Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

7 ࣭⭑𓄹 apollo loses a boy ⸒࣪

﹐ ✦ 𝄒 𝐆𝐑𝐄𝐄𝐊 𝐓𝐑𝐀𝐆𝐄𝐃𝐘 ⊹ ☀️ ₊ ⋆

act three, chapter seven ¡!
comenten, por favor













⠀⠀⠀

- - - - - - 🔱 - - - - - -

Estábamos los cuatro sentados en una cafetería del centro comercial. Mi pie golpeaba el piso constantemente. Los dos niños bebían malteadas de chocolate, ajenos a mi preocupación.

—¿De quién pueden ser? —le pregunté a Íker.

—Míos no —respondió el castaño, peinando unos rizos rebeldes fuera de su frente —. Oigan, ustedes dos. ¿Qué les gusta hacer?

Ambos niños se miraron entre ellos.

—A mi me gusta la mugre —contestó el niño.

—Bueno, eso significa que eres muy...um, especial, está muy bien —murmuré, apretando los dientes —¿Y a ti, Emma?

—¡El maquillaje! —sonrió la pequeña.

—Bueno, eso es fácil de definir —sonrió Íker. Afrodita, no había dudas.

—¿Entonces no nos van a acusar con la celadora Gomez? —preguntó Tom, con sus ojos puestos en su malteada.

—No —sentenció Íker. Me dio una mirada que, además de provocarme un escalofrío, era un mensaje claro que decía "tienen que ir al Campamento Mestizo".

—Bueno, cuéntenme: ¿han visto cosas raras? —les pregunté. El niño se quedó quieto, sorbiendo su bebida. Pero Emma asintió.

—Vimos dragones volar, y a hombres con pierna de cabras, y a la mujer del ático —dijo. Fruncí el ceño, ¿dragones?

—Emma, cállate, o nos mandarán a un reformatorio —susurró Tom —. No estamos locos.

—No lo están. Yo les creo. Yo también he visto criaturas que otros no ven —les dije. Tom me miró fijamente, probablemente juzgándome. Sus ojos, que era de un hermoso color avellana a la luz, me hicieron acordar a los de Percy, que si bien eran de un tono más verde azulado, tenían el mismo brillo travieso y la misma forma.

—Yo sabía que no estábamos locos —sonrió Emma. Asentí con la cabeza.

—Y tienes razón —dijo Íker.

¿Pero como explicarles que eran hijos de dioses?

—¿Saben qué es la mitología griega? —pregunté.

—No —contestaron a la vez. Miré a Íker, desalentada. No sabía por dónde empezar. Ahora mismo ni siquiera era capaz de recordar como había creído todo lo que Willow me había dicho cuando nos conocimos en aquel tren.

«Debía estar realmente desesperada» pensé. Los niños parecían no estar muy alertas de nuestra preocupación.

Mejor, los niños no deberían preocuparse.

—¿Qué hacemos con ellos? No podemos dejarlos aquí —susurró Íker.

—¿Los llevamos al Campamento? —pregunté. Íker asintió.

—Será lo mejor. Dame la lista —pidió. Tomé la lista de regalos de Navidad atrasados y él la hizo desaparecer —. Alguien se encargará de eso, no te preocupes —susurró.

—Está bien —afirmé. Volví a mirar a los niños. Ahora nos observaban muy fijamente.

—¿Por qué susurran?

—Porque queremos —contestó Íker, y se levantó —. Vamos. Tenemos que hacer algunas compras.

Los niños no se movieron. Suspiré.

—Por favor —les pedí. Emma miró a su hermano, y este asintió. Ambos se pararon y se acomodaron sus uniformes del orfanato —. Vamos a tener que comprarles ropa. No podemos llevarlos con uniformes.


- - - - - - ☀️ - - - - - -




Este no era mi plan. Para nada. Ahora mismo deberíamos estar saliendo con los juguetes. Y ella debería estar sonriéndome a modo de agradecimiento, con esa sonrisa dulce que me hacía brillar más.

Sin embargo, estaba sentado en una pegajosa butaca azul, viendo a Kailani elegir abrigos para los niños, quiénes estaban muy entretenidos escondiéndose en percheros circulares. Kai me mostró un abrigo violeta para Emma, y asentí con la cabeza.

—Emma —la llamó, la niña asomó la cabeza entre pantalones —¿Te gusta este?

—Es muy lindo... —empezó a decir, pero sus ojos pasaron de Kai a su maniquí, el cual vestía un abrigo rosado con peluche en la capucha, el borde inferior y las mangas. Sus ojos brillaron, pero Tom se acercó y le susurró algo al oído que yo logré oír.

—No seas caprichosa. Toma lo que te ofrecen —susurró. El consejo era sabio, pero los ojos de Emma dejaron de brillar inmediatamente. Mordí mi lengua, intentando quedarme callado, pero al final sucumbí ante mi  divina bondad.

—¿Quieres ese abrigo rosa, Emma? —pregunté, levantándome. Ella me miró.

—No, señor, estoy bien con el violeta...

—¡Kai! Mira el rosa atrás tuyo —le indiqué a la semidiosa. Ella volteó, dándome un vistazo de su hermoso perfil esculpido por musas, y luego me quedé hipnotizado con sus bucles rubios. Ella tomó el abrigo rosa y nos los mostró.

—¿Prefieres este, Emma? —pregunté. Ella asintió, en silencio, bastante avergonzada, pero sus orbes miel volvieron a brillar —. Okey.

Kai puso el abrigo en la cesta de ropa de Emma, y, tomando la de Tom, se acercó a mí.

—A Tom le faltan los pantalones y la bufanda. ¿Puedes elegirlos mientras pago el resto? —preguntó.

—Sí, claro —dije. Kailani me sonrió y no pude evitar un pequeño color rosado en mis mejillas. Cuando se alejó, volteé a ver a Tom. —¿Qué quieres?

—Un pantalón y una bufanda —repitió lo mismo que Kailani, con obviedad. Rodé los ojos.

—¿Qué pantalón y qué bufanda, niño?

—No me digas niño —el pequeño se puso rojo. Sonreí y le acaricié el cabello, desordenándolo.

—Pero si eres un niño. Mira, eres tan bajito...¡Por mi padre! —exclamé cuando sentí una patada en mi pierna. El niño, que pateaba fuerte, salió corriendo —. Oh...no.

Volteé rápidamente a Kai. Se habían detenido en una isla de labiales infantiles, donde Emma había insistido en probarse los colores. Kai no había visto lo sucedido, pero estaba seguro de que si descubría que se me había escapado un niño, ella pensaría que yo era un inútil. Bueno, ella ya pensaba que mi verdadero yo era un reverendo inútil.

—Niño, ¿dónde estás? —pregunté, empezando a caminar por la tienda. No podía recordar el nombre de la criatura. La falta de la energía que usaba para mantener mi nueva faceta y personalidad se hacía notar —. Vamos, niño, sal de donde estés...

Esto podía causarme problemas en el Consejo. Si llegaba a perder a uno de los hijos de mis familiares... causaría una guerra. Bueno, si ellos me descubrían primero. Ni siquiera Atenea, la más aguda en cuanto de detectar engaños se trata me había descubierto. En realidad, me resultaba extraño que mi madrastra me abrazara con tanto fervor.

—O sales o... —me quedé callado al ver como una señora se me quedaba mirando. Acostumbrado a las miradas de enamoramiento o incluso lujuria, la forma despectiva de observarme por esa mujer me hizo pensar que efectivamente parecía un loco.

Miré a mi alrededor. La tienda de ropa era enorme. Busqué entre los percheros circulares, y sonreí al ver un par de zapatillas asomarse por debajo de unos de estos. Me acerqué, metí la mano y saqué a un niño.

Solo que no era el mío.

—¡Ay! ¡Mami! —gritó. Rápidamente lo solté y me alejé, bajo bastantes miradas. Por suerte Kai no podía vernos desde donde estaba.

—Lo siento, creí que era el mío —me disculpé. La misma señora de la mala mirada ahora mismo me estaba fulminando. Me miró de arriba a abajo, dejó la ropa que había elegido en una mesa y se fue con su hijo.

Volví en mi misión de encontrar al niño. Busqué en cada aparador, cada perchero, cada probador, y nada. No estaba.

—¡Le aseguro que estaba intentando secuestrar a mi niño! ¡Dile, Eustace! —abrí los ojos al ver a la misma señora que se había retirado hacía unos minutos entrar a la zona infantil con el guardia del centro comercial. Rápidamente me metí en un probador vacío y cerré la cortina —¡Es un pervertido!

Bien, ahora estaba atrapado allí. Si salía, corría el riesgo de ser atrapado. Si me atrapaban, pasaría el mayor papelón de la existencia. Si pasaba ese papelón, Kailani me vería. Si Kai lo veía, perdería el interés en mí. Y si perdía el interés en mi, se casaría con otro.

Esa no era una opción.

¿Pero que otra opción tenía? Encima estaba atrapado en un probador infantil. Esto ya era simplemente incriminante. Suspiré y miré los dibujitos de peces en las paredes.

Todo me recordaba a ella.

La desesperación por ella me estaba consumiendo. Necesitaba sentirla, amarla, cuidarla, que dijera que sentía lo mismo. Cerré los ojos y sentí un nauseabundo olor a rosas y canela.

—¡Ahí está! —gritó la señora. Abrí los ojos en grande. Me habían descubierto. Me preparé para provocar un destello solar y huir cuando la cortina de mi probador se descubrió y apareció Artemisa.

—¿Qué haces aquí? —pregunté. Ella entró y corrió la cortina.

—Te seguimos con Eros y Hestia. Él se está haciendo pasar por ti —sonrió. Suspiré, ¿como pensaron que alitas podía hacerse pasar por mi? —¿No encontraste al niño, verdad?

—No. Kai va a odiarme.

—Si no te odia por esto, lo...

—...hará por otra cosa, ya me lo dijeron cien veces, basta —pedí, exasperado.

—¡Aquí está! —Hestia abrió la cortina, llevando al niño del brazo. Este engendro sonreía.

—¿Me extrañaste? —preguntó. Casi lo mato.

—Bien, tienes al niño, no lo vuelvas a perder. Nosotros nos vamos.

Tuve que hacer un gran esfuerzo para no agarrar al niño del cuello. Lo tomé de la mano, le agradecí a mi hermana y salí de allí. Tomé un pantalón y una bufanda en el camino y se los dí.

—No me gusta el azul claro —se quejó, viendo el pantalón de jean.

—Pues te aguantas, que esto no es Versace —gruñí. Busqué a Kai y la encontré en el islote de maquillaje, junto a Emma. La niña estaba probando labiales de nuestra en Kai, y parecían estar pasando un buen rato juntas.

—¡Kai! —la llamé, acercándome —. Ya tenemos todo.

—Genial. Paguemos y vayamos directo al auto —respondió, con un gloss transparente en sus labios.

Cuando vuelva al Olimpo, pediré el título de dios de la fuerza de voluntad, porque la fuerza de voluntad que tuve para no saltar y besarla fue olímpica.

Pagamos todo, y los niños parecían mucho más contentos con sus ropas nuevas. Se cambiaron en los probadores y metimos sus uniformes viejos en las bolsas de compras. Emma estaba aferrada a su nuevo abrigo y a un labial para niñas que Kai le había regalado. El mocoso caminaba más despreocupado.

Cuando estábamos por salir del centro comercial, un fotógrafo nos detuvo.

—¡Señor! ¿No les gustaría una foto en el trineo de Papá Noel? —preguntó, señalando un trineo decorado al mejor estilo del capitalismo americano.

—Eh, realmente estamos apurados...

—¡Será un segundo!

—¡Yo quiero una foto! —pidió el mocoso. Parecía estar dispuesto a hacer todo lo que yo no quería.

—¿Tú quieres una foto, Emma? —preguntó Kai. Emma asintió.

Kai me hizo una seña diciendo “adelántate”. Mientras ella y los niños iban al trineo, yo miré el mapa. Estábamos a kilómetros del Campamento. Tal vez dos días. Salí del centro comercial y fui hasta el auto. Metí las bolsas en el baúl y cuando lo cerré, observé a Kai salir con ambos niños. Los pequeños iban felices, agitando dos imágenes polaroid en sus manos. Tom iba aún más emocionado, hablando sin parar, y Kai soo reía. Cuando se acercaron al auto, ellos rápidamente se metieron.

—¿Con que perdiste a Tom y una señora dijo que querías secuestrar a su hijo? —rio. Me puse colorado. Maldito mocoso de estómago resfriado.

—Sí, es un buen resumen de lo que pasó —dije. Ella rio, y eso me hizo sonreír.

—No puedo dejarte solo.

—Mejor.

Nos quedamos en silencio. Mi mirada estaba clavada en su rostro, la de ella en la punta de sus pies. Un segundo después levantó al mirada.

—¿Estamos lejos del Campamento?

—Dos días.

—Tu auto no vuela, ¿verdad? —preguntó. Pensé la respuesta unos segundos.

—Me temo que no. Tendrás que aguantarme por un par de días más. ¿Crees poder soportarme?

—Será todo un reto —sonrió, pasando por al lado mío antes de subir al auto










⠀⠀⠀








⠀⠀⠀

AZU'S SPACE 𓂃 🧸

1. Volví :D

Sé que no es un capítulo muy extenso, pero lo escribí con mucho amor.

╭══════ .✧. ══════╮
Recuerda que votos y
comentarios equivalen
a actualizaciones más
rápidas ◞♡°
╰══════ .✧. ══════╯

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro