6 ࣭⭑𓄹 I challenge Luke to a combat ⸒࣪
﹐ ✦ 𝄒 𝐆𝐑𝐄𝐄𝐊 𝐓𝐑𝐀𝐆𝐄𝐃𝐘 ⊹ ☀️ ₊ ⋆
┇ act two, chapter six ¡!
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¿Alguna vez estuviste cerca de morir? Personalmente tuve demasiadas oportunidades para ello (una vez Clarisse casi me decapita en un entrenamiento, tengo la cicatriz en la nuca).
Pero en ese preciso instante en el que caí de una puerta en una isla al vacío, mi vida pasó delante de mis ojos. Vi cada detalle, oí cada voz, cada risa, cada llanto. Sentí mil cosas de nuevo, una y otra y otra vez. La felicidad, la tristeza, el amor y la decepción. La furia y la angustia. Todo iba saliendo de mí mientras caía a un vacío que parecía no tener fin.
¿Me reencontraría con mi madre? Había tantas cosas que hubiera querido decirle. Que jamás me decepcionó, que sabía que lo había intentado, y que la amaba. Pensé en Chloé, y mi único consuelo fue que Thalia Grace y Percy estuvieran para ella.
Pensé en Silena, quién estaba tranquilamente dormida en el campamento. O tal vez sufriendo de insomnio, esperando junto a Quirón por nuestro regreso. ¿Qué sería capaz de hacer si Clarisse o yo no regresábamos?
Clarisse. ¿Dónde estaría ella? ¿Estarían los tres juntos? Confiaba en que Eros los protegería.
Luego pensé en las revelaciones más recientes. ¿Papá golpeó a Zeus por defenderme? Que lindo. Me gustaría no haberle gritado. Tal vez se hubiera llevado una buena memoria de mi.
¿Todo esto había sido un engaño? ¿Y la vez que Apolo me había querido besar en el Olimpo era verdad o no? ¿Con quién debía enojarme? Para este punto no me habría sorprendido que Apolo perdiera su lira a propósito. Sentía una mezcla de furia, tristeza y vergüenza. Decepción, eso era. Sentí la rabia suficiente como para golpearlo si volvía a verlo.
Él me conocía desde pequeña. ¿Se habría hecho el tonto cuando nos reencontramos en la colina? Para este punto no me parecía imposible que Apolo hubiera fingido todo, hasta lo de quemarnos. Volví a pensar en el beso que casi nos dimos en el Olimpo. ¿Habría sido solo un movimiento para intentar romper la maldición? ¿Habría sido Apolo capaz de jugar así conmigo, luego de todo lo que di para hallar su lira?
Todavía tengo ataques de pánico cuando un pájaro pasa volando cerca mío.
El viento silbaba en mis oídos, y mi cuerpo se hacía cada vez mas pesado. Había aceptado mi destino hasta que sentí otro cuerpo chocar contra el mío y abrazarme. Giramos juntos en el aire, y al chocar contra el suelo me encontré protegida por mi padre. Se había tirado al abismo y había usado su cuerpo como un cojín. Lo oí quejarse, y rápidamente rodé lejos de él.
-¿Estás bien? -pregunté, viéndolo sujetarse las costillas.
-Sí, ya me recuperaré -dijo él, tomando profundas bocanadas de aire. Tosió y luego se incorporó, quedando sentado pero aturdido. Apenas podía ver sus ojos brillando en la oscuridad. No sabía que nos rodeaba. La lejana luz que provenía de la puerta de la laguna cesó cuando la puerta se cerró sola. Me levanté, y ayudé a mi padre a incorporarse. Supuse que al ser un dios debía tener una resistencia divina, porque podía caminar como si nada.
-Te prometo que voy a explicarte todo, Kailani. Pero si no te calmas, no va a funcionar -me pidió mi padre, poniendo su mano en mi hombro. Suspiré, bajando la cabeza.
-Espero que valga la pena -respondí. Mi padre invocó su tridente, y eso nos dió una débil luz blanca. Frente a nosotros había un oscuro pasillo de piedra.
-¿Avanzamos por ahí?
-No hay otra opción -contesté. Invoqué mi tridente y obtuvimos un poco más de luz. Papá se puso adelante y comenzamos a caminar casi a ciegas.
-¿Qué quieres saber? -preguntó mi padre.
-Lo más reciente. ¿Qué clase de misión es esta? En la visión que tuve, Artemisa decía que si la maldición no se rompía, Apolo dejaría de ser un dios -le dije. Papá asintió.
-Fue una situación de emergencia. ¿Sabes la disputa que hubo entre Apolo y Eros hace milenios?
-¿Cuándo Apolo le cortó las alas a Eros? -papá asintió, con una expresión de pena.
-Fue terrible. Debo decir que me siento culpable, porque también me reí de Eros en su momento. Créeme, Kailani. He hecho cosas horribles cuando era joven. Joven y muy inmaduro, creyendo que podía comerme al mundo sin consecuencias.
Dato curioso: Zeus es el tercer dios en la carrera de padre ausente. Mi padre toma el primer lugar.
-No quiero hablar de eso. Quiero saber por qué Apolo dejaría de ser un dios -expliqué.
-Bien. Cuando sucedió eso, Afrodita decidió vengarse de Apolo, lanzando una maldición en la que decía que jamás hallaría el verdadero amor. Por ejemplo, Jacinto murió por esa maldición -me explicó -. Apolo lloró tan desconsoladamente que Afrodita se arrepintió. No podía revertir la maldición, pero si modificarla. Entonces dijo que podría romper el hechizo si Apolo encontraba a, básicamente, mi hija. Apolo tendría que romperle el corazón, o bien mi hija tendría que hacer un sacrificio por él. De esa manera la maldición se rompería y todo terminaría.
-¿Y qué tiene que ver eso con esta misión? -pregunté antes de trastabillar con una piedra.
-Afrodita olvido leer la letra pequeña. Descubrió que si Apolo no rompía la maldición para este verano, específicamente para mañana, Apolo dejaría de ser un dios. Mañana, a las cinco y media de la madrugada, será otro aniversario más de la maldición. Y el último. Imagina la cantidad de candidatos que matarían por ser el dios del Sol.
-¿Y?
-Se supone que él tenía que ir por lo fácil. Enamorarte, romperte el corazón y ya. Me opuse completamente, y le prohibí acercarse a ti hasta que fueras mayor de edad. Y cuando te conoció, bueno...si hay algo que sacó de Zeus, es lo enamorizado.
Me detuve en seco. Mi padre también lo hizo y volteó a verme.
-¿Me estás diciendo que Apolo se enamoró de mí?
-Costó sacarle la verdad. Es orgulloso como él solo. Pero sí, se enamoró y la maldición no se rompería bajo esos términos. Zeus, desesperado, optó por montar todo esto junto Afrodita y Apolo.
Apolo está enamorado de mi. Ay, dioses, ¿en qué me han metido?
-Entonces la idea era mandarme a morir por él -razoné. Papá asintió.
-Lo descubrí ayer por la tarde. Discutí horas con Zeus, hasta que me dejó ser parte del plan. Mi condición fue que me permitieran venir contigo. Afrodita aceptó las condiciones sin dudarlo -dijo -. Para que puedas dimensionar la gravedad del asunto, el Olimpo está atado de pies y manos.
-¿Podría llegar a ser tan grave? -pregunté.
-Sí. Y ahora mismo, nada nos asegura de que la maldición se rompa.
Seguí avanzando en silencio.
-¿Qué vendría a considerarse un sacrificio? ¿Tengo que morir o puedo optar por hacer algo peligroso? -cuestioné.
-No lo sé, la maldición no fue tan clara. Pero sí sé que tiene que ser hecho con intención pura. Si lo haces solo por romper la maldición no funcionará y...
De pronto se detuvo. Una luz muy débil, de color naranja, llegaba a nosotros parpadeando. Vi el rostro de mi padre tensarse.
-Si avanzamos, quedamos expuestos a cualquier ataque -susurró.
-No hay mucho más para hacer -le respondí. Caminamos, acercándonos más y más a la luz. Y los vi: dos esqueletos vestidos con armaduras troyanas, escudo y espada, parados por si solos. Ellos también nos vieron. Los esqueletos no pueden mostrar expresiones faciales, pero estaba más que segura de que sonreían de manera malvada. Estaban custodiando una bóveda enorme, y arriba tenía un enorme cartel de hierro que tenía escrito el nombre de Oto en griego.
-¿Tienes un plan? -me preguntó papá, alzando su tridente. Negué con la cabeza, y nos lanzamos al ataque. Los esqueletos respondieron con una sorprendente defensa. El metal chocó contra metal, y la fuerza bruta se representó en ambos lados.
Pronto descubrí que los esqueletos no se cansaban y tampoco eran fáciles de matar. Cuando lograbas arrancarle el radio o un fémur, estos se regeneraban como si nada. No estaban siendo heridos, sino que al contrario, yo recibí un golpe con la empuñadura de una espada al final de la ceja que abrió una herida.
-¡No se rendirán! -dije, mientras que mi padre empujaba a uno con su tridente. Vi como en su cabeza maquinaba un plan, y una pequeña sonrisa me dijo que se le había ocurrido algo.
-¿Ves la puerta de la bóveda? -preguntó -. Intenta llegar a ella y sujetarte de la manija.
-¿Qué harás? -pregunté. Papá solo sonrió.
-Ya verás -dijo, y me empujó hacia adelante. Un esqueleto se avanzó hacia mí e intentó decapitarme, pero fui más rápida y me agaché, girando para luego darle una patada por atrás.
Logré llegar a la puerta, y vi que tenía una gran aro de hierro como manija. Guardé mi tridente y me sujete a él. Vi como papá dejaba su tridente de lado y cerraba los ojos. Me esforcé para confiar en él. Sentí un suave viento pasear por el pasillo. Pero este se volvió fuerte. Tan fuerte que comenzó a arremolinizarse, y a soplar con mayor intensidad. Mi padre había creado un tornado, o huracán. No sabía decirlo, pero incluso logró levantarme. Me aferré a la manija con muchísima fuerza, mientras que los esqueletos quedaron atrapados en el remolino. Este comenzó a desplazarse lejos, mientras que los esqueletos perdían articulaciones y uniones. Pronto se perdieron de vista, y yo volví a tocar suelo.
-¿Nada mal, eh? -sonrió mi padre, acercándose a la entrada -...¿Abrimos?
-Si tú vas primero -dije. Él, con su fuerza divina, tiró de la argolla de hierro. La puerta redonda se abrió con un ruido impresionante.
Oí un grito. Un grito con el que me había familiarizado durante el viaje en vagones de mineros.
-Adonis -susurré.
-¡Basta! ¡Basta! -oí a Apolo gritar por su hijo, y cadenas moverse. Entendí que por lo menos Adonis había llegado antes que nosotros.
-¡Te voy a matar, Castellan! -y Clarisse también. Nos movimos hasta que pudimos ver qué sucedía.
Luke tenía sujeto a Adonis, quién había perdido sus armas. Una de sus manos peligraba muy cerca del fuego, y en realidad, esta ya parecía haber sido algo herida. Clarisse tenía lágrimas en los ojos, intentado zafarse del agarre de Efialtes. Y Eros estaba tirado en el suelo, con sus alas bañadas en metal que todavía humeaba. Apolo estaba encadenado, con su rostro contorsionado por la ira.
-Vamos, di la profecía -insistió Luke.
-¡No se la digas, padre! -pidió Adonis. Luke rápidamente lo hizo gritar, poniendo su mano en el fuego unos segundos.
-Mi señor -le dijo Oto a Luke -. Ahí hay dos más. ¿Deberíamos capturarlos? -preguntó señalándonos.
Luke volvió a vernos. Nos miró de manera neutra.
-No -dijo. Oto se quedó en su lugar. Luke soltó a Adonis, quién cayó arrodillado, sollozando por su mano. El rubio se acercó a nosotros.
-Poseidón, es un placer tenerte aquí -se burló Luke. Luego me miró a mí -. Cuanto tiempo, Kailani.
-Definitivamente ha pasado mucho. Ahora, en vez de guiar niños, ¿los torturas? -pregunté. Luke solo rio, negando con la cabeza.
-Luke, todavía puedes redimirte. Tu padre te espera en el Olimpo -dijo mi padre, pero eso solo ensanchó la sonrisa cruel de Castellan.
-No puede interesarme menos lo que ese viejo tenga para decirme -escupió -. Cronos está ganando poder. ¿Está el Olimpo preocupado? Tenemos más aliados de los que pueden imaginar.
-Luke, te entiendo. Los dioses también han jugado conmigo y mis amigos. Pero pasarte al lado de un titán malvado me parece un poco, no sé, extremo -dije, guardando mi tridente -. Estoy segura de que podemos arreglar esto como personas adultas.
Luke se volteó y miró a Apolo. Podría haberlo atacado, pero el resto de mis compañeros no estaban a salvo. Si Oto se enojaba, o si Efialtes apretaba de más a Clarisse...
-¿Otra vez queriendo tapar el Sol con un dedo? -rio Luke, y jugó con la perspectiva de su pulgar, interponiéndolo entre su vista y Apolo.
-Más bien, fé ciega -respondí. Luke me miró y se acercó a mí. Mi padre quiso avanzar a él, pero lo detuve.
-¿Cómo te gustaría arreglar este asunto, Kailani? -preguntó él. Me pareció extraño que quisiera "arreglar" la situación, pero cuando vi su mirada pasar a mi padre, entendí que tenía miedo. Además, la caverna comenzaba a oler a humedad.
-Dímelo tú -respondí.
-En la antigüedad, los problemas se resolvían con duelos -sonrió él. Alcé la ceja.
-Un duelo, una única ronda. Gana el que primero pierde su arma -propuse.
-Mismas armas, espadas y escudos.
-Si yo gano, nos dejarás ir a todos con vida. Poseidón, Apolo, Eros, Adonis, Clarisse y a mí. Esa es mi condición.
-Pero si yo gano, ellos se quedarán para morir aquí, y tú servirás inexcusablemente a Cronos -condicionó. Lo pensé unos segundos.
-Está bien.
-Júralo por Estigia -apuntó Luke.
-Tú primero.
-Yo, Luke Castellan, hijo de Hermes, juro por el río Estigia que liberare a todos los prisioneros de esta caverna si tú ganas este duelo -dijo.
-Yo, Kailani Brown, hija de Poseidón, juro por el río Estigia servir inexcusablemente a Cronos si tú ganas este duelo -anuncié.
Escuché un trueno provenir de alguna parte. Luke asintió y volteó a Oto.
-Tú, trae las armas. Que ella elija las que quiera -ordenó. Miré a mi padre, y este asintió, demostrando confiar en mí. Clarisse lo imitó, y Adonis me miró con los ojos llenos de lágrimas y su mano envuelta en su remera. Eros no estaba con nosotros. Parecía perdido en otro mundo dentro de su cabeza.
Oto se acercó a nosotros y nos dejó un arsenal de espadas y escudos para elegir.
-Las damas primero -dijo Luke. Tomé una espada que podría manejar, y un escudo que me hizo acordar al que tenía Thalia Grace.
Luke tomo sus armas, y se preparó. Miré a Apolo, y su mirada me hizo recordar algo que me había dicho cuando hablábamos por el polvo de Hipnos.
«No soportaría perderte»
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AZU'S SPACE ! 🧸
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