3 ࣭⭑𓄹 I stole a cheap prince's bow ⸒࣪
﹐ ✦ 𝄒 𝐆𝐑𝐄𝐄𝐊 𝐓𝐑𝐀𝐆𝐄𝐃𝐘 ⊹ ☀️ ₊ ⋆
┇ chapter three ¡!
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El cíclope nos perseguía. Yo corría más rápido que la niña, por lo que la llevaba a rastras detrás mío. Mi corazón latía a gran velocidad.
La única vez que me enfrenté a un cíclope no lo maté; no podía hacerlo con un cuchillo tan diminuto como el que solía tener. Sin embargo logré treparme a un camión de basura en movimiento, y este me perdió de vista.
-¡Nos va a alcanzar! -lloriqueó la pequeña, corriendo a tropezones.
-¡Por aquí! -grité, tomando un sendero ascendente. Sabía que nos cansaría más, pero los cíclopes...digamos que no son tan inteligentes. O este no lo era, porque tardó un minuto en entender que hablamos cambiado de dirección.
-¡Ay! -gritó la niña, cayendo al suelo. Volví atrás para ayudarla pero ella me detuvo.
-¡Ahora te alcanzo! -gritó. Asentí y volví a subir corriendo. Ella me seguía atrás. Mientras tanto, el cíclope pensaba como hacer para subir la bendita colina.
Cuando llegué arriba me apoyé en mis rodillas, jadeando con la cabeza gacha. Había silencio, pero cuando mis sentidos comenzaron a funcionar mejor, oí a un hombre gritar palabras, que por algún motivo era tan raras que lograba entender.
- Kataraménos o Ermís! Elpízo pragmatiká mia méra na pései sta Tártara! Allá apó ólous tous Theoús! -era un joven un poco más grande que yo. Lo primero que me llamo la atención era su ropa. Parecía que había sido sacado de una película de princesas de bajo presupuesto. Su cabello rubio resplandecía como el Sol. Él parecía no verme.
Entonces mis ojos miraron algo más. Apoyados en una roca, un arco dorado y un carcaj esperaban para ser usados. Inmediatamente corrí hasta ellos y los tomé. El arco era tan pesado que parecía ser de oro, pero me las arreglé para llevarlo a lo más cercano de la colina y del cíclope mientras el príncipe de bajo presupuesto seguía insultado a un tal Hermes. El cíclope parecía no saber como subir la colina todavía, pero se estaban entreteniendo dando golpes con sus manos a la tierra, causando un gran agite y que la niña se resbalara mientras intentaba llegar a la cima.
Puse una flecha, tensé la cuerda y apunté a la cara del cíclope.
-¡Oye!¿Qué estás haciendo? -oí detrás mío.
-Papá, si me escuchas, me debes años de manutención. Lo único que te voy a pedir es que, por favor, está flecha le de en el ojo -supliqué a mi padre divino. No sabía cuál era, pero no dejaría nada a la suerte. Sentí una mano en mi hombro, y solté la flecha. Esta trazó una perfecta parábola que terminó en su pupila.
Sentí como me arrojaban al suelo, y un gran estruendo. Luego logré observar al cíclope alejándose, llorando. Miré hacía abajo, y mi corazón se detuvo: la niña no estaba ahí.
-¡Niña! -grité -¡Niña!
Mierda, ni siquiera sabía su nombre.
-Eh, ¿disculpa?¿Quién eres tú y que acaba de pasar? -una voz masculina hizo que volteara a ver al príncipe de cerca. Su rostro era perfecto, y sus ojos jugaban con un color entre el verde y el dorado. Su cabello ondulado y peinado decoraba su rostro.
-¿Viste a una niña? -le pregunté, despabilándome -. Una niña.
-¿La pequeña que corrió hacía el bosque? -me preguntó él, señalando al profundo bosque que, algo me dijo, no llevaba al Campamento.
-Ay, no. No, no, no -me llevé las manos a mi cabeza. Si algo le pasaba...¿sería considerado mi culpa?
-Eres del Campamento -el príncipe parecía estar completamente fuera del marco del espacio-tiempo que nos rodeaba -¿Quién es tu padre o madre?
-No lo sé. Mira, tengo un problema mayor ahora que pensar en el ser que me abandonó. Hay una niña en el bosque, sola, y debo ir a buscarla.
-Cálmate -ordenó, poniendo sus manos en mis hombros -. Al menos puedes descartarme a mí.
-¿A ti?
-Bueno, no he podido presentarme -dijo, colgando su carcaj en su espalda y tomando el arco como si fuera una pluma -. Soy Apolo.
-Un gusto, soy Kailani y tengo que irme -dije, comenzando a bajar la colina. Inmediatamente sentí como Apolo me seguía.
-¿No me oíste? ¡Soy el dios Apolo! -repitió.
-¡Y yo debo irme! -contesté. Comencé a descender por la colina, y lo escuché venir detrás mío.
-¿Cómo se llama la niña? -me preguntó, alcánzadome.
-Yo...no lo sé. No la conocía, quiso escapar del campamento y yo quise detenerla y luego nos encontró ese cíclope...
-Debo admitir, tienes una buena puntería. No es tan fácil darle al ojo. Bueno, para mí no es difícil -comentó, peinando su cabello hacia atrás. Rodé los ojos y logré llegar abajo de nuevo. Miré el bosque.
-Debo ir a buscarla -murmuré para mí misma.
-Puedo acompañarte... -propuso. Fruncí el ceño y recordé las palabras de Luke. Ellos no te prestaban atención a excepción de que quisieran algo...
-¿Qué quieres? -pregunté, cruzándome de brazos. El dios me observó, y me sonrió intentando coquetear conmigo.
-Tal vez solo tu atención...
-¿Qué quieres? -repetí, impacientándome. Él suspiró.
-Perdí mi lira -me confesó -. Hermes cometió un error con las entregas y no se hará responsable. Y ahora no tengo a mi instrumento favorito.
-¿No puedes...no sé, comprarte otra lira y listo? -pregunté. Inmediatamente él me miró como si acabara de cometer la ofensa más cruel del mundo.
-¡Claro que no! Esa lira es única, y muy preciada para mí... -lo detuve con un gesto de mi mano, molesta.
-¿Qué tiene que ver tu lira con mi niña? -cuestioné, impaciente.
-Bueno, si te ayudo a encontrar a tu amiga, tú me ayudas a recuperar mi lira. Me parece un trato justo -me dijo, con una sonrisa sobradora.
-¿Y acaso el gran dios Apolo no puede hallar su lira él solito? -me burlé. Su sonrisita peligró, pero la mantuvo.
-¿Podrá la simple semidiosa Kailani hallar a su amiguita en ese frondoso bosque? -retrucó. Me mordí la mejilla, molesta. Probablemente tenía razón. No podría sola, sin armas, comida o algo para sobrevivir. Y volver al campamento para advertir solo ampliaría la brecha del tiempo entre la huida de la niña y el equipo de búsqueda. Estaba segura de que al día siguiente Luke notaría nuestra ausencia y haría algo apra buscarnos, pero dejar a una pequeña sola en el bosque no era una opción.
-Bien -acepté.
-Estupendo. Probablemente la encontremos pronto -festejó el dios. No pude evitar preguntarme en qué me estaba metiendo. Hace un día estaba en la calle, sola. Ahora estaba a punto de acompañar a un dios en una aventura.
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El bosque era un laberinto de sombras y susurros, y no podía evitar sentir que cada árbol nos observaba con un silencio aterrador. A mi lado, Apolo caminaba con la gracia de alguien que nunca ha tropezado sobre una raíz en su vida, a su alrededor había un aura dorada que iluminaba un poco el camino.
-¿Alguna vez has intentado hablar con los árboles?- preguntó Apolo, con una sonrisa juguetona -. Dicen que son excelentes oyentes -le lancé una mirada escéptica, sin poder creer que un dios me dijera tal estupidez.
-¿Y qué se supone que les diga? ¿"Hola, árbol, ¿has visto pasar a una niña fugitiva por aquí?" ?
Apolo se rió. Su risa parecía ser un sonido claro y melodioso, una risa probablemente catalogada como una risa bonita.
-Algo así. Aunque, si tuviera mi lira, podrían estar más dispuestos a hablar.
- ¿Y dónde está tu lira, oh, dios del Sol?- pregunté, no pudiendo evitar el tono burlón en mi voz solo para molestarlo. Él me miró de mala manera.
-Bueno, dije que si la tuviera -respondió, caminando a mi lado -. Sinceramente eres algo antipática, ¿sabías?
-Sí, me lo dicen mucho, gracias -respondí, acomodando mi cabello detrás de mis orejas. La noche comenzaba lentamente a aclararse, y ahora el color negro del cielo comenzaba a transformarse en uno azul -. Si no vas a aportar nada a la misión, cierra la boca.
Apolo abrió la boca, listo para replicar, pero una sola mirada mía fue suficiente para que cerrara la boca y mirara al frente.
¿Acabo de intimidar a un dios?
Los minutos pasaron con el único sonido de nuestras pisadas y el murmullo del viento entre los árboles. Luego de un rato, Apolo rompió el silencio con otra pregunta tonta.
-¿Alguna vez te has preguntado por qué las estrellas parpadean?- preguntó, señalando hacia el cielo. Las estrellas comenzaban a esfumarse de a poco, con la llegada del Sol. Rodé los ojos.
-En serio, agradecería mucho si hicieras silencio -le repetí.
-Pero tengo ganas de hablar.
-Pues habla solo... -dije, y arrastré la última palabra con un bostezo. No había dormido nada, y ya estaba amaneciendo. El ambiente estaba húmedo y las nubes se comenzaban a juntar en el cielo.
-Creo que mi padre no está contento -murmuró Apolo.
La madrugada trajo consigo un manto de rocío y una calma que anunciaba una tormenta. A pesar del cansancio que pesaba en mis hombros y en mis ojos, no quería realmente detenerme. La niña podía estar en peligro, y parar podía determinar si ella vivía o no.
-¿Estás bien? -preguntó el dios del Sol. Giré mi cabeza a él y alcé mis cejas.
-¿Por qué preguntas?
-Estás caminando chueco -me dijo. Efectivamente tenía razón, porque al caminar me alejaba de él. Sin embargo, no iba a dar el brazo a torcer.
-Claro que no.
-Sí, estás caminando mal. Podemos parar, si quieres -me propuso. Negué con mi cabeza, molesta.
-Quiero encontrarla... -murmuré. Apolo se acercó a mí y me tomó de los brazos. Me empujó suavemente hacia abajo, dónde había una roca de buen tamaño.
-No vamos a encontrarla si te mueres en el camino -me dijo él, dejándome reposar en la roca -. Estos bosques son de mi hermana, Artemisa. Iré a ver si puedo cazar algo para comer.
-No es necesario... -él no me escuchó. Tampoco intenté detenerlo, porque ya estaba sucumbiendo al sueño sobre una roca. No había pasado un minuto cuando el silencio se rompió. No era el sonido de pasos, sino un deslizarse sibilante, una presencia que erizaba la piel. Dirigí mi mirada a una cueva escondida por unos arbustos. Un par de luces rojas se dejaban ver entre hojas y ramas. Inmediatamente me senté, sintiendo que algo iba mal.
Al pararme, las luces se acercaron hasta que, de la cueva, comenzó a emerger una cabeza de animal. Más específicamente, de un reptil. Y para ser aún más específicos, la de una serpiente gigante. No esperé a que terminara de salir. Sin armas, corría frenética buscando opciones mientras que la serpiente comenzaba a perseguirme.
-Mierda -susurré. No me serviría treparme a un árbol porque la serpiente era la suficientemente alta para encontrarme.
La serpiente atacó, rápida como un rayo, y cada vez que la esquivaba se sentía como si estuviera burlando a la muerte. Salté un tronco caído, pero la serpiente me golpeó la espalda con tanta fuerza y por un instante creí volar, hasta que perdí altura y caí en la tierra. Un fuerte ardor corrió en mi mejilla, y sentí un líquido caliente comenzar a escapar del corte en mi piel.
-¡AYUDA! -grité como última instancia al ver a la serpiente casi encima mío. Como por arte de magia, o bien de suerte, alguien apareció volando en el cielo, y disparó una flecha a la serpiente. Esta lanzó una especie de grito (sinceramente no sabía que ruido hacían las serpientes) y volteó a ver a su atacante. Me levanté y me escondí detrás de un árbol.
Una vez más, no podía creer lo que que estaba viendo.
Un hombre hermoso aterrizó en la tierra, y en su espalda habían unas alas de ángel, blancas como el azúcar. Parecía enojado, y apuntó a la serpiente con su arco.
-¡Vamos, atrévete, criatura estúpida! -exclamó. La serpiente se alzó y se lanzó contra él con su boca abierta. El hombre soltó una flecha y esta se clavó en el paladar de la bestia. Una vez más la serpiente emitió un sonido terrible. Él asestaba su arco contra la serpiente, y disparaba flechas.
Finalmente, con un último disparo, la serpiente retrocedió, y giró su cabeza hacia mí. Por un instante creí que venía por mí, pero esta se apoyó por completo en la tierra y se deslizó por el hueco que había debajo del árbol detrás del cual me escondía. Sentí la tierra temblar debajo de mis pies, y luego una paz inundó mi cabeza.
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⿻ ៹ AZU'S SPACE ! 🧸
1. No les voy a mentir, el nombre del fic me causaba conflicto, asi que lo cambié.
2. Ya sé que parece un capítulo de relleno, pero lo interesante está por venir, lo prometo.
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