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Capitulo 2

Para cuando Nela y su pequeño Neville se aparecieron en su nuevo departamento, Nela no sabía quien estaba más dormido, si Neville que roncaba sobre uno de los baúles o ella que se había puesto la ropa al revés.

—Muy buenos días, ama Nela.—saludó Mora, la elfina domestica que había estado con su abuela desde que los padres de Neville fueron torturados.

—Buenos días, Mora.—saludó Nela bostezando largamente.—¿Cómo has estado?—pregunto con amabilidad.

—Oh, ama Nela...siempre tan buena preguntando por el bienestar de Mora...¡la ama Nela es tan buena!—exclamó la elfina rompiendo a llorar.— ¡pero aunque Mora este feliz de verla....! ¡Mora extraña a la ama Augusta!

Los llantos de la elfina despertaron al pequeño Neville, quien levanto el rostro con un enorme hilo de baba corriendo por la comisura de sus labios y miro confundido a su alrededor hasta que divisó a la elfina llorando contra los pantalones deportivos de su madre, quien acariciaba suavemente el cabello de la elfina.

—Mami...—llamó Neville tallándose los ojos.—¿Por qué llora Mora?—pregunto triste.

—Oh, Nev. Cielo, despertaste.—dijo Nela sonriéndole.— Mora extraña a Bisa Aug, eso es todo.

—¡Mora ha despertado al amito Neville con sus llantos! ¡Mora es una elfina mala! ¡Mora mala!—exclamó la elfina golpeándose la cabeza con los puños.

—¡Mora! ¡Tienes estrictamente prohibido castigarte bajo ninguna circunstancia! ¡Es una orden!—declaro Nela con rotundidad.

—¡La ama Nela es demasiado buena!

Dicho esto, Mora rompió nuevamente en un tormentoso llanto y, para desgracia de Nela, el pequeño Neville tenía un corazón tan sensible que cada que veía a alguien llorar, también lloraba, así que durante la siguiente media hora, Nela se encargo de consolar a la pobre elfina que lloraba por la muerte de su antigua ama y a su hijo que lloraba porque la elfina lloraba.

Poco antes de las diez de la mañana, Nela se aparecía junto a Neville en las afueras de la casa de su abuela, donde a lo lejos, debajo de un gran abeto, su tío Algie ya muy anciano los esperaba. La muchacha iba enfundada en un elegante y sencillo vestido color negro entubado que enmarcaba toda su figura y encima llevaba un suéter rojo. Neville, por el contrario, iba con un traje hecho a su medida color negro pero en lugar de una camisa de vestir llevaba una camisa de Spiderman.

—Hola, tío Algie.—saludó Nela con una sonrisa triste.

—Hola, cariño.—saludó el anciano y sonrió a Neville.— ¡Hola, pequeño!

—¡Tío Algie!—exclamó Neville corriendo a abrazarlo.

Aquella fresca mañana de Domingo, a las diez de la mañana, mismo día de la semana y misma hora en que su abuela consideraba idóneo para despertar y comenzar un nuevo día, enterraron a Augusta Longbottom entre las tumbas de su difunto esposo y su difunto nieto.

Durante un rato, en el que el pequeño Neville se dedico a cortar flores del pasto y acomodarlas sobre las tumbas, Nela y su tío Algie se dedicaron a contemplar las tumbas. Parecía una broma de mal gusto que hace solo cinco años habían perdido a Neville y ahora perdían a Augusta.

Al cabo de un tiempo, el tío Algie decidió invitar a Nela a comer y esta acepto, por lo que, cargando al pequeño Neville entre sus brazos, caminaron un poco y se aparecieron en un callejón muggle para despues ir a la misma cafetería que el tío Algie siempre llevaba a los mellizos.

—Dime, Nela, ¿Cómo va tu vida?—pregunto el tío Algie mientras Neville jugaba en el área de juegos.

—Bueno...sigo mejorando.—respondió mirando el café entre sus manos.

—Neville amaba el café.—comentó el tío Algie.

—Yo amo el café.—dijo Nela con lagrimas en los ojos, las cuales fueron secadas con una servilleta.

—Fue algo difícil realizar el velorio, los periodistas querían darse un banquete con la noticia, despues de todo, fue una mujer muy importante. Esa Skeeter es una entrometida.—espetó el tío Algie con molestia.—Por otra parte, hay algo que debo darte.

—¿Qué cosa?—cuestiono Nela confundida.

El anciano hombre saco lentamente de su chaqueta un sobre amarillo y unas llaves. Le entregó las cosas a Nela y ella reviso todo con el ceño fruncido, para despues abrir grande los ojos.

—Es el testamento de tu abuela y las llaves de su casa y de la casa de tus padres. También añadió un fideicomiso para el pequeño Neville.

Los ojos de Nela volvieron a empañarse de lagrimas, su abuela siempre fue alguien bastante ordenada. Almorzaron en silencio y se despidieron tristemente, pues el tío Algie aseguraba que no estaba muy bien de salud, pero quería vivir sus últimos días en la tranquilidad de su casa en Polonia.

—¿Te molesta si antes de volver al apartamento pasamos a casa de Bisa?—pregunto Nela cargando a Neville y este negó con la cabeza.

Se aparecieron nuevamente en las afueras de la casa y mientras el pequeño jugaba en la sala, Nela curioseaba en lo demás de la casa. Tenía mucho tiempo que no iba a esa casa, más precisamente des que su hermano había muerto, pues el lugar le traía muy tristes recuerdos.

Ingreso a la habitación de su abuela y sonrió con tristeza al ver sus sombreros tan grandes y con animales disecados. Ella siempre se quejó de eso pero su abuela los adoraba. Se acerco a acariciar uno de ellos y de pronto, en la esquina del tocador, notó lo que parecía una hoja muy mal doblada, arrugada y manchada con lo que parecía ser tierra ya muy seca y algo rojo que temió que fuera sangre. Al abrirla, sus ojos se llenaron de lagrimas:

Queridos Neville y Nela

El muy imbécil de Voldemort o de sus mortífagos, me han mandado a asesinar, probablemente para así presionarlos a ustedes y que dejen de resistirse a ellos, pero que sepan que enviar solo a Dawlish a sido el peor error de sus vidas, ¡Nunca vi a un auror ser tan inepto como el! ¡Pasará una muy larga temporada en San Mungo, se los aseguro! ¡Se necesita más que a un tipo como él para vencerme!

Yo estoy muy bien, me iré junto a su tío Algie a un lugar seguro, lejos de todo esto, por lo que no deben preocuparse por mí o por su tío. Sigan luchando. Lo han hecho muy bien. Créanme cuando les digo que estoy muy orgullosa de ustedes, ¡Son dignos hijos de sus padres! ¡Ellos también estarían muy orgullosos de lo que han logrado!

Yo estoy muy orgullosa de ustedes. Son nuestro mayor orgullo, pero en especial estoy muy orgullosa de ti, Neville. Has demostrado ser igual a tu padre y eso me hace muy feliz.

Luchen, Nela, Neville. Peleen por lo que es correcto y demuestren de que estamos hechos los Longbottom.

¡Sean valientes! ¡Y si hay que morir, moriremos con la cabeza en alto!

Los amo.

Su abuela, Augusta Longbottom.

Nela cubrió su boca para que ningún sonido saliera de esta, pero su llanto, aunque silencioso, no era menos intensó. Gruesas lagrimas descendían de sus ojos con rapidez y su pecho se comprimía. Ella nunca había leído la carta, pues Neville le había pedido quedársela, por lo que solo le contó lo que decía.

Ahora entendía todo. Ahora comprendía lo mucho que debió haber significado esa carta de su abuela para Neville, pues el siempre se había sentido muy inferior e incluso creía que la abuela no lo quería. Recibir esa carta y que dijera que estaba orgulloso de él y que se parecía a papá había sido quizá la mayor alegría de Neville. Casi podía ver el rostro de su abuela releyendo su propia carta despues de la muerte de Neville, pues el siempre llevaba la carta consigo...incluso en la batalla.

Se limpió las lagrimas con un nudo en la garganta y trato de tranquilizarse. Despues de lo que sintió que fueron muchos minutos, salió de la habitación y sonrió a su hijo cuando llegó a la sala. Lo cargo entre sus brazos, apareciéndose en el apartamento. Ella suspiro pesadamente y deseó que mañana, su primer día como Jefa de San Mungo, fuera tranquilo.

Pero lo que Nela no sabía es que mañana su rostro y el de su pequeño Neville estarían en todos los titulares británicos.

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