1 ࣭⭑𓄹 I have seven months to get married ⸒࣪
﹐ ✦ 𝄒 𝐆𝐑𝐄𝐄𝐊 𝐓𝐑𝐀𝐆𝐄𝐃𝐘 ⊹ ☀️ ₊ ⋆
┇ act three, chapter one ¡!
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Abrí los ojos de golpe. Me removí, helada, y me sumergí más entre las sábanas y mantas. Con el paso de tiempo había aprendido a evitar que las pesadillas tuvieran efecto en mí. Ya no despertaba sudada, ni gritando. Ahora simplemente abría los ojos y enfrentaba al nuevo día.
—Genial —murmuré mirando el despertador en la mesa de luz. La aguja más pequeña indicaba que eran las cinco de la mañana, y la más grande agregaba cinco minutos. Con pereza me levanté de mi cama, y me arropé en un bata de peluche y mis pantuflas. Abrí la puerta para chocar contra el olor a pan tostado y café. Arrastré mis pisadas hasta la cocina, encontrándome sentada en una silla a una niña de unos doce años.
—Hola, Kailani —me saludó, con una taza de café humeando en sus manos.
—No esperaba verte hoy, tía —dije sarcásticamente, sentándose en la mesa.
—¿Café?
—Sí, por favor —respondí. Ella se levantó y fue a buscar la jarra detrás mío. Cuando volvió, me encontré con la mujer que había conocido cuando... nada.
—Supongo que habrás escuchado la radio —dijo, viendo la radio junto a la frutera.
—Eh, sí, digamos que sí —murmuré.
—Realmente creo que deberías hablar con él. Los científicos están corriendo de un lado a otro.
—Lo que yo creo es que Apolo tiene que dejar los berrinches y hacer su trabajo como corresponde —murmuré, tomando una tostada —¿Es pan casero?
—Sí, y la mermelada también. De todos modos, tendrías que verlo —dijo, y se quedó mirando detrás mío. Por un momento temí voltear y encontrar a Apolo en mi cocina, pero para mi sorpresa me encontré con Afrodita. Su cabello rubio y sus ojos azules me hicieron pensar en él por un momento.
—Tía Hestia, te agradecería que no metieras presencias indeseadas en mi hogar —murmuré. Afrodita abrió la boca para replicar, pero mi portero la interrumpió. Me levanté y me acerqué a la puerta, donde estaba la máquina que me comunicaba con la entrada al edificio. Apreté un botón y acepté la llamada.
—Señorita Brown, ha llegado una bolsa de cartas para usted. ¿La subo? —preguntó Juan, el encargado del edificio.
—Sí, por favor —pedí. Volví mi mirada a las diosas. Afrodita me sonrió, aunque no parecía estar realmente feliz, sino más bien preocupada.
—Te has puesto muy hermosa, Kai. Toda una belleza, eso es bueno —me dijo, tomando asiento junto a Hestia. Golpearon la puerta. Abrí, acepté la bolsa y le agradecí a Juan antes de cerrar.
—¿Qué es eso? —preguntó Hestia, viendo una bolsa roja con un borde blanco y peludo. Mientras tanto Afrodita se servía una taza de café.
—Cartas de niños huérfanos a Santa —dije, sentándome en la mesa y apoyando las cartas mi regazo. Tomé mi libreta y un bolígrafo que estaban al alcance bajo la mirada desaprobatoria de las diosas.
—¿Festejas rituales católicos? —preguntó Afrodita —. Eso va en contra del Olimpo.
—¿Qué es el Olimpo? ¿Un club de mentirosos sin escrúpulos? Porque no estoy interesada en afiliarme. Y por otro lado ni siquiera tengo árbol de Navidad. Son cartas de niños huérfanos para Santa. Y yo creo que no es ningún motivo de castigo alegrar a los niños en épocas tan frías cómo estas —le expliqué, y luego agregué —. A mi me habría encantado tener muchos regalos en Navidad, y tener una familia unida. Pero ninguna de esas cosas me fueron posibles. Al menos quiero cumplir los sueños de estos niños.
Tomé la primera carta y la abrí.
—Bueno, Kailani. Ya sabes que no soy exactamente la más atenta en cuanto de maldiciones y sus cláusulas se tratan... —comenzó a decir Afrodita, sacudiendo su cabellera rubia.
“Querido Santa Claus:
Mi nombre es Tommy Ward. Tengo diez años, y vivo en el Hogar de Niños Desamparados de Nueva York...”
—...y resulta que en una de mis citas con Ares...¡Ay, Hestia! No seas tan correcta. Mi esposo y yo llegamos a un acuerdo...
“... También tengo una hermana que se llama Emma, y la quiero mucho. La celadora Gómez nos dijo que te escribiéramos una carta. Espero que no tenga errores de ortografía...”
—Entonces le consulté al Oráculo si había alguna manera de evitar que...
“... Éste año me gustaría pedirte otra vez el juego de trenes. Siempre lo veo en la vidriera de John's Big Toys Factory pero es muy caro. Lo he estado pidiendo desde hace tres años, pero siempre nos traes pelotas de fútbol, y a las niñas muñecas...”
—Fue bastante claro. ¡Tu padre se volvió loco! Lo hubieras visto, lanzando maldiciones e insultos a todos...
“...No digo que las pelotas no sean geniales. Pero cada año es el mismo obsequio. Ya tenemos en total 75 pelotas y 74 muñecas guardadas en cajas porque con unas pocas nos alcanza para jugar...”
—Y Artemisa se opuso, claro, ella es tan...tan tú, Hestia, y casi vino a buscarte para unirte a las Cazadoras pero entonces Hera...
“...Sé que hay muchos niños en éste mundo que necesitan más que yo. Pero por favor, si lees esta carta, realmente te pido el juego de trenes. Pero, si puedes, mejor trae a mis papás. La celadora Gómez dijo que es imposible, pero tal vez puedas hacer magia como en Santa Cláusula y...”
—...Y Zeus y Hera comenzaron a pelearse a los gritos, y en eso Dioniso intentó irse pero Zeus se la agarró con él y Hermes tuvo que defenderlo, y la cuestión terminó cuando...
“Eso sería todo. Mi hermana probablemente te va a pedir el set de cocinita rosa de Hasbro, por lo que si no puedes con ambos, trae solo el de ella. Yo puedo divertirme con una pelota...”
—Y se levantó Atenea caminando de un lado a otro, diciendo que siempre que si usaba una cláusula de una profecía, otra se abría, y dijo otras cosas más que no recuerdo porque en ese momento me reflejé en la pechera de mi marido y vi que mi labial estaba un poco corrido...¿Está bien ahora, Hestia?
“Gracias por leer mi carta. Te quiere mucho, Tommy”.
—¡Y ahora debes casarte antes del Solsticio de Verano! —la carta de Tommy se arrugó en mi mano. Apenas había prestado atención a lo que Afrodita me venía diciendo, y la última frase me tomó por sorpresa. Lentamente levanté mi mirada hacia ella, con una sonrisa que peligraba hacia la locura. La diosa estaba casi irradiando luz.
—¿Qué? —fue la única palabra que salió de mi boca.
—¡Que vas a contraer matrimonio! Y lo mejor es que será con un dios —respondió como si me dijera que hoy iba a llover.
—¿¡Por qué!?
—Por qué la maldición solo está rota por la mitad —eso no aclaraba nada. Miré a Hestia y la mayor solo suspiró.
—En resumen: como en vez de que Apolo rompiera tu corazón tú te sacrificaste por él, la maldición no se rompió por completo. Y ahora el Oráculo ha dicho que para romper esa maldición por completo, debes contraer un sagrado matrimonio, es decir, casarte con una divinidad —me explicó. Eso no tenía sentido.
—¿Y si me opongo? —pregunté.
—La nueva profecía dejo todo muy claro. “La hija del mar en espuma se convertirá si en sagrado matrimonio no se enlazara y un anillo en su dedo anular faltara” —recitó Afrodita —. Pero el lado bueno es que podrás elegir a tu pareja.
«Piiii. ¿Oyen eso? Es mi última neurona que acaba de fallecer».
—Ay, que lindo, voy a buscar marido y casarme con él en...siete meses —murmuré para mí misma, de manera sarcástica. Afrodita me sonrió.
—¡Claro! Pero tranquila, yo te voy a ayudar. Soy una experta en el amor. ¡No! Mejor aún: soy la diosa del amor —aclaró —. Y te prometo que te encontraré al mejor esposo de todos. Zeus quería elegirlo para ti, pero Hera se lo prohibió.
Y menos mal, gracias, Hera. Tal vez me habría casado con un dios detestable o maleducado. O peor.
—¿Y cómo planeas conseguirme un... marido? —hasta la palabra era difícil de pronunciar.
—Fácil, querida: el primero de enero vienes a vivir a mi templo. Allí te enseñaré los modales y costumbres griegas, y haremos fiestas para que conozcas a los solteros. Estoy segura de que hallarás a un dios muy atractivo y te enamorarás. O diosa —dijo, y luego me guiñó un ojo. Miré a Hestia, esperando alguna idea para escapar de lo que podría ser una completa locura. Sin embargo la diosa solo me miró con pena.
—Está bien... de todos modos puedo casarme y volver a mi vida normal —murmuré.
—No hará falta, tu pareja será tan genial que no querrás separarte ni un instante de él —Afrodita ya no se mostraba preocupada, sino más bien, emocionada —¿Entonces te recibo el primero de enero en el Olimpo?
—No parezco tener elección —murmuré. Afrodita se paró y yo la imité. Se acercó a mí y me dio un gran abrazo.
—Tú dejame trabajar a mí y verás que será mejor de lo que imaginas —murmuró. Luego chasqueó los dedos y una montaña de papeles apareció enfrente mío —. Completa eso cuanto antes. Luego solo deberás contactar a Hermes vía Iris y él vendrá a buscarlo.
—¿Cuánta hojas son? —pregunté, observando la pila. Tomé una al azar, que contenía desde las preguntas 64 a 70.
«Imagine que usted está en una cita romántica con su enamorado en la playa, y de pronto su sombrero se va volando con el viento, usted:
a) Corre detrás del sombrero junto a su enamorado, intentando alcanzarlo.
b) Deja que su enamorado vaya por él.
c) Se enoja con su enamorado por intentar ayudarle porque usted puede sola.
d) Ignora el sombrero y sigue con su cita romántica»
—Son 45 carillas, 22 páginas y media. La mayoría son de opción múltiple y otras de desarrollo. Me servirá para conocerte mejor durante este mes antes de comenzar con la caza —me explicó —. No olvides mandarlo antes de que tú vengas al Olimpo.
—Está bien —murmuré. Ella sonrió muy complacida.
—Esto será divertidísimo.
—Uff, no me lo imagino —murmuré —¿Mi padre ha dicho algo sobre esto?
—Está completamente en contra, como era de esperarse. Pero haré lo posible para que no interfiera en mí misión. Nos veremos pronto, querida. El café estaba delicioso, Hestia —dijo la diosa, y nos saludo con besos en ambas mejillas. Luego de eso cruzó por la puerta de la cocina y dejé de sentir su presencia. Me senté y me quedé mirando la gran encuesta de Afrodita y luego miré a Hestia.
—¿Eso realmente acaba de pasar? —pregunté. Hestia asintió con la cabeza.
—Tal como dijiste, puedes casarte y luego desestimar tus deberes maritales —intentó animarme. Yo solo suspiró y me cubrí la cara con las manos, estresada. Sentí el calor en los brazos de Hestia rodearme. Apoyé los codos en la mesa y respiré profundamente. Cuando logré calmarme y aclarar mi mente, tomé la encuesta completa y miré la bolsa de cartas de los niños.
—¿Podrías...?
—Yo me encargo de esto de los niños, tú haz la encuesta —se adelantó la diosa, tomando la bolsa y la libreta. Comencé a contestar preguntas del estilo «¿Cuánto consideraría usted que sabe sobre las costumbres griegas?» o «Con sus palabras, defina qué es el amor».
—Ahora que vas al Olimpo...¿no podrías visitar a mi sobrino, por favor?
—¿Todavía insistes con eso? —suspiré. Ella miró a mi radio y mágicamente comenzó a funcionar, dejando a dos locutores hablar.
—Y Abdullah Mosmorne, uno de los científicos más importantes en nuestros tiempos, ha dicho que el Sol ha perdido el 25% de su luminiscencia, pero que no significa que habrá una apocalipsis o catástrofe. Sin embargo las personas ya están adquiriendo productos y preparando sus casas por si acaso...
—¡Deberíamos hacer nuestros kits apocalípticos, Tim! —dijo el otro locutor antes de que la radio se apagara. Miré a Hestia, ella me miró de vuelta. Rodé los ojos.
—¡Bien! Iré a verlo —acepté. Ella sonrió y cada uno siguió con lo suyo. Pero el sabor amargo que la visita de Afrodita me había dejado en la boca no pudo ser contrarrestado ni con el café dulce de Hestia.
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AZU'S SPACE 𓂃 🧸
1. Que ganas de escribir este acto. Prepárense para finalmente tener el momento de comedia romántica.
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