cambio en Abin Sur. Incluso los Guardianes se dieron cuenta y escucharon a Abin decir cada palabra sobre la Profecía.

Independientemente de lo que pensaran, se lo guardaron para sí mismos y afirmaron no creer en las palabras de Abin.

No, el hombre que estaba frente a Sinestro ahora era viejo, y comenzaba a notarse en su rostro morado claro. Las arrugas comenzaron a hacerse más profundas cada día, las líneas de expresión pronto se desvanecieron y fueron reemplazadas por la evidencia de estar enojado con frecuencia. Había pasado mucho tiempo desde que Sinestro vio reír a su viejo amigo. Era difícil no reconocer el hecho de que Abin ahora se movía más lento y comenzaba a respirar más fuerte que antes. Sus ojos parecían incluso cansados. Parecía como si no hubiera dormido en mucho tiempo. Sinestro colocó una mano suave sobre su hombro.

-Creo que estás cansado – Sinestro mintió, guardándose sus verdaderos pensamientos para sí mismo –

-No me mientas, Sinestro – Abin se encogió de hombros de la mano de Sinestro – Eres un gran mentiroso, pero olvidas que sé cuándo estás mintiendo.

-Me hieres con cuentos. No hablo para ofenderte. Solo me preocupa tu bienestar... ¿Qué pensaría Arin si te viera así?

Un destello de ira se encendió en los ojos de Abin. Más rápido de lo que esperaba Sinestro, Abin conjuró cadenas de su anillo y las envolvió alrededor de la garganta de Sinestro. Abin lo hizo levitar del suelo. El movimiento fue tan rápido que Sinestro no pudo reaccionar. En su lugar, trató desesperadamente de quitarse las cadenas mientras se apretaban alrededor de su tráquea mientras intentaba jadear por aire.

-Cómo te atreves... – Abin dijo con ira –

-Estas loco... – dijo Sinestro apenas audible –

-¿Dónde estabas cuando ella estaba postrada en la cama? – le pregunto Abin a Sinestro con ira en sus palabras – ¿Dónde estabas cuando ella tosió sangre? ¿Escuchaste sus gritos de dolor? ¿Estuviste consciente de que te llamó por tu nombre con los ojos llorosos? ¿Dónde estabas cuando ella murió... Sinestro?

Sinestro comenzó a ver estrellas brillar ante sus ojos. Pero se negó a morir por la ira de un anciano. La fuerza de voluntad envolvió su cuerpo irradiando verde. La fuerza de esto fue tan fuerte que las cadenas comenzaron a aflojarse, para acelerar el proceso, pero Sinestro disparó un rayo verde desde el anillo en su mano izquierda.

Las cadenas desaparecieron cuando Abin las cambio por un escudo que desvió el ataque. Sinestro comenzó a toser violentamente tratando de recuperar el aliento, pero eso no lo detuvo cuando se lanzó al aire, proyectando un sólido martillo de guerra verde mientras lo bajaba, rompiendo el escudo de Abin y derribándolo en el proceso. Sinestro apuntó su anillo a Abin y lo encadenó al suelo.

-Estaba cumpliendo con mi deber – Sinestro le respondió – Estaba salvando a Malaquer V de la invasión anquiliana. Ella conocía mi juramento al cuerpo. Entendía por qué no podía estar a su lado. Olvidas que la amaba... – Después de que Abin se calmó, las cadenas desaparecieron y Sinestro se dio la vuelta y se alejó – Como yo te quería, viejo amigo.

Esas fueron las últimas palabras que le dijo a Abin Sur. Sinestro comenzó a subir los escalones nuevamente, ahora con pesar y pena. Finalmente llegó a la cima, donde los Guardianes (ocho pequeños hombrecitos azules y dos mujeres vestidos con largas túnicas rojas y blancas con el símbolo de Linterna Verde en el pecho) estaban sentados rodeando la cima. Muy por debajo de la montaña, estaba donde yacía la gran batería de energía, en forma de linterna. Fue esto lo que le daba a los anillos su poder.

Sinestro se paró en el medio, mirando a cada Guardián. Le devolvieron la mirada, esperando pacientemente a que hablara. Se decía que los Guardianes se comunicaban entre sí a través de sus mentes. Si era así, Sinestro se preguntó qué podrían estar diciéndose ahora.

-Guardianes... – comenzó – Hemos perdido otro Lantern. Abin-Sur está muerto.

Sin dudarlo, uno de ellos le respondió.

-Ya lo sabemos.

Sinestro ya esperaba que lo supieran. De alguna manera, siempre lo supieron. Sin embargo, se sentaban allí y no hacían nada mientras sus sirvientes fallecían. No hace mucho tiempo, Sinestro se había convencido de que los Green Lantern Corps no eran más que las mascotas de los Guardianes. Ellos no se preocupaban por los Corps. Lentamente, Sinestro comenzaba a despreciar a los Guardianes. Aprendió a ocultar bien sus verdaderos sentimientos y pensamientos. Sabía que podrían sentir sus emociones tan pronto como apareciera. Algunos incluso dicen que podían leer las mente de los demás.

-Antes de su muerte, Abin envió una transmisión.

Sinestro levantó su anillo y reprodujo la transmisión que recibió. Después de que terminó la transmisión, los Guardianes se miraron entre sí. No mostraban ninguna emoción, por lo que era difícil decir lo que realmente sentían al respecto. El silencio cayó sobre ellos, Sinestro sabía que estaban hablando entre ellos. Tratando de decidir qué hacer, el expresaría su propia sugerencia.

-Si lo que dijo Abin-Sur es cierto, todos estamos en peligro. Si hay un traidor dentro del Cuerpo, debemos actuar rápidamente.

-¿Que sugieres? – le pregunto un Guardián llamado Apa Li Apsa –

-Pregunte e interrogue a todos los miembros del Corps. Lo que yo creo es que uno de ellos modifico a los Manhunters y los volvió en contra nuestra.

-No... – Otro Guardián llamado Ganthet habló, el resto asintió con la cabeza – Tus emociones nublarían tu juicio. Si hay una Linterna deshonesto, no podría haber lugar para errores. Nos concentraremos en rechazar la invasión.

-Vamos a llevar a cabo la investigación, pero cuando acabe la guerra – dijo una Guardiana femenina – Pero eso lo manejaremos nosotros mismos.

-¿Y qué voy a hacer mientras tanto? – preguntó Sinestro –

-Comandaras la ofensiva contra los Manhunters junto a los Lanterns mas capaces – concluyo un Guardián –

Sinestro apartó la mirada, mordiéndose el interior de la mejilla con frustración. Pero luego respiró hondo e hizo una reverencia.

-Como digan, guardianes – Luego volteo hacia los escalones de nuevo. Entonces le vino otro pensamiento y se detuvo en la escalera superior. Una pregunta vagaba por su cabeza, una pregunta que solo los Guardianes podrían responder – La Profecía decía que el anillo de Abin Sur le fallaría cuando más lo necesitara. Su anillo le falló al final... ¿Y ustedes lo sabían?

Los Guardianes tardaron mucho tiempo antes de que uno de ellos respondiera.

-Sí...

Era todo lo que Sinestro necesitaba. Dejó que el anillo lo envolviera en un aura verde mientras saltaba en el aire y volaba montaña abajo...

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