Capitulo 7
Transcurrió un largo mes desde lo sucedido en la fiesta del quinto aniversario del fin de la era oscura, y, para el gran alivio de Nela, todo ha seguido con perfecta tranquilidad en su vida. En un principio estuvo un poco temerosa y nerviosa de que Harry Potter apareciera en cualquier momento en la entrada de su casa, en su despacho en el Hospital o que incluso la buscara en la antigua casa de su abuela Augusta.
También llegó a estresarle la sola idea de que la histérica de Ginevra Weasley apareciera en medio de la calle a gritarle cualquier majadería con tal de hacerla quedar mal, porque Ginevra Weasley es ese tipo de persona. Incluso se espero que Hermione Granger, o incluso Ronald Weasley, aparecieran en su despacho con tal de interceder por Harry ante ella para que se reunieran o algo por el estilo.
Pero, para su dicha, eso jamás paso.
Su vida estaba transcurriendo en completa normalidad con algunos pequeños cambios, como el hecho de que Blaise la visitaba todos los días en el trabajo a la hora del almuerzo para comer con ella y que la esperaba al final de su turno para llevarla a casa.
Otro cambio en su vida podría ser el hecho de que todos los domingos iba a casa de los Malfoy para comer en compañía de, claramente, el matrimonio Malfoy, Luna, Theodore y Blaise, y así aprovechaba para que su pequeño Neville jugara con los gemelos de Luna.
La mañana del Viernes, Nela se levantó de su cama con el presentimiento de que ese día la esperaba algo interesante. Ella solía tener ese tipo de presentimientos y casi siempre se hacían realidad, aunque no siempre le agradaran.
Llegó al hospital saludando a su amable recepcionista, una mujer que siempre se mostraba muy amable y dulce con ella, Nela tenía la teoría de que su recepcionista no podría tratar mal a nadie. Era demasiado tierna como para siquiera insultar a una persona.
Aquel día fue particularmente agradable, tuvo solo cinco casos graves de maleficios mal realizados, los cuales pudo curar y restaurar los miembros completamente; terminó de firmar los documentos que llevaba dos semanas posponiendo; su cafetera muggle al fin funcionó; cambió el horrible tapiz de su despacho por un color gris plateado y, por sobre todas las cosas buenas del día, utilizaba unos preciosos tacones Dolce Gabbana negros que se había comprado hace unos días y no le dolían, todo lo contrario, eran muy cómodos.
Mientras terminaba de archivar unos documentos, la puerta de su despacho se abrió y Nela no necesito ni siquiera voltear o preguntar quien era, pues por la hora, sabía perfectamente de quien se trataba.
—Buenas tardes, cariño.—saludó Blaise abrazándola por la espalda, dejando un húmedo beso en su cuello, haciéndola sonreír ligeramente.
—Hola, Blaise.—saludó Nela cerrando su cajón y girándose. Inmediatamente los labios de Blaise chocaron con los suyos en un cálido beso.
Blaise, quien llegaba todos los días a la hora de la comida para comer con ella, la abrazó con fuerza, como cada vez que lo hacía, como si ella fuera a desaparecer en cualquier instante.
Se separaron al cabo de unos segundos con una sonrisa en sus labios. Llevaban así mucho rato, besándose y acariciándose como si fueran una pareja, cosa que en realidad no eran, al menos no formalmente.
—¿Qué trajiste de comer hoy?—cuestionó Nela con una sonrisa, acariciando la nuca del moreno.
—Comida china, tu favorita, cosa que entristece mi cocina italiana.—respondió Blaise con sorna.
Nela rio y se sentaron a comer. Blaise le contó acerca de unos negocios que estaba haciendo y Nela le contó sobre un hombre que le lanzó un maleficio a su propio padre por meterse con su novia. Al terminar de comer, Blaise la tomó de la mano y dijo:
—Ven a Italia este fin de semana. Neville, tu y yo.—propuso Blaise.
—¿Qué?—lo miro sorprendida.
—Sí, es buen momento para que Nev conozca mi vivero y sirve que se distraen este fin de semana. Tengo una gran piscina y...
—...Blaise.—lo interrumpió Nela.—No se si sea buena idea, tengo mucho trabajo y...
—...vamos, Nela.—intervino el.— anda, vamos, ¿siiiiiiiii?
Dieciséis horas más tarde, Nela, que vestía un precioso vestido de tirantes color azul, se estaba apareciendo la mañana del sábado en la ostentosa mansión Zabini junto a su pequeño hijo Neville, siendo recibidos por un animado Blaise que vestía un pantalón negro con una camisa azul desabrochada.
—¡Benvenuto nella mia casa!—exclamó Blaise.
—En cristiano, por favor.—pidió Nela con sorna y él se rio.
—¿Cómo esta el mejor herbologo del mundo?—pregunto Blaise con una sonrisa, cargando sorpresivamente a un risueño Neville.
—Muy bien.—dijo Neville con una sonrisa.
—¿Listo para un maravilloso día viendo plantas de las que no tengo idea de como se llaman o que hacen pero que tu amablemente me dirás que son?
—¡Listo!
—¡Ese es mi chico!
Nela no pudo evitar sonreír ante aquella imagen. Su pequeño Neville y Blaise se habían hecho muy unidos conforme el paso del tiempo y aunque Neville era bastante tímido, Blaise sabía como hacer que se divirtiera.
El resto de aquel día se la pasaron en el enorme vivero de la familia Zabini, el cual estaba ubicado a lado de un enorme rio donde Blaise y Neville se bañaron entre risas mientras Nela, que prefería más estar seca, los observaba y tomaba fotografías.
Para cuando la noche cayó, Neville estaba cansado de jugar tanto y complacido de haber podido ver en persona tantas plantas de las que había leído como de las que estaba apenas por leer y aunque si por Blaise hubiera sido, le regalaría todas las plantas, Nela decidió que siempre que quisiera podrían ir a Italia al vivero de los Zabini.
El heredero Zabini recostó a Neville en la cama de Nela con delicadeza mientras que Nela observaba todo desde el marco de la puerta con una sonrisa en los labios. Neville adoraba a Blaise y este a él.
En cuanto Blaise salió del cuarto, tomó a Nela de la cintura y la cargo, besándola apasionadamente. Los labios del italiano besaban el sensible cuello de la chica, quien no pudo evitar soltar suspiros de placer.
Antes de darse cuenta, ya se encontraba en el cuarto de Blaise con este encima de ella acariciando sus piernas por debajo del vestido. Todo iba bien, Nela se sentía extasiada si no fuera porque un sentimiento de nerviosismo se instaló en su cuerpo y dijo, en voz no muy alta:
—No, para.
Inmediatamente Blaise se separo de ella y la miro preocupado, mientras que Nela lo miro asombrada.
—Te detuviste...—murmuró ella.
—Por supuesto que sí, me dijiste que parará, cariño. —dijo con obviedad— ¿Por qué no habría de pararme? ¿Ocurre algo? ¿Te lastime de alguna forma?
—No, es que yo...—guardó silencio.
En realidad, ella no estaba muy segura de que decir. Estaba nerviosa, temerosa de su primera relación sexual desde hace mucho tiempo...desde Harry Potter.
—Es solo que...mi primera vez no fue muy buena y creo que hacerlo me tiene algo nerviosa.—explicó cabizbaja. Blaise frunció el ceño, el conocía muy bien a Nela y sabía que era muy raro que ella tuviera miedo a algo o que un trauma perdurara en su persona, lo que lo hizo pensar lo peor.
—¿Potter te hizo daño, Nela?—pregunto con suavidad, sentándose a su lado y abrazándola por la cintura.
Dudo un poco, pero finalmente Nela le contó todo lo sucedido aquella noche donde Harry y ella habían tenido su primera vez en la torre de Gryffindor despues de la batalla de Hogwarts, sin importarle que ella no quisiera ya que no estaba lista emocional, mental y fisicamente.
En cuanto terminó el relato, la ira comenzó a burbujear en el cuerpo de Blaise a niveles desconocidos. Quería arrancarle la cabeza a Harry Potter, clavarla en una espada y colgarla en La Madriguera. El muy imbécil se había atrevido a violar de su hermosa Nela cuando esta acababa literalmente de perder a su hermano en la batalla y estaba herida por tanto pelear.
Ella pareció rapidamente comprender los pensamientos de Blaise, por lo que pronto colocó una mano sobre la mano del moreno, quien la miro con el ceño fruncido y sonrió tristemente.
—Fue mi culpa, Blaise.—dijo Nela.—Debí oponer más resistencia, debí....
—¡No digas estupideces, Nela!—grito Blaise levantándose enfadado. Se paso una mano por la cabeza, exasperado.
—Blaise...—lo miro incrédula. Jamás lo había visto tan furioso.
—Un no es un no, Nela.—explicó molesto— Toda persona debería respetar eso.
Ante el silencio de la chica, Blaise la abrazo mientras que Nela cavilaba sus palabras. Ciertamente...Blaise tenía razón. Había sido prácticamente violada, pero definitivamente no había sido su culpa.
Aquella noche durmió entre los protectores brazos de Blaise, quien internamente planeaba su venganza contra Potter, pues sabía que Nela no querría hacer un escandaló y lo respetaba totalmente, pero eso no significaba que el tipo se saldría con la suya así como así.
Por la mañana, Nela contempló a Neville ser cargado por Blaise, que jugaba a hacerlo volar en el aire y atraparlo. Ambos lucían genuinamente felices, Blaise era prácticamente ya una parte de sus vidas, pero aún con toda su historia juntos y la confianza que tenían, le entró una duda a Nela:
¿Podría decirle a Blaise su más grande secreto?
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