2 ࣭⭑𓄹 we go to Rushmore ⸒࣪
﹐ ✦ 𝄒 𝐆𝐑𝐄𝐄𝐊 𝐓𝐑𝐀𝐆𝐄𝐃𝐘 ⊹ ☀️ ₊ ⋆
┇ act two, chapter two ¡!
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-¿Qué esperan? ¡Vayan por él! -exclamé, con la mirada fija en Zeus.
-No es tan sencillo, hija -respondió mi padre con calma-. Para vencer a Ottos y Efialtes, se requiere la fuerza combinada de un dios y un semidiós.
-¿Y cuál es el problema? -insistí, notando la irritación en Zeus.
-Apolo te ha escogido como la líder de esta misión. Tus visiones son clave; solo tú puedes rescatarlo.
No podía ser, no otra vez. Me había acostumbrado a un verano tranquilo y ahora debía actuar por los caprichos de los dioses.
-Está bien... ¿puedo elegir a mis compañeros? -pregunté. Zeus asintió con resignación-. Elijo a mi padre y a Artemisa.
Mi padre me regaló una sonrisa y se acercó, colocando su mano sobre mi hombro. Zeus, sin embargo, negó con la cabeza.
-Artemisa tiene otros compromisos -explicó.
-Pero padre...
-No -sentenció Zeus.
-Entonces necesito otro arquero -solicité. Los dioses intercambiaron miradas hasta que Afrodita intervino.
-Enviaré a mi hijo Eros. Es el mejor arquero, después de ti, por supuesto, Artemisa -afirmó. Zeus meditó un momento y luego asintió.
-¿Y los semidioses? -inquirió Hera.
-Clarisse La Rue y Adonis Levasseur. Clarisse es la gladiadora más hábil del campamento, y Adonis sobresale con el arco, además de ser hijo de Apolo -expliqué.
-Perfecto, así tendremos un semidiós de reserva -comentó Ares sin tacto alguno. Los demás dioses lo ignoraron.
En ocasiones, pienso que Luke no estaba tan equivocado.
-Dionisio, ve por los demás -ordenó Zeus, y el dios de la alegría abandonó la sala sin un ápice de su característica jovialidad. Deméter se acercó y me entregó una pequeña bolsa de tela.
-Kailani, esto es polvo de sueño, cortesía de Hipnos. Si Apolo solo puede comunicarse contigo en sueños, esto te ayudará a dormir rápidamente. Solo esparce un poco sobre tu rostro -me instruyó. Agradecida, guardé la bolsa en mi bolsillo.
-¿Conservas el tridente que te di? -preguntó mi padre.
-Claro, aquí está -respondí, extrayéndolo de mi pulsera para mostrarle el tallado de Tyson.
-Tyson tiene un gran talento -comentó Poseidón, admirando las tallas.
-Sí, está contento en el taller. Hablamos al menos una vez a la semana -dije con una sonrisa. Mi cariño por Tyson era incomparable al que él tenía por mí y Percy.
-¡Tú! -rugió Ares al ver a su hija. Clarisse se paralizó al verlo acercarse. Adonis, instintivamente, se puso frente a ella.
-¡Vamos! -urgió mi padre, frenando cualquier escándalo que Ares quisiera desarrollar.
-Sí, pero ¿a dónde? -pregunté, mientras Clarisse se sonrojaba. Mi padre se quedó pensando.
-Necesitas hablar con él, Kai -me instó. Saqué la bolsa de mi bolsillo y suspiré. Almohadas con aroma a flores aparecieron detrás de mí. Los dioses se retiraron, y me recosté entre ellas. Clarisse y Adonis se sentaron a mi lado. Le pasé la bolsa a mi padre, quien tomó una pizca- ¿Lista?
-Sí... -murmuré, cerrando los ojos. Sentí un cosquilleo en mi rostro y mis párpados se volvieron pesados.
Me encontraba en un lugar húmedo y fétido, tan oscuro que la tenue luz de Apolo resaltaba. Corrí hacia él, sentado en el suelo, apoyado contra la pared, con la mirada apagada.
-Apolo... -susurré, levantando su rostro con mis manos. Estaba frío, y sus ojos se alzaron lentamente hacia los míos.
-Kai... -murmuró antes de cerrarlos nuevamente.
-Te prometo que te ayudaremos. ¿Dónde estás? -pregunté, limpiando la sangre dorada que manaba de su boca.
-Uno de ellos mencionó que le gustaban las cabezas...
-¿Cabezas? -repetí, confusa.
-Las cabezas... de piedra.
-Entiendo dónde estás. Resiste, estamos en camino -le aseguré. Asintió y apoyó su cabeza en mi hombro-. Debo irme.
-Apresúrate, por favor -suplicó con voz quebrada.
Desperté sobresaltada, incorporándome. Mis amigos, mi padre y Eros me observaban con seriedad.
-¿Pudiste localizarlo?
-Sí. Está en el monte Rushmore -respondí, tomando la mano de mi padre para levantarme.
-¿El monte con las cabezas de los presidentes talladas? -preguntó Adonis.
-Exactamente. Los dioses no pueden morir, ¿cierto? -le pregunté a mi padre.
-¿Está tan mal? -cuestionó él. No respondí, pero mi silencio fue más elocuente que cualquier palabra.
-Debemos partir -declaré, mirando a mi equipo. Eros me regaló una sonrisa y un guiño, y abandonamos el Olimpo.
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No recuerdo cómo llegamos ni cuánto tardamos. Clarisse y Adonis compartían mi confusión. Eros y mi padre se mantenían erguidos, mientras yo yacía en el suelo, con dos semidioses encima. Me levanté, apartándolos con esfuerzo.
-Lamento el abrupto viaje. Es una emergencia, así que Zeus y Hermes nos han prestado su ayuda -explicó mi padre, extendiéndome la mano. Me sacudí la tierra de la ropa y observé nuestro entorno. Nos encontrábamos sobre las cabezas de los presidentes, un lugar prohibido para los turistas. Pero en la oscuridad de la noche, nadie podía vernos.
-Es más imponente de lo que imaginaba -comentó Clarisse en voz baja, contemplando el monte. Asentí, sorprendida por su magnitud.
-Voy a inspeccionar desde el aire, quizás descubra algo -anunció Eros, desplegando sus alas antes de elevarse. Adonis parecía incómodo, mientras Clarisse jugueteaba con su lanza, fingiendo un combate. Mi padre y yo permanecíamos observando el relieve bajo nosotros.
-¿Puedo hacerte una pregunta personal? -inquirió mi padre.
-Claro.
-¿Por qué Apolo se puso en contacto contigo? -preguntó, cruzándose de brazos. Dudé en responder.
-No estoy segura. Quizás le caigo bien -contesté, insegura. Mi padre esbozó una media sonrisa.
-A mí también me cae bien, pero prefiero que no te acerques demasiado. Podría herirte -advirtió, mirándome fijamente. Lo enfrenté con la mirada.
-No lo hará, no es malvado -me aseguré a mí misma. Él negó con la cabeza.
-¿Malvado? No, en absoluto. ¿Inmaduro, infiel, libertino, bisexual y otros tantos adjetivos? Sin duda -replicó, y yo arqueé una ceja -. ¿Se dice así, bisexual? Las terminologías modernas me superan.
Te estás describiendo a ti mismo.
-Basta ya -dijo entre risas, dándome un amistoso codazo. Sonreí y volvimos a mirar hacia el frente.
-¿Puedo hacerte una pregunta personal?
-Desde luego.
-¿Cómo conociste a mi madre? -Poseidón alzó la vista al cielo, sonriendo con nostalgia.
-Oh, fue una tarde mágica en Miami. Ella lucía un bañador encantador y una sonrisa cautivadora. Se me acercó mientras bailábamos... fue un flechazo. Duramos juntos dos meses hasta que quedaste en camino. Después, tuve que dejarla -su expresión se ensombreció -. No era la mujer que llegaste a conocer, Kai. De haber sido posible, habría sido una madre excepcional. Me habría encantado criarte junto a Percy y Tyson. Pero las normas divinas me lo impidieron. Hice lo posible por protegerte, hasta que huiste de casa y perdí tu rastro.
Nos sumimos en nuestros pensamientos. Recordé aquel día. Había empacado mi mochila escolar con una camiseta, un par de calcetines, un libro para colorear, lápices, una botella de agua y caramelos. Mi intención era regresar, incluso me despedí de mi madre, quien dormía en el sofá con una botella de licor a medio terminar en la mano. Reuní valor, salí de casa y jamás encontré el camino de vuelta.
Eros regresó, aterrizando a mi lado.
-Nada. No hay señales de luz o fuego -informó. Nos agrupamos para deliberar.
-¿Podrían estar ocultos bajo tierra? -sugirió Adonis, mirándome con expectación.
-Es posible... era una cueva, pero tal vez sea subterránea -murmuré, aún dudosa.
-¿No pudiste preguntarle cuando lo viste? -se impacientó Clarisse. Extraje la bolsita de Hypnos y se la entregué a mi padre.
-¿Estás segura? El polvo puede tener consecuencias... peculiares a largo plazo -me previno, pero me encogí de hombros. No importaba, teníamos que salvarlo. Solo quedaban seis horas.
Me tumbé en el suelo y mi padre esparció el polvo sobre mi rostro. Mis ojos se cerraron y la oscuridad me envolvió.
De nuevo en la vasija. Apolo parecía más alerta, con la cabeza baja y las piernas juntas, entreteniéndose con sus manos. Me acerqué y él se sobresaltó, pero al reconocerme, se calmó.
-Kai -susurró, y me senté a su lado. Me rodeó con sus brazos con fuerza -. Te he echado de menos.
-Solo estuve ausente unos minutos -respondí, notando su falta de camisa. Coloqué una mano en su pecho y me aparté ligeramente -. He venido con mi padre y Eros. También está tu hijo Adon...
-¿Eros? ¿Qué hace ese imbécil aquí? -frunció el ceño Apolo, colocando su mano sobre la mía y rodeándola.
-Afrodita lo ofreció como arquero; tu hermana no pudo venir -expliqué. Apolo intentó rodar los ojos, pero a mitad del gesto se llevó las manos a la cabeza. -Maldición -murmuró. Un dolor punzante en el pecho me impulsó a cubrir sus manos con las mías. Su mirada azul, apagada, se fijó en la mía.
-Apolo...
-No puedo soportarlo más, Kailani. Las voces, mis acciones pasadas y futuras... todo me atormenta aquí -sus ojos se llenaron de lágrimas, que prontamente sequé al caer.
-Pronto acabará, lo prometo. Pero necesito que me digas si viste algo en el camino. Una luz, una roca, una planta, cualquier detalle -le rogué. Cerró los ojos de nuevo y reflexionó.
-Había... un sendero de madera. No sé cómo llegué aquí, pero recuerdo golpear mi cabeza contra él...y había carteles.
-Entonces debe ser una ruta turística... -concluí en voz baja. Él desplazó sus manos de su cabeza a mis mejillas, y a pesar de la situación, no pude evitar sonrojarme.
-Cuídate mucho. Por favor, cuídate. No soportaría perderte -suplicó. Le dediqué una sonrisa tímida y acaricié su mano.
-No me perderás -aseguré en un susurro.
Abrí los ojos, agitada. Me levanté rápidamente, perdiendo el equilibrio. Eros me atajó antes de que me golpeara contra el suelo.
-Te dije: tiene sus efectos, y son peores en el mundo mortal -me recordó papá. Me incorporé, mareada. Todo era borroso.
-¿Hay alguna cueva turística? -pregunté cuando pude pararme completamente por mi misma. Ninguno pudo responderme.
-Sería genial tener un...mapa -murmuró Clarisse, viendo un mapa de turismo balancearse como una pluma en el aire. Rápidamente lo atajé y Adonis lo apuntó con una linterna. Comencé a ver los recorridos hasta que encontré lo que buscaba.
-¡Cueva Rushmore! -señalé.
-¡Está a 4 kilómetros! -se horrorizó Adonis. Clarisse rodó los ojos.
-Yo podría acortar el viaje -dijo Eros, mirándome.
-Sí, ahorremos todo el tiempo posible -murmuré. No tenía ni idea de lo que nos esperaba ahí dentro, ni cuanto podía tomar. Eros volvió a desplegar sus alas y me tendió su mano. Cuando la tomé, me atrajo hasta pegarme a su pecho. Mi padre carraspeó. Miré el precipicio y tragué en seco.
-¿Prometes no dejarme caer? -preguntó, mientras uno de sus brazos pasaba por atrás de mi cintura, y otro por debajo de mis brazos. Él rio.
-Solo un idiota dejaría caer una chica como tú -murmuró, observándome.
-¡Ahorremos tiempo! -nos dijo mi padre. Eros rodó los ojos e inmediatamente despegó. Me abracé más a él, y el viaje en sus brazos duró solo unos minutos. Finalmente sentí como él golpeaba sus pies con el suelo. Delicadamente me apoyó a su lado, y miramos el camino. Ya estábamos casi al final, y la cueva estaba allí.
-¿Es ésta? -preguntó Eros. Asentí con la cabeza y él se me quedó mirando.
-¿Qué? -le pregunté. Él suspiró.
-Quería quedarme contigo a solas. Tengo algo que decirte -dijo, acercándose. Tomó mi mano y puso una expresión triste en su rostro.
-¿Qué... qué paso? -balbuceé.
-¿Apolo nunca te dijo de su maldición? -preguntó. Rápidamente los recuerdos de la noche en la cabaña de Hestia vinieron a mí.
-No -susurré, mintiendo.
-Hace muchos años, cuando tomé mi forma adulta, Apolo se puso celoso de mí. Envidia, la peor enfermedad entre dioses. Hemos tenido nuestros problemas, eso sí, y me considero bastante culpable... -esa última parte no sonó realmente verdadera, pero lo dejé pasar -. Siglos atrás llevé a mi esposa para presentarla al Olimpo...
-¿Tienes esposa? -preguntó, y de pronto me sentí avergonzada. Más de una vez había creído que el coqueteaba conmigo.
-Sí, está en mi templo. La llevé, y Apolo me desafío a un combate. Fue una pelea dura, creí llevar las de ganar cuando sentí un fuerte dolor en mi espalda. Pronto me di cuenta que él había cortado mis alas frente a mi familia y mi amada. No creo que puedas imaginar el dolor y la vergüenza que sentí mientras la mayoría reía, y mi Psique me observaba con lágrimas en los ojos.
»Cuando esas perlas transparentes cayeron al suelo, me incorporé, y juré arruinarle la vida a Apolo. Le pedí a mi madre que hiciera una maldición. Y ella lo hizo: Apolo jamás podría hallar el amor verdadero. Me pareció divertido hasta que Psique me hizo recapacitar. Pero era tarde, y la maldición ya estaba hecha. Mi madre, en un intento de salvarlo, convocó a un oráculo que nos dio una profecía. Pero Apolo siempre quedó resentido conmigo...«
-¿Por qué me dices esto? -le pregunté. Eros suspiró.
-Quiero que pienses antes de cometer una locura por él. ¿Crees que vale la pena? -cuestionó Eros, mirándome a los ojos -. No dejes que tus sentimientos nublen tu razón, Kailani.
-No sé de qué estás hablando...
-Soy el dios del amor. Sé perfectamente que tus sentimientos por él no son exactamente neutros. Y él lo sabe, sino jamás te habría dado esta misión.
Me quedé helada. Eros se fue a buscar a otro de nosotros mientras que intentaba razonar lo que él decía. Me sentí tonta, como si mi mente estuviera nublada.
Rápidamente saqué mi tridente de mi brazalete, escuchando a algo moverse entre las rocas. Rápidamente apunté hacia una de estas, pero solo era un zorro. Suspiré y esperé a que Eros trajera a la siguiente persona, que resultó ser mi padre, colgando de los brazos del dios del amor. Este lo soltó y volvió a buscar a los semidioses.
-¿No puedes volar? -le pregunté. Él me sonrió.
-Tenía ganas de molestarlo -me respondió, y le sonreí de vuelta -¿Todo bien?
-Sí, ¿por qué no lo estaría?
-Tu sonrisa no es muy convincente... -dijo, pero al mirar detrás de mi hombro su expresión cambió -Kailani...
-¿Qué pasa? -pregunté, viendo como su mano se aferraba a su propio tridente, y su mandíbula se tensaba.
-Muévete despacio hacia mí -pidió entre dientes. Sin dudarlo lo hice, y él no me detuvo hasta que estuve detrás de él. Una vez hecho, giré y me encontré frente a frente con un escorpión gigante.
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AZU'S SPACE ! 🧸
1. No sé que pasa con Wattpad, pero desconfiguró todo el capítulo. No aparecía la imagen del principio ni esta parte 😭
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