Capítulo 2.
Claramente se le había hecho tarde, el profesor Lee se había emocionado con las diapositivas explicando el tema como si no hubiera un mañana, ¿para qué quiere conocimiento si mañana se muere?
Estaba casi que corriendo hacia el edificio de la cafetería del departamento deportivo deseando que el chico de las tareas no llegara aún al punto, miró su teléfono sintiendo su respiración fallar junto con el aire helado del día mirando que faltaban solo tres minutos para las dos.
Esquivó a algunas personas pero chocó con una chica tirándole los libros que llevaba en manos.
— ¡Lo siento mucho, llevo prisa! — se agachó recogiéndole los libros que tenía, se levantó entregándoselos sintiendo un malestar de ver la sonrisa de la chica. Hizo una reverencia entregándoselos. — Lo siento, enserio, tendré más cuidado.
— Fíjate por dónde vas, ¿acaso eres ciego? — respondió el rubio junto a la chica logrando llamar su atención.
La chica le dio un manotazo negando.
— ¡Descuida, no te preocupes! — respondió ella despidiéndose. — Eres demasiado grosero. — escuchó el vago regaño de ella.
Siguió corriendo torciendo los labios, sabe que no tiene ningún poder sobre el guapo rubio pero tiene esa horrible maña de dudar de todo aquello que rodee a alguien guapo que le guste y ver a la novia de este no le da buena sensaciones. Solo cree que son las hormonas de adolescente que le quedan.
Aunque también le molestó la respuesta y pensó. — Quiérete un poco Min Seok.
¿Por qué no nació chica? Siempre espanta a todo guapo y según Chan Yeol "Lo mero bueno está de este lado". Todo lo bueno que ha encontrado son patanes o heteros que juegan con sus esperanzas no ayudan mucho a sus intentos románticos.
Su celular vibró en su chaqueta, se detuvo a unos metros de la entrada del edificio de deportes para ver el mensaje.
Tareas U.
No llegaste, me voy a ocupar así que puedes dejarlo y en media hora pasaré por él.
Es tu última oportunidad o te devolveré el dinero, no estoy jugando.
LO SIENTO SE ME HIZO TARDE, DISCULPAME, NO TWE VADSYAS YS CASOI LLLEGOI. TAT
— Al menos ya estoy aquí, se puede ir a la mierda el profesor Lee. — gimió para sí mismo calmando su respiración y frunció el ceño al darse cuenta del mensaje que mandó.
Entró a la recepción del edificio siendo observado por los estudiantes del sitio cuando corrió a la cafetería, la pasó mirando el pasillo casi vacío del sector, ahora entendía por qué el chico había elegido ese lugar, aunque también estaba la opción de que estudiaba en ese departamento.
Aunque sonará algo estereotipado, ¿alguien del departamento de deportes haciendo tareas de otros? ¿Qué se supone que hacen en ese departamento? ¿Saltar la cuerda son pruebas?
Encontró los baños entrando en él buscando el último que marcaba como fuera de servicio.
Empujó la puerta notando que estaba cerrada, frunció la nariz dando una patada logrando abrirla, se encogió de hombros cuando la puerta golpeó fuerte contra la pared, permaneció en su lugar quieto esperando que ningún maestro entrara a reclamar pero solo recibió un silencio profundo junto con las voces de los estudiantes de fondo a la cercanía.
Negó apoyando su pie sobre la tapa del inodoro mientras sacaba de la mochila la caja y algunos libros para ser más fácil, la volvió a cerrar escondiendo como pudo la caja detrás del bote de basura. La miró no muy convencido, cerró la puerta del baño de nuevo y salió sintiéndose una especie de criminal o un dealer de droga.
Miró por el pasillo viendo que claramente casi nadie venía por esos lugares, se detuvo a medio camino pensando que aún no le convencía del todo el como había escondido la caja, dio la vuelta regresando al baño solo asegurándose de que seguía ahí, cuando salió abrió la puerta y se detuvo mirando al rubio de pie con la mano estirada para tomar la puerta.
— Genial, ahora me estás siguiendo. — respondió este con sarcasmo torciendo la mirada. Min Seok boqueó negando nervioso. — ¿Qué es lo que quieres de mí? Primero chocas y le tiras las cosas a mi novia, deja de ser molesto.
Que seas mi novio.
— Nada, solo iba al baño, ¿tú que haces acá? ¿No estudias en artes con Yeol? — preguntó Min Seok.
El rubio le miró extrañado haciendo una mueca entre confusión y desagrado.
— ¿Acaso no puedo visitar a mis amigos que estudian aquí? No sé quién sea Yeol. — Min Seok ladeó la cabeza y el rubio solo agitó su mano con desinterés. — Da igual, solo muévete.
Se hizo a un lado dejándole pasar, lo miró desaparecer y se apuró a caminar por el pasillo hacia la salida, chasqueó los dedos recordando que había dejado unos libros en el inodoro al sacar la caja. Dio vuelta para entrar de nuevo al edificio viendo al rubio caminar a su lado saliendo del sitio.
Apresuró el paso no queriendo que alguien encuentre los libros y se deshaga de ellos aunque, ¿a quién le importa unos libros de estadística?
Entrando al baño se paró en seco frente al cubículo, notó que el cartel de fuera de servicio ya no estaba, lo abrió mirando que la caja tampoco y solo estaban sus libros en la tapa, los tomó algo confundido antes de tomarlos, se detuvo un momento a pensar hasta que la idea llegó a él.
¿El rubio era el chico de las tareas? Negó ante ello pero volvió a pensar.
Corrió fuera del baño viendo por ese largo pasillo solitario sin éxito, el rubio ya se había ido y no tenía forma de verificarlo, quizás alguien había entrado cuando él salió.
El mundo conspiraba en su contra, se ganaba el repudio del rubio guapo, el rubio guapo tenía pareja y era heterosexual, el rubio guapo quizás hace tareas por dinero y ahora tiene miedo de que le haga las tareas mal solo por ser él.
Aunque sería muy poco profesional de su parte y gastó parte del dinero destinado al corte de pelaje de Tan.
Frotó sus manos soplando dentro de estas dejando que se calentaran cuando salió, miró nuevamente a su alrededor dándose cuenta que lo había perdido, igual lo podía ver en el teatro en prácticas pero dudaba que le hiciera caso, según él ya había dejado la fase de humillarse por alguien que no vale la pena así que solo lo dejará por la paz.
Caminó de vuelta a su campus para sus últimas clases del día, se quejó recordando que volvía a empezar a trabajar en turno nocturno en la cafetería, al menos había sido buena idea pagar por que le hicieran la tarea, el tiempo lo estaba consumiendo.
Pero ya era el último año, era su recta final y debía concentrarse, dejar de jugar porque aquello lo llevaría a lo que se dedicaría toda su vida, aún no sabe si ejercerá o terminará trabajando de algo más pero solo sabe que debe hacer las cosas bien.
Se detuvo debajo de un árbol y miró a su alrededor dándose cuenta de que empezaba a caer pequeños copos de nieve a penas visibles en el atardecer, las noticias de esa semana no aseguraban del todo nevadas fuertes pero sí apenas unas ventiscas. Abrió la boca dejando que el vapor saliera mientras estiraba su mano dejando que la lluvia blanca se unificara a su piel.
Sonrió con emoción removiendo sus dedos mientras tocaba la nieve que apenas se formaba, escuchó a algunas chicas chillar emocionadas sobre lo mismo y retomó camino a su edificio, al menos la nieve recompensaba un poco todo su mal día.
Su día era muy natural y repetitivo, se sigue sintiendo mal. No le agrada la idea de estarles rechazando las salidas a sus amigos pero tampoco es que no quiera salir, solo quería dar lo mejor de sí mismo en lo último que quedaba, agradecía eternamente que sus amigos entendieran sus propios propósitos. Pero también en algún momento les propondría una salida juntos.
Llegó a la cafetería donde trabaja, resopló cuando un escalofrío recorrió su columna ante el cambio brusco de temperatura, limpió su cabeza de cualquier residuo de la nieve, en el resto del día esta había empezado a caer un poco más abundante y lo estaba poniendo muy de buenas ante la idea de una nevada.
Entró por un costado de la recepción escuchando el saludo de sus compañeros de turno, y fue directo a cambiarse. Regresó tan pronto marcó el inicio de su turno colocándose el casco comunicador yendo junto a Soo Young que maniobraba con unos cafés.
Empujó con el hombro suavemente a la chica que tarareaba Show Me que sonaba por todo el cálido local espantándola.
— Seok, asustas. — respondió ella sonriendo. — ¿Puedes dejar este café para la mesa seis? Taeyong fue al baño y dudo que regrese pronto, se llevó su teléfono.
Respondió ella con una mueca de desagrado.
— Sin problemas. — tomó ambos cafés, la chica le dio un paquete de galletas de vainilla también y los colocó en la bandeja caminando a la mesa. — Dos cafés americanos y un paquete de galletas. ¿Cierto?
Miró al chico y se detuvo mirando al rubio que solo arqueó la ceja mirándole por arriba de sus pestañas con fastidio agradeciendo volviendo su vista al libro que era el suyo, con su mano golpeteaba el marcatextos naranja contra el libro mientras leía en silencio hasta darse cuenta que aún le miraba.
— ¿Qué quieres? — finalmente dijo.
— No mucho. — contestó abrazando la bandeja contra su pecho. — ¿Vienes acompañado?
— No realmente, ya dime qué ocupas. Estoy ocupado. — respondió señalando el libro, tomó la pajilla junto a los cafés y calentó sus manos unos momentos con el vaso antes de beber.
Min Seok se sentó con confianza frente a él.
— ¿Tomarás los dos? Es mucha cafeína. — señaló Min Seok con manos temblorosas el café. El rubio arqueó la ceja soltando un jadeo divertido mientras asentía. — Woa, me gusta mucho el café pero no podría aguantar demasiado.
— Min Seok. — saltó en su lugar asintiendo bajo la mirada divertida del rubio. — ¿Qué necesitas?
— No es nada personal pero luces más guapo así relajado que con tu cara de fastidio o maldiciendo a todos a tu alrededor. — el rubio hizo un puchero sin darse cuenta negando concentrado en abrir el paquete de galletas. — Con esto confirmo mi teoría que eres quien hace las tareas de todos. ¿Cómo le haces? Por cierto, prometo no decir nada de tu identidad.
— No espero que lo hagas y no soy tan inteligente como todos piensan, solo es cosa de buscar tutoriales, leer o solo razonar las instrucciones, todos pueden ser flojos y por ello no entienden nada. — respondió masticando de su galleta. — También la necesidad te puede llevar a hacer muchas cosas.
— ¿Tienes problemas de dinero? Vistes muy bien para decir que tienes una necesidad. — Min Seok dijo como si fuera un niño curioso viendo la sonrisa apenas visible del rubio. — ¿Cómo te llamas? Tantos encuentros y no sé tu identidad.
— No porque vista bien significa que no tenga necesidades, hasta el que nada en dinero las tiene. — respondió él. Sacudió sus manos limpiando las migajas de galleta mirando a Min Seok que se sintió nervioso viendo sus ojos cafés. — Kim Jong Dae, a tus servicios.
— Oh, suenas tan amable. — canturreó
— No soy un ogro, solo no me gustan los extraños, o la gente en grupos grandes, o la atención. — entrecerró sus párpados pensando. — Solo estudio artes por el teatro, muchos de mis compañeros van por la atención de millones.
— Así te ves mejor, ¿viste? Amable y cálido eres más guapo. — alagó Min Seok haciéndole reír. — ¿Viste? Hasta te reíste, eres encantador. Bueno tu risa es bonita.
— Me lo han dicho, lo acepto. — respondió asintiendo.
— Ou, entonces no soy el primero, que lástima. — Min Seok se removió en la silla mirando a Soo Young casi rogando cuando la chica le hizo señas de que regresara. — ¿Y cuál fue la necesidad que te llevó a hacer esto? — se giró a mirarlo ignorando a la chica.
— ¿En verdad te tengo que contar mi vida sin conocernos? — Jong Dae sonrió divertido mirando el puchero de Min Seok.
— Le pides a tus clientes fotografías y los amenazas con tu identidad. ¿Eso es peor no? — señaló y Jong Dae se encogió de hombros recargándose en la silla. — Bueno, entonces la razón por la cual me repudiaste fue porque no te gustan los extraños.
— Bingo. — Jong Dae alzó su mano en señal positiva y tomó el marcatextos de nueva cuenta. — Y fueron casualidades muy marcadas, como ahorita, empiezo a creer que me sigues.
— ¿Enserio? ¿Te sigo en mi trabajo? — preguntó señalando el lugar. Jong Dae asintió arqueando su ceja burlándose de su situación, llevó las manos a sus mejillas sintiendo su propio bochorno. — Dios, no hagas eso por favor. Atentas contra mí.
— ¿Qué cosa? — apoyó sus brazos contra la mesa inclinándose un poco más cerca mirándole con seriedad, podía notar las curvaturas de las esquinas de sus labios alzarse con burla.
Es un hijo de puta, uno muy guapo.
— Nada, solo estoy loco. — negó.
— Eso ya lo sabía.
— No era para que lo tomaras de forma seria. — respondió.
Ambos se miraron, Jong Dae negó mientras sonreía volviendo a beber de su café y Min Seok jadeó palmeando sus mejillas.
— Te estás delatando, que encantador. — se voz burlona y cantarina hizo malos estragos en su cuerpo. — Tampoco es que me preocupe mucho. No es que me las quiera dar de guapo pero he recibido confesiones de chicos, tampoco se acaba el mundo.
— ¡Lo vergonzoso es para mí! Es rechazo indirecto. — se palmeó las mejillas y negó. Revolvió sus propios cabellos mirando al rubio que parecía disfrutar de su sufrimiento. — Cuando te vi en el teatro actuando me olvidé que me trataste maltrataste y pensé que eras el ser más guapo del mundo, aparte de lo increíble que eres cantando.
Jong Dae silbó haciendo una mueca mientras jugaba con el popote.
— Estás mal, muy mal, eres la definición de esos post que hacen las fanáticas de los ídolos. — respondió, Min Seok ladeó su cabeza confundido. — Ven a sus ídolos con aspecto de matones y dicen patéame y seré feliz. ¿Te gusta el masoquismo cierto?
— Tampoco es para tanto, ya tengo suficientes traumas, aún no me enamoro de ti como para decir úsame y luego abandóname. Me queda un poco de dignidad. — murmuró abultando sus labios. — Al menos no eres un patán, quiero creerlo.
— Caballero es mi segundo nombre. — le guiñó el ojo antes de reír de solo ver como se sonrojaba por completo. — Eres tan blanco que la sangre que te circula se nota con facilidad, si no fuera por la sangre diría que eres un vampiro.
— Creo que sí eres un nerd, se llama sonrojo. ¿Qué es eso de sangre que circula? — preguntó con falso asco. — Ugh, da igual.
— Me imagino que por patán te refieres a parejas anteriores.
— Claramente, ¿no recalco el patán? — se recargó contra el respaldo mirándole en silencio apretando la bandeja contra su pecho. Alzó su mano haciendo una seña extraña. — Todos los que he conocido solo van al punto, literalmente creen que por ser hombre solo quiero sexo. ¿Acaso no saben que quiero amor también?
Jong Dae sonrió asintiendo.
— ¿No has tenido sexo con tu novia? — Jong Dae se atragantó cuando Min Seok le miraba atento. — Solo di sí o no, no seas mojigato, es natural.
— No realmente... — murmuró avergonzado. — A pesar de que llevamos ya dos años ella quiere dar ese paso pero no me siento tranquilo. No está del todo feliz con eso.
— No te preocupes, cada quien tiene su propio pensamiento de ello. A mí me da igual si soy virgen o no, o la persona con la que esté, mientras me quiera seré feliz. — suspiró cansado apretando sus labios. — No sé cómo pienses tú, de seguro crees que llegar casto a la boda es lo mejor.
Jong Dae sonrió apenas revolviendo su flequillo con vergüenza.
— No me estoy burlando, cada quien lo ve como quiere, eres tradicional, es entendible. — agitó sus manos con desinterés. — Deberías comunicárselo a tu novia, después puedes tener malos entendidos.
— Ella dice que lo entiende pero a este punto solo creo que la hago enojar. — hizo una mueca mirando el libro frente a él con aburrimiento. — Uno de estos días creo que solo aceptaré por compromiso.
— Oh no, no hagas eso por favor. Las peores cosas salen de esa manera, te tiene que nacer para de verdad disfrutarlo. Te lo digo por experiencia. — respondió con una sonrisa. Miró a la caja donde Soo Young le estaba dando miradas de advertencia. — Tengo que irme a atender, si necesitas algo pídemelo y deja te tomar tanta cafeína por favor.
— No eres tan desagradable como te ves. — respondió divertido.
Min Seok frunció la nariz fingiendo golpear su cabeza con la bandeja y negó.
— Si te gustaran los chicos estarías a mis pies. — respondió sacando la lengua.
— En cambio tú estás a mis pies.
Min Seok gimió desesperado y regresó a su puesto ignorándole, Soo Young le golpeó por tardarse demasiado y se excusó que era una emergencia.
— ¿Qué clase de emergencia es coquetear con un chico? — preguntó la chica apoyándose contra la mesa. El pelinegro frunció el ceño negando. — ¿Cómo que no? Leí todo su lenguaje corporal, estaban coqueteando de forma descarada.
— Claro que no, solo es un conocido y lo saludé. No saques conclusiones erróneas Soo. — escuchó por su comunicador la orden y asintió caminando a la barra. — A movernos mejor.
— Agh, como quieras, yo te digo cien por ciento segura a que coqueteaban. — la chica aseguró mirando la mesa del rubio de espaldas concentrado en el cuaderno. — Creo que lo he visto antes.
— Va al departamento de teatro, quizás por eso. — respondió buscando con la mirada el chocolate en polvo sobre las repisas.
— No, creo que ha venido en otras ocasiones pero más temprano. — respondió ella. Chasqueó la lengua en molestia. — Da igual, voy a baño, cúbreme. Si regresa Tae Yong mándalo a limpiar los filtros.
Solo asintió con desinterés siguiendo con su tarea, miró por arriba de su hombro a Jong Dae completamente concentrado en su tarea y se sintió un poco mal en cierto aspecto, ¿qué necesidad de hacer tareas de otros cuando puedes trabajar de otra cosa? Bueno, no puede quejarse, al final de cuentas está haciendo su trabajo.
***
Estar hincado a la orilla del camino del pase de todos los estudiantes por el campus no era lo más inteligente de su parte, pero estaba muy feliz porque finalmente estaba nevando como se debía, a pesar de que le incomoda el gorro se siente feliz de jugar con la nieve.
Mordió su labio inferior mirando las pinzas de plástico azules que sostenía de forma temblorosa, las abrió sonriendo con mucha emoción de ver el bonito y perfecto patito de nieve moldeado con mucho cuidado, sabía que era mirado de forma extraña por algunos y de forma adorable por algunas chicas que le había tomado fotografías que de seguro aparecería en el blog de la escuela como el chico que llenó la universidad de patos de nieve.
— Vi a un niño jugando con la nieve y un post en el foro pero no creí que de verdad fuera tú. — Min Seok alzó la mirada sorprendido dejando que el vapor saliera de sus labios mirando la sonrisa divertida del rubio. — ¿Alguien sabe quién es ese chico? Se ve tan lindo el oppa. ¿Alguien tiene su perfil de Kakao que lo pueda pasar?
Relató el título del post con voz chillona.
Jong Dae miró la banqueta hacia unos metros atrás hacia la larga fila de pequeños patos de nieve que hacían guardia a las afueras del departamento de administración.
Min Seok le miró sonriendo, Jong Dae seguía viéndose guapo incluso con esa gran chamarra negra cubriendo casi todo su cuerpo y ese gorro negro escondiendo su cabellera rubia, se veía muy lindo con la nariz notablemente roja gracias al frío. Le ignoró moviéndose un poco para continuar con sus patos de nieve.
— Empiezo a creer que eres especial. — le dijo Jong Dae, se hincó a su lado siendo aún ignorado. Aunque Min Seok mordisqueó sus labios nervioso. — Realmente te da igual estar aquí en medio de todos haciendo patos de nieve, creo que prefiero irme a casa a dormir.
— Me gusta mucho esta temporada. — murmuró, sus manos temblaron de nuevo cuando abrió las pinzas logrando formar otro pato con éxito. — Me gusta jugar con la nieve, que ellos sean unos amargados no me impide divertirme. A parte es mi tiempo libre del día antes de ir al trabajo, hago lo que quiero con mi tiempo. Si se quieren burlar que lo hagan.
— Eso me parece encantador y digno de ti. — respondió Jong Dae asintiendo, miró de nuevo la fila de patos mientras pasaba la lengua por sus helados labios y miró de nuevo al pelinegro que seguía en su labor. — ¿Cuánto tiempo llevas?
— ¿Media hora? — respondió dudoso y se encogió de hombros. — Perdí la cuenta luego del pato veinte.
— Eres increíble, te dará hipotermia o algo. — respondió Jong Dae negando. Le quito las pinzas viendo su mueca de sorpresa y las dejó a un lado, se quitó sus guantes entregándoselos. — Póntelos y sigues jugando.
— No me gustan, por algo no tengo. — negó tratando de devolvérselos. — Anda, son tuyos, dame mis pinzas.
— Ponte los guantes y luego sigues jugando. — Jong Dae le retó.
Min Seok resopló colocándoselos a regañadientes y tomó de mala gana las pinzas que le fueron de vueltas. Jong Dae se puso de pie a su lado mirándole en silencio.
— ¿Y eso que vas solo? — Min Seok le miró de reojo el como guardaba sus manos en los bolsillos de la chamarra. — ¿Dónde dejaste a tu novia?
— No mucho, sabes no porque tenga novia significa que pase las veinticuatro horas pegadas a ella. — respondió divertido, Min Seok torció los ojos negando. — Ella salió con sus amigas, me invitaron pero como que no cuadro en el grupo.
— ¿Te gusta restregarme tu heterosexualidad contra mí verdad? — preguntó mirando al pato recién hecho, Jong Dae entrecerró los ojos divertido. Ladeó la cabeza mirando a su alrededor y tomó un par de piedritas poniéndoselo como ojo. — ¿Y tus amigos?
— A este punto de la carrera todos están ocupados con sus propias cosas, creo que así está bien. — se encogió de hombros. — Disfruto mucho de mi tiempo libre para mí mismo, no mentiré.
— Que santurrón saliste. — respondió Min Seok. Jong Dae boqueó sorprendido señalándose y él asintió soltando un quejido cuando se levantó, se le dobló un poco el pie siendo sostenido por el rubio, agradeció en silencio. — Crees en la virginidad, heterosexual, de seguro eres pro vida y vas a la iglesia.
— Ah, creo que me juzgas muy mal. — respondió negando, acomodó su flequillo mirando a un costado. — Pero sí voy a misa. ¿Y qué?
— Nada, solo espero que si poso con una fotografía de una cabra no me quieras mandar al infierno porque tu dios dice que no. — respondió burlón.
— Sé que soy católico pero no soy tan apegado, ¿no te burles, okay? — advirtió y Min Seok negó.
Miraron el buen trabajo del desfile de patitos, algunos chicos se acercaban a fotografiar a los adorables animalitos de nieve que parecían querer proteger el departamento de administración.
— Que bonitos, amo mucho esta temporada. — respondió Min Seok suspirando feliz. — Te pido un favor, por favor. ¿Sí?
— ¿Qué clase de favor? — arqueó la ceja dudoso.
— Vamos a un restaurante de por acá cerca a comer algo. ¿O tienes algo más que hacer?
— No realmente, pensaba ir a dormir al departamento. — se encogió de hombros con desinterés. — Si la comida es mala olvídate de tu tarea.
— No digas eso, para eso te pago. — golpeó su hombro negando señalando con las pinzas el camino. — Está aquí a unos quince minutos, en verdad sirven buena carne.
— ¿Y qué te dio por querer hacer patos de nieve? — preguntó Jong Dae mirando sus tenis, miró de reojo al pelinegro mirar las pinzas de plástico entre sus manos. — Estabas muy entretenido con ello a decir verdad.
— No hay la suficiente nieve para hacer monos de nieve, pero esta es la medida adecuada para jugar con estas pinzas, quería probarlas. — explicó Min Seok, movió las pinzas haciendo un puchero. — Pero los patos son bonitos, ahora un ejército cuida el departamento de administración.
— Solo tú quieres dominar el mundo con un ejército de patos de nieve. Cuando podrías pensar en armas nucleares o biológicas. — respondió empujando su hombro de forma juguetona.
— No. — contestó este negando. — Yo no quiero dominar el mundo, quiero trabajar en él, mejorarlo. Hay una diferencia, mis patos cuidan el departamento no atacan a nadie.
— ¿Enserio? Uno de tus patos me hizo cara fea, deberías derretirlo. — replicó Jong Dae haciendo una mueca.
— ¿Cuál fue? Mis patos son lindos y educados, aquí el único feo eres tú. — replicó Min Seok agitando sus pinzas. — Eso es una acusación muy grave.
— Al que le pusiste ojos, me miraba con mucho odio. — replicó agitando la cabeza fingiendo un escalofrío. — Siento que soñaré con él en mis pesadillas.
— Él es el general, se muestra fuerte pero es muy lindo. — Min Seok golpeó su brazo en réplica. — Deberías darle una oportunidad de conocerlo, es muy agradable, no lo derretiré.
— Eso explica muchas cosas, de tal palo tal astilla. — respondió riendo, Min Seok boqueó frunciendo sus cejas y él tiró de su nariz escuchando su quejido. — Es broma, eres hasta el momento agradable.
— Ese hasta el momento me dice que en cualquier momento me puedes dar por culo. — resopló ante ello, Jong Dae solo parpadeó arqueando la ceja mirándole hasta que el pelinegro cubrió su boca jadeando. — ¡Dios no! ¡No suena así! ¡Oye que grosero!
— Molestarte es divertido. — replicó el rubio revolviendo los cabellos negros de Min Seok. — Eres un sucio.
— Para mí no es divertido. — murmuró apretando entre sus manos las pinzas pensando. — Realmente me lastimas.
— No has ido estos días a ver los ensayos, ya estamos dando los últimos toques al musical, aunque debo aceptar que es un asco de obra. — respondió Jong Dae, sopló dentro de sus manos ante el frío.
— Tengo más tareas por hacer, y esta semana llevé a mi gato al veterinario a recortar su cabello. Soy padre con compromisos. — detuvo el paso sorprendiendo a Jong Dae, se quitó los guantes tomando sus manos volviendo a colocárselos. — Gracias por los guantes pero mis manos nunca se calentarán, es algo que siempre me ha pasado.
— Dios, Min Seok, tienes las manos heladas, no puedes andar así como si nada. — regañó Jong Dae frunciendo el ceño, tomó sus manos entre las suyas queriendo calentarlas, puso la mano de Min Seok sobre su muñeca comprobando que aún estaban heladas. — ¿Cómo puedes vivir así? ¿Si quiera tienes pulso aún?
— Creo que soy el dios del hielo. — respondió encogiéndose de hombros con desinterés. — No te asustes, siempre he vivido así.
— Pues estás mal, busca unos guantes que te abriguen. — tomó una de sus manos y la guardó con la suya en su chaqueta, Min Seok miró sus manos escondidas con confusión. — ¿Qué? Se te van a caer a este paso las manos, de seguro ya las tienes cortadas.
— Ya te dije que no es nada. — murmuró continuando el paso y volvió a mirarle. — ¿No te sientes incómodo así?
— ¿Lo dices por las manos? — preguntó y el pelinegro asintió. — No, no tiene nada de malo, no hay por qué quejarse. Tampoco tengo la masculinidad frágil si es lo que crees. ¿O estás incómodo?
— Mm, me alegro. — respondió. — No me incomoda.
Siguieron caminando el resto del camino en silencio, no pareció incómodo o algo por el estilo, Min Seok se sentía extraño, sabía que pocos habían sido sus encuentros en esos días con Jong Dae en los que habían empezado a hablar de forma normal como si se conocieran de toda la vida desde su encuentro en la cafetería.
Tenía una palabra con la que describe perfectamente a Jong Dae y esa es "encatador".
Se sentía tal cual, el chico tenía un encanto natural, su risa era igual de melódica que su voz al cantar, su sonrisa era perfecta, amplia con unas curvaturas que le daban un toque felino, sus pestañas eran largas y en cierto punto pensó que quizás el rubio de su cabello era tinte pero resultó ser natural, de ahí es que algunas de sus pestañas caramelo brillaban tan bonito bajo el sol que pocas veces hizo acto de presencia en esos días fríos.
Nunca había conocido a algún coreano rubio pero solo era genética de su familia al tener descendencia.
Estaba temiendo por sí mismo, no lo negaba, Jong Dae era perfecto, un gran acompañante, cálido y muy risueño a pesar de primera instancia verse algo agrio, descubrió su incondicional amabilidad, era terrible lidiar con ella porque podía tener solo un suéter y el chico le daría su chamarra sin problemas.
No se quiere ilusionar más de lo que ya está, sabe que solo es amistad lo que están desarrollando, pero tiene mucho miedo. No sabe si seguir abriendo su corazón servirá, si se sentirá bien darle abrazos pensando que son más que muestras amistosas de cariño, piensa que esperó mucho tiempo entre patanes como para que el destino le ponga a alguien tan perfecto que lo hace sentir mareado y haga a su corazón sufrir.
Jong Dae pareciera estar consciente de su pequeño flechazo pero aun así no le molestaban las interacciones y a ese punto solo cree que lo ha olvidado o superado.
Siente que se está equivocando mucho con esto que está pasando, no quiere perderlo por algo estúpido como una confesión seria, porque a pesar de que él sabe que le parece guapo aún piensa que es otro chico homosexual que le alaga su atractivo y queda como tal.
Jong Dae aún no piensa en serio que esto es para él, no sabe qué hacer.
— No vaya ser que me enamore aún más de ti. — pensó seriamente mirando el perfil sereno del rubio, este le encaró sonriendo.
— ¿Por qué no vienes al ensayo de esta semana? Ya es el último y con vestuario, aunque claro, tienes que venir al estreno. — le dijo mostrando esa sonrisa bonita que lo hacía sentir nervioso. — Puedo reservarte asientos sin necesidad de que compres entrada.
— Um, creo que me paso el ensayo pero te veré en el estreno. — asintió con emoción viendo la expresión de Jong Dae brillar. — Sorpréndeme.
— Dudo mucho que mi personaje sorprenda. — respondió inclinando un poco la cabeza con desagrado. — Digo, qué clase de hombre espera hasta ver a su amada con otro hombre para ir y expresar sus sentimientos. Eso para mí es ser cobarde.
— Mm, justo. — murmuró asintiendo.
Cobarde, él era un cobarde.
Aunque no se puede denominar así, ¿verdad? Él llegó cuando Jong Dae lleva ya dos años con la chica, no es un cobarde, peor sería robarle el novio a la chica, aunque duda que eso pase, lo pone aún peor. ¿Sigue siendo un cobarde por enamorarse de alguien que ya está enamorado?
Desearía en estos momentos volverme la nieve, ser feliz pintando de blanco las calles, haciendo felices a las personas.
— ¿Min Seok? ¿Te sientes bien? — preguntó Jong Dae confundido, él ladeó la cabeza mirando su propia mano extendida al frente mientras esta se llenaba de una fina capa de nieve. — Solo te detuviste.
— Ah sí, solo quería tocar la nieve, mira, es tan bonita y frágil. — extendió su mano hacia su rostro y él sonrió feliz. Removió sus dedos con una sonrisa agria. — Cada copo de nieve es único, y lo más maravilloso es que tienen diseños distintos, casi parece que fueron tallados por las hadas y no simples manchas de nieve, no existe ninguno que se repita.
— Entonces creo que tú eres un copo de nieve único. — respondió divertido. Min Seok exhaló mirándole con atención sabiendo ya que sus mejillas estaban acaloradas por la confesión. — ¿Sabes por qué?
No juegues conmigo.
— ¿Por qué?
Detente.
— Creo que eres la única persona que usa su tiempo libre para salir a jugar con la nieve cuando pudiste quedarte en un lugar cálido, ves con tanta emoción como cae cada copo de nieve, casi como un niño diría yo y te importa poco tener las manos heladas o pasar frío. — Jong Dae hizo una mueca pensativo y miró el cielo. — Ahora cada que veo el cielo helado solo pienso en ti, eso es preocupante, mañana te volverás la nieve o el dios de ella. Eres especial, no dejes que nadie te quite eso, algún día llegará alguno que no sea un patán y comparta contigo todo esto. Aunque deberías ir a revisar lo de tus manos, llevan rato aquí dentro y siguen heladas.
¿No estamos compartiendo esto?
Le sonrió asintiendo y señaló el camino procediendo a seguir caminando, este empezó a contarle una anécdota durante los últimos ensayos y solo asentía sin poder poner mucha atención. Miró su perfil contento sintiendo algo revolverse en él, podía ver la diferencia en como él veía a su chica y el como lo miraba a él; habían dos enormes muros separando aquellas expresiones. Si el aire helado no estuviera soplando en su dirección sus ojos se llenarían de lágrimas, agradece tanto pensar que es el dios de la nieve y que se hizo ese favor de no derrumbarse frente a él.
Siempre es lo mismo, lo sabía y solo sigo ilusionándome sea para bien o para mal.
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