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6 ࣭⭑𓄹 about how I got my trident⸒࣪

﹐ ✦ 𝄒 𝐆𝐑𝐄𝐄𝐊 𝐓𝐑𝐀𝐆𝐄𝐃𝐘 ⊹ ☀️ ₊ ⋆

┇ chapter six ¡!










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-Espérenme aquí. Voy a comprar comida -les dije a Apolo y Chloé. Ellos estaban sentados en un banco, Apolo con los brazos cruzados, y Chloé jugando con sus dedos. Había un Willy's enfrente, y me pareció que unas hamburguesas no nos harían mal luego de este día. Entré al local con el dinero en mi bolsillo, y noté que solo había una persona en la fila. Cuando terminó de ordenar, me acerqué a la caja.

-¿Qué te gustaría pedir, Kailani? -me preguntó el chico de la caja. Inmediatamente lo miré y lo reconocí.

-¿Eros?¿Qué haces aquí? -le pregunté.

-Quería ver que estuvieras bien -dijo -¿Qué vas a querer, bonita?

-Ehh...tres hamburguesas, sí -balbuceé.

-¿Con combos?

-Sí...para llevar.

-Ya te lo entregaran, pedido veintidós -dijo Eros, apoyando su mano en la mía. Mis mejillas se encendieron inmediatamente, y él me sonrió de manera arrogante.

-¿Entonces me estás siguiendo? -pregunté. El dios río entre dientes.

-Sí, digamos que sí -inmediatamente me crucé de brazos, algo divertida.

-¿Entonces por qué no me defendiste de aquellos hombres en la estación? -le pregunté. En realidad no esperaba una respuesta, no era una persona que reclamara este tipo de cosas. Pero su respuesta me dejo helada.

-Oh, Kailani. ¿Realmente me ves rebajándome al nivel de Apolo? Él podrá haberlos golpeado un poco, pero yo me he asegurado de que sus esposas los esperen con los papeles de divorcio como el postre de esta noche -dijo, con un tono frío y una mirada un poco salvaje. Cuando iba a preguntar como lograría algo así, recordé que era el dios del amor, y que como flechas de amor también tenía flechas de odio.

-¿No crees que también estás jugando con el corazón de esas chicas?

-¿No crees que esas chicas no merecen estar con seres tan repugnantes cómo esos? -contraatacó -. De todos modos hay que ver con que chusma te juntas para darse cuenta.

-¿Ah, sí?¿Y quién es esa chusma, alitas? -una voz gruesa a mis espaldas nos llamó la atención. Sentí un brazo musculoso rodear mi cintura y llevarme para atrás. Incluso no sentí quemazón con su toque, pero si un escalofrío.

-La chusma acaba de hablar -contestó el dios del amor. Apolo no perdió tiempo: agarró a Eros del cuello de la camiseta que llevaba puesta, y lo acercó a su rostro.

-Escúchame bien, alitas: si tienes un problema conmigo, lo resuelves conmigo. No te metas con ella, o haré que lo pagues -lo amenazó Apolo.

-Te recuerdo que tu voluntad está en mis manos, rayitos -respondió Eros, todavía con su sonrisa arrogante. Apolo lo soltó bruscamente.

Ay, se ponen apodos.

-Te juro que voy a desplumarte, pluma por pluma, y después...

-¡Pedido veintidós! -la chica que entregaba los pedidos nos llamó desde el otro lado. Tiré de la camisa de Apolo y lo alejé de Eros. Recibí el pedido y nos fuimos rápidamente.

-¿No puedes estar dos segundos sin pelear? -le pregunté.

-No me gusta que nos esté siguiendo -murmuró él. Negué con la cabeza y nos dirigimos al hotel.














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-¡Yo quiero una cama para mí! -gritó Chloé, lanzándose sobre una de las camas, la pequeña. Habíamos decidido quedarnos en un hotel pequeño a pasar la noche. Yo entré con la comida rápida en mis manos, seguida de Apolo que cargaba con las cosas que Hestia nos había dado. Apoyé todo en una pequeña mesa de madera, y Apolo dejó caer su carga arriba de Chloé -¡Oye!

-Estoy muerta de hambre -murmuré, sentándome en la otra cama -¿Los dioses sienten hambre?

-La sentimos, pero no la sufrimos como los mortales -respondió Apolo. Chloé se dirigió a la bolsa de comida.

-¡No! Lávate las manos -dije.

-Pero... -cuando empezó a replicar, señalé la puerta del baño. Ella rodó los ojos y se metió allí. Apolo sonrió un poco pero luego hizo una expresión de dolor cuando la herida en su labio se abrió.

-Creí que como dios de la medicina no te lastimabas -admití. Él negó con la cabeza.

- Ya ves que no -mientras él chupaba su labio inferior, me acerqué a las cosas de Hestia, y saqué el botiquín de emergencias. Volví a él y me senté en la cama, abriendo el maletín.

-¿Puedo?

-Adelante -aseguró él. Con cuidado de que nuestras pieles no se tocaran, mojé un poco de alcohol en una gasa, y lo pasé delicadamente por su labio. La sangre dorada fue borrándose poco a poco de su boca.

-Chloé me dijo lo que pasó... gracias por defenderme, pero no debías... -murmuré.

-No tolero ese tipo de faltas de respeto. Si hubiera pasado en mi templo lo habría ejecutado sin dudarlo -me respondió. Tomé una cinta pequeña y la pegué sobre su labio -¿Crees que Chloé haya entendido...?

-No. Y espero que jamás deba entenderlo, al menos no es ese tipo de situación -suspiré. Cuando iba a separar mi mano de su cara, Apolo la tomó con la suya. Pero esta vez no ardía. Simplemente era caliente, envolvente como el vapor de una ducha. Sus ojos estaban fijos en los míos, y su intensidad dorada comenzaba a incrementarse. Mi corazón dio un brinco cuando la puerta del baño se abrió abruptamente.

-¿Comemos? -preguntó Chloé. Asentí y fui a lavarme las manos antes de comer. La cena consistía en hamburguesas, papas fritas y refrescos.

Para cuando habíamos terminado, Apolo decidió bañarse, y Chloé ya estaba roncando en la cama de una persona. Yo estaba hojeando una guía turística de Los Ángeles, acostada en la cama matrimonial.
Apolo salió del baño, solo en bermudas. Levanté la vista y tragué.

Santo dios de los abdominales.

-¿Qué miras? -se burló Apolo, y yo cubrí mi rostro con la guía turística -¿Dónde voy a dormir?

-No sé. Yo duermo en la cama. Si quieres puedes tirar una almohada al suelo y...¡Oye! -Apolo me levantó en sus brazos y me dejó en un costado de la cama, para él acostarse en el otro. Otra vez no me había quemado, sino que me había transmitido un calor agradable -¿Vas a dormir aquí?

-Sí -susurró él. Yo rodé los ojos y dejé la guía de lado. Recordé lo que había oído la noche anterior.

-¿Puedo hacerte una pregunta? -susurré.

-Claro -respondió. Pensé como preguntar sin quedar mal, porque probablemente no le gustaría saber que había estado oyendo su conversación privada.

-¿Sabes por qué Eros me sigue?

-No -sabía que mentía -. Supongo que solo quiere hacerme enojar.

-¿Y por qué nos quemamos cuando nos tocamos?¿Y por qué ahora no nos quemamos?

-Debe ser algún dios que no quiere que estemos juntos. Eros o mi padre, probablemente.

-¿Tu padre?

-No le gusta que los dioses estén cerca de los semidioses -dijo él.

-¿Por qué no querría que los niños estén con sus padres?

-Pregúntale a él. De todas maneras, cuando se trata de mis hijos, suelo ignorar la regla la mayoría de las veces. Los ayudo a llegar al Campamento siempre que puedo -confesó el rubio. Sonreí un poco enternecida.

-No pensé que fueras un padre responsable -murmuré. Él rio por lo bajo.

-Hay mucho que no sabes de mí -afirmó.

-¿Me pueden dejar dormir? -nos llamó la atención Chloé. Ambos sonreímos y yo cerré los ojos, cayendo poco a poco en un sueño profundo.











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Sentí un cosquilleo en mi labio. Aunque desperté, no abrí mis ojos. Sentí un dedo rozar mi labio, y luego subir a mi mejilla, seguido un una característica pero suave quemazón.

¿Apolo?

La mano se alejó, pero inmediatamente sentí un cosquilleo en mi cuello y oreja.

-Despierta -murmuró Apolo con voz ronca. Abrí mis ojos y me encontré con el dios. Sonreí, giré y lo atrapé en mis brazos. Él rio, y se acostó en su espalda, dejándome encima suyo.

¿Estamos usando ropa?

No, no estamos usando ropa.

-¿Dormiste bien? -preguntó él. Asentí y él dejó en beso en mi cuello.

-¿Tú?

-Si duermo a tu lado, mis sueños son perfectos -afirmó él, mirándome a los ojos.

-¡Despierta Kai! -abrí los ojos para procesar que tenía a Chloé sacudiéndome.

-¿Qué pasa? -pregunté, sentándome.

-¡El tren parte en una hora!

-¿Por qué no me despertaron antes?

-Pregúntale a Apolo. No quería que te despertara -busqué al dios en la habitación. Estaba en el balcón, mirando el Sol -. Ha estado así desde hace horas.

-Junta tus cosas -le pedí, acomodando su cabello con mis manos. Ella asintió y comenzó a juntar, mientras que yo salí al balcón.

-¿Apolo? ¿Está todo bien? -pregunté. El dios se sobresaltó, pero luego se apoyó en la barandilla con su mirada coqueta.

-Sí. ¿Dormiste bien?

-Sí...digamos que sí -afirmé, intentando no recordar el sueño del que Chloé me había sacado.

-¿Nos vamos ahora?

-Deberíamos -Apolo asintió y me permitió entrar primero. Chloé estaba sentada en la cama, esperando.

-¿Tenemos tiempo de pasar por el Paseo de la Fama? -preguntó la pequeña.

-No esta vez, Chloé -murmuré. Ella suspiró y tomó sus cosas. Me aseguré de no estar olvidando nada y nos fuimos del hotel directo a la estación de trenes.











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Estaba nublado en San Francisco. Al bajar del tren la niña tuvo que ir al baño. Apolo se quedó esperando afuera, mientras que yo estaba adentro por si alguien quería molestar.

¿Dónde estaban los monstruos? ¿No nos atacaban por la presencia de Apolo? Me miré en el espejo: tenía pequeñas heridas en la cara, resultado de mi pasado encuentro con Pitón.

Cuando salimos, Apolo estaba apoyado en la pared, con los ojos cerrados.

-¿Estás seguro de que estás bien? -pregunté. Lucía alicaído, triste.

-Sí...¿vamos?

Nos dirigimos a un hotel cercano donde dejamos nuestras cosas, y luego partimos directamente al puerto. Allí habían botes, dispuestos a cruzar el mar para llegar a Alcatraz. Miré una pantalla donde se indicaban los botes disponibles.

-No puede ser -murmuré. Apolo se acercó a mí.

-¿Qué sucede?

-Los botes, están todos ocupados -me quejé. Inmediatamente Apolo observó que todos los botes estaban en color rojo. Yo entré a la casa de turismo y me acerqué a la recepción.

-¿Disculpe? -llamé a la recepcionista. Ella tardó unos segundos en levantar la mirada, más concentrada en pintar sus uñas de un color ciruela que de atender.

-¿...Sí?

-¿No hay ningún bote disponible para ir a Alcatraz? -pregunté. Ella miró la pantalla de su ordenador.

-Solo particulares.

-¿Particulares?

-Para alquilar. Los manejas tú, sin guía -respondió la mujer.

-¿Cuánto cuesta uno de ellos?

-Sería 35 dólares, con nafta y GPS marítimo incluido, más 10 dólares en como seguro en caso de mal uso -leyó.

-Gracias -murmuré y salí de allí. Apolo se acercó.

-¿Y?

-No hay salidas con guías, pero podemos alquilar un bote por el bajísimo precio de 45 dólares -respondí de manera sarcástica. Sin embargo, Apolo comenzó a rebuscar en la mochila de Hestia -¿No estarás pensando en pagar esa locura, o sí?

-¿Qué otra opción hay? -me preguntó Apolo, sacando un billete de 50 dólares del la mochila -. Esperen aquí.

El dios fue a pagar el bote de volvió con las llaves en la mano.

-Bote doce -nos dijo. Busqué con la mirada y hallé un pequeño Grady algo desgastado flotando en el agua. Nos acercamos y por arte de magia, el bote se acercó hasta quedar contiguo al borde. Primero subió Apolo, y me extendió la mano para ayudarme. Pero al tocarlo, volví a quemarme dolorosamente.

-¡Mierda! -exclamé, agitando la mano en el aire. Apolo frotó la suya, y tuve que subir sola al bote. Chloé subió detrás mío.

Fue entonces cuando algo raro sucedió. El bote comenzó a moverse solo en dirección a la isla. Nos quedamos quietos, esperando que este se hundiera o volcara. Sin embargo siguió su rumbo.

-¿Por qué...? -mi pregunta nunca logró ser terminada. Rápidamente lo entendí todo.

Poseidón: dios del mar.

Bote que se mueve solo.

Me asomé por la borda, buscando el origen del movimiento. No había nada, aunque el bote se movía rápido. A lo lejos, vi un destello plateado. Cuando nos acercamos, asomé la mitad del cuerpo e intenté agarrar ese objeto brillante. Casi caigo de no ser porque Apolo me sujetó de las caderas. Mi mano atrapó el pequeño objeto y Apolo me levantó, dejándome parada sobre el bote.

-¿Qué es eso? -preguntó Chloé, mirando mi mano. Lo observé con detalle: era un brazalete de plata, de aquellos que no cerraban, sino que se ajustaban al tamaño de la muñeca. Tenía grabados movimientos oceánicos, corales y caracoles. Y en el medio relucía un delicado tridente, bastante pequeño.

-Es hermoso -murmuré para mí misma. Cuando toqué el tridente, noté que podía moverlo. Lo giré hasta que quedó paralelo a mi brazo, y entonces este salto. Se agrando hasta convertirse en un tridente afilado y de un buen tamaño. Apolo silbó.

-Parece que el tío P le ha puesto empeño -aseguró el dios, observando el tridente.

-¿Y ahora como lo guardo? -pregunté. Apolo miró el brazalete con detenimiento.

-Apoya el centro de las puntas de manera horizontal, así -el dios tomó el arma y apoyó la parte que lo unía sobre el brazalete. Este inmediatamente disminuyó en tamaño hasta volver a su forma original.

-Entonces eres hija de Poseidón -murmuró Chloé. Lentamente asentí con la cabeza -¿Por qué crees que te ha enviado eso hasta ahora? ¿A modo de disculpa?

-O porque nos espera el peligro -dije, observando como poco a poco nos acercábamos a Alcatraz.












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⿻ ៹ AZU'S SPACE ! 🧸

1. Hola, hola! Este capítulo es más corto que el resto, pero ahora la parte divertida va a venir.

¿Será que Kailani tiene visiones? ¿O son puros sueños?

¿Apolo o Eros?

2. Me puse a jugar con la IA y logré una imágen bonita.


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